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Desmantelando la Opresión sistémica

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Desmantelando la Opresión sistémica

Por Paula Castellanos-Molina

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Por qué el racismo, homofobia, xenofobia, gordofobia, edadismo, capacitismo y misoginia son problemáticas que trascienden culturas, siglos y fronteras? Porque son el resultado, y no la causa, de sistemas de poder y opresión.

Desde la perspectiva interseccional, podemos deconstruir las relaciones de poder dentro de las sociedades y comprender que, por cada privilegio que tenga una persona, simultáneamente existe una desventaja para otra. Es decir, por cada oprimido existe un opresor. La opresión es la combinación de prejuicio y acceso al poder social, político y económico que utiliza un grupo dominante para mantener y extender su autoridad (Ayvazian, 1995). El poder no necesariamente implica opresión, pero el ejercicio de poder tiende a crear las relaciones de opresor-oprimido que dan lugar a ciclos de violencia, discriminación y marginación.

Es en el deseo de permanecer dominantes que los opresores estructuran, institucionalizan y sistematizan la opresión. Esto sucede de manera pública y privada, así como consciente e inconscientemente.

Joe Feagin, sociólogo estadounidense, expuso cómo este proceso ocurre en el caso del racismo sistémico a través de la analogía de la primera ley de Isaac Newton. La ley de la inercia afirma que todo cuerpo permanecerá en reposo o movimiento uniforme y rectilíneo, a menos que una fuerza externa actúe sobre él. En el ámbito social, Feagin sostiene que los grupos dominantes utilizan métodos explotativos, inequidad de recursos, normas básicas, imágenes clave y actitudes reforzantes precisamente para mantener su poder y hacerlo tan firme y uniforme que las fuerzas externas no sean lo suficientemente desafiantes como para contrarrestarlo (Feagin, 2006). Si las formas de discriminación mencionadas al inicio han permanecido vigentes es debido a que los grupos dominantes estructuraron, institucionalizaron y sistematizaron su privilegio para garantizar su supremacía sobre los demás. Es decir, en las sociedades actuales, la opresión es fundacional y fundamental.

Siguiendo esta línea de pensamiento, podemos llegar a la idea de que, actualmente, tanto el opresor como el oprimido son víctimas de sistemas que ellos no crearon.

Esto nos puede hacer memoria de Gandhi y su método para balancear las relaciones de poder, o de Nelson Mandela y su frase célebre, “tanto el opresor como el oprimido quedan privados de su humanidad” (Mandela, 2012, cap. 115). Sin embargo, aunque ninguno de los dos tenga la “culpa” de cómo son las bases de los sistemas e instituciones que nos rigen, esto no significa que los opresores no continúen beneficiándose y no puedan cuestionarse. Regresando a la idea inicial, tener privilegio automáticamente implica desventajas para alguien más. Por esta razón, las personas privilegiadas, aunque no estén activamente violentando o discriminando a alguien más, permanecen siendo opresores partícipes del sistema.

Entonces, ¿qué podemos hacer para combatir la opresión sistémica? Es una pregunta abrumadora y difícil de responder. Además de identificar nuestros privilegios y desventajas, la Dra. Andrea Ayvazian propone en su artículo Interrupting the Cycle of Oppression que debemos asumir el rol de aliadx.

De acuerdo con Ayvazian, lxs aliadxs deben trabajar para desmantelar cualquier y todas las formas de opresión que los benefician, asumiendo responsabilidad personal sobre las ventajas con las que cuentan. Propone un comportamiento de “ser consistentemente conscientes” (Ayvazian, 1995, p. 9). Por ejemplo, no es suficiente no ser racista, sino que se tiene que ser antiracista. No es suficiente no ser machista, sino que se tiene que ser feminista. En otras palabras, asumir una posición que contrarreste la opresión. Es importante recalcar que se debe cuidar que el rol de aliadx no opaque las voces y medidas de lxs oprimidxs. Cuando esto sucede, surgen conflictos como el feminismo blanco o libertad eurocentrista. Para evitar esto, el aliadx debe activamente apoyar la liberación de los grupos oprimidos, más no necesariamente liderarla.

La opresión sistemática no es un concepto externo e irrelevante a nuestra realidad, sino que es la que impacta directamente nuestras vivencias diarias.

Es la que da lugar a las microagresiones presentes en nuestras instituciones educativas, laborales, recreativas y de seguridad social; así como a las agresiones sexuales, físicas y psicológicas que los oprimidos experimentan. La opresión estructural, institucional y sistémica rige la existencia de cada y todas las personas, por lo que su desmantelación es necesaria para la liberación de todas las personas sin importar su edad, género, religión, orientación sexual, clase social o color de piel.

LA SOLUCIÓN A LA OPRESIÓN SISTÉMICA ES LA RESISTENCIA DE LXS OPRIMIDXS Y LA OPOSICIÓN DE LXS OPRESORES.

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