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AÑO 14 NÚMERO 170 FEBRERO 2009

FUNDACIÓN RAFAEL PRECIADO HERNÁNDEZ, A. C.

1


AÑO 14

NÚMERO 170

Presidente

Germán Martínez Cázares

Director General

Gerardo Aranda

Director General Adjunto

Salvador Abascal Carranza

Director de Estudios Políticos

Lorenzo Gómez Morin Escalante

Director de Estudios Económicos

Francisco Calderón

Director de Formación

Fernando Rodríguez Doval

Director de Relaciones Institucionales

Armando Reyes Vigueras

CEDISPAN

Gerardo Ceballos

FEBRERO 2009

Director

Armando Reyes Vigueras

Editor

Carlos Castillo

Coordinación editorial Xóchitl Vázquez

Consejo Editorial

• Rogelio Carbajal • Jorge Chabat • Gonzalo Tassier • José Loyola • Fernando Rodríguez Doval

Mesa de redacción

• Claudio Jones • Paulina Lomelí • Lorenzo Gómez Morin • Francisco R. Calderón • Fernando Rodríguez Doval • Salvador Abascal

Dibujos de interiores Gonzalo Tassier

Corrección, diseño y formación

Retorno Tassier / Adriana Paredes

Director Administrativo

Samuel Carrasco

La Fundación Rafael Preciado Hernández es una institución académica que tiene como principal objetivo la generación de ideas útiles que coadyuven a resolver los problemas de la sociedad mexicana en los ámbitos económico, político y sociocultural.

Elaborar, editar y publicar, directa o indirectamente, boletines, revistas, memorias, apuntes, libros, videos y similares.

La revista Bien Común es el principal órgano que la Fundación Rafael Preciado Hernández utiliza para dar a conocer públicamente los avances de los proyectos de sus investigadores. Al mismo tiempo que refrenda con este medio su compromiso con una cultura plural y democrática, abre espacio a otros analistas interesados en expresar sus puntos de vista sobre tópicos de actualidad para la sociedad mexicana.

Fomentar y financiar actividades de investigación social, política y económica dentro del país.

Los puntos de vista externados por nuestros colaboradores no necesariamente reflejan la posición académica de la Fundación.

Actividades:

Los anuncios que aparecen en esta revista son resultado de convenios de intercambio no lucrativos establecidos con los interesados.

Objetivos:

Apoyar la capacitación social, política y económica de personas interesadas en estos temas.

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Organizar, promover, estimular, patrocinar, dirigir y, en general, llevar a cabo directa o indirectamente cursos, seminarios, conferencias, reuniones de estudio, foros, mesas redondas, congresos y toda clase de actividades relacionadas con la política, los asuntos sociales y la economía.

Establecer relaciones y colaborar con otras instituciones similares del país y del extranjero.

Publicación indizada en CLASE.

Bien Común es editada por la Fundación Rafael Preciado Hernández, A. C. El tiraje es de 1500 ejemplares.

Certificado de licitud de título: 9152. Certificado de licitud de contenido: 6405. Reserva: 04–2004–081711193000–102 ISSN 1870–0438 Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación por cualquier medio sin la autorización del editor, excepto para uso académico, con la cita completa de la fuente. No se devuelven originales.

Impreso en: Editores e Impresores FOC, S. A. de C. V. Los Reyes núm. 26, Col. Jardines de Churubusco, México, D. F. Tel.: 56 33 28 72 Correspondencia:

Revista Bien Común Ángel Urraza 812, colonia Del Valle,

03100, México, D.F. Tel / Fax: 55 59 63 00

areyes@fundacion.pan.org.mx www.fundacionpreciado.org.mx


COLABORADORES • Carlos Ramírez. Periodista y escritor. Publica la columna diaria “Indicador Político” en El Financiero. • Armando Rodríguez Cervantes. Asociado Numerario de la Fundación Rafael Preciado Hernández, A.C. Director de Operación de la Comisión para la Regularización de la Tenencia de la Tierra (Corett), organismo de la Sedesol. • Jaime Aviña Zepeda. Médico e investigador sobre el tema de Familia. • Adolfo Christlieb Ibarrola, abogado. Fue diputado federal en la XLVII Legislatura; presidente del PAN de 1962 a1968 y colaborador de distintos medios como La Nación, Siempre y Excélsior. • Ma. Elodia Robles Sotomayor. Directora del Seminario de Filosofía del Derecho de la Facultad de Derecho de la UNAM. • Jacinto Valdés Martínez. Profesor de tiempo completo en la Universidad Panamericana, campus ciudad de México. • Juan Pablo Pampillo Baliño. Abogado por la Escuela Libre de Derecho. Doctor en Derecho cum laude y Premio Extraordinario del Doctorado por la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido profesor de Filosofía e Historia del Derecho y de Derecho Constitucional, en la Escuela Libre de Derecho y en la Facultad de Derecho de la Universidad Anáhuac. Miembro del Ilustre y Nacional Colegio de Abogados de México. Consejero de la Comisión Mexicana de Derechos Humanos. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores. • Francisco R. Calderón Quintero. Director de Estudios Económicos de la Fundación Rafael Preciado Hernández, A.C. • Felipe Carlos Betancourt Higareda. Licenciado en Derecho por la Facultad de Derecho de la UNAM; Master of Arts in Political Theory (Maestría en Teoría Política) por the University of Manchester, United Kingdom. Candidato a Doctor en Gobierno por la Manchester Metropolitan University, Reino Unido.

Editorial

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Numeralia

Televisión en México

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Centrales

Política y TV. Acontecimientos o conciencia histórica

Carlos Ramírez

11 17

Xóchitl Vázquez / Armnado Reyes

22

Armando Rodríguez Cervantes

27

Armando Reyes

30

Jaime Aviña

35

Entrevista con Jenaro Villamil Entrevista con Claudia Benassini

La simulación de las televisoras y la campaña electoral de 2009 Televisión: sus límites y equidades La transición democrática y la regresión

Reflexión en torno a… Televisión y política

Adolfo Christlieb Ibarrola

39

Dossier

Integralismo jurídico filosófico en el pensamiento de Preciado Hernández

Ma. Elodia Robles

44

Juan Pablo Pampillo

49

Jacinto Valdés

62

Trinomios del pensamiento de Preciado Hernández La función directiva del derecho en la doctrina de Rafael Preciado Hernández

Agendas

El ahorro privado y público como solución a la crisis financiera mundial

Felipe Carlos Betancourt

69

Reseña

Planeta azul con grilletes verdes

Francisco Calderón

72

3



L

EDITORIAL

Las elecciones ya han comenzado, si bien no formalmente con las campañas como tal, ni con las novedosas precampañas, sí con la discusión de lo que nos espera como ciudadanos con toda la información que se ofrecerá de aquí hasta el 5 de julio de 2009. Un adelanto lo tenemos en lo que ya muchos califican como alud de spots que la televisión y la radio nos ofrecerán en este primer semestre del año. Es por esto que Bien Común revisa el tema de la relación entre televisión y campañas electorales. Para eso Carlos Ramírez nos brinda un texto en el que pasa revista a lo que la televisión ha hecho en la materia y las repercusiones de su relación con la política en México. Se trata, sin duda, de un texto fundamental para entender lo que implica la relación que analizamos en esta ocasión. Además, presentamos entrevistas con Jenaro Villamil, reportero de la revista Proceso, y Claudia Benassini, quienes revisan la credibilidad del medio y que podemos esperar del mismo en el actual contexto electoral. Adicionalmente, Armando Rodríguez Cervantes pasa revista a lo que califica como la simulación de las televisoras en la presente campaña; Jaime Aviña nos ofrece una visión crítica de la transición democrática en este 2009, y finalizamos la sección con un artículo sobre lo que implica la campaña televisiva para los partidos y la sociedad mexicana. Aportamos elementos para que el lector pueda tener un panorama lo más amplio posible sobre este tema. En la sección Reflexión en torno a… presentamos un texto de Adolfo Christlieb Ibarrola, quien como líder opositor, ya hacía una severa crítica –a fines de los 60– del papel que jugaba la televisión para favorecer al gobierno en turno. Se trata de un texto que se adelanta a hechos que ahora nos son conocidos, pero que fueron sembrados por el régimen priísta en los años que detentó el poder presidencial. Completamos esta edición, con una sección especial dedicada a Rafael Preciado Hernández, con tres ponencias presentadas en la UNAM con motivo del centenario de su natalicio. Es un material que nos ofrece visiones sobre quien fuera maestro emérito de la Máxima Casa de Estudios.

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Queremos agradecer a María Elodia Robles Sotomayor, Juan Pablo Pampillo Baliño y Jacinto Valdés Martínez, su valiosa aportación al seminario y a esta edición. Creemos sinceramente, que sus colaboraciones serán estimadas en lo que valen por nuestros lectores. Finalmente, en la sección Agendas, Carlos Betancourt nos habla de cómo el ahorro privado puede ayudar a enfrentar la crisis económica que actualmente vivimos, tema que abordaremos también en futuras ediciones. No nos resta sino esperar que nuestro trabajo, plasmado en la edición que nuestros lectores tienen en sus manos, sea de utilidad. Cordialmente Armando Reyes Vigueras Director de Bien Común

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Televisión en México

La televisión es señalada como el medio de comunicación de más impacto, cualidad que se le reconoce no únicamente en nuestro país. En materia estadística, la infraestructura de estaciones de radio y televisión comprende 853 radiofónicas en la banda de Amplitud Modulada, 726 en la de Frecuencia Modulada, 730 estaciones de televisión y 38 canales de televisión digital. En promedio, 91% de las viviendas del país cuentan con televisión, lo cual representa un mercado muy disputado por las empresas televisivas, de cara a elecciones como las que viviremos en 2009.

naculta en 2003, “resalta la gran presencia cotidiana de las industrias culturales, y en particular de los medios masivos de comunicación, en todos los ámbitos sociales y territoriales. Por ejemplo, más de 95% de los entrevistados acostumbra ver televisión y más de 87% acostumbra oír la radio. El tiempo dedicado a estos medios es significativo: casi la mitad de los encuestados (48.9%) ve entre dos y cuatro horas al día la televisión y más de la tercera parte (35.3%) escucha entre dos y cuatro horas diarias la radio. Casi ocho de cada 10 entrevistados (78.9%) acostumbra escuchar música grabada y casi uno de cada tres le dedica a esta actividad entre dos y cuatro horas diarias”.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Prácticas y Consumo Culturales levantada por el Co-

Asimismo, la encuesta reveló que “el equipamiento de los hogares muestra también la gran 7


penetración de las industrias culturales: 97.9% de los entrevistados tiene televisión en casa, y de ellos 37.2% responde tener dos o más; 95.8% tiene aparato de radio, y de ellos 25% comenta tener dos o más; 76.5% de los entrevistados expresa tener libros en casa y entre 60% y 80% tiene objetos relacionados con la reproducción de música grabada como discos compactos (76.5%), casetes (69.7%), grabadoras (68.2%) y reproductor de discos compactos (66.5%)”. Finalmente, el documento precisó que “Entre las preferencias de los entrevistados cabe mencionar la novela (36.2%) y la historia (33.6%) como temas de lectura; las secciones de noticias nacionales (47.7%) y de deportes (40.5%) de los periódicos; las revistas de espectáculos y televisivas (46.1%); los noticieros (49.5%) y las telenovelas (39.2%) en la televisión; los programas musicales (87.0%) y de noticias (46.8%) en la radio; la balada romántica/pop (50.0%), la música grupera (35.6%) y la ranchera (33.6%) como géneros musicales; y las películas de acción (62.9%) y de comedia (37.5%). Casi el doble de los entrevistados afirma ver más películas estadunidenses (58.0%) que mexicanas (31.8%); en tanto que 78.9% de quienes escuchan música grabada prefiere la música en español, 6.8% la prefiere en otro idioma y a 14.1% le da lo mismo”. Algunos datos adicionales de la citada encuesta señalan lo siguiente: Con respecto a los hábitos de consumo televisivo la encuesta arrojó, entre otros, los siguientes resultados:

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–– 95.5% de los entrevistados de 15 años o más manifiesta que acostumbra ver televisión, lo que muestra que este medio de comunicación es el de mayor penetración. –– Casi la mitad de la población (48.9%) ve televisión de dos a menos de cuatro horas diarias, alrededor de uno de cada cuatro (26.8%) lo hace más de cuatro horas y uno de cada cinco (19.8%) menos de dos horas diarias.

–– Si bien no hay diferencias significativas entre hombres y mujeres en el hábito de ver televisión, los resultados sugieren que en promedio las mujeres la ven más tiempo: 29.8% lo hace cuatro o más horas al día, en tanto que entre los hombres la proporción es de 23.4%. –– Por grupos de edad no se presentan diferencias marcadas en la proporción que ve televisión, con excepción de los mayores de 55 años que tienen el nivel más bajo (89.8%). Los jóvenes de 15 a 22 años tienen cifras más altas que el promedio en los grupos que ven más de cuatro horas de televisión. –– Si bien las personas de menor escolaridad tienen niveles más bajos de ver televisión (81.2%), al analizar los tiempos que cada grupo le dedica se aprecia que entre la población con educación universitaria se da la proporción más baja (20.9%) de quienes ven televisión cuatro horas o más. –– Por ingresos tampoco se detectan grandes diferencias en los porcentajes de quienes ven y no ven televisión, con excepción de quienes reciben hasta un salario mínimo, que tienen el nivel más bajo (90.5%). Las proporciones más altas de quienes ven cuatro horas o más se dan entre quienes reciben de tres a cinco salarios mínimos, con 30.4%, y de uno a tres salarios mínimos, con 29.1%. –– Por ocupación, los estudiantes tienen los niveles más altos de consumo televisivo (98.4%), aunque las diferencias no son muy marcadas entre los grupos. La proporción más alta de quienes ven cuatro horas o más se da entre las amas de casa (34.0%) y los estudiantes (33.3%). –– Las diferencias por región, municipio o ciudad de quienes ven y quienes no ven televisión no son muy marcadas. Los valores más altos de quienes ven cuatro o más horas los tienen el centro–occidente entre las regiones (29.8%), los municipios entre 50 mil y 100 mil habitantes (29.4%) y el Distrito Federal (33.4%) entre las tres ciudades más grandes del país. –– Junto con la radio, la televisión es uno de los medios de comunicación que presentan


–– ––

––

––

menos diferencias en los patrones de consumo, tanto por perfil sociodemográfico como territorial. De quienes ven televisión, 22.4% manifiesta ver televisión de paga. Las diferencias entre grupos sociodemográficos de quienes ven televisión de paga son mayores que para televisión abierta, sobre todo por grupos de ingreso y escolaridad. Los niveles más altos de consumo televisivo de paga se dan en el noreste del país (30.1%), en los municipios de más de 100 mil habitantes y, sobre todo, en Monterrey con 61.1% de los televidentes. Aproximadamente dos terceras partes de quienes encienden la televisión (68.7%) lo hacen específicamente para ver un programa que les gusta, 28.4% lo hace para ver

qué están pasando y 2.9% para no sentirse solo. –– Los noticieros encabezan las preferencias de quienes ven televisión, con 49.5%, seguidos de las telenovelas con 39.2%, las películas mexicanas con 24.4%, los deportes con 24.3% y las películas extranjeras con 22.5%. –– Aproximadamente una de cada cuatro personas (24.9%) manifiesta ver algún canal cultural. –– Los motivos expresados por quienes no ven canales culturales tienen que ver con la falta de información (36.0% no los conoce o no sabe cuáles y 18.9% no conoce su programación), con la falta de interés (17.9% no le interesa su programación y 10.7% piensa que son aburridos) y con la dificultad de acceso (15.4% no los capta en su localidad).

Porcentaje de viviendas particulares habitadas que disponen de televisión (octubre de 2005) Nacional 91.0

9


Infraestructura de Radio y Televisión Estaciones autorizadas al 30 de diciembre de 2008 No.

Entidad Federativa

Permisionados AM

FM

Radio

Concesionarios TV

AM

FM

c.a.

Radio

Totales TV

TDT

AM

FM

TV

TDT

1

Aguascalientes

1

4

5

1

11

4

1

16

5

0

12

9

6

0

2

Baja California

2

5

7

4

32

30

1

63

23

9

34

36

27

9

3

Baja California Sur

2

0

2

1

12

10

0

22

18

0

14

10

19

0

4

Campeche

5

1

6

3

9

2

3

14

10

0

14

6

13

0

5

Coahuila

2

22

24

2

37

27

3

67

32

0

39

52

34

0

6

Colima

0

2

2

1

10

5

2

17

12

0

10

9

13

0

7

Chiapas

9

8

17

9

26

7

1

34

25

0

35

16

34

0

8

Chihuahua

2

2

4

9

52

27

2

87

31

3

54

31

40

3

9

Distrito Federal

2

6

8

2

25

22

0

47

9

8

27

28

11

8

10

Durango

1

3

4

3

18

2

3

23

10

0

19

8

13

0

11

Guanajuato

2

3

5

29

36

14

7

57

6

0

38

24

35

0

12

Guerrero

7

2

9

2

24

11

7

42

20

0

31

20

22

0

13

Hidalgo

7

6

13

11

6

4

2

12

4

0

13

12

15

0

14

Jalisco

2

16

18

4

44

25

4

73

16

5

46

45

20

5

15

México

5

7

12

4

13

8

0

21

7

0

18

15

11

0

16

Michoacán

4

18

22

12

36

6

7

49

22

0

40

31

34

0

17

Morelos

1

6

7

3

3

14

0

17

3

0

4

20

6

0

18

Nayarit

2

1

3

2

16

3

1

20

8

0

18

5

10

0

19

Nuevo León

1

16

17

25

28

23

0

51

9

6

29

39

34

6

20

Oaxaca

12

32

44

52

22

6

3

31

23

0

34

41

75

0

21

Puebla

1

9

10

2

21

14

0

35

6

0

22

23

8

0

22

Querétaro

2

2

4

0

9

7

1

17

5

0

11

10

5

0

23

Quintana Roo

6

5

11

6

9

2

6

17

11

0

15

13

17

0

24

San Luis Potosí

2

2

4

3

19

8

1

28

16

0

21

11

19

0

25

Sinaloa

2

3

5

1

35

10

5

50

14

0

37

18

15

0

26

Sonora

2

34

36

61

51

28

5

84

29

0

53

67

90

0

27

Tabasco

2

2

4

0

16

7

1

24

13

0

18

10

13

0

28

Tamaulipas

3

16

19

1

42

28

3

73

36

7

45

47

37

7

29

Tlaxcala

0

2

2

5

2

2

0

4

0

0

2

4

5

0

30

Veracruz

3

8

11

9

67

24

11

102

16

0

70

43

25

0

31

Yucatán

2

9

11

0

15

6

3

24

9

0

17

18

9

0

32

Zacatecas

0

1

1

2

13

4

0

17

13

0

13

5

15

0

No.

Entidad Federativa Totales

Permisionados

Concesionarios

FM

Radio

TV

AM

FM

c.a.

Radio

TV

TDT

AM

FM

TV

TDT

94

253

347

269

759

390

83

1232

461

38

853

726

730

38

c.a. Canales adicionales en FM para estaciones de AM. TDT Canales adicionales para la transición a la Televisión Digital Terrestre.

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Totales

AM


Política y TV Acontecimientos o conciencia histórica Carlos Ramírez

1 En la campaña electoral presidencial Obama-McCain, los spots de publicidad política jugaron un papel fundamental. Pero a diferencia de otras no muy lejanas –la de Eisenhower o la de Ronald Reagan–, el efecto por el contenido se modificó: Obama difundió mensajes de campaña muy largos, demasiado explicativos y buscando influir en los sentimientos. Al final, tuvo más efecto mediático el color de la piel que el contenido del mensaje. Pero la imagen no beneficiaría por igual a otros competidores: analistas consideran que Franklin Delano Ro-

osevelt no hubiera ganado las elecciones si aparecía su imagen en silla de ruedas por un ataque de poliomelitis. Los medios son, pues, medios. En 1964 el profesor canadiense Marshall McLuhan difundió en un ensayo una frase que fue tomada casi como una doctrina y que confundió el análisis: “el medio es el mensaje”. Aunque su contexto era otro: “en términos de la era electrónica, la fase el medio es el mensaje significa que se ha creado un ambiente totalmente nuevo”. Pero el propio analista fijó con claridad los alcances

de su descubrimiento: los medios como hacedores de acontecimientos, más que como agentes hacedores de conciencia, a decir de los investigadores Carlos Fernández Collado y Roberto Hernández Sampieri en Marshall McLuhan: de la torre de marfil a la torre de control (editorial IPN). El escenario mexicano aporta sus propios datos. En la campaña presidencial de 1988, por ejemplo, el gobierno de Miguel de la Madrid cerró los espacios de la televisión a los candidatos panista Manuel J. Clouthier y frentista Cuauhté-

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Carlos Ramírez

moc Cárdenas, pero el electorado participativo se refugió en la prensa escrita y le quitó la mayoría al PRI. En la campaña presidencial de 2000 Vicente Fox supo aprovechar a los medios electrónicos y a través de ellos le quitó las plazas al PRI y anuló al PRD. En la campaña presidencial de 2006, los medios electrónicos fueron desdeñados por el candidato perredista López Obrador y aprovechados por el candidato panista Felipe Calderón. La imagen televisiva del candidato priísta Roberto Madrazo se enturbió en la televisión. La perversión política ha querido sentar la tesis de que la imagen en los medios ha sustituido a las plazas. Y que un spot en televisión le llega a más personas que un mitin callejero. Las razones son, al mismo tiempo, las sinrazones: si los candidatos no alcanzan a fijar los espacios de la disputa política ideológica, la política se convierte –diría Ignacio Ramonet– en una “golosina visual”: una imagen que, en efecto, valga más que mil palabras.

