Zizek sobre la violencia ocr

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fica el prejuicio racista de las teorías de la «racionalidad»: aunque su objetivo es comprender al otro desde dentro, acaban atribuyendo al otro las creencias más ridiculas, incluyendo las famosas cuatrocientas vírgenes que esperan al creyente en el paraíso, como explicación «racional» de por qué está dispuesto a saltar por los aires. En su esfuerzo por hacer al otro «como nosotros», acaban haciéndolo ridiculamente ajeno.7 He aquí un pasaje de uno de los textos de propaganda distribuidos por Corea del Norte durante la guerra de Corea: El héroe Kang-Ho-yung fue gravemente herido en ambos brazos y ambas piernas en la batalla de Kamak Hill, así que se lanzó rodando entre las filas del enemigo con una granada de mano en la boca y los destruyó gritando: «Mis brazos y piernas estaban rotos. Pero en contrapartida mi espíritu vengador contra vosotros, canallas, se hizo mil veces más fuerte. Mostraré el inflexible ardor guerrero de un miembro del Partido de los Trabajadores de Corea y su voluntad inquebrantable, firmemente comprometida con el Partido y el Líder».8 Es fácil sonreír ante el carácter ridículo e irreal de esta proclama: ¿cómo pudo el pobre Kang hablar si sujetaba la granada con la boca? ¿Y cómo es que en medio de una feroz batalla tuvo tiempo para tal declaración retórica? Ahora bien, ¿y si el error es leer este pasaje como una descripción realista y por tanto adjudicar creencias ridiculas a los coreanos? Si se pregunta directamente, 7. Jean-Pierre Dupuy, Avions-nous oublié le mal? Penser la politique aprés le 11 septembre, París, Bayard, 2002. 8. Citado en Bradley K. Martin, Under the loving care of the Fatherly leader, Nueva York, Thomas Dunne, 2004.


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