Ediciones FUNDECEM / Haz de luz

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HAZ DE LUZ © Stalin Gamarra Durán © FUNDECEM Gobierno Socialista de Mérida Gobernador Alexis Ramírez Fundación para el Desarrollo Cultural del Estado Mérida FUNDECEM Presidente Pausides Reyes Unidad de Literatura y Diseño de FUNDECEM Ever Delgado / Angela / Márquez / Juan Jorge Inglessis Editor: Gonzalo Fragui Portada:

Autor: Título: Técnica: Medidas: Año:

Juan Molina Molina El Estagirita Óleo 150 x 150 cm. 2014

HECHO EL DEPÓSITO DE LEY Depósito legal:LF49120148003009

República Bolivariana de Venezuela Noviembre - 2014 —2—


Stalin Gamarra Durán

Haz de Luz

República Bolivariana de Venezuela Noviembre 2014

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A Jorge Lacruz

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Voy… espera Va el rumor de lo efímero avanzando hacia el olvido. ¡Ah, la clara eternidad!

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Escalopio Por las noches el viento que respira la Sierra viene a tocar música con los escalopios del balcón y las ventanas. Sonrío y musito: ¡Om!

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Levedad Mi pesado cuerpo del día ahora flota, flota, flota hacia el sueño. A lo lejos languidece la pólvora de otro raudo año.

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Verano En la memoria oigo el canto sostenido de las chicharras, madurando los ocres del estío.

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Amanecer Antes del alba, oigo los pasos tronantes del Sol subiendo los peldaños de la Sierra. Ella, oscura, lo espera, y cuando siente que con su tenue luz la besa, enciende su cresta y apaga las estrellas.

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Despierto En este domingo de enero, por primera vez, no quiero soñar -pues siempre sueño-. Estar despierto, sí quiero, junto al arroyo y a las humildes piedras incrustadas de granates.

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Calle 18 La calle 18, donde vivo, esta noche se arropa en copos de niebla. Oigo como canta cuando pasa y me saluda: “buenas noches, amigo”, creo que me dice; y me acuerdo de los marcianos de Ray Bradbury. ¡Ah, qué niebla!

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Tarde Es la una de la tarde, la casa está en el punto armónico y tensivo del silencio que recorre sus habitaciones. Más tarde, la música de Eric Satie pulirá las silenciosas voces del piano y todos saldremos a bailar sus notas de luz.

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Fisgón En el límite entre la madrugada y el amanecer, sigiloso, me asomo a contemplar el andar del arrojado Sol.

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Viaje ¿Para dónde vas?, me preguntan los trajes cuando abro el escaparte, y todos quieren vestirme al mismo tiempo; pero no lo hago porque vaya a parte alguna. He olvidado las fiestas, los encuentros, la calle; vivo en claustro, en lucha contra los monstruos que asedian nuestros corazones.

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Impresión Hay días gemelos que funden pasado y presente. Hay una impresión de que nuestros sentidos se escapan de las cosas. Hay algo que no podemos alcanzar En la tranca de ese óvulo del tiempo. Hay una corazonada solitaria de un suceso, de un retorno que nos aleja y nos une.

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Conticinio No digan que la tarde se va al crepúsculo sin dejar su mascarilla de luz en el mínimo rostro del silencio.

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Visiones ¡Cuántos atardeceres vería Cristo; cuánto Cielo que le pertenecía en su visión y en su mirada!

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Bienvenida Recibiré cierta vida en la puerta y la echaré por la ventana. De sol a sol me llenaré de videncias, ciego entre lo luminoso.

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Estallido

Yo, hecho mago haré estallar el momento en un momento. Yo, viajero hacia lo conocido desapareceré en mis captaciones abiertas al amor, cansadas de repetir la vida.

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Cautivo Libre, tomaba las cosas de su agrado, pero temblaba ante la horrible finitud, y cuánto lamento por las inacabadas y por otras derrotas temporales, pérdidas que punzan, gozo pasmado, belleza muerta.