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Y hay razones para establecer este criterio: el subcomandante Marcos se convirtió en un guerrillero mediático al combinar con maestría la imagen de simpatía de un líder pero junto a un lenguaje de justicia, a señales de no violencia cuando fue derrotado por el ejército y a sus comunicados distribuidos por la internet, sin duda ésta como la televisión sin imagen pero con una capacidad

extraordinaria de difusión. La televisión se convirtió en una caja de resonancia que invadió el mundo. De ahí la importancia múltiple, poco aprehensible, del papel de la televisión en la vida política cotidiana. Una imagen vale mucho más que mil palabras impresas. Una columna política puede ser leída por algunos miles de personas; una imagen del político acariciando a un niño, de la mano de su esposa, riendo con una actriz de televisión, mostrando imagen de dureza ante el público invisible o acompañándolo en su cotidianeidad puede ser vista, en el peor de los casos, por millones de personas. Una cita de unos cinco segundos en el noticiero nocturno de alguna televisora tiene más efecto que una fotografía en primera plana del diario más leído en la plaza o una idea analizada en un periódico o una revista. Pero la televisión puede ser destructiva. En el debate de la campaña presidencial de 1960, el candidato demócrata John F. Kennedy apareció fresco, jovial, sonriente; en cambio, el candidato republicano Richard M. Nixon llegó cansado, ojeroso y con la barba cerrada que le daba una apariencia siniestra en la pantalla de la televisión. Pero luego Nixon habría de aprovechar la televisión y la hizo su compañera de campaña para convertirse en el político más popular de sus tiempos como presidente. Obama explotó su juventud, sus gestos,

el color de su piel, frente al candidato McCain que nunca pudo mostrarse jovial. El dato más significativo: la candidata republicana a la vicepresidencia, Sarah Palin, se convirtió en una imagen de televisión que logró repuntar algunos puntos para los republicanos. Pero al final, el colapso económico de la segunda quincena de diciembre fue fatal electoralmente para McCain. Los spots han sido promotores del voto. En la campaña presidencial mexicana de 2006 el PAN logró entender la lógica de la imagen, frente a un PRD desconcertado con los medios y cobijado sólo bajo el carisma de su candidato. Y el priísta no logró aprovechar la habilidad y astucia de su asesor en imagen de medios quizá porque éste llegó tarde. La sociedad tuvo una influencia decisiva de la televisión en el sentido de su voto. En los EEUU recuerdan dos spots que decidieron las elecciones. Eisenhower difundió uno sólo en una ocasión por el efecto que tuvo: una niña en el campo se encuentra una margarita y comienza a jugar con sus pétalos: uno, dos, tres, cinco, siete, nueve, diez; diez, nueve, ocho, cinco, tres, dos, uno. Y al llegar al cero, la pantalla se llena con una explosión y la imagen del hongo nuclear. Y Reagan difundió uno por el estilo: en el campo, un niño va brincando y se encuentra con un oso; el oso comienza a perseguirlo mientras una voz en off


Carlos Ramírez

Octavio Ianni se refiere al “príncipe electrónico”, es decir, aquel intelectual que ocupa los medios electrónicos para sentar sus tesis. Gramsci elaboró la tesis del partido y del intelectual orgánico como conductor de masas.

dice que hay quienes creen que el oso no es peligroso pero al final es hasta criminal. La imagen termina con el oso en dos patas a punto de atacar al niño. ¿Oso? Sí, el oso soviético con el cual se identificaba en medios a la imagen del comunismo ruso. 2 La televisión invadió el entorno humano, moral y hasta filosófico. En Panfleto desde el Planeta de los Simios, el escritor español Manuel Vázquez Montalbán analiza el poder de la televisión en la cotidianeidad política a partir de la imagen mítica de la Caverna de Platón: una persona está en una caverna, de espaldas a la salida y sólo puede mirar a la pared del fondo donde se reflejan las sombras de lo que pasa a sus es-

paldas. Platón usa la imagen para reflexionar sobre realidad e imagen. Vázquez Montalbán establece: “estamos hablando del espectador de una televisión”. Los políticos se han encargado de magnificar las metáforas. Su realidad comienza y termina en la pantalla de televisión. La sociedad ha contribuido con su parte: ha disminuido su posibilidad de lectura y sus decisiones están animadas por los instintos y las reacciones, no por los razonamientos. Pero la televisión se ha convertido en el destino –mensaje– de una realidad siempre aparente –los medios–. El asunto ha llegado a la conformación de nuevas realidades intelectuales. En Enigmas de la modernidadmundo, el sociólogo brasileño

Ianni retoma el análisis de Michael Gurevitch en el sentido de que la televisión ha dejado de ser una instancia pasiva de difusión de imágenes para convertirse en “parte integral de la realidad” y, agrega Ianni, para contribuir a la globalización de la aldea tribal. La televisión ha sido eficaz para transformar a la sociedad en mercado. Por tanto, Ianni habla de la “democracia electrónica”, es decir, en la pérdida de valores, como para darle la razón a Vázquez Montalbán sobre la metáfora de la caverna como la del hombre frente al televisor. Pero advierte también de la conversión de la influencia de la televisión en un poder en sí mismo porque “realiza limpiamente la metamorfosis de la mercadotecnia en ideología, del mercado en democracia, del consumismo en ciudadanía”. Es decir, se convierte en “industria cultural”. De ahí que Ianni explore el camino de definición de modelos tradicionales de gobierno –los que vienen desde Aristóteles– pero ahora con el apellido electrónico: la democracia electrónica, la oligarquía electrónica y la tiranía electrónica. Y que el Príncipe haya pasado del partido en Lenin, al intelec-

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tual en Gramsci y al analista en televisión en la modernidad electrónica. Las instituciones y ciudadanías existen en tanto se reflejen en la televisión, pero vista ésta como una realidad social y no nada más como un medio de comunicación. Es regresar a McLuhan: reflejar el acontecimiento o crear conciencia. Pero no en busca de una síntesis, sino como dice Ianni: “se está dando, casual o deliberadamente, un sorprendente, fundamental e inquietante proceso de disociación entre la existencia y la conciencia”. De ahí que Octavio Paz, en una conferencia, haya tratado de analizar la televisión como un hecho cultural, como una expresión de las tradiciones. Paz fue de los primeros intelectuales en aprovechar las bondades de la televisión, aunque sólo para la difusión de la cultura. Sin embargo, la televisión encontró en Paz una coartada. Fue el presidente Luis Echeverría el que dijo que la televisión destruía por las noches lo que con trabajos construía la educación durante el día. Ahí fue vista la televisión como un “mono electrónico”, o, como descubrió en 1997 el politólogo Giovanni Sartori, el inicio del ciclo del “homo vides”. La sabiduría se convirtió –se agotó– en la imagen. Se trata de una “revolución multimedia”.

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La televisión llegó a sustituir el conocimiento por la información. Y a inventar su propia realidad. Ahí está la historias de

1938 cuando Orson Welles difundió por radio la novela La guerra de los mundos, de H.G. Wells, sobre la invasión de los marcianos y generó un pánico social porque el auditorio pensó que se trataba realmente de una invasión extraterrestre. La masificación de las imágenes ha convertido a las televisoras en instrumentos de control y de poder. Cuenta el escritor Stephen King que la película de horror más tenebrosa que vio en su niñez –en 1951– fue El día en que la tierra se detuvo, cuya anécdota hoy se siente risible: un robot llegó en un platillo volador y comenzó a matar personas, hasta que un científico lo derrotó: la imagen no era la del marciano sino que simbolizaba la amenaza soviética en plena guerra fría. Dice King que esa película animó el terror

nuclear y llevó a los estadunidenses a construir refugios antinucleares en los sótanos de sus casas. Las imágenes de la película alimentaron las pasiones o los miedos. Hoy la televisión es la realidad. Si no salió en televisión, entonces no existió. La televisión sustituye la democracia, ocupa el lugar de la plaza. Crea su propia realidad. En Mad City, dirigida por el extraordinario Costa-Gavras, un reportero de la televisión anima una toma de niños rehenes por un guardia de seguridad de un museo al ser informado de su despido. Controlado por el periodista de una cadena, el guardia sigue un guión macabro que termina en tragedia. El mensaje es claro: la televisión fabrica realidades. En Quince minutos, unos


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delincuentes rusos llegan a los EEUU y graban todas sus pillerías, entre ellas el asesinato de un policía. Y al final terminan como héroes. La televisión sería, siguiendo la lógica de José Revueltas en México: una democracia bárbara, un Estado totalizador, no totalitario, porque a través de su influencia suele controlar la totalidad de las relaciones sociales. Sí, la televisión puede ser el Estado del futuro. 3 El uso de la televisión en las campañas políticas ha sido reciente. Comenzó en 2000, cuando el PAN obligó al gobierno a abrir la televisión. Hacia los años setenta, Emilio Azcárraga Milmo afirmó que la televisión privada –Telesistema Mexicano, luego transformada en Televisa–, su empresa, pertenecía al poder político priísta y que su dueño, él mismo, era “soldado del Presidente de la República, soldado del PRI”. Uno de los dueños y altos funcionarios de la televisora, Miguel Alemán Velasco, tenía el cargo de jefe de medios de la presidencia de la república. Y el principal noticiero de televisión en el Canal 2 era el parte político diario del gobierno priísta en turno. El país era, entonces, la República priísta. Las campañas se hacían con discursos y mítines. La televisión se hizo nacional en el último informe de gobierno del presidente Díaz Ordaz. Y sólo se veía Canal 2.

Luego surgió el Canal 8, fue absorbido por el gobierno y se creó Imevisión, luego TV Azteca y más tarde privatizado como Canal 13 y Canal 7. Más que un instrumento político o el príncipe electrónico, la televisión era un espacio de fuga. La política no aparecía, salvo para esconderla. La televisión ocultó la rechifla a Díaz Ordaz en la inauguración de la olimpiada y convirtió a la oposición en inexistente. Los noticieros de televisión informaban apenas de campañas políticas y siempre de los candidatos del PRI. La misma gente repudiaba que la televisión, su espacio de fuga existencial de la realidad agobiante de una república monotemática, y aceptaba que la política se mantuviera ajena a la pantalla chica. La oposición misma repudiaba a la televisión por su papel desmovilizador. La televisión entró en su primer choque con el gobierno en los tiempos de Echeverría. Pero no por su contenido sino por la promoción de grupos de presión. Luego de la acusación de que la televisión destruía la educación, Echeverría ordenó la prohibición de programas que alentaban la violencia. Recuerdo entonces un programa que gustaba mucho: Mannix, un detective privado al que siempre golpeaban para darle realismo. La televisión aceptó la censura. Y reiteró su sumisión al Estado y al gobierno priísta. La ruptura saltó tangencialmente. No por el abuso del PRI

ni por decisión del Estado. Fue en la campaña presidencial de 1988: el candidato panista Clouthier convirtió el tema de la falta de espacio a la oposición en asunto de campaña y el frentista Cárdenas fue víctima de una campaña sucia al usar el noticiero nocturno de Jacobo Zabludovsky para presentar a presuntos hijos naturales del general Lázaro Cárdenas. Clouthier hizo varios mítines frente al edificio principal de Televisa. Salinas no aprovechó el espacio sino que se conformó con cerrarle las puertas a la oposición. El operador de esa maniobra de impedir el acceso de la oposición a la televisión fue el secretario de Gobernación del gobierno de Miguel de la Madrid, Manuel Bartlett Díaz. En la campaña presidencial de 1994 no hubo tiempo de debatir la televisión: el alzamiento zapatista, el asesinato de Colosio y Ruiz Massieu y el pánico social facilitaron el camino del PRI. En 1994 ocurrió un hecho político singular: en el primer debate entre candidatos, el panista Diego Fernández de Cevallos arrasó a Zedillo y a Cárdenas pero no supo aprovechar a la televisión. En la campaña presidencial de 2000 Fox catapultó su candidatura a través de la televisión y los dos debates le dieron ventaja. Televisa y TV Azteca no abrieron los espacios pero tampoco pudieron cerrarlos del todo; comenzó la ocupación de noticieros en función de sus porcentajes electorales.

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La televisión se convirtió en la plaza pública en la campaña presidencial de 2006. La guerra de spots fue más intensa que la difusión de campañas. La propaganda negativa ocupó todos los resquicios de la pantalla, sin que el Instituto Federal Electoral pudiera poner orden. La mayor parte de los presupuestos de propaganda se los llevó la televisión, creando un nuevo pastel de utilidades. La dificultad para realizar mítines en las plazas públicas, los altos costos de la transportación y el repudio popular al acarreo derivaron en el uso de la televisión como un instrumento de campaña, pero con todos sus defectos: el reduccionismo de la política, la falta de compromiso con la masa, la generalización de los compromisos, la pérdida de identidad del elector y la creación de candidatos carismáticos “para la tele” fueron los valores de uso cotidiano. Los aspirantes debían de pasar la prueba de la televisión, no la de la representatividad.

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Ahora viene la campaña de 2009 para las elecciones federales. Las leyes han acotado el uso de los espacios de televisión y radio para la propaganda, cerrándolos a la compra de espacios y ajustando los spots a los tiempos oficiales administrados por el IFE. Pero no se trata de la derrota de la televisión: los spots como tales han sido sustituidos por las gacetillas. Hubo un gobernador que en 2005 compró millones de pesos de tiempo adelantado y no lo usaba para pasar spots

formales sino que inventó el modelo de la declaracionitis: en los noticieros de esa televisora le hacían entrevistas sobre cualquier cosa, hasta de la inmortalidad del cangrejo, y el mandatario aparecía en pantalla para acumular horas-imagen. Al final le sirvió de poco porque un espacio de información política en la misma televisora destruyó sus aspiraciones políticas con la difusión de información inmobiliaria no confirmada. Pero así de veleidosa es la política en los medios. Los candidatos a diputados federales no podrán usar la televisión para sus campañas, lo que debería obligarlos a regresar a las plazas públicas. La disputa por los espacios televisivos se advierte a nivel de partido. Y ahora el objetivo no es el tiempo de spots sino los noticieros. Pero al controlar los spots, los aspirantes habrán de perder el sentido utilitario de la televisión. Los tiempos de los spots serán repartidos por el IFE y a horarios determinados. En la presidencial de 2006 hubo una guerra Calderón-López Obrador con spots de último trecho para convencer a votantes. Ahora habrá 300 candidatos por distrito y no habrá interés nacional. La tarea del reparto que hará el IFE será complicada y enredada. El control de los spots electrónico por parte del IFE fue un acotamiento del poder de la imagen en las campañas. A pesar del uso que se hará de la televisión, difícilmente habrá

una video-elección. La televisión no ha sustituido a los partidos sino, si acaso, los ha subordinado a las reglas del juego de la imagen. Lo malo será que la política no interesará a la sociedad adicta a la televisión y poco frecuente en los medios escritos. Y sin interés social, las votaciones van a registrar el problema del cierre de la televisión para los spots y las campañas. La televisión es un extraordinario instrumento de comunicación. Pero como oferta necesita crear su propia demanda. Sin embargo, el pragmatismo político y el utilitarismo comercial, de la mano de las horas-aire como fuente de ingreso multimillonario, han pervertido el uso de la televisión. Queda sólo la expectativa de que algún día la televisión mexicana –hundida en la mediocridad de los programas de entretenimiento y la parcialidad de los espacios políticos– asuma al ciudadano como un espectador maduro y no como un subnormal autista de su propia realidad.


Jenaro Villamil A la televisión le falta credibilidad Xóchitl Vázquez García / Armando Reyes Vigueras

Reportero del semanario Proceso y acucioso observador de fenómenos relacionados con los medios masivos, Jenaro Villamil es claro al referirse a la televisión: su principal problema no es la cobertura o la falta de candidatos deseosos en aparecer en ella, sino la credibilidad, de ahí que se ponga en duda su efectividad como medio para influenciar a los votantes, en el contexto de la campaña electoral 2009. En plática con Bien Común, Villamil se refirió a la necesaria democratización de la estructura de propiedad de la televisión, factor que consideró clave para que la pequeña pantalla avan-

ce, no sólo tecnológicamente, sino en el ámbito social. A continuación, la entrevista que concedió a nuestra revista. ¿Qué papel jugará la televisión en el próximo proceso electoral? Jenaro Villamil: Seguiría siendo el medio más importante para la visibilidad de los candidatos, por obvias razones, pues es el único medio que llega al 95.98% de toda la población a través de la televisión abierta; el problema es la credibilidad. Creo que después de la reforma electoral, después de lo que ha sucedido con el exceso del uso de la pantalla para la promoción personal, como es el caso em-

blemático de Peña Nieto y más recientemente el de Marcelo Ebrard, creo que el electorado –hay un sector del mismo–, que obviamente va a registrar y va a castigar al candidato o a los candidatos pero eso no garantiza en nada que el índice de reconocimiento o la visibilidad se traduzca en voto electoral; no va a ser el medio deliberativo y creo que lo que más se va a necesitar en 2009 van a ser espacios donde la gente delibere, donde se genera debate, opinión pública, sobretodo en una situación como la que estamos viviendo, donde la crisis económica, las crisis de inseguridad alientan a la necesidad, sobretodo, de que haya un candidato 17


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que ofrezca soluciones y no solamente imagen. En este sentido creo que todavía muy reducido en el aspecto del electorado, pero va a ser cada vez, va a crecer más el medio vía internet, vía blogs y por supuesto la prensa y la radio, como el espacio intermedio entre la audiencia que ve la televisión y esa audiencia muy segmentada que es vía internet.

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¿Se puede pensar una campaña sin televisión? JV: No, yo creo que no es conveniente eliminar a la televisión de las campañas electorales, al contrario, lo que creo que se debe hacer es democratizar el uso de la pantalla para los procesos electorales, nada más argumento lo siguiente: es el medio tecnológicamente más desarrollado en el país, no hay medio que lo sustituya por el momento con esa capacidad de inmediatez y de penetración, pero el problema no es ese, el problema –incluso cuando se argumentó en la reforma de 2007– no es que se satanice a la televisión como medio, sino lo necesario es democratizar la estructura de la televisión comercial en México que es tan monopólica y transformar la televisión que vive de los recursos del erario en autentica televisión pública; hasta ahora canal 11, canal 22 y los sistemas estatales de televisión siguen siendo oficiales, o sea, canales gubernamentales ya sea a favor del gobierno federal o de los gobiernos estatales, no se están preocupando por la audiencia, y creo que eso es lo que ha impedido

que haya un auténtico contrapeso a la televisión comercial. ¿Qué influencia tiene la televisión en nuestro país? JV: Los datos muestran que es un medio muy eficaz para dar visibilidad, para dar a conocer a alguien, para llegarle al ángulo emocional del electorado y para eso se utiliza, están muy cuidados los efectos de la televisión, que son efectos más en el lado emocional y en el visual, que en el lado racional, en el lado deliberativo de la sociedad, 70% del electorado que es indeciso, según estudios, define su voto en función de la publicidad televisiva o de la promoción de las campañas en televisión, pero los electores ya convencidos que son una franja como de 30, 40% del

padrón pectoral, no se definen o no definen su voto en función a la televisión, sino en función de otras circunstancias, de debates, de propuestas, de grupos internos de los partidos, si el candidato pertenece o no; y el abstencionista finalmente es el gran desafío para este proceso electoral. Creo que hay mucho rango de abstencionista, desde el abstencionista informado, consciente, hasta el abstencionista desinformado que simple y sencillamente no participa en nada; es decir, la televisión no sirve para eliminar el alto grado de abstencionismo, al contrario puede alentarlo si hay un exceso de propaganda que contraste con una realidad absolutamente precaria, como es la que vamos a vivir en 2009.


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¿Y el famoso duopolio? JV: La reforma electoral lo que buscaba era que el dinero, es decir, la publicidad electoral no fuera un casino político–electoral y que no se definiera la cobertura de los medios en función de los pagos que hicieran los partidos a la compra de tiempo aire; es la partidización de la reforma electoral de 2007 lo que se pondrá a prueba en 2009, y creo que vamos a vivir una contrareforma en los hechos, ya lo estamos viendo: todas las trampas que le puedan dar vuelta a la ley se van a usar para promover al candidato en función del partido, o de los intereses de la empresa, ¿porqué esta contrareforma electoral? Porque no se modificó la estructura duopólica, no basta con la reforma electoral si tú no modificas la estructura de concentración duopólica de los medios concesionados en México y específicamente de la televisión, porque de una u otra manera, como no hay una tercera cada, no hay una manera de competir de manera eficaz con el poder y la penetración, y sobretodo de Televisa, porque Tv Azteca tiene 28% de la audiencia, Televisa tendrá 72%, ahí es claro que Televisa y sus cuatro cadenas nacionales –sobretodo canal 2–, van a definir mucho del poder y ese es el problema, al no haber una modificación de esa estructura, todos los ingredientes están para que en los hechos no se cumpla la reforma electoral de 2007 y lo estamos viendo un día sí y otra día también: sale el jefe de gobierno en espacio matutinos promovien-

do las pistas de hielo; un día sí y otro día también sale Enrique Peña Nieto, sale hablando de sí mismo, de sus novias, sus romances, lo mismo que de Teotihuacan y otro día también sale Fidel Herrera y así –curiosamente, no hay un gobernador panista que esté en la pantalla–; creo que la figura más promovida, a parte de Felipe Calderón, era Juan Camilo Mouriño, y ese espacio ahí está vacío, entonces eso te habla también de una inequidad y de que sigue prevaleciendo el criterio del que paga sale, quien paga, aparece en pantalla. ¿La campaña electoral seguirá siendo un negocio para la televisión? JV: Yo creo que el negocio no va a ser el spot, es decir, la reforma de 2007 trasladó el negocio del spot al espacio de la información; la información estrictamente no es propaganda, pero que al final de cuentas es publicidad revestida o disfrazada de información, eso se sigue haciendo y se sigue haciendo porque hay triangulación de fondos, porque no hay una auténtica transparencia en la cuentas, tanto de las televisoras como de los gobiernos, ahí volvemos a lo mismo: se puede obligar o forzar a una autoridad o a un partido a transparentar su finanzas electorales, sus gastos en medios de comunicación, pero poco sabemos que esa ecuación no está completa si por el otro lado tú no obligas a la empresa concesionaria a hacer públicos todos los tipos de contratos que se derivan de

una relación con los partidos y con los candidatos, entonces fácilmente o con muchas mañas van hacer que esa triangulación, vía empresas pantallas, vía acuerdos no públicos, vía excepciones de impuestos a las televisoras, muchas maneras de pago, incluso pago en especie; entonces ahí es donde sigue habiendo esa tranza como de discrecionalidad. ¿La televisión utilizará a los partidos, o los partidos a la televisión? JV: Yo creo que desde 2006 lo que se ha visto es que las estructuras de los medios de comunicación, en este caso la televisión, no es que utilice o que apoye a candidatos, sino que se vale de los candidatos y más cuando va a ser elección federal, de Congreso, de renovación de la Cámara de Diputados para defender los intereses; aquellos candidatos a diputados federales que a las televisoras no les gusten, por alguna razón, que afecten a sus intereses, que son muy complejos –cada vez más complejos–, que van desde el juego hasta la banca, en el caso de Tv Azteca, ellos van a vetar o van favorecer a unos o a otros, yo creo que el juego es uno en donde los intereses de las televisoras, de las dos grandes empresas, van a ser determinantes, ¿por qué? Volvemos al mismo punto, porque no se modificó esa estructura de control y de concentración y porque la televisión sigue siendo, en este momento, el medio más eficaz para dar a conocer a un candidato.

