El Método Gabriel Libro

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43 Autocastigo Quizá queramos estar gordos para castigarnos, porque no nos parece que seamos dignos del éxito, de tener un cuerpo hermoso, del amor o del respeto de los demás o de nosotros mismos. Si estamos furiosos con nosotros mismos o si no nos gustamos, estar gordos es una manera de castigarnos. Leí, en The New York Times, la historia de un hombre de 180 kilos que recorrió a pie todo Estados Unidos para perder peso. No siempre había estado gordo; de hecho, antes era marine y estaba muy en forma. No obstante, catorce años antes de esta marcha, a la edad de 25 años, había causado la muerte a dos personas en un accidente de coche. Las personas que murieron se habían bajado de un autobús en un cruce peligroso y el hombre no las vio. Presa de terribles remordimientos en los meses y años que siguieron, fue aumentando cada vez más de peso. El extremo estrés crónico había disparado sus programas FAT y la gordura era su forma de castigarse a sí mismo. Pero, quizá, su caminata a través del país era la señal de que ya se había castigado lo suficiente, que había “pagado su deuda” y que ahora estaba listo para seguir adelante.

Rebelión Si a tu familia le preocupa la salud y estar en forma, aumentar de peso puede ser una forma de rebelión personal. Puede que les estés diciendo: “Os estoy privando de la satisfacción que os daría que yo estuviera delgado”. La rebelión siempre tiene que ver con el poder y el control. Todos queremos tener un sano nivel de control sobre nuestra propia vida, así que no es extraño que algunas personas utilicen la obesidad como medio de afirmarse. Si alguien quiere que pierdas peso o te está forzando a perderlo, quizá quieras seguir estando gordo para poder reafirmar que tienes el control de tu vida. Las dietas siempre han sido un problema en mi familia. Mi padre pesaba mucho de niño, y lo mismo le sucedía a mi hermano (yo, en cambio, era muy flaco de pequeño). Mi padre no quería que mi hermano sufriera el dolor que él experimentó al crecer, así que hacía todo lo que podía para ayudar a mi hermano a perder peso. Pero, por muy bienintencionada que fuera su actitud, sólo servía para que mi hermano se sintiera impotente respecto a lo que comía. Recuerdo que cuando éramos niños, mi hermano me dijo que cada vez que tenía algo de dinero, iba y se compraba comida basura, con el objetivo deliberado de conseguir el máximo posible de calorías por su dinero. Los padres, los hijos, los esposos deberían ser conscientes de que al dar constantemente la lata emiten un par de mensajes perjudiciales: 

“No estás bien tal como estás.”

Acerca de Jon Gabriel: www.AdelgazarParaSiempre.com


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