Ediciones FUNDECEM / El alma común de las Américas

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El alma común de las Américas



José Manuel Briceño Guerrero

El alma común de las Américas Compilación Miguel Ángel Rodríguez Lorenzo José Gregorio Vásquez C.


El alma común de las Américas © J. M. Briceño Guerrero © FUNDECEM Compilación Miguel Ángel Rodríguez Lorenzo José Gregorio Vásquez C. Gobierno Socialista de Mérida Gobernador Alexis Ramírez Fundación para el Desarrollo Cultural del Estado Mérida FUNDECEM Presidente Pausides Reyes Unidad de Literatura y Diseño de FUNDECEM Editor Gonzalo Fragui Diseño y cuidado de colección José Gregorio Vásquez Fotografía de portada Gerard Uzcátegui HECHO EL DEPÓSITO DE LEY Depósito Legal: lf49120148003427 ISBN: 978-980-7614-16-0 República Bolivariana de Venezuela Octubre – 2014 Impresión Gráficas El Portatítulo, C.A. Mérida, Venezuela Impreso en Venezuela


Homenaje

El lenguaje ejerce un poderoso hechizo sobre el pensamiento J. B.

Cómo rendirle homenaje al maestro José Manuel Briceño Guerrero. Cómo ayudar a que su obra, su pensamiento, sus ideas y su mundo de palabras siga su cauce. Con un libro. Sí, con un libro. Él así lo permitió para esta ocasión con un tema en particular: sus ensayos sobre América Latina y el Caribe. Textos que guardan una profunda comprensión sobre lo que somos y cómo nos identificamos en este lado de los mares de Occidente. Guardar su recuerdo, difundir su obra, estudiar su pensamiento y agradecer su legado de varias generaciones de discípulos será una tarea de muchos años. Con esta antología de textos bajo el título El alma común de las Américas, con sus páginas trastocadas por la tinta de sus palabras, tal vez podamos iniciar ese largo recorrido. Por ser éste el primer paso en esa larga marcha agradecemos a Fundecem, a través de Pausides Reyes, esta edición que forma parte de una Colección Homenaje, que celebra en un sentido justo la obra de pensamiento de tres hombres insignes de la cultura venezolana. Porque creemos que en palabras podemos proteger todo aquello que puede olvidarse, o quebrarse, o borrarse de este ahora, celebramos la presencia de este primer testimonio -7-


que nos permite el conocimiento y re-conocimiento de un pensamiento como el de J. M. Briceño Guerrero, que desde 1962 vislumbra la esencia fundamental de lo característico de nuestro destino como venezolanos y como partícipes de una cultura que nos hace decirnos y reconocernos en una alma americana común. Luego de su partida física, este libro estrena el necesario examen a una Obra singular e ineludible de Briceño Guerrero, Obra llamada a perdurar en las generaciones futuras.

Miguel Ángel Rodríguez Lorenzo José Gregorio Vásquez C.

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La evangelización, la inconclusa

“A partir del descubrimiento de América por Cristóbal Colón, Europa comenzó a expandirse hacia estas tierras. Encontró un nuevo ámbito geográfico hacia donde crecer. Pero estas tierras no estaban deshabitadas. Vivían aquí unos pueblos bárbaros que no conocían la civilización, ni mucho menos el corazón de la civilización: la religión verdadera. Entonces los europeos se propusieron evangelizar a estos salvajes y se trajeron de África a otros hombres no menos salvajes para hacerlos disfrutar los supremos beneficios de la fe cristiana”. “Este año, 1992, esa labor misionera cumple cinco siglos. Pero no ha terminado. Mucho se ha logrado, es cierto: este es un continente cristiano donde florece la civilización europea (el adjetivo es redundante) y donde se hablan lenguas europeas. Sin embargo, los salvajes, por lo menos en parte, se han mostrado reacios a aceptar la generosa oferta europea”. “No sólo quedan todavía grupos humanos hundidos en sus supersticiones ancestrales y en sus costumbres primitivas. También entre los aparentemente civilizados se conservan creencias y usos precristianos disimulados bajo las palabras y las instituciones que han adoptado. No se sabe si por estupidez congénita o por taimada resistencia; lo cierto es que persisten en sus antiguos errores con diferentes grados de intensidad y deliberación”. “Por otra parte, debemos señalar y destacar un hecho de capital importancia: no todos los europeos que vinieron a -9-


América eran cristianos puros, como no lo son los que han seguido viniendo. Los de España y Portugal eran cristianos puros; pero los del norte de Europa habían caído en la herejía protestante. Así tenemos por un lado la América sajona y por otro lado la región llamada Latinoamérica. Esta última, agraciada con la fe verdadera, limpia y pura de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, además de sufrir internamente la resistencia de sus salvajes, se ve confrontada con la policéfala invasión de sectas evangélicas incansablemente proselitistas provenientes del norte. Según ciertas estadísticas están logrando ya una conversión por minuto en nuestra América Latina”. “Como si todo esto fuera poco, a partir de la Revolución Francesa y de la Revolución Industrial, otras sectas, de carácter político y social sobre todo, con el sello de la modernidad y los heterogéneos nombres de socialismo, libre empresa, naturismo, hedonismo, ateísmo, revolución ya, tráfico de drogas, nos invaden agresivamente trayendo confusión a la grey del Señor”. “No terminan aquí las dificultades. Del Lejano Oriente, desde hace varias décadas, han comenzado a llegar diversas formas de budismo, taoísmo, hinduismo, tantrismo, sufismo, bahaísmo, además de cultos sacrílegos a hombres mortales como el que se le rinde a un tal Sai Baba, o al obeso gurú Maharayi. Algunas de esas sectas se enmascaran con técnicas terapéuticas o artes marciales y todas se ven favorecidas por la nefasta libertad de cultos y la desatinada educación laica. Hasta los mahometanos quieren hacer mezquitas en nuestras tierras ¿olvidaron acaso al Cid y a Carlo Magno y a Rolando y a la Reina Isabel?”.

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“No olvidemos nosotros tampoco que los pérfidos judíos, asesinos de Cristo, cuando fueron expulsados de España y Portugal, vinieron en no pequeño número a América como marranos y han osado continuar sus prácticas religiosas, ciegos para la luz del Redentor”. “Digámoslo claramente. No sólo no ha terminado la evangelización después de quinientos años. Se enfrenta a nuevos obstáculos. Hacen falta por lo tanto nuevas cruzadas y nuevas inquisiciones, pero de otro género. Es urgente tomar las riendas del poder político, del poder económico, del poder militar, de la educación pública, de los medios de comunicación de masas, de la policía. Que todos esos réprobos, que todos esos sectarios sientan el olor a chamusquina de las santas hogueras. Firmes y adelante, huestes de la fe, sin temor alguno que Jesús nos ve”. Todas estas cosas me las dijo un loco recluido en el hospital psiquiátrico de Barquisimeto. Creo que además de loco es un poco obtuso. No me parece que haya comprendido con prístina claridad el sentido profundo del evangelio. 1992

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Unidad y diversidad de Latinoamérica

El lenguaje ejerce un poderoso hechizo sobre el pensamiento. La existencia de un término hace creer en la existencia de una realidad a la cual sirve de nombre. Para cada palabra una cosa, para cada cosa una palabra. El plano de la realidad y el plano del lenguaje parecen superponerse en una relación de correspondencia: a cosas substantivos, a acciones verbos, a estados de cosas y acontecimientos oraciones, a vínculos entre cosas y entre estados de cosas y entre acontecimientos preposiciones y conjunciones, a cualidades de las cosas y de las acciones adjetivos y adverbios... al mundo y a las leyes del acontecer morfología y sintaxis, al universo real el universo del lenguaje. Entre ambos planos se sitúa, como intermediario análogo, el plano mental: imágenes, conceptos, juicios, encadenamiento de juicios... el universo del pensamiento. Tres planos paralelos y coincidentes entre los cuales se mueve soberanamente la conciencia humana. La luz de cada plano ilumina a los otros dos; el que percibe claramente, piensa claramente; el que piensa claramente, habla claramente; y lo mismo permutando los términos. Este primer efecto, simétricamente trifoliado, del hechizo retrocede hasta casi desvanecerse cuando lo observamos lúcidamente. La dificultad práctica de separar esos tres planos, la independencia que cada uno adquiere en los casos en que la separación es posible –las vastas zonas desconocidas de la realidad, lo inefable, la ficción, la fantasía, las glosomorfías lúdicas y las inconscientes e involuntarias–, las compro-13-


baciones de la lingüística comparada sobre la pluralidad y diversidad de los idiomas del mundo en cuanto a estructura gramatical y forma interna, la tan amplia y profundamente estudiada participación del lenguaje en la formación del “mundo objetivo”, son hechos que, junto con muchos otros, deberían bastar para hacer desaparecer la creencia ingenua en una correspondencia del lenguaje con la realidad. Sin embargo, el desenmascaramiento teórico de la problemática que se oculta tras tan ingenuo simplismo no impide que en la vida cotidiana sucumbamos, tanto a nivel individual como a nivel colectivo, ante el hechizo de las palabras, sobre todo cuando éste se encuentra potenciado por el uso oficial y la millonaria reiteración de los medios de comunicación de masas. No es pues ocioso, a menos de utilizar este vocablo en su noble sentido etimológico, el investigar las grandes palabras de que nos servimos con frecuencia, para averiguar a qué corresponden exactamente, para asegurarnos de que no son meros fantasmas verbales al servicio de sistemas de enajenación. En este sentido, se justifica la pregunta ¿existe Latinoamérica? aunque parezca impertinente a quienes se niegan a radicalizar su pensamiento mediante la problematización de lo aparentemente obvio y prefieren actuar sobre supuestos no analizados. Es interesante observar que la palabra Latinoamérica surge bajo la óptica y en el sistema lingüístico de los países imperialistas durante el presente siglo. Su significado es claro: Latinoamérica es la parte subdesarrollada del Continente Americano; su función dentro de la economía mundial consiste en suministrar materias primas a los países industrializados y consumir sus productos manufacturados. -14-


Empresas capitalistas establecen en ella instalaciones para la extracción de las materias primas, agencias para la venta de los productos manufacturados y, en algunos casos, sucursales de fábricas disfrazadas de industria nacional para aprovechar la mano de obra barata. En este horizonte, la respuesta a la pregunta es fácil y puede darse inmediatamente: sí existe esa parte subdesarrollada del Continente Americano, sí existe Latinoamérica como zona neocolonial y sí cumple la función indicada dentro de la economía mundial. Dar una respuesta inmediata es tarea menos fácil cuando consideramos los significados que la palabra tiene en el uso lingüístico de los habitantes de la parte subdesarrollada del Continente Americano. Cuando éstos dicen Latinoamérica parecen referirse a un ente unitario identificable y definible por características intrínsecas. Pocas veces llegan a formular esas características y cuando lo hacen casi nunca se molestan en fundamentar sus afirmaciones, como si no fuera necesario, como si fuera tan evidente la unidad de Latinoamérica que el insistir sobre ella resultara perogrullesco. ¿Tienen razón o han sucumbido ante el hechizo de la palabra? ¿Tienen un significado propio para esa palabra o no han hecho sino someterse a la óptica imperialista adoptando su uso lingüístico y adornándolo, para hacerlo leve en sus implicaciones, con un fantasma semántico consolador? Conviene examinar más de cerca esta cuestión y por aspectos antes de lanzarse a una respuesta global. ¿La unidad a la que se alude será acaso geográfica? Es indudable que no. Los Andes, las costas, las vastas llanuras, las intrincadas selvas tropicales, los desiertos, son regiones muy disímiles no sólo por sus rasgos particulares, sino también en cuanto a la influencia que ejercen sobre los -15-


grupos humanos que las habitan. Además, el mismo tipo de región varía según la latitud y la longitud. Compárense según su cercanía al ecuador, a los trópicos o al círculo polar antártico, compárense las costas del Atlántico con las del Pacífico, las del Caribe con las de Chile, etcétera. Si se trata de una referencia geográfica simplemente ubicatoria en términos muy generales y negativo: Si no es Asia, no es África, resulta insuficiente para sugerir identidad y unidad pues las varias regiones de Latinoamérica se diferencian tanto entre sí como se parecen a regiones similares de otros continentes. Geográficamente, pues, nos queda sólo el gran marco formado por los confines del Continente Americano con sus islas desde la Patagonia hasta el Río Grande. Para que esto constituya una entidad unitaria a la cual nos sintamos pertenecer como a una especie de gran patria, falta mucho, muchísimo más. ¿A qué se refieren entonces los habitantes de la parte subdesarrollada del Continente Americano cuando dicen Latinoamérica? No es infrecuente oír hablar de una comunidad de orígenes: todos descendemos de íberos, indios y negros. Esta engañosa simplificación surge de la ignorancia y se sostiene gracias al hechizo del lenguaje. En primer lugar, eso de íberos se nos parte en españoles y portugueses, lo de españoles se disgrega en andaluces, vascos, castellanos, catalanes... Es más, los conquistadores y colonizadores íberos no sólo eran diferentes en cuanto a la región de origen sino también en cuanto al momento de su venida ¿o afirma alguien que eran iguales los de 1492 a los de 1592 y éstos a los de 1692 y éstos a los de 1792? ¿Es que no cambian la mentalidad de un pueblo las experiencias históricas de siglos? -16-


¿Y las tendencias separatistas que aún hoy se advierten en algunas provincias españolas son artificiales y arbitrarias? Por otra parte, la palabra indios, surgida del error de los descubridores al creer que habían llegado a la India por el occidente, hace errar aún en nuestros días a media humanidad con la idea falsa de que los habitantes de América constituían una unidad étnica o cultural o de ambos tipos. Nada más alejado de la realidad. Étnicamente, los onas eran tan diferentes de los incas, como los japoneses de los griegos, los caribes tan diferentes de los aztecas como los chinos de los ibos, los bororá tan diferentes de los mayas como los ingleses de los árabes... En cuanto a la cultura se sabe lo suficiente para poder afirmar de manera rotunda y categórica que no había unidad cultural. La organización social iba desde los clanes nómadas hasta los imperios, con los más diversos sistemas de parentesco; el atuendo personal desde la desnudez hasta el complicado esplendor de túnicas, tocados y calzado; la religión desde las creencias sin teología hasta el más elaborado monoteísmo; el arte desde la carencia paleolítica incluso de cerámica hasta la arquitectura colosal con pinturas murales; el comercio desde el simple trueque personal hasta el intercambio organizado en mercados con uso de moneda; la economía desde la recolección, la caza y la pesca hasta la organización nacional y la planificación regional... pero lo que mejor puede ilustrarnos sobre la heterogeneidad cultural de los “indios” es el hecho de que en la América precolombina se hablaban unas 1230 lenguas de familias tan disímiles como en el Viejo Mundo la sinotibetana y la bantú; aún actualmente hay tribus indígenas que viven a pocos kilómetros las unas de las otras y hablan lenguas totalmente diferentes. -17-


Finalmente, los llamados tan unitariamente “esclavos negros” pertenecían a grupos étnicos y culturales tan diversos que en muchos casos lo único que tenían en común era el ser esclavos. Esta breve consideración de los orígenes nos hace ver que fueron los más heterogéneos de que se tenga noticia en la historia de la humanidad. ¿Qué quieren decir, entonces, los que dicen Latinoamérica pensando en algo que no es pura y simplemente la parte subdesarrollada del Continente Americano? Latinoamérica se caracteriza –afirman algunos– por un nuevo tipo de hombre, el mestizo, surgido de la mezcla étnica y cultural; las diferentes razas y culturas se fundieron para producir un hombre nuevo con una idiosincrasia nueva, una nueva raza, la raza cósmica, prototipo de la humanidad futura. Este dislate proviene de la falta de información y de la ilusión de unidad que crean las palabras. En primer lugar, hay todavía gran número de aborígenes, millones, que no se han mezclado. En segundo lugar hay países enteros, los del cono sur, formados de población blanca europea, países donde el mestizaje ha sido insignificante y en ningún caso da el tono nacional ni determina el aspecto de la población. En tercer lugar, las vastas regiones de mestizaje difieren profundamente unas de otras según las características de los que intervinieron en la mezcla y la proporción en la cual intervinieron; así, en algunas regiones la mezcla fue entre negros y blancos, en otras entre blancos e indios, en otras entre indios y negros, en otras entre los tres, siempre en proporciones diversas y siempre, recordemos, con las profundas diferencias que se ocultan tras las denominaciones “blanco”, “negro”, “indio”, -18-


de tal manera que sería necesario hablar, si en ello se insiste, de muchos nuevos tipos de hombre, de muchos tipos de mestizo. En cuarto lugar, se encuentran por todas partes collages étnico-culturales: aldeas de japoneses, alemanes, italianos; colonias agrícolas extranjeras que conservan las tradiciones de su país de origen y se aíslan del resto de la población; “campos” petroleros; villes champignons surgidas en torno a minas; barrios de inmigrantes en las grandes ciudades, y en todo caso lo que llaman “colonias” en algunos sitios, la francesa, la hebrea, la árabe, la inglesa... La pretendida existencia de la raza cósmica, la unidad del mestizo se desmorona ante el más ligero análisis; no es una realidad, es una creencia errónea. ¿Dónde hemos de buscar, entonces, la unidad de Latinoamérica? La guerra de independencia, la gesta emancipadora unificó –dicen otros– a toda Latinoamérica en la voluntad común de libertad y soberanía. Mito sobre mito. En la mayoría de los casos la tal gesta fue dirigida por los criollos contra la burocracia peninsular que detentaba el poder político y no implicó casi nunca cambios notables en el status de las demás clases; además ni en el hecho de ser empresa de los criollos fue homogénea ni homogeneizante: en México coincidió con movimientos sociales verticales, el Perú fue “liberado” por tropas extranjeras, en el Brasil no hubo guerra...; en general no se trató sino de una secuela automática de la decadencia, derrota y desmembramiento de los imperios ibéricos; las colonias francesas (con excepción de Haití), inglesas y holandesas no se movieron. ¿Dónde hemos de buscar entonces, ¡oh! dónde, la unidad de Latinoamérica?

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Ha sobrado quien afirme que la unidad latinoamericana está dada por la religión y la lengua comunes. En cuanto a la religión, bajo el nombre de catolicismo se pretende identificar a los más dispares sincretismos. En cuanto a la lengua, olvidan que en la parte del continente llamada Latinoamérica se hablan varias lenguas, puesto que incluye a los países hispánicos, al Brasil y a Las Antillas y Guayanas, inglesas, francesas y holandesas. Por este lado tampoco encontramos unidad; nos veríamos obligados a partir el concepto y distinguir entre una América hispánica de discutible unidad, el Brasil, la Guayana, y Antillas británicas, la Guayana y Antillas holandesas, la Guayana y Antillas francesas, con cinco lenguas y multitud de cultos sincréticos, sin contar los millones de aborígenes que todavía hablan sus lenguas y practican sus religiones. Algunos optimistas delirantes han hablado de una unidad de conciencia, la conciencia justamente de constituir una unidad. Nada más ridículo. La mayor parte de la población de Latinoamérica es ignorante hasta el analfabetismo y no sabe ni siquiera que la tierra es un planeta en el cual hay continentes y que América es uno de ellos; las noticias de satélites artificiales y astronautas no hacen sino enriquecer las mitologías locales. Millones de habitantes de Latinoamérica sólo tienen conciencia de la miseria, del hambre, de la enfermedad, de la opresión, de las catástrofes telúricas. Mientras más se busca unidad, más se encuentra heterogeneidad. Heterogeneidad que penetra destructivamente aun la conciencia de cada hombre, heterogeneidad que se multiplica e intrinca con la llegada constante y creciente de nuevas influencias inconciliables y dispersivas. Todo esto se traduce en inquietud e inseguridad, en migraciones inter-20-


nas, en un hervir borbotante de tendencias contradictorias y polivalentes, en movimientos políticos amorfos, en violencia ciega. Esto sí es general, de manera que llegamos a la paradójica comprensión de que la unidad de Latinoamérica está en su heterogeneidad, en su diversidad irreductible a todos los niveles. Esto no es, sin embargo, lo que quieren decir los que usan la palabra Latinoamérica para referirse a un ente unitario identificable y definible por características intrínsecas. Al no encontrar tal ente en la parte del mundo que lleva ese nombre y al observar, no obstante, el perseverante empleo de la palabra con ese significado, es forzoso hacer un intento de interpretación por otro lado: tal vez no se nombra así a un ente real, sino a un ente posible, imaginable, deseado o presentido. En otras palabras: ¿no será la unidad latinoamericana un proyecto que tiende a comprometer la voluntad de los latinoamericanos? En lo que respecta a una parte de Latinoamérica, la de habla española o Hispanoamérica, Bolívar concibió un proyecto de unificación y una corriente de pensamiento bolivariano aún viva lo sostienen aún y algunos de sus corifeos lo han ampliado para abarcar también al Brasil. Esta corriente es utópica en la medida en que pretende apoyarse sobre una supuesta unidad cultural ya existente y obsoleta en la medida en que excluye por definición amplios sectores del territorio latinoamericano y de su población. Además, por lo general ha perdido contacto con la problemática actual y ha caído en la sospecha de servir a los intereses imperialistas. En lo que tiene de positivo será probablemente absorbida por la otra corriente más amplia y de proyecto más completo.

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El proyecto que se incuba en la mente de los que usan la palabra Latinoamérica, con significado distinto al que tiene en labios imperiales, implica una búsqueda de identidad y una búsqueda de existencia unitaria. ¿Cómo es posible que dentro de tan heterogénea heterogeneidad, dentro de tan cambiante y varia diversidad, haya surgido ese proyecto de unidad, esa búsqueda de identidad y de existencia unitaria? Considérese que el proyecto es antinatural en la medida en que se opone a las tendencias localistas, las cuales se fundamentan en poderosas razones culturales, étnicas, históricas, geográficas, nacionalistas, lingüísticas... No hay nada, por ejemplo, en la mentalidad de un argentino promedio, que lo incline a desear junto con los haitianos un ente unitario; es más, a muchos les molesta que los clasifiquen dentro de zonas, prefieren pensarse nacionalistamente como nación de glorioso destino independiente. Reconózcase que tal proyecto no podía surgir de las idiosincrasias locales; la patria de Bolívar se separó alegremente de la Gran Colombia tan pronto como pudo; las potencias imperialistas encontraron quienes los ayudaron a inventar el Uruguay y Panamá; Perú y Ecuador han estado dispuestos a pelearse por unas leguas de desierto, Centroamérica insiste en ser un mosaico de nacionalidades; en el interior de los países de gran territorio ha habido tendencias separatistas... ¿De dónde surgió entonces ese proyecto? ¡Y baste ya de raza, religión, lengua, origen, destino mesiánico! Ha ido surgiendo poco a poco, se ha ido incubando, como reacción y por oposición a otro proyecto, el proyecto que se esconde en el nombre. En efecto, aunque es durante el presente siglo cuando se generaliza el uso de la denominación -22-


Latinoamérica, el término (l’Amérique latine) ya había sido acuñado en la sexta década del siglo XIX por los ideólogos del Second Empire quienes estaban empeñados en justificar la expansión capitalista de Francia con un panlatinismo ad hoc. La latinidad (sic) de esta región daba derecho a Francia para servirse de ella como fuente de materias primas y como mercado con el pretexto de defenderlo del expansionismo anglosajón. Nos bautizaron, a pesar de nuestra diversidad, con un nombre único para manejarnos mejor conceptual y prácticamente de acuerdo con sus intereses, y fracasaron después de la desgraciada intervención en México. Pero el nombre y la intención quedaron para ser llevados a la práctica por otra potencia imperialista que se sirvió de otros pretextos ideológicos: América para los americanos, defensa del continente contra el colonialismo europeo y, actualmente, defensa del continente contra el expansionismo comunista conculcador de la libertad. Al ir descubriendo poco a poco que son víctimas de una misma opresión, los latinoamericanos más esclarecidos comienzan a romper la enajenación ideológica, el hechizo mental que los imperios lanzan sobre los oprimidos, comienzan a saberse solidarios y a buscar la unidad del combate, la unidad que germina en las luchas comunes de liberación. Las potencias imperialistas “inventaron” (sentido o’gormaniano) a Latinoamérica y se han servido de su invención con pingües beneficios; pero he aquí que los latinoamericanos, al calor de las luchas de liberación, comienzan a fundirse desde su heterogeneidad, comienzan a constituir una unidad, a elaborar su identidad, comienzan a “inventarse” a sí mismos pero con un signo contrario al que -23-


les dieron, oponiendo a la servidumbre ingenua la voluntad de independencia. Los latinoamericanos, con óptica propia, comienzan a crear un ente unitario definible e identificable por características intrínsecas, un ente al cual pueda referirse la palabra Latinoamérica cuando ellos la usen. Por los momentos se refiere al anhelo y a sus incipientes manifestaciones. Sin embargo, ese nacionalismo genésico de Latinoamérica no debe hacer olvidar que su lucha es compartida por pueblos de otros continentes que se encuentran en condiciones similares, de manera que lo que se está fraguando actualmente en este proceso mundial de desenajenación, unificación y liberación, desborda los intereses particulares de Latinoamérica y apunta hacia la unidad consciente de la especie humana, hacia la constitución de la identidad del hombre. 1969

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Maracaibo ¿qué tengo yo contigo?

