Edouard Schure - El Egipto Musulman y el Egipto Antiguo

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tre hacia su principio espiritual. De suerte que este culto simboliza la doble ley de la involución y de la evolución del Universo, dominado por la ley de jerarquía de las almas y los principios. Es posible que la comprensión de estas ideas y su expresión religiosa en un pasado lejanísimo, no sean inútiles a la orientación histórica y filosófica del siglo XX. Los espíritus superficiales podrían creer hace veinte años que el positivismo triunfaría, porque nuestros guías intelectuales afirmaban orgullosamente que el alma no es más que un movimiento complicado de la materia, y se jactaban de que llegarían a enterrar la idea de Dios, cubriéndola con flores. Hoy, se suspira en todas partes por el mundo del alma y por la idea de Dios como si se añoraran paraísos perdidos.. Los hombres vuelven a percatarse de que el mundo moral no es posible sin un principio intelectual y ordenador que sea al mismo tiempo la cumbre y la balanza, el origen y el fin del universo; y vuelven a darse cuenta de que no es posible concebir el mundo natural y visible que sirve de base al mundo moral, si se prescinde del doble principio de la inteligencia creadora y del alma sensible en todos los grados de todas las esferas del ser. Considerada exotéricamente, es decir, vista desde fuera, la religión egipcia parece una mitología complica-


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