El52 nº7

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FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE GIJร N 27 NOVIEMBRE 2014 // nยบ 7

ORGANIZA

PATROCINA

COLABORA


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TRAP STREET Vivian Qu HOY • 20:00 h. // Teatro Jovellanos MAÑANA • 22:30 h. // Cines Centro sala 2

Por: ADRIÁN SÁNCHEZ

Por: ADRIÁN SÁNCHEZ

Trap Street no es exactamente un noir, salvo que tomemos el género como un líquido que adopta la forma de su contenedor


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OTRAS SECCIONES

GÉNEROS MUTANTES

HOY • 17:00 h. // Cines Centro sala 2 29 NOV • 22:30 h. // Cines Centro sala 2 Precedida por el corto The Nostalgist (Giacomo Cimini, 2014, 17 min.)

HOY • 22:15 h. // Cines Centro sala 3 29 NOV • 19:45 h. // Cines Centro sala 3

It Follows exuda, sin alcanzar su imaginería, el mismo perfume temático que Agujero negro, el cómic de Charles Burns sobre la amenaza adulta

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OTRAS SECCIONES

HOY • 20:00 h. // Cines Centro sala 5 MAÑANA • 17:00 h. // Cines Centro sala 5

DOCUFICX - BRILLANTE MENDOZA

HOY • 19:30 h. // Cines Centro sala 4 MAÑANA • 22:30 h. // Gijón Sur


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CONVERGENCIAS - ANIMAFICX

HOY • 20:00 h. // Gijón Sur

HOY • 17:00 h. // Cines Centro sala 4 29 NOV • 17:00 h. // Cines Centro sala 4


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OTRAS SECCIONES

GÉNEROS MUTANTES

OTRAS SECCIONES

DIA D’ASTURIES


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OFICIAL CORTOS III HOY, a las 19:45 h. en la sala 1 de los Cines Centro / 80 min. Concluimos hoy la Sección Oficial de Cortometrajes de nuestra 52 edición con la última antología breve, compuesta por seis trabajos que, juntos pero no revueltos y cada uno por sí mismo, dan valor a un formato que desde el festival reivindicamos. Marchando el menú del día: Starman (Estados Unidos), donde se mezclan épica en minúscula y la autoafirmación en mayúscula bajo la dirección del valenciano afincado en Estados Unidos Josema Roig. Crocodile (Reino Unido), familia, misterio y estilización en un film de Gaëlle Denis. Toutes de connes (Canadá), realizada por François Jaros, se trata de una comedia agridulce y minimalista sobre la ruptura sentimental y el seguir adelante, elementos en cierto modo compartidos por We Have to Talk (Suecia), que firma Jean-Pascal Strüwer. Leidi (Colombia, Reino Unido), retrato neorrealista de Medellín a través de un madre adolescente, y finalmente la comedia irlandesa, borrachuza y melancólica, por supuesto, Breakfast Wine, realizada por Ian FitzGibbon y con papel para el cómico Dylan Moran, presente también en el largometraje Calvary, ya visto en el festival, con el que esta pieza está directamente emparentada.

