Pregón fiestas de Sardina 2014

Page 1

Pregón de las fiestas en honor a San Pedro González Telmo y Nuestra Señora del Carmen 2014 Sardina - Gáldar

Josué Ulises García Montesdeoca


Ilustrísimo señor alcalde, distinguidas autoridades presentes, Presidente de la Av. San Pedro González Telmo y junta directiva, Presidente de la comisión de fiestas, familiares, amigos y vecinos, muy buenas noches y bienvenidos a este acto emblemático del barrio de Sardina. Me gustaría agradecer a la comisión de fiesta dos cosas: - La primera es la invitación. Para mí es todo un honor estar aquí hoy. Exponerse ante todos tus vecinos para expresar lo vivido y lo sentido en el lugar que nos ha visto crecer, no es algo sencillo. Sin embargo, es una oportunidad de escuchar otra historia. Una historia narrada por alguien joven. - En segundo lugar, quiero agradecer el enorme esfuerzo que están haciendo para sacar adelante estas fiestas tan ambiciosas. Cuando quieran tirar la toalla, piensen que en este barrio hay sardineros como yo que nos sentimos muy orgullosos cuando vemos un programa tan cargado de actos, con muchas novedades y diversión. Se que para algunos, por mi juventud, yo no debería estar aquí hoy y lo entiendo, pero me encantaría transmitirles, desde el máximo respeto, que también la juventud es una etapa de la vida. Una época de sentimientos, emociones y recuerdos. Tengo 27 años y estoy aquí por una causa principal: soy sardinero desde el minuto uno de vida. Un sardinero comprometido con su barrio. Es cierto, no he vivido la época del almacén del “boticario”, no he visto los hornos de la cal en funcionamiento; no recuerdo al hombre que picó la primera cueva en la ladera de la montaña pelada en el año 1948 y cuyo mote da sobrenombre a esta zona del barrio: Negrín. No conocí a Mister Lico y no estuve presente en el 72 en la inauguración de la Asociación Deportiva, Recreativa y Cultural “Sardina del Norte”. Más lejos me queda aún la tienda de los años 20 de Pinito Medina.

1


Sin embargo tengo una justificación coherente de por qué acepté estar aquí. - Mis abuelos son sardineros, también lo son mis padres y sin dudarlo también lo soy yo. Tengo la suerte de escuchar miles de historias a través de ellos, y me emociono cuando lo hago, porque esas historias también forman parte de mí, porque yo soy descendiente directo de esos momentos. Porque me interesa conocer mi historia. - He permanecido casi toda mi vida involucrado en las fiestas, participando activamente en las escalas en hi-fi, en la banda de cornetas y tambores y en la elaboración y ejecución del Belén Viviente. - Soy de los que ayudaba en la organización de los eventos o en el montaje de los escenarios y también de los que se quedaba hasta el final para ayudar a recoger. - Estudié la carrera universitaria fuera de mi isla y viví también algunos años fuera de mi barrio, pero siempre, siempre he sabido que es aquí donde yo quiero estar. Inconscientemente mi respuesta a la pregunta “¿de dónde eres?” siempre ha sido “de Gáldar, bueno no, de Sardina de Gáldar”. - Y estoy también aquí precisamente por mi juventud, porque me atrevo a subir a este escenario en nombre de los jóvenes de Sardina, para demostrar que también nosotros estamos vivos. Queridos vecinos, este es mi barrio, mi seña y orgullo… mi historia. Soy consciente de la responsabilidad que acepté, pero también soy consciente de que hay que ser valiente para subir aquí. Esta es mi forma de participar en mis fiestas. Hoy soy un “JOVEN VALIENTE”, como muchos de los sardineros. - En este pequeño barrio pesquero del noroeste de Gran Canaria, con 3842 habitantes, he vivido cosas mágicas, recuerdos que quedarán para siempre grabados en la mente, personas que

2


formarán parte de mi vida por siempre. Lugares que seguirán aportando paz, diversión, refugio.

