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gastronomía

E

l restaurante consta de dos niveles, que vienen siendo como dos establecimientos en uno. Arriba, con mayor lujo, sobresale la decoración al estilo Art Deco, que nos transporta a épocas pasadas. En la planta baja el ambiente es más casual, pero el decorado es igual de refinado, el buen gusto se nota apenas cruzamos el umbral. Papaye abrió sus puertas en 2004 en Pétion-Ville. Sus dueñas son primas: Patricia Steed, el rostro del restaurante, y Arielle Faubert, la chef, responsable de los sabores y las delicias que enamoran a los clientes. Luego de estudiar arte culinario en Estados Unidos, Arialle se lanzó al mundo gastronómico con un pequeño restaurante en su casa. Patricia andaba por otros rumbos laborales. Un buen día decidieron que con la reputación que Arielle había ganado con el restaurante casero era el mejor momento para iniciar lo que hoy es Papaye. Los días entre semana son los más concurridos. De hecho, encontrar mesa un miércoles alrededor de las nueve de la noche puede ser algo difícil, pero el esfuerzo y la espera valen la pena. La iluminación es otra protagonista en Papaye. Las propietarias la cambian con frecuencia para lograr toques muy agradables que van desde lo seductor hasta lo íntimo, sin dejar de ser modernos. A ello se suma la música –una mezcla de Bossa Nova, lounge y melodías caribeñas–, que invita a la relajación y a disfrutar de la mejor de las veladas, ya sea en pareja o entre amigos. El menú es una fusión caribeña de muchos sabores pero con una base francesa. Entre las especialidades de la casa se destacan el “Mousse de cangrejo con caviar servido sobre trozos de plátano” y el “Tuna tartar”, aunque otros platos están entre los favoritos de los exigentes comensales, como el “Salmón a la plancha con especias” o las “Costillas de cordero a la brasa”. “No siempre encontrarás los mismos platos, la carta la variamos cada dos o tres semanas, pues somos un restaurante con una clientela bastante fija a la que no puedes ofrecer siempre lo mismo”, explica Patricia. Y no es para menos, se trata de clientes que buscan vivir una experiencia gastronómica diferente y única cada vez que visitan Papaye.

Completo Soy más de salado que de dulce. Me gusta probar la gastronomía de los lugares que visito y me atrevo con casi todo. Confieso que las croquetas de serpiente que me ofrecieron una vez en Tailandia me hicieron dudar, pero fui valiente. En Haití se colma mi gusto, lo admito. Sus platos tienen un trasfondo de picante que despierta mis sentidos sin dormirlos y siempre queda como ese sabor de placer en la boca. Me cuentan que es la manera de usar los condimentos fruto de la mezcolanza de culturas. Eso me dice que a través de la forma de cocinar se puede descubrir una cultura y su esencia. Si es así, Haití es un país completo. 126 Abril-Mayo 2012


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