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Tips de nutrición y hábitos saludables

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Alimentación funcional

¿Qué es, cuándo la necesitamos y cómo se logra?

Por: Pilar Serrano Galvis. Nutricionista - Dietista. Directora Técnica Functional Corp. (Corporación para la Alimentación Funcional)

La Alimentación Funcional no es moda, no es una receta, no es comprar alimentos con ingredientes raros o fórmulas mágicas, es una escuela basada en el aprendizaje experiencial de como adaptarnos de la mejor manera a las diversas formas para alimentarnos hoy, tanto con la comida casera como con la comida procesada que está disponible fuera del hogar, y que es atractiva, nutre y se ofrece como soluciones cómodas y seguras para la nueva realidad.

Si usted aprende a alimentarse funcionalmente, estará en capacidad de elegir con conocimiento todo cuanto compra en su mercado, en algunos casos ahorrará, en otros tendrá que aumentar su presupuesto, porque usted decide que comer, en que cantidad, a que hora y cuantas veces por semana, de acuerdo a su edad, el tipo de trabajo que desempeña, la intensidad de su actividad física y lo más importante: sus gustos.

Si bien la nutrición y la salud pública están íntimamente relacionadas, no hay políticas nutricionales que sean del todo efectivas en modular el gusto de los consumidores y por ende lograr cambios masivos, importantes y a largo plazo en la cultura alimentaria. Lo único que realmente cambia los hábitos de consumo de las personas, y así de una comunidad, es aprender a comer hoy, con la comida que se produce a nivel industrial o artesanal, nacional o importada, y que influye en el peso corporal y las preferencias de las personas (Warren, Smith, & Ashwell, 2017).

La energía, medida en calorías, la podemos obtener de los azúcares, las proteínas y las grasas: Los primeros aportan desde 2 hasta 4 calorías por cada gramo, a más dulzor, más calorías; también existen los endulzantes que no son azúcares por lo tanto son: no calóricos.

Las proteínas aportan 4 calorías y son quizás las más costosas, no sólo porque los alimentos con mayor cantidad de este nutriente son los más caros en la canasta familiar, sino porque el proceso que hacen las células consiste en romper la proteína hasta sus pequeños ladrillos y empezar de ahí a construir otras moléculas antes de llegar a producir calorías.

Por último las grasas, aportan 9 calorías por gramo, por esta razón mucha gente les tiene “miedo” a las grasas, sin embargo, pueden ser tan útiles como los azúcares si no las dañamos durante el proceso de preparación de un alimento; de eso depende que sean nutrientes buenos, útiles para las células o, no tan buenos, porque se van depositando en la redes de distribución de nuestro cuerpo, es decir, las venas y las arterias.

Según la última encuesta nacional sobre el estado nutricional en Colombia, quedó en evidencia que es urgente un cambio en el nivel de actividad física de la población en general, familias en las que la tecnología y las pantallas ocupan entre el 25% y el 77% de su tiempo, en detrimento de la actividad física, situación que ocurre en casi todos los rangos de edad. Existen muchas advertencias acerca de no exceder las calorías en forma de azúcares, más aún si el ejercicio físico no hace parte de nuestra rutina diaria.

Para personas con un mayor nivel de actividad física y deportistas en general, el azúcar es quizás el nutriente mas importante, podríamos decir que dentro de la alimentación, para garantizar funcionalidad deportiva, un consumo constante de azúcar, ayuda a preservar la masa muscular y a disminuir la sensación de cansancio, y por ende mejorar el rendimiento deportivo.

…. Pero, y cuando esas calorías me dan sensación de “bienestar”…?

Los alimentos de alto aporte calórico y bajo aporte de proteínas, vitaminas, minerales o fibra, se consideran indulgentes. Comer palomitas de maíz durante el tiempo que sentados vemos una película, o “endulzar” al amigo secreto durante este mes, son comportamientos indulgentes y esas son calorías que el cuerpo guardará porque se consumen por una razón diferente a producir energía vital.

Esto nos indica que seleccionamos lo que comemos no sólo por la forma como funciona nuestro cuerpo y su metabolismo sino, según nuestro estado de ánimo, lo cual nos pone frente a un factor ambiental adicional por tener en cuenta dentro de una alimentación funcional: los gustos y las emociones de los consumidores (Kerin, Webb, & Zimmer- Gembeck, 2019).

Disminuir el consumo de calorías como estrategia de salud pública es mucho más que limitar el consumo de azúcar; se requiere educación nutricional para aprender que la funcionalidad presente y futura de un consumidor depende de una alimentación completa, equilibrada, suficiente y adecuada.

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