LA EMANCIPACIÓN DE LA MIRADA: DEL ESPECTADOR OCULTO AL ESPECTADOR VISIBLE.

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¿Qué añade esta ocasión al visitante?. ¿Debe el mismo modificar su comportamiento en este sentido?. «La propia dimensión artística –cada vez más claramente identificada también con la expansión intervencionista del etnocentrismo sociocultural imperante, al socaire de los mass media (a pesar de los ideales multiculturalistas)– se ha transformado, subsumida en el marco de una creciente estética difusa, en el habitual y exclusivo contexto de nuestra existencia consumista, fruto inmediato de la sociedad del espectáculo. Sin duda, un nuevo espectador aguarda perplejo tras la puerta. Teniendo, pues, en cuenta ese profundo (inter)cambio de roles, conviene reconocer que las relaciones mismas entre el arte (constantemente expandido) y la (cada vez más restringida y metamorfoseada) naturaleza –por definición– no pueden ya plantearse en el mismo sentido, ni siquiera pensando en un virtual sujeto profundamente utópico y revulsivo, que incluso intentase propugnar, una vez más, la reconsideración sistemática de los indiscutibles derechos del contexto natural, convertido ya, quizás inevitablemente, en naturaleza-producto». (De la Calle, 2006:3) El visitante al que se le permite la interacción con las piezas a través del uso de las tecnologías, mediando educativamente en su tarea, se siente competente ante las obras, capaz de dirigir de forma autónoma su mirada, investiga la experiencia estética a la que tiene alcance a través de su identidad y pone en valor tanto la legitimidad de sus aportaciones como las de las instituciones museísticas que visita. «Aunque la cámara sea un puesto de observación, el acto de fotografiar es algo más que observación pasiva. Como el voyerismo o el turismo sexual, es una manera de alentar, al menos tácitamente, a menudo explícitamente, la continuación de lo que esté ocurriendo. Hacer una fotografía es tener interés en las cosas tal como están, en un status qua inmutable (al menos por el tiempo que se tarda en conseguir una "buena" imagen), ser cómplice de todo lo que vuelva interesante algo, digno de fotografiarse, incluido, cuando ése ese el interés,el dolor o el infortunio de otra persona». (Sotang,1996:28) ¿Cómo se ha de mediar en dicha experiencia?. «La ficción, la imagen digital, hace referencia a la realidad de un modo productivo en la medida en que la reelabora continuamente al reconstruir las tramas, al reordenar los fragmentos de otras imágenes suspendiendo su referencia primaria al mundo real, mientras la referencia de la apropiación es, por el contrario, la evidencia empírica, la objetividad, que es a su vez lo que le asemeja a la esfera ficticia. La ficción lleva al sujeto a lo universal en la medida en que le permite acceder a lo irreal, pero la historia del arte le abre de lo real a lo posible, sometiendo los valores del pasado a las variaciones imaginativas que pueden ser muchas y muy diferentes en función de las historias y los aspectos que se pongan de relieve en el presente y de qué manera se produzca este proceso. La construcción de la trama es así un acto creador que no pertenece solamente al texto terminado, a la imagen conclusa, sino también al lector/observador activo. Éste crea un universo imaginario a partir de la imagen produciendo una 31


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