El jueves significa la recta final del festival, el inicio de un sprint al cual ya llegamos todos con una mezcla de entusiasmo y cansancio agradecido. Por fortuna, hoy no nos toca madrugar tanto, solo a las 10:30, para acercarnos al Teatro Jovellanos con Ivan Ikic y sus Barbarians serbios. Los Enfants Terribles continúan en la Laboral a las 11:30, con el pase de Tom Sawyer & Huckleberry Finn, relectura de Mark Twain por parte de Jo Kastner. En el CCAI, a esa misma hora, las 11:30, la cineasta china Vivian Qu ofrece una rueda de prensa y photocall con motivo de la llegada de Trap Street a la Sección Oficial (a las 20:00 el Teatro Jovellanos ofrecerá el pase de la película y allí estará también su directora). A las 12:15, el francés Thomas Lilti toma el relevo en el mismo lugar, con fotos y rueda de prensa, para charlar sobre la hospitalaria Hippocrate. La película podremos disfrutarla, siempre junto a su responsable, en la sala 2 de los Cines Centro a las 20:00 h. El CCAI seguirá siendo punto de cita central durante el mediodía, albergando la entrega del premio al concurso “Escaparate de cine” (13:00), con presencia de David Argüelles, Presidente de la Unión de Comerciantes de Gijón, Teresa Sánchez, directora gerente del Teatro Jovellanos y Nacho Carballo, nuestro director. Este acompañará poco después (13:15) la presentación de la Asturias Film Commission, junto a la presidenta del Cluster Audi Asturias, Ana Asenjo, y José Almeida, presidente de la Asociación de Hostelería de Asturias. Llegan la 16:00 y es el momento del café en el Dindurra: Alain Margot y las FEMEN, Oxana Shachko y Oleksandra Shevchenko toman la escena, precediendo a Sean Gullette y Javier Ruiz, director y cámara de Traitors. Recordemos que la Tertulia Les Comadres abandera la posterior presentación y encuentro del documental I Am FEMEN, en la sala 5 de los Cines Centro a las 20:15. A las 17:00 volvemos al cine con el western austriaco The Dark Valley, presentado en la sala 1 de los Cines Centro por su productor, Helmut Grasser, acompañado por el escritor cinematográfico Jesús Palacios. Para las 18:00 podemos regresar al Dindurra para un entretiempo con los cortometrajistas Josema Roig, Iván Mena, Esteban Crespo, David Santuño, Flavia Santos, David Huergo, Carlos Navarro, José Luis Velázquez, Hector Herrería, Marino Franco y Pablo Vijande entre otros invitados, todos ellos a concurso en la Sección Oficial. Un poco más lejos, en la Laboral, el director Asur Fuente Barrera y el protagonista Lázaro Blanco nos traen Por la puerta grande. Para las 19:30 Brillante Mendoza nos espera en la Sala 4 de los Centro con Lola. En paralelo, a las 19:45 en la sala 1, tenemos la Sección Oficial de Cortos (III), con la asistencia de los realizadores Josema Roig, Jean-Pascal Strüwer y el actor Henrik Norlen. Las 20:15 nos obligan de nuevo a decidir entre la Laboral y Todo el tiempo del mundo, último largo de Jose Antonio Quirós y La Colegiata, donde tendrá lugar la presentación y encuentro de Faro sin isla con la presencia del director Cristóbal Arteaga y el actor Lois Soaxe. Cae la noche y a las 22:15 llega Bande de filles a la sala 1 de los Centro. Nos la trae su protagonista Karidja Toure. Al lado, la sala 4 se llena de actividad con la presentación del tráiler Hoy como ayer de Konchi Rodríguez y el Día d´Asturies junto a los cortometrajistas David P. Santuño y Flavia Santos, David Huergo, Carlos Navarro, Marcos Fernández Solís, José Luís Velázquez y Héctor Herrería, Mar Eno, Juan Álvarez Linera del Rio, Marino Franco y Pablo Vijande. Y un poco más allá, en la sala 5 y a las mismas 22:15, Sam y su Pos eso.Todavía nos queda cine en una noche reservada para la Sección Oficial. En los Cines Centro, Titli junto a su director Kanu Behl. Y en el Jovellanos, la argentina El 5 de Talleres con sus protagonistas Esteban Lamothe y Julieta Zylberberg. Las dos a las 22:30. Para los incansables, en la sala Acapulco del Casino de Asturias a partir de las 23:55, performancean Alex O’Dogherty y la Bizarrería. Más tarde todavía, sesión con Laperla, en el Lanna Club.

