Ediciones FUNDECEM / Paisano nº 6

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de

revista

POESÍA

Paisano

Eliza Rincón Jesús Montoya Andrés Palencia Tamar Flores José Manuel López Mar Guerrero Jorge Paredes Recital de Poesía / Mérida, Noviembre 2016


En los ojos de mis amigos permanece intacto todo lo que escribo. En los ojos de mis amigos solo están mis ojos brillando, quemándose. Muda es la ilusión de mis ojos. Mudo es su lamento. Espero que se escuche la música en este poema, que la mano que lo toque me toque, que el beso que lo hiera me hiera, que las lágrimas que vengan con él me arrullen muy despacio. Espero que las risas de mis viejos amigos retumben en sus oídos. Quiero que sientan la vasta incertidumbre de este bus en el que siempre regresamos. Espero y quiero tener más esperanza. Espero y quiero ignorar a las estrellas, a los árboles, a los últimos sonidos de la aurora que tanto pesan. Ignoro tanta belleza para no sentir que me deshago.

* Le volteo la cara al monumento eterno que el amanecer traza en el cielo. Pero estoy exactamente ahí, perdido en él, son cosas de mis ojos, es el cielo, celeste y blanco, celeste y triste, celeste y solo, sólo mío. El cielo. Gris. Dulcemente gris, desde mi pena, desde mis ojos, solo y puro, sólo mío. Entre mi piel y la vida, entre la estrella y el mar. Mutilado, alto, muerto de día, vivo de noche, flota, flota y es inagotablemente mío.

Jesús Montoya

* Tengo el amanecer que merezco como un golpe bajo. Tengo el amanecer que merezco y es idéntico a una lágrima, tropieza en las paredes, se hinca entre mis ojos, se arrastra por la calle, me cuelga de los labios, me invita solitario, me inventa helado y silencioso, como yo inventé la noche, como yo lo inventé a él.

* Amanece y todavía espero. Todavía escucho la música colgada a mis oídos. Desgasto mis recuerdos esperando. Busco un poema que me devuelva a otro poema. Tiemblo. Sé que el cielo es más hermoso cuando no lo veo, cuando las estrellas lo abandonan. Amanece y


mientras muchos despiertan, nosotros nos tumbamos entre las cenizas, inmóviles, conmocionados. Todo nos consume. Todo nos arrastra. Decimos siempre adiós para ser la huella y el camino. Somos estos pasos que, sin dirección, palpitan por la tierra. Somos la noche que se limpia los labios con los ojos cerrados.

*

Jesús Montoya

No digamos nada más, somos el cielo que se extiende, cada cosa que queremos, reflejos perpetuos de manos que se tocan, de amigos que se alejan. Muchachos errantes, árboles y pájaros, labios que nombran y sepultan gestos, papeles que nos abren a lo largo y ancho de la cordillera, un manojo de palabras que largamente traerán consigo historias que queremos contar y no escuchar. Nunca, nunca, porque eso fuimos, historias que nadie contó. Historias de niños que silbaron hasta perder la ilusión, hasta quebrarse la cordura. Historias que nos envejecen suspirando, que guardan la amargura del último trago, el milagro del último trago, la fresca caída del último trago. No digamos nada más. Somos las calles, las plazas y los sueños de esta ciudad que nos odia, ese remolino que nos tragó enteros y se nos volvió este poema, este soplo de polvo y amor que nos persigue, estos recuerdos eternos que abrazan la piel y la memoria.


1. Soy la calma lenta de una pastilla.

Quizás haga falta otra. La desesperante audiencia exige cosas propias de una vomitiva. Me van cortando uno a uno los dedos de los pies y ya no puedo caminar igual. Algo como una nueva loca Luz Caraballo mutilada. La pastilla quiere cerrar mis ojos pero no me calma. No me vale tanto ruido, la rabia me gana y me fragmenta en cosas tristes. La rabia me abraza y me soba la cabeza, y yo no encuentro a dónde arrimarme. Hay un tierno frío que me llama, y yo me quiero ahogar en él. Yo quiero convertirme en muchas cosas pequeñas y desparecer. Quiero que lo primero que se vaya sean los ojos. Los oídos, para no escuchar más. Quiero volverme un insignificante pedazo de tierra que no sepa llorar ni dormir ni nada.

2.Soy otra persona cuando la luz se me acerca demasiado.