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La enfermedad Cómo curar la enfermedad de vida desde la intuición y lejano de la analogía infinita de algún dios; despertar como una cosa mínima, salvado del necio ojo del tiempo.

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Albor Cuando el albor se acerca, oigo crujir la luz que avecina la mañana y veo como sus rizos encienden el follaje. Un suspiro de brisa cosquillea mi cuerpo desnudo sobre la cama y al igual que los loros, ya despiertos sobre la pérgola que sostiene la cayenas y las trinitarias, abro mis alas, me sacudo y baño en la hojarasca de un aire húmedo y le canto a la lluvia que viene con su equipaje por lontananza.

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Errabundo Ocioso, vago por los campos de mi vida, libre de viejas expresiones. Vengo desde dentro, curado de ideologías, médico de falsas creencias. Voy de mi propia mano entrando a las realidades sin religión alguna y de mi cuerpo brotan flores.

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Voces Al llamado de la activa vida, he cambiado el corazón. Al salir de mi casa, dejé la puerta abierta y me fui calle arriba, esparciendo el dinero, botando las ropas de diarias competencias, con firme paso avanzando fuera de la social desconfianza; cada vez más lejano de lo ordinario, lleno de claros afectos, pleno de emociones sin argumentos.

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Curación

He curado mis días con palabras y ahora mi pensamiento no amanece enfermo. Otrora, la palabra me golpeó por donde erraba y tuve que oír mi negada alma. ¡Qué encantamiento el de la sabiduría! Sus pócimas han hecho brillar mi oscuridad. ¡Ah, la poderosa palabra de mis días!

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Instante No creas solamente en el instante, multiplícalo y celebra con otros cada una de sus partes. No aceptes sustitutos ante los hechos reales. Busca un límpido cielo de granos de luz azules. Lleva contigo lo que te pertenece: una abundante vida de la Nada.

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Un momento A veces hay enjambres de vida en un momento y es ley sin consuelo la orfandad en que nos deja cada momento con su racimo de tiempo desconocido. Siento que corro con un cúmulo de pasado que se desvanece al pisar el presente y este huye y se esconde; tal vez para engañar a mis sentidos o quizás el tiempo tenga otros planes de ruina contra mis planes, o un instante de mi cercano mundo borre las rutas y me trastorne. Por eso voy a repetirme y repetirme en el instante que me gusta a ver si logro el infinito aunque deje intocadas ciertas esencias.

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Efímera

Efímera mañana de luz plena inmersa en primavera con la que gozan cada uno de mis sentidos. Ni una sombra contrapuesta al claror desdice la gracia de la vida. Algo de todo esto es mío, me iré a su lado cuando pase. Hay que fijar la importancia del instante sobrevolando el tiempo. ¿Cómo crear en lo mortal análogo infinito de un dios?

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Despedida

Antes de hacerme a la vida no digo adiós a la suave luz que bosqueja la mañana. Lleno de sensaciones de mi criatura natural, emprendo mi destino tal vez hasta la esquina pero sin vuelta cual dios imperturbable ante los cambios, más bien vestido mi ocaso de sencillez despido las viejas ropas sin evitar la conciencia de alguien que niega mi huerto en el balcón.

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Impresiones Hay instantes en que todos mis sentidos se agolpan en banquete alrededor de mi vida e iluminado en un trago de eternidad apuro el presente y mi personal Red me despliega todas las experiencias de una vida completa: ser parte de cada cosa donde la existencia se estremece, ser un placer perfecto, no limitado en la evoluciĂłn del tiempo y revelarme al peligro antes de ser descubierto.