No conozco mi origen. Desde que puedo recordar, estoy aquí, acostado boca arriba sobre mi caparazón, lisa y estremecida la barriga, sin patas, a la merced del sol y de los vientos, ladeada la monstruosa cabeza con el pico rapaz sorbiendo limón, occipucio prominente, coronilla puyuda, fontanelas abiertas. Yo venía del Apure y no había visto el mar. Tú no eres más que el Apure y eres menos que el mar. Marcito, mar chucuto. Balsa vi y usé, bongo enorme y plano amarrado con cable y polea a otro cable, bongo con acera, un bonguero lo mueve clavando una pértiga en el fondo del río y caminando por la acera; balsa endeble, el río se la lleva cuando le da la gana. Pero tú tienes ferry, barco bobo, capón, amarrado a su vaivén por el miedo a los mares verdaderos. Eres muy bolsa, no quiero que me gustes. Busco el mar; como el Apure. Maracaibo city. Estuario de Maracaibo. Cuenca de Maracaibo. El estuario está constituido por cuatros zonas hidráulica y ecológicamente interdependientes: el lago propiamente dicho con un espejo de agua de doce mil cuatrocientos kilómetros cuadrados; el estrecho, de cuatrocientos ochenta kilómetros cuadrados; la bahía, de seiscientos cuarenta kilómetros cuadrados; el golfo, de doce mil ochocientos kilómetros cuadrados, pero como parte del estuario sólo deben considerarse las fontanelas San Carlos-Zapara y Cañonera-Cañonerita, y el área del golfo que las rodea.

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En el espejo del lago podría bañarse cómodamente la sagrada Creta (8.259km2) con todo y laberinto, con todo y Minotauro, con todo y Dédalo y Teseo y Ariadna y Minos y Pasifae. Ningún pico en el fondo de la bañera le puyaría el trasero. Mil quinientas cuadras en dirección norte sur (entre los 9º00’ y 10º30’ de latitud norte). Mil cien cuadras en su parte más ancha en dirección oeste este (entre los 71º00’ y 72º20’ de longitud oeste). Profundidad media, veinticinco metros aproximadamente, un cuarto de cuadra; profundidad máxima, treintidós metros frente a La Ceiba; no llega al treintitrés masónico, como sí llegan muchos maracuchos. Las aguas más salinas y más frías en el fondo, menos salinas y más calientes hacia la superficie. Con esos baños se le quitarían a la sagrada Creta los temblores y los terrores; no hay aquí toro subterráneo mugiendo ni toro fatídico de brillo seductor. Oiría los bramidos inocentes del ganado a su espalda si se bañara mirando al norte. Desde que puedo recordar, tengo en el medio de la barriga, en lo profundo, pegado a mi caparazón, un plexo cónico que anualmente se me pone chiquito como si quisiera desaparecer y anualmente se me pone grande como si quisiera emerger. En él, intento guardar la sal que se me mete por el martirizado cuello. En torno a él giran mis emociones contra las agujas del reloj, porque quisieran remontar el tiempo hasta la madre que las conformó y aprisionó. Dentro de él digiero los sabores y saberes que me penetran por los costados ápodos, el fundillo sin cola, la temblorosa piel desnuda y las abiertas fontanelas. Los digiero y les doy vuelta, incesantemente, con el absurdo deseo de dar forma firme a mi líquida sabiduría de borracho.

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¿Qué tengo yo contigo? ¿Nos hemos visto antes? ¿Por qué me parece que somos familia? De bolsa no soy familia. El pescuezo tiene cuatrocientas cuadras de largo y el ancho varía entre sesenta y ciento setenta cuadras. La profundidad media es de diez metros con un solo patrón de corrientes superficiales. La cabeza, la bahía de El Tablazo, cabeza de ave de rapiña, plana y llana y deforme por el tablazo que le dieron, tiene doscientas setenta cuadras promedio este oeste y doscientas cuarenta promedio norte sur; profundidad media: ¡tres metros! y doce patrones de corrientes superficiales; quedó atolondrada y turulata, viendo estrellitas y le brotaron chichones. El golfo, de Venezuela en discusión, se le mete por las fontanelas; pero las fontanelas regurgitan. Dragando y dragando, dragaron un canal de navegación de mil cuadras de largo y trece metros de hondo para conectar el golfo con el lago y el lago con el golfo, y siguen dragando para mantener lo estragado. Mira, acabo. Eyaculo anualmente un promedio de cuarenta por diez a la nueve metros cúbicos. Pero, como el mismo conducto me sirve de cloaca y de esófago, estoy siempre atragantado: las mareas del golfo se propagan hasta el extremo de mi barriga, pero se me enfotan en la cabeza por los doce patrones de corrientes, de tal manera que se produce un desfasamiento de unas tres horas entre las mareas en la fontanela principal San Carlos-Zapara y los caudales del guargüero; al cambiar la marea, la corriente se invierte, pero, debido al retardo de tres horas, cuando la marea baja yo trago y cuando sube yo vomito. Rima a Baco. Si alguien se ajusta un midepasos electrónico en las piernas y los pies, conectado a una computadora de bolsillo, y se pone a caminar desde Sinamaica bordeando el -27-


estuario y le da la vuelta completa al lago y llega hasta el río Matícora, leerá en la pantallita que ha recorrido mil ciento cincuenta y cinco kilómetros; y si tenía un dispositivo adicional para ir marcando los tipos de costa, descubrirá que más de la mitad son de costa cenagosa, y que otro trecho, equivalente a más de la mitad de esa más que mitad, es de pantanos estuarinos, de costa anegadiza y de playa arenosa en tres tajadas casi iguales, y que otro trecho, equivalente a un poco menos de la mitad de una de esas tres tajadas, es de médanos. Y si marcó en el dispositivo adicional las costas urbanizadas, verá que comprenden doscientos cuarenta y un kilómetros. Si el esfuerzo de tan larga caminata no le reduce la capacidad de observación ni la agilidad de anotación, sabrá que hay doscientos quince kilómetros de manglares, ciento dos kilómetros de otras embriofitas, ciento treinta y cuatro kilómetros y medio de palmeras o cocoteros y doscientos sesenta y siete de otra vegetación arbórea. A mí abarcó. Del pescuezo hacia abajo soy todo barriga, pero en la parte alta izquierda, del pecho pudiera decirse, debajo de mi hombro izquierdo caído, ven mi corazón los pilotos de aviones y los astronautas desde sus satélites artificiales, y la luna y el sol y las estrellas. Yo lo sé en mí. No como bomba, que para eso me valgo de otros recursos, sino como afloración masiva de algas verdiazules. Y en él me preparo para una nueva vida si me sigue molestando ese chacra postizo que se me ha pegado en el lado derecho del pescuezo. Ese chacra postizo, venenoso, que en cuarenta años me ha hecho envejecer mil siglos. Una nueva vida para mí preparo y una muerte antigua para él y su prole; pues tiene hijos de su misma calaña, sobre todo en mi costado izquierdo, que están matando junto con él a mis hijas Chlorophyta y -28-


Chrysophyta, pero no pueden con Cyanophyta, la de mi corazón, y su guedeja de Anacystis. Ingrato; yo le di todo; criaba amo. En secreto, por lo profundo del pescuezo y de la cabeza, yo recibo agua salobre del golfo y la utilizo para formar y mantener el plexo cónico que tengo en el fondo de la barriga, mi plexo solar, mi plexo digestivo. Allí atrapo las materias extrañas a mi equilibrio vital, las transmuto, las asimilo, las digiero. En público, por todos lados, pero especialmente por donde estaría mi pata derecha trasera si la tuviera, recibo agua insípida, agua que ha sido tenue vapor, leve nube, nívea nieve, miríada de gotas en el viento; agua que conoce la furia de los rayos, agua que genera torrentes montañosos y ellos bajan, adolescentes, carajiando los cerros hasta aquietarse adultos y llegar a mí mascando el agua, chochos, caminado a tientas por lagunas, ciénagas, marismas y pantanos. Por ellos sé de las alturas y de sus moradores y del sobaco de Los Andes. Oí, caramba. Agua insípida, agua que ha visitado el cielo; yo la pongo a girar en mi barriga contra las agujas del reloj, en torno al plexo cónico, buscando el origen de mis emociones, y la purifico de inmundicias terrestres y antrópicas, la asimilo a mi pureza. Cuando ella prevalece sobre la salobre, en esas pocas semanas, los cientos de miles de microbios del chacra postizo hacen fiestas. Pero mayores informaciones me da el agua del golfo, conectada sin solución de continuidad con todos los mares del mundo, mares donde van a parar todos los ríos, derechos a su acabar y consumir. Por ella conozco la forma de la tierra, su esplendor, sus sufrimientos, la magnitud del cáncer que la aqueja. Oí, caramba. Por metástasis vino a pegárseme este -29-


chacra postizo. Mi cabeza ya plana y llana y horadada por el tablazo procesa todas esas informaciones; por eso es turulata, atolondrada, y tiene doce patrones típicos de corrientes superficiales. Cabeza machucada de ave que fuera de rapiña, y sorbe ahora limón por su pico inofensivo. Desde que puedo recordar, siempre he recibido inmundicias de los ríos, de las plantas, de los animales, de los hombres, de las minas, de los peos y excrementos blandos de la tierra, pero yo sé limpiarme: advección, esparcimiento, evaporación, disolución, emulsificación, dispersión, autooxidación, biodegradación, hundimiento-sedimentación, volatilización, expulsión hacia el golfo, y quedo tan campante. Pero, en los últimos tiempos, hombres de otras latitudes han desarrollado una civilización que no puede vivir sin los peos y excrementos blandos de la tierra. Debajo de mí, la tierra está podrida de antiquísimos banquetes colosales, no digeridos, no expulsados, tiene las mayúsculas tripas repletas hasta reventar de materias fecales y gases malolientes, con mezquina salida en menes, sin ano conveniente. Como consecuencia, heme aquí acribillado de perforaciones, atravesado de tuberías, surcado por tanqueros. Llévatelo todo. Ojalá se lo llevaran todo, pero se les derrama en mi barriga. Y de pasada han hecho crecer ese chacra postizo pegado a la derecha de mi cuello, ese chacra cagón que me derrama en el gañote millones de toneladas de excremento y desechos industriales y basura. Y sus hijitos que no se le quedan atrás. Sé limpiarme, pero con tanta inmundicia no puedo. Sin embargo, no moriré. No tengo patas para irme, ni brazo para quitármelos de encima. Pero mi corazón verdeazul me instruye: no es impotente mi rabia, no envejezco para morir, sino para pasar a otro equilibrio vital no apto para -30-


hombres. Mi rabia es victoriosa. Coma rabia, sucio chacra postizo. En última instancia el problema es suyo. No mío. Y suyo también, civilización coprófaga y coprógena, incapaz de administrar energía sin destruir su propio medio ambiente vital. Coma rabia Ud. también. ¿Qué tengo yo contigo? ¿Por qué me atraes? No quiero que me gustes. Vengo del Apure, como él busco al mar. ¿Por qué me detengo en tus márgenes a contemplarte? ¿Por qué te miro embelesado, estúpido, desde este ferry cobarde y destartalado y sucio? El Apure, río franco y amoroso, recoge a sus hermanos más pequeños y se mete con ellos en el seno de su hermano mayor, el Orinoco, para ir al Atlántico y perder identidad hasta que el viento impuro lo lleve de nuevo a las montañas; acepta el eterno retorno de lo idéntico, dice sí a los ciclos simples de la vida y de la muerte. Pero tú recoges a tus ríos, a los grandes, a los medianos, a los más chicos y los pones a girar con perversa lujuria en torno a tu plexo salobre, mar fingido, y complicas los ciclos de la vida y de la muerte; construyes una biocámara enrevesada, un extraño alambique, como si quisieras generar y conservar contra natura una sabiduría propia tuya estructurada en torbellino de borracho, mira a Baco, maya cobra; corroes como mar las obras de los hombres, teredo, a broma caí. Y esa culebra, recta en el estrecho, enrollada en la bahía, saliendo al golfo, con doble curso, boa marica atragantada. El golfo mismo es una mediación retardando la llegada a mar abierto. Y el Caribe mismo, mar interno, plagado de islas de barlovento y sotavento y de ciclones y de praderas de sargazo ayuda también a retener la eyaculación liberadora. ¿Quieres acaso construir mediante ese enfoscamiento alquímico una identidad sublimada que te permita pensar como los -31-


hombres, compartir su mundo parasitario, abandonar la inocencia de las aguas? Yo apartaba los ojos para no ver más tu vientre malsano, pero amor cabía en mi pecho. Ya cuando niño, llanero del llano adentro, en las noches sin luna, me fascinaba y asustaba tu colosal cocuyo, luciérnaga frenética. ¿Qué tengo yo contigo? ¿Será que yo tampoco quiero ir directamente al mar? ¿Será que yo también pongo a girar las aguas de mi vida en torno a un núcleo salobre para construir una pequeña sabiduría pretenciosa? ¿Enredo yo las aguas en mi cabeza machucada con la ilusión de burlar los ciclos de la muerte? Solo palabras. Mi boca ara en el mar. Por la connivencia y contigüidad de las aguas, sé mucho del mundo. Las aguas se comunican las unas a las otras todos sus saberes y sabores. A través de las corrientes profundas, a través de las olas infatigables, a través del millonario lenguaje sonoro que los hombres no entienden, sisibuteo siseante. Además, comparten información por la comunión inmóvil en la esencia única común a todas. Sé mucho de mi forma por el contacto con la tierra de mi caparazón invertido, por el contacto con los bordes que me ciñen de diversas maneras. Me sé boca arriba como si alguien me hubiera dado un tablazo en la cabeza y me hubiera volteado y me hubiera cortado las patas para que yo no pudiera desplazarme. ¿Un cazador olvidadizo? ¿Por qué así me dejaste y no tomas el robo que robaste? Sé de mis cercanías mías, ampliaciones de mi cuerpo, sé de mi casa propia, por los mensajes de los ríos, y la lluvia. Sé mucho por la íntima complicidad de las aguas. Pero siempre quise verme desde afuera, desde un elemento extraño a mí; quise transcenderme, conocerme desde una alteridad más extraña que la alteridad de la tierra y el viento. Después -32-


de todo, la tierra y el viento son mi hermana y mi hermano; en cierto modo forman parte de mi constitución a pesar de la diferencia, debido a la diferencia. Quise verme desde el ojo vacío e instantáneo de la luz, transcendiendo yo mi naturaleza, volviéndome luz yo mismo, por lo menos en parte suficiente para ese fin. Y lo logré. En esa parte de mi cuerpo donde debió estar mi pata trasera derecha si la hubiera tenido, ay de mí, quelonio ápodo con rapaz cabeza machucada, en esa parte fui invadido por la tierra que depositan sin cesar mis grandes afluentes, pero de tal manera que yo también la invadía; así se formó una región tierra-agua abajo, agua-aire en el cielo y una chispa poderosa reventó en el espacio, y yo me transmuté en fugaz fogonazo, me volví fuego fugaz. No pude mantenerme de manera continua como era mi deseo, pero logré revivir para morir de nuevo a los pocos instantes; renací, volví a morir, volví a nacer y mi consciencia exaltada a luz se convirtió en intermitente y poderoso fogonazo, en mediodías efímeros, y me vi. Me vi con ojos pavorosos míos, parpadeantes de terror y de furia inexorable. De día me los devora el ojo invencible del sol; pero de noche, mientras más oscura mejor, yo soy, para mí mismo y mis alrededores, sol tembloroso y discontinuo, sol inmortal por ráfagas, y vulnero y asusto la noche con fulgurantes fogonazos. El lago es centro de una cuenca hidrográfica de ochenta y nueve mil setecientos cincuenta y seis kilómetros cuadrados, ubicada entre los 8º22’ y 11º51’ de latitud norte y entre los 70º30’ y 73º24’ de longitud oeste, que incluye todo el estado Zulia, gran parte de los estados Táchira, Mérida y Trujillo trece mil ciento tres kilómetros cuadrados de territorio -33-


colombiano en la subcuenca del río Catatumbo. La parte venezolana es el 85,4% del total de la cuenca y el 8,4% del territorio nacional. La cuenca está enmarcada en el sur y el sureste por la Cordillera de Los Andes, en el oeste y nordeste por la Sierra de Perijá, en el este por las estribaciones de la Serranía de Coro. La cuenca es una amplia fosa de hundimiento, geológicamente joven; sus elementos son parte de sistemas orogenéticos continentales aún no totalmente estabilizados. La pendiente desde las cumbres hasta el lago es de relieve montañoso que se vuelve quebrado en alturas inferiores a los trescientos metros y luego plano en extensas planicies aluviales con frecuentes áreas cenagosas. Limón, Socuy, Matícora: las pesadillas de la muerte son peores que los dolores de la vida. Palmar, Apón, Aponcito, Yasa, Tocuco, Negro, Santa Ana, Aricuaisa, Lora, Oro, Bravo, Catatumbo, Socuavo, Tarra, Zulia, Pamplonita, Táchira, Escalante, Chama, Guaruríes, Motatán, Misoa, Machango, Pueblo Viejo, ríos del lago, ¡qué trabajo para llegar no a la muerte, sino a girar en torno a un cono salobre, plexo digestivo, y salir por eructos vergonzantes hacia una cabeza cloaca y hacia un golfo triste! Largo el estrecho y engañoso; se parece a Juan Parao, el del caballo jerrao con el casquillo al revés, pa’ que lo busquen pa’ un lado cuando pal’ otro se jué; de navegarlo, los marinos cretenses hubieran puesto a sus barcos velas submarinas, para aprovechar las corrientes profundas. Esa herradura montañosa, abierta hacia el norte, pertenece toda a la Cordillera de Los Andes, pues la Sierra de Perijá y la Serranía de Coro son ramales de la misma. Pero es una herradura choreta, pues se tuerce hacia el suroeste hasta la -34-


depresión del Táchira, rellenada por sedimentos terciarios. Esta depresión se encuentra en el sobaco de la bifurcación andina que va por un lado a la Cordillera Oriental de Colombia-Sierra de Perijá con rumbo norte, y por otro lado a Los Andes venezolanos con rumbo noreste. El lado menos alto de la herradura choreta es la Serranía de Coro; su relieve es más bajo, sus pendientes menos fuertes, no se eleva más arriba de los mil novecientos metros sobre el nivel del mar. Por ahí y por más al norte entran en la cuenca los vientos alisios que generalmente soplan desde noviembre hasta abril. La Sierra de Perijá, en cambio, alcanza una altura de tres mil cuatrocientos metros y el área que se encuentra en la cuenca es de ocho mil cuatrocientos kilómetros cuadrados, de difícil acceso por las fuertes pendientes. Los vientos alisios tienen dificultad para subirla y cogen rumbo hacia el sur bordeándola. Pero por ahí se encuentran con la abrupta Cordillera de Los Andes, abrupta y elevada, que llega hasta los cincos mil metros de altura y tiene un área de dieciséis mil kilómetros cuadrados en la cuenca del lago. Los alisios soplan entonces hacia el noreste, luego hacia el norte dando lugar a una circulación ciclónica dentro del perímetro de la cuenca, en sentido contrario a las agujas del reloj. La embestida de los ríos y la fuerza de Coriolis colaboran. Pero soy yo quien dirige todo eso para lograr la rotación del agua en mi barriga en torno a mi plexo salobre, mi cono digestivo. Los vientos locales resultan del calentamiento desigual de las masas de tierra y agua durante el día. La tierra responde más rápido que el agua a las caricias del sol; el aire del lago sopla hacia las playas de día para refrescarlas. Pero de noche el agua, de lenta lujuria, se mantiene caliente y el aire de las -35-


playas sopla hacia el lago para refrescarla. Los amores del sol son perversos. La herradura choreta no sólo obstaculiza el desplazamiento de las masas de aire y las obliga a circular en el interior de la cuenca; también las obliga a escalar sus abruptas laderas y ellas, que llegan ya calentadas por el lúbrico sol, se condensan y se derraman bramando en frecuentes aguaceros cuando se enfrían al ascender o chocan con masas de aire frío en las frígidas cumbres. Climax interruptus. Brama, cayó. Tan represiva la herradura choreta; ni el sol puede con ella. Cómo seré de terrible que aun ahora me asusto a veces yo mismo cuando veo mis reflejos en la laguna Mirador, en la Ocla, en la Maneti, en la Estrella, en Lagunetas, en la ciénaga de Juan Manuel de Aguas Claras, en los múltiples y tortuosos ríos que huyen fruncidos de terror, y en mi barriga misma, espejo de agua convertido en mar de llamaradas. Cómo no se van a asustar los otros, aunque la costumbre les amelle el pavor. Desde hace milenios observo y examino mi cuenca toda; me doy cuenta de todo lo que allí sucede; pero mi vista alcanza hasta el mar que está al norte y también me asomo por encima de la cerca en herradura y miro lejos en todas direcciones. Me ven desde las llanuras del oeste y del este, me ven desde el sur y especialmente desde el sureste, desde más allá de los grandes ríos donde me pierdo en una selva colosal: si me ves eres visto por mí. Leo tu pensamiento, pero tú no puede leer el mío. Llego hasta donde llega mi luz; mi luz es mi consciencia trascendente, mi consciencia elevada a una dimensión inicialmente ajena, a un elemento diferente de mí, por origen.

