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Patrimonio biocultural

estrechamente con el entorno. Los ambientes naturales llevan la huella de miles de años de actividad humana y su apreciación es, sobre todo, una construcción cultural (Cano y Caucino, 2013).

A nivel nacional, la Ley N° 19.300 sobre bases generales sobre el medio ambiente define la conservación del patrimonio ambiental como “el uso y aprovechamiento racionales o la reparación, en su caso, de los componentes del medio ambiente, especialmente aquellos propios del país que sean únicos, escasos o representativos, con el objeto de asegurar su permanencia y su capacidad de regeneración”,2 pudiendo de esta manera sentar un precedente conceptual ligando esta idea con la presentada anteriormente y dictada por UNESCO.

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Patrimonio biocultural

Teniendo en cuenta los conceptos planteados de patrimonio cultural y natural (o ambiental) para este trabajo, es necesario señalar que ambas nociones explican el patrimonio desde “lo otro”, lo que sigue siendo una percepción dicotómica que perpetúa esta idea de naturaleza/cultura o naturaleza/sociedad.

En ese sentido surge la interrogante de ¿cómo conviven ambos tipos de patrimonio en contextos de comunidades campesinas o comunidades rurales no-indígenas? Bajo este cuestionamiento nos acercamos al concepto de patrimonio biocultural como una posible aproximación para entender esta vinculación profunda en donde tanto cultura y naturaleza son ideas inseparables. Lindholm y Ekblom (2019) señalan que el patrimonio biocultural comprende el conocimiento y las prácticas ecológicas locales, y los ecosistemas y recursos biológicos asociados (desde la variación genética y la biodiversidad de las especies), hasta la formación de características del paisaje y paisajes culturales, así como el patrimonio, la memoria y las prácticas vivas de los entornos humanos construidos o gestionados.

2 Letra b) del artículo 2 de la Ley N° 19.300.