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l Patrimonio Comunidad y Conservación. Ingrid Lozano

Patrimonio, identidad y conservación del arte público

Por Ingrid Lozano

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Diversas aproximaciones intentan explicar el hecho artístico en el contexto de la ciudad. Todas coinciden en que el área modificada por la presencia de una obra de arte da lugar a un ambiente urbano cualificado y estético. Su emplazamiento transforma la manera como los ciudadanos se relacionan con su entorno, porque brinda significado a lugares anónimos y favorece la sociabilización al humanizar los espacios.

El género que tradicionalmente se ha vinculado a arquitectura y ciudad ha sido la escultura. La tendencia en la urbe actual es la inclusión de obras significativas, que destaquen y subrayen su carácter ante la comprensión de la necesidad de imágenes que la identifiquen, hitos que establecidos como referencias visuales le otorguen identidad, sobre todo por el hecho de que nuestra cultura tiende a uniformizar los espacios, las ciudades contemporáneas se encaminan a la homogeneización (Sobrino, 1999, p.9).

El conjunto de los monumentos públicos construye una red semántica, una trama que se despliega por la geografía citadina enviando continuos mensajes. Este museo exterior revela el carácter, personalidad y particularidades de la urbe. A través de los símbolos representados por sus manifestaciones artísticas se comunican los valores, peculiaridades, aspiraciones e historia de sus habitantes.

En nuestras ciudades hay una presencia importante de la abstracción, corriente vinculada al desarrollo moderno, pero también hay ejemplos notables de estatuaria, la representación de los héroes de la patria y de personajes destacados de la vida cívica, los forjadores de ciudadanía presentes en el imaginario colectivo como parte del conjunto de elementos que nos identifican como nación.

Las siguientes líneas constituyen una revisión de algunos aspectos que influyen en la apropiación y valoración de las obras de arte tridimensional dispuestas en el entorno de la ciudad. Explora las causas posibles de las numerosas acciones vandálicas que se han suscitado en los últimos años contra nuestra estatuaria pública

La importancia del monumento

El arte ha permitido a través de la historia perpetuar las realidades de la sociedad, ya

Hay que buscar el motivo o la razón que impulsa a un individuo a dañar una obra pública

que actúa como espejo que idealiza hechos y personajes. Tiene la capacidad de convertirse en hilo conductor entre el pasado y el presente de una comunidad, porque se constituye en como vehículo que permite recuperar elementos simbólicos del pasado de la nación, referentes positivos, instaurándolos en el presente, de manera que se inscriben como símbolos de la identidad nacional. El monumento como manifestación del arte inserto en la ciudad, cumple con estas funciones porque contribuye a consolidar y preservar la memoria histórica de las actuales y futuras generaciones. De esta manera, se evita el olvido se mantienen vivos los referentes propios.

Sin embargo, no solo remite al pasado. El monumento también está en condiciones de transmitir visión de futuro y esperanzas, porque permite vislumbrar la proyección y el porvenir de una sociedad. Se construye así el sentido del tiempo y la pertenencia al lugar, pero su carácter jerárquico y autoritario lo separa del individuo. Este hecho desemboca en su alejamiento de los espacios de la cotidianidad. Esta separación, la sensación de indiferencia que muchas veces experimenta el transeúnte ante una obra ubicada en la ciudad, se da tanto con manifestaciones de tipo conmemorativo como con arte contemporáneo. El desgaste simbólico de los valores representados por el monumento, se equipara a la extrañeza y apatía que despiertan algunas expresiones contemporáneas.

Según García Canclini (1999, p.18) ese conjunto de valores simbólicos que reconocen los distintos grupos sociales, y que constituye la base que los identifica como un colectivo, brinda cierta complicidad, la cohesión y solidaridad que nace al compartir el reconocimiento, respeto y admiración hacia los bienes tangibles o no que conforman el patrimonio de la nación. Sin embargo, esto no significa que todas las clases o grupos que conforman la sociedad se relacionen de la misma manera con estos bienes.

Cada uno de ellos se apropia de manera distinta de la herencia cultural y mientras más bajo es el nivel socioeconómico y educativo de la persona, más precaria es su capacidad para reconocerla y hacerla suya. De esta manera, así como el patrimonio permite unificar a la nación, las desigualdades en su formación y apropiación lo convierten en un medio para reiterar las diferencias entre grupos sociales y resaltar la hegemonía de quienes no solo deciden que bienes deben ser considerados importantes, sino que, además, cuentan con las herramientas que permiten su disfrute.

Esta indiferencia y la incapacidad para reconocer como propios muchos objetos de interés patrimonial, podría explicar las agresiones que

durante los últimos años y de manera sistemática han sufrido muchos monumentos. En algunos casos esta vandalización ha ocasionado la pérdida de algunos de sus elementos constitutivos, en otros la pérdida total, lo que supone acabar con la memoria colectiva de la nación.

