Pregón de las fiestas de Fagagesto 2015

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Preg贸n Evelio P茅rez


Buenas noches y bienvenidos. Quiero darle las gracias por querer acompañarme en esta noche y en este día tan especial para mí y, sobre todo, para el barrio de Fagagesto A continuación les empezaré a relatar algunas de las anécdotas que he podido recopilar, para así poder situarnos en la noche de hoy y también para ir dando forma a este pregón y esta velada que nos espera. Quiero destacar que este pregón consta de dos partes y pronto se darán cuenta del porqué. Si les parece bien, vamos comenzando... Soy un hijo de este barrio. Crecí en el seno de una familia humilde junto con mis hermanos y hermanas. Mis padres vivieron una temporada por aquí cerca, después tuvieron que emigrar a Valleseco por trabajo y con el paso de los años regresaron de nuevo a Fagagesto, donde adquirieron en propiedad la vivienda que durante mucho tiempo fue nuestro hogar, más concretamente en El Morro. Soy marido de una gran mujer y padre dos dos grandes hijos, un varón y una hembra. Tanto mis hermanos como yo ocupábamos gran parte de nuestro tiempo, como casi todos los jóvenes de nuestra época, haciendo recados a nuestros padres, como el ir a hacer algo de compra a la tienda de las mesas "la de las celementas", una de esas tiendas de comprar y apuntar como las "de antes". De venir a la tienda de Benedicta a buscar bombonas de gas, las cuales cargábamos en un burro una a cada lado y encima de ellas, en el hueco que estaba disponible botellas de refresco y demás enseres, todo esto que era necesario para la casa. La tienda de Benedicta estaba donde hoy está el bar de Antonio "Pinocha". Existen anécdotas de esta persona, como por ejemplo: el susurro que hacía cuando le servía una copa de vino a algún cliente y alguna que otra cosilla más. Y también entre juegos y otros menesteres como por ejemplo: A mi hermano le gustaba quedar para jugar a la baraja con sus amigos Tito, Chago, Manuel, Floro o Santiago. También de vez en cuando íbamos a Las Mesas a jugar al futbolín y éramos tan buenos que antes de empezar a jugar teníamos que arreglarlo, y tan honrados que después teníamos que echar la peseta para poder jugar en vez de hacerlo al revés. ¡Hay que ver que buenos éramos! Una de mis grandes aficiones son los coches. Siempre solían decir que desde que venía por el puente de Chirino ya se sabía que venía llegando, bien sea por el ruido del coche o el sonido de la bocina, que siempre tocaba para avisar que ya estaba cerca de casa.