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Viajero Vestido de ordinario pero atento he rescatado mi vida del necio hacer; hoy tan lejos de las calles tan enormemente lejos de las multitudes, tan cerca de mi distancia, tan mi ermitaño, de espaldas a mi egoísmo, hoy feliz de no hacer nada, vivo de siempre al son y a la pisada de la mortal vida, de barriga al misterio, en parte totalidad y nada. Digo que voy a ocuparme de las cosas, comenzar con las tinieblas, depositarlas en un lugar luminoso, hacer de mis semanas un lar tranquilo; siempre me digo que dejaré en orfandad mis ataduras, aun siendo mis hermanas, y del lado que me quede de la vida haré un jardín de flores y de pámpanos. Allí, frondoso, dialogaré con la naturaleza — 33 —


acerca del tiempo avaro y de este organismo de placeres perfectos. Sí, vestido de cintura para arriba, veré pasar la presurosa niebla que en silenciosos años teje sus filamentos de plata con que ato mis animales percepciones de la cintura para abajo.

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Lírica Nadie advirtió el exceso de cualquier lírico poema, menos el sacerdote que llegó exactamente al género de los metros prohibidos. Un premio que lo habita entre otros y no entre nosotros sin altar ni hostias y sin encarnar ningún espíritu de percepción hacia el unánime grado.

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Creer Quién hubiera creído que yo sin garantías ni escoltas, sin costarme estar ¡vivir! en un país trapecio, policial, de murmullos redoblantes. Quién lo hubiera creído dejándome salir sin posibilidades a pan en estertores de crímenes impropios en fila hacia la morgue ¡en un domingo cuando Dios descansa! Quién lo habría creído con la mirada hacia el poniente de un joven que muere en el naciente. No arguyo nada, se me cansa la ropa desde donde me ahuyenta y me desnuda.

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Insomne Una crineja china de cencerros anuncia el triunfo de tu llegada en ósmosis de tarde y madrugada; a pico de garganta llena, sin sabores, machacas el crepúsculo en la luz del alba que en el pasillo descansa para llevarte a la insomne almohada. Qué cúpulas, qué minaretes, qué torres esperan tu sueño sin péndulo. Qué gallos circadianos, francamente, florecerán tu vigilia. Qué cerúleo el resto de tu noche y qué copa sudada y qué contento para siempre para siempre…

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Aquí ¿Qué hago yo aquí, de rodillas en mi cama, murmurando algo que no sé si me ofende? Ilustre de plumas sacudo mis alas de par en par y de nuevo en vacíos estertores por donde no vuelo con toda mi fila de escoltas y su laringe abotonada de inigualables preludios que no se oyen. ¡Cómo cambio de noche a día, murciélago inseguro, de país de riberas en la rapidez de mi música!

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La máxima torre Date cuenta de ahora y para siempre, desde la máxima torre de esta montaña donde alguien ha naufragado sin milagros y sin eternidades. Yo nací para esto, suspiro y resplandor, y en medio del fango he visto a Dios hecho melancolía. Lo que he escuchado en el pico más alto de los pájaros no me lo crean, ¿para qué?, si el mundo es una errante partitura de mentiras.

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Visita La visita del tiempo no es ahora, sino más tarde. ¡Espera, deja la prisa! El viento verdadero sobrevive al camino recorrido por los hombres. Enseña la palma de la mano de un rey al instante. El libro de Lot lo he visto hecho arena y el reloj del bufón, fotografía muda, envejecida. El excelente tiempo hoy nos visita para conversar en alfabetos que no se niegan y nos escriben desde las estrellas.

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A oscuras Si hoy ando a oscuras por no encontrar la lámpara, y si en mis párpados traigo un náufrago, sin milagros escribo estas palabras salidas al frente del vacío. Ahora estoy en el carbón de la noche y en la lucha entre mis sombras. Por muchos instantes no soy sino vino y una música girando en el fuego, costándome esa lumbre.

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Antes de amanecer Antes de amanecer ya había visto cómo se cerró la mañana. Antes del alba voy al tacto ciego y me inspiro en las venas, que se inflan como velas de barco y zarpo en la niebla a mis dominios. Me gusta huir hacia mis mocedades donde Troya me espera -eso siento-, vagando conmigo, buscando a Ulises antes de que él también se vaya, pues estoy tallado en sus viajes y en sus batallas.