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Tú que has venido a visitarme desde un gran río, más grande que los míos, en las llanuras del sureste, tú que has venido a visitarme con sentimientos encontrados y pensamientos contradictorios, tú que desde niño te interesas por mí sin comprender tu corazón, tú que me hablas sin sospechar que te escucho, oí caramba, no creas que no te he visto. Si pusieras cuidado sabrías de mi dolor y de mi queja y de mi rabia altiva contra muchos representantes de tu raza, y tal vez te aliarías conmigo que soy monstruoso y único contra ellos, que son tus congéneres. Mi destino me ha hecho grande y lúcido, capaz de inmensa sabiduría, largamente longevo, pero me ha negado los medios de defensa y agresión ante enemigos externos. Cualquier insecto está mejor armado que yo. Durante un tiempo desmesurado que no me ocupé de meter en calendarios, no hubo hombres en mi cuenca. Un buen día comenzaron a llegar desde el noroeste y poblaron mi oeste, mi sur y mi este; cultivadores de la tierra. Otros llegaron del noreste y poblaron mi norte; pastores o pescadores; o a mi cabra, o a mi barca. Se integraron a mi vida, fui feliz. Más tarde vinieron otros, cubiertos de armadura, con caballos, desapacibles y violentos, fundadores de ciudades; conquistaron, mataron o esclavizaron a los anteriores y terminaron formando con ellos un solo pueblo. Un solo pueblo, pero con predominio del que llegó de último. Los anteriores sobrevivieron dentro del vencedor por mestizaje. El vencedor cambió; no pudo asimilarlos completamente; ellos conservaron en su seno una identidad disfrazada; él impuso su lengua y sus instituciones pero ellos las reinterpretan y las ejercen desde sus propias tradiciones dando lugar a una estratificación de creencias y conductas, a una -37-


nueva manera de ser no homogeneizada aún, que a veces se revuelve cuando los apellidos amanecen atravesados. Un solo pueblo. Pero los que no sobrevivieron dentro del vencedor por mestizaje, sino que resistieron desde afuera, han estado sufriendo una lenta agonía a manos de guerreros, misioneros, colonos, enfermedades del vencedor, hacendados, guerrilleros, el IAN, los políticos. Un solo pueblo. Pero los que no sobrevivieron dentro del vencedor por mestizaje, ni resistieron desde afuera, sino que lograron una cierta forma de convivencia, conservando mal que bien su lengua y sus instituciones, se encuentran en condiciones de inferioridad y dependencia luchando una lucha sorda en que llevan todas las de perder, aunque mantienen su presencia inconfundible y hacen valer abiertamente su diferencia, su exterioridad con respecto al vencedor mestizado. Todo esto ha sido casi inofensivo para mí. He sido casi feliz. No es algo que yo no pueda manejar. Además, durante varios siglos he gozado de un gracioso espectáculo que me ha hecho sentirme superior en inteligencia a los hombres: Los vencedores, más o menos mestizados con los vencidos y con negros esclavos que trajeron de allende el mar, se fueron estableciendo en las planicies, en el pie de monte, en los valles altos y en las mesetas de mi cuenca, al mismo tiempo que fundaban puertos sobre mis bordes y muy especialmente el que se volvió chacra postizo. Comenzaron a producir y siguieron produciendo con admirable aplicación no sólo lo que les hacía falta para su sustento sino también mercaderías exportables. Conozco los nombres de los centros de producción o de acopio o de ambas actividades. San Cristóbal, San Antonio del Táchira, La Grita, Bailadores, Mérida, Ejido, Trujillo, Perijá, La Guajira, -38-


Cúcuta, San Faustino y, desde el otro lado de la herradura, pero no lejos, Barquisimeto, Tocuyo, Carora, Coro, Barinas. Algunos nombres de puertos se me han grabado en la memoria: Gibraltar, Palmarito, La Ceiba, Santa Rosa, Los Cachos, Bobures, Lagunillas, Cabimas, Altagracia, Moporo, Tomoporo, Bachaquero y el que no quiero recordar. Los nombres de las mercaderías zumbaban reiteradamente, como abejas, por el aire de la cuenca y me hacían cosquillas en la barriga: tabaco, azúcar, mieles, panelas y dulces, cacao, añil, café. Cacao, tabaco, caña de azúcar. Cacao, panelas, azúcar, tabaco, maíz, trigo, legumbres. Cacao, caña de azúcar, panelas, algodón, tabaco, maíz, yuca. Cacao, papelones, mieles, tabaco, trigo, ganado vacuno, caballar, mular y ovino. Caña de azúcar, papelones, cacao, maíz. Azúcar blanca y morena, cacao, trigo, ganado menor, lana, legumbres, cueros curtidos. Cacao, cordobanes, azúcar blanca y morena, papelones, ganado menor. Azúcar blanca y morena, cordobanes, suelas, tejidos de lana, trigo, harina de trigo. Lana, cordobanes, burros, mulas, palo de Brasil, grana silvestre, cera negra, hamacas, pita. Ganado mayor, menor, mulas, sal, cueros, palo brasil, tasajo. Tabaco, azúcar, mieles, ganado. Maderas, ganado mular, yeguas, queso, carne. Mulas, ganado, caballos, burros, palo brasil, cueros, sebo, carne, sal. Cacao, añil. No como ni uso nada de eso. Lo miro como gallina que mira sal. Todo eso llegaba al puerto que no quiero nombrar y de allí era enviado en barcos no sé hacia dónde. Por el mismo puerto innombrable recibían mercaderías extranjeras que eran enviadas por los otros puertos hacia los centros de producción y acopio que he nombrado. Nada más sencillo: producción, transporte, ganancia, exportación, importación, -39-


la felicidad para hombres trabajadores protegidos por mi fértil cuenca. Pero no. Surgieron diferencias. Primero las naturales entre productores y comerciantes, entre ciudades de la serranía y puertos, entre lugares frescos o fríos y lugares calientes o candentes. Aquellos encontraban a éstos parlanchines, agitados, procaces. Éstos encontraban a aquéllos reticentes, bobos, pretenciosos. Aquéllos estimaban el orden, éstos la aventura; aquéllos la meditación, éstos el movimiento; aquéllos el tres por cuatro, éstos el seis por ocho. Pero se complementaban y necesitaban mutuamente. Coincidencia y armonía de los opuestos en el plano económico. Surgieron también rivalidades políticas. El centro de poder se desplazaba de la sierra al puerto innominable y viceversa, o todos o en parte caían bajo centros de poder que estaban allende la herradura hacia el este o hacia el oeste. ¡Qué nación autónoma, autárquica, completa y poderosa hubiera sido la de mi cuenca si hubiera logrado integrarse! ¡Qué hermosa sería si lograra integrarse bajo mi protección! Soy sede que ni mandada hacer para una gran nación. Pero mis habitantes, los de arriba y los de abajo, se han estado zahiriendo y ofendiendo y satirizando, mientras otros los dominan. No sé de qué asombrarme más, si de su estupidez o de su malicia. Aunque pienso a veces que su malicia es una forma de estupidez. No han sabido correlacionar sus intereses, gastan su ingenio en agredirse, tal vez ni se han dado cuenta de su pertenencia a un nicho ecológico y geopolítico común. Un muchacho del lago fue a una escuela de la sierra, todos los compañeros le pegaban; iba marcao. Pero también iba marcao el andino que bajó a estudiar en el puerto. -40-


Esas diferencias, aun manteniéndose y acentuándose, no hubieran impedido la conformación de una unidad estadal superior, energetizada por antagonismos armonizados en complementariedad. Gracioso espectáculo. Amor cabía en mí para todos. Yo era feliz. Pero los intereses de una civilización que no puede vivir sin los peos y el excremento blando de la tierra trajeron como consecuencia que yo esté acribillado ahora por más de cinco mil pozos productores y atravesado por más de veinte mil kilómetros de tuberías sublacustres peorras mionas y cagonas; trajeron como consecuencia que se arruinaran los centros productores de las alturas; trajeron como consecuencia que se agigantara ese chacra postizo y me esté asfixiando y me ponga la argolla del esclavo; trajeron como consecuencia que, por ganar tierras de pastoreo para dar de comer a tanta gente, se haya talado masivamente mi lujuriosa selva; ésta es la región del país donde la intervención antrópica ha sido más amplia y más destructiva; trajeron como consecuencia que, a pesar de sacarme más de millón y medio de barriles diarios, tres cuartas partes de la producción nacional, yo tenga más de la mitad de mi población humana en pobreza crítica; trajeron como consecuencia que yo esté en vías de pasar a otro equilibrio vital no apto para hombres, así me lo ha dicho mi corazón verdeazul. El espectáculo ya no es gracioso. Cambio ara. No soy feliz. Acíbar amo, pero no tanto. Una noche de éstas voy a apagar mi ojo relampagueante para no ver más tanta estupidez. Con un poco de inteligencia y de virtud todo pudo ser diferente. Da rabia. Coma rabia mía esa civilización que no sabe administrar energía sin destruir su medio ambiente. Si tú me oyeras, niño candoroso de afectos encontrados, tal vez no fuera demasiado tarde. -41-


El lago es una bolsa muy bolsa, no puede producir grandes inundaciones, ni trombas ni géiseres, ni siquiera marejadas, no pasa de marullos; si pensara no podría pensar más que bolserías. La primera vez lo visité, yo iba con un colportor, Euro, que se detenía en todos los pueblitos para vender biblias baratas de la Sociedad Bíblica. Tenga cuidado en el ferry para que no se le caiga la muleta por la borda. ¿Por qué, si el petróleo es una gran riqueza, la gente es aquí tan pobre? No supo Euro explicarme. Yo iba a pasar vacaciones casa de un tío maracucho, Hipolimnio, que en un viaje al llano se enamoró de mi tía Orosia, predestinada por el nombre a terminar en Maracaibo. Él tenía un puesto de mercancía seca en el mercado y un eficientísimo socio llamado Epilimnio. Qué cantidad de cosas diversas, y se confundían con las de las otras tiendas, qué gentío, qué algarabía, por qué hablarán tan duro, y esas palabrotas. Más bien que te sientes en este rinconcito y pongas las muletas debajo de la armadura. La casa de habitación era alta, sombría y fresca; en el patio central los árboles y las plantas ornamentales no dejaban ver el cielo. El patio de atrás daba a la playa. Mi prima Anabáena, la mayor, y su hermana Anacystis me ayudaban a entrar en el agua tibia y agradable; una boya indicaba hasta donde podríamos meternos, boya: marca. Unas vecinas pequeñas, las Foraminíferas, nos acompañaban; estaban entusiasmadas con sus estudios de escuela primaria y hablaban siempre de fechas. Nadie se burló de mí. A mi primo Fitoplancton le daban permiso para sacarme a pasear, pero sin ir muy lejos. Nosotros lo llevamos después por todas partes en la camioneta.

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Y me llevaron. Capitán chico, Santa Rosa de Agua, Santa Rosa de Tierra, Punta Santa Lucía, El Empedrao, El Saladillo. Conocí las cuatro reinas de la ciudad: Bárbara y Concha, Chingua y Lucía; cuatro caras de Roma, la gran ramera del Apocalipsis, comentó mi tío que era evangélico: ¿no serán más bien cuatro caras de Pulowi? dijo Epilimnio que era espiritista. El Teatro Baralt. La plaza donde Udón Pérez se pregunta a cuál de los dos bares va a entrar. La aduana, los depósitos de los muelles, las casas comerciales extranjeras. El hotel donde se hospedó Carlos Gardel. La casa donde se edita La Estrella de la Mañana. Julio Moros. Asdrúbal Ríos. Germán Núñez Bríñez. El Hotel del Lago. Los Belloso. Numa P. León. Almacén de los Steinvorth. Almacén de los Dall’Orso. La Zulianita, Atlantes de Mármol de Leiderman Hermanos. Casa Mac Gregor, Casa de la Capitulación. Palacio de las Águilas. Villa Adriana. Villa Atlántida. Conocí un patiquín encorbatao, Oscar Guail, con pañuelito de tres picos en el bolsillo del corazón; era maracaibense. Conocí a Mílmero Urdaneta, dueño de una gran tienda importadora de casimires ingleses; era marabino. Mi tío Hipolimnio era maracucho, y yo, si seguía yendo y me gustaba, me iba a volver maracaibero. Quiero conocer a Alejandro Fuenmayor porque aprendía sus libros de memoria. Qué molleja, sobrino, ¿y no quiere conocer también a los Barboza de la Torre? Esa gente no es clientela mía. Me llevaron a Sinamaica. Palafitos. Pescadores. Añú o paraujanos. No confundir con los Wayuú o guajiros, esos son pastores y comerciantes muy peligrosos, el que les echa una vaina se las paga. Tío, vamonós que me duelen las piernas.

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Las Foraminíferas sabían todo al caletre. El primer español que entró al lago fue Alonso de Ojeda en 1499, siete años después del descubrimiento de América; lo acompañaban Américo Vespucio quien no sabía para entonces que su nombre iba a ser inmortal y Juan de la Cosa, sin malos pensamientos. Alonso volvió en 1502 y en 1505. Le gustó la cosa. Coquibacoa. La ciudad fue fundada tres veces. Primero la fundó Ambrosio Tododedo, gobernador alemán de Venezuela, en el sitio de los Haticos, en 1529, con el nombre de Nuestra Señora de la Laguna. Kuruvinda. Don Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdez la bautizó Villa de Maracaibo. Hasta el nombre le ha dado Maracaibo a Venezuela, sin mucha reciprocidad. La Ranchería. Alonso Pacheco la refundó en 1569 a media legua de La Ranchería en una salina. Ciudad Rodrigo. El Saladillo. El Capitán Pedro Maldonado la rerefundó en 1574 entre las dos bahías pequeñas de Punta Arrieta, con el nombre de Nueva Zamora. ¡Y yo que soy del estado Zamora! Para afianzar el tráfico comercial del Nuevo Reino de Granada con el Caribe. El empedrao de Santa Lucía. No dio resultado. El único tráfico comercial que se ha afianzado por ese lado con el Nuevo Reino de Granada es el contrabando guajiro. ¡Qué caletreras esas Foraminíferas! Pero cómo hago yo para saber si todo eso es verdad o embuste. Una vez salí solo. Fui lejos. Me cansé mucho. Me senté en un banco de una plaza triangular. De un lado estaba una iglesia. Del otro una escuela maracaibense. Pero pasaron unos muchachos maracuchos y me dijeron: Ayúdame-a-ser-útil, tullío, güebo frío, metete la muleta por la jeta. La muleta es pa’tu viejeta, les respondí. Íbamos a pelear, pero en eso -44-


llegó mi primo Fitoplancton que me andaba buscando y los dispersó: los voy a llevar a peos hasta El Portachuelo. Otra vez me quedé solo mucho tiempo en la playa oyendo el levísimo murmullo de las leves olas y me fue pareciendo que hablaban y que yo podía entenderlas. Yo estaba lelo, como entre dormido y despierto y me pareció que el lago era un ser vivo, animado, capaz de sentimientos y de pensamientos, una gran bestia inteligente y triste, un enorme monstruo melancólico, tullido, eternamente acostado bajo el sol, sin patas ni muletas, rumiando soledades. Me pareció que me hablaba a mí, que entendía lo que yo pensaba sobre él y que me quería decir algo en el leve susurro de sus aguas. Me asusté mucho: ¡Mamá! ¡Tía! ¡Tía Orosia! Recuerdo la época de los piratas. ¡Qué tiempos aquéllos! Sus ágiles bajeles se me metían por las fontanelas, me atravesaban la cabeza con movimientos nerviosos, saqueaban y quemaban la ciudad que ahora prefiero no mencionar, me atravesaban hacia el sur cosquillándome la barriga. Sus nombres como cigarrones, sus voces de mando como avispas. Heinrich Gerhardt. William Jackson. Jean Manuel Nam. Montbaas. François David Nau. Miguel el Vascongado. Henry Morgan, Frank Grammont. A sangre y fuego en la ciudad todavía no aciaga para mí. A sangre y fuego en Gibraltar. Órdenes de maniobra. Maldiciones. Fuego disperso de mosquetes y arcabuces. Disparos de cañón. Mástiles quebrados. Muertos pensativos flotando blandamente. Sangre en las algas. Un buque. Tres buques. Once buques. Mil soldados. Botín. Prisioneros. Rescate. Treinta mil duros. Batalla naval. ¿Piratas o filibusteros o bucaneros o corsarios? De noche mi agua los sentía fondeados victoriosos, balanceándose gallardamente, y mi ojo parpadeante -45-


veía marineros ebrios en la playa, hartazgo y lujuria en la quebrada tiniebla. Gracioso espectáculo para mí. Ejercicio de supervivencia para mis habitantes. Unos niños de pecho inofensivos en comparación con los que vinieron después mascando chicle, olorosos a talco menen, con teodolitos, planos, taladros, autoridad oficial, dólares. Quién no viera, pa’no verte. Nitrógenos y fósforo. O mi baraca, o mi acabar. Rima acabó. Me fui. Volví. Siempre con Euro. Itinerario de colportor. No es prudente que ese muchacho viaje solo. Comíamos y dormíamos en casas muy humildes donde le daban hospedaje porque era evangélico. Conocí la infinita fraternidad de los pobres, y su sentido del humor, más grande que la miseria y que la enfermedad y que la muerte. Durante varios años pasé las vacaciones escolares casa de mi tío Hipolimnio y mi tía Orosia y mis primas Anabáena y Anacystis y mi primo Fitoplancton. Me fui volviendo medio maracaibero. Los muchachos maracuchos de la calle más bien se hicieron amigos míos cuando me acostumbré a no ponerme bravo porque me llamaran Polio o Muletica en vez de Cabir. Aprendí a orientarme: 5 de Julio, Bella Vista, Cecilio Acosta, Doctor Portillo, El Milagro, Las Delicias, Allá Abajo, Iglesia El Redentor, El Hipódromo, El Zoológico, Estadio Alejandro Borges, Gavilanes, Pastora, Centauro, Luis Aparicio, Vía El Moján, Atracadero del Ferry, La Cieguita. El señor Epilimnio me llevó a La Cañada en piragua. No hubo marullos. Café con plátano verde asao, pollo en coco, carne en coco, chivo en coco, pescao en coco, iguana en coco, mandocas. Vía Perijá. María Coba amó a Cabir. Amaba rico. Uno apartaba las algas para beber el agua del lago. Se dejaban las puertas de -46-


la calle abiertas de noche cuando hacía mucho calor. Los mancebos. Hay detalles que a las mujeres se les pasan y a los maricos no. Los ojitos de Lucía parecen dos paraparas y el reflejo de su cara parece la luz del día. Urdaneta. Finol. González. Dempaire. Esteva. Paz. Ortega. Rincón. Fuenmayor. Montilla. Belloso. Atencio. Fernández. Cardozo. Aparicio. Villalobos. García. Portillo. Ríos. Villasmil. Barboza. Naveda. Perozo. Bravo. Blanco. Bracho. Los laberintos de la sangre. El lienzo de Penélope en Creta. Creta bañándose en el lago para curarse los temblores y terrores vacunos. San Benito comprendió que yo me estaba muriendo y en mi corazón metió a La Chinita sonriendo. Las Foraminíferas se hicieron famosas en la escuela y en todo el vecindario por su prodigiosa memoria de fechas y acontecimientos históricos; pero al pasar al bachillerato abandonaron la historia y comenzaron a interesarse apasionadamente por una materia que no figuraba en el pensum: la geología. Se caletriaban unos libros del papá y se los recitaban a quien quisiera oír. Ellas decían que eso también era historia, pero sobre acontecimientos más dilatados que duraban millones de siglos. Nadie les creía, pero las buscaban con mucho respeto cada vez que nacía un niño para que recitaran sus caletrazos. El barrio se llenó de Cámbricos, Devónicos, Oligocenos, Cretáceos Superiores, Carboníferos, Cuaternarios, Silúricos y Pérmicos. Yo le pregunté una vez a la mayor, turbado por las transformaciones epirogenéticas y orogenéticas de su cuerpo y por las transgresiones y regresiones de su afectividad (Maracaibo, ¿qué tengo yo contigo?), le pregunté si había alguna conexión geológica entre la cuenca terciaria Maracaibo-Falcón -47-


y la cuenca terciaria Barinas-Apure. Me miró con picardía. Vai pues. Sintió la actividad ígnea y el metamorfismo de mis palabras. Esas dos cuencas, Cabir, formaban parte del gran geosinclinal septentrional andino que se extendía desde Venezuela hasta el Perú. Comenzó a formarse a principios del Mesozoico debido a un hundimiento diferencial de un ancha zona, limitada al sureste por el escudo Guayano-Brasilero y su prominencia fálica en los macizos ígneo-metamórficos del arco de El Baúl; y al noroeste por la región fronteriza GuajiraParaguaná. Esas dos regiones fueron muy poco afectadas por orogénesis después del Paleozoico; constituyeron elementos positivos durante el Mesozoico y el Terciario; pero la zona intermedia fue de máxima orogénesis. Muy movido el geosinclinal durante el Mesozoico. Levantamientos, hundimientos, sedimentaciones y erosiones con cambios litológicos continuos, transgresiones, regresiones. Pero hacia el fin del Eoceno, hace menos de setenta millones de años, ayer, una pronunciada perturbación orogenética comenzó a dividir el geosinclinal septentrional andino en varias cuencas de sedimentación que estuvieron interconectadas en ciertas épocas del Terciario superior. En la región de Mérida se inició un levantamiento que produjo una serie de fallas escalonadas y estructuras de pilares y fosas. La Foraminífera mayor habló de areniscas y arcillas epineríticas, y de lutitas y calizas infraneríticas, de faces litológicas y trampas estratigráficas. La gente anotaba. Durante todo el Terciario continuaron las perturbaciones orogenéticas, olvidé los detalles, con un período de intenso diastrofismo en el Plioceno superior, hasta que, ya entrada la era Cuaternaria, en las postrimerías del Pleistoceno, hace -48-


apenas un millón de años, tuvieron lugar los últimos disturbios orogenéticos regionales que rejuvenecieron y levantaron la Sierra de Mérida hasta su posición actual, confirmando la separación entre la cuenca de Maracaibo y la cuenca Apure-Barinas. Entendí con dolor: la Foraminífera mayor me daba calabazas; entre ellas y yo se había interpuesto Perucho, ese guate pereque, ese condenado gocho que desde hacía días estaba merodeando por la cuadra y le hablaba por la ventana. Ante sus ojos, el que yo sepa cien poemas de memoria no compensa mi defecto físico. De acuerdo con la geología –le pregunté– ¿es posible que en edades futuras se hundan Los Andes y vuelva a formarse un geosinclinal sin separación entre Maracaibo y el Apure? Tuvo que decir que sí. Los andinos siempre miran atentamente el lago para ver si distinguen la cara de Juan Vicente Gómez, El Bagre. Pero ya era fin de septiembre. Comenzaban las clases. Euro, viento del este, me vino a buscar. Durante el regreso nos agarró el cordonazo de San Francisco. Pasé muchos años sin volver, en países lejanos. Cuando llegaba agosto me entraba una nostalgia gastronómica, barriga de camposanto, morcón roto, bolsa, hicotea boca arriba, y soñaba con el hervido cruzado res-gallina, con el de armadillo, con el de bocachica. Mondongo en el mercado: si no lo suda no lo pague. Dos iguales. Uno y uno. Bollos pelones. Funche de avío. Arepas de yuca con queso. Pámpano-lisa-boca-chicaarmadillo-palometa-róbalo-corvina-bagre frito. Toruno en coco. Palomita-venado-matacán-cochino e monte-iguana en coco. Conservas de leche-conservas de plátano madurohicacos-limonzón en almíbar-calabazate-huevos chimbosmajarete-manjar-arroz con leche me quiero casar. Un -49-


complet pommes frites. Wienerschnitzel. Gulasch. Schisch quebab. Taramá. Ein Stück Sacher-torte, bitte. Chile con carne. Cheese cake. Tortelini. Borsch. Lumpias, Chopsuey. Quipe nai. Cuando vuelva me voy a desquitar. En el subsuelo de Creta muge un dios que la hace temblar. En las playas de Creta merodea un dios que la enamora con sus cuernos dorados. En el centro de Creta brama un hombre-dios, becerro encarcelado por la madre en un cono ciclónico. Creta, báñate en el lago mirando hacia el norte. Detrás de ti y a tu lado izquierdo escucharás más de tres millones de bramidos. Detrás de ti y a tu lado derecho verdean los cultivos. Pon tu centro ciclónico en el cono salobre. Ordena a Dédalo que se ponga al servicio del hombre-dios liberado. Tu progenie mestiza asombrará la tierra y la iluminará. Cuando regresé después de muchos años ya era Maracaibo city. Puente chucuto, dogal en el pescuezo del lago. Con sólo transgredir un umbral se pasaba del invierno al verano o del verano al invierno. Las Pulgas. El Saladillo, transtocado; mis tíos, nevados; Anabáena, cancerosa; Anacystis, rozagante y lozana; la Foraminífera mayor y Perucho me presentaron a Safo, a Minos, a Pasifae y al pequeño Pericles. Fitoplancton se consumía en una oficina. Las eras geológicas se habían vuelto más largas. La memoria prodigiosa se había trasladado a la Grecia antigua, mitad historia, mitad mito. Conocí las élites sutiles de la ciudad. Le pedí al señor Epilimnio que me llevara a La Cañada en piragua. Me acordé de cuando él me llevaba cargado por la planchada hasta el baño, no fuera a trabárseme la muleta en los intersticios de las tablas y esperaba que yo me hubiera bañado y me volvía a traer. Llévame a La Cañada en pira-50-


gua. No quería. Ya casi no se usa. No hace buen tiempo. Es peligroso. Insistí. A mitad de trayecto, negros nubarrones, el agua comenzó a agitarse. Marcito, mar chucuto, pero capaz de grandes arrecheras. Deje que se me desarrolle esta arrechera. El lago gentil hecho una furia. Te lo dije, Cabir. Se apagó y se ahogó el motor fueraborda. Quedamos a merced del marullo. La muleta, de fresno como las lanzas de la Ilíada, con empuñadura de marfil como la torre de Penélope, mi muleta preferida, comprada en un bazar de Estambul, mi muleta mía de Polio Muletica se cayó al agua y se hundió para siempre. Y ahí sí es verdad que me entró el pánico. Esa piragua a la deriva, desprevenida paloma derribada por la tormenta, con un piloto anciano y un pasajero lisiado, impotentes los dos en el marullo, muy bien podía hacer agua, voltearse, hundirse. Entre mis temores no figuraba morir ahogado y menos en un lago bolsa. Pero de repente creí oír lamentos y gemidos, como si la gran bestia líquida desde lo profundo clamara, desde su corazón herido que regurgitaba allá lejos floraciones amargas de algas verde azules, bajo su hombro izquierdo caído. Comprendí su rabia y su dolor, y no fui distinto del niño que se asustaba mirando los delirios de fuego sobre el Catatumbo, ni del que se aterró en una playa tranquila y llamó a la mamá y a la tía Orosia. Pero en mi interior hubo un salto de consciencia. Viéndome allí desvalido en esa piragua zozobrante, no sentí más el miedo de la muerte, me sentí pariente de esa gran bestia milenaria y no me importó lo que pudiera pasarme: había visto en un destello la hermandad de todos los seres, y el poder verla me daba la sensación de estar elevado por encima de un niño que se duerme cansado de llorar. Sobrevivimos. -51-