Esta afición la comparto con mis amigos, la mayoría de la zona de Montaña Alta, como pueden ser Pepe Hormiga y Pepe Melilla, Pedro, Manolo el de Teresa y otros más cercanos como Pedro Quintana o Antonio Garcia, con los que además solía hacer algunas fiestas y tenderetes cerca del Lomo del Palo y que por la mañana teníamos que venir a coger alguna que otra gallina para hacer un buen caldito para la resaca. Recuerdo una de de las primeras fiestas de esta barrio, donde todos, amigos y hermanos, cogíamos sacos de voladores y con don Santiago "el cura" nos íbamos a Montaña Gorda a tirarlos. Alguna de las anécdotas de ese tiempo fue cuando se tiraban y teníamos que salir corriendo porque no sabía dónde iban a caer por si pasaba algo, tal es así que una vez se prendió fuego a un saco lleno de voladores y ¡¡para que fue eso!! Todos "cuerpo a tierra" y a buscar refugio porque no sabias la dirección que iban a tomar esos voladores pero por suerte salimos ilesos... o eso creo. Estas serían algunas de las letras que hubiese escrito mi padre conocido como Antonio el del Morro, y al que he querido dar este pequeño homenaje el cual considero que hubiese sido un gran pregonero de estas fiestas y que hoy hubiese estado encantado de estar en mi lugar. Ahora voy a contar un poco de mis recuerdos Ahora sí, y tras varios años escuchado pregones desde ese lado del tendido, ahora me ha tocado a mí ser quién desde aquí pregone las fiestas de este barrio. Y tengo que decir que me da mucho respeto, ahora es cuando entiendo lo que muchos pregoneros decían nada más terminar y hablar lo nerviosos que estaban. Sin más rodeos, tengo que decir que este pregón se empezó a escribir allá por el año en el que se conocieron mis padres. Y ustedes me preguntarán que cómo es eso posible. Pues les explico rápidamente. Tan fácil como que si ellos no se hubiesen conocido, hoy no estaría aquí con ustedes, y puede que no existiese vínculo con el barrio, pero gracias a ellos aquí estoy, además, era un bonito comienzo para hablar de mis recuerdos, todo hay que decirlo (suena como a cuento de hadas) Ahora enserio. Empecé a escribir este pregón al día siguiente que se pusieran en contacto conmigo. Desde ese mismo momento fue como si de un flash se aparecieran todos los recuerdos que tenía por ahí en la memoria bien guardados. Hablar de Fagagesto es hablar de un barrio singular y acogedor. Del barrio que prácticamente me vio nacer y dar mis primeros pasos. Es aquí, entre Fagagesto y Caideros, donde pasé mi infancia y es de donde son mis raíces . Como decía antes las de mi padre, unas raíces forjadas por mi abuelos paternos, Esteban y Juana "los del Morro", como yo recuerdo que se les llamaba.


Y de mi madre y mis abuelos maternos, Elías y Consuelo "los de Valerón o Lucena", con los que me crié. Como decía, en el barrio de Fagagesto fue donde empezaron mis andaduras, donde empecé a venir al colegio, y donde hice mis primeras amistades. Es en casa de mis abuelos, en el Morro, de donde me vienen esos primeros recuerdos relacionados con este barrio. De todos los momentos que pasaba allí y de los días que venía con mis padres a visitarlos, recuerdo de jugar a la pelota en la subida de Las Mesas con mis tíos y primos y de aquellos que se acercaban de ese pequeño núcleo del barrio, de los que se que alguna foto ha de haber por ahí escondida. Y dado a mi timidez no he querido enseñarla. A mí es que no me gustan mucho las fotos. Además, menudas pintas de algunos de los que aparecen en ellas: pelos "a lo afro", ropas sueltas, pantalones de pana, etc. etc. Recuerdo cuando se hizo la carretera que llegaba hasta la casa del Morro, ya que solo existía una pequeña entrada donde llegaban los coches, cerca del corral donde mi abuelo encerraba los animales Otra de las cosas que siempre tendré en el recuerdo es un “caldito” de fideos que hizo mi abuela fideos y papas, mira tú, y que me comí con un quesito tierno de cabra u oveja, no sé, y que repetí dos o tres veces. Entre mas comía, más me gustaba. Comer higos en los alrededores de la casa y de remarnos en la propia higuera, y otros de muchos momentos felices y los cuales si me pongo a contar aquí ahora no terminamos hasta pasado unos días. Otro de los momentos que seguro estará en la memoria de todos, y que en la mía está marcado en rojo, es cuando vinimos de visita y llegando al morro me dio un dolor de estómago tremendo y tener que salir con urgencia al médico acompañado por mi padre, mi madre y mi hermana. Un dolor agudo que de la única manera que se me aliviaba era doblándome hacia delante y me presionaba la barriga. Vaya fatigas que pasé, y no era otra cosa que el apéndice. Menudo susto y qué día ajetreado al medico de Caideros, al centro de salud, después escoltados por la policía hasta llegar a la antigua Clínica de El Pino y después al Perpetuo Socorro, ¡¡qué aventura!! y todo eso!! cuando no había ni autovía ni nada y tenias que meterte por todo Guia por todo Mesa y López. Ni en las mejores pelis... Uno de los lugares donde se pasaban buenos momentos era en el bar de Juan “el carpintero” y en el Lomo del Palo. Es en el primero, en el bar de Juan, donde tengo vagos recuerdos, de visitarlo con mis abuelos. Eran lugares de reuniones, donde se fraguaban muchas aventuras y anécdotas, donde escuchabas a los pastores contar historias y cuadrar, por ejemplo, el calendario o los días que tenían pensado reunirse para esquilar a sus ovejas Por ejemplo venir en época de fiestas, poder estar con los amigos jugando y pasándolo bien, recuerdo las ginkanas que se hacían en el campo de fútbol donde participaban las parejas de casados , novios o amigos y, sobre todo, los aficionados a los coches y qué de gente que se daba cita en los actos festivos. Las carreras de caballos y creo recordar de carretones, las tómbolas y las verbenas, que los más pequeños teníamos que ver desde las escaleras porque había que pagar. Los bailes