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¿Qué papel jugará el ciudadano? JV: Mi impresión o el escenario que se ve venir es el abstencionismo, entonces el abstencionismo en un esquema como este lo que genera es unas campañas muy dispendiosas si las medimos en costo unitario de voto y van a ser campañas o va haber una reacción del electoral ya muy desalentada cuando se vuelva a ver una pasarela constante de candidatos, sobretodo en situaciones de radio de la entidades federativas y en los medios electrónicos o en las repetidoras de las televisoras de los medios estatales; ese bombardeo no alienta la participación porque no está orientada a la participación, está orientada hacia la promoción de las figuras políticas y en unas circunstancias en donde la sociedad lo que reclama es el debate y participación informada, el hecho de que estén bombardeando con publicidad va a generar de nuevo el abstencionismo, si logra ser menor al 70% –después de 2003–, eso sería un logro, pero podemos irnos a índices de abstencionismo muy cercanos al 70%.

muy agotado en las campañas de todos los países porque se ha comprobado que el efecto también genera un agotamiento en el electorado y una incapacidad de procesar el mensaje y más si se habla de 20 señales o 2 millones de segundos o de minutos –no he hecho el cálculo– pero sí es una cantidad muy elevada, ese sería una diferencia. El otro beneficio, en todo caso, sería que hay mayor obligatoriedad de los partidos de informar sobre sus cuentas pero también aquí existen igual beneficios y es muy negativo, desde mi punto de vista, que el proceso de la reforma electoral no haya concluido; por ejemplo, en el Senado se quedó pendiente la iniciativa de Ricardo García Cervantes sobre el derecho de réplica, que además no debería empezar como derecho de replica de los candidatos sino también como derecho de los ciudadanos, sería una manera de que la audiencia participe en los contenidos mediáticos, este mecanismo no se generó, en realidad fue una reforma de los partidos para los partidos, una especie como de revancha de lo que pasó en 2006 frente a la telecracia.

¿Cuáles serían las diferencias o beneficios antes y después de la reforma? JV: El beneficio más inmediato es una cierta disminución del bombardeo de los spot, de las dictaduras del spot, pero creo que se dejaron las condiciones legales y estructurales para que se trasladaran al abuso del informecial y eso lo vamos a ver, ya de por sí el spot es un recurso

¿Qué medio pudiera llenar el especio de la credibilidad de la televisión? JV: Quién sabe, los medios que le apuesten a la credibilidad podrán tener una posibilidad de ganar audiencias especializadas y audiencias más fieles pero quién sabe cuál sea el medio que le apueste, si la radio, que es el otro medio masivo de gran penetración le apuesta a eso,

pues hará una buena apuesta porque llevará las de ganar frente a la televisión y más en unas campañas federales en donde lo importante no es tanto el conocimiento nacional de los candidatos sino el conocimiento distrital, regional y estatal, ahí es donde sí hay empresas radiofónicas abusadas, o con talento, se va a poder dar. Desgraciadamente también veo, en el caso de la radio, grupos ya muy acostumbrados a las viejas reglas del juego que no invierten en credibilidad, porque invertir en credibilidad significa invertir en favor del espectador, de la audiencia, del ciudadano. ¿Cómo se dará la vigilancia desde el IFE, la relación entre partidos y televisoras? JV: El IFE ha creado algunos instrumentos: uno es el monitoreo, que se va a volver algo carísimo, también dispendioso y ofensivo, si por cada medida legislativa que se tome para poder controlar el dispendio se genera otro dispendio, entonces se neutraliza el avance; el otro instrumento es el reglamento que ya está circulando con los, llamados por el IFE “lineamientos generales”; pero el IFE también con el rediseño no tiene atribuciones para vigilar contenidos y para vigilar los contenidos informativos, es una función que todavía está a cargo de una manera muy grumosa de la Secretaría de Gobernación, y no está a cargo el IFE porque no hubo reforma a la Ley de Radio y Televisión, entonces ahí el IFE también va a querer participar de una manera fuerte pero va a


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estar chimuelo otra vez, no va a tener dientes, además las televisoras “ya pusieron el grito en el cielo” diciendo que éstos violaron la libertad de expresión. Creo que promover la equidad en los contenidos informativos de las campañas electorales no es violar a libertad de expresión; violar la libertad de expresión y el derecho a la información es disfrazar de información lo que en realidad es un informercial, entonces ahí va a haber un debate, va a ser interesante pero desgraciadamente creo que va a ser un debate para un grupo de iniciados; los candidatos que puedan hacer un pronunciamiento firme y un compromiso a favor de la democracia, según los medios electrónicos en México, van a tener una credibilidad, pero no creo que aparezcan en la tele ni en algunos espacios de radio. ¿Habrá una verdadera guerra mediática? JV: No de la manera que vivimos en 2006, para empezar es una elección intermedia, creo que va a ver una guerra mediática subrepticia que es acelerar el proceso de 2012, bajo el pretexto de que van a haber elecciones federales; los precandidatos que ya están girando y suspirantes y adelantados, van a fortalecer y a reforzar sus estrategias de mercadotecnia política, lo estamos viendo. Peña Nieto es el más adelantado, el caso de Coahuila, el caso de Veracruz, el caso del DF, el caso del gobernador de Nayarit que se está impulsando, ese fenómeno es el que vamos a ver,

una guerra subrepticia, entonces también eso va a neutralizar un poco la claridad y aquí hay que decirlo, hay un grave riesgo de que el PAN pierda 2012 frente al PRI, y el PRI lo sabe y va utilizar eso como una presión y lo está utilizando a través de sus figuras públicas y la figuras públicas más importantes del PRI son los gobernadores y hay espacios donde ellos se manejan como auténticos señores virreinales y a las televisoras también eso les conviene, entonces lo más riesgoso de 2009 sería que se desfonde el verdadero litigio electoral por renovar el Congreso y la Cámara de Diputados en función de una carrera sucesoria adelantada. ¿Algún videoescándalo? JV: No hay que descartarlo, es

muy probable, recordemos que los videoescándalos se han dado justo el año posterior al proceso federal; en marzo de 2004 fue el videoescándalo de Bejarano y Ahumada, que tenía como objetivo frenar la carrera de López Obrador; el videoescándalo del “Niño Verde” que tenía como objetivo pegarle a Roberto Madrazo y la guerra con Elba Esther Gordillo también era parte de eso; en 98 hubo videoescándalo con el caso de Francisco Stanley, generalmente se dan los videoescándalos poquito después de un proceso federal. Lo que creo que se pueden dar son los audioescándalos como el de Mario Marín o el de de Emilio Gamboa Patrón, y ahí sí: todos a cuidar sus llamadas.

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Claudia Benassini Félix La televisión: el gigante dormido Xóchitl Vázquez García/ Armando Reyes Vigueras

Estudiosa de los medios de comunicación en su papel de analista, Claudia Benassini considera que la televisión, si bien representa un medio importante en términos de difusión, tendrá poco efecto en la decisión del voto por parte del elector. En este campo, la decisión del ciudadano, habrá una mayor competencia entre medios como la radio, la prensa o internet. La televisión, es la incógnita, ¿será capaz de enfrentar el reto? Esta es la plática que Bien Común sostuvo con la investigadora que participa en el proyecto del observatorio Medios México.

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¿Qué papel jugará la televisión en el próximo proceso electoral? CB: Primero quisiera comentar una cosa: en esta idea de que efectivamente se consideraría la importancia de la televisión, me parece que lo que no pasa por la televisión, no pasa; entonces los debates, por ejemplo, que uno podría tener en prensa o en radio de los temas electorales, qué es lo que está pasando, cómo se están moviendo las cosas y demás, eso no pasa por la televisión por las mismas caracte-

rísticas del medio; la tendencia sería que la televisión generaría una tipo de información que ya ha pasado previamente por algunos filtros y ya ha tenido una repasada previa por otros medios y por la misma gente que se encargan del manejo de información a través de la misma; en este sentido creo que la importancia de la televisión es que llega a los grandes públicos; paradójicamente, esta información, con estas características, es la que llega a los grandes públicos y es la que muchas veces les permitiría acercarse o tener algunos elementos para poder tomar una decisión de cómo se va a votar; creo que en este caso va haber diferencias por la reforma electoral, en donde si antes se podía promover la imagen de una persona, a través de la obra pública, en este momento ya no se puede, esto sería un aspecto importante y, quizá, los partidos tendrán que centrarse en las características de sus candidatos y cómo los van a promover de una manera distinta a como tradicionalmente los han venido promoviendo. Esa es una variable muy importante. Pero en ese sentido hay otra cuestión, si nos salimos de los noticiarios, te-


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nemos otros espacios que se comenzaron a explorar desde las elecciones de 97, en donde por primera vez empezaban a incursionar en el Distrito Federal algunos candidatos en programas femeninos, de espectáculos y demás. En este momento el caso más reciente es el de Marcelo Ebrard, que efectivamente estuvo cinco días en una revista femenina y, según algunos periódicos, parece que este hombre subió de raiting, sobretodo por la curiosidad de las personas por verlo o por una cuestión especial, esto es lo que se manejó; entonces vamos a ver: quizá la presencia de estas personas en estos segmentos, en estos espacios –que no pertenecen a la política, sino que son de otros ámbitos, y que tienen mucha mayor recepción que otras medios completamente informativos–, permitan que a Marcelo Ebrard lo hayan reconocido e identificado durante los días que estuvo haciendo galletas en Hoy (programa de tv) más que si lo hubieran visto en los espacios informativos. Creo que habrá una búsqueda de esos espacios para tratar de participar y hacer propuestas, eso sería una de las modalidades que va a tomar más fuerza de lo que había ve-

nido tomando en años anteriores o elecciones anteriores. ¿La televisión es prácticamente indispensable para las campañas? CB: Es una pregunta muy compleja porque creo que sería indispensable para las campañas preguntarse en términos del gran público que no ha tomado una decisión. El público que ya tomó una decisión podrá pasar por radio, por televisión, por ciber campañas, prensa y demás, y ya tendrá más o menos una opinión formada y ya habrá tomado una decisión previa; la televisión creo que va a ser importante para algunos segmentos de la sociedad, particularmente en niveles socioeconómicos medios y bajos, y por otra parte, también para los que no han tomado la decisión de por quién van a votar si finalmente han decidido que sí lo van hacer. ¿Qué papel jugarán Televisa y TV Azteca? CB: Desde luego son el duopolio, como se le ha bautizado, pero creo que un duopolio desigual: Televisa tiene aproximadamente 70% del 23


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pastel publicitario y del raiting, a mi me decía, entre paréntesis, un ejecutivo de Televisa, hace unos meses, que la única ciudad que verdaderamente les preocupaba era Guadalajara, pero fuera de Guadalajara los niveles de audiencia favorecían a Televisa por encima de Azteca. Creo que una primera posibilidad sería, desde luego, la compra de espacios para anunciarse, pero la otra cuestión que se está vislumbrando es la compra de gacetillas, entonces la posibilidad que los candidatos puedan a través de este sistema, comprar estos espacios y anunciarse en la televisión de distintas maneras, como el caso de Peña Nieto. Enrique Peña Nieto tiene un especie de convenio con Televisa en donde él aparece en una serie de actividades que no necesariamente tiene que ver con la obra pública, pero las actividades, que le lleva un buen publirelacionista, le permiten construir una plataforma para proyectarse hacia 2012; entonces con estas mismas estrategias, esta posibilidad de que los partidos o los candidatos a ocupar puestos de elección adquieran estos espacios, entonces esto desde luego se traduce en un ingreso importante, probablemente mucho menor que el del negocio publicitario pero también va a ser una forma a través de la cual van a estar presentes candidatos, yo creo que en este sentido la elección va a ser importante.

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¿Qué papel jugará el ciudadano común? CB: Creo que la televisión no va ayudarle al ciudadano a tomar la decisión; las decisiones de este tipo, como otras, son apoyadas por grupos de referencias, como pueden ser la familia, los amigos y directamente, desde luego, los medios. Los medios lo que harían es proporcionar esta información que les ayudaría a terminar de tomar esta decisión, pero no a tomarla definitivamente como tal, ese es mi punto de vista. Yo apoyaría esta información en una cantidad de estudios que se han hecho al respecto donde se estaría demostrando que el medio en sí mismo no cambia la opinión de las personas, más bien lo que entendería sería cómo construir una opinión a largo plazo, probablemente como referencia ven la televisión,

esto también contribuiría a armar un debate al respecto. Hablando de este “largo plazo”, todas las generaciones que crecimos con la televisión con un mensaje centralizado en el PRI, vamos a ver los resultados de esto, ¿se podrá hablar de que empecemos a ver de este tipo de efectos? CB: Es una pregunta muy complicada porque creo que en el caso del PRI, sus triunfos no los podemos asociar directamente a las campañas ni a las decisiones de los votantes. Acaba de salir en estos días el problema de San Luis Potosí con la elección del candidato a gobernador, en donde presuntamente habría cometido las irregularidades que el PRI normalmente comete, entonces creo que en el caso del PRI difícilmente podríamos considerar que va a ser así, sin embargo hay una cuestión: de alguna forma se considera el hecho de que los otros partidos que estarían compitiendo –el PAN y el PRD– no están en su mejor momento ahorita, entonces esto podría ayudar a que el PRI po-


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dría reforzarse en este sentido, desde luego, con la presente campaña. ¿Qué papel jugarán los otros medios, dónde quedará la credibilidad para que ellos compitan? CB: Bueno alguna vez, cuando yo daba clases en la Ibero, un alumno –esto fue en las elecciones de 91–, en la publicación interna de los alumnos de periodismo escribió un reportaje sobre los principales candidatos en ese momento, cómo estaba el panorama y demás; algunos de sus compañero que lo leyeron señalaron en su momento que los había ayudado a entender el problema y en algunos momentos los había ayudado a tomar esa decisión, es decir, el medio impreso desde luego tiene esta enorme ventaja de que uno puede llegar y releer los contenidos, hasta la posibilidad de darle seguimiento a los mismos temas. La radio contribuiría con las mesas redondas que se organizan cotidianamente en los espacios informativos de la mañana con el problema de que uno tiene dejar lo que uno está haciendo en al-

gún momento: si yo voy manejando tengo que dejar la entrevista pero no por lo que estoy escuchando, entonces sería desde luego un gran inconveniente. Y el problema de internet, desde mi punto de vista –puede ser ventaja o puede ser desventaja–, es que ahora por Obama se está mostrando todo el uso de las nuevas tecnologías de información que él ha usado y como esto le permitió captar a esta audiencia joven. Me parece que sí, pero el asunto es que uno tendría que diseñar estrategias específicas para este medio de comunicación porque esta idea, por ejemplo que circuló en 2006, todos tenemos correo en nuestra computadora y todos podemos armar alguna cosa y mandarla a nuestros grupos de referencia, y en algún momento tener algún impacto, pero no es una campaña directamente pensada como en este momento se está meditando por parte de algunos partidos que efectivamente tendrían que diseñar esas estrategias. Creo que un reto sería el diseño de esas estrategias, que realmente fueran lo suficientemente novedosas y que le hablaran a los individuos en su lenguaje. Por ejemplo, el domingo pasado estaba en mi casa y sonó el teléfono y me tocó el mensaje del Partido Verde Ecologista, esa misma voz de la operadora de cualquier conmutador digital, o sea como si yo estuviera hablando a Telmex, es la misma voz y no tengo nada en contra de la persona que lo hace, pero sí se me hace fuera de toda originalidad, el mensaje es tan largo que realmente uno termina por decir “bueno ya cuelgo y ahí le dejamos” independientemente de que sea o no interesante, entonces todas estas cuestiones tendrán que tomarlas en cuenta los medios para poder generar estas estrategias, incluyendo la televisión Concuerdo con Jenaro (Villamil) de que nadie le cree, pero la televisión tendría que hacer el intento y lo está haciendo, estas mesas de opinión que tienen tanto Televisa como Tv Azteca, que tienen la desventaja de que son muy tarde y de que la gente no las ve, y además les habla a grupos muy especiales, muy decididos de personas, y en algunos momentos estarían pensando en la posibilidad de llegarles a estas

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audiencias que no han tomado esta decisión, entonces podemos tratar de resumir: por una parte las campañas que van a producirse, por otra parte la participación en distintos segmentos y, por otra parte, la generación de contenido a propósito de la estar participando audiencias que son relativamente distintas, el público femenino es público de las mañanas, o el juvenil, etc. y yo creo que es el reto más importante.

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¿El IFE qué papel jugará? CB: Yo creo que va a ser muy difícil determinar cuál y cómo va a quedar el IFE. Uno ve, por ejemplo, el caso de la prensa, cada periódico habla desde una perspectiva distinta, tiene que ver con el perfil de sus lectores y con una serie de variables que están ahí presentes, pero tengo la impresión de que a lo mejor las autoridades del IFE no tienen muy interiorizada la reforma electoral, es decir, no saben bien qué van hacer y nosotros tampoco como observadores. Ese es un primer punto que está obrando en su contra; el segundo, ellos ya están argumentando que no disponen de presupuesto suficiente para monitoreo, lo cual –ya lo están diciendo en este momento– podría haber algunas eventualidades que en algún momento van a estar presentes. La otra cuestión es el asunto de la libertad de expresión. Creo que el límite entre lo que es y lo que no es libertad de expresión está muy diluido, esto es un indicador que nos estaría diciendo que los límites no están bien marcados, entonces en qué momento el ámbito electoral intervenir y decir qué sí y qué no. Un ejemplo: en la mañana hicieron una entrevista al nuevo consejero encargado de estos asuntos, entonces él dijo que iba a ver con mucho detenimiento la convocatoria que está haciendo López Obrador para invitar a la población a la asamblea en el Zócalo, que lo iba a ver con mucho detenimiento porque si había indicadores de campañas adelantadas, entonces en ese momento podría tomar la decisión de aplicar algún tipo de sanción. Es como cuando hacemos análisis de contenidos, cuándo hacemos diagnóstico de cómo tratan los medios ciertos temas, lo hacemos a partir de criterios

que son cuantificables, pero un primer diagnóstico permite decir “este es el comportamiento de la prensa frente a este fenómeno” ¿por qué? Porque tenemos indicadores que nos permiten tener elementos para este tipo de diagnóstico, y lo tendría muy claro si tienen estos indicadores, yo casi podría decir que no, y mucho se dijo en su momento la reforma electoral llevaba dedicatoria y que tenía que ver con que en ese momento Marco Antonio Gómez Alcantar podría ser el árbitro electoral para 2009, cambió toda la jugada, ahora cómo va a participar el IFE ese sería un asunto importante, yo creo que ellos lo están previendo así. Creo que en esta participación de la televisión en los debates de índole política, es sintomático que Obama no haya incluido a la televisión como su gran plataforma política, Marshall McLuhan hace algunos años llamó a la televisión “el gigante tímido” y entonces basó su argumentación en el hecho de que la televisión, con todas las características que tenía –esta cuestión de la espectacularidad, la simultaneidad, etc.–, no permitía que los individuos participaran en estos debates electorales, más bien que no sacaran provecho de los debates electorales, porque realmente le estamos prestando más atención a los asuntos porque estamos enrolados en las cuestiones que tendrían que ver el espectáculo en sí mismo, entonces quienes piensan en ese sentido que la opinión pública de aquellos programas políticos va a generar una injerencia, puede ser que no. Por ejemplo Tercer Grado está más preocupado en su escenografía, en el movimiento de cámaras para estar jugando con quién está hablando y las grandes tomas y demás, el lenguaje de televisión propiamente dicho, ahí podemos preguntarle a la gente “¿de qué se habló?”, “¿cuál es la posición que tiene frente a estos temas que se tocaron?”, y seguramente los televidentes, que en ese momento hay una gran audiencia, podríamos ver que no retienen. Los contenidos es el gran debate, entonces ¿cómo podemos hacer para que la televisión realmente pueda ser aprovechada para las campañas políticas? Es la gran pregunta.


La simulación de las televisoras y la campaña electoral de 2009

De galletas, gaviotas y otras picardías Armando Rodríguez Cervantes

La televisión mexicana nació de manera oficial el 1° de septiembre de 1950, cuando el canal 4 de Televisión de México, S.A., propiedad del empresario Rómulo O’Farril transmitió el Cuarto Informe de Gobierno del presidente Miguel Alemán Valdés. El nacimiento de la televisión no podía haber sido más premonitorio del camino que ésta seguiría por el siguiente medio siglo: subyugada al poder presidencial y a su partido. Ya desde finales de 1934, el presidente Lázaro Cárdenas había decidido prestar las instalaciones del PRI (entonces llamado PNR) al célebre ingeniero mexicano Guillermo González Camarena, para que hiciera sus experimentos en materia televisiva. Fue ese PRI en 1935 (emulando

sin duda el control mediático de las masas de Joseph Goebbels en la Alemania nazi), el que se declaró listo para integrar a la experimental televisión en su proyecto de “propaganda y difusión cultural”. Ese bautizo marcó a la televisión mexicana en adelante, por lo que no sorprendió que anulara visualmente de las grandes audiencias las importantes transformaciones políticas y sociales en México en las siguientes décadas: acontecimientos clave como el 2 de octubre, el jueves de Corpus o los sismos del 85 pasaron de noche para la televisión, pues ponían en riesgo al sistema político monolítico (lo mismo que al propio monolito televisivo, desde luego).

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Armando Rodríguez Cervantes

Fue la visión autoritaria y excluyente de la televisión mexicana de aquellos años, en gran parte la responsable de que México retrasara por décadas su apertura política y la alternancia en el poder. Las propias campañas presidenciales dan cuenta de ello, particularmente las de 1988 y 1994. En el caso del 88, recordamos cómo la televisión (particularmente Televisa), difundía ampliamente las actividades del candidato del PRI Carlos Salinas de Gortari, mientras que a regañadientes y para aparentar un ropaje de pluralidad aceptaba “conceder” algunos minutos al aire a Manuel J. Clouthier (sólo para cuestionarlo, claro). Por su parte, el Frente Democrático Nacional del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas fue borrado del mapa. En términos generales el convulsionado año de 1994, por su parte, fue rico en espectacularidad político–mediática, a causa de los homicidios políticos de ese año, del TLC y de la aparición del EZLN en la escena pública. Sin embargo, en las campañas electorales se dio un cambio fundamental: por primera vez el sistema priísta aceptó que su candidato presidencial participara en un debate con los candidatos de oposición, pero más significativo aún fue que se aceptó que fuera transmitido en cadena nacional por televisión. Así, la democratización de la televisión en las campañas electorales mexicanas nació –también de manera oficial– el 12 de mayo de 1994, en el debate presidencial que fue ampliamente ganado por Diego Fernández de Cevallos, candidato de Acción Nacional. La apertura televisiva en la política a partir de ese año contribuiría en mucho a que la oposición obtuviera triunfos electorales importantes a nivel gubernaturas en 1995 (Jalisco, Guanajuato y BC), y a que en 1997 se lograra además del triunfo en tres de ellas (Querétaro, Nuevo León y el DF), la mayoría opositora en la Cámara de Diputados del Congreso Federal.