Vueltos a nacer, visitamos La Cañada. Cabir amó a María Coba, y regresamos por carro, más peligroso que en piragua. Por primera vez entraba yo a la ciudad por tierra. Antes de entrar, ya entraba. Penetrábamos en un cuerpo invisible, nos hundíamos en una presencia poderosa. Nos paramos en Las Pulgas. Colgado del brazo de Epilimnio y cojeando, compré un bastón nudoso de membrillo. ¿Cuál es el animal que camina en tres patas a mediodía? Pagué sin regatear. Maracaibo city. Sólo puede hablar contigo el que ha hablado con el lago. Le leí el pensamiento: muy rico o muy pendejo. Yo hablé con el lago. Me hizo una rebaja no pedida y me formuló un deseo no esperado: que tengáis siempre aquél como éste. Epilimnio, vamos a dar unas vueltas por ahí en carro. ¡Qué molleja! ¿No te bastó el marullo? Maracaibo city. Más de tres cuartas partes de la producción nacional de petróleo. Roca miaba. Más del sesenta por ciento de la producción nacional de leche. Brama, cayó. Diecinueve millones de kilos de producción pesquera, ahora en bajada. Oh, barca mía. Connubio con todos los países del mundo. Abrió cama. Ciudad de los excesos te llaman, y no puedo contradecirlos porque hipérbole y litote extrema son tus formas normales de expresión. Ciudad formada de pedazos heterogéneos no armonizados, es la descripción que hacen de ti tus detractores. ¿Cómo hago para defenderte? Yo mismo he caminado por una avenida tuya mirando las vitrinas lujosas de cosmopolitas boutiques y de repente la calle cesa y hay un terreno baldío con arbustos espinosos y chivos, y más allá sigue la calle aldeana de hace un siglo. Cómo, si veo lado a lado edificaciones coloniales españolas, antillanas, neoclásicas, -52-


Bauhaus, Manhattan. Cómo, si frente a una fábrica donde operarios uniformados manejan máquinas del siglo veintiuno, hay una bodeguita donde venden funche relleno de hicotea. Si frente a la Basílica una elegante señora vestida de blanco, con sombrero blanco de alas anchas, conduce a su bebé en un carrito blanco, mientras a su lado un heladero harapiento toca su campanita, tres rapazuelos torean los carros y un distinguido caballero de corbata y leontina se atusa los bigotes. Me dicen que eres inconsciente e incapaz de velar por tu propio bien, y tengo que quedarme callado. Ante mis ojos los pasantes quiebran y arrancan los arbolitos que el Concejo Municipal siembra en las avenidas y botan desperdicios en cualquier parte, mientras tus ciudadanos poderosos no logran salvar el lago ni detener la intervención destructiva sobre bosques, ríos, indios. Me dicen que eres grosera, vulgar, sin refinamiento, y yo bajo la cabeza. Los vendedores de ropa íntima en el mercado se ponen un blúmer rojo y negro en la cabeza para protegerse del sol o en el cuello para que no se les ensucie la camisa y, cuando pasa una muchacha bonita, se lo restregan en la cara, en los sobacos, en la entrepierna mientras producen con la boca ruidos de lamer, chupar, sorber, gimiendo mamacita mamacita. Cuando una mujer va a pasear o hacer diligencia por ciertos barrios tiene que salir con la vaselina puesta y regresa a la casa en cuatro patas. Ud. tiene la capacidad y yo la firmeza. Parir es como cagar un coco. Ay, china, quién fuera tachón pa pegarse a tus tachiras. Las mujeres están siempre halándose la liguita de las pantaletas y los hombres se acomodan en público el bulto de la bragueta. Suelen dejarse al aire la barriga cervecera que no les permite verse el pipí. -53-


Ponen en el carro un retrato de los hijos con un letrero, papá no corras, al cual nunca hacen caso. Los del avión siniestrado no quedaron ni pa diablito. En el carrito por puesto leen en voz alta el periódico y lo comentan jocosamente, sin conocer a los otros pasajeros. Se ponen sobrenombres crueles, polio muletica, para sentirse en confianza y aceptar los defectos de los otros. Yo doy el chiquito para no salir preñada. Habiendo soportado todo eso, me yergo apoyado en mi bastón de membrillo y doy el frente a tus detractores, Maracaibo city, y les digo: Muerden la mano que les da de comer. Sus excesos verbales son propios del que está haciendo trabajo duro y sucio para generar alimentos a partir de materias indigeribles, del que tiene que bregar para transmutar y dar. La ven heterogénea porque ven su proceso digestivo sin comprenderlo. Le ha tocado digerir el mundo. La han atragantado con pedazos de culturas disímiles y ella los está asimilando. Uds. son incapaces de verla a ella, que terminará por imponer la unidad de su espíritu a toda esa diversidad. Miren bien. Es cierto lo que han visto pero no han visto hondo. Es irrespetuosa de arbolitos porque desprecia las medidas pequeñas, exteriores, ornamentales; porque sabe la grandeza real que está gestando. Miren bien y verán ciudadanos infatigables que relevarán a los ahora poderosos. Miren bien y verán el aumento de conocimientos y virtud en las nuevas generaciones, pero con reciedumbre. No es, ni será una ciudad blandengue, sentadita, muy arregladita, en su ventanita, viendo pasar los posibles pretendientes. Pero nunca cupo tanto candor en unos ojos. La vulgaridad que los ofende es afirmación de libertad y autonomía. Es ruda autenticidad. A partir de ella y sólo a -54-


partir de ella pueden desarrollarse refinamientos genuinos y no copias ni adornos postizos. Acérquense a sus intelectuales, científicos y artistas. Están al día en todo lo que se hace en el mundo; comprenden, valoran y respetan; pero no son imitadores; tienen rostro propio, se nutren de su propia tierra y de su propia sangre. Tienen su centro de gravedad en sí mismos. Maracaibo city, heterogénea, vulgar, caótica, alegre, creadora, orgullosa de estar viva y peleando, original, poderosa, auténtica, te he comprendido y te amo. Lamento no ser de los tuyos. Adiós. Pero maracaibero vuelve. Hasta la vista. 1991

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Integración de la región Caribe

La hipótesis fundamental de este artículo es que ya hay de hecho integración en la región que se ha convenido en llamar Caribe, aunque quizás otros nombres fueran más adecuados, pero predominó, no sin razón, la deslumbrante presencia de ese mare nostrum americano y, tal vez, el recuerdo de los que se creían ser los detentadores únicos de la condición humana. Es práctica inveterada de los filósofos, a cuya tribu pertenezco, la de definir los términos principales que van a usar en una exposición. Entiendo por integración el interrelacionamiento de elementos inicialmente dispares y dispersos de tal manera que el resultado presenta características unitarias sin que las partes pierdan individualidad, gracias a ciertos factores aglutinantes que forman un ámbito de estrecha participación con grados diversos de asimilación, hasta un punto en que el conjunto adquiere rostro propio y capacidad de expresión y diálogo. Conviene aclarar que la unidad en la diversidad (epluribus unum) no aplana los elementos sino que más bien los complejiza y enriquece de tal manera que su presencia individual, si así lo quiere el análisis, es mucho más poderosa y significativa que cuando existían separadamente. Paso a considerar los factores aglutinantes que catalizan y hasta pudiera decirse, generan la integración, al crear un ámbito común en cuyo seno la comunicación se vuelve inevitable.

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I. Factores geográficos 1.- El mar La gente que está continuamente en contacto con el mar desarrolla rasgos de sensibilidad, costumbres sensoriales, maneras de expresarse, actitudes emocionales, propensiones pasionales, preferencias sexuales, sentido rítmico muy diferentes de la gente que vive en la tundra, en los límites del desierto, en las cercanías de los polos, en las montañas, en la estepa o en las llanuras. En nuestro caso, además, se trata de un mar cerrado con cadenas de islas grandísimas, grandes, medianas, pequeñas, pequeñísimas y fértiles islotes, con distancias fáciles de vencer por vía directa o por el arco de los empalmes indirecto cuando se dispone sólo de embarcaciones pequeñas. Conocida es además la doble embriaguez de ese mar, la que resiente, mar cara de ron, cara de borracho, y la que produce, pregúntele a Saint-John Perse. 2.- El clima La temperatura siempre cálida facilita y alivia los cuidados de la vestimenta. No es necesario pasar varios meses del año envuelto en varios kilos de ropaje incómodo, como sí es el caso entre los que viven sobre el Mar del Norte, el Estrecho de Magallanes o las costas de Terranova. Tampoco es necesario construir casas muy sólidas ni impasibles a la brisa. Piénsese en un niño en las costas del Báltico en época de invierno y otro en la costa de la Martinica para la misma época. Cuántos recuerdos diferentes; en cambio todos los que pasan su infancia en el Caribe tienen los mismos recuerdos en cuanto a sensaciones corporales, lo cual influye sin la menor duda sobre la forma de percibir el mundo, sobre la Weltanschauung con el refuerzo adicional de la vida adulta. Un fondo común físico-orgánico para todos los caribeños; -58-


cosa no despreciable si se toma en cuenta la base físicoorgánica del mundo afectivo e intelectual, sobre todo en los armónicos del sentir y del pensar aun desde antes de su separación, cuando eran un solo tronco vivencial. 3.- La meteorología Común a todos los caribeños es la experiencia de los ciclos de la lluvia y de los vientos, y muy en particular el espanto de los ciclones con nombre de mujer y la erótica perversa de sus coletazos. Común también el conocer los desmanes de la tierra y el agua, el recordarlos y el temerlos. ¿Quién que es caribeño no ha sufrido la violencia salvaje, la belleza mortal de los huracanes? ¿Quién que es caribeño no lleva en la memoria y en la respiración la marca temblorosa de esos días aciagos cuando la mansa brisa maternal se convirtió en demonio implacable? Por esa marca nos reconocemos aunque no hablemos de ello, aunque ni siquiera digamos la palabra. 4.- Flora y fauna El imaginario de todo caribeño está penetrado y densamente poblado por las múltiples y variadas formas de la vegetación que con polícroma lujuria invaden los más íntimos repliegues de la sensibilidad auxiliados por ese sol “como para locos” que a veces acentúa los más ínfimos detalles de las plantas y animales, y a veces los anega y los convierte en esteros de luz para Armando Reverón. Todo caribeño, blanco, mulato o negro, libanés o culí comparte con todo caribeño la embriaguez recurrente de insectos, pájaros, peces, flores, aromas y sabores de la naturaleza. Todo eso sin contar las ebriedades derivadas por industria humana de plantas como café, caña de azúcar tabaco...

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II. Factores históricos No pretendo contar la historia del Caribe ni siquiera en forma extremadamente resumida y somera pues tal tarea desborda los límites de este artículo y es innecesaria para sus fines. Baste hacer énfasis en ciertos rasgos de ella que, al ser comunes para todos los pobladores de la región, contribuyen a constituir el ámbito común que ha estimulado desde siempre el proceso de integración. En primer lugar debe observarse que todos los habitantes del área han venido de lejos; no hubo, hasta donde sabemos, hominización en América; las poblaciones precolombinas llegaron hasta allí después de larguísimos desplazamientos, lo mismo puede decirse de los colonos que llegaron después del descubrimiento a partir de Colón; esto es válido para todos los habitantes de América, pero en el Caribe los asentamientos eran necesariamente próximos los unos a los otros y esa proximidad propiciaba, es más, obligaba a enfrentamientos de carácter pacífico comercial de intercambio o bélico guerrero con relaciones cambiantes de dominación y servidumbre, todo lo cual conduce al conocimiento mutuo, a la circulación de costumbres y valores, a la integración. En segundo lugar, debe observarse que los pobladores de la región proceden de orígenes étnicos y culturales diferentes en extremo, de tal manera que las relaciones de todo tipo implicaban, exigían gigantescos esfuerzos de comprensión y tolerancia aunque se cortaran nudos gordianos con espada feroz; implicaban y exigían, implican y exigen, el reconocimiento de diversidad y similitud; implicaban e implican, exigían y exigen integración. En tercer lugar, la esclavitud. La multimillonaria migración pasiva de africanos encontró punto de llegada, punto -60-


de uso y punto de distribución en el Caribe, de tal manera que éste se convirtió en el escenario por excelencia y por antonomasia del tráfico de esclavos, y ya sabemos, gracias a Hegel, que la dialéctica del amo y del esclavo conduce necesariamente a la disolución misma de esos roles, a la disolución pacífica o violenta de eso antagonismos, al desplazamiento de los nudos del conflicto, y, agreguemos, a la integración. En cuarto lugar, el imperialismo. La cambiante hegemonía de potencias europeas sobre diversas partes del área, seguida por la creciente influencia de los Estados Unidos de América con el desplazamiento de su frontera hacia el sur y su cada vez mayor intervención, sobre todo después de la guerra hispanoamericana, todo esto ha creado un estado de cosas comandando desde lejos, una teledependencia -si usamos esa palabra centauro-, de tal manera que todos los países del área se ven abocados a una subordinación común ya sea que la acepten o la rechacen, y al compartir esa desgracia han caminado también por esa vía dolorosa hacia la integración. En quinto lugar, el mestizaje acompañado de laberíntica transculturación. Los pocos núcleos de raza “pura” que todavía quedan son erosionados continuamente por el sexo; se avanza así una integración aún más estrecha que la ya existente con la separación de los “puros”, pues aún estos comparten ya su imaginario y su afectividad con los “impuros” a despecho de su orgullo de raza superior. En sexto lugar, el devenir de esos pueblos en su relación con la naturaleza ha producido tres factores de integración que tienden a integrar al resto de la humanidad, los ha producido no porque sean originales suyos sino porque les ha puesto su sello indeleble; ellos son el café, el tabaco y el ron; sin comentario. -61-


III. Factores artísticos En este punto no es posible ni siquiera señalar rasgos particulares pues el desarrollo de la música, de la poesía, del baile, de la pintura, del arreglo floral y de la vestimenta se ha caracterizado por una creatividad desbordada que supera con creces la de otras áreas culturales en el mismo terreno y que presenta la particularidad de ser aceptada inmediatamente por todo el Caribe. Baste señalar como ejemplo que la invención del merengue equivale en su ámbito cultural al de la Crítica de la Razón Pura en el suyo, y así como en el Caribe se encuentran pequeños grupos estudiando trabajosamente a Kant, así en Europa se encuentran pequeños grupos aprendiendo torpemente a bailar el merengue. Pero lo que nos interesa sobre todo en este punto es señalar que las creaciones artísticas locales se difunden inmediatamente por toda el área y constituyen un poderoso factor de integración. Lo creado por uno es compartido jubilosamente por todos. IV. Factores lingüísticos Español, inglés, francés, holandés, árabe y hindi son lenguas vivas en el Caribe, cada una de ellas con un acento particular caribeño aun en hablantes supuestamente “puros”, acento que es inmediatamente reconocido por las poblaciones de donde proceden esos hablantes. Se hablan además el creole y el papiamento, creaciones locales de gran interés para el lingüista. Pero lo que cabe señalar aquí es la comunicación que se logra entre todas esas lenguas; ninguna es lingua franca en todas partes del área, pero en todas se logran compromisos de comunicación que no fallan y contribuyen a la integración cultural y económica, pues en este último orden se producen intercambios espontáneos de -62-


carácter informal que una integración en libertad política haría extensos y fecundos. V. Factores religiosos Si distinguimos entre institución religiosa, religión y religiosidad, debemos decir que aun cuando hay varias religiones de origen europeo, africano, americano y extremo-oriental y aunque algunas de esas religiones estén representadas por instituciones religiosas organizadas y conectadas con otras áreas del mundo, sin embargo se ha desarrollado una religiosidad difusa que no puede definirse como sincretismo. Sincretismo hay en el nivel de las religiones, pero nos referimos a una actitud religiosa un tanto panteísta, supersticiosa, fraternal y gozosa que no puede descomponerse en elementos ajenos reestructurados sino que tiene una fuerza propia unitaria y poderosa, y es esa religiosidad difusa la que proporciona el caldo de cultivo más importante para la integración emocional y sentimental. Esto amerita consideración separada y exige tratamiento amplio y profundo más allá de lo que este espacio nos permite; pero valga por los momentos el simple señalamiento a la espera de apropiada exposición y demostración en otro lugar. VI. Factores gastronómicos Hemos llegado al punto culminante de este artículo, culminante por su posición y por su importancia. La esencia de la identidad caribeña, la concreción de todo lo dicho anteriormente y de todo lo que no pudo ser dicho está aquí, el fundamento de la integración ya lograda y de la que falta por lograr está en el surgimiento de una cocina original, la creación de un arte culinario difícilmente separable de lo -63-


que hemos llamado religiosidad difusa. Quienes estudian el Caribe con la pretensión de llegar a resultados importantes con recursos científicos e intelectuales solamente están condenados al fracaso mientras no bailen, beban y coman en compañía de caribeños auténticos y desenfadados. El Caribe no entrega su ser a seres abstractos. Conclusión Sobre la base de lo expuesto, es evidente que ya existe integración en el área caribeña, pero se trata de una integración incompleta porque el territorio está dividido en sectores de poder económico y político dependientes de potencias exteriores al área. Priva el interés de esas potencias sobre el interés local de intercambios locales fecundos y capaces de engendrar autónomamente relaciones con el exterior desde la toma de decisión autónoma. Hemos llamado a ese estado de cosas teledependencia, palabra centauro fea como aquello que designa. No vemos cómo ese estado de cosas pueda cambiar hacia una integración completa, a menos que el proceso de globalización aniegue y niegue el papel hegemónico de las grandes potencias y dé lugar a una auténtica fluidez de intercambios que apunte hacia una integración de toda la humanidad. Esto parece utópico y el proceso de globalización tal vez no esté en manos de nadie; pero una gran cantidad de imponderables en escala mundial hace campo a la esperanza, esperanza pequeña, pero esperanza al fin, no otra cosa queda a la impotencia del hombre. 2002

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Los tres discursos de fondo del pensamiento americano

Tres grandes discursos de fondo gobiernan el pensamiento americano. Así lo muestran la historia de las ideas, la observación del devenir político y el examen de la creatividad artística. Por una parte el discurso europeo segundo, importado desde fines del siglo dieciocho, estructurado mediante el uso de la razón segunda y sus resultados en ciencia y técnica, animado por la posibilidad del cambio social deliberado y planificado hacia la vigencia de los derechos humanos para la totalidad de la población, expresado tanto en el texto de las constituciones como en los programas de acción política de los partidos y las concepciones científicas del hombre con su secuela de manipulación colectiva, potenciado verbalmente con el auge teórico de los diversos positivismos, tecnocracias y socialismo con su alboroto doctrinario en movimientos civiles o militares o paramilitares de declarada intención revolucionaria. Sus palabras claves en el siglo pasado fueron modernidad y progreso. Su palabra clave en nuestro tiempo es desarrollo. Ese discurso sirve de pantalla de proyección para aspiraciones ciertas de grandes sectores de la población y del psiquismo colectivo, pero también sirve de vehículo ideológico para la intervención de las grandes potencias políticas e industriales del mundo en esa área y es, en parte, resultado de esa intervención: sólo en parte, pues responde también, poderosamente, a la identificación americana con la Europa segunda. -65-