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Adiós Adiós a quien puedo decir si estoy vivo de mí a la vuelta del tiempo. Vengo, más bien, de los suburbios, disuelto en soledades, donde los dioses sufren de insomnio. A ellos muestro mis credenciales, palabra por palabra, llenas de flores, dentro del tiempo, este tiempo donde renacieron las hojas. No, no medito por si hablando desde ti mismo me lo preguntas. Estoy invicto en mi respuesta, a merced de algún milagro en esa piedra donde ha estallado el trueno.

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Vacaciones Tengo siete años y me han traído por Semana Santa a casa de una tía loca. Hace un calor aquí de élitros, de insectos; me sofoca el canto de las chicharras, pero me gusta el de unas que son grandes, llamadas cocorras, y con su llanto, ayudan a la languidez de estas tardes como las de Arabia, según he leído en las enciclopedias, y me ayudan a buscar a mis rumorosos padres, que deben andar en un paseo por el Nilo. Ahora, en esta Semana, me complace alojarme en el naranja de las tardes, para despedir desde el mirador a ese sol obeso, pronto a su viaje por el vasto universo. — 44 —


¡Ah, el mirador!, que vino en la cabeza de mi bisabuelo, después de sus correrías por Egipto; el viejo bisabuelo de regreso cabalgando en lomo de un camello, vestido como los silvestres hombres del desierto. Pero es mejor que deje morir la memoria en este instante, y siga con mi cúmulo de vida: mi tía de ojos de gorrión, me mira y siento que va a hablarme de la muerte o de su cuerda primavera, hace tantos años, pero me descubre acezante, igual que las gallinas en el patio, bajo la rala sombra de los totumos, poblados de pacientes iguanas. Dadivosa, me tiende un granizado de limón y me sonríe su silencio de luna. Me acerco levitando sobre el magma del piso, invento un beso en su frente, mientras con voz de cigarra le digo: “Tía, Dios ha muerto”. Y nos vamos vagando lentos, estallados en carcajadas, fuera del invento del tiempo, disueltos sin espacio por los caminos. — 45 —


En esa camada En esa camada de la vida me he criado. En ese polisíndeton he sido discípulo, voz que retorna el sordo devenir del ser, la estatua del azar parpadeando la necesidad. Ahora: óyeme, Minotauro, quién es ese otro que nos desanda y nos persigue, en casi todo veloz y despacio, ronco en sus venas, precipitado de colores: quién es ese que en su tránsito nos hace la idea de un hombre, en cada letra, en cada piedra, en la custodia del perfume, donde por fin puedo leerlo, ese a quien apenas veo como mi idea. — 46 —


Por supuesto Por supuesto, por algo el geómetra en mí los ve en las entrelíneas de sus desnudeces, al aire, desde el jeroglífico de una peña, hechos plumas, dispuestos al clavado, en lo más alto donde ya no se escucha el aire y el pronto vuelo de un pájaro sin partitura, huérfano de vocales, lejos del cielo, alfabético, referido al tiempo, disoluto entre la trama del bosque. Aparte, sobre mi rama me alegra ser inútil, polícromo de perfumes antinómicos, efímero mi canto ronco por dentro, este día cuando, sin nosotros despacio, habré partido.

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Serenata Es madrugada y mientras mi sueño fabrica las legañas matinales, oigo el acorde solitario de una guitarra; también lo oye mi hermana, en su despierto tiempo. El que llega es un hombre incansable, de deseos inmensos. Las serenatas, allá, eran despedidas. Él se iba a Chile, a Santiago, en la hora sola de un pueblo solo. No sé si de corolas yo estaba dormido, pero escuché los acordes y me caí de la cama, mientras el viajero ofrecía la canción huidiza de alguien que se iba en una barca de oro, y yo miraba el cielo donde volaban brillantes las luces de las estrellas.