Finalizo este saludo con otros agradecimientos: - Gracias a mi gran amigo Jonathan por las horas de ayuda con el montaje de los videos; a Gloria y a todos los vecinos y amigos que me facilitaron material fotográfico; y a mi familia por darme el futuro que ellos no pudieron tener y que me ha permitido, entre otras cosas, poseer las habilidades necesarias para estar hoy aquí subido. - Quiero homenajear en este agradecimiento a unas personas que han servido como guía de muchos de los vecinos que hoy estamos aquí, pilares en el desarrollo personal que se esforzaron en inculcarnos valores, conocimientos, actitudes y habilidades: Gracias a todos los maestros que han formado parte de la historia de este barrio, algunos de los cuales han llegado a educar y enseñar a individuos de

una misma familia de tres

generaciones

diferentes. Y gracias también a ti, Pepita la cocinera, por ofrecernos durante muchos años grandes manjares acompañados siempre de una dulce sonrisa. - El

agradecimiento

más

importante

para

el

final,

independientemente del momento actual. Gracias por haberme hecho sentir que estoy vivo, que soy importante. Por enseñarme el valor del perdón y el de la risa. Por mostrarme lo que es la magia y sus efectos. Por acompañarme y guiarme en el camino para ser mejor persona. Por cuidarme y esforzarte por estar a mi lado. Esto también es mi historia y, aunque ya lo sepas, no podía quedar atrás. Gracias Daniel. Sin más dilación y con mucho deseo de que disfruten de este rato, comienzo con el pregón, añadiendo antes que lo acompañaré de unos

3


videos donde se recogen fotos de muchos habitantes y zonas de este barrio, con el fin de incentivar el recuerdo y no aburrirles con mi voz. [VÍDEO 1] Mi vida en Sardina comenzó el 4 de mayo de 1987. Desde ese entonces empecé a vivir en el “almacén del blanco” o en el almacén donde se vendía el “agua San Roque”. El agua que te bebías hoy y te dejaba llorando 4 días de todo el gas que tenía. Aquí siempre han vivido dos familias principales: - Los Jiménez, por los que siento gran admiración, destacando el cariño de Gregorio, el hombre de gran corazón que hizo feliz a mi tía María Teresa durante toda su vida y que compartía con los niños de la familia una especie de “trato” que solo él y nosotros éramos capaces de identificar. Todos hijos de Isidorito. El señor bajito que nos daba un poco de miedo cuando éramos pequeños porque le escuchábamos hablar por la traqueostomía cuando se introducía aquella cánula fina. De pequeño me asustaba y ahora de grande me dedico a limpiar esos orificios, qué cosas. - Los Montesdeoca: Mi familia, los que han estado a mi lado siempre, mis amigos. Los que me han enseñado que de cualquier cosa y en cualquier momento se puede hacer un tenderete, quienes me han inculcado que lo principal de la vida, lo más importante, ES LA COMIDA. Ante todos ustedes confieso que es mi familia quien ha suscitado la “gula”, los precursores de este pecado capital. Siento esta traición familia, pero es hora de que nuestras siguientes generaciones no tengan que vivir con el mal del “comer por comer”. Lo hago por nosotros, por nuestro legado, por el futuro de la humanidad. ¡¡Señor alcalde, movilice a la policía local porque esto será complicado. Vienen todos sin cenar!!