Por otra parte, el discurso cristiano-hispánico o discurso mantuano heredado de la España imperial, en su versión americana característica de los criollos y del sistema colonial español. Este discurso afirma, en lo espiritual, la trascendencia del hombre, su pertenencia parcial a un mundo de valores metacósmicos, su comunicación con lo divino a través de la Santa Madre Iglesia Católica Apostólica y Romana, su ambigua lucha entre los intereses transitorios y la salvación eterna, entre su precaria ciudadela terrestre y el firme palacio de múltiples mansiones celestiales. Pero en lo material está ligado a un sistema social de nobleza heredada, jerarquía y privilegio que en América encontró justificación teórica como paideia y en la práctica sólo dejó como vía de ascenso socioeconómico la remota y ardua del blanqueamiento racial y la occidentalización cultural a través del mestizaje y la educación, doble vía simultánea de lentitud exasperante, sembrada de obstáculos legales y prejuicios escalonados. Pero si el acceso a la igualdad con los criollos quedaba, en la práctica, cerrado para las grandes mayorías, el discurso en cambio se afianzó durante los siglos de Colonia y pervive con fuerza silenciosa en el período republicano hasta nuestros días, estructurando las aspiraciones y ambiciones en torno a la búsqueda personal y familiar o clánica de privilegio, noble ociosidad, filiación y no mérito, sobre relaciones señoriales de lealtad y protección, gracia y no función, territorio con peaje y no servicio oficial aun en los niveles limítrofes del poder. Supervivencia del ethos mantuano en mil formas nuevas y extendidas a toda la población. En tercer lugar el discurso salvaje; albacea de la herida producida en las culturas precolombinas de América por la derrota a manos de los conquistadores y en las culturas afri-66-


canas por el pasivo traslado a América en esclavitud, albacea también de los resentimientos producidos en los pardos por la relegación a larguísimo plazo de sus anhelos de superación. Pero portador igualmente de la nostalgia por formas de vida no europeas no occidentales, conservador de horizontes culturales aparentemente cerrados por la imposición de Europa en América. Para este discurso tanto lo occidental hispánico como la Europa segunda son ajenos y extraños, estratificaciones de la opresión, representantes de una alteridad inadmisible en cuyo seno sobrevive en sumisión aparente, rebeldía ocasional, astucia permanente y oscura nostalgia. Estos tres discursos de fondo están presentes en todo americano aunque con diferente intensidad según los estratos sociales, los lugares, los niveles del psiquismo, las edades y los momentos del día. El discurso europeo segundo gobierna sobre todo las declaraciones oficiales, los pensamientos y palabras que expresan concepciones sobre el universo y la sociedad, proyectos de gobierno de mandatarios y partidos, doctrinas y programas de los revolucionarios. El discurso mantuano gobierna sobre todo la conducta individual y las relaciones de filiación, así como el sentido de dignidad, honor, grandeza y felicidad. El discurso salvaje se asienta en la más íntima afectividad y relativiza a los otros dos poniéndose de manifiesto en el sentido del humor, en la embriaguez y en un cierto desprecio secreto por todo lo que se piensa, se dice y se hace, tanto así, que la amistad más auténtica no está basada en el compartir de ideales o de intereses, sino en la comunión con un sutil oprobio, sentido como inherente a la condición de americano. -67-


Es fácil ver que estos tres discursos se interpenetran, se parasitan, se obstaculizan mutuamente en un combate trágico donde no existe la victoria y producen para América dos consecuencias lamentables en grado sumo. La primera de orden práctico: ninguno de los tres discursos logra gobernar la vida pública hasta el punto de poder dirigirla hacia formas coherentes y exitosas de organización, pero cada uno es suficientemente fuerte para frustrar a los otros dos, y los tres son mutuamente inconciliables e irreconciliables. Entre tanto, las circunstancias internacionales del mundo tienden, por una parte, a reforzar el discurso europeo segundo y prestan altavoz al clamor de desarrollo acelerado hacia un orden racional segundo apoyado por la ciencia y la técnica, pero el discurso mantuano se esconde detrás del discurso europeo segundo y negocia su continuidad con intereses de las grandes potencias beneficiadas por ese estado de cosas, mientras el discurso salvaje corroe todos los proyectos y se lamenta complacido. La otra consecuencia es de orden teórico: no se logra formar centros permanentes de pensamiento, de conocimiento y de reflexión. Los investigadores y pensadores de América o bien se identifican con la Europa segunda de tal manera que su trabajo se convierte en agencia local de centros ubicados en poderosos países exteriores al área, o bien se consumen en actividades políticas gobernadas por el discurso mantuano, o bien ceden al impulso poético verbalista del discurso salvaje. Los esfuerzos científicos de las universidades se desvirtúan en intrigas mantuanas; las anacrónicas intrigas mantuanas no logran hacer contacto con lo real extraclásico más allá de lo necesario para sobrevivir, un cierto nihilismo caotizante impide la continuidad de los esfuerzos, y el conjunto de la -68-


situación aleja al americano de la toma de conciencia integral de sí mismo, de su realidad social, de su puesto en el mundo, de tal manera que mucho menos se enfrenta nunca auténticamente a los problemas que el universo en general, la condición humana en general plantean al hombre despierto. Ante este panorama de discursos en guerra sin victoria, sólo queda, en la perspectiva del presente, el escalofrío estético catártico que produce la contemplación de una tragedia, y, en la perspectiva del futuro, el genocidio tecnocrático o la esperanza de una catástrofe planetaria que permita comenzar de nuevo algún antiguo juego. 1983

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El pensamiento europeo-latinoamericano. Reflejos y problematizaciones1

Yo me pongo a pensar que siendo América Latina una prolongación de Europa, como posiblemente lo creen algunos estudiosos, entonces, todas las cosas europeas son cultivadas aquí, y una de esas cosas europeas, desde la época de los griegos, desde Pitágoras que inventó la palabra “filósofo”, es la filosofía. Por lo tanto, a nosotros también nos concernía el estudio de la Filosofía y teníamos derecho a estudiarla por pertenecer a la cultura occidental, aún cuando fuera en esa frontera alejada de los centros de creatividad europeos. Entonces, ¿cómo asumí yo eso? Yo observé que yo mismo me interesaba, desde la infancia, por temas que son considerados filosóficos. Entonces, decidí estudiar filosofía, y estudié filosofía en Europa mismo para estar dentro de esa cultura a la cual nosotros pertenecíamos, y me pareció que era importante hacerlo de manera seria y disciplinada, por lo tanto, aprendí griego y latín, y aprendí Alemán y otras lenguas europeas en las que ha habido expresión de pensamiento filosófico como el francés y el inglés. Bueno, en eso estuve yo, y después de haber hecho eso y haber pasado por las disciplinas del doctorado, comencé a pensar que todos mis estudios de filosofía eran una especie de entrenamiento para pensar... y que, lo que me tocaba a mí no era repasar y enseñar las construcciones filosóficas hechas en Europa sino utilizar el entrenamiento obtenido mediante esa disciplina 1

Esta conferencia fue presentada en forma oral. Transcripción de la grabación por Magaly Miliani. -71-


para ponerme yo mismo a pensar... pensarme a mí mismo, pensar mi situación en el mundo, y pensar a mi gente y a mi pueblo de este “extremo occidente”. Sin embargo, no pasó mucho tiempo sin que me diera cuenta de que en ese “extremo occidente” había factores, elementos, circunstancias que no son europeas, que proceden de otras dimensiones. Luego, me di cuenta, con respecto al ejercicio del intelecto, que fácilmente el intelecto hace construcciones conceptuales y se aísla, de modo que la construcción conceptual muy coherente puede dejar por fuera aquello mismo que quería comprender y se satisface con su propia coherencia. Y me acordé de un fuego que describe Dante en la Divina Comedia. Él describe un fuego que no iluminaba nada, que sólo se iluminaba a sí mismo. Entonces, muchas construcciones conceptuales son como ese fuego que ilumina su propia coherencia pero no pasa hacia los objetos exteriores a los cuales se supone que iba a hacer comprensibles. Entonces, me pareció que el intelecto, si se deja a su propio trabajo, puede terminar en una coherencia ilusoria y en construcciones conceptuales alejadas de la realidad. Me pareció que yo debía prestar atención a otras potencias de mí mismo, además del intelecto..... voy a decirlo como lo tenía escrito... Me di cuenta de que había potencias en mí más fuertes que el intelecto, porque éste propicia una coherencia ilusoria. Preferí las otras potencias, buscando una coherencia más profunda, más incluyente, más auténtica. Decidí que, si algo –entiendo por “algo” una intuición, el instinto, el miedo, la duda, el deseo, el amor– contradice la coherencia del discurso, debo darle la palabra a ese algo. Si algo desafía la coherencia de la razón, hay que darle la razón (con el doble -72-


sentido paradójico que tiene esa expresión en castellano) y si algo turba la firmeza de la mano, hay que darle la mano. ¿De dónde me venía a mí esa especie de “abertura” o de apertura hacia otras dimensiones de mí mismo que hacían que hubiera un cierto irrespeto ambiguo del intelecto? (porque había un irrespeto pero, de un intelecto superficial, en busca de una comprensión más profunda que también sería a la larga intelectual pero, rompiéndose, rasgándose, para dar paso a una comprensión más auténtica y más profunda como he dicho). Me pareció que eso pudiera venir de la historia de nosotros, los pueblos de América Latina. Es de considerar que España y Portugal (nuestros ancestros europeos) vinieron a América en momentos en que acababa de culminar una guerra de exclusión. Entonces, después de varios siglos de combate para excluir y dejar por fuera a los mahometanos y a los judíos, y luego de expulsarlos físicamente de España, o sea, en ese momento en que triunfaba una actitud excluyente, destructiva de lo que es diferente, vinieron nuestros ancestros europeos de España y Portugal a América. De modo que ha continuado habiendo entre nosotros –a pesar de la Europa Segunda, la Revolución Francesa, la Ilustración, a pesar de la Modernidad– algo de esa actitud excluyente, dominante. Hay en América, hasta hoy en día, una política de combatir las sectas (entendiendo por secta cualquier grupo, organización o ideología que no sea católica, apostólica y romana). Es la misma actitud que dictó la guerra española contra los árabes y que dictó la expulsión de los judíos de España. Es algo tremendamente importante y, quizás, muchas de las peleas que se forman entre nosotros es por una actitud de exclusión, de rechazo del que es distinto, del que es extraño. -73-


Y aunque hay algo de universal en eso, entre nosotros es mucho más fuerte. Es interesante observar que esa Europa que vino a América, lo que es hoy América Latina y el Caribe, vino con los excluidos por dentro, es decir, los excluidos estaban reprimidos pero, había, en esos mismos españoles que vinieron, mucho de aquello que habían expulsado, o sea que, habían incorporado a su propia mente actitudes y elementos culturales que eran musulmanes y que eran judíos. Y, por otra parte, desde el punto de vista externo también, por ejemplo, vinieron a América gran cantidad de judíos... vinieron en forma subrepticia, porque como estaba prohibido ser judío, tenían que venir como marranos, como falsos conversos, ocultándose. Eso dio lugar a que hubiera también ese doblez en la formación de nosotros. Un doblez de exclusión. El excluido tenía que fingir pertenecer al grupo dominante, y una vez llegados a América se formó una segunda exclusión, que es la exclusión de los aborígenes de América. De modo que los indios, en sus múltiples culturas, fueron excluidos, y sólo podían ser aceptados mediante una incorporación forzada a la cultura europea en esa versión, y en caso de no adaptarse a eso lo mejor era perecer. Tenían que ser asimilados por la fuerza. Lo mismo pasó con los esclavos negros pero, esa asimilación no se produjo completamente. Es una asimilación a medias y continuaba habiendo otras culturas. Entonces a mí, en el extremo occidente de Europa, quizás se me formó esa apertura, ese deseo de abrirme a un más allá, a algo que estuviera más allá de los esquemas del pensamiento occidental, para aceptar, en mi mente y en mi intelecto, los elementos no europeos de América que de alguna manera estaban allí presentes. Entonces, en vez de convertirme en -74-


un autor de monografías sobre conceptos (por ejemplo, sobre el concepto de physis en la cultura occidental), sobre historia y ese tipo de trabajos que yo aprendí a hacer, me pareció que yo debía pensar mi situación y pensar a América. Y de allí venía entonces esa apertura hacia lo que no se adaptara inicialmente a las construcciones conceptuales de mi intelecto, y vino a resultar que yo le diera cabida a esas cosas que son diferentes. Una cosa curiosa que yo debo decir sobre Latinoamérica, es que Latinoamérica está más adelantada en su comprensión del mundo y de sí misma en el nivel de los analfabetas. Está mucho más adelantada que en el nivel de los universitarios. Por ejemplo, las religiones populares de Latinoamérica son religiones aglutinantes, incluyentes, que toman en cuenta todos los elementos. En Venezuela, en particular, hay una religión de la gente sencilla, analfabeta, campesina, marginal, que es la de María Lionza. Y en esa religión se da cabida al pensamiento y a los símbolos del pensamiento occidental y a las religiones occidentales europeas pero, al mismo tiempo, se da cabida a todo lo que hay todavía de indígena y a todo lo que hay de africano. Es curiosísima esa amplitud. Yo pienso que en el mundo del pensamiento latinoamericano tendría que ocurrir algo que fuera paralelo a lo que ha ocurrido con la religiosidad popular, o sea, que en vez de estar afincándose en lo que es estrictamente europeo, ampliar eso mismo europeo –beneficiando también a Europa de esa manera– con los elementos, actitudes, factores, y supervivencias no europeas de América y también con sus formas mestizas, mezcladas. ¿Cómo se manifestó esa especie de apertura que yo produje en mí mismo para que el pensamiento latinoamericano se acercara a su propia realidad?. Me pareció que, en primer -75-


lugar, lo que he dicho: una aceptación de lo no-europeo de América. Aceptar que eso está ahí y no avergonzarse como ocurre con frecuencia, y no disimularlo, y no ocultarlo. En segundo lugar, la búsqueda de una coherencia incluyente, aun cuando resultara sumamente difícil combinar mitos indígenas y africanos con el pensamiento de Platón y Aristóteles, o con Kant y Heidegger, sin embargo, intentar eso. Que hubiera una coherencia incluyente, que no dejara por fuera, como pata-en-el-suelo, como sinvergüenza, como analfabetas, como inferiores, a la gente que tenía otros contenidos y que, sin embargo, son gente, son humanos y están en nosotros, son parte de nosotros mismos; y al ser parte de nosotros mismos son parte de Europa, porque nosotros somos, si entendí lo que creo que dijo Alain Rouquie, el “extremo occidente de Europa”. Como tercer punto me pareció que debía producirse una disolución de las fronteras entre los géneros: –¿Ud. está haciendo un ensayo filosófico o Ud. está haciendo un poema? ¿Ud. está haciendo literatura o está haciendo un tratado científico? ¿Qué es lo que Ud. está haciendo? Entonces uno dice: – “Arroz con mango”, yo estoy mezclando todo eso ahí.... – ¡Pero eso no tiene sentido! Pues sí, yo creo que eso es lo que sí tiene sentido en América. Porque es, por lo menos, el inicio de un pensamiento incluyente que no deje por fuera, que no desprecie, que no maltrate a aquellos que no pertenecen a esa coherencia inicial. Como cuarto punto: tener un respeto especial por la creación artística del pueblo y, particularmente, del pueblo analfabeta, porque yo creo que allí se está produciendo un -76-


movimiento hacia la síntesis de tantos elementos heterogéneos que componen a Latinoamérica. Una observación, dejarse influir, observar, ponerse atento a esa producción tanto verbal como pictórica de los analfabetas y de los campesinos, de la gente marginada, de los pobres, y luego, con un movimiento distinto a ese que acabo de decir, como quinto punto, una tolerancia hacia un espacio de entendimiento, de diálogo y coexistencia pacífica entre diferentes que se mantienen diferentes. Hay, por una parte, que observar esa síntesis que la creación artística produciría y que se produce mejor desde un fundamento popular –porque no hay ese prurito de ser europeo puro, de lavarse lo latinoamericano para volverse europeo puro, cosa que es una de las tendencias que tenemos nosotros– y, por otra parte, hay que crear un espacio en el que puedan coexistir y dialogar cosas diferentes que no pueden dejar de ser diferentes, es decir, que no se pueden sintetizar. Ese cuento de tesis, antítesis y síntesis... eso no es cierto. Hay contradicciones, antagonismos en la condición humana, en la historia, en el universo, que no pueden ser sintetizados... unas sí, pero otras no. Y esas que no son sintetizables son lo trágico. Crear un espacio para lo trágico, pero que eso trágico se resolviera en el diálogo, en la aceptación del otro, en la aceptación del que es diferente, de lo que es diferente, y por ejemplo, podría producirse una fecundación mutua, sobre la base de la aceptación, de la coexistencia de lo que es diferente y no puede dejar de ser diferente. Ayer, hablando con el profesor Haïm Zafrani, con esa fuente de bondad que es él, de sosiego y de profundidad mental y filosófica, recordaba él, basándose en un poema de Aragón, que hubo en otros tiempos, por ejemplo, entre -77-


musulmanes, judíos y cristianos, coexistencia. Actualmente hay una guerra que parece sin solución entre árabes y judíos pero, debemos recordar que hubo una época en que eso no fue así. El poema que él recordaba de Aragón dice así: “Lo que fue puede volver a ser si no olvidamos...” Y a mí me parece que debemos recordar los espacios de coherencia manteniendo la diferencia, los espacios de coexistencia pacífica, los espacios de entendimiento con el mantenimiento de las diferencias... porque si no olvidamos, lo que fue, puede volver a ser....”

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Latinoamérica

Pienso que el carácter ceremonial que tiene esta introducción del Seminario no permite entrar en asuntos que tengan un carácter polémico, por ejemplo, las profundas críticas que yo tengo que hacerle al Cendes y al Cepsal. Por lo tanto, voy a dirigir mi intervención en otro sentido, que es el de tratar de presentar lo que yo veo como el fondo sociocultural de Latinoamérica en general, y de Venezuela en particular, fondo que considero no ha sido tomado en cuenta debidamente ni por los políticos, ni por los investigadores en Ciencias Sociales. Voy a hacer una aproximación a Latinoamérica desde tres puntos diferentes. Voy a hacer, primero, una aproximación desde lo más íntimo; en seguida, una aproximación desde lo más lejano y, en tercer lugar, una aproximación desde lo más doloroso. Desde lo más íntimo Cuando era adolescente –hace muchísimos años– me interesó profundamente el conocimiento de mí mismo. Yo fui de ese tipo de jóvenes que consideran importante que uno se conozca a sí mismo. Y que le hacen caso al oráculo de Delfos que dijo “conócete a ti mismo”, y consideran que eso es importante. Yo, entonces, me di a esa tarea. Y, para mi gran sorpresa –después de estar mucho tiempo en ese plan– descubrí que las cosas más íntimas mías, mi yo, no era unitario, o -79-


sea, que yo no era una persona sola, sino como que estaba dividido internamente –¡No vayan a creer que era un caso esquizofrénico!– creo que más bien era un caso normal y comparable a todo el mundo, es decir, que cuando decía “yo”, no era uno solo, siempre, el que decía “yo”. Había varios que se arrogaban ese pronombre, “yo”. Y, como si tomaran el poder entre un número difícil de precisar de “yoes”. Esos “yoes” a su vez representaban pasiones, tendencias, instintos, aspiraciones, temores, angustias, características, todo eso, de mi propia persona. Luego, paso yo, en la profundización de ese examen de mí mismo, y de ver esa pluralidad de “yoes” que me componían, a reconocer que era difícil gobernar, que era también difícil (poniéndome yo como observador de esa pluralidad y organizador de ella) instaurar un sistema que permitiera la participación jerárquica de todas en reconocimiento de su importancia y nunca tuve la aspiración tiránica de suprimir alguno de esos “yoes”, sino más bien, de organizarlos. Pasando el tiempo, descubro que ninguno de esos “yoes” me pertenecía en absoluto, que todo lo que llamaba “yo” no era la propiedad de una entidad separada, sino que todos y cada uno representaban fuerzas que estaban presentes en la sociedad donde me había criado, que es Venezuela. Crecí como niño en los Llanos de Venezuela y como adolescente en Barquisimeto. Esta toma de consciencia de que todas esas cosas no eran mías, incluso lo estrictamente orgánico y biológico de mí, lo instintivo no era universalmente humano, sino, que, ya estaba asumido por mí de manera enseñada, dictada en el proceso de socialización y aculturación. Esta toma de consciencia se me hizo más fuerte porque siendo muy joven tuve -80-


que vivir en países extranjeros que no pertenecen al ámbito latinoamericano y, entonces, vi que los demás también me percibían como latinoamericano, no me percibían como un hombre igual a ellos, o sea, que es como si un hombre universalmente humano, existiera como un nivel básico de todos los hombres, pero, por encima de ese nivel, se configura y se perfila una particularidad que depende de las condiciones socio-culturales de la formación de la persona. Y fue evidente para mí al encontrarme con gentes de otras lenguas y otras culturas, que yo pertenecía a este ámbito latinoamericano y me pareció que debería entonces estudiar a Latinoamérica, es decir, que lo que yo estaba viendo en mí, cuando quería conocerme a mí mismo, era un retrato pequeño, difícil de descifrar, de algo que estaba escrito en letras grandes en los países de eso que se llama, o que llamaban los franceses del siglo pasado “Latinoamérica”, porque antes esto no se llamaba Latinoamérica. Se llamaba “América” y, a nosotros, los españoles nos llamaban “los americanos” o “los indianos”. Cuando yo fui a estudiar en los años 50 a Austria y Alemania a mí me decían Südamerikanish; no me decían Lateinamerikanish. Ese Lateinamerikanish ahora se ha impuesto y se usa oficialmente en las Naciones Unidas, con una pequeña variante que dice “Latinoamérica y el Caribe” porque resultaba difícil explicar ese asunto de la pluralidad de culturas que hay en el Caribe. Sin embargo, esa palabra “Latinoamérica” deja por fuera la cultura prehispánica de América. Me pareció también que no bastaba la reflexión psicológica, ni la reflexión filosófica, sino que había que auxiliarse con médicos, con historiadores y con antropólogos. Lo de los médicos lo digo porque no me fue difícil darme cuenta, -81-


en mi adolescencia, de que muchos pensamientos míos provenían de dificultades en la salud. O, por lo menos, que la adopción, el acercamiento a ciertos pensamientos era producido por cuestiones de origen orgánico. Tanto en cuanto a la salud, dificultades de salud, cosas pequeñas en apariencia como estreñimiento, mala digestión, podían hacer que yo me acercara y sintiera como más evidentes ciertas ideas; y estados de exaltación orgánica también, por encontrarme en buena salud, con buen ejercicio de los miembros del cuerpo me hacían que aceptara otras, por lo que me pareció que era importante para un filósofo tener relaciones con un médico, en el sentido de que pueda pensar con mayor libertad y no ser dirigido en su pensamiento por cuestiones de carácter orgánico, que en todo caso deberían ser corregidas. Lo de los antropólogos me fue extraordinariamente interesante porque se ocupan siempre de culturas diversas. Y los historiadores, es realmente fundamental. Con esto de los historiadores paso a la segunda parte de mi exposición que es un acercamiento a nuestra región cultural que se llama Latinoamérica desde lo más amplio que yo pueda. Desde lo más lejano Desde lo más amplio que yo pueda, ubico como fenómeno a Latinoamérica en general y a Venezuela en particular dentro de un fenómeno universalmente humano que cada día me parece más importante y menos considerado, que es la migración. Si yo tuviera que darle un nombre al hombre, no diría eso de “zoon politiko/n”, que puede aplicarse también a sociedades de insectos, y tampoco eso de “homo faber”, ni todas esas cosas que se han inventado. Yo diría más bien -82-


que es un “homo migrans”. Es decir, que lo característico del hombre para mí como cosa central es que migra. Hasta donde se sabe, el hombre surgió, la hominización se produjo en África y, desde allí, el hombre ha migrado a todas partes del mundo. América, en particular, es un continente de inmigrantes, porque aquí no hubo hominización, vinieron los indios como inmigrantes y luego vinieron los europeos como inmigrantes. Por eso me parece que tiene hondas resonancias ese poema de Gerbasi que se llama Mi padre El Inmigrante y que lo pone en los extremos: “venimos de la noche y hacia la noche vamos” y, en ese intermedio, tendríamos que examinar el problema de la migración. En la historia y prehistoria de la humanidad veo dos momentos particularmente importantes: uno es la segunda parte del segundo milenio antes de Cristo y el otro, la segunda parte del segundo milenio después de Cristo. De acuerdo con lo que sabemos por los arqueólogos, en el segundo milenio antes de Cristo y especialmente en su segunda mitad hubo grandes migraciones indoeuropeas que dieron lugar, en la India, a la cultura sánscrita, en Persia, a la cultura persa, en Grecia, a la cultura griega, en Italia, a la cultura latina. Son hechos muy importantes que se produjeron, sobre todo, en la segunda parte del segundo milenio antes de Cristo. Esos desplazamientos de hombres deberíamos recordarlos. Nosotros somos descendientes de hombres que han migrado mucho a pie, por mar, por caballo, y últimamente, también por el aire. Y en estos momentos se están produciendo sobre la tierra grandes migraciones. Hay grandes cantidades de familias que se están desplazando de un lugar a otro en condiciones de gran miseria, en algunos casos, y de gran dolor. -83-