en el salón de la Asociación de Vecinos y, cómo no, de venir a diferentes zonas del barrio a ver los rallys con mi padre,

Como bien decía antes, otro de mis recuerdos es el venir al gusano, a casa de Juan y a Monte Pavón, a casa de pepe, a Las Mesas, donde Lalo, Juan y Nicasio, Rosita. De ir a (casa de Onasis), en definitiva, a donde había un pastor con su ganado de ovejas no había un cortijo que no me recorriese allí donde muchos hombres y mujeres se daban cita en esos convites. Además de estos, existían muchos otros lugares que anduve con mi abuelo Elías y donde siempre servía de punto de encuentro con mi abuelo Esteban. Ellos eran de esos muchos pastores que acudían para ayudar a los amigos que tenían ganado de ovejas, para esquilar o trasquilar, como yo lo recuerdo, y sobre todo lo recuerdo porque después venía lo bueno... y, ¿qué es lo bueno? Pues cuando esto terminaba, ¿qué quedaba? El tenderete, y después de estar dando la lata corre por aquí corre por allí, sabía que da gusto. Tengo que decir que todo no era molestar y jugar, como niños que éramos alguna que otra vez, y ya cansados de vernos dar la lata y estar pendiente de nosotros, nos buscaban trabajo, que no era otro que recoger la lana (que no me gustaba mucho porque tenía miedo de que alguna garrapata se me pegase y para después sacarla no veas) pero ¡¡a ver quién era el valiente que le decía que no!! Así que con cuidadito se hacía. También ayudar a limar las tijeras un trabajo para los más expertos y que era más delicado y al final todos tan contentos Algo que me llamaba mucho, y me despertaba la curiosidad, eran las tijeras. Todas ellas de colores por sus mangos, con trozos de manguera, o por sus marcas y no era para otra cosa que para diferenciarlas de las de otros pastores. Una vez terminada la trasquilá se guardaba envuelta en lana y amarrada con una soga para su conservación y hasta la próxima ocasión. Hay que decir que cada pastor contaba con varios juegos de tijeras. Mientras una se lima, se utilizaba la otra. También venía con mi abuela a hacer la compra en la tienda donde hoy esta el bar de Antonio Pinocha, de ir con mi abuelo Esteban y parar a coger berros al pozo de Los Llanos cuando el estaba con las ovejas. Otra etapa de recuerdos alegres fueron los del colegio, o las escuelas. Una unitaria donde todos nos conocíamos, de los poquitos que éramos siempre esperando la hora del recreo para jugar a la pelota. Primero en un patio de tierra y posteriormente de cemento, al cual dotaron de unas porterías y unas canastas que para nosotros fue como tocarnos la lotería. Algunos como Moisés tendrá un recuerdo algo malo de eso, ya que dejaron la obra a medias y él fue el que estrenó el cemento. Aún recuerdo su uña del pie ensangrentada de la patada que le dio al bordillo, aún sin terminar, en lo que se suponía un intento de golpear un balón. Además, con el tiempo le pusieron unas vallas porque cuando se nos caía la pelota