4


Tienen otra característica más destacable: poseen un corazón tan grande como el estómago. Pensarán que exagero, que bueno, que es mi familia y no puedo decir otra cosa de ellos, pero lo cierto es que la imperfección y particularidad de cada miembro hace que nos mantengamos cada día más cerca. Una familia con una capacidad gigantesca de acoger a los extraños desde el primer momento y hacerles sentir que forman parte de nosotros. Una familia que me asegura que nunca estaré solo. Soy segundo hijo de una familia trabajadora. Mi madre entregada en cuerpo y alma al cuidado de los suyos, extrovertida y carismática. Me inculcó tanto la importancia de cuidar que acabé dedicándome a la enfermería. Uno de mis grandes sueños conseguido en parte gracias a ella. Madre no hay más que una, y a mí me tocó la mejor. Mi padre, trabajador sin descanso. Siempre con una sonrisa y dispuesto a transmitir alegría a todo el entorno, característica que aprendió de mi abuela Victoria. Un tanto de locura para la gente de fuera, pero una locura que me encantaría heredar también a mí. Padre no hay más que uno, y también me tocó el mejor. Mi hermana, amiga, confidente y cómplice que me ha dado los mejores regalos: Haridian y Nicolás, mis sobrinos. Después de este pequeño resumen familiar, necesito ponerme más cómodo. Y en este escenario con esa barca tan vacía me siento extraño. Con su permiso y saltándome un poco el protocolo, voy a ponerme más sardinero, abandonar el atril para que me sea más fácil sentir lo que intento expresar. Ahora sí, ¡desde aquí todo es más fácil!, tengo la sensación de que me acompañan personas que se conocían estos mares a la perfección, pescadores que dedicaron su día a día a lo que mejor sabían hacer. Antoñito el pescador, Boro y Juan Peña… y algunas mujeres entrañables también vinculadas a la vida de la pesca en Sardina, a las que les hago un hueco en esta barca para que me brinden su compañía en el día de hoy. La Ñoña o “Chana la del pescao,” entre otras. 5


¿Sabían que muchos de los pescadores no sabían nadar? Recuerdo una tarde de mi adolescencia en un asadero de los Peñas, como Juan contaba que él no sabía nadar. Admiraba la capacidad de desenvolverse entre las nasas en esas barcas tan inestables, pero mi admiración aumentó cuando descubrí que muchos de ellos ni siquiera sabían zambullirse. Por eso quiero hacer una mención especial a todos los pescadores del barrio, a los que ya no nos acompañan y a los que aún siguen haciendo de la pesca su forma de vida y sustento. A Rosario, María, Anastasia o Lili que me permiten disfrutar de verlas vender pescado en plena calle larga, siempre con una sonrisa y muestra de complicidad con aquellos sardineros que nos cruzamos por allí al sonido del peculiar canto de “hay sardina fresca”. Es simple, pero me encanta. La amistad llegó a mi vida de la mano casi siempre de mujeres. Primero mis primas: Silvia, Nayomi y Tania, y luego Fayna, Jessica y Melody. Desde parvulario y bajo el cuidado de Mari Carmen, Lilya o Lola empezamos a entablar una relación que se convirtió en una gran amistad durante toda la etapa estudiantil. Compartíamos juegos, plastilinas, canciones y algunas peleas, algunos mordiscos… Todos esos roces que solo en la infancia favorecen que se fortalezcan las relaciones. De estos primero años recuerdo con nostalgia los carnavales. Subíamos al cole de los grandes a realizar nuestra actuación, basada en la completa descoordinación y en que las semanas previas de ensayo al final no sirviesen de nada. Una jornada de felicidad, con más color del habitual y que finalizaba con las mejores tortillas de carnaval existentes y una buena taza de chocolate caliente. Nervios, tensión y alegría porque ya empezaba a ser “un hombre”. Pasábamos al colegio de los grandes. Luego me di cuenta que esto no era ser un hombre, bueno creo que aún no sé muy bien cómo se hace eso. Lo cierto es que cierro los ojos y consigo recordar mi primera maleta para esta nueva etapa (del Rey León), pero sobre todo siento cómo me parecía la emoción más fuerte que había sentido hasta aquel entonces. Mi