La migración importante en la segunda mitad del segundo milenio después de Cristo, o sea desde el siglo XV hasta nuestros días, yo creo que el fenómeno más importante que ha ocurrido allí no es la guerra atómica ni nada de eso. Es la migración europea, el hecho de que los europeos comenzaron a migrar en masa, por millones a todas partes del mundo y de manera conflictiva y dominante. Así, por ejemplo, desde comienzos del siglo XVI hubo desplazamientos de poblaciones europeas hacia América, sin contar con que también fueron hacia otras partes del mundo, pero, vamos a considerar hacia América y ese fue un movimiento dominante. Sabemos, al estudiar las migraciones de pueblos, que se produce siempre una relación curiosa, extraña, que no termina de estudiarse a fondo, entre los que se quedan en la metrópolis y los que viven en las colonias. Entre los atenienses y los colonos griegos del mar Negro o los colonos de Esparta en el Sur de Italia o en Sicilia, había unas relaciones curiosas que en parte eran de dependencia y, en parte, eran de rebeldía y había cuestiones de tipo legal sobre las fiestas religiosas que tenían que cumplirse. Generalmente, los que se van, se encuentran como lejos de los lugares donde están los centros de creatividad y tienen una relación de dependencia con respecto a lo que se hace en la metrópolis: los europeos que vinieron a América, tanto a América del Norte como del Sur, mantuvieron y mantienen hasta hoy en día esa relación de dependencia. Los centros de creatividad están en la Metrópolis, es decir, en el país madre y de ahí es de donde pueden recibir las indicaciones sobre lo que hay que hacer. Se produce un sistema de repetición y de imitación, una sensación de ser como “de segunda”, de no tener una plenitud de lo humano, sino que es una especie -84-


de relación como de protegido-protector, de hijo a padre. Y las guerras de independencia, no modificaron esta situación. Una característica fundamental de América, en general, y, en particular, de Latinoamérica y, más en particular, de Venezuela es, sin duda, esta dependencia. Y esta dependencia es explicable y creo que también razonable porque una vez que un pueblo migra pueden pasar varias cosas. Una es que cree una cultura nueva al mezclarse con otros pueblos que están ahí. Por ejemplo, los indoeuropeos de la primera invasión indoeuropea a Grecia encontraron una civilización talasocrática en Creta y, en combinación con ella, fundaron el imperio creto-micénico de donde vienen los Aqueos de los cuales habla Homero. Esta cultura es distinta de la que ellos traían, diferente, como diferente fue la que se produjo cuando hubo la segunda ola migratoria indoeuropea, la que dio lugar a Esparta y a los Dorios. En la llegada a América de los europeos hubo más bien una tendencia a continuar a Europa en América, obteniendo ciertas ventajas de tipo europeo, de aspiraciones de tipo europeo, de tal manera que el contacto con los habitantes inmigrantes anteriores, los indios, no dio lugar, y creo que no va a dar lugar a una cultura nueva. Y también hay la tendencia a devolverse, a que lo que sí ha cambiado no siga cambiando, sino que se produzca un retorno a la madre; hay algo así de “vuelta a la madre” en toda América. Y esto ha significado una gravísima dificultad para entender estas cosas. La Europa misma en América se dividió en dos. Una división europea se mudó para América, porque los españoles y los primeros habitantes de América del Norte y los portugueses también en Brasil tenían una manera de ver las -85-


cosas, una cultura europea de tipo distinto a la que comenzó a formarse con la Revolución Francesa, en el campo político, y la Revolución Industrial, en el campo económico. Este cambio tan grande y tan tremendo que Europa no ha superado todavía pone al descubierto esa división entre un tipo de cultura que podríamos llamar europea uno, europea primera, y un tipo de cultura europea segunda, que tiene que ver con el discurso de “las luces”, de la Ilustración, la ciencia y la tecnología, el progreso y, habría que incluir allí, el socialismo y las diferentes formas de planificación de la vida colectiva. Lo cual es muy diferente a las tradiciones ya desacralizadas que tenían los primeros pobladores de América venidos de Europa y los pobladores de América anteriores, es decir, los aborígenes de América. Por ahí habría dos discursos europeos en América en conflicto que serían, el discurso de “las luces” y el discurso de los señores. Esto del discurso de los señores me lleva a mí a la tercera y última parte de mi exposición: el acercamiento a América. Desde lo más doloroso Una cosa triste y lamentable ocurrida en América, y nos tocaría a nosotros hacer algo por eso y no lo hacemos, es que en ese contacto de los europeos con América se formó un sistema de esclavización, de destrucción de las culturas que estaban antes en América y de esclavización de sus integrantes, además de haber provocado una inmigración pasiva de esclavos de África. Y esa relación amo-esclavo por parte de los europeos en América no ha sido resuelta. Aun cuando en el siglo pasado, por influencia de la Europa segunda, por el discurso de “las luces” hubo la -86-


supresión formal de la esclavitud, la esclavitud no cesó. Yo tengo suficiente edad para haber visto que los que antes eran esclavos en las haciendas y luego pasaron a ser libres, pasaron a una situación peor que la que tenían cuando eran esclavos, porque pasaron a la dependencia de un salario pequeñísimo, que nunca alcanzaba para sus necesidades y que los hacía estar vendidos a los dueños de la hacienda por generaciones pues lo hijos heredaban las deudas de los padres. Los movimientos políticos que ha habido para remediar esa situación me parece que no han logrado nada en absoluto; quiero decir esta idea con mayor claridad para que no se crea que es una estridencia mía. Arquitectónicamente puede verse esto muy fácilmente. En la época de la colonia, ¿qué veía alguien que vivía en América? Veía la casa de los señores y las barracas de los esclavos, una hacienda, una casa colonial como conocemos que son y, cerca de ahí, una barracas donde vivían los esclavos y se criaban los niños como perritos, como animales, y estaban a la merced del señor. Pasan todos estos siglos y llegamos al año 1995. ¿Qué vemos nosotros al mirar? Vemos las casas de los señores y las barracas de los esclavos. Yo no veo diferencia, yo creo que las condiciones son peores. Hay una urbanización donde viven los señores y, al lado, siempre hay algo que es equivalente a las barracas de los esclavos. Creo que un estudio de historia de la arquitectura podría detectar una línea que va desde la barraca de los esclavos hasta la construcción de los ranchos. Luego, este hecho real, tangible, visible, está acompañado por un hecho interno, psíquico, que es que nosotros estamos acostumbrados a sentirnos internamente como señores o como esclavos. Y luego hay en la gente que toma el poder –habría que hacer una reflexión más profunda sobre el poder, -87-


no sobre los mecanismos de poder, habría que hacer una reflexión sobre qué es el poder y para qué sirve además de para satisfacer a pequeños yoes internos, viles y mezquinos, incapaces de reconocer a los otros que hay en ellos mismos y mucho menos a los que hay por fuera– en Venezuela, en cualquier nivel que lo tomen, que se comportan como amos y tratan a los demás como esclavos. Y los demás se sienten también como esclavos y se comportan como tales. Así yo he observado que los que toman el poder respetan a los otros que están en el mismo juego político pero no a aquellos que se supone que van a representar. De tal manera, que el juego democrático ha sido una farsa engañosa para los otros que siguen siendo esclavos; ¿cómo se explica que después de treinta y cinco años de democracia siga habiendo la misma situación de separación tremenda, dolorosa, vergonzosa, entre una urbanización y un barrio? Yo, profesor universitario, pertenezco a un nivel económico, que me permitió hacer una casa. ¿Y qué hay detrás de mi casa? Un barrio, ¿eso sólo? ¿Y cómo es ese barrio? Bueno, como las casas de los esclavos. ¿Qué hace la gente que vive ahí? Consigue trabajo para cortarme a mí la grama y a los demás profesores le trabajan en la cocina a la señora. Y otra cosa que he observado con asombro es que personas que tienen una ideología igualitaria y hasta revolucionaria no sienten ninguna contradicción de tener en la casa una sirvienta mal pagada y mal tratada y disgustarse porque la señora dice que quiere tener el domingo libre. Eso lo he visto yo en personas que incluso están peleando a favor de una revolución social ¿Por qué pasa eso? Porque hay trastiendas psíquicas no analizadas. Alguien toma el poder con una ideología de la Europa segunda, de “las luces”, pero detrás está la -88-


vieja ideología española de los señores, de los que mandan. Entonces la ideología le está sirviendo sólo como manera de ascender socialmente y llegar a ser señor él también y mi vida ha sido larga como para ver que a grandes luchadores políticos que quieren hacer la revolución, la lucha política les ha servido para ascender económicamente y socialmente y convertirse en señores y tener esclavos. Creo que, aun cuando pudiera parecer fuerte eso de “esclavos”, si se piensa en la palabra como una condición de inferioridad y de necesidad de servicio para poder sobrevivir, se podría aceptar, no pensándolo como esclavo en el sentido de que tenga cadenas amarradas a los pies, pero hay otras cadenas y otras dificultades. Veo que en los liderazgos ha habido un discurso europeo segundo, un discurso de la Ilustración, de “las luces” y, en la práctica, se mantiene dentro de los propios dirigentes otro discurso, secreto, tal vez inconsciente ¿Qué le queda entonces a los esclavos? Les queda un discurso salvaje. Y yo entiendo por discurso no un proceso verbal ni siquiera un proceso intelectual, además que la palabra “discurso” no tiene nada que ver con la palabra “palabra” ni con la palabra verbo, ni con la palabra hablar. Discurso tiene que ver con currere, dis-currere, como una forma de moverse rápidamente por aquí, por allá. Entonces yo llamo discurso no sólo los pensamientos y las palabras, lo que está formulado verbalmente, sino el estilo de actuación, los actos y, más profundamente que los actos, los sentimientos y las valoraciones. Hay un nivel profundo en el que las valoraciones son de la Europa primera, son de la España inicial, son de los señores, de los amos y siguen siendo. Y, luego, hay otro discurso que es europeo segundo, que es el que adoptaron los libertadores, -89-


por lo menos en forma verbal, y luego tenemos ese discurso salvaje, creo que en nosotros mismos, en nuestra interioridad, nuestra intimidad están presentes esos discursos, esas maneras de sentir y de comportarse y en un mismo día es posible que nosotros pasemos de un discurso de señor a un discurso salvaje o al discurso europeo segundo. El más verbalizado es el europeo segundo; el europeo primero queda allí un poco sin decirse y el otro queda dirigiendo acciones de tipo destructivo que son las únicas que puede hacer. Entonces, ¿cómo es posible que ese discurso salvaje, de donde podría salir de parte de los vencidos y de los oprimidos una actividad de cambio, esté reducido por vía oficial y con la complicidad de los que se dicen de izquierda? Esto, debo decirlo, está reduciendo lo que pueden hacer o a una violencia caótica y criminal o a la más oscura superstición. O sea que se está fomentando entre la gente más miserable, más perseguida y más sufrida estas dos cosas: o la violencia inútil, cruel, o la superstición religiosa más obscura y obscurantista. Al reflexionar sobre liderazgo y sobre poder y sobre la posibilidad de que un liderazgo hasta ahora existente en Venezuela sea sustituido por otro, yo insistiría en que hay una sordera, una sordera especialmente característica del Cendes y del Cepsal y de todas las instituciones que se ocupan de esta investigación. El que disiente es considerado enemigo en un primer momento; en un segundo momento es considerado malvado y, en un tercer momento, es considerado delendo, es decir que debe ser destruido. Hay una dificultad para aceptar al otro, hay una dificultad para el diálogo, asumen una ideología cualquiera y se ponen ciegos a cualquier otro pensamiento, a cualquier cosa que se les muestre si está fuera de los parámetros de esa ideología fanáticamente asumida. -90-


No creo que sea bueno, para la ciencia, para el conocimiento ni para la formación de un nuevo liderazgo, que haya ese encierro, ese cierre en el seno de una ideología o de una actitud que puede ser también una superstición metodológica, una arrogancia cientificista y que no haya campo, no haya oído, para las otras cosas que deben ser oídas. Que no haya diálogo sino el interés de borrar a todo lo que sea diferente. Sugeriría entonces como conclusión, como deseo, que este simposio tuviera suficiente amplitud para no encerrarse en supersticiones metodológicas y en ideologías. 1995

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La situación cultural y la autoconsciencia de Latinoamérica y el Caribe

No hablaré de economía, ni de política, ni mucho menos de economía política, sino de la situación cultural de Latinoamérica y el Caribe, porque una red sutil de antagonismos culturales envuelve, penetra y sobredetermina tanto las relaciones políticas y económicas de nuestra región como la incoherente y sombría autoconsciencia que se manifiesta en sus expresiones intelectuales y artísticas; incoherente y sombría cuando se la mira desde la pasión de unidad de la razón. Y esto en mayor medida, con más tensa intensidad y con más intrincada complejidad que en cualquier otra región del mundo actual. Los componentes culturales europeos, indígenas y africanos –ya cada uno múltiple de entrada– se repartieron, combinaron y configuraron de manera tan diversa que el resultado actual está caracterizado por la heterogeneidad. Heterogeneidad horizontal: en la vasta extensión territorial las diferencias se despliegan no como variantes de una cultura, sino por el grado de participación en la mezcla de culturas distintas en su esencia. Heterogeneidad vertical: no hubo síntesis, sino estratificación de formas culturales en insegura simbiosis donde cada una pugna por preservar su identidad y todas se deforman las unas a las otras. Heterogeneidad íntima: la consciencia individual y la consciencia colectiva desplazan fácil y frecuentemente sus centros de valoración; en consecuencia, el mismo estado de cosas, cual una anamorfosis, ofrece a la vista una imagen deforme y confusa o -93-


regular y acabada según la actitud que se adopta al cambiar de identificación cultural. La cultura oficial es la europea occidental cristiana con su no terminada lucha entre la Europa primera y la Europa segunda, aunque entre nosotros con un predominio claro de la Europa primera, porque a ésta correspondió fundar y constituir lo que ahora son estados latinoamericanos y del Caribe, en la medida en que son estados. Llamo Europa segunda a la surgida de la revolución francesa, de la revolución industrial, de la revolución electrónica, de la ilustración con su desacralización de las relaciones humanas y el creciente desarrollo de la actitud cientificotecnológica con sus mecanismos de manipulación. Llamo Europa primera a la tradicional, anterior a la segunda pero no completamente superada. La cultura europea occidental cristiana, al establecerse en América, produjo en sus portadores el sentimiento semi-inconsciente de haber venido a menos, de ser menos. El alejamiento geográfico de los centros originarios y de sus fuentes de creatividad los empobreció en efecto espiritualmente con respecto a las metrópolis. Los cambios de éstas no podían ser seguidos desde tan lejos sino con retardo y con disminución de calidad. Los controles culturales debilitados por la distancia y las nuevas experiencias con las novedades naturales y humanas del nuevo mundo deformaron no poco los patrones de conducta y dieron lugar a una cultura occidental cristiana de segunda, la criolla, con graves consecuencias para la autoestima. Por otra parte, la nueva situación abría horizontes esplendorosos, la posibilidad de crear nuevas formas de vida, más ricas y poderosas que las europeas y en todo caso autónomas, inervadas e irrigadas desde nuevos centros de creatividad. -94-


Esto último no ha ocurrido sino de manera embrionaria y conativa, tal vez abortiva; pero la posibilidad se mantiene abierta mientras predomina el deseo de identificarse con Europa y alcanzar su altura. Tal situación ambigua ha producido una actitud ambivalente con respecto a lo nuevo de América: estimación y desprecio, alternativamente, por lo insostenible de la simultaneidad. Tal actitud ambivalente, de estimación y desprecio, se puede observar también con respecto a lo diferenciado de los nuevos países en relación con Europa. Las culturas indígenas de América, derrotadas y desarticuladas por la invasión europea, no perecieron. Mantuvieron en diferente medida su identidad, desde la supervivencia separada con diversos grados de penetración hasta la aparente desaparición en el mestizaje cultural donde sobreviven sin embargo como estratos superficialmente mimetizados, como patrones de conducta alternativos, como falso folklore, como niveles profundos del alma colectiva; pugnan por no morir y ofrecen una resistencia soterrada, astuta, lábil, incesante a la cultura criolla tiñéndola de colores no europeos, desviándola de sus objetivos. Al mismo tiempo, seducidas por el prestigio y el poder del dominador, tienden a identificarse con él, a occidentalizarse, a abandonar para siempre sus tradiciones, y esa ambivalencia las debilita más que la esclavitud. Los representantes de las culturas africanas, separados de ellas con trauma, desarraigados, entremezclados por la servidumbre, despojados de toda soberanía y autonomía, lograron sin embargo conservar actitudes, palabras, inclinaciones artísticas y algunos dioses tenaces vestidos con harapos de mito y rito, girones de memoria que buscan restaurar su esplendor desgarrado. Al mismo tiempo, aprovechando los -95-


vientos verbales de igualitarismo y democracia, procuran alcanzar mejores condiciones socioeconómicas dentro de la cultura criolla mientras ésta les presenta una oposición interminable apenas disimulada por el discurso agujereado de los derechos humanos. Los inmigrantes asiáticos contribuyen en la complicación del estado de cosas que estamos describiendo. Todas estas presencias culturales, o grupos de presencias, se han interpenetrado hasta tal punto que, paradójicamente, las regiones donde no hay negros están llenas de negros, las regiones donde no hay indios están llenas de indios, las regiones donde no hay criollos están llenas de criollos, las regiones donde yo no estoy están llenas de mi alma y mi alma está llena de todas ellas. Aun los enclaves puros son impuros. En común tenemos todos el origen remoto; también los indios son inmigrantes en América. Pero no tenemos Ítaca. Estamos lejos de Ur y lejos de la tierra prometida, leprosos de esperanza fallida, corroídos de nostalgia imprecisa. La unidad es la pasión de la razón, dijo Kant. Nosotros somos racionales. Pero la autoconsciencia latinoamericana y del Caribe no logra constituirse de manera unitaria. Está quebrada, se despedaza en identificaciones parciales que dejan por fuera gran parte de la propia realidad, no logra aprehenderse a sí misma en plenitud, se dispersa en visiones fragmentarias. La autoconsciencia latinoamericana y del Caribe es comparable a una mujer poliándrica que mantiene relación erótica ambivalente y sadomasoquista con tres amantes distintos, de tal manera que sucesivamente ama a cada uno y desprecia a los otros dos, ama a dos y odia al tercero, odia simultáneamente a los tres, pero no puede amar ardiente-96-


mente a los tres juntos. Los amantes están dentro de ella; el sexo es la garganta; lo presta con pasión y por capricho para la cópula reversa que genera, reproduciendo o creando, nuestra heterogénea literatura. En este enredo tremebundo con ribetes de pesadilla dantesca que Jerónimo Bosch hubiera pintado con acierto, las ciencias sociales de la Europa segunda, especialmente la antropología cultural, han recogido valiosa información, digna de la más atenta atención, a pesar de que el método científico mismo contiene prejuicios etnocéntricos difíciles de erradicar y a pesar de que sus resultados se presten para la intervención manipulatoria de orden político económico e ideológico por parte de las grandes potencias. En la aclaración de esta problemática, tiene también gran importancia el estudio de las manifestaciones artísticas en general. Digo esto de parte de quien quiere comprender y no simplemente dejarse arrastrar por las fuerzas inconscientes de diversos orígenes que gobiernan la conducta no liberadamente reflexiva. Esta compresión no puede salir del discurso oficial donde campea una actitud superficial irresponsable gobernada por intereses imperiales. De lo que se trata no es de afianzar ni divulgar el discurso oficial para cumplir sus fines, sino de encontrar la estructuración real y las tendencias que puedan conducir desde la heterogeneidad caótica hacia una forma de autonomía y soberanía que permita el despliegue de esas estructuras y tendencias en la coherencia de lo múltiple conquistada a partir de la diversidad y sin suprimirla. Lo que rechazamos es la imposición de moldes foráneos sobre una realidad cultural que tiene derecho a crear sus formas propias de integración.

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La artesanía, la arquitectura, las artes plásticas, la danza y la música, en la medida en que pertenecen a la cultura popular son expresiones auténticas de una autoconciencia en formación. Tan importante como ellas es la tradición oral de las culturas dominadas o sus restos presentes en la cultura popular y las nuevas creaciones dentro de ésta. Pero como está presente con fuerza imperiosa la cultura oficial acogotada ella misma por moldes foráneos y quiere reservarse para sí sola el nombre de cultura, debemos aceptar que es parte también y muy vigorosa de nuestra situación cultural y tendrá efecto tremendo tanto en nuestro desarrollo futuro como en la comprensión plena que buscamos. Debemos y podemos lograr que el ámbito académico, centro de conocimiento y pensamiento, no quede limitado al tipo de actividad teórica propiciado por el discurso dominante, sino que se abra para considerar la heterogénea realidad cultural que nos caracteriza y busque la plenitud de la autoconsciencia de modo que la erótica mujer poliándrica deje de ser ambivalente, caprichosamente cambiante, sadomasoquista, y se convierta más bien en una latitud amplia, tibia y maternal donde pueda encontrar aire respirable la totalidad de nuestro ser con sus antagonismos y contradicciones en su tambaleante peregrinaje hacia la luz. En el ámbito artístico como expresión de la autoconsciencia, ocupa puesto especial la danza, sobre todo cuando se libera de la música y da salida libre a impulsos interiores disímiles y enrevesados que busquen y encuentren alguna forma de coherencia orientados por valoraciones estéticas propias, creadoras de su propia música. Ocupa la danza ese puesto especial porque mientras el artesano, el arquitecto, el artista plástico, el músico, trabajan con materiales naturales -98-


o artificiales inconscientes, el bailarín trabaja con su propio cuerpo, el objeto más cercano a la consciencia entre todos los objetos del mundo. Mientras aquellos imponen a materiales exteriores el gesto del espíritu, el bailarín gestualiza en la materia viva de su cuerpo los más sutiles y secretos movimientos de la interioridad, cuando el cuerpo se libera de los afanes ordinarios y obedece a lo oculto caótico que al esplender en acto se estructura, se organiza, se objetiva en espejo viviente del recóndito drama. Pero en la expresión de la autoconsciencia ocupan puesto aparte, singular y terrible, agonal y trágico, las artes de la palabra. Singular, porque el artista de la palabra utiliza un material ya habitado por el espíritu, más, creado por el espíritu, más aún, utiliza al espíritu mismo en una de sus manifestaciones, pues tiene su punto de partida en parte del lenguaje ordinario donde dormitan los sistemas arquetipales del ser colectivo, de la comunidad. Terrible, porque la palabra común, al ser despertada por el artista, abandona la región más trasparente del habla y desencadena tres terrores implacables: el terror de la voz sola, el terror de la cosa sola y el terror de sí mismo; asediado por la locura, la muerte y la angustia trabaja el verdadero artista de la palabra. Agonal, porque han de luchar sin tregua contra la palabra misma envilecida por la rutina, los ripios, los sonsonetes, la mecanicidad, las supersticiones estéticas, los latiguillos, la expectativa de los necios y la resistencia sorda de los muchos que se niegan a abandonar la región más transparente. Trágico, porque en el mejor de los casos, cuando florece en plenitud la gran obra, las corroe y debilita un no sé qué que quedan balbuciendo, y al final las derrota el gran silencio cisverbal, guardián de lo inefable. -99-


A pesar de tan incómodo puesto y gracias a él, las artes de la palabra son expresión privilegiada de la autoconsciencia. A las artes en general no se las puede planificar, no se les puede fijar metas sin agredirlas y desvirtuarlas. Pero sólo de ellas cabe esperar la integración real de nuestros múltiples y diversos componentes culturales, la integración de nuestra herencia. Mientras tanto las ciencias sociales generan un tipo de conocimiento ambiguo en su destino. Por una parte, siendo un conocimiento de orden conceptual puede desembocar en manipulación tecnológica de cualquier signo con el triste resultado de manejar como objetos las consciencias desde una racionalidad ajena a las profundidades abisales de la subjetividad creadora, empobreciendo y aherrojando la sagrada libertad del espíritu. Pero, por otra parte, puede iluminar lo iluminable con esa luz y generar el espacio que facilite no la síntesis de los elementos sino la creación nueva donde quede amparada la diversidad en la coherencia de una autoconsciencia plena. Mientras tanto, las gestiones políticas y económicas, actuando como actúan en la superficie más superficial de nuestro mundo, pudieran no hacer otra cosa que administrar la mecanicidad de lo determinado y degradar lo degradado, a menos que desde lo profundo surgieran hasta esa superficie esos raros artistas de la gestión pública que merecen el nombre de estadistas porque no se limitan a lo personal inmediato sino que se amplían a lo colectivo presente y se tienden hacia el futuro y la posteridad iluminados por el sol negro que habita en el fondo del pueblo y por el sol blanco de la razón universal.