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Ya con la apertura de medios en marcha, Vicente Fox fue a partir del 6 de julio de 1997, el primer político mexicano que utilizó a la televisión para grandes propósitos electorales. Mientras los suspirantes del PRI continuaban tímidamente con el histórico esquema de avestruz, propio de su idiosincrasia de entonces (“el que

se mueve no sale en la foto”) y el PRD le apostaba a los recorridos territoriales por todo el país (propios de su origen cardenista), Fox supo comunicar muy bien su mensaje a través de la televisión y le imprimió a su imagen una cercanía masiva con los televidentes, que no se había logrado en ninguna campaña electoral hasta entonces. Eso, aunado a la popularidad del candidato, fue decisivo en el triunfo electoral panista del año 2000. Para la elección presidencial de 2006 el manejo de la televisión (imprescindible ya en las campañas actuales), fue clave en el triunfo electoral del presidente Calderón sobre AMLO. Precisamente uno de los errores de este último fue el autoexcluirse del primer debate televisivo entre los candidatos; el otro fue el minimizar el impacto de su presencia en medios y sustituirla por el maratónico kilometraje electoral, propios de sus referentes cardenista (1934 y 1994) y echeverrista (1970), a los que buscaba imitar. La campaña de 2006 como bien sabemos, derivó entre otras cosas, en que los candidatos del PRI y el PRD achacaran a la televisión su derrota. De manera particular el PRD acusó a las televisoras de haber transmitido una guerra sucia y descalificativa que supuestamente había dañado a su candidato presidencial (recordemos el “cállate chachalaca”). El PRI hizo lo propio, por lo que entre ambos partidos impusieron una reforma electoral biliar en 2007 que prohibió tajantemente las campañas negativas, además de prohibir que los gobernantes en funciones se promovieran electoralmente en la televisión e impedir que los ciudadanos compraran espacios para dichos propósitos en televisión y radio. Todo en aras de desterrar lo que a ojos de algunos, era el riesgo de transformarnos en una “democracia spotera”. La reforma electoral de 2007, sin embargo, ha sido claramente burlada. Los gobernantes en activo han logrado de manera disfrazada “sacarle la vuelta” con la permisividad de las autoridades y la complicidad de las televisoras, que gustosas atienden su animus lucrandi. La falta de


Armando Rodríguez Cervantes

nica rural, al estilo de Fidel Herrera o el Gober precioso. Cualquier pretexto o evento es bueno y para ello se recurre a los barriles sin fondo del dinero público. Ese derroche de recursos públicos también pasa por el pago de tiempo–aire disfrazado de “generosa invitación”, como la presencia del propio Ebrard haciendo galletas en programas para señoras, o bien Peña Nieto en noticieros de alto rating. Todo ello lo único que demuestra es el fracaso de la autoridad electoral para poner límites.

una regulación electoral más precisa y la ausencia de códigos de ética en las televisoras en esta materia, aunadas ambas al “ingenio del mexicano” (en su acepción de transa), ha generado que los gobernantes, que en lo personal tienen jurídicamente cerradas las pantallas televisivas, hayan encontrado mil y una tretas para aparecer en la televisión y promocionarse ellos –y sus partidos en consecuencia– electoralmente: hemos sido testigos en México de la transmutación del homo videns sartoriano por el mediaticus politikón. Ejemplos del engaño hemos visto muchos, algunos muy burdos, como el anecdótico caso del alcalde de Toluca que contrató un doble para poder negar su presencia personal en eventos (al estilo de la película “Dave”); otros más bien pícaros, como la contratación por Peña Nieto de la actriz Angélica Rivera (“La Gaviota”, vinculada sentimentalmente a él) para que promocionara a su gobierno. Hemos visto también una vasta promoción personal a través de programas públicos sin trascendencia que son disfrazados de “gran noticia” que merecen horario AAA, como la pista de hielo de Ebrard; la celebración de efemérides de personajes desconocidos, como hace el propio Peña Nieto; o bien la inauguración de cursos escolares o de una apartada clí-

Es verdad que en una democracia equitativa no tendría nada de malo que los políticos se anuncien en televisión, pero en la realidad nuestra, con gobernadores virreinales que utilizan el erario como patrimonio personal, esto raya en un insulto para los ciudadanos, y debiera limitarse con medidas coercitivas. No es justo que los ciudadanos (origen y destino de cualquier gobierno) tengan prohibido hacer valer sus posturas políticas en televisión, y que los gobernantes sí se puedan promover personalmente y peor aún, con cargo al erario. O a todos se les permite de manera ordenada el acceso a la TV, o bien la prohibición debiera ser general. No pueden ni deben coexistir. La gran incógnita para los meses siguientes será por otro lado, cuáles serán las tretas para burlar la prohibición de campañas negativas y el de la contratación de espacios por parte de los particulares. En estos y otros temas debiera enfocarse el IFE en el proceso electoral que recién comienza. Está claro que ni las televisoras tienen prisa en limitar los millonarios recursos que reciben producto de la astucia –o el descaro– de algunos políticos, ni éstos desean ver limitada su presencia en TV o verse afectados por la misma. Sólo con una autoridad electoral con dientes para sancionar, con una televisión que entienda su responsabilidad para con la transición democrática, y con ciudadanos con voz –e imagen–, lograremos elevar el nivel de los procesos electorales, no sólo en 2009 sino en los procesos venideros.

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Televisión: sus límites y equidades Armando Reyes Vigueras

Si algún tema relacionado con las inminentes elecciones intermedias que el país vivirá a partir de abril del presente año es preocupante, éste es el que involucra a los medios masivos, particularmente a la televisión, como una forma de que los partidos y candidatos hagan llegar sus mensajes a los ciudadanos. Si éstos acuden a votar o no, es otro cantar, pero de que se harán llegar los mensajes, podemos estar seguros. 30

En teoría, la televisión es el medio más eficiente para que los candidatos entren en contacto con sus electores, no por nada gobernantes como Marcelo Ebrard o Enrique Peña Nieto recurren a la caja chica para darse a conocer. Si la presencia de los candidatos en la pequeña pantalla se traducirá en votos, es una pregunta que para los investigadores no está clara, aunque para los partidos –por la cantidad de recursos que destinan a esto– la respuesta es sencilla, al igual que los publicistas

quienes recuerdan que del gasto en este rubro, más de 70% va a las televisoras. Por lo anterior, la recién aprobada Reforma electoral buscó eliminar el negocio –o gasto, según la óptica desde la que se le mire– que representaba contratar espacios en televisión. A cambio, los tiempos oficiales se destinarán a la transmisión de la propaganda de los partidos, con lo que éstos contarán con 40 minutos diarios para transmitir sus mensajes.


Armando Reyes Vigueras

Qué tan redituable será esto, no lo sabemos, aunque si podemos adelantar que por si sola, la televisión no inclinará la balanza a favor de algún prospecto a diputado o alcalde, de ahí que el bombardeo se realizará por distintos flancos: radio, prensa escrita, espectaculares, eventos masivos, pasacalles, bardas, volantes, artículos promocionales, celulares, internet y no sé cuantas sorpresas más. Equidad, el primer paso Ahora bien, tener planes para aparecer en televisión es un primer paso –aunque para personajes como René Bejarano ahora represente un mal recuerdo–, lo segundo es en que condiciones se hará la aparición.

Recordemos que anteriormente, la televisión era coto cerrado, propiedad del –en aquel entonces– partido oficial. Los candidatos de la oposición o eran ignorados o transmitidos en horarios que los hacían invisibles. Tomás Carmona fue protagonista del primer debate televisado en vivo en la historia de México, el cual tuvo lugar el 27 de junio de 1961 en el programa Mesa de Celebridades del Canal 2, conducido por Agustín Barrios Gómez, donde debatió con el candidato a diputado del PRI Antonio Vargas McDonald a quien superó en opinión de la audiencia.1 El siguiente debate llegaría con la campaña de 1994, 23 años después nada más.

1 Fuente: Quiénes son el PAN, Aminadab R. Pérez Franco, coedición M.A. Porrúa y FRPH, México, 2007.

Otro episodio que demostró la parcialidad del medio, fue la situación enfrentada en 1970 por Efraín González Morfín, candidato panista a la Presidencia, quien fue entrevistado por Jorge Saldaña. La emisión fue, literalmente, transmitida en la madrugada y con numerosos cortes comerciales. En el 88, otro candidato panista, Manuel J. Clouthier, emprendería una campaña contra Televisa por la cerrazón y el trato desproporcionado en sus espacios informativos –cabe recordar, también, que la del 88 fue la primera campaña panista que buscó innovar en esta materia, al contratar espacios en la televisión guatemalteca para hacer llegar sus mensajes a Chiapas, y al

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Armando Reyes Vigueras

emitir mensajes vía televisión satelital para zonas como Monterrey. Con estos antecedentes, se comprende el porqué de la preocupación por la equidad. El IFE, siguiendo con el tema abordado, determinó que las condiciones para los partidos políticos con registro, en lo que respecta al acceso a medios masivos deben ser, subrayamos, equitativas. Esto es: el acceso será gratuito; la contratación de espacios comerciales en radio y televisión estará regulada por el propio instituto; y el IFE sugerirá lineamientos a los concesionarios para el manejo de información en sus espacios noticiosos, además del establecimiento de límites en cuanto a la contratación de espacios por terceros y gastos de campaña. Para el ciudadano común y corriente, particularmente con el dedo entrenado en el maravilloso arte del zapping, tantas medidas pueden sonarle a burocracia pura, pero recordemos –como bien lo hace el IFE al dar a conocer los lineamientos citados en el párrafo anterior– que la tradición de acceso a la televisión en términos de equidad es verdaderamente reciente.

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De acuerdo con el documento dado a conocer por la autoridad electoral, fue en 1973 cuando se estableció la posibilidad de que los partidos pudieran difundir “ampliamente” sus programas y plataformas electorales, gracias a una refor-

ma que incluyó el derecho a tales entes para que incursionaran de manera gratuita a la radio y la televisión durante los periodos electorales, a través de los tiempos oficiales que corresponden al Estado en los medios concesionados. A partir de 1987, tal derecho de acceso se vuelve permanente y surgen los famosos “programas de los partidos políticos”: 15 minutos mensuales de transmisiones para cada uno de ellos, mismos que eran transmitidos en horarios en los que la audiencia objetivos de tales emisiones no estaba frente a la pantalla: 18:45 horas, es decir, interrumpían las caricaturas en el canal 5 para lanzarnos toda suerte de discursos o re-

portes de mítines, similares y conexos. Únicamente Acción Nacional comprendió lo que dicho público representaba y produjo un programa llamado “Calcetines” en el que a través de tales prendas, pretendía enseñar a los niños lo que es la democracia. En 1990, gracias a otra reforma, se dispone que se les otorguen a los partidos tiempos adicionales durante los periodos electorales, pero con un pero: la “asignación se realizaba tomando en cuenta exclusivamente su fuerza electoral”, así, quien más votos –recuerden que hablamos de 1990– tenía, ocupaba más tiempo aire.


Armando Reyes Vigueras

quién tenía la cartera más gorda y más saliva para la hora de las negociaciones con las televisoras. Y aunque se estableció que el IFE fungiría como instancia de mediación en el proceso de contratación de tiempos, gracias a la información que sobre tarifas y horarios proporcionaran los concesionarios o permisionarios, y que las tarifas no pueden ser superiores a las de publicidad comercial, en la práctica el gasto que los partidos destinaron a medios electrónicos puede ser calificado como descomunal.

1996 y otra reforma reconfiguran la forma de asignar los tiempos para los partidos que utilizaban en los medios electrónicos. Así, 30% de los espacios se distribuye de forma igualitaria entre todos los partidos y 70% en forma proporcional a la votación obtenida en la más reciente elección de diputados federales. Esto se podía ver como un incentivo para que los partidos se esforzarán para atraer a los votantes, pero ya vimos que la historia tomó otro camino.

les federales que involucran la elección presidencial (cantidades que se reducen a la mitad en elecciones legislativas intermedias, como las del mes de julio de 2003)”, a lo que se sumaría además hasta 10 mil promocionales en radio y 400 en televisión, con una duración de 20 segundos cada uno, “que deben ser adquiridos y distribuidos mensualmente por el IFE conforme a la fórmula de equidad prevista por la ley”, según lo publicado por el propio instituto.

Para esta época, los 15 minutos mensuales continúan y los partidos disponían de “hasta 250 horas de transmisión en radio y 200 en televisión durante los procesos electora-

Tres años antes se había establecido el derecho exclusivo de los partidos para contratar tiempos comerciales en radio y televisión. Se trata del inicio de una carrera por ver

De topes Conjuntamente con los lineamientos que buscan incorporar el tema de la equidad al acceso de los partidos a los medios, está el tema de los límites para este rubro. En primera instancia, el IFE y los concesionarios –representados por la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y Televisión–, se reunen para sugerir lineamientos aplicables en los noticiarios de radio y televisión, esto con el objetivo de que la información sobre las actividades de campaña de los partidos sea, desde luego, equitativa. La mecánica para establecer los lineamientos, revelada por el propio IFE, es la siguiente: éstos son acordados en el seno de la Comisión de Radiodifusión del IFE y “expresan la forma como los partidos políticos perciben, experimentan y valoran el comportamiento de los medios electrónicos y sus noticieros durante

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los procesos electorales”, es decir, cada partido incorpora su preocupación –o queja– sobre el tema en particular. En 2003, por citar un ejemplo, se sugirió a los medios que “precisen al auditorio los casos en que la información transmitida constituya una inserción pagada por los partidos o coaliciones, que se satisfaga el derecho de réplica de partidos y candidatos, que exista equidad en la cobertura informativa de las campañas de acuerdo con la actividad de cada candidato, y que se respete su vida privada”. A esto se suma el monitoreo que la autoridad electoral realizará para comprobar que los medios electrónicos cumplan con los acuerdos o con lo marcado en la ley. Con los 40 minutos diarios por canal y estación de radio, la pregunta es si se contará con la infraestructura técnica y humana para realizarlo.

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Además de los lineamientos antes citados, se establece que únicamente la propia autoridad electoral contrate propaganda en radio y televisión, por lo que los particulares –agrupados en asociaciones o no– no podrán contratar a favor o en contra de algún partido político o candidato mensaje alguno. El año pasado, intelectuales, periodistas y políticos cuestionaron la medida, pues la experiencia de la campaña presidencial 2006, en la que el Consejo Coordinador Empresarial contrató espacios para dar su punto de vista

acerca de uno de los candidatos, fue tachada como negativa y en la Reforma electoral fue incluida como una de las limitantes para 2009. La polémica continúa e involucra el tema de la libertad de expresión. Otro tope tiene que ver con los gastos de campaña. En 1993 se estableció que el IFE estaba facultado para determinar los límites para los partidos en la materia, según se trate de campañas para diputados, senadores y presidente de la República. Esto se liga a la fiscalización a los institutos políticos y a la prohibición para captar recursos privados hasta 10% del financiamiento publico recibido. De acuerdo con la ley, los gastos de campaña comprenden los gastos por concepto de propaganda genérica (mantas, pancartas, eventos en lugares alquilados, propaganda utilitaria y un largo etcétera); propaganda en prensa, radio y televisión –aunque la autoridad electoral menciona sin precisar, que se trata de mensajes y anuncios publicitarios, cualquier cosa que esto les signifique a ellos–; y operación de la campaña (sueldos y salarios del personal eventual, arrendamiento eventual de bienes muebles e inmuebles, gastos de transporte de material de personal y otros similares). Cabe mencionar que no se consideran dentro de los topes los gastos realizados por los partidos para su operación ordinaria y para el sostenimiento

de sus órganos directivos y organizaciones. Largo y sinuoso camino Todo lo anterior representa el marco legal que debe regir para la operación de los mensajes partidistas en televisión. Esto no quiere decir que por tener el camino gratuito los partidos sepan aprovechar el medio y todo su potencial. En la campaña que se avecina tendremos más tiempo dedicado a mensajes partidistas, entre los famosos spots y lo que nos reporten los medios en sus espacios informativos. ¿Esto motivará la participación en las urnas? Muchos lo dudan, no obstante, podría ser una buena oportunidad para que las ventas de DVD crezcan o que, ahora sí, se tome en cuenta a la familia. Y es que en 2009 no solamente seremos testigos de la multiplicación de los espacios, sino que al ser elecciones concurrentes en 11 entidades del país más la renovación de la Cámara de Diputados, los ciudadanos serán presas de los esfuerzos partidistas para captar su voto. Y si antes nos quejamos de la compra de votos, acarreos y demás lindezas de un sistema corporativo, la competencia entre los partidos puede volver la campaña electoral algo sencillamente insoportable. Quién será el valiente que regale a los televidentes mensajes inteligentes y que no lastimen, esa es la pregunta.


La transición democrática y la regresión Jaime Aviña Zepeda

El año que comienza bajo el signo de la crisis mundial es también en México año electoral con el proceso de renovación del Poder Legislativo, varias gubernaturas y múltiples presidencias municipales, todo lo cual presagia calor y efervescencia política. En tanto que la pretendida transición política mexicana parece estancarse a partir de un retorno evidente en 2008 de la fuerza del Partido Revolucionario Institucional, que vuelve por sus fueros y amenaza restaurar el viejo régimen, en virtud de la resistencia que –en palabras de Jesús Reyes Heroles– podemos anotar: “Lo que resiste apoya”. En efecto, el PRI, se apresta a una lucha electoral en magnificas condiciones, ya que el gobierno panista del presidente Felipe Calderón, esta entrampado entre las promesas de empleo que no se pueden cumplir y la perspectiva populista de los economistas keynesianos de den-

tro y fuera del país, que insisten en la inversión pública y el gasto deficitario como medidas para salir de la crisis. Por otro lado, los medios informativos, sin una brújula orientadora, esparcen opiniones que pretenden ser públicas, cuando sólo son eco de las opiniones publicadas bajo la firma de plumas que provienen de lo más oscuro del viejo régimen, y son tomadas como orientación válida; pues el inexplicable vacío de comunicación del gobierno se llena con dichas opiniones que a fuerza de repetirse pretenden ser opinión pública, y lo logran en una inmensa mayoría de ciudadanos poco informados que prestan más atención a Televisa, Televisión Azteca y a otros medios de comunicación que no requieren mucho análisis, pero que únicamente marcan tendencias y generan opinión sin que necesariamente haya buena información. 35


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En 2001, Luis Felipe Bravo Mena, como presidente del PAN, convocó a un seminario sobre transiciones políticas,1 en dicho seminario diversos actores de éstas expresaron sus experiencias y dieron a conocer los cambios generados en sus respectivos países, las expectativas a futuro y los riesgos de regresión autoritaria, de las opiniones expuestas resumimos algunas.

la resistencia de los antiguos usufructuarios del gobierno, partidos, sindicatos y corporaciones han impedido e impiden desde el legislativo realizar los cambios indispensables para adecuar la Constitución a los tiempos de mundialización que nos toca vivir hoy, atrasando el avance de la nación y manteniendo privilegios dignos de señores feudales o de caciques prehispánicos.

Viktor Orban,2 quien fuera primer ministro de Hungría, de 1998 a 2001, señaló que la dictadura bajo el modelo soviético quería la transformación de todo ser humano al modelo de “homo sovieticus”, eliminando los valores tradicionales y más profundos de los seres humanos, y que tras cuarenta años de dictadura, los reflejos condicionados de la sociedad húngara impedían cabalmente la aceptación de los cambios sociales y democráticos derivados del proceso de transición.

Los sindicatos burocráticos –el de Pemex, Luz y Fuerza, y el de maestros– son los ejemplos más acabados de lo anterior, y su resistencia al cambio democrático los hace rehenes del PRI, pero convierte al gobierno actual también en rehén de los propios sindicatos en un círculo perverso del que no parece haber salida, un nudo gordiano que dos presidentes panistas no han podido romper, a pesar de haber sido electos democráticamente por la mayoría de los ciudadanos.

Este señalamiento tiene validez hoy día en México, pues si bien el viejo régimen salió de la casa presidencial de Los Pinos, no ha terminado de salir de las ventanillas de atención al público, ni de la maraña de burocracia que entorpece el desarrollo nacional.

Sin embargo, los acuerdos necesarios para enfrentar los procesos electorales desde una perspectiva democrática de transparencia y equidad siguen esperando y, a diferencia de la transición española, en México seguimos entrampados y en las elecciones de 2009 podemos enfrentar una regresión abierta y difícil de superar, por lo que revisar los pendientes y compararlos con lo sucedido en otras naciones es obligación de los políticos independientemente de su filiación.

Todo esto no es sólo culpa de 70 años de unipartidismo o del PRI, debemos asumir que no hemos sido capaces en 8 años de eliminar la inercia legislativa y jurídica que nos ata al viejo sistema, y por lo que vale la pena la observación de Javier Arenas Bocanegra:3 “la gran aportación de la transición política española, es la Constitución, nuestra Constitución, que es la mejor hija de la transición política en España, y que nos ha dado los mejores 20 años de nuestra historia reciente”.

En el interesante libro La Libertad y sus enemigos de Carlos Alberto Montaner,4 señala doce elementos que a su juicio fueron fundamentales en la transición española y permitieron los cambios que, como podemos observar, faltan en México.

Más adelante, Arenas señala que las constituciones de concordia no pueden ser impuestas ni dar por resultado la humillación de la mitad del país por parte de la otra mitad, esto contrasta notablemente con los hechos en México, donde

Igualmente al abordar la educación Montaner5 aborda cuatro líneas, la vida profesional, la vida familiar, la vida social y la vida lúdica, en esta clasificación la responsabilidad del gobierno es la vida profesional, que se inicia con la obligatorie-

1 Memorias del seminario internacional sobre transiciones políticas. Noviembre 2001. Sria. de Relaciones Internacionales, PAN. 2 Los partidos políticos en las transiciones, Op citado página 19. 3 Javier Arenas Bocanegra. Op citado página 25.

4 Carlos Alberto Montaner. La Libertad y sus enemigos. Primera edición en México 2005 páginas. 116–119. 5 Montaner Carlos Alberto Op. Citado páginas 240–245.