Pero así como la estatuaria materializa nacionalismos, creencias e imaginarios, también actúa como vehículo exorcizador de tiranías e injusticias y quizás puede ayudar a mitigar anacrónicos rencores históricos. En estos casos la obra se convierte en depositaria de todas las significaciones históricas y políticas del personaje y la época que representa. Aquí el acto de destruir la escultura sustituye, simbólicamente, a la necesidad de cambiar el pasado.

Vandalismo y negligencia: pérdida de la memoria histórica

El desconocimiento de la importancia histórica y del valor patrimonial del bien, la incapacidad para reconocerlo como propio e identificarse con él, problemas económicos y mafias que trafican con el metal, se han relacionado con los actos de vandalismo que últimamente se han observado. Este problema ha afectado principalmente a las piezas de bronce. Según la Institutional Assets and Monuments of Venezuela, IAM, hasta finales del año 2018 se contabilizaban 6.812 piezas perjudicadas, en el estado Mérida ha desaparecido 40 % de la estatuaria pública y se estima que en 12 de los 23 estados del país se ha sufrido esta expoliación.

Los especialistas de IAM Venezuela estiman que se han sustraído aproximadamente 297 toneladas de bronce. Estos saqueos no solo destruyen al bien patrimonial, también a los símbolos que han cohesionado al país desde su inicio. La consecuencia es pérdida de la identidad y el olvido de los personajes que han contribuido a construir la nación (Especial robo del bronce, 2018).

El patrimonio escultórico no solo es vulnerado por el vandalismo. También, y en gran medida, es afectado por el poco interés brindado por parte de quienes deben velar por su conservación. Aquí se involucran no solo las instituciones culturales, también los organismos de seguridad del estado y principalmente la ciudadanía, instancia donde debe reposar la responsabilidad de velar porque esos símbolos que constituyen el nexo con el pasado común se preserven.

Otro problema se genera por la poca, o ninguna experiencia, de quienes en ocasiones son comisionados por alcaldías y gobernaciones para intervenir estatuaria y monumentos con la aplicación de tratamientos de conservación y restauración inadecuados, que a la larga generan deterioros más graves que los que inicialmente afectaban al bien. Pero, ¿cómo se estimula la participación de la ciudadanía en la preservación del patrimonio? Solo el conocimiento

En estas imágenes podemos constatar el vandalismo patrimonial que sufren las obras de Caracas.

permite la apropiación y valoración de las expresiones que se consideran de interés patrimonial. En este sentido, la educación juega un papel fundamental no solo como un medio para informar y favorecer la difusión de obras, artistas y otras manifestaciones del quehacer cultural, sino también para desarrollar la sensibilidad estética en la población.

Educación y valoración del patrimonio

Patrimonio e identidad son construcciones determinadas por el contexto histórico y social, y como tal, tienen distinto significado para diferentes personas. El individuo se identifica con el de su entorno porque la cercanía y conocimiento son requisitos que favorecen su apropiación,

pero una relación cercana y empática debe comenzar en la educación inicial. La educación estética, asumida como la “promoción en los alumnos de actitudes estéticas frente a la realidad” (Estévez, citado por Zanella, 2007) se destaca por su papel en la formación de ciudadanos sensibles y creativos, capaces de reconocer y valorar las manifestaciones destacadas de su cultura.

Durante los primeros seis años de vida el cerebro desarrolla las destrezas socioemocionales del individuo. Por esta razón, el desarrollo de la sensibilidad a temprana edad contribuye a formar sujetos con herramientas que favorecen su crecimiento socioeconómico. Una persona sensible posee capacidades que lo hacen más empático, respetuoso, tolerante, autocrítico y consciente de su lugar en la colectividad, con valores éticos y morales que le permiten desarrollarse integralmente (Zanella, 2007).

Desde la esfera de los organismos internacionales se reconoce la importancia del aprendizaje de las disciplinas vinculadas al arte y la creatividad, no solo para brindar el conocimiento de la cultura local, sino también para formar individuos que afronten de manera efectiva los retos que impone el nuevo milenio. Por esta razón, en 2006 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) realizó la Primera Conferencia Mundial sobre la Educación Artística. Esta primera reunión produjo una hoja de ruta que daba las pautas para incluir su enseñanza en todo el sistema educativo, porque el desarrollo creativo debe ser un componente transversal en todos los niveles formativos, además el individuo necesita herramientas para “comprender, apreciar y experimentar” las expresiones artísticas, con el objeto de “participar plenamente en la vida cultural del país” (Unesco, 2006).

Sin embargo, el Diseño Curricular del Sistema Educativo Bolivariano del Ministerio del Poder Popular para la Educación, MPPE, tiene como ejes integradores las áreas de Ambiente y Salud Integral, Interculturalidad, Tecnologías de la Información y Comunicación y Trabajo Liberador (MPPE, 2007, p.56), no incluye el arte y la cultura. El desarrollo de la creatividad se promueve desde el ámbito social a través del “trabajo cooperativo, experiencias y vivencias con la naturaleza” (MPPE, 2007, p. 16). En el período escolar 2019-2020, el interés del MPPE está centrado en “la transformación curricular basada en el factor social, en valores e historia” la intención es “promover una serie de valores fundamentales en nuestros estudiantes; como lo son el ser social, la solidaridad, el amor, el hacer y la descolonización” (Molina, 2019).