6


primer maestro, Don José Antonio, se encargó de que las emociones mejoraran cada día. No pude empezar mejor mi vida en el colegio. Los primeros años de primaria fueron muy dulces. Comenzábamos a tener más conciencia de la amistad, queríamos estar con los amigos del cole. Se nos pasaba la vida jugando. Cada año había una moda nueva en la hora del recreo: la soga, el elástico, las estampas, los boliches, el trompo, el aviso mosca… ¿Han jugado alguna vez? Bueno, mejor es que no, a no ser que deseen descargar la ansiedad dando “collejas” a algún compañero al que además le puede caer una “capoteada”, un juego un tanto agresivo para aquella edad, sobre todo si el que pasaba por el medio era Adrián… O el mejor de todos: “el conejito de la suerte”. Para quien no lo conoce, se trataba de un juego en el que nos sentábamos en corro mano sobre mano con los de al lado y cantábamos la canción “ahí va el conejo de la suerte… Tú besarás al chico o a la chica que te guste más”. Si eras el afortunado, te tocaba besar a quien quisieras (en la mejilla claro, aunque había algún atrevido/a que se lanzaba a dar un beso en los morros). Aquí había varias cosas a tener en cuenta: si jugaba Nadya o Jabcy se llevaban todos los besos y era importante que te tocara porque así tenías la posibilidad de hacer aquello que todos queríamos hacer. Bueno, yo he de confesar que no me preocupaba demasiado pues mi corazón de infante estaba conquistado por Davinia la de Cirilo y Dasy. Sí, señores, era capaz de tener dos novias sin ser juzgado, estar de la mano con una en el recreo y con otra en las actividades de después del comedor, o incluso estar de manos con las dos y a nadie le parecía extraño, ni siquiera a ellas. Hay cosas, y estarán conmigo en esto, que no deberían cambiar. Durante estos primeros años empecé a vincularme a las fiestas del barrio. Esta vinculación, la presión de mi hermana y la facilidad para ser manipulado siendo tan pequeño, hizo que adquiriese mucho placer por participar en todos los actos en los que pudiese. Los desfiles de carnaval que se hacían en la sociedad cuando el techo era de cartones de huevo para insonorizar; las escalas en hi-fi con mi amiga Fayna, que por si era 7


poco el ridículo (ternura lo llamaban nuestra madres), siempre acababa recibiendo o una bofetada, o un vaso de agua o cualquier forma de maltrato al que se prestaban las canciones de Pimpinela y en las que por supuesto el hombre nunca sale ganando… Como en la vida misma. Se iba creciendo y se empezaron a añadir personas a mi viaje. Poco a poco se fue formando el grupo de amigos que iba a estar conmigo casi 20 años: Jonay, Darío, Moises, Omar, Melody, Margarita, Vero, Jessica y Fayna como máximos representantes. Un grupo bastante amplio, como pueden ver. Pero que es característico de los grupos de jóvenes que se forman en Sardina. Pasados los primeros años de colegio ya no éramos los pequeños, y mientras uno se iba desarrollando también se desarrollaba la necesidad de enamorase, de pertenecer a un grupo, de exponerse y de sentirse realizado. Otra cosa que me gustaba de la época: hoy éramos amigos, mañana novios, pasado mi novia era la novia de mi amigo y la suya la mía… Una mezcla de sentimientos y de parejas que no destruían los cimientos del grupo, porque lo importante era eso al final, el grupo. [VÍDEO 2] En 2001 se crea la banda de Cornetas y Tambores Los Marines del Norte, de la que formé parte durante 5 años. La banda empezó dirigida e impulsada por Canales, que casi sin pensarlo consiguió reunir a un máximo de 104 niños. Ha sido una de las mejores organizaciones infantojuveniles que se han llevado a cabo en este barrio, me atrevería a decir que en la zona norte. Montarnos en la guagua para ir a cualquier actuación ya era sensacional. Todo el camino gastando bromas y, lo más importante, impulsando nuestras capacidades de relación. La banda permitió que algunos de los integrantes conociéramos nuevos sitios, nuevas personas, incluso que viajáramos fuera de la isla. Grandes amigos en aquellos años: Nazaret, Aime, Rebeca, Guaci Cuba… y tú, que te fuiste antes de tiempo pero nos brindaste momentos de reír hasta 8