Tamar Flores

No me quites los lentes con tanto descuido. A veces mis reflejos traicionan al mundo entero y ya no podría hacerme responsable de más sombras. Vivo trazando el camino y todas las paradas para cuando logre saltar. Camino que nunca recorro y que siempre amanece con un nuevo árbol caído. Duermo con el cosquilleo del árbol podrido, de los pequeños insectos trepándolo cuando empieza a llover. Cambio el miedo por la ansiedad y la ansiedad por el disparo. Cambio las uñas por labios.

3.Soy unas manos que tocan el vientre.

Soy los dedos nerviosos. Hermosos un día. Tronados al siguiente. Soy el camino nervioso a la lámpara. Porque siempre debo encender la luz. Soy la luz de fondo que no duerme. Soy la garganta guardada y lastimada. La voz ronca del llanto reverso. Soy todo el miedo del mundo comprimido en una taza.


Cada vez me van quedando menos opciones para cambiar las cosas de lugar, Ya no puedo cambiar los espejos, ni moverme yo. Temporada forzosa de lo estático. Ahora soy algo muy quieto. Soy un matero al borde de la ventana. Demasiado al borde. Soy la puerta que golpea. La cerradura oxidada. Ahora el mirar hacia atrás y no nadarlo. Observarlo como nuevo vigilante de turno que no entiende todo muy bien. La eterna escalera que me obliga a descansar sentada en el piso. Y nada más. Sacas las cuentas. Siempre los dedos nerviosos. Siempre la voz del llanto. Pero siempre la noche cansada y el despertar de añil Y esa visita tímida de flores, que siempre vuelve Y quiere quedarse. Esas manos que besan a mis manos torpes.

4.Yo soy un corazón muerto dentro de otro que toma forma de tulipán. Soy una noche muy larga, con miedo a amanecer. Los ojos no se cierran para los pianos tristes, se cierran para las bocas tristes, se cierran para los bailes tristes, se cierran como las puertas. Yo soy un corazón que siempre acaba de despertar.

5.Me está tomando demasiado abrir los puños,

Tamar Flores

mudarme de trueno. Me estoy acordando de cosas de otra niña que se llena de tierra y llora. Siempre los dedos que se hunden en la tierra y corroen las ganas de bailar delirando. Respirar. Romper los pulmones en un ataque de ansiedad. En un ataque de llanto que tuve hace muchos años. Que todo lo que vuela siempre me da miedo, llorar por la plantada impotencia. Correr siempre. Vivo tarareando algún recuerdo triste que no termina de llegar. Me está tomando demasiado abrir los puños.


Canto de la errancia

Somos nosotros los que gritamos adentro y expulsamos en canto la errancia. míranos aquí perdidos olvidados por un terruño que nos hunde como su tierra seca.

somos nosotros los que hayamos la salvación en la noche cuando van poniéndose chiquitico los ojos y caen nuestros párpados. míranos aquí desechando todos los caminos con una brújula loca en las pupilas poniendo la mano en el pecho para aceptar una culpa que no es nuestra y así salvarnos.

Andrés Palencia

que amanezcamos sin resaca que no sigamos siendo cenizas en la mañana que reconozcamos la cara de nuestros padres al amanecer míranos agachados petrificados en plena luz del día caminando sobre nuestras sombras hundiéndonos en ella míranos huyendo ca(r)gados de miedo y de dolor míranos de pie salvajes pero erguidos. somos los nombres que gritan afuera los nombres que lloran en las aceras


los nombres que se van y quedan entre los labios la vida que ya fue arrebatada sin metal sin noche sin grito sin pertenencia. somos una generación encontrada en la morgue, en la noche bullosa colgados sobre los postes en los vuelos efímeros en los retornos en los llantos pujantes somos el número que se resta se suma y multiplica.

Andrés Palencia

míranos aquí enfilados y afilados punzantes para atacarnos los unos a los otros


Hay una ladera intacta ella sola / como la foto de su infancia

de su inocencia Una ladera como su angustia / como la voz de un cuervo es su dolor “Quiere ir al combate”. Hoy es el día del apocalipsis Hoy día del apocalipsis el canto es una ladera a rebosar el frío sigue y afuera es un número, una hoja de papel. Hoja de papel sin tinta por favor fírmelo firme su sentencia hágale el favor

José Manuel López

Será posible construir el día con las ventanas aire adentro ¿Será posible que el sol hable del oráculo? ¿Será posible despertar un día sin piedras adentro?. Que el fuego sea la casa Sea la manera de respirar/ que las gaviotas con el ir de la voz se extingan. La noche muestre lo que el sol esconde / pueda dedicarse al ritmo del tiempo. Es el fluir incesante de las cosas Ve cuando el fuego está limpio y sereno / habla de una vieja guarida en ruinas Donde vivió antes de nacer. Una vieja guarida / la de siempre / Camino arriba cerca de los ojos de Dios / Camino arriba donde Las antigüedades del Frio predican la vida de los bailarines solitarios celebradores de cada color / de cada mirada que se despliega / las manos se vuelven al jardín intacto con los tallos más puros Con el agua

Serena


A mis hermanos

Mar Guerrero

Parte I.