Jaime Aviña Zepeda

dad de la educación preescolar, sigue con la primaria, se continúa con la secundaria que es hoy obligatoria, y sólo deja el bachillerato y la educación superior como opcionales para los más afortunados, sin embargo, las bases para una buena educación se dan en la primaria, y hoy por hoy la reforma educativa dista mucho de ser realidad, pero sobre todo hay muchas dudas sobre su aplicación y la eficiencia; los maestros que deben aplicarla se resisten a ser evaluados y a mejorar los sistemas de impartir los conocimientos a los educandos, en consecuencia el retraso educativo de los mexicanos amenaza con prolongarse en el tiempo, y el impacto que esto puede tener en la evolución democrática y electoral de México hace pensar en una regresión inevitable en los próximos procesos electorales, el más cercano julio de 2009 y para el cual el PAN no parece estar preparado sobre todo como partido en el gobierno. Pero siguiendo a Montaner, la vida profesional no puede traernos la felicidad si no se inserta en una vida familiar razonablemente equilibrada, todos somos hijos, hermanos, sobrinos o nietos de alguien, creemos que estamos preparados para formar una familia, pero esto no es necesariamente cierto, y en muchísimos casos los errores educativos nos impiden crear una familia sólida, amorosa y feliz, porque eso requiere un ejercicio de reflexión intelectual y la toma de ciertas decisiones trascendentales para las que la educación oficial y aún la familiar no nos prepara, menos aún si las políticas públicas respecto a la familia están lejos de la realidad a partir de una perspectiva de género que hace a un lado la perspectiva de familia, favoreciendo en la ley la homologación de la misma con la unión libre, el concubinato y, aún, las uniones que de suyo son estériles como las homosexuales o lésbicas. Para el proceso electoral de 2009, la propuesta sobre familia deberá superar aquello que algu-

nos consideran políticamente correcto, para no molestar a minorías vociferantes y asumir posiciones con valores sociales y morales que corresponden a la mayoría silenciosa, de no hacerlo así, estaremos contribuyendo a la regresión desde el poder mismo y daremos al traste con el avance democrático que parecía estarse logrando. Escuchar opiniones diversas y recoger experiencias sin prejuicios permitirá al gobierno asumir políticas públicas saludables para las familias mexicanas y asumir que el respeto a la dignidad de la persona humana no implica hacer iguales a los desiguales, como parece que se pretende hacer en la ley con los derechos de familia y los de otras uniones que de suyo no pueden ser familia. Pareciera que en los Estados Unidos de Norte América, el posicionamiento de Sara Palin en el proceso electoral reciente no fue “políticamente correcto”, pero los resultados de la votación en cuanto al reconocimiento de los matrimonios homosexuales en California y otros estados de la Unión Americana debe hacernos reflexionar sobre la mayoría silenciosa que, opuesta a minorías vociferantes y activistas, decide lo correcto por encima de lo “políticamente correcto”. Esto debe ser tomado en cuenta por el partido en el gobierno si quiere ser vocero y representante de la mayoría de los mexicanos. Francis Fukuyama,6 en La gran ruptura, señala en un capitulo sobre la autoorganización, los orígenes de las normas; es evidente que la ley natural se basa en normas universalmente entendibles en prácticamente todas las culturas, ya que haciendo a un lado la denominación religiosa, los 10 mandamientos dados a Moisés en el Sinaí son de aplicación general, no así las derivadas de la Constitución mexicana o inglesa, cuya aplicación difiere según las normas propias que se estable6

Fukuyama Francis. La Gran ruptura. Editorial Atlántida 1999. Páginas 248–256.

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Jaime Aviña Zepeda

cen previamente en una cultura común. Esta cultura brinda un vocabulario común compuesto no sólo de palabras sino también de gestos, expresiones faciales y hábitos personales que sirven como señales de intención. Esto último debe referirnos al otro problema que enfrentaremos en las elecciones de 2009, y que parece ser inherente a la mexicanidad: la corrupción. Durante más de 100 años el ciudadano común soportó callado la corrupción del régimen porfirista con sus científicos, los revolucionarios carrancistas y el verbo carrancear sinónimo de robo abuso o latrocinio, los dichos del periodo priísta, (“el que no tranza no avanza”, “amigo que no te pone en la nomina, no es tu amigo”, “no me des, ponme donde hay”), y el clásico atribuido al Tlacuache Garizurieta: “Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”. Todas estas referencias son para señalar la esperanza que hubo en México al llegar el PAN al gobierno con el presidente Fox a la cabeza, y comparar esa esperanza con la frustración existente hoy día, al conocerse la infiltración del narcotráfico y la delincuencia organizada hasta las más altas autoridades encargadas de combatirla. Al respecto vale la pena señalar parte del tema de la revista Gente firmado por Armando Rojas:7 “Cuando gobernaba el PRI, todos sabíamos quién iba a ganar, aunque la oposición le hiciera el juego. El Presidente que llegaba, privilegiaba la repartición de las posiciones importantes entre su equipo, pero repartía chambas. “Había una regla no escrita, pero que se respetaba y acataba: el que cometa errores graves o el que abuse más de la cuenta, se va a su casa o al destierro. Había para todos, para que todos estuvieran contentos. Inclusive, los de la oposición recibían su lana para que siguieran gritando y haciéndolo el juego al partido dominante. 38

7 Rojas Armando, Revista Gente, agosto 15 – 2006. no 221 “¿Queríamos democracia? pues ¡ténganla!”.

“Todos sabían que vivir fuera del presupuesto, era vivir en el error, como un día dijera cínicamente el célebre Tlacuache Garizurieta. Los medios eran censurados por Gobernación, pero era mayor la auto–censura, para no hacer enojar al Presidente. Y en esto, de plano se pasaban. Sin que los pidieran, eran elogios empalagosos que todos los días brindaban al gobernante”.Llegaron el cambio y la democracia y muchos periodistas se fueron al desempleo, porque los medios dejaron de recibir el chorro del dinero y tuvieron que depender de su circulación efectiva. Esta percepción un tanto cínica es todavía común en muchos periodistas especialmente de provincia y en los estados gobernados por el PRI, donde los cacicazgos se han perpetuado y la corrupción en la prensa persiste, pero afortunadamente los diarios de circulación nacional están cambiando, podemos verlo desde la abyección del antiguo Excélsior comparándolo con el nuevo y sus editoriales. Como podemos observar en la prensa diaria en las opiniones publicadas, la censura al presidente es hoy permisible y en algunos diarios casi obligatoria. Pero algunas instituciones del viejo régimen siguen siendo defendidas por aquellos a quienes corrompió durante años y que hoy no han podido quitarse el bozal impuesto mentalmente. Queda pues el reto en las elecciones de 2009 de presentar propuestas viables, no sólo en el terreno de la economía y el empleo, también en el combate a la corrupción en todas sus formas, en las propuestas de familia, en la educación, y traducir todo esto a un lenguaje entendible por el grueso de los mexicanos, mediante una comunicación sencilla y eficiente que permita la elección racional de la mayoría a favor del partido que gobierna, reconociendo así las políticas públicas orientadas al bien común.


Televisión y política Adolfo Christlieb Ibarrola

En 1968, año de las olimpiadas y de la masacre estudiantil de Tlaltelolco, el jefe nacional del PAN llamaba la atención sobre el uso de los medios masivos electrónicos, especialmente la televisión, con relación a las campañas electorales. Anticipándose a la discusión que en fechas recientes se ha dado, Christlieb Ibarrola señaló que la televisión debía ser un medio democrático en el que todas las voces participaran. De cara a las elecciones 2009, esta reflexión cobra actualidad.1 Autoridades electorales de Baja California, Michoacán y Chihuahua, violando derechos que la Constitución reconoce, prohibieron el uso de la radio y la televisión a los candidatos y partidos políticos que contienden en las elecciones en dichos estados. La prohibición es ilegal, porque las autoridades sólo están facultadas para restringir la manifestación de las ideas conforme al artículo 6º constitucional, cuando se ataquen la moral o los derechos de tercero, se provoque algún delito o se perturbe el orden público. El derecho de información, expresión y recepción mediante la radio y la televisión, dice la ley, es libre y no será mediante la radio y la televisión, dice la ley, es libre y no será objeto de inquisición judicial o administrativa, de censura previa o de limitación alguna. 1

Publicado en Excélsior, México, D.F., 16 de mayo de 1968, Sección A, p. 7.

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En México no hay ley que prohíba a los partidos el uso de la radio y la televisión para que difundan sus puntos de vista sobre problemas del país o de la entidad donde actúen o participen en una elección. Todo lo contrario. Como la ley considera funciones de la radio y la televisión, mejorar las formas de convivencia humana y fortalecer las convicciones democráticas y la unidad nacional, obliga a las estaciones a informar diariamente sobre acontecimientos políticos, para orientar a la población del país. En materia política, la ley sólo prohíbe la transmisión de propaganda contraria a la seguridad del Estado o al orden público. La divulgación por radio y televisión de las campañas y puntos de vista de los partidos, ciertamente mejora la convivencia política y fortalece las convicciones democráticas, porque promueve en los ciudadanos conciencia de sus derechos y obligaciones relativos a la integración democrática del gobierno y los informa sobre cuestiones nacionales. Además, al margen de las opciones políticas y electorales que los ciudadanos tomen, se fortalece la unidad nacional en tanto se suscita la solidaridad para participar responsablemente en problema de interés general.

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Por eso, tales prohibiciones dictadas por autoridades locales, fuera de su competencia –todo lo relativo a radio y televisión en materia federal– son

injustificables y hasta delictuosas, aunque con aire compungido sus autores aparentes afirmen que sólo obedecen órdenes de la Secretaría de Gobernación. Tampoco Gobernación tiene facultades para impedir que la radio y la televisión sean usadas por los partidos políticos. Al contrario: por ley está obligada a vigilar que las autoridades del país cumplan los preceptos constitucionales, especialmente los que garantizan derechos humanos, como el de la libre manifestación de las ideas. A Gobernación le compete vigilar que las transmisiones de radio y televisión no perturben el orden y la paz públicos, imponer sanciones administrativas y denunciar los delitos que se sometan utilizando dichos medios; pero tales facultades no le permiten prohibir la manifestación de ideas políticas por radio y televisión, ni establecer la inquisición administrativa o la censura previa que la Constitución prohíbe. La libre manifestación de las ideas no sólo es garantía para quien las expresa; es también reconocimiento del derecho que el pueblo tiene a recibir información. Es cierto que los gobiernos deben proteger a radioescuchas y televidentes contra posibles abusos de quienes controlan o utilizan medios de comunicación social, capaces tanto de fomentar y difundir pasiones destructivas, como grandes ideales y nobles acciones. Pero la posi-

bilidad de un abuso no se corrige con otro mayor. Prohibir la difusión del pensamiento por los medios que el hombre ha creado al impulso de las necesidades actuales, equivale a tratar a los ciudadanos como a retrasados mentales incapaces para juzgar y para tomar responsabilidades de las que tal parece que se pretende mantenerlos alejados. Sólo violando principios democráticos es posible limitar la propaganda política a la plaza pública, al reducido espacio que la prensa comercial dedica a las actividades de los partidos –insignificantes a veces para la oposición–, al reparto de volantes o al cambio personal de las impresiones con pequeños grupos. Más graves e inequitativa resulta la limitación, tomando en cuenta que los noticiarios políticos de radio y televisión que a diario informan sobre el gobierno y su partido, raras veces mencionan a los demás –entre otras razones– porque es criterio de algunos funcionarios, el que si la ley respeta la libertad de información, de acuerdo con la que una estación difunda, “el gobierno sabe quiénes son sus amigos”. Hay países que respetan el pluralismo democrático, concediendo a los distintos partidos, en época de elecciones, el uso de tiempo equivalente en la radio y la televisión. Suele afirmarse que existe el riesgo de que en las transmisiones los partidos dramaticen más de la


cuenta los problemas, para despertar interés y entusiasmo, y de que ese tipo de publicidad masiva coopere a la fabricación de algunos mitos personales. El riesgo ya existe en la actualidad, pero con carácter unilateral. Pero ciertamente los riesgos que origine el uso de la televisión y la radio para difusiones políticas, en el peor de los casos, son socialmente menores que los causados por una explotación comercial cuya función –según expresión de Duverger– parece que es la de “cretinizar” a la opinión pública, manteniéndola sumergida en una atmósfera artificial y pueril, creada con programas que en su mayoría fomentan el sentimentalismo enfermizo, las bajas pasiones, la violencia y los vicios presentados con disfraz de refinamiento.

gridad del Estado, no incluye la de prohibir una difusión de la propaganda política, legítima y adecuada a las necesidades de a vida actual. Es cierto que el pueblo no cree todo lo que la propaganda oficial expresa en los diarios, la radio, la televisión o el cine. Las críticas mordaces y los cuentos políticos que de boca en boca circulan en países sujetos a un régimen autoritario, demuestran que no es fácil destruir el espíritu autoritario, demuestran que no es fácil destruir el espíritu crítico del hombre. Pero también es verdad que una persistente propaganda de los gobiernos, logra en parte sus fines cuando la gente, privada de toda posibilidad de comparación y acosada obsesivamente todos los días con las mismas afirmaciones, acaba por creerlas.

La facultad del gobierno de velar por la seguridad y la inte-

Frente a la tentación que para todo gobierno significa el

control de los medios de comunicación social, para destinarlos a propagar sus puntos de vista, con exclusión de los demás, se presenta la posibilidad real de no estorbar a los partidos el uso equitativo y responsable de la radio y la televisión, para que el desarrollo político del país, por falta de respeto y promoción de las libertades humanas, no continúe a la zaga del que México realiza en otros órdenes de la convivencia. Para el gobierno2 es de gran importancia disponer de la octava parte del tiempo de transmisión de la radio y la televisión, en vísperas de una campaña electoral. Ya sus hombres han empezado a proclamar que lo importante cuando llega un cambio de gobierno, es la continuidad en los programas. No pienso que el gobierno realiza2 Publicado en Excélsior, México, D.F., 31 de julio de 1969, Sección A, pp. 7 y 9.

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rá una propaganda electoral directa a favor de sus candidatos a la presidencia de la República y al Congreso. Sería infantil y torpe. Pero dentro de ese criterio de “continuidad necesaria”, el régimen ciertamente buscará atraerse buena parte de una opinión pública que le es poco favorable, a través de emisiones aparentemente informativas, orientadas con parcialidad, en las que tendrá oportunidad de martillar en forma indirecta sobre programas políticos y argumentos favorables a sus candidatos. Quienes manejan la publicidad, conocen bien las fórmulas para convertir la información, rápida y eficazmente, en propaganda y persuasión.

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El derecho a la información, por el auge y las posibilidades de la televisión sobre la prensa, en México como en casi todo el mundo, resulta hoy un derecho incompleto. Actualmente con las disposiciones que garantizan la libertad de prensa, no está protegido suficientemente el derecho a la información. Se requiere de una regulación jurídica, moderna y adecuada, para las comunicaciones por radio y televisión, que garantice y promueve la libertad de información activa y pasiva. El poder de decisión sobre la radio la televisión, está en México en manos de la administración pública sin que, dadas la situación política general del país y las características técnicas y económicas de dichos medios, haya alguna participación ciudadana res-

pecto a su orientación, como debiera existir en un país democrático. En un mundo moderno la información tiene mucho de propaganda disfrazada. Afirma Lefebvre que por su misma naturaleza los medios masivos de comunicación tienden a una concentración que es correlativa a la concentración de poder. Hoy se busca manipular a la gente mediante el lenguaje o mediante signos puestos al servicio de las estrategias políticas o comerciales. De todos los signos, las imágenes son las más aptas para la comunicación de la verdad o de la falsedad. Hablan en forma de sugerencia, de sugestión imaginativa, y son presentadas como hechos con significación propia, para mover los planos de la memoria y de la afectividad, y para suscitar procesos de identificación y transferencia que enajenan las mentes. Es necesario garantizar constitucionalmente –dentro de la libertad de información– la independencia de la radio y la televisión como medio de comunicación. Esto no será posible bajo las fórmulas tradicionales, ni será tarea fácil mientras en México siga la confusión entre partido oficial y gobierno, entre gobierno y Estado y entre gobierno y nación. Estos medios de difusión masiva deben ser instrumentos de la nación y para su servicio. No es lo mismo que el ciudadano pueda recibir explicacio-

nes de lo que se haga en su nombre y para su bien, que establecer un control interesado de la información a favor de cualquier política, buena o mala, que realicen las clases dirigentes. No es justo ni tampoco conveniente, que el poder público haga de las comunicaciones masivas, medios eficaces de propaganda, sin permitir que otras voces del país, comenzando por las de la oposición –la de hoy o la de mañana– dejen oír sus críticas, sus propuestas y sus alternativas. Mucho menos lícito parece, opina José Antonio González Casanova, que el gobierno llegue “a una connivencia con los poderes del dinero, para inculcar, mediante las modernas y sutiles técnicas de “cretinización”, como las llama Duverger, un conformismo egoísta en el “bienestar” y una apatía política que sólo favorecen al grupo que detenta el poder político y económico. Una televisión que no imparta más que slogans comerciales y consignas políticas, es un instrumento envilecedor que contradice todos los principios humanistas y que no puede merecer el mínimo respeto moral y político”. Al pugnar por una televisión al mismo tiempo nacional e independiente, pienso en que sus servicios deben propiciar una organización social en donde la igualdad de oportunidades políticas –entre otras cosas las de información objetiva y de exposición ideológica– sean una realidad. El carácter político de la televisión como


poder de influencia, exige una cuidadosa vigilancia por parte de la sociedad –no sólo del poder– para que no se convierta o para que deje de ser, un instrumento de seudointegración basado en imágenes ficticias. Esta vigilancia requiere instituciones sociales que la mantengan siempre viva dentro del cauce ordenador y coactivo del derecho y de la fuerza moral y política de un Estado realmente democrático. La televisión y la radio deben ser manejadas por una organismo autónomo, donde le gobierno tenga la mayor representación, pero no la mayoría, y donde estén representados la prensa, las universidades, los partidos y otras entidades sociales de tipos diversos, para evitar que las actividades informativas que el gobierno tiene derecho a realizar, se conviertan en propaganda política de partido.

Una sociedad democrática, con voluntad de serlo, opina aquel González Casanova, no soporta hoy fácilmente el monopolio de la televisión por parte de grupos económicos o políticos, porque no guardan otro interés que el de “producir una opinión”, para mantener en producción un sistema o un régimen político. “El discurso sin respuesta –afirma Lefebvre– es un terrorismo latente desenmascarado: la publicidad, la propaganda, la radio, la televisión, son voces que discurren sin diálogo, mercancías cuyo consumo es obligatorio bajo pena de un aislamiento insoportable”. Se ha dicho que informar es una manera de gobernar, una forma de ejercer poder. Por eso los gobiernos tienen tanto interés en controlar la información. A través de la misma, se puede integrar una comunidad en la verdad, o malformarla median-

te comunicaciones interesadas o mentirosas. Para quienes piensan que la propaganda política y la información cotidiana son manipulaciones calculadas para promover reacciones y respuestas, en buena parte gobernar significa hacer que el gobernado crea lo que conviene al gobernante. La opinión pública suele interesar a los políticos, más para manejarla que para seguirla. Saben bien que las libertades espirituales del ciudadano, sólo pueden ser ejercidas cuando es posible recibir y contrastar informaciones con distintos puntos de vista. El ejercicio de la libertad humana se hace posible, en la medida en que el hombre tiene posibilidad de recibir una información veraz. No en balde, respecto a los adultos, la información se considera como la secuencia lógica de la instrucción, de la educación de los niños y los adolescentes. 43


Integralismo jurídico filosófico en el pensamiento de Preciado Hernández Ma. Elodia Robles Sotomayor

Hay seres que son modelos para su semejantes, y en su andar, siembran la certeza de que existe la santidad. En el despertar de un nuevo milenio y a un siglo de su nacimiento, nos reunimos para dialogar en torno a la extraordinaria vida y obra del maestro Emérito Rafael Preciado Hernández, práctica que habituaba realizar en el Seminario de Filosofía del Derecho, como director del mismo, donde su gran pensamiento abrió las puertas a todas las perspectivas y, con gran respeto, convocaba a la lectura de diversos autores para de encaminar a los profesores al encuentro de respuestas de mayor peso, con el objetivo particular de formar mejores docentes e investigadores.

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Es sorprendente confirmar que sus aportaciones se agigantan con el tiempo, destacando la actualidad de su pensamiento, lo que confir-


ma que a pesar del momento histórico en que surgieron sus ideas, éstas cobran mayor fuerza y confirman la universalidad de las mismas, cuya vigencia actual en el Estado de Derecho son los referentes necesarios que buscan constituirse conforme al pensamiento del maestro: El bien común (visión comunitaria), el respeto a los derechos humanos (neoiusnaturalismo) y el compromiso social (humanismo), temas necesarios en el actual orden mundial. Se observa que a través de un método riguroso de análisis, resultado de años de reflexión seria, consideraba a la filosofía como un espacio que responde al ser y el deber ser, tema que orienta al conocimiento hacia un nuevo campo del saber, cuya misión radica en buscar la unidad del conocimiento desde una perspectiva integralista, donde explica que la actividad jurídica no se reduce a un dato especulativo, por lo que el ser humano no es producto de un signo lingüístico, sino es el fundamento que da cuenta del derecho a través de los elementos que integran lo humano. A pesar de vivir en un entorno de pensamiento monotemático, unilineal, donde el positivismo jurídico se constituye en la única fuente del saber científico, cuyas líneas metodológicas se dirigen hacia la afirmación de que la filosofia no es un campo de reflexión científica al no cumplir con los datos de verificación experimental, ocasionando que a la actividad filosófica se le designe peyorativamente como metafísica, a lo cual el maestro responde que el verdadero significado del termino, radica en que representa el grado supremo del saber, y que debe abordarse fuera de toda ideología, por lo que la filosofía es un pensamiento de algo y ese algo siempre se presenta a la inteligencia bajo la razón formal del ser, pues pensamos no en nuestra ideas sino en la realidad extramental. Lo anterior significa que la filosofía es la ciencia de los primeros principios, que a la luz natural de la razón da cuenta de la universalidad de las cosas, mientras la ciencia responde a lo inmediato, siendo sus principios próximos, sin

que ello le niegue la validez al camino del área de su conocimiento, el cual se obtiene por grados, ya que primero es necesario explicar los factores cercanos del campo de observación, para luego remontarse a los fundamentos en que se sostienen los argumentos teóricos, lo cual conduce a explicar y entender las leyes del pensamiento a través de sus principios. Tal afirmación nos conduce a la certeza de que la ciencia y la filosofía son un mismo camino, ya que de manera natural el pensamiento conforme avanza en la búsqueda del conocimiento, lentamente se remonta a verdades más amplias que dan cuenta de esos grados de saber que se obtienen en la actividad intelectual, y conforme más se remonta el pensamiento, se descubren territorios inteligibles que permiten dar cuenta del logos y su fundamentos. Como se observa, en el pensamiento del maestro Emérito Rafael Preciado Hernández, la búsqueda del conocimiento y su camino es el mismo; confirmando que todo pensamiento alberga de manera natural la posibilidad de arribar a la filosofía, por lo que desde un sentido amplio es considerada la ciencia de las ciencias. Cabe destacar que al establecer que los primeros principios son los que definen a la filosofía, tal aportación conduce a ir más allá del paradigma teórico que adoptemos, con el objeto de explicar los elementos metalógicos, metalinguísticos y metateóricos en los cuales abrevan y se complementan las ciencias particulares. Así, los principios, son en el derecho las exigencias de justicia, equidad u otra dimensión de moralidad, donde si se le margina al derecho de la justicia, se torna insostenible su aplicación. De allí que los principios son la razón desde donde se discurre para la creación de nuevas fuentes que den fundamento al derecho, tema en el que hoy se encuentra las investigaciones más serias sobre la fundamentación del derecho, observándose que cobra vitalidad y relevancia el estudio de los mismos como en el caso de Dworkin, Alexy, Atienza y otros autores, terre-

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confirma que los seres tienen sus leyes y no todos participan de la misma naturaleza, sin embargo desde una perspectiva estricta, todas las leyes son naturales porque derivan de la naturaleza, y para su mayor comprensión se agrupan a los seres conforme a su naturaleza en tres tipos de necesidades: física, lógica y moral. La necesidad física se caracteriza porque relaciona dos fenómenos: causa–efecto, y su ley se le conoce como causalidad. Por lo que se refiere a la necesidad lógica, se le distingue porque relaciona dos términos u objetos que nos son materiales, sino entes de razón u objetos ideales, mientras que la necesidad moral relaciona dos términos; el acto y el bien racional del hombre, en otras palabras el acto y sus consecuencias con un fin valioso.

no en el que nuestro hoy homenajeado se adelantó al afirmar que: los principios son los referentes del saber jurídico y no las normas, siendo necesario ante la duda de que es mejor aplicar: ¿si un derecho legal o los derechos fundamentales basados en principios de contenido ético?, a lo cual se responde que es preferible optar por los segundos, al ser los criterios más amplios de derecho natural y que dan fundamento a las normas. Hoy el lenguaje es objeto de revisión y predicción rigurosa, porque requiere dar respuestas al conocimiento, a lo que el maestro hizo referencia clara en el capítulo IV de su obra: Lecciones de Filosofía del Derecho, donde nos conduce a revisar los significados de ley, regla y norma, debido a que estos términos se han pervertido; al grado de asimilar con un mismo significado a la ley con la norma, cuando se trata de términos que se refieren a grados de la actividad filosófica.

