Games Tribune #38, Abril 2012

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H.P. Lovercraft y los videojuegos

Howard Phillips Lovecraft es, a pesar de su apellido, uno de los mejores autores de terror y ciencia ficción de todos los tiempos y, para los que no conozcan sus relatos, baste mencionar que su inmortal obra no solo ha influido en muchos escritores posteriores, sino también en multitud de manifestaciones artísticas como el cine, la televisión, la música, etc No hay más que ver películas como Re-animator, La cosa, o La herencia Valdemar, escuchar determinadas canciones de Metallica o leer cualquier cómic de Hellboy para percibir esa influencia, incluso en la actualidad. Esto también es válido para muchos videojuegos, alguno de los cuales comentaré a continuación a modo de modesto homenaje, tanto del escritor como de los propios juegos. Pero antes de analizar dicha influencia en nuestro mundillo de píxeles y polígonos, me gustaría hacer una pequeña introducción biográfica: H.P. Lovecraft nació en 1890 en Providence, Estados Unidos, y ya desde pequeño fue un niño retraído y silencioso, que prefería los largos paseos en solitario 136|gtm

por los tenebrosos bosques de su ciudad natal a la compañía de otros semejantes. Otra de sus aficiones era pasar las horas recluido en la inmensa biblioteca de su abuelo materno, devorando todos los libros que podía. No es de extrañar que pronto empezara a escribir relatos sobre fantasmas y apariciones, e incluso sobre sus terribles pesadillas, demostrando una precoz pericia narrativa ya desde muy joven. Pero no fue hasta los años 20 del siglo pasado cuando intentó vivir de las letras, trasladándose a Nueva York y escribiendo relatos fantásticos en publicaciones como Weird Tales, aunque al igual que los protagonistas de sus relatos, la mala suerte se cebó en él y nunca consiguió alcanzar fama y

reconocimiento en vida. Finalmente, y a consecuencia del agravamiento de las múltiples dolencias que le acompañaron durante toda su vida, murió solo y sin descendencia en un hospital de Providence en 1937. Tiempo después, un grupo de admiradores del autor colocó una pequeña lápida en el cementerio donde descansan sus restos mortales. La leyenda dice que en ocasiones ponen en ella una de sus frases de ficción más célebres: “No está muerto lo que puede yacer eternamente, y en extraños eones incluso la muerte puede morir.” Centrándonos ya en su obra, la mayor parte de esta se habría perdido para siempre con su muerte si no fuera porque alguno


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