La adoracion eucaristica

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En este contexto bíblico, entendemos la respuesta que Jesús da al tentador cuando le pide que se arrodille ante él: «…al Señor tu Dios adorarás y a él sólo darás culto» (Mt 4,10).

Adoración: combate de purificación La auténtica adoración a Dios implica una purificación plena, tanto de las concepciones religiosas, como de nuestros criterios, juicios y afectos… Para iluminar este aspecto, bien podríamos recurrir al gesto de la purificación que Jesús hizo en el Templo de Jerusalén, tal y como lo narra el Evangelio de San Juan (Jn 2, 13-25). En efecto, la expulsión de los mercaderes del Templo es una imagen de la purificación de cada uno de nosotros, así como de las propias estructuras eclesiales, de forma que sólo habite en nosotros la gloria de Dios. Al ver el gesto profético del Maestro, los discípulos recordaron las palabras del Antiguo Testamento: «El celo de tu casa me devora» (Jn 2, 17); es decir, allí donde el amor de

Dios lo llena todo, no caben idolatrías. En la oración en general, y especialmente en la oración de adoración, se libra una gran batalla contra el propio yo. La primera batalla que ha de tener lugar en la oración de adoración, es la firme decisión de realizarla. Decía Karl Rahner que, «quien sólo hace oración cuando tiene ganas, quiere decir que se ha resignado a tener cada vez menos ganas de hacer oración». No adorar con perseverancia es ya perder una batalla; porque la oración es el primer deber de un cristiano, el primero de sus apostolados. Superada la tentación contra la perseverancia, frente a la que siempre habremos de estar atentos, la segunda batalla que se libra en la oración de adoración es la purificación de nuestros miedos, incertidumbres, afectos, formas de pensar y de juzgar la existencia, etc. En resumen: La adoración es purificación; la purificación es santificación; y la santificación es glorificación de Dios.

II. PARTE: LA ADORACIÓN EUCARÍSTICA

“LA ADORACION EUCARISTICA EXPRESIÓN DE NUESTRA FE” Pbro. Carlos E. Trinidad G. Septiembre 28, 2013

INTRODUCCIÓN La importancia de la Eucaristía en la vida de la Iglesia y del cristiano ha llevado a prolongar el culto a la Eucaristía más allá del espacio y el tiempo de la celebración de la Misa. La Iglesia conserva y guarda con respeto y veneración la presencia sacramental de Cristo en los sagrarios de las iglesias y oratorios, y “recomienda con empeño la devoción privada y pública a la sagrada Eucaristía, a un fuera de la misa” (RCCE 87)

A.- TEOLOGIA El ritual presenta las líneas de fuerza de la doctrina sobre el culto eucarístico fuera de la Misa. Tres palabras constituyen el eje sobre el que gira este culto eucarístico, a saber: Anánmesis, Emmanuel y Marahathá, que significan: “Hagan esto en memoria mía”, “Dios-con-nosotros, y “¡Ven, Señor Jesús!” 1.- Anámnesis:

• La iglesia celebrando la Eucaristía, cumple el mandato del Señor Jesús en la última Cena: “hagan esto en memoria mía”. El término memoria, usado por el Señor, es una expresión empleada también por los evangelios, y el mismo Pablo la usa para indicar la naturaleza misma de la Eucaristía. • La Eucaristía no se agota en la celebración de la Misa, aunque ésta sea su expresión central, y en ella se adora al Señor en espíritu de verdad. • No puede existir el culto eucarístico fuera de la Misa sin antes haber celebrado la Eucaristía. • El culto fuera de la Misa prolonga el acto de adorar y orar de la celebración. • Teológicamente es inconcebible un acto de culto eucarístico sin referencia alguna a la Eucaristía celebrada, memorial y actualización de la Pascua de Cristo. 2.- Emmnauel: • El Ritual afirma:”… mientras la Eucaristía se conserva en las iglesias y oratorios es verdaderamente el Emmanuel, es decir, ´Dios-con-nosotros´. Pues día y noche está en medio de nosotros,


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