Edouard Schure - Tratado de cosmogonia

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Pero si sólo se hubiera producido esta evolución hubiera todavía faltado algo. Hubiera habido minerales, plantas, animales y hasta hombres con el cerebro desarrollado y capaces de adquirir la forma humana actual, pero algo hubiera permanecido en el mismo estado lunar. En la Antigua Luna no había nacimiento ni muerte. Si nos representamos el ser humano sin cuerpo físico no habría muerte: la renovación del ser se efectuaría de otra manera que mediante el nacimiento actual. Las partículas del cuerpo astral y del cuerpo etérico se renovarían por medio de cambios e intercambios, pero el compuesto ser permanecería constante. En torno de un centro inalterable, sólo las superficies serían el lugar de intercambio con el medio externo. Así ocurría en la Luna, donde el hombre no hacía más que metamorfosearse. Pero en ese estado no había llegado aún a obtener la conciencia. Los dioses que lo habían formado estaban en torno de él, detrás de él, pero no en él. Eran, con respecto al hombre, lo que el árbol es a la rama o el cerebro a la mano. La mano se mueve, pero la conciencia del movimiento está en el cerebro. El hombre no era más que una rama del árbol divino y si su evolución sobre la tierra no hubiera modificado este estado, su cerebro no habría sido más que una flor de ese árbol divino, sus pensamientos se reflejarían sobre el espacio de su fisonomía, sin que fuera capaz de tener sus propios pensamientos. Nuestra tierra hubiera sido un mundo de seres dotados de pensamientos, pero no de conciencia, un mundo de estatuas animadas por los dioses y sobre todo por Jahve (Iahve) o Iehovah. ¿Qué pasó para que cambiara de tal manera la faz de las cosas y cómo obtuvo el hombre su independencia? Cuando existen diversas clases en una escuela, hay alumnos que pasan todos los grados y otros que no. Los dioses de la naturaleza de Iahve estaban a punto de poder descender en el cerebro humano. Pero otros espíritus que, sobre la Luna se habían contado entre los Espíritus del Fuego, no habían terminado su evolución, y en vez de penetrar en el cerebro del hombre, en la Tierra, se mezclaron con su cuerpo astral. Este cuerpo astral está formado por instintos, deseos, pasiones. En él se refugiaron esos espíritus del Fuego que no habían alcanzado la meta de su evolución en la Luna, y recibieron asilo en la Naturaleza animal del hombre donde se elaboran las pasiones, aunque a] mismo tiempo dieron a estas pasiones un impulso superior. Hicieron penetrar el entusiasmo en la sangre y en el cuerpo astral. Los dioses Iehováquicos habían conferido la forma pura y fría de la idea, pero gracias a estos espíritus, que podríamos llamar luciféricos, el hombre fue capaz de entusiasmarse por ellas, de tomar partido por unas contra otras. Si los dioses Iehováquicos han modelado el cerebro humano, los espíritus luciféricos unieron ese cerebro a los sentidos físicos por las ramificaciones nerviosas que terminan en los órganos sensoriales. Lucifer vive en nosotros desde hace tanto tiempo como Iehovah. Todo lo que pasa por los sentidos da al hombre una conciencia objetiva de lo que lo rodea y esto se lo debe a los espíritus luciféricos. Si debe a los dioses el pensamiento, en cambio a Lucifer debe la conciencia. Lucifer vive en su cuerpo astral y ejerce su actividad en las ramificaciones terminales de sus nervios. He aquí por qué dice la “serpiente” del Génesis: “Vuestros ojos se abrirán”. Pueden tomarse estas palabras literalmente, porque, en el curso del tiempo, los espíritus luciféricos fueron quienes abrieron los sentidos del hombre. Merced a los sentidos es como se individualiza la conciencia. Sin el aporte del mundo sensible, los pensamientos del hombre no serían más que los reflejos de la Divinidad, actos de fe, no de conocimiento. Las contradicciones entre la fe y la ciencia provienen de este doble origen del pensamiento humano. La fe se vuelve hacia las ideas eternas, hacia las ideas matrices que tienen sus prototipos en los dioses; la ciencia, el conocimiento del mundo exterior por medio de los sentidos, viene de los espíritus

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