Mis días se retuercen, a quí las manos no se juntan, apenas tocan la estación purísima de los cuerpos desesperados, aquí las estrellas han callado las voces ásperas y las han vuelto un murmullo. Dialogamos de pronto con su espalda mis manos y yo. Tengo los senos hinchados y preciosos y los cantan sus manos de amapola como una canción a la muerte. Debajo están los pies más hermosos que he visto. Debajo está la tierra seca esperando ser regada. Estoy temblando porque olvidé sonreír. Veo la noche y el día juntarse. Todos me saludan pero nadie conoce estas malditas noches. Todos me saludan pero nadie puede ver mi desesperación. Me busco entre los muertos. Las palabras cantan la muerte, Yo canto a todos mis hermanos. Aún me quedan los abrazos de aquellos que cantan desde otro país. Los ojos tristes de mi desventurado amor. Unas manos oscuras irrumpiendo con el silencio del poema. La calidez que guarda la voz de mamá. El cielo que no termina. Las despedidas. He visto las manos de mis hermanos quemarse, He visto su calma destruida y sucia, He visto miradas que no albergan ni un mínimo de esperanza, He visto a mamá llorar por las noches, La he visto lamentarse, He visto a mi padre perder la cordura, He visto a mi hermano intentando volar, He visto cómo le cortan las alas y lo hacen miserable. Lo he visto perderse, igual que yo. Me encuentro inconsolable en esta habitación y nadie puede probarlo. He visto a mi abuela rezar todas las noches para que yo no sea una puta ni mi hermano un maricón.


Mar Guerrero

He visto partir la belleza de unos ojos tristes. He visto un cuerpo desprenderse de las marcas de un baño de caricias tan numeroso como los asesinatos en mi país, Todo ha desaparecido. Tengo miedo de ver mi rostro romperse como una ventana, De perder mi nombre en unas manos mugrientas, marchitas. Los viajes me cuelgan entre los dedos y el ron barato me acompaña. Aquílas palabras no existen, Han perdido la pelea con el silencio. Parece que tengo todo el tiempo del mundo para perderlo escribiendo. Escribo. Escribo. Por esas noches de atrasadas despedidas, Por esas noches de atrasados besos, Por los rostros. Porque los hombres sólo creen en los rostros.


El cisne se revuelca en las aguas de esta aurora le duele la alta herida que flota sobre su cabeza En su frente mi salvación la sed que he de tocar como un prado de sangre como un campo inolvidable mi sed bautismo del que regresa y perdona Esta espera es de roca traslúcida de enigma y de rosa solar de huesos altos que no cesan Yo te amo abierta en la colina II. Mi sexo es un vitral que arde una concavidad donde ha de tocarse el asombro Había una vez un árbol infinito árbol transcurriendo de una cueva a otra casas de Dios masticaban la noche bocas de Dios se arrodillaban bajo el cielo Era tierno este río que mecemos en los ojos.

III.

Esto no es un poema es un colibrí detenido en mis ojos el cielo arrinconado en el cuerpo no es un poema los poemas respiran y esto tiene la boca apretada como si se le fuesen a salir las noches y los cuchillos las iguanas, los espejos los árboles los lugares altos y bajos los piesitos desnudos del amor.

Eliza Rincón


Rito Botar los dados con la mirada es ahuyentar la poca suerte alguien vendrá a cobrar ese número caído

alguna vendrá rodando sobre su sombra del patio a la celda y así de lo visto desaparece en la rutina

la

mancha

Jorge Paredes

no importa cúal sea nace de la falta pidiendo cabeza

Paisano revista de POESÍA Mérida, República Bolivariana de Venezuela / Año3 / Nº 6 Editora Paisano Nº 6 María Celeste Sandoval Ilustraciones: Leroy Rojas

Noviembre 2016 Depósito Legal: LF4912014800580

Gobierno Socialista de Mérida Gobernador Alexís Ramírez Fundación para el Desarrollo Cultural del Estado Mérida - FUNDECEM Presidente Pausides Reyes Unidad de Literatura y Diseño FUNDECEM Ever Delgado Angela Márquez / Juan Jorge Inglessis e-mail: literaturaydiseno@gmail.com Issuu: https://issuu.com/fundecem twitter: @FUNDECEMLityDis


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