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La consciencia académica enfocada hacia nuestra realidad produce el conocimiento científico necesario para el desarrollo pleno de nuestra autoconsciencia, conocimiento necesario, indispensable, pero no suficiente: lo aqueja una ceguera congénita para lo singular y único. Pero cuando la consciencia académica se orienta además hacia nuestro arte en general, y en particular hacia nuestra heterogénea literatura, está más cerca de alcanzar la plena autoconsciencia, porque ésta puede amanecer en el mundo frío del intelecto sólo después de haberse generado en la caliente y sanguínea dimensión de las artes. La vigilia, la espera y la moratoria ad indefinitum de la consciencia académica enfocada hacia nuestra heterogénea literatura está representada por los centros de investigación y reflexión dedicados a ese propósito. Pero ha faltado un centro integrado donde los equipos de trabajo hayan vencido las barreras lingüísticas. En Latinoamérica se habla español, portugués y numerosas lenguas indígenas, algunas con millones de hablantes; en el Caribe y las Guayanas, inglés, francés, holandés, patois y papiamento. Todo esto sin contar las minorías de origen extracontinental, hablantes de otras lenguas. En todas ellas ha habido y hay y habrá artistas de la palabra. Ha faltado un centro integrado cuyos equipos de trabajo hayan vencido la barrera criolla que consiste en atender sólo a las manifestaciones literarias del importante estrato criollo, el estrato dominante. Aun haciendo violencia a la etimología de la palabra literatura es necesario prestar atención a las tradiciones orales, so pena de excluir expresiones legítimas de nuestra realidad cultural que tienen derecho a participar en la formación de la autoconsciencia plena. La barrera criolla -101-


tiende a prolongar la separación y la fragmentación con sus ridículos pujos exclusivistas e imperiales. Ha faltado un centro integrado con equipos de trabajo capaces de superar la barrera epistemológica europeizante que consiste en aplicar mecánicamente las modas metodológicas de Europa en este campo y adoptar sus prejuicios. Es necesario inventar nuevos métodos y nuevos paradigmas porque el objeto de estudio así lo requiere en ocasiones. Si nuestra heterogénea literatura no puede ser aprehendida adecuadamente por los aparatos teóricos disponibles, peor para los aparatos teóricos; no se hicieron para ser servidos sino para servir. He querido decir con énfasis que la situación cultural de Latinoamérica y del Caribe está caracterizada por la heterogeneidad y muy lejos de la integración. He querido decir con énfasis que, paralelamente, la autoconsciencia de Latinoamérica y del Caribe se encuentra en pedazos, disímiles, mutuamente excluyentes. He querido decir con énfasis que la integración en ambos niveles es cosa de artistas y que la consciencia universitaria en la medida en que está dirigida a la autocomprensión teórica, hace bien en dirigir su atención a las manifestaciones artísticas de nuestra región, y en particular a la literatura, pero de tal manera que no se acuartele en enfoques parciales de pretensión hegemónica. 1992

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El alma común de las Américas

El tema de mi conferencia es “El alma común de las Américas”... Yo había pensado inicialmente escribir la conferencia, y muchas veces he leído conferencias escritas con anterioridad, pero hay algo en una conferencia que es diferente de un artículo y es la posibilidad de comunicación directa con el oyente... De modo que voy a hacerlo más bien ayudado sobre la base de una chuleta que traje para una exposición, así, improvisada... y dando ocasión al final de que pueda haber preguntas, objeciones, críticas... Fíjense que eso del “alma común de las Américas”, yo digo “las Américas”, porque ese plural está inspirado, por una parte, por la geografía, donde se dice “América del Norte”, “América del Centro” y “América del Sur”; también tiene que ver con la cultura, donde se dice “América Latina”, “Angloamérica”... esas distinciones, en cuanto a “América Latina” que fue una designación inventada por los franceses cuando tenían interés en tener poder político y militar sobre América en época de Maximiliano... Se distingue “Iberoamérica“... en dos partes: “Luso-América” e “Hispano-América“... estando nosotros en “Hispano-América”... hay un problema con el “Caribe”... no hallan cómo llamarlo y para incluir el Caribe “Latinoamérica y el Caribe”... debido a su complejidad tiene ese nombre separado. Y también por unos asuntos lingüísticos se dice “América de habla inglesa”, “América de habla española”, “América de habla portuguesa”... Y también hay una pluralidad en la designación de América... de origen -103-


como... histórico, podría decirse y se la llama, “América precolombina”... lo cual en cierto modo es como... un absurdo... porque antes de Colón no había “América”... Aunque la designación de “América” está ligada a un geógrafo italiano... habiendo triunfado ese nombre en América; cuando se dicen “las Américas”, América del Norte, América del Sur... hay un plural ahí... ese plural me resulta interesante... pero detrás de ese plural hay un singular: “América”... es decir: el nombre común a las tres Américas, el de “América”. Yo mismo, en mis estudios y los estudios que he leído, hago (y hacen) énfasis en las diferencias de América y una de las diferencias más notorias, observadas y expuestas esas diferencias, es la que hay entre Norte-América, particularmente los Estados Unidos de América y la América Latina, nombre éste francés que por fin ha triunfado e impuesto y se dice “Latinoamérica”... ¿no?... Cuando uno dice “americano” en Europa se entiende que es de los Estados Unidos de América; para que sepan que uno es de Suramérica hay que decir que es de la América del Sur, “suramericano”... y a mí me parece que es comprensible que haya esa cantidad de diferencias... Sin embargo, yo no voy a centrar mi exposición sobre las diferencias, sino sobre las semejanzas, sobre la igualdad... el tema me es extraño a mí mismo, que también estoy acostumbrado a ver las diferencias... pero me ha sorprendido, en los últimos años, el enorme parecido... yo pudiera decir: la igualdad que hay entre los Estados Unidos de América, capital Washington, y nosotros... y me ha sorprendido porque contradice lo que nosotros vemos que es una enorme diferencia además, diferencia de interés... en fin... para hacer más comprensible lo que yo quiero expresar, voy a decir lo que yo entiendo por semejanza y por diferencia. -104-


Yo creo que, en los asuntos humanos, todos los hombres somos iguales, en cuanto a que pertenecemos a la especie humana; entonces, todas las características de la especie humana están presentes en cada individuo, cualquiera que sea su cultura, cualquiera que sea la época histórica... hay que partir de una especie de unidad de la especie humana, en todas sus características, presentes en todo hombre... El extremo opuesto de esa unidad específica y esa igualdad en que todos los hombres son iguales porque comparten las características de la especie, está el individuo... ahora... un individuo tiene todas las características de la especie, más lo que él haya desarrollado en su individualidad; esto es característico de la especie humana... y en esto se diferencia de las demás especies conocidas... característico esto, que un individuo puede diferenciarse mucho de otro y puede hacer cosas inesperadas... un caballo no llega a diferenciarse muchísimo de otro caballo... Schopenhauer decía que el gato que maullaba sobre el techo de la casa en que él estaba, era el mismo gato que maullaba en Egipto... es decir, no llega a haber un apartamiento... una novedad... una acumulación de rasgos distintos de los que son comunes a la especie en los animales... en cambio en el hombre sí, es evidente para todos nosotros que el desarrollo de una individualidad, por encima de las características universales y comunes a la especie, puede ser gigantesco... tengo la experiencia de conocer personas geniales, muy creativas, o personas sumamente originales en su manera de comportarse... El filósofo danés Kierkegaard decía que en el hombre el individuo tiene primacía sobre la especie y en los animales la especie tiene primacía sobre el individuo... es decir, que cada individuo en una especie es un ejemplar de la especie... un ejemplo, un caso particular, -105-


muy parecido a los demás, mientras que en el hombre el individuo alcanza una diferencia tan grande que, según él, en la especie humana el individuo tiene primacía sobre las características que son comunes con todos. Ahora bien, entre lo que es la especie, común a todos los hombres, y lo que es la diferencia individual, lograda a veces en forma espectacular por ciertos ejemplares de la especie humana, hay una gama de semejanzas y diferencias, por ejemplo: las que son dadas por la cultura, es decir, además de las características comunes con todos los hombres de la especie humana, una persona tiene las características comunes de las que han sido educadas en un mismo ámbito cultural, o en una misma época histórica, eso también es común... El asunto está, entonces, en qué nivel se sitúa uno cuando va a hablar de la igualdad o de la diferencia entre hombres o entre naciones o entre partes del mundo o entre culturas, en qué nivel va a poner uno aquello... si lo pone en el nivel de la especie humana tiene que retroceder, ante la posibilidad de abarcar diferencias, todos nosotros somos iguales... si lo pone en el nivel del individuo tiene que retroceder ante la idea de ir a decir que todos los hombres son iguales, al contrario, habría que decir que cada individuo es diferente, que cada hombre es algo único, irrepetible, singular... ahora... si se pone en el nivel de la cultura... entonces habría la similitud de pertenecer a una cultura y, especialmente, de hablar una lengua determinada... y dentro de ese ámbito, entonces, señalar diferencias... las diferencias entre los Estados Unidos de América, el Canadá, el Caribe, la Argentina y todos los países que ocupan este Continente... esas diferencias, sin duda que son enormes cuando se plantean en el nivel de la cultura, el nivel político y sobre todo en el nivel de las -106-


relaciones que, entre nosotros, han sido dolorosas sobre todo con los Estados Unidos de América... Hay una aversión justificada, justificada en primer lugar por una especie de resentimiento... cuando Humboldt estuvo en América y visitó América del Sur y América del Norte vio que estos países que, hoy, se llaman “Latinoamérica”, eran mucho más cultos y refinados que unas factorías que encontró en Norteamérica... y al cabo de un siglo: el desarrollo poderoso de la industria, de la economía, de la milicia americanas hizo que estos países quedaran en condiciones de inferioridad con respecto a ellos y que pudieran ser manipulados y controlados por ellos; además de que hubo una expansión territorial de los Estados Unidos hacia el sur que tomó parte de México, parte de las Antillas, literalmente, con ejércitos y luego una conquista, por otros medios, de los territorios que están más al sur... y esto justifica, pues, esta especie de resentimiento con respecto a ese país, más atrasado que nosotros hace siglo y medio, que se volvió una potencia mucho más fuerte que nosotros y de gran impacto mundial... mientras que nosotros pertenecemos a una cosa llamada “Tercer Mundo” , que es... con seguridad... inferior... Por otra parte ha habido agravios directos... hay también motivos de defensa, porque continúa una actitud, por parte de los Estados Unidos, de penetración y de dominio... con cualquier pretexto... de modo que nosotros somos como... pertenecientes a los Estados Unidos... y nuestra dignidad en general y nuestra dignidad histórica... la forma en que comprendemos nuestros intereses... hace que tengamos, justificadamente una aversión a los Estados Unidos y que estemos de alguna manera, en guerra, contra los Estados Unidos. -107-


Dicho esto, quiero decir que esas diferencias son de carácter histórico, desdeñables, transitorias... importantes... pero no esenciales... son superficiales. Habría que tratar de buscar, en un nivel más profundo, lo que hace que los Estados Unidos de América y el Canadá, que parecen tan distintos a nosotros, sin embargo y pese a ello, pueda yo mostrar la identidad, pudiera yo decir, quizá exagerando un poco la cosa con esa palabra, pero justificándome también con que pertenece al lenguaje corriente y que cuando una persona es muy parecida a otra dicen que es “idéntico”... mentira, no es idéntico, pero, es tan parecido que, para enfatizarlo dicen que es “idéntico”... bueno... con esa limitación digo yo que los americanos del norte son “idénticos” a nosotros, como quien tiene un hermano gemelo. Y paso entonces a considerar esta similitud... Entonces, mi “alma común”... yo tendría que decir un poco sobre esa palabra “alma” ¿no?... la palabra en latín, que debió pasar al español y pasó parcialmente, “ánima”, para designar la parte emocional y afectiva del hombre y de la especie humana y del universo, porque había también el “Anima Mundi” el “Alma del Mundo”, que decían en la Edad Media siguiendo influjos de Platón... Ahora... “Alma”... no decimos “Anima” sino “Alma”... esa “Alma”... claro, debe interpretarse como una derivación de “Anima”... sin embargo la palabra “Alma” existe en latín y significa “nutricia”, lo que nutre, lo que alimenta. La palabra “alma” está ligada con la palabra “alumno”: “el que es alimentado por otro”... intelectualmente en el caso de los estudios... y, el que es alimentado por una nodriza, por ejemplo; de modo que el “alma común” de América, etimológicamente sería lo que -108-


alimenta la totalidad de América en ese nivel de lo... afectivo y emocional. Pero claro, sabemos que todos los contenidos del hombre tienen expresión en el ámbito de lo emocional. Entonces voy a señalar siete rasgos... en que... ¡todos! los habitantes de América son idénticos: Primero: en que el estrato dominante, en todos los países de América, es criollo... esto no tiene excepción... “criollo” quiere decir que ha nacido la gente en América, pero tiene ancestros extranjeros... y más concretamente europeos... entonces: “criollo” quiere decir que los ancestros son europeos, pero que la persona, en particular, nació o se crió en América o desciende de europeos mudados y quedados aquí... Entonces, el estrato dominante, que gobierna, que ocupa los puestos importantes en la política, en el comercio, en la guerra, es criollo... Ahora, eso de decir que es criollo, ya plantea algo extraordinariamente importante: ser criollo significa ya una enormidad. Basta haber vivido años en Europa para darse cuenta con claridad de lo que uno antes no había notado, de qué significa ser criollo. Ser criollo significa “estar apartado de un origen”, “haber venido a menos” por haberse apartado de ese origen... Tanto así que un pensador, Murena, dice: que el Pecado Original de América y lo que causa su dolor es que está gobernada... poseída... por hombres que abandonaron Europa y se vinieron... abandonaron sus centros de creatividad y hay, por lo tanto, en todo criollo como una especie de nostalgia del origen... y respeto por los lugares de origen... y una cierta incapacidad para crear con independencia del origen... de modo que está reducido como a estar buscando la manera de “estar al día” con lo que se hace en los países de origen, que ha dado lugar a una gran cantidad de fenómenos que yo he estudiado durante -109-


muchos años con mucho cuidado y atención, delicadeza y perseverancia... ¡Me alabo yo mismo! que he dicho eso... de verdad lo he hecho... Entonces hay una serie de características del criollo que tiene que ver con su posición con el resto de los países... la relación con la misma Europa de los criollos de América es algo común, tiene características similares... Viviendo yo en los Estados Unidos me sorprendí de la identidad de las relaciones con Europa... Entonces... es una cosa como que nosotros venimos de un origen noble pero estamos por debajo de ese origen, aunque estamos relacionados con ese origen... a diferencia de otra gente que habita en este Continente... que serían los negros, los indios y los mestizos... Entonces, no quisiera yo prolongar mucho, aunque el tema me apasiona... ¿cuáles son las consecuencias que tiene para la vida intelectual, artística, política... el hecho de ser criollos y que el estrato dominante de América sea el de los criollos? ¡Bueno!... Segunda característica: que hay una relación con culturas aborígenes... Esa gente que vino de Europa entró en relación, de diversas maneras, con culturas que ya estaban aquí, que si las exterminaban, que si las penetraban, que si las destruían, que si se combinaban con ellas... pero sin duda alguna esa relación marca a todos los habitantes del Continente americano... el hecho de que haya unas culturas anteriores a la venida de esos europeos y que esas culturas estén ahí y algunas estén vivas y presentes a través de sus representantes, sus portadores y de su gente y otras están presentes a través del mestizaje... están presentes a través del mestizaje cultural... están presentes a través de la influencia que tienen sus símbolos sobre el alma colectiva... esa relación con algo anterior de América que, de -110-


alguna manera, fue injustamente maltratado, despreciado, dominado, destruido... pero no completamente porque la conquista allí... hay como... como un remordimiento... como un problema sin resolver... y fíjense que ahora, con una actitud criolla... las actitudes criollas son de Europa Segunda y Europa Primera... el criollo se identifica con la Ilustración o con las costumbres propias de diferentes países de Europa, tradicionales... Entonces... ese “criollismo” tiene que ver con la Ilustración o con la tradición y en ciertas partes de América predomina una relación con la Ilustración y en otras una relación con la tradición, pero en ambas están presentes ambas relaciones del criollo con Europa... Entonces ahora nos encontramos con que nosotros estamos celebrando quinientos años de la evangelización, ahí se muestra ya decididamente, que... no está hablando América al decirse esas palabras... está hablando un estrato, un sector, un grupo de intereses y... claro, no puede reunirse a toda la América bajo la celebración de “Cinco Siglos de Evangelización”... esos “Cinco Siglos” pueden verse de manera muy diferente... hubiera habido formas más inteligentes de definir esos “Quinientos Años”... de encuentro de culturas, de posibilidades, de cosas nuevas... no trato más eso... Repito entonces el segundo rasgo común a toda la gente que vive en América... desde el Canadá hasta la Patagonia... una relación con culturas autóctonas de América y... siempre traumática... y que ha dejado una desazón, una cuestión no resuelta... Tercer punto común a toda América, aun en los lugares donde no se vea aparentemente... es una relación con África, por haberse traído muchos millones de africanos como -111-


esclavos... que por aquí fue así... que por allá fue de otra manera... pero ahí está, trabada, una relación con africanos que fueron traídos como esclavos... que se arregla, que se compone... que si mestizaje... que participación no pública, que no... que diferencia... que negritud... que nos vamos... que nos quedamos... pero ahí está, clavada, inevitablemente, una relación ¡no resuelta!... a pesar de que han pasado estos cinco siglos y que ha habido mestizaje y cambios de posición y todo eso... ahí está aquello, común a toda América... esa relación con África, una relación traumática también y que permanece, permanece allí... de manera ¡indisimulable! Luego, como cuarto rasgo común a toda América, el “Alma Común de las Américas”, que incluye a todos los países de América... es el mestizaje étnico y el mestizaje cultural fracasados... No ha habido en América un mestizaje que produzca un “nuevo tipo humano”... ni una nueva cultura... sino que la relación entre las diferentes culturas, o un mestizaje étnico... digamos, que se casen los negros con blancos, indios con negros... todo el asunto del mestizaje... no ha dado un tipo humano nuevo, no ha producido una cultura nueva, no ha producido valores nuevos... ha quedado en un estado de mutuo antagonismo de los diferentes elementos... de modo que puede decirse que, sea ya por estratificación de diferentes factores culturales o por diferenciación en un punto y en otro... en todo caso ha habido un fracaso del mestizaje, ha habido un mestizaje fracasado, tanto étnica como culturalmente... Eso es común a toda América. Quinto punto: la falta de Estado. En América no hay Estado... tengo que explicar esto, porque comprendo que debe ser sorprendente, puesto que todos estos países son... “estados”... Entonces tengo que definir y explicar -112-


por qué digo yo eso, que no hay Estado: yo entiendo por “Estado” la configuración, en instituciones de un modo de ser colectivo... eso entiendo por “Estado”. Un pueblo que se desarrolla, tiene ciertas características, experiencias históricas, tiene... sobre todo, creación artística... y es decisivo eso en el desarrollo de un pueblo y poco a poco va configurando estructuras y organizaciones, que se llaman “Estado”... Pero en América no hay Estado en ese sentido, sino que hay una estructuración, parecida al Estado, pero que no corresponde al desarrollo de estos pueblos, sino que representa a otros pueblos de otra parte; por ejemplo de Europa... o una aspiración a cierta manera de “ser pueblos”... y esas estructuraciones, que llaman Estado, del quehacer colectivo, dejan por fuera a la mayoría de la población de todos estos países, incluyendo los Estados Unidos de América. Todo lo que se ve como “Sistema de Instituciones” está representando una parte, mas no la totalidad, lo cual crea una especie de ghettos, porque las estructuras oficiales no representan a la gente... aunque ustedes crean que en Estados Unidos sí... en Estados Unidos hay una cosa que se llama: “W.A.S.P.” (WhiteAnglo-Saxon-Protestant) y el conjunto de instituciones tiene que ver con eso, de modo que más de la mitad de la población está fuera de eso... hay una enorme cantidad de población de origen negro, de origen indio, de origen latinoamericano, no asimilada dentro de eso, en situaciones de no pertenecer... entonces tiene que confrontarse como alguien dominado, peleando contra eso... y en América, en algunos países, en Venezuela por ejemplo, las estructuras del Estado de ninguna manera corresponden a una forma de ser colectiva... sólo hay la representación parcial de nuestro ser. -113-


En esto está también lo de la “corrupción” que es tenido por esencial y de una importancia política y económica, es algo que debería justificar una revolución violenta... pero no es un fenómeno esencial... en una exposición sobre la corrupción estaba presente el profesor Gianfranco Spavieri y dijo que todo lo que estaban diciendo ahí se practicaba en Italia, y con las mismas características, y en mayor grado, y sin embargo, Italia es un país que ha logrado enorme prosperidad en los últimos tiempos, después que estaba “pidiendo limosna” después de la guerra; en la miseria conocí yo a Italia y hoy es un país enorme, próspero y, a pesar de todos esos fenómenos de corrupción, ha alcanzado la prosperidad... decía el profesor Spavieri, con razón... Pero debe haber otra razón... ¿cuál será?... es posible que sea que en Italia sí hay Estado, en Italia sí hay una especie de configuración institucional que representa a la totalidad del pueblo italiano, de tal manera que se sienta pertenecer a eso y no sienta que son estructuras hostiles. Ligado con ese quinto punto... el sexto punto es la presencia de un Discurso Salvaje... Entiendo por Discurso Salvaje una oposición, sorda, continua y astuta a cualquier plan que se haga del orden colectivo y... responde ese Discurso Salvaje, en su parte mental, en la medida en que se conjuga, y esa conducta salvaje en la medida en que se manifiesta en acto, corresponde al darse cuenta de que la eticidad colectiva no existe, o sea, que el supuesto Estado no es ningún Estado, sino un aparato opresor, diferente, que no representa los intereses comunes de la gente, sino que deja siempre a la mayoría de la población por fuera. Es un aparato que es... asaltado, tomado por asalto... apropiado por asalto democrático por grupos que no tienen ni la menor idea de lo que significa la eticidad colectiva. -114-


