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EL COMPROMISO y la bendición de la maternidad

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Redacción a fiesta de la celebración del día de las madres pasará a la historia, cada vez existen menos mujeres que se inclinan por la opción de ser madre, y no me refiero, a veces la maternidad puede llegar inesperadamente, sino, al hecho de que no se acepta, como tal un bien en la propia vida, existen muchos matrimonios que se casan con la condición de no tener hijos.

Jessica Amaya.

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Se van a dar cuenta de que, jóvenes que han sido formados por nosotros, en sus horizontes y proyectos de vida, no está dentro ni el matrimonio ni mucho menos la maternidad y paternidad. Algunos me dicen: “yo no me voy a casar” y “tal vez voy a ser papá por accidente”, en cambio, en tiempos de María, las mujeres consideraban que el ser madre era una bendición, y no tanto porque era la ley de Dios, no, era por la posibilidad de ser la madre del Mesías, pues se pensaba que era como ganarse la lotería, él iba a ser el rey de reyes e iba a tenerlo todo.

Curiosamente, la tradición nos dice que María, de alguna manera, tenía la intención de no ser madre porque quería dedicar su vida al bien, al servicio de su comunidad. Quisiera referirme a algunos de los acontecimientos que nos presentan los evangelios; en el relato de la creación Dios se presenta a María con un proyecto: salvar el mundo, ¿Cuándo vimos a María reclamar?, vimos que era conocedora de la palabra de Dios y sabía qué significaba la muerte del Mesías, es decir, que si ella se asociaba con Dios para salvar el mundo tenía que correr en riesgo su propia vida.

El primer elemento de prueba fue el de decirle a la comunidad que el hijo que esperaba no era de José, María aceptó el reto, ella sueña junto con Dios este proyecto santísimo y se entrega desde el principio totalmente, tanto que cuando comprende el compromiso que estaba tomando inmediatamente corrió a contarle a su prima, se quedó con ella y la ayudó a ser madre, porque su vocación era servir.

Ella no quería poner límites a su hijo, cuando no entendía algo, la palabra dice: “guardaba aquello en su corazón”,cuando Jesús actuaba, de alguna manera se preguntaba: ¿qué es lo que el señor estaba diciendo y viendo?, es decir, la impunidad de María con Dios era muy grande, obviamente era una mujer de Dios. Cuando se pierde el niño del templo, por ejemplo, en lugar de jalarle las orejas, también dice: "guardó aquello en su corazón". No entendía, pero aceptaba que el niño tenía una misión que cumplir y ella, como madre, tenía el papel de acompañarle y permitirle que desarrollara todas sus posibilidades y no hacerlo a su imagen y semejanza. Caso contrario cuando le decimos a un niño: “Mira, haz tal cosa” y el niño contesta “¿por qué?”, y nosotros respondemos: “porque yo te lo estoy diciendo y punto” porque nuestro concepto de educación es imposición.

En varios momentos María acompaña a Jesús, un poco desde lejos, pero lo acompaña, cuando todos sus grandes amigos lo abandonan, ella estaba ahí, sufriendo con él, en aquel momento estaba ahí, presente, serena, adolorida, acompañándolo y cuando Jesús la nombra la madre de sus discípulos, ella asume inmediatamente el papel y es por eso que la encontramos en pentecostés, junto con los apóstoles y no crean que estaba ahí porque había sido nombrada “la madre de Juan”, estaba ahí a petición de los discípulos, ella mantuvo unida esa comunidad, porque eso sí es lo que hace una madre, unir, mantener, nacer, crecer, aunque signifique desaparecer.

Ojalá que nosotros sepamos ser madre para los demás, que ellos puedan encontrar en nosotros a alguien que piense, sueñe, se desvele y que esté dispuesto a darlo todo por su bien, que sepa ayudarlo a encontrar su camino y no imponer sus propias condiciones, sino dejarlo que las viva. No para sentirnos bien o que en algún momento digan “es que me hacen falta los niños", "me siento vacío porque no están” suena romántico, pero los niños no vienen para que nosotros sintamos bien, sino para que los ayudemos.

Que María sea nuestro modelo, agradezcamos, estoy seguro de que todos tenemos algo que nos mueve; nuestros padres, nuestras madres, nuestras maestras, aquellas personas que están con nosotros y una vez nos haya consumido la gracia de tener madres y padres, que supieron cumplir con su papel de ser la imagen de Dios en la casa, que supieron comprendernos, acompañarnos, corregirnos, nosotros también sepamos perdonar los errores que hayan podido cometer. Que Dios tenga celebrando en su gloria a todas aquellas que están ya con él. Felicidades también a las que son mamás, sepan ser el modelo, el bálsamo que permite crecer en la vida.

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