Mira la herida para no olvidarla - Eunice Odio
tu suelo venerable. Y estás aquí, oh heroico defensor de mi sonrisa, vigilante pastor de vena en vena, conmemorándote, dotándome de vértebras orales y de menudas causas espaciales. Ayer noche (tal vez no era de noche, tal vez era que había pasado el cielo), nos besamos como niños que se besan por dentro. Todo sucede al cabo de tu especie y una gota de sangre me retiene en ti, que eres yo mismo sin mi gracia. ***
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