Antología de un sembrador de utopias junio de 2014

Existen personas que pasan toda una vida queriendo sobresalir, por más que lo intentan, nunca lo logran. Quizás también, entre otras muchas razones, porque la vanidad abate el alma y ensombrece sus actos y, como indeseable secuela, solo centellean por segundos.

Pero hay otras, penosamente para la humanidad, muy pocas, cuyo brillo que nace y se origina desde el alma, de sus adentros más íntimos, y por eso perduran en el tiempo, dimanan fulgurantes luces que iluminan el camino de los caminantes.

Sus suaves luces, sirven para enfocar y direccionar por siempre, cada rescoldo por pequeño que sea, cuando necesitamos de esa luz que la vida nos pide. Su luminosidad se la sentía, aun ahora, abrazadoramente cálida.

Refrescante.

Vigorosa. Supo con inteligente perspicacia, albergar y auspiciar, desde el corazón que lo tenía al servicio de cada acto, sea pequeño o grande. Los llenó del suficiente destello cuyo potente resplandor natural y 3