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Así la ley desde su significación más amplia se define como las relaciones necesarias que derivan de la naturaleza de las cosas; lo cual

En cuanto a las reglas, desde una perspectiva genérica se entiende como la forma de prescribir lo que es preciso hacer para alcanzar un fin determinado. De lo anterior se desprende que la regla es más general al termino norma, lo cual confirma que la ciencia busque a las reglas; mientras la técnica se caracteriza por la aplicación de éstas. Por último, las normas se caracterizan por contener un obrar abstracto que encierra deberes, y su estructura formal o lógica corresponde a un juicio. No es exacto que todo valor se adecue a una relación entre medio y fin, lo anterior solo sucede en juicios de valor normativos, por lo que se puede concluir lo siguiente: la estructura formal de la norma desde una visión genérica es un juicio de valor imperativo. Como se observa, el hecho de precisar los auténticos sentidos de los términos, clausura la posibilidad de que la ley sea solo un producto de la voluntad del legislador, lo que confirma entender la necesidad de partir de construcciones normativas que requieren entender las relaciones necesarias que guarda el objeto de conocimiento, donde los principios serán los traductores del ser y el fundamento del deber ser, con el objeto de que al ser normado en un espacio his-


tórico específico; no pierda de vista que la obra humana es perfectible, sin olvidar buscar las grandes respuestas en los principios. Además de la precisión que hace de los términos anteriores, establece que el derecho es un sistema abierto y no cerrado, paradigma incluyente a las contribuciones del formalismo jurídico, así como del derecho natural, aunado a los factores que rodean al sistema jurídico, elementos sin los cuales no se podría explicar al derecho. Lo anterior requiere superar las corrientes unilineales, con el objeto de dar respuesta a los grandes problemas que vive la humanidad, cuyas expresiones entre otras se basan en un lenguaje normativo, el cual contiene a los factores materiales para imprimirle un valor al sistema jurídico. Entre los enunciados normativos y el exterior opera un incesante cambio de acciones y reacciones, que permiten la transformación de los contenidos jurídicos sin sacudimientos ni sobresaltos, ni la adopción de actos violentos, impulsando al conocimiento hacia la adaptación de

los hechos a un lenguaje normativo basado en la justicia. Conviene insistir en la relación que existe entre el derecho natural y el derecho positivo, no se trata de dos órdenes o sistemas cerrados sin comunicación, sino de dos aspectos de una misma realidad, donde el derecho es una obra humana y a la vez positivo y racional. Así como todo hombre es cuerpo y espíritu; lo positivo es el cuerpo, lo racional el espíritu. Todo lo anterior revela el carácter integrador en la postura del maestro Emérito Rafael Preciado Hernández, quien establece por primera vez la necesidad de explicar a los conceptos jurídicos fundamentales desde la perspectiva material y no reducirlos a datos formales, debido a que la prevalencia de una perspectiva sobre la otra conduce a subjetividades que no resuelven el problema del conocimiento jurídico, entendiendo que las perspectivas son rutas teóricas que buscan por diferentes caminos dar respuesta al derecho desde una visión sistémica e integral, por lo que se implican mutuamente.

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democracia y no solo verla como un concepto referente, donde la vida social, económica, política, jurídica sea un proyecto que permita la afirmación de nuestra especie de manera racional y razonable desde la vía del humanismo. Las contribuciones del maestro que he destacado son relevantes por la actualidad de su pensamiento, cuya obra y vida deja un testimonio y una responsabilidad enorme a las futuras generaciones. El me enseñó la importancia de pensar y obrar en concordancia, no solo en el campo universitario sino en la vida diaria, donde el cultivo de la filosofía exige ser congruente, humilde, humano, profundamente humano, para comprender que la tarea filosófica es una andar constante, abierto a diversas formas de pensamiento, que buscan la unidad de los argumentos en pos de la justicia.

Tal posición cancela la intolerancia científica, la cual se inaugura en el pensar moderno, práctica que evita recoger lo mejor del saber iusfilosófico en un momento de transición mundial donde el futuro oscila entre el paradigma dogmático o el iusintegralismo. En tales circunstancias se encuentran los cultivadores del derecho, cuya responsabilidad histórica es diseñar un modelo que responda al nuevo orden mundial, cuyo debate gira entre la homologación o la flexibilidad. México requiere que sus juristas se formen de manera interdisciplinaria, multidisciplinaria y trandisciplinaria, lo cual requiere partir de una visión sistémica con referentes amplios y claros sobre los principios, con el objeto de que se afirme a la democracia como forma de vida y a la libertad se le afirme en el ejercicio responsable de nuestros actos para la consecución de actos valiosos.

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Lo anterior significa que el estado y sus instituciones no se reducen a estructuras normadas vacías de contenido, sino que son la expresión de una obra vital humana que busca vivir en la

No es casual que se refiriese a su persona en todos los ámbitos en los que incursionó como el caballero de la justicia, quien en momentos difíciles para la UNAM enseñó ante el Congreso de la Unión la importancia de la construcción del pensamiento libre, de la educación superior y la autonomía universitaria, hecho que me recuerda a Sócrates, fundador de la filosofía y de la ética, quien durante el procedimiento entablado en su contra hereda a la posteridad, entre otras enseñanzas, que el hecho de buscar la verdad y obrar conforme a ella no le permitía evadir la sentencia, y que a pesar de los errores humanos, ello no significaba que la justicia no esté presente; evadirla es convertirse en un sofista que mira para sí y no para la perennidad, aspecto que no ha de olvidar un verdadero filósofo, quien aun ante su muerte reflexiona sobre la transición de la misma con entusiasmo para realizar el gran viaje, y morir en la esperanza de encontrar a los grandes pensadores como Homero, Heráclito y tantos más, con el único deseo de continuar en la eterna búsqueda del saber y la verdad, hecho que vivió, nuestro hoy homenajeado en marzo de 1991, sin dudar de que continuaría dialogando con el primer principio de la sabiduría y unidad de todas las cosas, lo que confirma el gran descubrimiento de Einstein: la energía no se destruye sólo se transforma.


Trinomios del pensamiento de Preciado Hernández:

ámbitos, perspectivas y fines de la filosofía jurídica Juan Pablo Pampillo Baliño

I. Introducción Resulta para mí un motivo de especial satisfacción el participar en este coloquio destinado a recordar y resaltar la multifacética personalidad de don Rafael Preciado Hernández.2 Y hacerlo precisamente, dentro de la mesa que habrá de ocuparse de destacar sus aportaciones en el ámbito de la filosofía del derecho, me resulta particularmente significativo, honroso y entrañable. Significativo, por cuanto que en mis tiempos de estudiante, tuve la fortuna de familiarizarme Ponencia presentada en la mesa “Rafael Preciado Hernández, su aporte a la filosofía del derecho”, dentro del Coloquio Dimensiones de la vida y obra de Rafael Preciado Hernández, el día 13 de mayo de 2008 en el Aula Magna Jacinto Pallares de la Facultad de Derecho de la UNAM. 2 Además de las notas y artículos citados dentro del presente trabajo, sobre la vida del maestro Preciado vale la pena remitir al lector al libro publicado con motivo del centenario de su natalicio por la fundación que lleva su nombre. Cfr. José Gerardo Ceballos Guzmán. Rafael Preciado Hernández. México. Fundación Rafael Preciado Hernández, A.C., 2007. 1

con dicha disciplina precisamente a través de sus Lecciones de Filosofía del Derecho, publicadas en 1947. Honroso en tanto que actualmente, la Escuela Libre de Derecho me ha distinguido permitiéndome ser –desde el año 2006– su sucesor en la cátedra que él ocupara entre 1937 y 1975. Entrañable, en razón de que, movido desde hace algún tiempo por el interés de revalorar el legado iusfilosófico de mi alma máter –con miras a la próxima celebración de su centenario–, me había dado a la tarea de reunir algunas informaciones, entre las cuales estaba, desde luego, el expediente del profesor Preciado Hernández, conservado dentro de nuestro Archivo Histórico. A manera de introducción a mi ponencia, quisiera tan solo poner de relieve dos aspectos de 49


la tradición filosófico–jurídica de la Escuela Libre de Derecho –que en cierta medida sirven para contextualizar el pensamiento del propio Preciado Hernández– así como explicar también los motivos que me llevaron a elegir el título de la presente comunicación. Sobre lo primero, antes que otra cosa agradezco al profesor Rafael Estrada Sámano por contagiarme su interés sobre el tema, que cristalizó ya en su artículo “La filosofía del derecho y la Escuela Libre de Derecho”.3 Igualmente agradezco a mi alumna Cristina Berganza, quien ha decidido dedicar su tesis profesional a continuar esta interesante investigación.4 Para hablar de las aportaciones de la Escuela Libre de Derecho a la filosofía jurídica,5 debe destacarse, además de su riqueza cuantitativa –tesis profesionales, artículos publicados en diferentes revistas y libros escritos por sus profesores y egresados–,6 que en términos cualitativos su temática ha cubierto prácticamente todos los temas, abordados desde casi todos los enfoques metodológicos posibles.

de Derecho7 –destacando dentro de la misma el propio Preciado Hernández– debe reconocerse también la presencia e influencia de otras muchas corrientes de pensamiento, como el vitalismo en el caso de Herrera y Lasso,8 el tridimensionalismo jurídico y la aproximación fenomenológica y antropológica a la justicia en el Padre Villoro Toranzo,9 el uso alternativo del derecho y el iusnaturalismo histórico en De la Torre Rangel,10 las inquietudes epistemológicas y éticas en Gaxiola Moraila,11 el realismo jurídico en el caso de Martín Díaz y Díaz,12 la teoría de los derechos fundamentales en Gómez Alcalá13 y en Álvarez Ledesma14 y –en mi caso particular– el pluridiAdemás de varios de los iusfilósofos citados en la nota anterior (en especial los Abascal, Adame, Alcántara, Alcocer, Bravo Betancourt, Díaz Dufóo, Fernández del Castillo, González, Hernández–Romo, Monroy Campero, Pallares, Pérez Lara, Sodi Pallares y Villoro), pueden considerarse también como seguidores de esta línea de pensamiento a Horacio Aguilar Álvarez, Rafael Estrada Sámano, Isaac Guzmán Valdivia, José Antonio López Padilla, Rubén Magaña Luna, Alberto Pacheco, Jorge Pineda V., Bonifacio Padilla, Cristina Urzaiz Lares y Francisco Javier Villalón Ezquerro, entre muchos otros. 8 El propio Herrera y Lasso se definía a sí mismo como “un tomista con injerto bergsoniano”; cfr. sus Ensayos Filosóficos. México. Editorial Jus. 1968. 9 Si bien neotomista, llama la atención su aprovechamiento de la teoría de los tres círculos en su Introducción al Estudio del Derecho. México. Editorial Porrúa. 1966 y en sus Lecciones de Filosofía del Derecho. México. Editorial Porrúa. 1973, y su ensayo antropológico–jurídico La justicia como vivencia. México. Editorial Jus. 1979. 10 Cfr. Jesús Antonio de la Torre Rangel. Apuntes para una introducción filosófica al derecho. México. Editorial Jus. 1983. El derecho como arma de liberación en América Latina. México. Centro de Estudios Ecuménicos. 1984., “Puntos fundamentales para el uso alternativo del derecho” en Revista de Investigaciones Jurídicas de la Escuela Libre de Derecho. Número 12. México. Escuela Libre de Derecho. 1988, entre otros. 11 Cfr. la entrevista al profesor F.J. Gaxiola recogida en Rodolfo Vázquez y José María Lujambio (coordinadores). Filosofía del derecho contemporánea en México: testimonios y perspectivas. México. Editan el IIJ de la UNAM y Fontamara. 2004, véanse también sus obras F. Jorge Gaxiola M. Ideas sobre el conocimiento y sobre el conocimiento del derecho. Tesis profesional. México. Escuela Libre de Derecho. 1986 y “Apuntes sobre Ética, Acción y Derecho” en Estudios Jurídicos en Memoria de Eduardo García Maynez. México. Editorial Porrúa. 1996. 12 Cfr. Vázquez y Lujambio, op. cit. y en especial las siguientes monografías de Díaz y Díaz: “Émile Durkheim: el derecho como moral especializada”, “La teoría pura del derecho como sociología involuntaria”, “Weber y Ross: dos aproximaciones a la realidad del derecho” y “Hart y Raz: el derecho como fenómeno institucional”, en la Revista de Investigaciones Jurídicas de la Escuela Libre de Derecho, números 17–20, respectivamente. México. Escuela Libre de Derecho. 1993–1996, respectivamente. Véase también Derecho y orden. México. Editorial Fontamara. 1998. 13 Cfr. Rodolfo Vidal Gómez Alcalá. La ley como límite de los derechos fundamentales. Prólogo de Pablo Lucas Verdú. México. Editorial Porrúa. 1997. 14 Dentro de la producción del Dr. Álvarez Ledesma, puede encontrarse ante todo la aplicación de la filosofía lingüística a la axiología y a los derechos humanos. Cfr. sus obras Mario Álvarez Ledesma. Introducción al Derecho. México. McGraw–Hill. 1995 y Acerca del concepto “derechos humanos”. México. Mc–Graw–Hill. 1998. 7

En efecto, si bien es verdad que el iusnaturalismo de extracción neotomista ha sido la corriente predominante entre los cultores de la filosofía jurídica relacionados con la Escuela Libre Rafael Estrada Sámano. “La Filosofía del Derecho y la Escuela Libre de Derecho” en Estudios Jurídicos en Homenaje al XC Aniversario de la Escuela Libre de Derecho. México. Escuela Libre de Derecho. 2002. También, específicamente sobre don Rafael Preciado, cfr. Rafael Estrada Sámano. “Don Rafael Preciado Hernández: nota necrológica” en Revista de Investigaciones Jurídicas de la Escuela Libre de Derecho. Número 15. México. Escuela Libre de Derecho. 2002 y “Preciado Hernández, un homenaje merecido”. en Bien Común. Publicación mensual de la Fundación Rafael Preciado Hernández, A.C. Año XIV, número 160. México. 2008. 4 Karla Cristina Berganza López. La Filosofía del Derecho en la Escuela Libre de Derecho. México. Tesis profesional. 2008. 5 Respecto de la tradición iusfilosófica de la Escuela Libre de Derecho, conviene destacar a algunos de los profesores y egresados de la Escuela Libre de Derecho, que se han dedicado al cultivo de esta asignatura, entre quienes pueden mencionarse a Salvador Abascal Infante, Carlos María y Salvador Abascal Carranza, Jorge Adame Goddard, Juan Miguel Alcántara, Antonio Alcocer, Ignacio Bravo Betancourt, Jesús Antonio de la Torre Rangel, Martín Díaz y Díaz, Carlos Díaz Dufóo Jr., Javier Fernández del Castillo, F. Jorge Gaxiola Moraila, Rodolfo V. Gómez–Alcalá, Genaro María González, Manuel Herrera y Lasso, Miguel Ángel Hernández–Romo, Pedro Lascuráin, Gerardo Monroy Campero, Eduardo Pallares, Narciso Pérez Lara, Fernando Sodi Pallares, Ramón Sánchez Medal, Beatriz Sosa Morato, Fernando A. Vázquez Pando, Miguel Villoro Toranzo, entre muchos otros. 6 Puede constatarse la abundancia de la producción científica en la materia en Jaime del Arenal Fenochio. Los juristas de la libertad. Biobibliografía de abogados egresados de la Escuela Libre de Derecho (1913–2002). México. Escuela Libre de Derecho. 2002. Del mismo autor, véase también Hombres e Historia de la Escuela Libre de Derecho. México. Escuela Libre de Derecho. 1999. Son también de gran utilidad los índices tematizados de la Revista de Investigaciones Jurídicas de la Escuela Libre de Derecho, elaborados por Manuel López Medina y Miguel Ángel Fernández y publicados en sus números 11, 21 y 31 de los años 1987, 1997 y 2007, respectivamente. 3

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mensionalismo jurídico combinado con la fenomenología jurídica (filosofía de la historia y de la cultura jurídica).15 Dentro del anterior contexto, puede entenderse que el pensamiento de Preciado Hernández haya sido, más allá de su orientación neotomista, rico en aportaciones de diversas corrientes y escuelas iusfilosóficas contemporáneas. Pero igualmente, vale la pena destacar, dentro del contexto académico de la Libre, que la reflexión del maestro Preciado estuvo siempre anclada en la realidad, lo que –a mi parecer– deriva de la orientación eminentemente jurídica y práctica de la Escuela, donde la gran mayoría de los cultores de la filosofía del derecho –como el propio don Rafael–, alternaron sus reflexiones con las más diversas ocupaciones profesionales.16 De aquí que con toda atingencia, Estrada Sámano –también iusfilósofo y también practicante– haya caracterizado a Preciado Hernández como un “hombre de pensamiento profundo y acción decidida”.17 Cfr. mis libros Filosofía del Derecho. Teoría Global del Derecho. México. Editorial Porrúa. 2005 e Historia General del Derecho. México. Editorial Oxford University Press. 2008. Una síntesis de mis principales conclusiones puede encontrarse en mi artículo: “La filosofía de la historia del derecho y el futuro de la tradición jurídica occidental” en Problemas Actuales de la Historia del Derecho en México. México. Editan Porrúa y el Tecnológico de Monterrey. 2007. Dentro de las anteriores obras, he desarrollado mis ideas partiendo de una orientación neotomista, aunque centrada en los Tratados de la Justicia y de la Prudencia –más que en el Tratado de la Ley– (retomando en ello la aproximación de iusfilósofos como Hervada, Villey y Vigo) procurando insertar mi exposición dentro del pluridimensionalismo jurídico (Reale, García Maynez, Perez Luño, Sánchez de la Torre) y buscando igualmente atemperar el ‘esencialismo’ de la filosofía tradicional con algunas de las aportaciones del historicismo (Ortega y Gasset), de la hermenéutica (Gadamer) y de la filosofía de la historia (Vico). Desde las anteriores perspectivas, he definido al derecho, a partir de una aproximación ontognoseológica como: “la realidad social consistente en el conjunto de relaciones distantes y polares, inordinadas conforme a cierta medida proporcional de igualdad obligatoria determinada por la prudencia, que se expresa mediante licitudes y deberes tipificados a través de diversas formulaciones culturales históricas”. Igualmente, desde una perspectiva fenomenológica –filosófica, histórica y cultural– he definido a la tradición jurídica occidental como: “el ordenamiento jurídico producto de la cultura europea, que se ha conformado a partir del aprovechamiento de la tradición romanista mediante el empleo de una enorme diversidad de métodos hermenéutico–interpretativos, que lo convierten en un ordenamiento tradicional– actualizable–proyectivo, cuya actual crisis, consecuencia de los excesos del racionalismo y del voluntarismo de la modernidad, están siendo superados en clave global por la conformación de un nuevo mos europeus”. Mi proyecto de investigación busca recuperar el concepto de ordenamiento jurídico desde la triple perspectiva de la filosofía, la historia y la ciencia jurídica. 16 Sabido es que don Rafael alternó siempre sus ocupaciones académicas con la actividad profesional, como Secretario en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, abogado postulante y político. Cfr. Ceballos. Rafael Preciado…, op. cit. Igualmente, la mayor parte de los cultores de la filosofía jurídica en la Escuela Libre de Derecho se han dedicado a la práctica profesional; incluso los propios adjuntos del profesor Preciado fueron eminentes prácticos, como José Becerra Bautista y Ramón Sánchez Medal, cuya obra científica, por lo demás, se desarrolló igualmente en el ámbito de la ciencia del derecho positivo. Es conveniente destacar también que entre los sinodales, que de acuerdo con las actas que obran en su expediente, lo acompañaron regularmente a examinar, se encuentran Manuel Ulloa, Daniel Kuri Breña, Antonio Gómez Robledo, Ignacio Soto Sobreira, Juan Manuel Gómez Morín, Guillermo Gómez Arana y Miguel Ángel Hernández Romo, quienes también se dedicaron a la práctica profesional. 17 Estrada. “Preciado…”, op. cit., p. 563. 15

Ahora bien, en segundo lugar, me gustaría –según anticipaba–, explicitar el título y la misma estructura de la presente ponencia. Tres trinomios: ámbitos, perspectivas y fines. Tres trinomios. El número ha jugado en la historia de la cultura un papel simbólico de extraordinaria densidad significativa. Y dentro de la numerología, la cifra del tres ha tenido una especial fortuna.18 El tres –en efecto– es un número que encierra un gran misticismo… En Babilonia, por ejemplo, los tres dioses principales eran Anu –el cielo–, Baal –la tierra– y Ea –los abismos–; entre los hinduistas, destaca también la trinidad de Brahma –el creador–, Vishnú –el conservador– y Shiva –el destructor–, qué decir cabe del cristianismo, cuyo eje es la “trinidad unitaria y consubstancial” del ser (eón), la idea (logos) y el amor (ágape), Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pero el tres es también un número cargado de significación filosófica. De ahí que Aristóteles haya dicho que “el principio, el medio y el fin son el número del todo, que es el número tres”; igualmente, dentro de la filosofía dialéctica y específicamente del sistema hegeliano, el antagonismo de la tesis y la antítesis es resuelto, felizmente, por una síntesis revulsionadora e integradora. Empleando el número tres –tres trinomios– para intitular la presente ponencia, quiero decir que el pensamiento del maestro Rafael Preciado Hernández puede entenderse mejor, a partir de las ideas de uni–versalidad, integración y atemperación dialéctica de los –tan solo aparentemente– contrarios. Así las cosas, los ámbitos de su pensamiento (filosofía, política y derecho) buscan la universalidad; sus perspectivas (norma, hechos y valores) pretenden la integración y las finalidades que propone (bien común, seguridad y justicia) la dialecticidad complementaria –que no Cfr. Jean Chevalier. Diccionario de los Símbolos. 7ª edición. Barcelona. Editorial Herder. 2003.