UNA LIBERTAD SOBERANA

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ENTREVISTA

Por : RUBÉN LARDÍN


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Lo primero que me interes贸 del cine, mucho antes que cualquier otro aspecto, fueron los monstruos

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BRILLANTE MENDOZA

Brillante Mendoza representa un eslabón de continuidad con esa especie de “neorrealismo populista” que los héroes de la Nueva Ola filipina de los 70 y 80, Lino Brocka, Ishmael Bernal y Mike de León, emplearon como estrategia de asalto a, o subversión de, la tradición cinematográfica local. Dotado de un innegable nervio descriptivo, sensible al movimiento conjunto de lo exterior y del interior del sujeto social “subalterno”, sus películas se desenvuelven, sobre todo desde Foster Child y Tirador, con la firmeza característica de los cineastas ultra-productivos: hasta la fecha, Brillante ha rodado doce largometrajes en nueve años, algo solo comparable con el ritmo de algunos especialistas en subgéneros de bajo presupuesto y fórmula gruesa.

Las imágenes tienen algo, o mucho, de reportaje impúdico

Si podemos acusarnos de esperar siempre de esos cines del Sur “un poco más de realidad”, el cine de Brillante nos responde multiplicando el “neorrealismo” en hiper-realismo. Aquí el típico relato observacional, derivado del direct film o cine documental ‘directo’, no disimula su naturaleza retórica; pero no solo por el cumplimiento de los supuestos habituales: localizaciones y tipos “exóticamente” marginales, acumulación y velocidad descriptiva, situaciones cotidianas tomadas como al azar, cámara nerviosa, siempre al hombro y pegada al hombre. Es que, además, los sucesos en Brillante funcionan como adjetivos de ambiente, y los detalles de ambiente adquieren estatuto de sucesos. El cine de Brillante no duda en “colorear” lo cotidiano con situaciones que hacen de lo disfuncional un estado de normalidad cotidiana, pero también una condición corporal. La puesta en escena es, por eso, furiosamente mimética: la cámara es su “cuerpo”, en interacción frenética con el cuerpo del personaje, con su mirada, con sus pulsiones. Las imágenes tienen algo, o mucho, de reportaje impúdico, y si a menudo Brillante incluye con desprecio manifiesto la aparición breve de un reportero televisivo en busca de truculencia, es tal vez para señalar el juego de las semejanzas y las diferencias entre la urgencia mediática y la del propio filme. Para acceder a la totalidad del paisaje y sus figuras, hay que nadar en un fluir viscoso de espacios decrépitos y cuerpos que se hacinan, entre el descuido, las estampas kitsch y las averías: el baño atascado en Serbis obliga a hundir los pies en orín, pero en Lola esta misma idea es ya una metáfora de Filipinas, el país donde “nada funciona”. Aquí el entorno produce al personaje, a fuerza de que los lugares aparezcan como ritmos, impulsos y velocidades del trabajo humano bajo presión, voluntarioso pero repetitivo. Como sucede ejemplarmente en Serbis, el espacio mismo en estos barrios de la Gran Manila es promiscuo: una mezcla, una zona “traslúcida”, doméstica y pública a la vez. Los vestíbulos del Cine Family, lugar de intercambios carnales en la oscuridad, transpiran la indistinción entre exterior e interior a través de unos muros horadados que dejan entrar la luz natural y el estruendo urbano. La vida se hace en esta zona semiabierta de escaleras, pasillos y más escaleras, para entrar luego en la zona de habitaciones, saturadas por una exuberancia de imágenes religiosas cuyo contraste moral (o fraternidad prohibida) con los grandes carteles de las porno-stars, designa un ecosistema cuya marca es la voluptuosidad naturalizada sobre un humus de restos, jirones de imágenes, capas de signos que nadie se ha tomado la molestia de retirar.


