La Gatera de la Villa, número 10, junio 2012

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Crónica gatuna

El barrio de Prosperidad poco después de su formación, donde se aprecian las pocas casas todavía edificadas. (Detalle del Mapa Nacional 1877­1881)

más modestas se vieron incapaces de afrontar los gastos y las plusvalías que les originaría vivir en el Ensanche.

La solución estuvo en el extrarradio, el espacio restante entre el Madrid urbanizado y el límite de su término municipal. Uno de estos lugares era el camino de Hortaleza, a cuyos lados se extendían pequeñas huertas y campos de trigo de “pan lle­ var”1, próximos al débil cauce del arroyo del Ab­ roñigal2, cerca de cuyo exiguo cauce se extendían tierras y parcelas propiedad de miembros de la ar­ istocracia como Diego de Colmenares, conde de Polentinos, quien tuvo su finca entre las actuales calles de Marcenado, Sánchez Pacheco y Benigno Soto. Al norte de esta última estaban los llamados terrenos de Pradillo, en los que se abrió la calle del mismo nombre, así como las de San Ernesto, en la que se encontraba una pequeña finca conocida co­ mo Villa Rosa, Marcenado y las desaparecidas de Petra García y de Quintanar, probablemente nom­ bres de propietarios de aquellas tierras. Más aleja­ do, junto al cauce del antiguo arroyo, estaban las huertas y los melonares del Conde de Villapadier­ na, en los terrenos en que posteriormente se elev­ aría la desaparecida Colonia Ibarrondo. Era este el final de Madrid. Cruzado el arroyo se entraba en el término municipal de Canillas, en cu­ ya “frontera” se abría el conocido Ventorro del Chaleco, un afamado lugar, parada habitual de la zona, en la que entremezcla la realidad con histo­ rias y leyendas, algunas con Luis Candelas como actor principal. 1 2 3 4

Por estos parajes tuvo Luis Méndez un terreno de cinco hectáreas de extensión que, tras su falle­ cimiento, puso en venta su viuda, Juliana Juiz y Vega. La finca la compra en noviembre de 1862 un potentado parisino llamado Próspero Soynard, quien la trocea en pequeñas parcelas y la pone a la venta a continuación. No tardó en encontrar un primer vendedor, un inteligente tramoyista de tea­ tro y carpintero de escasos recursos llamado Gre­ gorio Mayorga quien, haciendo grandes sacrificios, logró comprar su pequeña finca y construir en ella una humilde casita3.

No se tardó en imitar el ejemplo de Próspero Soynard y, casi al mismo tiempo, José Subiela, un hombre de negocios que, por avatares políticos y personales, se vio obligado a aceptar un trabajo de apuntador de teatros, adquirió, parceló y vendió un pequeño terreno, comprado por Anselmo González. Tras él, modestos albañiles, jornaleros y traperos, gastaron su esfuerzo y sus exiguos re­ cursos en comprar un terrenito en el que construir una modesta casita que le sirviera de vivienda. Poco a poco, se iba dando forma a un nuevo barrio de Madrid, que pronto sería conocido con el sonoro y prometedor nombre de La Prosperidad, aunque esta denominación, en realidad, no es más que una deformación del nombre de pila de Prós­ pero Soynard, sin aludir en ningún momento a la bonanza o a la fortuna que pareció esquivar siem­ pre las calles del arrabal recientemente formado. Mientras, continuaba la venta de terrenos. En 1868, Miguel Rocasolano Pérez4 compra una par­ cela de 600m2, en la que construye tres viviendas adosadas, habitando una de ellas y alquilando las

Aspecto de una calle de La Prosperidad a principios del siglo XX. (Diario El País, 31 de mayo de 1909)

Tierra destinada a la siembra de cereales o adecuada para este cultivo.

El escaso cauce del arroyo del Abroñigal discurre actualmente soterrado bajo el asfalto de la M­30. Hasta finales del siglo XIX, la incipiente calle de Luis Cabrera se denominó calle de Mayorga.

Algunas fuentes lo citan como Miguel Roca Solano. Es antepasado directo de Letizia Ortiz Rocasolano, Princesa de Asturias.

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