Sol Negro #5

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Revista Sol negro, número 5. El Paso, Texas, abril 2014

Ganas de que lleguen los Ovnis En una nave comandada por Enrique unos pocos hombres abandonamos la Tierra, de Germán Arens (Ediciones Vox, Bahía Blanca) Por Andrés Florit C. Luego de leer y releer En una nave comandada por Enrique unos pocos hombres abandonamos la Tierra, cuarto libro del argentino Germán Arens (Ediciones Vox, Bahía Blanca, 2011), uno queda con la sensación que dejan las buenas películas, esas que en cuanto acaban uno quiere volverlas a ver. Desde el inmejorable título en adelante va sumando y mezclando historia argentina y ficción, vida de barrio y conflictos globales, guerrilleros y extraterrestres, con un muy buen pulso narrativo, en un mismo relato apocalíptico que sin embargo resulta a la larga esperanzador: escenas que transcurren en el sur argentino, entre Río Colorado y Bahía Blanca, y que luego no sólo se vuelven planetarias sino que interestelares, sin perder verosimilitud. Es una obra poética y política, muy actual. En ella caben tanto conflictos históricos locales (la expedición del general Julio Argentino Roca al sur para la conquista y el asentamiento blanco, a costa de los indígenas de la zona: el origen del pueblo donde transcurre la historia) como los efectos que tiene hoy la explotación petrolera para el agua de consumo humano y la consecuente auto organización del pueblo para exigir que se acaben los permisos a las empresas que ensucian el río. Luego, un zoom out para mostrar lo que ocurre a nivel global, las amenazas nucleares que siguen vivas pese a que “Los terrestres creímos, /que culminada la guerra fría, /la posibilidad de un enfrentamiento atómico masivo /había desaparecido”, para seguir con una ficción muy verosímil, como si fuera el piloto de una avioneta en que nos llevara a ver lo que realmente pasaría si. Hay en este libro un yo-testigo, un sujeto a ras de piso que no se da ni más ni menos importancia de la que tiene, que logra mostrarse como parte de una colectividad sin caer en la tentación de hablar por ella, ni de renunciar a una posición personal dentro de ella. No hace un prontuario de sus obsesiones privadas, sino de sus obsesiones públicas: y lo hace graciosamente, con humor, con imaginación. Veamos una escena, la presentación de Enrique: Enrique, el extraterrestre, se domiciliaba en la primera casa de la calle Alem. Se desempeñaba laboralmente como instructor de pesas. Lo caracterizaba: la excelencia de sus músculos y una incipiente miopía.

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