teníamos que venir a buscarla bastante lejos y perdías medio recreo solo en ir a buscar un balón. Siempre buscábamos un hueco para practicar algún juego. Cuando íbamos en el transporte escolar aprovechábamos alguna parada, como por ejemplo, en casa de José Carlos, el hermano de Mari Carmen, la pasada pregonera, y de Nuria, en lo que hacia el trayecto de la Hoya El Pedregal, etc. Improvisábamos unas porterías y a jugar al fútbol, la cogida, todo esto en la carretera y no pasaba nada. Es ahora, justamente en esta etapa del colegio, donde quiero hacer un pequeño inciso y donde quiero tener una pequeña mención con los profesores que tuve. 1 La señorita Teresita. Una profesora que conducía un frod sierra morado o gris, que todo el mundo recordará. Nos invitó a su casa de Sardina un día y gracias a eso algunos padres y alumnos conocimos y visitamos la que podemos decir es una de las mejores playas de Gáldar. Una persona a la cual se le guarda un gran aprecio. 2 Un señor relajado y de voz calmada, y del que malamente recuerdo algún enfado suyo. Eso sí, serio, muy correcto y tranquilo y que siempre solucionaba todo de la manera menos dramática posible. Como decía, malamente recuerdo un enfado suyo, puede que el más sonado fuese uno que tuvo en el primer viaje de fin de curso que hicimos a Tenerife. Para nosotros una “flipada” y para nuestros padres un “acojono”. Para muchos, la primera vez que sus hijos salían de la isla, pues eso un día después de salir estando en la habitación de hotel jugando con una pelota saltarina, hablando con los amigos, botándola en el suelo se ve que le molesto porque estaba en el piso de abajo. Pues subió enfurecido y se llevó la pelota. Esa es la única vez que creo que lo he visto serio y ese profesor es Pepe Juan de Agaete (por cierto no me devolvió la pelota nunca mas la vi).

3 Don Juan, otro señor de los pies a la cabeza. Ya ven, lo recuerdo muy exigente con su trabajo y además exigía mucho a sus alumnos. Buena persona, aún hoy en día lo veo siempre que paso por Bañaderos y siempre que podemos nos detenemos y hablamos un rato. Inconfundible tenía un panda o un marbella color blanco. 3 Otra de las personas que nunca podré olvidar, y que he querido dejar para el final porque quiero tener con él un reconocimiento especial, dado que tengo que ser honesto y decir que es la primera persona que se pensó para hacer este pregón. Fue a él, y que dado las circunstancias personales que ha pasado, pues no ha sido posible y desde aquí pido un gran y merecedor aplauso y no es otro que don Jorge. Don Jorge, qué decir de él. El profesor que más tiempo tuve que aguantar en Fagagesto y el que más me aguantó a mí probablemente. Desde que lo conozco tiene un suzuky santana gris, ¡bien que le ha durado el “jodio” coche ese! No sé si aún lo tendrá, pero era inconfundible todos los días pendientes del suzuky. Si lo veías subir, y el día que no lo veías subir, ¡hoy no hay clase!