llorar, de no poder soportar el dolor de barriga. Tú que te caracterizaste por divertirnos. Guaci, esos años nunca hubiesen sido lo mismo sin ti, porque como tú no había nadie. Siempre estarás en nuestro recuerdo de manera positiva. El equipo que se había formado dio opción no solo a los niños, sino también a las familias, de pasar unos momentos agradables de conversación con otros padres, de reunir a los vecinos y de dar momentos muy alegres. A mí me encantaba ver a Josué, el hermano de Leonor, la de María, pero María la del barbero… ( me chifla cómo relacionamos en este barrio) estremecerse cuando nos escuchaba tocar, era muy emocionante. Algunas de las personas vinculadas a la banda que hoy no nos acompañan merecen ser nombradas, pues participaron en esta organización con mucho empeño y significaron mucho para su buen funcionamiento: Esperanzita, nuestra madrina, que no se perdía ni una sola actuación o Teresa “la de Toribio”, bromista y colaboradora. Disfrutaba cuando nos veía. Mención especial también a nuestro padrino Juanito, que aún sigue por este barrio dando guerra. Aparte de la banda quiero hablar de tres lugares especiales, mis tres lugares importantes. El primer lugar (y seguro que muchos coincidimos): nuestra playa. Ofrecía tardes largas de sol y chapuzones. Paseos descalzos hasta el muelle, quemándonos los pies, para saltar desde lo más alto siempre en contra de lo que nuestros padres nos decían: ¡No saltes desde ahí que te vas a “esñuncar”! Nadar hasta las boyas, o hasta el antiguo Prisma y morir en el intento. Jugar a la pelota cuando se podía y también cuando estaba prohibido, atentos a la llegada de algún policía que nos tocara el pito desde el muro para en ese momento fingir todos que no sabíamos que era eso que por

9


casualidad chocaba en nuestros pies. Fingíamos de pena, y hoy se sigue haciendo el mismo teatro. El verano era el momento más esperado, me encantaba hacer la ruta día tras día. Salía de casa sobre las 13:30 horas y pasaba por todas las casas en busca de los “chiquillos”. A la playa llegaba a las 15:30, entre que Darío no bajaba casi hasta las 15:00 o que en casa de Omar se hacía una parada, bien para jugar al ping pong o echarnos un “subastao” con su tío. El recorrido que podía hacerse en 20 minutos se alargaba hasta las dos horas. Siempre que antes no pasase por casa de Jessica, donde intentaba ejercer presión en su madre para bajar más temprano a la playa. Si pasaba por casa de Lucía Calderín en busca de Vero esto se convertía en un despropósito y no llegaba a la playa hasta el día siguiente. Porque esto es así, algo innato a los sardineros, nos gusta hablar, y de esto Lucía es una experta. A veces hacíamos una parada en “la churrería de Ramón” con la intención de que Jessica consiguiera coger alguna golosina del bar al abuelo, sin que se diese cuenta, claro. Una vez en la playa, sin padres y en plena edad del pavo tocaba pavonearse. Empezábamos a dar el estirón, los que eran pequeños resultaron ser luego los más altos, los gordos nos hacíamos flacos y empezaban así los amores de verano. No sé si por el sol, por las vacaciones o por las hormonas, pero eran unos amores que siempre te parecían lo mejor. De la época recuerdo mi primer beso con Nazaret, el de Jonay, el de Fayna, el de Darío… el de todos. Que alguno se besara por primera vez era como un aliciente para todos, como una emoción que pronto nos tocaría vivir al resto. Momentos inolvidables que pasaban aquí, en Sardina, en la playa que se mantiene impertérrita a todos estos amores, que es testigo del paso de las diferentes generaciones y que seguro que observa con emoción como marcha la vida en este barrio.

