2 minute read

AMENAZAS E bajo la alfombra

n el sector sabemos reconocer la importante contribución del golf al turismo, especialmente en regiones costeras como Costa del Sol, Almería y Costa Blanca. Lamentablemente, la dependencia económica del turismo en esas mismas regiones es casi absoluta y eso supone una enorme debilidad en cualquier análisis DAFO, ya saben, eso de Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades.

Los que pintamos ya algunas canas, empezamos a observar, con mucha incertidumbre, el nuevo mar de grúas que decora otra vez nuestro paisaje. El turismo va bien, se construye y se vende. Eso supone un incremento poblacional más o menos estacional, que no está siendo acompañado de esas cosas que “no se ven” ni son populares: infraestructuras de agua, saneamiento, carreteras y servicios públicos.

Hoy me quiero enfocar en dos amenazas que no se suelen comentar y cuya solución requieren de planes estratégicos a muy largo plazo que me temo, no tenemos.

Problemas de tráfico e infraestructura

La Costa del Sol, famosa por sus playas, ocio y campos de golf, está lidiando con un apremiante problema en los últimos años: la congestión del tráfico en la A7, especialmente en la región occidental. Los atascos y retrasos son ya diarios al circular hacia el oeste por las mañanas o hacia el este por las tardes y afectan negativamente la experiencia turística de aquellos que han venido precisamente a escapar del tráfico. A pesar de ello, la autopista AP7 mantiene uno de los peajes más caros de España. En lo que se refiere al golf, empieza a afectar gravemente al tiempo necesario para llegar del hotel al campo.

por Jose Luis Moya @jlmoyac es fundador y director de Golf in Spain®

Escasez de agua y la mala imagen del golf, combinación explosiva El otro desafío crítico al que nos enfrentamos es la escasez de agua. En un artículo reciente en esta misma tribuna, mencioné que las campañas de marketing puntuales en defensa del supuesto uso de agua reciclada, no son suficientes. Los períodos prolongados de sequía en los últimos años, agravados por el cambio climático, están llevando ya a restricciones y estoy convencido de que es solo una cuestión de tiempo, que afecten directamente al golf. Para la administración es una opción “fácil”, considerando qué el votante medio nos sigue viendo como un “deporte de ricos”. Ya está sucediendo en Algarve y ya saben eso de “cuando las barbas de tu vecino veas…”

Falta compromiso e inversión por parte de las administraciones que suministran el agua. La realidad incómoda, al menos en la Costa del Sol, es que el agua reciclada tiene una calidad pésima que provoca costos significativos en daños para los campos que son prisioneros de la situación. La falta de renovación de infraestructuras desde hace décadas y las plantas de tratamiento de aguas que no tienen en cuenta que los municipios triplican sus habitantes en época estival, hacen que la situación no tenga una fácil solución.

La tecnología en el golf puede soportar aguas que no tendrían ningún otro uso posible, pero para eso hay que generarla en suficiente cantidad. Sería la situación ideal. Economía circular en la que el agua que se tira, sirve para crear empleos. Nos convertiría en líderes en la “sobada” sostenibilidad, inevitable a estas alturas y a la que todos los destinos deberíamos estar mirando de frente. La gestión sostenible y con transparencia del agua, mejoraría la imagen del golf y deberíamos visualizarla como una “O” de oportunidad.

Tenemos un gran potencial para mantenernos como un destino líder en el mundo del golf, pero no lo conseguiremos “metiendo bajo la alfombra” nuestras debilidades. La recuperación post-covid de nuestros destinos competidores no lo permite. Abordar estos desafíos requiere una acción decidida a largo plazo por parte de las autoridades, los actores del sector y la comunidad en general que, al menos, debería molestarse en denunciarlas sin complejos.

This article is from: