Abraham Rodríguez Hidalgo
Ante el diverso interés que prevalece por la evaluación del desempeño asociativo, resultado del protagonismo adquirido en las últimas décadas por los actores sociales organizados en México, el Protocolo para la evaluación de asociaciones constituye una propuesta integral e innovadora para evaluar el trabajo asociativo desde el enfoque institucionalista, poniendo el acento en su dimensión organizativa y considerando tanto su funcionamiento interno como la relación con el medio donde se desenvuelve. El documento expresa la intensión de los autores de brindar libertad al conocimiento, no se limita a crear nuevas reglas; es en cambio una propuesta fundamentada en una metodología integradora, con el fin de permitir la renovación del conocimiento. Se integra por dos parte, la primera de ellas se refiere a los instrumentos de evaluación, en ella se indica que los cuestionarios de colocación –un breve cuestionario de ocho preguntas que sirve para determinar el grado de complejidad de la asociación– y evaluación deben aplicarse a todos los miembros de la asociación y a la mayor cantidad posible de informantes externos; se describen los cuatro instrumentos a utilizar: cuestionario de colocación, cuestionario de evaluación, ficha individual y ficha de la asociación; y se indican algunas sugerencias generales para la aplicación de los instrumentos. Asimismo, incluye una ficha técnica que busca ayudar en la captura de datos y una ficha técnica sobre el cálculo de las calificaciones. En la segunda parte se abordan los supuestos teórico-conceptuales que dan fundamento al modelo de evaluación sugerido; considerando la complejidad como principio de clasificación y los distintos ejes de desempeño (desempeño práctico o funcional, desempeño organizativo y relación con el entorno). Cada uno de estos ejes, así como los criterios y estándares del desempeño asociativos son presentados de forma esquemática en el anexo 3 mismo que hace posible la identificación de las preguntas que integran el cuestionario en las diferentes dimensiones y criterios que comprenden la evaluación, lo que a su vez posibilita la interpretación de los resultados. El Protocolo constituye un diseño flexible que se adapta a las distintas asociaciones y a su particular complejidad estructural. Modifica la concepción que tradicionalmente entendía a las asociaciones como unidades operativas simples al entenderlas como sistemas adaptativos complejos compuestos por un gran número de elementos activos y un opulento patrón de interacciones. Ello significa que las asociaciones son un conjunto de ámbitos y actores que interactúan y se adaptan mediante modificaciones dinámicas.
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