10


Esta playa nos ha lanzado un hechizo a un alto número de habitantes, pues sin ninguna explicación muchos somos los que, antes de llegar a casa, bajamos hasta el final de la Avenida Antonio Rosas, damos la vuelta en la Fragata y volvemos a casa. No hay motivo aparente, no nos bajamos del coche, es una especie de sentir, de deber. Comprobar que todo sigue en su sitio, estar tranquilos. Como si el embrujo consistiera en que los sardineros somos los protectores de esta maravilla que es la playa. Esto también tiene que ser magia. Sería imposible que no citara a esa persona que se encargó de llenarnos el estómago muchas de las tardes y noches, después de varias horas sin comer, saborear aquellas hamburguesas o aquellas papas con las tres salsas y el clíper de fresa no tenía precio. Y no eran hamburguesas con una carne especial ni unas salsas especiales, me atrevería a decir que eran las hamburguesas más sencillas que podían existir. Era él con su simpatía y su alegría detrás de aquella ventana quien hacía que cuando te la comieses la disfrutaras como si de una langosta de la Fragata se tratase. Efrén hacía que lo que parecía un día inmejorable lo acabase siendo. Es un buen momento para mencionar que este año se conmemoran los 150 años del muelle. Muelle que se creó para favorecer las actividades pesqueras y comerciales del barrio, muelle que aun hoy en día se mantiene en pie con algunos arreglos (sin terminar, por cierto), expectante de la afluencia en crecimiento continuo de los cientos de buceadores que se acercan a Sardina a disfrutar de uno de los mejores fondos marinos de la isla. Este año ya este barrio tiene algo más de historia que contar. Antes de seguir con el resto de lugares, ¿por qué no hacer un homenaje a personas que ya no están y a los que siguen estando y que han hecho de esa playa su punto de encuentro? [VÍDEO 3]

Mi segundo lugar es algo más amplio: el barrio Negrín. 11


Unos años pasaron en la calle de Pepita la de la tienda. Esta mujer enérgica y alegre que sabe transmitir energía positiva a todo el que se le acerca. Educada y con un saber estar excepcional. Algún día espero verla aquí subida porque tiene mucho que contar. Siempre me tocó desplazarme a mí por eso de que era el que más lejos vivía, pero no me importaba porque siempre merecía la pena. En esta calle empecé yo mis salidas, jugábamos a la pelota, hacíamos casetas y a veces simplemente estábamos por allí comiendo pipas y charlando de nuestras vidas. Soy de una generación a la que solo le tocaba hacer los deberes cuando se salía del colegio, después todo era tiempo libre. Cuando me daba por hacer trastadas solo había que proponerlo para buscar qué hacer. Mis conocimientos de “macarrilla” se los debo a Nelson o a Yeray el del faro, entre otras cosas, y, por supuesto, a mi predisposición a aprenderlos, siempre sabiendo que existían unos límites que no había que sobrepasar. En realidad debo confesar otra cosa: los límites los aprendí cuando en una ocasión mi abuelo me comentó que unos muchachos le habían tirado una piedra a su coche cuando pasaba por delante de los pisos amarillos del faro y que luego se habían echado a correr. La piedra la tiré yo Palle, pero te prometo que aún hoy me estoy arrepintiendo… Es que ya no nos quedaban globos con agua y la adrenalina estaba a tope. La cancha también daba mucho juego. Se pasaban buenos momentos con otra gente del barrio, Adexe, Josué el langa, el Ñoño… Aquí también fue donde por primera vez probé el tabaco y casi fallezco en el intento. Nos podíamos tirar horas y horas sin hacer nada, solo riéndonos o haciendo manitas con nuestras parejas. No puede quedar atrás el campo de Sardina. 12


