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Masonería y Sociedad

Una característica sobresaliente de la Orden Masónica, es que esta Institución nunca actúa como una coalición de individuos o un agregado político que persigue o respalda un tipo de pensamiento doctrinario único, pues su ideario postula que “sólo en la unidad de la diversidad, está la fuente del progreso y evolución natural del hombre”.

La Orden Masónica se conforma así solo con entregar las herramientas morales, éticas e intelectuales al individuo, para que éste se descubra, se conozca y se mejore a sí mismo, y tras ello, logre ser un ejemplo positivo para su sociedad… Una piedra de construcción que, desbastada y pulida por medio de la razón, el esfuerzo y el trabajo espiritual, sin duda será finalmente un aporte a la construcción del gran Templo inmaterial que albergue a una sociedad mejor.

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Al igual que otras sociedades filosóficas e iniciáticas, la Francmasonería ha intentado percibir lo sagrado en la simpleza, en lo armónico, en los recursos de la naturaleza y el universo, para crear una fraternidad de espíritu y de corazón, con la cual solo así se puede ofrecer a los hombres un ideal perdurable, una forma de vida o una experiencia a escala humana, que no topa con creencia alguna o particulares sueños.

A pesar de las vicisitudes históricas, las logias masónicas, tanto ayer como hoy, son un símbolo vivo de esa particular comunión y fraternidad, en la que el francmasón vive una experiencia interior, alimentada por lo simbólico.

¿Acaso el arte de construir un templo “del o para el espíritu”, tan caro a los “Maçons” (albañiles) de la Edad Media, no concierne hoy también a cualquier hombre preocupado por su autenticidad?

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