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Por : LUIS MIRANDA

No es extraño que el malestar del espectador pueda traducirse en preguntas como esta: ¿realismo o sensacionalismo? En realidad, la pregunta pasa por considerar si ambas cosas pueden tomarse como legítimas figuras retóricas, y si es posible unirlas, y hasta confundirlas, o conviene mantenerlas separadas y distantes. La clave de la retórica sensacionalista es el cálculo de lo escabroso, apenas disimulado bajo la espesura de lo físico. ¿Cómo dar cuenta de la ominosa co-presencia de lo religioso y lo carnal, o de la familia y la violencia, la costumbre y la depredación, sin mancharse las manos? Así como en Serbis todos son mirones y mirados, cabe preguntarse si el cine de Brillante nos entrega a sus personajes igualmente desprotegidos frente a nuestra propia distancia. Naturalmente, se trata de seres de ficción, aunque de su muy real corporalidad se extrae precisamente lo que pueda convertirlos en representantes de una clase. Se diría que, si hay aquí cierto voyeurismo de la miseria, está asumido con la energía de quien se dice que “la realidad es así”. La cámara de Brillante quiere mancharse, y es debatible si además logra mezclarse. La miseria no es significada sino por su espesor: multiplicada, amontonada de acuerdo a una economía del escándalo. Pero no sería justo poner límites a priori, cuando lo cierto es que la mezcla neorrealismo/sensacionalismo emerge desde, y hacia, las leyes del deseo del espectador filipino, educado en el melodrama. Esa sensibilidad no quiere ser negada o desplazada, sino aprovechada como un activo necesario (porque, como el caos, “está ahí”). No es que las películas de Brillante sean melodramas, sino que toman muy en serio la sensibilidad melodramática; es su garantía como sustento emocional y discursivo de la ficción. Hay que asumir radicalmente lo melodramático para adjetivar el horrendo asesinato de una prostituta

(Kinatay) con su condición de madre –los ejecutores no se inmutan. O para aceptar contrastes tan poco ambiguos como el que surge entre la risa del niño Jerome cuando observa a su hermana desnuda, y su desconcierto cuando ve una felación en las butacas de la sala de cine (Serbis). O para subrayar la proximidad de los deshechos al espacio íntimo donde las familias despliegan la tozudez de sus costumbres (la pesca “dentro de casa” en Lola). El cine de Brillante no elude la ética del escándalo, sin la cual el melodrama simplemente no existiría. A fin de cuentas, los héroes del melodrama son impacientes, y esta es precisamente una cualidad del neorrealismo: precisa que todos los “datos” de la realidad signifiquen inmediatamente. De hecho, la percepción de lo melodramático condiciona el encuentro entre el tipo de espectador que supuestamente somos, “nosotros, cinéfilos occidentales”, con las cinematografías del Sur: o bien le imponemos la virtud disminuida del “encanto”, o bien nos imponemos una distancia de seguridad frente a su “exceso”. A diferencia de lo cómico, tan a menudo intraducible, lo melodramático se hace entender siempre, pero no es “universal”, porque lo experimentamos precisamente como exceso. Pero entender el exceso es una cosa, y asimilarlo es otra muy distinta. No hay, a fin de cuentas, ficción a la que la vida no exceda con creces. El problema, tan fecundo como perturbador, vuelve a surgir cuando una y otra se parecen demasiado, como en las películas de Brillante Mendoza. Es el eterno dilema del realismo.


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FIRMA INVITADA

Por : Acabo de publicar en Valdemar un librito de ensayo sobre Brujas, sapos y aquelarres (2014), en el que la brujería se contempla desde el punto de vista de la literatura, las artes y el cine. Todos los amigos y críticos que se interesan por el tema me preguntan qué película española me parece la que mejor lo aborda. Para mí, la respuesta es indudable: hay algunas otras que merecen verse por distintos motivos, pero dos absolutamente imprescindibles. Me refiero a la sólida Akelarre de Pedro Olea (1984), y a la espléndida 99.9 de Agustí Villaronga (1997); la primera, realista, antropológica y política, y la segunda, siniestra rozando lo fantástico. Una y otra pertenecen a dos de las corrientes más interesantes del cine español: el realismo y la crueldad.

PILAR PEDRAZA Escritora, doctora en Historia y profesora de Historia del Arte.