Desde que era un enano y debido a la vinculación constante que mi familia ha tenido siempre con el club he estado merodeando por dicho lugar. Luego no me quedó más remedio que pasar muchos viernes viendo jugar a los chiquillos e intentando aportar al menos un par de gritos de apoyo, ya que en eso de darle a la pelota no era muy aventajado. El Sardina Club de Fútbol es otro de los elementos claves de este barrio. Todavía hoy recuerdo a Amelia, su bombo y sus gritos inconfundibles, momentos muy entretenidos al son del “riqui raca sinbombaca sin bom ban” (había que poner este tono de voz para amedrentar al otro equipo). Misma mujer que cada año organizaba las macro excursiones a agua sur haciéndonos sentir que el parque acuático se había trasladado a la zona norte. Para los más pequeños todo el proceso era como un viaje a un lugar nuevo. Recuerdo que las noches previas no dormía y que deseaba que llegara el día para subirme a la guagua de dos pisos rumbo a exponerme varias horas al sol, destrozarme las nalgas por los toboganes y estar los tres días posteriores como si hubiese estado corriendo en las olimpiadas, pero sobre todo, estar la semana siguiente súper contento por el momento vivido. Me gustan las personas que favorecen emociones intensas con pequeños esfuerzos. Gracias Amelia. Parte de mis veranos los pasaba en otra zona que también pertenece a este barrio y que generalmente se nos olvida: la punta de Gáldar. Mi tercer lugar. Gracias a la genial idea de mi abuelo, mi familia disfruta hoy de un espacio privilegiado en la punta. Poco a poco este lugar fue adquiriendo las características de una casa, un hogar que nos servía de refugio en la época estival. Los primeros años era habitual que cada día alguien apareciera en “el chalet,” como nosotros le llamamos. Los Montesdeoca, los Santiagos o los hermanos de mi padre. Era una buena excusa para tomar unas cervezas, echar un embite o jugar a la lotería. 13


Las tardes eran adorables si “María la Blanca” estaba presente. La mujer de corazón gigante que más sonreía y que más hacía enfadar a mi abuela, siempre con buenas intenciones. Es difícil explicar lo que uno sintió hace tanto tiempo, pero había tanta felicidad que aun hoy puedo revivir con exactitud cada uno de los momentos allí vividos, las risas, las noches en las que había una especie de competición de ronquidos en aquella habitación que compartíamos 14 personas o más. El chalet ha reunido a muchas personas. Amigos de mi abuelo como Nito el gato, Antonio “el del pescao” o el entrañable Teodoro. Ha mezclado muchas familias y ha otorgado innumerables momentos de festejo a un sinfín de personas. Las fiestas durante la adolescencia eran lo mejor. Dos días de música, playa y comida, sin padres, solo los amigos. No había ningún problema con las horas de música porque no había vecinos, todo era perfecto para desmadrarnos y disfrutar al máximo de esos días. Recuerdo como en una de esas fiestas, mientras Omar, Jonay y yo desfilábamos por la barra de la cocina haciendo el tonto, Jessica emocionada se partía la paleta contra la misma barra, me quería morir de la risa… pero tenía que fingir que me preocupaba, era lo que los amigos debían hacer. Actualmente aún continúo celebrando fiestas con mis compañeros de trabajo o amigos, porque me encanta revivir los sentimientos que se originaron en aquella época. Debo ir finalizando este pequeño resumen porque el tiempo se agota. Cuando uno siente tanta admiración por su barrio y su gente le es complicado resumir toda una vida en escasos 30 minutos. No quiero dejar muchas cosas ni mucha gente atrás, así que seré breve pero intenso con lo que queda: 1. La rama. Lugareños con camisas rojas, color de nuestra bandera. Saltos, cantos y reunión con aquellas personas a las que pasas tiempo sin ver. Mi rama no es la misma si en ella no 14