No obstante, la relevancia del aspecto social en el Diseño

Curricular Bolivariano y ante la comprensión de la importancia de la formación en el área artística desde temprana edad, existen propuestas que buscan ampliar y mejorar los contenidos de arte y cultura en la educación básica, mediante la inclusión de la enseñanza del patrimonio cultural, inserta de manera transversal en el currículo para lograr su apropiación y valoración desde la niñez (García, 2007).

Pero no solo la escuela juega un papel importante en esa labor de sensibilización y difusión. Los medios de comunicación masivos han demostrado que en algunas áreas pueden ser más efectivos como recurso educativo que los métodos docentes tradicionales. Según Liceras (2005, p.109), los medios de comunicación “tienen una gran influencia en la construcción del pensamiento social de sus consumidores, en especial entre los niños y los jóvenes.” También, afirma que la manera como los medios “suelen El despertar y desarrollo de la sensibilidad hacia el patrimonio cultural y natural se debe iniciar en la escuela básica. En esta tarea los medios masivos de comunicación juegan un rol fundamental

transportar la realidad social a sus consumidores jóvenes, hace que en muchas ocasiones resulten más eficaces que la propia educación formal” (Liceras, 2005, p.110).

Estas afirmaciones se han demostrado a través de los resultados obtenidos en las campañas de sensibilización medio ambiental, para la defensa y protección del patrimonio natural. Perder los referentes que nos anclan a la historia nacional equivale a destruir las raíces que nos fundamentan y estructuran como pueblo y nos podría conducir al extravío de la conciencia nacional. Es necesario entender que patrimonio e identidad nacional son conceptos interrelacionados y que el menoscabo de uno influye en el otro. Por lo tanto, deben ser defendidos con el mismo interés.

La valoración del patrimonio surge del conocimiento. Es necesario que el individuo se identifique con él y el orgullo que despierta la comprensión y valoración de las manifestaciones destacadas del quehacer de la nación, convierten a la colectividad en garante de su preservación. El despertar y desarrollo de la sensibilidad hacia el patrimonio cultural y natural se debe iniciar en la escuela básica. En esta tarea los medios masivos de comunicación juegan un rol fundamental por su capacidad para llegar a una gran audiencia, brindar referentes éticos y establecer pautas de conducta de manera directa, sin la mediación institucional. Podrían ser un recurso educativo más efectivo que las metodologías docentes tradicionales,

porque mientras la educación patrimonial no se incluya de manera transversal en todos los niveles de enseñanza, los programas de estudio solo brindarán una visión academicista del patrimonio, que auspicia el distanciamiento por considerarlo hegemónico, propio de las élites cultas.

Las instituciones culturales tienen la obligación de promover el contacto con las obras de arte, dar a conocer los géneros que caracterizan el quehacer artístico del país y desmitificar al museo, acercándolo al ciudadano común a través de actividades educativas y de difusión, cónsonas con los gustos y dinámicas actuales. Deben ser capaces de acercarse a las comunidades, sobre todo a las más desfavorecidas, a través de programas y acciones que permitan establecer un vínculo y gracias a él promover el descubrimiento e identificación con ese patrimonio que se percibe ajeno, a pesar de su presencia en las comunidades. Esto permitirá que el ciudadano se sienta parte de la historia y la cultura del país, para fortalecer su identidad. La labor de difusión y sensibilización patrimonial es un trabajo arduo, pero es incalculable el beneficio a favor de la preservación y conservación de los bienes que constituyen la base de nuestra identidad.

Ingrid Lozano Pizzano

Jefe especialista taller de Conservación y Restauración de Escultura Centro Nacional de Conservación y Restauración Patrimonial.

Correo electrónico: ingloz@yahoo.com Referencias

Estepa G., J. (2013) La educación patrimonial en la escuela y el museo, investigación y experiencias. Universidad de Huelva, Colección Collectánea. García C., N. (1999) Los usos sociales del patrimonio cultural. En AGUILAR, E. (dir.) Cuadernos Patrimonio Etnológico. Nuevas perspectivas de estudio. Sevilla: Consejería de Cultura, Junta de Andalucía, 1999, pp. 16-33. Liceras, A. (2005) Los medios de comunicación de masas, educación informal y aprendizajes sociales. IBER. Didáctica de las Ciencias Sociales, Geografía e Historia, n. 46, 2005, pp. 109,124. Sobrino M., M.L. (1999). La escultura contemporánea en el espacio urbano. Madrid: Electa S.A. Worl Wide Web El robo del bronce. (2018) [Página web en línea].Recuperado el 20 de noviembre de 2019, de https://iamvenezuela. com/tag/especial-robo-del-bronce/ García V., Z. (2007). Estrategias educativas para la valoración del patrimonio cultural en la educación básica en Venezuela. Educere, 11(39), 673-681. Recuperado en 17 de abril de 2020, de http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_ arttext&pid=S1316-