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bre la acción humana, y el adiestramiento en las técnicas y las artes como encauzamiento del obrar productivo.19 De aquí que –con razón– Estrada Sámano haya observado que toda la obra del maestro Preciado “puede y debe apreciarse no sólo como un erudito y sistemático conjunto de conocimientos, sino como una exhortación permanente a ponerlos en práctica a través del ejercicio del derecho y de la acción política”.20

excluyente– de tres objetivos que lejos de contraponerse, en realidad se atemperan recíprocamente. II. Ámbitos: filosofía, política y derecho Retomando el hilo conductor de la ponencia –tres trinomios–, vale la pena en primer lugar reconocer que la misma estructura del presente coloquio, dividido en tres mesas destinadas –respectivamente– a valorar la aportación y enseñanzas de Rafael Preciado Hernández en la filosofía jurídica, en la construcción del Partido Acción Nacional –y por ende en la política– y en el terreno propiamente jurídico, ponen en evidencia la intuición –fundamentalmente correcta– de los organizadores de este encuentro universitario: el pensamiento y la acción de Preciado se desenvuelve en tres ámbitos distintos, aunque interdependientes entre sí y en todo caso profundamente vinculados dentro de su persona: la filosofía, la política y el derecho.

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Pero este trinomio, filosofía, política y derecho, nos remite también al tema clásico de la estratificación del conocimiento, que desde los orígenes griegos del pensamiento occidental, se estructuró en torno a tres –nuevamente tres– categorías: la theoría, la práxis y la poiesis: es decir, la especulación teorética, la reflexión so-

Ahora bien, retomando las ideas del propio don Rafael –especialmente las que nos ha legado en sus dos obras más completas, maduras y reflexivas, las Lecciones de Filosofía del Derecho (1947) y los Ensayos Filosófico–Jurídicos y Políticos (1977) que son las que seguiré principalmente a lo largo de la presente exposición–, podemos decir que para él, la filosofía es “el grado supremo del saber” que se encarga del estudio de “las causas últimas”, de “las razones más elevadas” y de “los primeros principios”.21 En este sentido, el maestro parafrasea la clásica definición de la tradición aristotélico–tomista, según la cual, la filosofía no es sino “la ciencia –conocimiento cierto y evidente– de las cosas, por sus últimas y más altas razones y causas, a la que se accede a través de la sola luz de la razón natural” (Scientia –hoc est cognitio certa et evidens– rerum, per earum ultimas seu altissimas rationes sive causas, naturali rationis lumine, comparata). Por su parte, para Preciado Hernández, la política: “no es ciencia especulativa sino disciplina práctica”. Más aún –observa don Rafael– la política es “síntesis de idea y acción que se propone resolver a base de actos vividos y no meLa teoría remite pues, en el pensamiento clásico, a la especulación y a la vida contemplativa –biós teoretikos–; mientras que la praxis, además de ser reflexión sobre la acción es también un tipo de vida consagrada a la acción; por su parte, la poíesis, está relacionada con el obrar, es decir, con la acción productiva que desemboca en la creación de una obra, regida en cuanto a su confección por las reglas de cierta arte o técnica. Cfr. Nicola Abbagnano. Diccionario de Filosofía. Traducción de Alfredo N. Galletti. Tercera edición. México. Fondo de Cultura Económica. 1998 y Marcelino Rodríguez Molinero. Introducción a la Filosofía del Derecho. Madrid. Universidad Complutense. Servicio de Publicaciones. 20 Estrada Sámano. “Preciado Hernández…”, p. 13. 21 Cfr. Rafael Preciado Hernández. Lecciones de Filosofía del Derecho. México. Editorial Jus. 1947. pp. 12 y 22. 19


ramente representados, los problemas que plantea el poder público, diariamente”.

dad compleja, b) en la unidad de la verdad y c) en la unidad del bien.

Así las cosas, la política es concebida como praxis en ambos sentidos –acción y reflexión sobre la acción– que dentro del pensamiento de Rafael Preciado tiene sendos casos una misma finalidad: “El fin de la política es el mismo fin del Estado… realizar el bien común”.

Por lo que hacer a lo primero y refiriéndose específicamente al derecho, don Rafael explicaba que el derecho “constituye una realidad compleja en la que concurren datos de diversa índole”.25 Igualmente, respecto de la política y sus relaciones con el derecho, consideraba: “no se concibe el Estado sin el derecho, ni el derecho sin la organización política”.26 Más aún, reitera: “El Estado es una realidad viva complejísima en la que se conjugan elementos reales e ideales que no es posible escindir… Es una realidad viva, dinámica, activa, preñada de significación y de sentido… Por eso no basta dar una explicación del Estado”.27

En razón de la anterior concepción –diríamos clásica– de la política, lamentablemente tan marginada y hasta olvidada, Preciado insistía en sus trabajos: “es preciso renovar el estudio de la ciencia política, no para conservar o restaurar contenidos específicos…cultivando o ensayando técnicas coactivas o del poder… El impulso renovador, sin menospreciar las aportaciones de las ciencias positivas, descriptivas o explicativas de lo social, deberá recoger y repensar los criterios o valores y principios éticos que la cultura de occidente ha descubierto… y luego aplicarlos a las soluciones que proponga para resolver los múltiples y complejos problemas sociales de nuestro tiempo”.22 Por último, Preciado propuso como su concepto del derecho el que se encuentra encerrado en su conocida definición, según la cual: “el derecho es la ordenación positiva y justa de la acción al bien común”.23 Más aún, desde el comienzo de su obra apunta que su intención pedagógica siempre ha sido: “convencer a los jóvenes estudiantes de que el derecho no es mera técnica, sino precisamente la técnica de los fines y principios supremos de la convivencia humana”.24 Ahora bien, a mi modo de ver las cosas, el punto de conexión entre la filosofía, la política y el derecho, se encuentra –dentro del pensamiento de Preciado– en tres lugares fundamentales: a) una visión interdisciplinaria de una reali“Renovación de la ciencia política como fundamento de la legislación y la jurisprudencia”, publicado en 1974 y recogido en Revista de la Facultad de Derecho de México. Tomo LVIII. Número Especial. La presencia de Rafael Preciado Hernández en la Revista de la Facultad de Derecho. Mayo 2008. México.UNAM. 2008. pp. 62 y 63. 23 Preciado. Lecciones…, op. cit., p. 268. 24 Idem, p. 7. 22

Sobre la unidad de la verdad, Preciado observa “toda idea universal tiene su fundamento en la realidad de donde el espíritu aprehende o capta, por medio de los sentidos, datos concretos a los que la razón con sus operaciones abstractiva, comparativa y generalizadora imprime una forma inmaterial, integrando así el concepto o la idea; por lo cual se ha dicho que éstos existen fundamentaliter in re, formaliter in intellectu”.28 De la anterior manera, en el pensamiento de Preciado Hernández, la verdad –que es una– se proyecta en una diversidad de manifestaciones que nos toca analizar primero y reunir después, mediante una reflexión multidisciplinaria, pero igualmente sintetizadora. Sobre la unidad del bien, vale observar que el conocimiento es un bien29 y por ende, la filosofía, como grado superior del mismo, es como una especie un bien gnoseológico supremo. Por lo que hace a la política, su fin –según repetía en diversos lugares el maestro Preciado– no es otro Rafael Preciado Hernández. “Eticidad y Positividad en el Derecho” en Ensayos Filosófico–Jurídicos y Políticos. México. Editorial Jus. 1977. p. 51. 26 Rafael Preciado Hernández. “Condiciones de Legitimación del Poder Público” en Ensayos…, op. cit., p. 205 27 Rafael Preciado Hernández. “Estado, Política y Prerrogativas del Hombre” en Ensayos…, op. cit., pp. 157 y 158. 28 Rafael Preciado Hernández. “Reflexiones sobre el criterio de la justicia” en Ensayos…, op. cit., pp. 69 y 70. 29 Cfr. Lecciones…, op. cit., p. 195. 25

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sino el bien común.30 Y por lo que toca al derecho, como se sabe, sus fines son precisamente tres bienes: el bien común –el más general–, la justicia –el específico del ordenamiento jurídico– y la seguridad jurídica, bien que de menor valor, pero no por ello prescindible.31 Así las cosas y en mi opinión, la filosofía jurídica de don Rafael Preciado Hernández se caracteriza por enclavarse dentro de la pluralidad de los ámbitos de la filosofía, de la política y del derecho, intentando abrazarla desde los tres estratos del conocimiento, teoría, praxis y técnica, buscando una visión interdisciplinaria de la realidad, capaz de dar una razón satisfactoria de su complejidad a partir de la convicción fundamental de la unidad de la verdad y del bien. III. Perspectivas: el orden normativo, el orden social y el orden ético Habiendo contextualizado el pensamiento iusfilosófico de nuestro autor, dentro del ámbito de la filosofía, la política y el derecho, conviene antes de adentrarnos en la exposición que hace respecto de las perspectivas desde las cuales debe analizarse lo jurídico, partir de su concepción de la filosofía del derecho. Y, nuevamente en este caso, nos encontramos con la amplitud de miras y la búsqueda de la integración, por cuanto que el profesor Preciado consideraba –como es sabido– que el objeto material de la filosofía jurídica es, nada menos, que “la total realidad de lo jurídico”, englobando dentro de ella “lo mismo el derecho positivo que el natural, el estatal y el social”.32 Por lo que toca a su objeto formal, como resulta lógico de su misma noción de filosofía en general, éste se conforma por la perspectiva de las “las causas últimas” “las razones más elevadas”, “los primeros principios”.33 Sobre las tendencias iusfilosóficas a las que responde Preciado, resulta bastante exacta la Cfr. Idem, p. 209. Ibidem p. 236. 32 Preciado. Lecciones…, op. cit., p. 22. 33 Idem, pp. 23 y 12.

valoración que don Luis Recaséns Siches hizo de su pensamiento: “se orienta en la dirección del neotomismo; pero dentro de esa tendencia muestra una gran flexibilidad”.34 Y es que –en efecto– de la más somera revisión de la bibliografía que emplea don Rafael en sus diferentes obras, podemos constatar una influencia preeminente de la filosofía tradicional del realismo moderado (Aristóteles y Tomás de Aquino), si bien debe reconocerse que su predilección escolástica, se encuentra referida a muchos autores contemporáneos suyos, que entonces postularon un neotomismo de vanguardia, como J. Maritain, O. Derisi, J. Th. Delos, X. Zubirí, M. García Morente, J. Corts Grau, G. Sortais y Le Fur, entre muchos otros. Pero, además, encontramos en el pensamiento de Preciado la consideración y el aprovechamiento de otros muchos autores pertenecientes a las más diversas corrientes filosóficas y escuelas jurídicas, como el propio L. Recaséns Siches, G. Gurvitch R. Stammler, E. Husserl, M. Scheler, G. Del Vecchio, H. Kelsen, I. Kant, F. Geny, G. Radbruch, M. Scheler, H.L.A. Hart, Ch. Perelman, N. Bobbio, E. Rommen, J. Messner, E. Wolf, A. Verdross, F. Utz, J.P. Sartre y M. Weber, por sólo citar a algunos. Acaso en razón de la gran diversidad de autores manejados por Preciado Hernández y por su misma apertura para aprovecharse de diferentes aspectos de su pensamiento, pueda entenderse la afirmación del maestro Recaséns, cuando observaba respecto de don Rafael que “se inclina por el sincretismo metódico”.35 Sin embargo, me parece que una cosa es la búsqueda material de la integración y la atemperación por medio de la contrastación y la matización de las ideas y perspectivas –propia y característica del método dialéctico– y otra cosa es el eclecticismo y el sincretismo metodológico, cuyos riesgos y peligros es impensable que fueran

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Luis Recaséns Siches. Panorama del Pensamiento Jurídico en el Siglo XX. México. Editorial Porrúa.1963. Tomo I p. 448. 35 Idem., tomo I. p. 449 34


ignorados por don Rafael, máxime en tanto que fue conocedor y estudioso de la doctrina social de la Iglesia que los reprueba expresamente.

o constitución (norma dada) y últimamente sobre la “norma hipotética fundamental” (norma presupuesta y no puesta).37

Incluso puede decirse en descargo suyo, que tan estaba consciente de los peligros del eclecticismo, que desde la primera edición de sus Lecciones y mucho antes de la crítica de Recaséns, Preciado mismo refutó –anticipadamente– cualquier intento por tildar su teoría de sincrética.36

Por otro lado estaba el naturalismo jurídico –también llamado antiformalismo–, como el conjunto de corrientes, pensadores y escuelas (jurisprudencia de intereses, escuela del derecho libre, sociologismo jurídico, marxismo, realismo jurídico escandinavo, etcétera), que desde la segunda mitad del siglo XIX y hasta nuestros días, ha venido destacando la importancia de los contenidos jurídicos mediante la reivindicación de la factualidad del derecho (derecho=hecho).38

Pero además, ese supuesto eclecticismo o sincretismo fue precisamente lo que le permitió prefigurar los derroteros de la filosofía del derecho de la segunda mitad del siglo XX, que supo reivindicar en el integracionismo o integralismo, una de las direcciones más fecundas del pensamiento jurídico de nuestro tiempo. En efecto, vale la pena recordar que durante la primera mitad del siglo XX, el debate iusfilosófico se había convertido en una especie de diálogo de sordos entre las que entonces eran las tres principales corrientes de pensamiento jurídico: el formalismo, el estimativismo y el naturalismo. Ciertamente, por un lado, el formalismo jurídico –tal y como fue expuesto por las escuelas de Marburgo y de Viena y, por antonomasia por su máximo representante, Hans Kelsen–, postulaba la definición del derecho como norma jurídica (derecho=ley=norma) y la de ésta como juicio lógico - formal hipotético (derecho =norma =forma), con la consecuente depuración objetiva y metódica de la ciencia del derecho, deslindándola de cualquier contenido ético, político o social, considerado como “metajurídico” (derecho=forma normativa como recipiente vaciado de contenido). Igualmente, puede recordarse que el formalismo jurídico identificó al derecho con el estado, asignándole a éste último la misión de crear, mediante sus mandatos, los nexos de atribución, proponiendo a su vez la estructuración sistemática del ordenamiento jurídico como una pirámide normativa y formal, cuya validez descansaba sobre la norma fundamental 36

Cfr. Preciado. Lecciones…, op. cit., p. 269.

Finalmente se encontraban las posiciones estimativistas, en buena parte resultado de los horrores legalizados durante la primera mitad del siglo XX, que buscaron desde las más diversas perspectivas (neokantismo, neotomismo, derechos humanos, procedimentalismo, etcétera), rehabilitar el concepto de justicia material y la orientación ética del derecho (derecho=valor).39 Sin embargo, ya desde la desde la década del cuarenta, algunas de las mentes más penetrantes de su época supieron captar, que tanto el formalismo, cuanto el naturalismo y el estimativismo tenían su profundo ‘momento de verdad’. Más aún, que su momento de verdad se esfumaba, precisamente tan pronto como pretendían reducir el todo a una de sus partes, pues si el derecho tenía un momento de positividad, de efectividad y de validez, no podía agotarse tampoco en su sola validez formal, ni en su sola factualidad, ni en su sola validez material o intrínseca. 37 Cfr. mi libro Historia General…op. cit., pp. 266 y ss. También pueden verse las exposiciones de Guido Fassò. Historia de la Filosofía del Derecho. Traducción por José F. Lorca Navarrete. Tercera edición. Madrid. Ediciones Pirámide. 1966. tomo III, pp. 227 y ss., Karl Larenz. Metodología de la ciencia del derecho. Traducción de Enrique Gimbernat Ordeig. Barcelona. Editorial Ariel. 1966. pp. 90 y ss., Recaséns. Panorama..., op. cit., tomo I, pp. 137 y ss., José María Rodríguez Paniagua. Historia del Pensamiento Jurídico. Madrid. Edita la Sección de Publicaciones de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense. 1993. tomo II, pp. 585 y ss., Hans Kelsen. La Teoría Pura del Derecho. Segunda edición. México. Editora Nacional. 1981., y Hans Kelsen. Teoría General del Estado. Traducción de Luis Legaz Lacambra. México. Editora Nacional. 1979. 38 Cfr. Pampillo. Historia General…op. cit., pp. 257 y ss., Fassò. Historia..., op. cit., Larenz. Metodología..., op. cit., Recaséns. Panorama…, op. cit., Rodríguez Paniagua. Historia..., op. cit., y Franz Wieacker. Historia del Derecho Privado de la Edad Moderna. Traducción de Francisco Fernández Jardón. Granada. Editorial Comares. 2000. 39 Cfr. Historia General…, op. cit., pp. 297 y ss. En general, puede consultarse la bibliografía indicada en la nota inmediata anterior.

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De esta manera, durante la segunda mitad del siglo XX se abrió paso una corriente tridimensional, triádica o triatómica del derecho, que en México alcanzó su más acabada expresión en la sugerente teoría de los tres círculos debida al iusfilósofo Eduardo García Maynez,40 pero que también fue preconizada por el maestro Rafael Preciado Hernández, quien la desarrolló de manera original y sugerente, principalmente en sus Lecciones de Filosofía del Derecho de 1947. Dicha “corriente tridimensional” –germen del integralismo o integracionismo que ha reconocido la naturaleza multifacética de lo jurídico–41 buscó definir al derecho a partir de la correlación dialéctica entre sus hechos, sus valores y sus formas, encontrando su más acabada expresión –en mi concepto– en el iusfilósofo brasileño Miguel Reale, quien definió expresivamente al derecho como “una integración normativa de hechos según valores”.42 Así las cosas, las tres perspectivas propuestas por Rafael Preciado para el conocimiento del derecho, fueron el resultado del aprovechamiento de lo mejor del pensamiento jurídico de su tiempo y permiten comprender como el eje de sus Lecciones, la intención de explicar el derecho precisamente “en relación, sucesivamente, con estos tres órdenes de los cuales participa: el orden normativo, el orden social y el orden ético”.43 De la anterior manera, Preciado sigue a lo largo de su obra la anterior secuencia, comenzando su obra con la exposición del derecho Cfr. Eduardo García Maynez. La Definición del Derecho. Ensayo de Perspectivismo Jurídico. México. Editorial Stylo. 1948; pueden encontrarse los primeros esbozos de la ‘teoría de los tres círculos’ en su ensayo de 1935, El problema filosófico–jurídico de la validez del derecho. México. Imprenta Mundial. 1935 y, desde luego, su exposición, ya completamente delineada, desde la primera edición de su clásica Introducción al Estudio del Derecho. México. Porrúa Hnos. 1940. 41 La corriente integracionista ha continuado añadiendo perspectivas a las tres originales propuestas por Reale (hecho, valor y norma), como fue en el caso del Pérez Luño la histórica, dando lugar a una teoría tetratómica del derecho, cfr. Enrique Perez Luño. Lecciones de Filosofía del Derecho. Presupuestos para una Filosofía de la Experiencia Jurídica. Sevilla. Editorial Mergablum. 1998, o en el mío, la adición de una perspectiva antropológica, cfr. Pampillo. Filosofía.., op. cit. 42 Miguel Reale. Teoría Tridimensional del Derecho. Traducción de Ángeles Mateos. Madrid. Editorial Tecnos. 1997, p. 98. Los orígenes del tridimensionalismo en M. Reale se encuentran en su tesis doctoral Fundamentos do Direito (1940) y la fórmula transcrita en el cuerpo del trabajo la acuña el mismo año, dentro de su libro Teoria do Direito e do Estado. 43 Preciado. Lecciones…, op. cit., p. 69 40

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como orden normativo, y ofreciendo para ello, en primer lugar, las definiciones clásicas de regla (“fórmula que prescribe lo que es preciso hacer para alcanzar un fin determinado”), norma, (“regla de conducta obligatoria”) y ley (siguiendo a Montesquieu las “relaciones necesarias que derivan de la naturaleza de las cosas”).44 Posteriormente, el maestro Preciado Hernández proporciona un interesante panorama sobre la obligatoriedad como dato característico de las normas jurídicas, la necesidad moral, los juicios de valor, los elementos de las normas, las diferentes especies de las normas y una caracterización de las normas jurídicas específicamente consideradas. Sin embargo, acaso la mayor originalidad de su exposición sobre el derecho como orden normativo, se encuentre en su desarrollo de las normas jurídicas, analizando su estructura formal, como juicios de valor, así como su naturaleza de imperativo condicionado y exponiendo posteriormente sus datos formales (sujeto, supuesto, relación, objeto, consecuencia, derecho subjetivo, deber y sanción) y sus datos reales (persona, sociedad, autoridad, coerción y fines: justicia, seguridad y bien común).45 Respecto del derecho como orden social, Preciado expone las nociones generales de hecho social, explica la diferencia entre sociedad y comunidad, desarrolla al derecho como forma de la sociedad y ofrece un concepto institucional de lo jurídico, armonizando la doctrina tradicional del derecho de la filosofía aristotélico tomista con un nuevo planteamiento que retoma algunas de las conclusiones del institucionalismo de Hauriou y de Renard.46 Prosigue después su exposición con un estudio cuidadoso sobre el derecho positivo, reivindicando en primer lugar la importancia de su facticidad y eficacia. Posteriormente, observa la importancia de la positividad en todo ordenaCfr. Idem pp. 70 y ss. Ibidem pp. 119 y ss. 46 Ibidem 141 y ss. 44 45


miento jurídico, ofreciendo una interesante disgresión sobre el derecho y la fuerza y el derecho y la arbitrariedad, para proporcionar después un panorama sobre la naturaleza de las reglas de trato social y sus similitudes y diferencias respecto de la norma jurídica, hablando también del derecho y la costumbre.47 Por lo que hace al derecho como parte del orden ético o moral, Preciado desarrolla en primer lugar una antropología basada en la naturaleza dual del hombre (cuerpo y espíritu), abordando a continuación el tema de la libertad y sus limitaciones como el contexto propio y específico de la conducta humana susceptible de ser valorada racionalmente conforme al bien, es decir, de la ética.48 Posteriormente y siguiendo las directrices de la filosofía tomista, don Rafael hace una exposición sobre los bienes como “criterios racionales” que “rigen la conducta del hombre”, ofreciendo una jerarquía entre los mismos. Enseguida, emprende una exposición de fondo –ontológica y moral– sobre el bien, clasificando los distintos tipos de bienes (ontológico, honesto, deleitable y útil) para concluir, posteriormente, que la justicia es un bien.49 Seguidamente, el maestro aborda el tema del bien común, diferenciándolo del bien personal y estableciendo sus relaciones con la justicia.50 A continuación Preciado entra al tema de la justicia, su esencia, sus especies y su relación con la equidad,51 para pasar después a la exposición sobre la seguridad jurídica, deslindándola posteriormente de la certeza jurídica.52 Ulteriormente –y como se expondrá dentro del siguiente apartado– Preciado Hernández analiza las supuestas antinomias que ciertos filósofos del derecho han observado entre la justicia, el bien común y la seguridad jurídica, para concluir que “la seguridad jurídica implica las nociones de orden legal, eficaz y justo, y que por Ibidem, pp. 171 y ss. Ibidem, pp. 181 y ss. Ibidem, pp. 195 y ss. 50 Ibidem, pp. 207 y ss. 51 Ibidem, pp. 217 y ss. 52 Ibidem, pp. 233 y ss. 47 48 49

consecuencia, no puede haber oposición o contradicción desde un punto de vista racional, entre la seguridad jurídica, la justicia y el bien común”.53 Finalmente, el maestro Preciado incluye una interesante exposición sobre el derecho natural y sus relaciones con el derecho positivo, definiendo al derecho natural como un “conjunto de criterios racionales supremos que rigen la vida social, y que constituyen los fines propios de una ordenación jurídica de la sociedad, así como de los principios y normas implicados en ellos o que se deducen lógicamente d tales criterios, y que representan la estructura permanente y necesaria de toda construcción jurídica positiva”54 A este respecto, vale la pena destacar que su filiación a la filosofía perenne le llevó a buscar formas de integración y complementación entre el derecho natural y el derecho positivo. Así, por ejemplo, Preciado sostuvo en su momento que la referencia que el artículo 14 Constitucional hacía a los principios generales del derecho “vincula nuestro derecho patrio a la mejor tradición iusnaturalista de la civilización occidental”, proponiendo que a través de la referencia que el mismo precepto hace a los principios generales 53 54

Ibidem, p. 241 Ibidem, p. 257.