está Sonia; Loly (la madre de Melody); Javi, mi cuñado, y sus amigos (Ayoze, Dani, Moises…); Yohana; Cielo; Yurena; Gloria; los Mifios; los Díaz o los Zerpas, esos grupos que se mantienen unidos con el paso de los años y que representan al Sardinero. La banda de música y el agua de las casas. El correr a meternos debajo de los balcones para refrescarnos y que se nos pase un poco la borrachera hasta llegar al final. La playa. Manos chapoteando en el agua, emoción y jolgorio. Ganas de llegar a casa, ducharte y ponerte las mejores galas para volver y disfrutar de los mejores fuegos acuáticos de la zona Norte. Otra vez, te cruzas con ellos, con tus vecinos. Los que te han visto nacer, los que te han visto crecer, los que representan algo en tu vida por ser tu vecino o el vecino de tu primo. Mi gente, mis amigos y mi entorno. 2. Las casas baratas. Lugar principal de los pescadores que dan nombre a este barrio. Esencia de historia entre las 3 calles que conforman este lugar. Mujeres y hombres dedicados al comercio del pescado, mujeres y hombres que emanan humildad y bondad, mujeres y hombres que nos hacen herederos de una historia entre nasas y mares. 3. Mis ángeles de la guarda aún en vida. Quienes me protegen como solo ellos saben hacerlo. De ti he aprendido que siempre hay que estar en los momentos malos, que a veces es mejor estar en silencio, Palle. De ti he aprendido a querer sin límites, como tú me has querido a mí, Malle. Vicky, tú me enseñas que reír y cantar te permite vivir más feliz. Chanito, mi viejo de gran corazón, que me ha enseñado que te puedes meter un tanganazo de ron desde primera hora de la mañana y no morir. 4. Mi familia García. Mis tíos dedicados a trabajar de lunes a lunes para asegurar un futuro a su familia. Mis tías con los mismos genes, pero con algo más de diversión, cariño y sinceridad. 5. Pino, Ignacio, el restaurante como la Fragata, Miguelín o el Portalón… Comerciantes de este barrio que funcionan como 15


motores importantes de la economía de la zona. Merecen una mención especial y, por qué no, un agradecimiento por tener el valor de montar sus negocios aquí y permitir de esta forma que los sardineros no tengamos que desplazarnos. [VÍDEO 4] Les prometo que esto ya acaba y lo haré con una pequeña reivindicación. He tenido la suerte de nacer en una época donde todo estaba hecho. Nuestros padres trabajaban para pagar nuestros estudios, privilegio al que ellos no tuvieron acceso. Una generación donde se llegaba a casa y siempre había un plato de comida en la mesa. Había luz, agua, alcantarillado, tele y videojuegos. Una generación de “suerte”, de camino allanado, de pocas normas y muchas libertades. Descendientes directos de una transición política que nos llevó a la tolerancia, la igualdad de sexo, y la aceptación de la diversidad sexual. Una generación que mantenía el deseo vivo. Entre mis deseos actuales está seguir sintiendo que esto no cambia demasiado. Deseo que este barrio continúe siendo el lugar donde los niños salen a la calle a llenarse de tierra, a comunicarse y a imaginar. Adolescentes que al mirarlos uno no sienta que el exceso de libertades y la falta de normas los tienen perdidos, que no tengan prisa por crecer. Espero un barrio de padres comprometidos con la educación de sus hijos, donde haya normas y donde se procure la educación en valores, donde se motive desde el refuerzo positivo y la libertad y que se facilite una vida activa en el deporte para estos jóvenes. Padres que se equivoquen y que lo hagan sin miedo, pero que sepan aprender de los errores, e hijos agradecidos con estos padres. Quiero que mi gente pueda tener un porvenir en este barrio. Espero de los sardineros y las sardineras que se esfuercen cada día por ser felices, favoreciendo las buenas relaciones interfamiliares e intrafamiliares. Que 16


no perdamos nunca esa esencia de humildad, esfuerzo y saber estar y que sintamos siempre que ser de Sardina es un privilegio Ahora solo nos queda disfrutar de las fiestas, con calma y mucho goce. Sean felices. Muchas gracias por su tiempo, ha sido todo un honor. ยกVivan las fiestas de Sardina del Norte!

17


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.