Como hablar bien en publico

Page 72

de dos factores: nuestra capacidad ingénita, y la profundidad y fervor de nuestros deseos. "Quered tan sólo, y cambiará la faz del mundo", decía Lammenais, el fogoso teólogo y predicador francés. De la intensidad de nuestro deseo depende la solidez de nuestros logros. Si queremos ser buenos oradores, seremos buenos oradores; sólo hemos menester desearlo enérgicamente. Yo he conocido y observado a miles de hombres, literalmente, en su lucha por adquirir confianza en sí mismos y llegar a hablar en público. De los que triunfaron, sólo unos pocos eran hombres de luces. Los demás eran profesionales que estamos acostumbrados a ver en nuestras respectivas ciudades. Pero perseveraron. Hombres más inteligentes se desalentaron o se dedicaron a otros menesteres, y no llegaron muy lejos; pero el individuo medio que sólo tenía firmeza y unidad de propósito, "siendo de los últimos llegó a ser de los primeros". Esto no es más que humano y natural. ¿No lo comprobamos, acaso, todos los días en cualquier manifestación de la vida? "No se concluye nada con el ímpetu del genio -ha dicho Lamounty- si no se le agrega la paciencia." Por mucho talento que el alumno tenga, nunca logrará llegar al fin de este curso si carece de la otra virtud. El mariscal Foch, que llevó a la victoria a uno de los ejércitos más grandes de que se tenga memoria, declaró que solo poseía una virtud: la de nunca perder las esperanzas. Cuando los franceses se replegaron hacia el Marne, en 1914, el general Joffre dió instrucciones a sus generales, que tenían dos millones de hombres a su mando, de que interrumpieran el repliegue y comenzaran la ofensiva. La nueva batalla, una de las más decisivas en la historia de la humanidad, se había prolongado dos días ya cuando el mariscal Foch, encargado del centro de Joffre, le envió este impresionante telegrama: "Mi centro cede. Mi derecha pierde terreno. La situación es excelente. Atacaré." Ese ataque salvó a París. Del mismo modo, querido orador, en lo más recio de la 144

lucha, cuando todo parezca perdido; cuando nuestro centro ceda y la derecha pierda terreno, "la situación es excelente". ¡ Ataquemos! ¡Ataquemos! Ataquemos y salvaremos la mejor parte de nuestra virilidad: el valor y la fe. ESCALAMIENTO DEL "INDOMITO KÁISER"

Hace algunos veranos decidí escalar un pico de los Alpes austríacos llamado el Indómito Káiser. Me dijeron que la ascensión era difícil, y que los alpinistas aficionados necesitaban imprescindiblemente de un guía. Nosotros, un amigo mío y yo, no teníamos guía, y, por cierto, éramos sólo aficiona= dos; alguien nos preguntó si creíamos que íbamos a llegar. -Desde luego -respondimos nosotros. -¿Y qué razones tienen para estar tan seguros? -preguntó. -Pues, otros lo han hecho sin guía -dije-, por lo cual sé que es posible hacerlo sin guía; y, además, nunca emprendo nada pensando que quizá fracase. Como alpinista, soy el novicio más torpe y chapucero de cuantos hay. Pero esa es la actitud mental adecuada para emprender cualquier cosa, desde hablar en público hasta escalar el Aconcagua. Pensemos en el éxito, en este curso. Imaginémonos hablando en público con perfecto dominio de nosotros mismos. Está en las manos de todos nosotros el hacer esto. Creamos que triunfaremos. Creámoslo firmemente, y luego ya iremos haciendo lo necesario para provocar el éxito. El almirante Dupont dió varias razones para no haber introducido sus cañoneros en el puerto de Charleston. El almirante Farragut escuchaba atentamente sus razones. -Pero hubo otra razón que usted no ha mencionado -dijo, cuando Dupont acabó de exponer. -¿Cuál? -Que no creyó usted que podría hacerlo. Lo más valioso que adquieren los alumnos de un curso de oratoria es la confianza en sí mismos, la mayor fe en su ca145


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.