Akelarre, se sitúa en la agitada Navarra del siglo XVII y evoca los casos de Zurragamurdi y de Labort en el País Vasco Francés. Una aldea se ve agitada por las locuras y torpezas de un terrateniente (Walter Vidarte) y un inquisidor (José Luis López Vázquez), empeñados en erradicar de sus tierras el paganismo y la brujería utilizando la tortura, la delación y la represión brutal. Frente a ellos tienen a la gente llana, liderada por la hechicera Amunia (Mari Carrillo), sacerdotisa de la diosa euskalduna Mari. La representación del aquelarre, en clave de fiesta y junta popular abertzale, arroja mucha luz sobre el tema de la cohesión popular frente al poder feudal y la iglesia, y lo mismo ocurre con la ausencia de demonios o cualquier otro elemento cristiano. El estatuto de las brujas como curanderas y herederas de la sabiduría y el buen sentido populares y las invocaciones a la diosa ancestral precristiana, ponen una fuerte nota de protagonismo femenino. La lucha de clases y un discreto erotismo -o más bien destape, propio de la fecha de la película- sabático, que dota de sexo a los personajes, son característicos de este fruto del mejor cine progresista de la tercera vía española, que conviene no confundir con el cine populista de Alfredo Landa o con el destape y las dobles versiones de burda pornografía realizadas para la exportación, o los planteamientos puramente oportunistas de ciertos productores y directores españoles de esa misma tercera vía. Akelarre de Olea, dirigida, producida y escrita por él en colaboración con Gonzalo Goicoechea, es una película honestamente popular y pedagógica, que habla de muchas cosas además de contar una historia. Habla de la represión, del catolicismo intransigente unido a la dureza cruel de los poderosos, de una misoginia que no puede consentir la idea de que las mujeres sean personas libres e iguales. Y por otra parte, pone de relieve la valentía de los oprimidos, relacionados por redes propias que tienen su culmen en el aquelarre. La sabiduría de las mujeres que mantienen los cultos ancestrales, y la de los jóvenes que se entregan al amor sexual frente a la represión de

la iglesia crean un clima moderno que tiene algo que ver con la wicca o el hipismo, sin traicionar la localización del tema. La muerte de Amunia en la hoguera y el grito de las brujas que cierra la película es un broche de oro, que no oculta el pesimismo del autor con respecto al futuro. La película 99.9 de Agustí Villaronga es un thriller fantástico inspirado en el suceso de las caras de Bélmez y habitado por una bruja muy peligrosa. En la casa abandonada a causa de la aparición de las caras, tiene lugar una de las secuencias más dantescas y sensuales del cine contemporáneo. El espacio doméstico rural se convierte en caverna de brujas, resumen y trasunto de las brujerías de Goya. Una estratégica hoguera confiere a las figuras un carácter infernal. No falta un ingrediente frecuente en el cine de Villaronga: un flashback con el tema de la iniciación de un niño por un adulto con indudables ribetes de pedofilia. La niña Julia es pervertida por la bruja Dolores, que la lava en un barreño y le hace orinar (“Anda, échate una meadita”) en el agua, para conferir a ésta propiedades mágicas. Este “agua bendita” femenina será distribuida por Dolores en frascos y botellas, una de ellas con la forma de la Virgen de Fátima, como elixir capaz de poner en contacto las mentes de ambas mujeres, la bruja y la virgen, en un sacramento privado, íntimo, distinto del akelarre de Olea, en el que se unen los cuerpos amorosos del pueblo al aire libre. La muerte, presente en todo el film como una amenaza desde el prólogo, se desencadena al final de esta secuencia. La fálica escopeta del hijo de Dolores acaba con la potente vida de la madre feroz, en el matricidio más hermoso del cine, junto con el de Furtivos (1975) de José Luis Borau, cuya Lola Gaos lobuna es equiparable a la brutal Terele Pávez de Villaronga. La brujería de Olea representa la revuelta popular anti cristiana y feminista, mientras que la de Villaronga se mueve en el mundo abisal de lo siniestro, vertido hacia un mal general, que todo lo contamina, en el que se mira como en un espejo la filmografía de este autor español imprescindible.


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24 VIร ETAS POR SEGUNDO


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PROGRAMACIÓN

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