Ese Discurso Salvaje se manifiesta en una oposición a la eficiencia; y el hecho de que los Estados Unidos de América hayan progresado mucho en su tecnología... pudiera hacer creer que allá no existe ese Discurso. Sí existe, poderosamente... enorme... lo que pasa es que el otro Discurso sigue dominando y éste queda como discurso en oposición... Él surge continuamente en toda clase de movimientos... en el campo del arte... en la literatura... artes plásticas... y también en el campo de la política y luego en actitudes personales... Para mencionar un solo movimiento de esos: el “movimiento hippie”... y además los movimientos de orden musical y artístico, en la medida en que se han podido manifestar, son contrarios a la organización dominante del Estado... contrarios y opuestos; de manera que hay un enorme fermento de rebeldía... y es más amenazante para el sistema norteamericano que todos los países del mundo que se aliaran contra él... es más peligroso para él que nosotros... es la propia resistencia interna, el propio Discurso Salvaje... Entre nosotros el Discurso Salvaje tiene tales características que uno, prácticamente, no puede hacer nada... cualquier empresa que se inicie... no llega lejos porque hay una oposición a la misma... ¿Por qué hay una oposición?... Porque es una empresa de embuste, por no representar los intereses de la mayoría... puede marchar, caminar durante cinco años, diez años, durante quince años, durante treinta años... pero no creo que alcance más allá de una generación, nunca en América... porque no representa a la gente... Cuando la esperanza le haya dado cierto valor... la marcha de los acontecimientos demuestra que eso no es así... y continúa, mientras tanto, actuando ese Discurso Salvaje. -115-


Y como séptimo punto, común a toda América, en mi manera de ver las cosas, es una esperanza y una ilusión de novedad, siempre ha habido eso. La esperanza de que, dadas todas estas condiciones, de las cuales yo he hablado, pueda surgir en América... algo nuevo... y que América encuentre soluciones que son convenientes para el mundo, porque el mundo ¡todo!... ya no visto por países separados que tienen Estado o no tienen Estado, visto en general, es parecido a América, o sea: tienen unos sectores dominantes que no representan a la mayoría de la humanidad y hay una pluralidad, una heterogeneidad cultural y un mestizaje frustrado... muchas cosas características, no ésa de los criollos que es muy característica, especialmente de América... Y esa esperanza de novedad se convierte a veces en una ilusión de novedad, o sea... la creencia de haber inventado algo nuevo, o de estar inventando algo nuevo, cuando en realidad lo que se está haciendo es algo característico del primer orden (¿el de la Europa Primera?) que tiene que ver con Europa... en todo caso... ¿cómo será eso? Para darles un ejemplo... porque puede ser que no entiendan esto... estaba estudiando... estaba trabajando... en un postgrado... un profesor de Mérida... notable... distinguido, un científico... en la Universidad de Princeton, de Estados Unidos, una de las universidades más notables... él tenía varios años que iba, volvía a Mérida, iba a trabajar allá y notó, en el curso del tiempo, que no había relevo, los profesores eran eminentes profesores que habían venido de Alemania, de Francia, de Inglaterra y no había relevo, se formaba gente allí, se profesionalizaban y se iban a trabajar en las industrias, en el comercio... entonces él le preguntó al Rector... le dijo: “mire Doctor, yo me he fijado que aquí estos profesores, alemanes, -116-


franceses, italianos, ingleses, están así como envejeciendo... se irán a jubilar pronto... o a morir y no veo el relevo”... y el Rector le respondió inmediatamente: “el relevo está ahorita allá, en París, en Berlín, en Londres, en Roma, están estudiando allá”... “¿cómo va a ser?... ¿ustedes mandaron estudiantes?”... “No, están estudiando allá por su cuenta, cuando esta gente se vaya a jubilar nosotros mandamos unas comisiones allá... gente joven, esos profesores les dan ofrecimientos de trabajo que no pueden rechazar... de modo que sustituimos las élites científicas con los propios europeos nuevos que volvemos a traer... no necesitamos formar aquí gente especial”... Esta es una actitud completamente de criollo, es decir, el asunto viene de Europa... ¡Es curioso eso! Cuando uno ve que hay tantos inventos y tantas cosas en los Estados Unidos, tiende a creer que hay algo nuevo... y no hay... y nosotros, por ejemplo, también tendemos a creer que hay algo nuevo... en arte... literatura, cosas así... nos ilusionamos... Ese es el efecto con cosas como “el barroco” en la literatura latinoamericana, el “realismo mágico”... cosas así... No ha habido en América, salvo indicios de algo... una cuestión verdaderamente nueva. ¿Por qué?, porque nosotros somos por una parte criollos, con todos sus problemas, por otra parte somos autóctonos de América, con todo lo que eso significa, también somos africanos, aunque no vemos siempre esa tendencia... Tenemos en nuestra alma común un mestizaje frustrado, no tenemos Estado que nos represente y... lo que nos queda es un Discurso Salvaje y una actitud de obstrucción, interrumpida a veces por la esperanza, por la ilusión de novedad... Esto es lo que pienso decir... si me quieren preguntar algo... me gustaría mucho responder o... dialogar sobre eso. -117-


Respuesta a la primera pregunta: Lo común de nosotros es la... heterogeneidad... o sea, que.... lo común del alma americana es que no hay alma común... hay una contradicción de cosas, claro, existe la esperanza de que de ahí podría salir una cultura nueva, por ejemplo, grandes creaciones, yo así ¡lo espero! también y a veces me ilusiono, pero, de hecho, no hay nada de eso... Respuesta a la segunda pregunta: Hay muchas cosas que no sé, pero, una, yo la sé... En primer lugar te digo que no... nada es inevitable en tanto ser humano, ha sido inevitable que algo se produzca, pero no es necesario que continúe así, las cosas siempre pueden cambiarse, sin duda alguna... Yo sé que no es por vía de los planes que hasta ahora han hecho las ideologías políticas, los partidos políticos, los militares de América y los industriales, que por ahí no es la salida... Y esa cosa de las raíces indígenas que nos encontramos aquí en el Museo de Arqueología, yo... personalmente pienso que debe ser estimulada y buscada en su parte profunda, entrañable de nuestro ser. El identificarse con esas raíces, como para tener un proyecto basado en ellas dejaría por fuera... aquella parte de nosotros... ¡enorme! que vino de Europa y que forma parte, entrañable de nuestro ser... Volverse uno europeo completo, restaurar el orden también deja por fuera a los indios, a los negros; o sea que yo... personalmente, pienso, que aquí la salida no está en manos de los políticos ni de los economistas... sino de los artistas... pienso eso con enorme claridad, para mí es absolutamente claro que Grecia es hija de Homero, que la Italia que nosotros conocemos ahora es hija de Dante y que la Alemania que nosotros conocemos es hija de Lutero, -118-


de Goethe y de los escritores que empezaron a escribir en un idioma común... Yo veo que es solamente el artista, el artista plástico o el artista de la palabra o el músico, el que puede llegar a una cosa nueva, a una síntesis nueva, a una nueva formulación... El reflejo de una identidad americana en formas de Estado, de una eticidad... Entonces, el gran peso aquí recae sobre los artistas, a través de un trabajo artístico, que no puede ser planificado, favorecido ni estimulado, que no puede ser esperado, como quien espera un Mesías, sino que él... no sé, hay un misterio en eso, yo creo que en el arte hay un misterio y que en ese misterio está la clave incomprensible... de una posible identidad futura de América... El discurso político de América es la continuación de esta pluralidad, de esta heterogeneidad... deja por fuera más de la mitad, es terrible ¿no?, no hay una cosa que sea representación común de todos. Ahora, en mi observación y en mi estudio de la Historia Universal, hasta donde he podido observar en los muchos años que he vivido ya... yo veo que el asunto es por el lado del arte... De modo que si de alguien puede esperarse eso (pero no en el sentido de estársele imponiendo con un: ¡apúrese pues, haga eso!) es de los escritores, poetas, de los artistas plásticos, de los músicos... su creatividad con otros instrumentos, por ejemplo: en el cine, todo lo que esté a su disposición en el cine, en cuestiones de electrónica... es decir el uso de todos los materiales que estén a su disposición, pero que el trabajo es difícil ¡no! .. Y si de mí dependiera, yo favorecería el trabajo de los artistas, en todos los campos... y eso no porque yo crea que favorecerlos daría resultado, podrían burocratizarse y quedarse también... Alguien que -119-


protege a los artistas los convierte en una cosa así de tener sueldo fijo y cosas de esas... y no porque yo crea que el arte necesariamente es hijo del dolor, pero es visto que los grandes artistas como que son capaces de producir en condiciones muy incómodas... Dante escribió “La Divina Comedia” arrimado, en casas de amigos, en sitios... viviendo pobremente en pensiones... no digo yo que sea necesario que eso sea así, pero lo que digo es que, el sólo hecho de que los artistas tengan garantizada su comodidad... en cuanto a no preocuparse por los problemas económicos, no garantiza que vayan a hacer grandes obras de arte... puede salir una cosa así como el “Realismo Socialista” o eso... En nosotros no conduciría a nada firme... El “Realismo Socialista” dejaría por fuera las esculturas de los indios que son... no correspondientes al tamaño de la figura humana, sino aplanaditas... Cuando querían ayudar a una señora que hacía cerámica en La Mesa de los Indios le llevaron el “Canon” de Policleto para que corrigiera esas estatuillas así, achataditas y anchitas, para que viera ¿no?, que el tamaño del cuerpo humano debe ser siete veces la cabeza... la distancia entre el nacimiento del pelo y el nacimiento de la nariz debe ser de igual tamaño de la nariz y ese igual también es la distancia entre las fosas nasales y el mentón, cosas así... se lo llevó el director de Corpoandes... y le llevó un horno que podía graduar la temperatura para que no siguiera quemando esas estatuillas amontonándoles leña encima y quemando esa leña durante tres días; porque... las piezas quedaban irregularmente cocidas... ¿ah?. O sea que, hay, en los planes que se hacen de ayudar a los artistas cosas muy parecidas a esa, ¿no?... y el arte no puede existir sin libertad y esa libertad tiene que ser ilimitada... no debe haber ningún tipo de exigencia, -120-


entonces, creo yo, que le convendría, quizá, al arte, ser rebelde... no formar parte de ningún Conac, ni de ningún Inciba, no depender de eso... aunque también comprendo que tienen que utilizar esos recursos, sobre todo en ciertas formas de arte que... de ninguna manera podrían hacerse sin grandes contribuciones económicas, como el cine, muy caro está... Y ahora la pintura está carísima, ¿no?.. basta preguntar cuánto cuesta un tubo de pintura... ¿no? Yo digo eso es porque yo estoy más cerca de los que escriben y... uno en última instancia se puede conformar con una resma de papel... y hasta pueda conseguirla ya impresa y escribir por el dorso, de papel ya utilizado, un lápiz, un bolígrafo... que... necesita menos, pero todos los demás artistas sí necesitan muchísimos recursos. Respuesta de la tercera pregunta: No veo cómo... cada una de esas cosas obstaculizan la otra... la herencia europea es contraria a la herencia indígena... no... se combina... no veo yo cómo pudiera combinarse, además no ha habido intento serio de combinar eso y los resultados de la mezcla espontánea creo que han fracasado, no... no ha habido... ha habido ciertos resultados, ciertas manifestaciones, pero no así... que dé lugar a una eticidad... a que haya unas estructuras estatales, representativas, o sea, que sean frutos del ser colectivo... sino un... aparato ahí montado así, que representa intereses de una parte... y también de una parte extraña a nosotros además. Puede ser que gran parte de lo que esté representado ahí sea... ¡ajeno a la totalidad! de todos estos ingredientes de América... pero... no es que sea yo pesimista, sino que veo que la situación es difícil y que es bueno verla ¿no?... no es bueno engañarse... -121-


verla con toda su plenitud... yo he tratado de analizar eso desde muchos puntos de vista, por ejemplo... no es que me esté haciendo una “cuña”, para eso no es necesario hacer “cuñas”, puedo decirlo abiertamente que he analizado eso en Europa y América en el pensar mantuano, por ejemplo; esas relaciones del criollo con la metrópoli. Bolívar fue a España y compró unos zapatos que solo podían ponerse los que tuvieran el título de Conde, unos zapatos con un espejito... y lo arrestaron... porque en su problema, él quería parecer Conde ahí, como los españoles... pero así están los intelectuales creyéndose franceses, ingleses, italianos... y luego viene una cosa de tipo popular también, hay sectores de América que quieren ser más europeos que los europeos... es espantoso, es notable aquello... especialmente en los extremos del continente, en el extremo sur y en el extremo norte, el Canadá, es espantoso, pavoroso... ¿no?... tiene una cosa que choca a nosotros, que estamos en el medio y que tenemos lo mismo pero... de otra manera, así como más mitigada, digamos, como mejor humor ¿no?, en tomar tan en serio el asunto. 1992

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Mestizaje

Dado el mestizaje étnico, universal y apasionado, desde tres focos de pureza (o impureza homogeneizada) hasta la total ausencia, pasando por todos los grados cuantitativos de participación en una mezcla que exhibe sobre el territorio todas las combinaciones posibles; dado el mestizaje cultural, evidente en mil sincretismos, pero sobre todo en laberínticas estratificaciones; dada la multiformidad de los encuentros, entre la lucha a muerte y la ternura, y de las convivencias, entre el amor hipócrita y el odio sublimado; dada la inteligencia creadora, hubiera podido esperarse en América el nacimiento de un tipo nuevo de hombre, el florecer de una cultura nueva, el brillo de un paradigma nuevo, capaz de asumir y conservar superando todos los factores en juego, capaz de conducir la heterogeneidad hacia la coherencia, pero no ha sido así; el devenir de América nunca ha apuntado de verdad verdad en esa dirección; América es el extremo occidente de Occidente, su frontera occidental en expansión. El mestizaje en América es un proceso digestivo de Occidente para asimilar pueblos, culturas, territorios inicialmente extraños. Un proceso digestivo bastante dispéptico que tiende inexorablemente al fortalecimiento y engrandecimiento del paradigma occidental. América es bolo alimenticio convirtiéndose por alambiques digestivos en carne viva de Occidente. Lo no asimilable será defecado, ya se está convirtiendo en doloroso bolo fecal, parasitoso y pestilente.

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Cuando este proceso termine, cuando el mestizaje no sea ya sino el recuerdo de un banquete, sólo quedará de lo extraño un matiz, una mueca coqueta en el hermoso rostro remozado de Europa. 1997

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Identidad y cultura popular

I Veo en la compulsión a la repetición (Wieder-holungszwang la llamó Freud) una manifestación extrema, patológica tal vez, de la necesidad de auto-reconocimiento y reconocimiento por parte de los otros. La necesidad de ver en el yo y en el nosotros continuidad, permanencia, unidad bajo la discontinuidad, impermanencia y multiplicidad del devenir, la necesidad de identidad es tan poderosa y urgente que puede recurrir a medidas drásticas para garantizar el auto-reconocimiento y el reconocimiento de los otros. Esto es comprensible si pensamos que la alternativa es la locura. La identidad de la especie no basta. El énfasis en lo universal desestima las diferencias individuales y en la noche de lo universal todos los gatos son pardos, como podríamos decir parafraseando a Hegel. No es la humanidad ante los dioses reales o ficticios, ni ante la naturaleza subhumana lo que puede responder satisfactoriamente la pregunta ¿quién soy? o ¿quiénes somos? La pregunta por la identidad pide señalamiento de diferencias, de caracteres propios ante otros hombres o ante otros grupos humanos. II Veo en nuestra sociedad una cultura dominante y la supervivencia de culturas dominadas que persisten no sólo por fragmentos sino también en el esquema fantasmal de una totalidad virtual que se actualiza en facetas, algunas perma-125-


nentemente visibles, otras intermitentes, otras esporádicas, pero todas aprovechando resquicios, fisuras y grietas de la hegemonía. Esa supervivencia de culturas dominadas en alianza con formas abandonadas de la cultura dominante y en fornicación adúltera con la propia cultura dominante es lo que entiendo por cultura popular. III Veo que en esa heterogeneidad de la cultura popular se pone de manifiesto una heterogeneidad insostenible de identidades incompatibles. Se pone de manifiesto también, como revulsivo implacable, la necesidad de lograr una autoconcepción unitaria que armonice, integre y jerarquice los contenidos disímiles para producir una identidad coherente. La pasión de la razón es la unidad, dijo Kant. La pasión de la identidad es la coherencia, digo yo. Veo, por tanto, que es el ámbito de la cultura popular donde además de la conservación de lo dominado o desechado heterogéneo se opera la creación de una identidad nueva que incorpora también a la cultura dominante curándole los pujos de universalidad abstracta para que forme parte de una individualidad cultural concreta capaz de enfrentarse a las otras del mundo con rostro propio. El rostro propio de sus creaciones artísticas, testimonios autoconscientes de un quien auténtico. IV Veo como cultura dominante en nuestros días la cultura de la razón segunda. Entiendo por razón segunda no la mera facultad racional presente en todo hombre, sino la forma que la razón revistió en Occidente al tomar consciencia de sí, desde los griegos hasta la Ilustración, y al engendrar la -126-


ciencia y la tecnología. La cultura dominante resulta insatisfactoria cuando intenta constituir identidad. Sus tendencias actuales: el modo de producción industrial, el desarrollo de las firmas transnacionales, la mundialización de las finanzas, del mercado y de la información, propenden a homogeneizar las formas de vida del planeta sobre las bases del consumo y la simplificación de la condición humana. Sus tendencias actuales propenden más bien, pues, a despojar a los grupos humanos de su identidad, disolviéndola en una humanidad abstracta, artificial, gobernada por los mecanismos del sistema económico actual. Mucho menos podría ayudar a constituir identidad. V No veo cómo la cultura popular va a lograr lo que yo espero de ella. Pero lo espero con fe irracional. Sé, además, que el arte es impredecible e inmensamente poderoso.

Bibliografía Clarac, Jacqueline (1981) Dioses en exilio (Representaciones y prácticas simbólicas en la Cordillera de Mérida). Caracas: Fundarte. _____. (1992) La enfermedad como lenguaje en Venezuela, Partes III, IV y V, Mérida: CDCHT-ULA y Consejo de Publicaciones-ULA. _____. (1996) “El animal fabuloso en la arqueología y la etnología de Mérida y Colombia”, en: Anuario, Fac. de Humanidades, ULA, Mérida (en prensa). _____. (1996) “Les représentations du corps, de l’espace et du cosmos dans la Cordillère de Mérida, Venezuela”, en: Social Anthropology (Rev. de la Comunidad Europea) (en proceso de publicación). Bastidas, Luis (1994) “El San Benito de Timotes, o cómo un ritual de origen prehispánico incorpora hoy elementos de la modernidad después de haber incorporado al catolicismo”, en: Boletín Antropológico, ULA, Mérida (32). -127-


Eliade, Mircea (1951) Le mythe de l’éternel retour. París: Gallimard. _____. (1970) La nostalgie des origines. París: Gallimard. Rojas, Belkis (1989) “La concepción del indio en la Cordillera de Mérida”, en: Boletín Antropológico, ULA, Mérida, (17). _____.(1994) “La fiesta de Santa Rita convierte en mito la realidad”, en: Revista Bigott, Caracas, (31). Schwartz, Fernand. “La pensée d’Eliade, un itinéraire á travers les structures du sacré”, en : Mircea Eliade. Dialogues avec le sacré (coll. Homo Religiosus), De. NADP, París. 1996

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Origen de los textos

La evangelización, la inconclusa En Correo de Los Andes (Suplemento Correo Cultural), Mérida, 18-101992; p. 1. Unidad y diversidad de Latinoamérica En Anuario de Estudios Latinoamericanos, Nº 2, México, Centro de Estudios Latinoamericanos, 1969; pp. 161-168. Maracaibo ¿qué tengo yo contigo? En Visiones del Zulia, Caracas, Oscard Todtmann editores, sin fecha de impresión indicada; pp. 25-46. (texto en castellano) y 47 y 48 (Versión al inglés por Usha Bali). Integración de la Región Caribe Presentado como Ponencia en el Simposio “Integración regional en América Latina y el Caribe: entre el regionalismo abierto y la globalización”, en el Congreso Foro Mundial: X Congreso de la Federación Internacional de Estudios sobre América Latina y el Caribe (X FIFALC), realizado en Moscú, del 25 al 29 de junio de 2001. En Boletín Antropológico, Nº 54, Centro de Investigaciones del Museo Arqueológico “Gonzalo Rincón Gutiérrez”, Universidad de Los Andes, enero-abril, 2002; pp. 535- 542. Los tres discursos de fondo del pensamiento americano En Boletín Antropológico, Nº 4, Mérida, Centro de Investigaciones del Museo Arqueológico “Gonzalo Rincón Gutiérrez”, Universidad de Los Andes, noviembre-diciembre, 1983; pp. 61 y 62. El pensamiento Europeo-Latino Americano Presentado como conferencia en el Primer Congreso Internacional sobre Pensamiento Europeo Latino Americano, publicado en la Revista de Filosofía Logoi, UCAB, Caracas, Nº 4, 2001. -129-


Latinoamérica Clase Magistral. Publicada en Revista Venezolana de Ciencia Política. Cepsal, Centro de Estudios Políticos y Sociales de América Latina, Universidad de Los Andes, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Nueva Etapa. Nº 10, Mayo-Agosto, 1995. La situación cultural y la autoconciencia de Latinoamérica y el Caribe Clase Magistral inédita dictada en la inauguración del Programa de Maestría en Literatura Latinoamericana y del Caribe en la Universidad de Los Andes - Táchira, Venezuela, el día 18 de noviembre de 1991. Publicado en el libro: Comunicación, integración y cultura en América Latina. Compilado por Bernardo Enrique Flores Ortega y Raquel Álvarez de Flores. Primera Edición, 2005. Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico y Tecnológico (Cdcht). Universidad de Los Andes, Grupo “Comunicación, Desarrollo e Integración”, Universidad de Los AndesTáchira, “Dr. Pedro Rincón Gutiérrez”. Publicado en Revista Nacional de Cultura. Caracas, Nº 285, Conac, Año LIII, abril-mayo-junio, 1992. Publicado en Montalban. Caracas, Nº 84. UCAB. Facultad de Humanidades y Educación. Instituto Humanístico de Investigación, 1992; pp. 25-31. En Correo de Los Andes (Suplemento Aleph Nº 28), Mérida, 01-081993; pp. 1,4 y 5. El alma común de las Américas [Transcripción de la conferencia y respuesta a tres de las preguntas que se hicieron], en Boletín Antropológico, Nº 24, Mérida, Centro de Investigaciones del Museo Arqueológico “Gonzalo Rincón Gutiérrez”, Universidad de Los Andes, enero-abril, 1992; pp. 7-19. Mestizaje En El Nacional (Papel Literario), Caracas, 07-11-1997. P. 4. Identidad y cultura popular En Imagen. Consejo Nacional de la Cultura Conac. Caracas, enero, 1997. Nº 100-119. Homenaje. pp. 14-15.

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Índice general

Homenaje

7

Miguel Ángel Rodríguez / José Gregorio Vásquez

La evangelización, la inconclusa

9

Unidad y diversidad de Latinoamérica

13

Maracaibo ¿qué tengo yo contigo?

25

Integración de la región Caribe

57

Los tres discursos de fondo del pensamiento americano

65

El pensamiento europeo-latinoamericano. Reflejos y problematizaciones

71

Latinoamérica

79

La situación cultural y la autoconsciencia de Latinoamérica y el Caribe

93

El alma común de las Américas

103

Mestizaje

123

Identidad y cultura popular

125

Origen de los t<extos

129

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