Germán Camacho López
Estaba fría…pálida, entonces lentamente recobró el conocimiento, y se sentó; pero su semblante seguía absorto. Alzó la mirada para ver a su compañera y una gruesa lágrima se le deslizó primero por su mejilla y siguió hasta la blusa. Al segundo, la auxiliar de enfermería se aproximó a ella. —¿Ya está mejor? La
muchacha
no
respondió
y
permaneció
ensimismada un buen rato, como si las dos mujeres frente a ella no existieran. Luego miró nuevamente a Mariana, con la contrariedad destrozando su bello rostro, invadida por la angustia más profunda que había sentido hasta entonces y gimió. —Lo van a matar— —Dery, eso no va a pasar—la consoló su amiga— yo hablé con Sebastián; la policía y el ejercito le siguen la pista a los delincuentes, además, él es un ciudadano extranjero, no le harán nada. 338