Gaceta Utopía No.5

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Por Ramón San Andrés Romero.

La intensidad en la influencia que actualmente tienen los medios de comunicación masiva, se presenta a niveles extraordinariamente altos, en nuestro país y en gran parte del mundo La profundidad que pueden lograr medios electrónicos como la televisión, el recientemente explotado potencial del internet y la radio es, de alguna manera, observable simplemente prestando atención e intercambiando ideas con el llamado vox populi. Es decir, es tan directo el mensaje que algún medio transmite, que la influencia es explícitamente notoria, lo que se puede comprender como una tendencia inyectada al público consumidor de información por cualquiera de los medios antes citados. Sin embargo, no es referible a que los medios de comunicación sean plenamente entes manipuladores del órgano social, pues la industria de la información hoy oferta lo que el cliente gusta consumir: información fácilmente digerible, sin la necesidad de utilizar una capacidad analítica y con la opción de adoptar la errónea idea de estar “informados”. Así es como la industria de la comunicación masiva se vale hoy para penetrar y permanecer en la “conciencia” de la sociedad, creando falsos “status quo”, con la comprometida ocasión de contagiar las predisposiciones o tendencias particulares de dichas empresas, dueñas o concesionarias, del negocio de la información.

Esta delicada situación se presta a un libertinaje en cuanto al manejo del poder a conveniencia de ciertos sectores de élite hoy postrados en el dominio de la debilitada soberanía nacional. La clara relación entre el poder de la comunicación y la política, crea círculos viciosos en los que le es difícil al órgano social desalinearse del clima farandulero, y en su lugar guiarse y concientizarse por intereses verdaderamente propios. Dichos círculos viciosos, mediocridad informativa y de contenido tendencioso, creado a conveniencia de unos pocos empresarios y unos cuantos “funcionarios”, podrían ser reformados y balanceados con la simple creación de medios de comunicación financiados y gestionados por el propio Estado, que hoy en día poseen una presencia prácticamente nula. Además de regular los contenidos para que estos dejen de contextualizarse en un ambiente premeditado a ciertas corrientes. Me atrevo a señalar que en nuestros tiempos, los medios de comunicación han dejado de ser una simple herramienta de divulgación para pasar a ser el primer poder, aquel que marca una mayor disposición, incluso por encima del poder político y el poder económico. No se puede lograr una verdadera soberanía si tenemos sanguijuelas clavando los colmillos a la sociedad sin contar con una fuente legítima que frene el apetito voraz de estos seres sin llenadera, sin escrúpulos. Eso sí es un monopolio y hay que exigir se modifiquen tales prácticas.

Fuente de la imagen nallelypsi.blogspot.com

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