El poder del ahora eckhart tolle

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Todo lo que existe tiene Ser, tiene esencia divina, tiene algún grado de conciencia. Incluso una piedra tiene conciencia rudimentaria; de lo contrario, no sería y sus átomos y moléculas se dispersarían. Todo está vivo. El sol, la tierra, las plantas, los animales, los seres humanos, todos son expresiones de conciencia en diferentes grados, la conciencia que se manifiesta como forma. El mundo surge cuando la conciencia toma formas, formas de pensamiento y formas materiales. Observe los millones de formas de vida sólo en este planeta. En el mar, en la tierra, en el aire, y después cada forma de vida se replica millones de veces. ¿Con qué fin? ¿Alguien o algo está jugando un juego, un juego con la forma? Esto fue lo que los antiguos videntes de la India se preguntaron a sí mismos. Vieron el mundo como lila, una especie de juego divino que Dios está jugando. Las formas de vida individual obviamente no son muy importantes en este juego. En el mar, la may oría de formas de vida no sobreviven más de unos minutos después de nacer. Incluso la forma humana vuelve al polvo bastante rápidamente y cuando se ha ido es como si nunca hubiera sido. ¿Es esto trágico o cruel? Sólo si usted crea una identidad separada para cada forma, si usted olvida que su conciencia es esencia divina, expresándose a sí misma en la forma. Pero usted no sabe realmente eso hasta que realiza su propia esencia divina como pura conciencia. Si nace un pez en su acuario y usted lo llama John, escribe un certificado de nacimiento, le cuenta sobre su historia familiar y dos minutos más tarde se lo come otro pez; eso es trágico. Pero solamente es trágico porque usted proy ectó un ser separado donde no lo había. Usted agarró una fracción de un proceso dinámico, una danza molecular y la convirtió en una entidad separada. La conciencia toma el disfraz de las formas hasta que estas alcanzan tal complejidad que se pierde completamente en ellas. En los seres humanos actuales, la conciencia está completamente identificada con su disfraz. Sólo se conoce a sí misma como forma y, por lo tanto, vive en el temor de la aniquilación de su forma física o psicológica. Esta es la mente egotista, y este es el punto en el que se establece una disfunción considerable. Ahora parece como si algo hubiera salido muy mal en algún punto a lo largo de la línea de la evolución. Pero incluso esto es parte de lila, el juego divino. Finalmente, la presión del sufrimiento creado por esta disfunción aparente fuerza a la conciencia a desidentificarse de la forma y la despierta de su sueño de forma: vuelve a recuperar autoconciencia, pero a un nivel mucho más profundo que cuando la perdió. Este proceso lo explica Jesús en su parábola del hijo pródigo, que deja el hogar de su padre, dilapida su fortuna, se convierte en un mendigo, y después es forzado por su sufrimiento a volver a casa. Cuando lo hace, su padre lo ama más que antes. El estado del hijo es el mismo que antes; sin embargo, no es el mismo. Tiene añadida una dimensión de profundidad. La parábola describe un viaje


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