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Recuerdos Alguno de estos recuerdos, un pedazo de mínimo gesto, rígido que no palpo, de gente de otro siglo, sonrisas de antepasados, miradas ausentes, ceniza, hojarasca, lumbre de otro instante, vidas borradas en las fotografías, familia muerta, mi herencia órfica, mi enigma resurrecto sin que nadie acompañe esta muestra de hechizo girando su sombra en el aire, que ningún fuego quema, ni un silencio tenor calla, a pesar de tanto oírlo. Tampoco el encuentro, el cuerpo nacido aquí en el tiempo de lejos y sin palabras me elevo hacia el recuerdo de mis antepasados.

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Despedidas Dice mi hijo que vaya sufriendo la sastre medida en que mis amigos van muriendo: uno en Los Ángeles, otro en Burdeos, en Bogotá, en Guanare, en alguna montaña, aquí en Mérida, donde vivo. Les voy diciendo adiós en grupos de recuerdos, despidiendo mi entierro en vuelo con mis años al lado del cortejo.

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Exilio No ahorres el viaje que te lleva a la puerta de tu casa, Ulises. Siempre fuiste exilio, como hemos sido todos. El exilio con sus olas a la furia del exilio. Todavía llevado de tu mano no puedo alcanzar mi hondo reino. Tendría que pasar por muchos fuegos, ruinas, despertar en otras ciudades, arrastrado de vida, buscando un hotel en la claridad de mi alegría, calle arriba a mi exilio. ¿Dónde en la ruta equivoqué mi sombra borrada por la lluvia? Sé que soy la demora, a la que debo un beso.

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No hay fin No hay fin, nos vamos lejos pudiendo atravesar la nada pero no hay fin. Óigase bien: más allá de la colina no hay fin, solo una muerte inventada por el tiempo. Hay también con las horas algo que fue o ha sido y que poco importa al tránsito del Sol viajero. Inútil leernos las cartas para un retorno que vuelve diferente.

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Nadie Que nadie Que alguien No me hable Con palabras Sin estar convocadas Por el sueño. Quiero estar vivo En el labio De cada quien Cuando dibuja Una palabra Letra a letra Articulada Alrededor de los labios Que hablan Quiero velar la gula Sonora del dorso De tu lengua Cuando choca Contra mi paladar Quiero mi obituario Después de un beso Porque sé que vendrá Un poeta A sentenciar El fin de la línea Borrada a bordo de un espejo.

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En vano En vano Si ciego voy Sobre mis hombros Dónde estoy No me hables Que en cada letra Voy llegando A gritos Apretados en mis manos Gritos muertos Los de siempre Y seguro voy Pendiente de tu cuerpo Paso a paso donde me encuentro Y me convierto En cada uno de tus filamentos Cómo es que puedo Perderme Siendo yo El escribano de ese cuerpo El rostro de las palabras La lumbre Los siglos Su sombra.

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Desnudo Estoy desnudo, tendido en la tempestad de la noche; el viento se alejó hacia el horizonte. También, estoy a solas, rico de olvidos, velando los recuerdos; la oscuridad brota allí donde me encuentro unánime, a espaldas de mi vieja aldea perdida entre montañas, y corre la memoria cerrando puertas y ventanas, dando vueltas definitivas, porque regresaré en primavera, aunque no haya quien me diga: ¿de dónde, de quién has escapado?

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Índice Voy… espera Escalopio Levedad Verano Amanecer Despierto Calle 18 Tarde Fisgón Viaje Impresión Conticinio Visiones Bienvenida Estallido Cautivo La enfermedad Albor Errabundo Voces Curación Instante Un momento Efímera Despedida Impresiones Viajero Lírica — 57 —

págs.

7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 35


Creer Insomne Aquí La máxima torre Visita A oscuras Antes de amanecer Adiós Vacaciones En esa camada Por supuesto Serenata Recuerdos Despedidas Exilio No hay fin Nadie En vano Desnudo

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Este libro

Haz de luz

se diseñó en la Unidad de Literatura y Diseño de FUNDECEM en noviembre de 2014. En su elaboración se utilizó papel bond, gramaje 20, y la fuente Book Antigua en 11 y 14 puntos.



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