Ahora, fuera de bromas. De esta persona qué puedo destacar que ya ustedes no sepan. Todo lo que diga es poco. Hay una cosa que nunca olvidaré y es que una vez me arrestó sin salir al recreo y no recuerdo el porqué, pero bueno, ese día para comer me llevé un bocata de atún, y ya sea por el enfado de quedarme sin ir a jugar a la pelota, o por que no me hizo mucha gracia, terminé tirándolo a la basura Esta pedazo de persona me dio una lección, cogiéndolo de la basura, abriéndolo y comiéndoselo, a lo que me decía que la comida no se debía tirar y que pensara en las familias que no tenían ni eso para comer. Lección que aún me queda en el recuerdo y me ha servido de mucho en mi vida. Recuerdo que se las sabía todas. Cuando pusieron la valla que anteriormente comenté, nos la tuvimos que ingeniar para buscar la pelota que se caía en la trasera del colegio y que por seguridad no nos dejaban buscarla. Poco a poco se fue abriendo un hueco por la verja y por allí trepábamos, salíamos y a coger la pelota. Algo sencillo, salir entrar y listo. Nadie se entera y, claro, bien claro, nos dijo: “el que salga, arrestado”. Pues nada, jugando se sale la pelota y... ¿a quién le tocó cogerla? a este que les habla, con tan mala suerte que ¿saben quién estaba allí escondido? ¿Y saben que pasó? Arrestado, y miren, ya sabemos el porqué del arresto que antes comenté. Así que en dos días, dos lecciones. como para olvidarlas: la comida no se tira y detrás de un mato siempre hay un gato. Por cierto, Pepe Juan, tu coche era un renault cinco rojo, así que devuélveme la pelota, no sé si aun lo seguirás teniendo, pero, eso sí, sé donde vives. Fueron muchos los profesores que pasaron por las escuelas y a los cuales agradezco su labor, y ruego me disculpen si no los he nombrado, pero bueno los llevaré conmigo y siempre formarán parte del barrio. Estos pocos recuerdos son los que me vienen ahora mismo a la mente, he tenido la tentación de hablar y buscar información mediante conocidos y demás para poder completar este pregón, pero he querido plasmar por mi mismo lo que son todos aquellos recuerdos que se conservan en algún lugar de cabeza y que a veces son más y otras son menos. Después están los recuerdos familiares, algunos más agradables que otros y los cuales pues uno quiere conservar siempre en la memoria y que son difíciles de relatar. Nuevamente, y ya para ir finalizando, quiero agradecer a todos ustedes que me hayan acompañando esta noche en esta plaza de Fagagesto, a mis amigos ,a mis familiares y en general a todos, pero sobre todo y de manera especial quiero dedicar este pregón a una serie de personas que paso a nombras a continuación. A Elías y Consuelo, mis abuelos maternos, junto a los que me crié y me dieron todo para llegar a donde estoy y que seguro que estarán muy orgullosos de verme hoy aquí. Mi abuela orgullosísima siempre de lo que hacía, y mi abuelo que por circunstancias de salud no se encuentra aquí pero estaría igual de orgulloso,


A Juana y Esteban, mis abuelos paternos, que gracias a ellos tengo estas raíces de este barrio y puedo decir que sentirán el mismo orgullo de verme realizando este pregón. A mi madre y mi hermana, que siempre han estado a mi lado para lo bueno y lo malo y han sido mis grandes apoyos. Siempre hemos sido una familia unida y que gracias a esa unidad hemos podido superar todos aquellas dificultades y obstáculos que nos ha puesto la vida y hemos salido adelante. A mi esposa, la que me aguanta diariamente, y mi gran amor, mi hijo ese “mini yo”, que es la alegría de vida y lo mas grande que tengo. que sabio el que dijo “como se quiere a un hijo no se quiere nada”. Y cómo no, a un referente, una persona que no puedo calificar un ejemplo a seguir en el cual me he fijado siempre y que para mi ha sido como un padre: gracias Santiago Y, sobre todo, y sobre todas las cosas, cómo no a ese hijo de este barrio a Antonio Pérez Santiago, mi padre, que vio truncada su vida por un desgraciado accidente cuando aún era un joven, y por el que desde chico he tenido una gran responsabilidad como hijo, la de llevar su nombre, su esencia, su sentir y su espíritu allá donde vaya. Y para él sean estas, mis ultimas palabras, para que siga viva su estrella en nuestros corazones y en nuestro recuerdo. Buenas noches y muchas gracias.

Que viva San Pedro de Verona.


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