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del derecho, podían referirse “los principios más generales de ética social, derecho natural o axiología jurídica”, por donde resultaría “superada la polémica entre las dos tendencias”.55 En el anterior sentido, si bien Preciado tenía absolutamente claro que el fundamento de la obligatoriedad del derecho reside en su racionalidad, razonabilidad y conformidad con sus fines éticos,56 también es verdad que ya se anticipaba también, en ciertas modulaciones, a una aproximación iusnaturalista histórica, reconociendo que dichos criterios podían formularse y aplicarse a través de instituciones y reglas contingentes e históricas.57 No es pues tampoco de extrañar que Recaséns haya ponderado especialmente su particular aproximación al tema de las relaciones entre el derecho natural y los derechos positivos.58 En resumen, la filosofía jurídica de don Rafael Preciado Hernández, enclavada dentro del ámbito multidisciplinario de la filosofía, la política y el derecho, siguió las líneas fundamentales de la filosofía tradicional, si bien, retomando algunas de las aportaciones de otros iusfilósofos contemporáneos suyos, permitiéndole preconizar y desarrollar un pensamiento integracionista de estructura triatómica, gracias al cual estructuró sus Lecciones de Filosofía del Derecho en torno a tres ejes fundamentales: el derecho como orden normativo, como orden social y como orden ético, a partir de los cuales, articuló de manera original y sugerente los distintos temas de la filosofía jurídica, mereciendo la pena destacar especialmente –en parte como consecuencia de la adopción de esta triple perspectiva {derecho= norma+hecho+valor}– su interesante Cfr. Rafael Preciado Hernández. “El artículo 14 Constitucional y los Principios Generales del Derecho” (originalmente publicado en 1969) Revista de la Facultad de Derecho…, op. cit., pp. 25 y 29. 56 En dicho sentido, el maestro sostenía expresamente: “La eticidad del derecho consiste en los criterios y principios fundamentales del orden social que sirven de fundamento a la imperatividad u obligatoriedad de las normas jurídicas” en Preciado. “Eticidad…”, op. cit., p. 53. 57 En efecto, Rafael Preciado expuso con toda claridad: “La positividad del derecho, en cambio, implica la intervención de la voluntad en la determinación de las normas e instituciones jurídicas históricas, contingentes; ya que el mismo principio ético–jurídico puede realizarse de distintos modos” Idem, p. 54. 58 En las palabras de Recaséns: “muy interesantes son las consideraciones que Preciado Hernández hace sobre la relación entre los conceptos de Derecho positivo y Derecho Natural” Recaséns. Panorama…, op. cit., p. 451. 55

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aproximación al complejo tema de las relaciones entre el derecho natural y los derechos positivos. IV. Fines: bien común, seguridad y justicia Como se destacaba en el apartado anterior, dentro de la exposición que Preciado dedica al derecho como orden ético, encontramos que su columna vertebral es el concepto ontológico y ético del bien, que –siguiendo las orientaciones de la filosofía perenne–, constituye el criterio racional para la determinación de los objetivos o finalidades del ordenamiento jurídico. En efecto, dentro de la filosofía escolástica, el bien y los fines se identifican –en palabras de Tomás de Aquino “quien obra, lo hace por un bien y quien obra por un bien obra por un fin” “omne agens agit propter finem, omne agens agit propter bonum”–, por donde, en cierto sentido, el bien y el fin son una y la misma cosa (finem autem est bonus).59 Pero –como observa Preciado y anteriormente adelantamos– los bienes son de distinto tipo (útil, deleitable y honesto) y aún entre los bienes de la misma categoría, existen diferencias y precedencias. Los bienes –y los fines– no son –en general– absolutos, sino relativos y por ende, son susceptibles de jerarquía. De hecho, Preciado Hernández claramente afirma: “La concepción del derecho a que nosotros nos adherimos por convencimiento, toma en cuenta… la jerarquía de los fines existenciales”.60 Por dicha razón, Recaséns observaba respecto de su pensamiento: “Sobre la necesidad de establecer los criterios racionales que deben regir el humano comportamiento, Preciado Hernández se plantea el problema de la jerarquía de los bienes, tabla de valores, u ordenación de los fines humanos”.61 59 Summa Theol, 1–2, q. 28, a. 6. En las palabras de Preciado: “el criterio racional del bien, está fundado en el ser, respecto del cual se puede considerar como una proyección, es decir, el ser en relación como su causa final”. Lecciones…, op. cit., p. 239. 60 Preciado. “Eticidad…, op. cit., p. 56 61 Recaséns. Panorama…, op. cit., tomo I, p. 451


mismos no constituyen tan sólo criterios deseables para orientar al ordenamiento jurídico, sino que en realidad se trata de datos esenciales, es decir, de cualidades que permiten valorar si un determinado ordenamiento es en realidad jurídico o no. Dentro del anterior marco teórico general y antes de referirnos específicamente a los fines del derecho como orden ético, conviene preliminarmente destacar que en este tema, Preciado combina nuevamente su dominio de la filosofía perenne con el manejo de las últimas corrientes iusfilosóficas de su tiempo, demostrando un amplio conocimiento de los autores clásicos y modernos.63 De la anterior manera, don Rafael estructura su exposición sobre el derecho como orden ético, a partir de la teoría de los bienes, como exigencia ontológica y moral del ordenamiento jurídico, que se traduce en la necesidad que tiene éste último de orientarse conforme a los mismos, en tanto que criterios racionales que conforman sus finalidades y objetivos. Y los bienes o fines del derecho son para Preciado Hernández, precisamente la justicia, el bien común y la seguridad jurídica. Respecto de estas tres finalidades del derecho –justicia, seguridad jurídica y bien común– observa con razón el profesor Jacinto Valdés Martínez, refiriéndose específicamente a la función directiva (vis directiva) y pedagógica del derecho y de la ley, que el maestro en realidad “recupera una parte fundamental del pensamiento clásico, a saber, la auténtica dimensión antropológica del derecho, haciendo patente que se trata de una realidad que ha de estar al servicio del ser humano para revelarle o ayudarle a revelar lo que es justo”.62 Ahora bien, sobre esta concepción tradicional que recoge Preciado Hernández sobre los fines del derecho, conviene insistir en que los Jacinto Valdés Martínez. “La función directiva del derecho en la doctrina de Rafael Preciado Hernández” inédito de la ponencia presentada por el autor dentro de la mesa “Rafael Preciado Hernández, su aporte a la filosofía del derecho”, el 13 de mayo de 2008 en el Aula Magna Jacinto Pallares de la Facultad de Derecho de la UNAM y que tuvo la amabilidad de facilitarme previa su publicación para enriquecer la presente comunicación.

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Respecto de la justicia, en primer lugar Preciado Hernández distingue con nitidez dos conceptos distintos, definiéndola en primer lugar “como criterio racional de la conducta humana”, pero sin dejar de considerar el concepto clásico aristotélico que la caracteriza “como virtud”. A partir de esta distinción, don Rafael aclara que es a la primera acepción de justicia a la que se refiere en tanto que fin del derecho.64 Hecha la anterior distinción, don Rafael perfila a la justicia como fin del ordenamiento jurídico como “el criterio práctico que expresa la armonía e igualdad postuladas por el orden ontológico” que “coordina las acciones entre los hombres y las ordena al bien común”, desempeñando por ello “una doble función igualitaria y estructural”.65 Ahora bien, la justicia en tanto que fin del derecho, debe atemperarse con la equidad, a la que caracteriza como “el criterio racional que exige una aplicación prudente de las normas jurídicas al caso concreto, tomando en cuenta todas las circunstancias particulares del mismo, con miras a asegurar que el espíritu del derecho, sus fines esenciales, prevalezcan sobre las exigencias de la técnica jurídica”.66 Respecto del bien común, Rafael Preciado observa que se trata del fin propio de la sociePara muestra puede verse su interesante ensayo “Reflexiones sobre la Diversidad de Ideas acerca de la Justicia” en Revista de la Facultad de Derecho…, op. cit., pp. 31–49. Cfr. Idem, p. 218. 65 Preciado. Lecciones…, op. cit., p. 217 66 Ibidem, p. 231 63

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dad, subsidiariamente del estado y –en tanto que el derecho es forma de la sociedad y del estado– también es fin del derecho, diríamos, por participación.67

de un pueblo los vínculos naturales y culturales que lo unifican, los elementos básicos de su nacionalidad y de su destino como grupo social humano”.70

Vistas así las cosas, para don Rafael el bien común puede definirse, en términos generales, como “ese estado de seguridad producido a base de relaciones justas de los particulares entre sí y con el poder público, que permite a cada hombre realizar plenamente su personalidad, a la vez que asegura el progreso de un pueblo hacia su triple perfección: material, intelectual y moral”.68

Respecto de la seguridad jurídica, don Rafael observa que en su concepto “están implicadas tres nociones: la de orden, la de eficacia y la de justicia”.71 Más aún, puntualiza que debe distinguirse con toda claridad, la seguridad jurídica, como garantía social de protección y reparación de bienes jurídicos, de la certeza jurídica, que es más bien “el conocimiento que tienen las personas respecto de aquello que pueden hacer, exigir o que están obligadas a evitar o no impedir”, es decir, una especie de “saber a qué atenerse” subjetivo.72

Así pues, Preciado entiende por bien común un tipo de bien, que es el fin de la sociedad, del estado y del derecho, pero que además postula a la justicia y en cierto sentido la comprende, pues es parte del mismo bien común la realización de la misma. Adicionalmente, conviene destacar que para Preciado –siguiendo en esto a la filosofía realista moderada– aunque el bien personal está subordinado al bien común, no pierde de vista que la sociedad –lo mismo que el estado y el derecho– son para el hombre y no el hombre para aquélla, por donde, la precedencia del bien común sobre el bien personal es relativa. Así lo expresa de manera sintética y profunda en los siguientes términos: “la sociedad es absolutamente para el hombre; en tanto que el hombre es relativamente para la sociedad”.69 Por último respecto del bien común, llama la atención, nuevamente, la consideración especialmente destacada de su relatividad y contingencia histórico–geográfica, que le permite al maestro Preciado aseverar, matizando el dogmatismo de cierto iusnaturalismo ahistórico, que: “el bien común consiste, en buena parte, en descubrir a través de la perspectiva histórica Cfr. Rafael Preciado Hernández. “Estado, Política y Prerrogativas del Hombre” en Ensayos…, op. cit., p. 157 68 Idem, p. 151. Expone el mismo concepto en sus Lecciones, en las que siguiendo a Delos, lo define como: “el conjunto organizado de las condiciones sociales, gracias a la cuales la persona humana puede cumplir su destino natural y espiritual” Preciado. Lecciones…, op. cit., p. 209. 69 Preciado. Lecciones…, op. cit., p. 212. 67

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Ahora bien, la parte más interesante de la exposición de Preciado sobre los fines del derecho, es la que tiene que ver con la prelación entre la justicia, la seguridad jurídica y el bien común como fines del derecho. A lo largo de dicha exposición, retoma fundamentalmente las ideas de Le Fur y Delos, en el sentido de que no se trata de bienes antinómicos, a diferencia –por ejemplo– de la posición de G. Radbruch, para quien dichos valores, lejos de estar en perfecta armonía, son más bien “una antinomia viviente”.73 Así pues, concluye el maestro Preciado Hernández: “que… el bien común, a su vez, es una especie del bien; que la justicia es el criterio indispensable para asignar racionalmente a cada uno de los miembros de una sociedad, su participación en el bien común; y por último… que la seguridad jurídica implica un orden eficaz y justo. Así, la seguridad jurídica supone a la justicia, la que por su parte postula el orden social cuyo fin es el bien común. Por tanto, lógica y racionalmente no puede haber antinomias entre los criRafael Preciado Hernández. “Características de los Partidos Políticos Auténticos” en Ensayos…, op. cit., p. 221. 71 Lecciones…, op. cit., p. 236. 72 Idem., p. 236 73 Apud Lecciones…, op. cit., p. 238. Cfr. Le Fur, Delos, Radbruch, Carlyle. Los fines del derecho. Bien común, Justicia, Seguridad. Traducción de Daniel Kuri Breña. México. Editorial Jus. 1944. 70


terios de la seguridad, la justicia y el bien común, sino que éstos están ordenados en una jerarquía en la que la seguridad es el valor inferior, el bien común es el valor más general, y la justicia cumple una función vinculatoria”.74 En otras palabras, la justicia se encuentra implicada en el bien común en tanto que noción general y la seguridad jurídica, subordinada a la justicia, la presupone; por donde el bien común es el bien más extensivo –que comprende a la justicia y a la seguridad–, la justicia es el bien específicamente jurídico de mayor jerarquía y la seguridad jurídica, subordinada a ésta última, no puede entenderse sino a partir de la misma justicia. Pues bien, expuestas a grandes trazos las que en mi concepto son las principales aportaciones del profesor Preciado Hernández a la filosofía del derecho –la triple estructuración triatómica de un pensamiento comprensivo, multidisciplinario y dialéctico– vale la pena a manera de conclusión subrayar que su pensamiento constituye ante todo un esfuerzo universal de integración y articulación de ámbitos, perspectivas y fines. Dicho esfuerzo, se tradujo –como se ha venido insistiendo– en una llamada al abordamiento interdisciplinario de los temas complejos –como la sociedad, el estado y el derecho–, a la integración de las diferentes perspectivas desde las que puede observarse cada objeto –incluido el derecho, que puede ser visto como orden normativo, como orden social y como orden ético– procurando ofrecer una visión global y de conjunto, y a la dialecticidad complementaria y armonizadora de unos fines –bien común, justicia y seguridad jurídica– tan solo aparentemente contrapuestos. Así las cosas, desde el ámbito de lo ‘filosófico–político–jurídico’, intentando dar una razón completa del derecho desde la perspectiva ‘normativa–social–ética’ y procurando entender la peculiar manera a través de la cual, el ordena74

Lecciones…, op. cit., p. 239

miento jurídico debe asegurar su finalidad ‘justicia–bien común–seguridad jurídica’, Preciado concluye con su célebre –por profunda, clara y sintética– definición: “el derecho es la ordenación positiva y justa de la acción al bien común”.75 Más allá de los indudables avances y de las nuevas direcciones de la filosofía del derecho en las últimas décadas, puede decirse que el pensamiento filosófico–jurídico–político del maestro Rafael Preciado Hernández sigue teniendo una indudable actualidad y que sus aportaciones, así como la claridad y sencillez de sus escritos –muy especialmente el de sus Lecciones–, le garantizan un lugar permanente y preeminente dentro de la enseñanza de la filosofía del derecho en México. 75

Cfr. Lecciones…, op. cit., pp. 269–271.

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La función directiva del derecho en la doctrina de Rafael Preciado Hernández Jacinto Valdés Martínez

Introducción Si la filosofía tiene su origen en la admiración,1 la filosofía jurídica tiene su origen en la admiración ante el derecho. Y quien se admira, al decir de Aristóteles,2 reconoce que no sabe. Así, la iusfilosofía responde a la necesidad de saber el derecho, esa realidad que, al decir de Cotta,3 acompaña al hombre desde la cuna hasta la tumba. Por eso ha dicho Nino4 que el derecho, como el aire, está en todas partes. No deja de resultar paradójico que esta presencia generalizada de lo jurídico, vaya acompañada de un desacuerdo acerca de datos tan fundamentales como el concepto del derecho, pues los diversos autores y las diversas corrientes doctrinales defienden diferentes conceptuaciones sobre el mismo.5 Con razón Legaz y Lacambra6 –siguiendo el pensamiento aristotélico– sostiene que es imposible sustraerse a los problemas filosóficos que plantea el derecho, a pesar de que sea posible su incorrecto planteamiento o su resolución equivocada. La admiración es el punto de arranque de la posesión de la verdad, de tal suerte que quien no se admira no se pone en marcha, no sale al encuentro de la verdad. La admiración es una incitación que tiene que ver con el asombro, con la apreciación de la novedad. Así, el origen de la filosofía es como un estreno, al que sigue ponerse a investigar aquello que la admiración presenta como no sabido. Cfr. Polo, Leonardo, Introducción a la filosofía, 3ª ed., Pamplona, EUNSA, 2002, p. 22. 2 Cfr. Aristóteles, Metafísica, Libro I, 982b 18-19. 3 Cfr. Cotta, Sergio, ¿Qué es el derecho?, 2ª ed., trad. J. Blasco, Madrid, Rialp, 1995, p. 10. 4 Cfr. Nino, Carlos, Introducción al análisis del derecho, 10ª ed., Barcelona, Ariel, 2001, p. 1. 5 Dice Hart al respecto: “Pocas preguntas referentes a la sociedad humana han sido formuladas con tanta persistencia y respondidas por pensadores serios de maneras tan diversas, extrañas, y aún paradójicas, como la pregunta ‘¿qué es derecho?‘”. Hart, H.L.A., El concepto de derecho, 2ª ed., trad. G. Carrió, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 2004, p. 1. 6 Cfr. Legaz y Lacambra, Luis, Filosofía del derecho, 4ª ed., Barcelona, Bosch, 1975, p. 8. 1

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ha escrito Kelsen,7 es el criterio decisivo para diferenciar al derecho frente a otro tipo de sistemas sociales. En esta tesitura, la sanción es un acto coactivo, es decir, un recurso de fuerza ante conductas socialmente indeseadas, impuesto por quien tiene el monopolio del uso de la fuerza.8 De este modo, el derecho en sede moderna queda establecido como uno de aquellos factores que determina los miedos definitorios de las culturas, puesto que “las culturas se diferencian por lo que temen y cambian cuando cambian sus miedos”,9 siendo enmarcado –como en su hábitat natural o ergonómico– en la concepción weberiana10 del Estado, en el que el monopolio del uso de la fuerza legítima se constituye en uno de sus rasgos más conspicuos. Así, el desencantamiento del mundo11 produjo un derecho que se deslizó hacia la provincia penalista o de las sanciones en general, consagrando a la fuerza organizada como elemento constitutivo y protagónico del mundo jurídico.

Uno de los problemas filosóficos que presenta la realidad jurídica es definir cuáles sean las funciones del derecho. Vale decir, definir qué es aquello que requiere la vida en comunidad y que es proporcionado en exclusiva por el derecho. Dicho en otras palabras, si el derecho es una realidad necesaria para la vida humana, es porque algo aporta para que ésta sea viable, al menos para que se desarrolle a la altura de la dignidad que es propia del ser humano. Puede decirse que la respuesta a esta pregunta ha enfrentado a dos modos de pensar el derecho, a saber: el clásico y el moderno. En efecto, la Modernidad sostiene que la seguridad jurídica es la función primordial del derecho, la cual se logra principalmente a través de actos coactivos. Bajo este prisma, v. gr., una norma es jurídica cuando es coercible, de tal suerte que la coercibilidad forma parte de la esencia de lo jurídico y, como

En definitiva, la Modernidad hizo presente al derecho como un sistema de fuerza organizada, siendo percibido por el ciudadano promedio como una compleja organización legal, cuya misión es imponer la voluntad soberana a través de la coercibilidad. Entre otras consecuencias, Paolo Grossi12 ha señalado la desconfianza de dicho ciudadano promedio hacia el derecho, pues lo identifica con la legalidad y no con la justicia. Cfr. Kelsen, Hans, Teoría pura del derecho, 12ª ed., trad. R. Vernengo, México, Porrúa, 2002, p. 48. 8 Cfr. Ibidem, pp. 49-50. 9 Innerarity, Daniel, La sociedad invisible, Madrid, Espasa Calpe, 2004, p. 147. 10 Ya es clásica la definición que ofrece Weber del Estado: “…instituto político de actividad continuada, cuando y en la medida en que su cuadro administrativo mantenga con éxito la pretensión al monopolio legítimo de la coacción física para el mantenimiento del orden vigente”. Cfr. Weber, Max, Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva, 2ª ed., 13ª reimp., trad. J. Medina et al., México, FCE, 1999, pp. 43-44. Respecto al ámbito jurídico, Weber afirma que sólo si un orden está respaldado por la coacción –ya física, ya psíquica–, podrá ser considerado derecho. Cfr. Ibidem, p. 27. 11 Con esta expresión se hace referencia a la idea que ofrece Weber sobre la ciencia como actividad desmitificadora del mundo. En efecto, la ciencia –vista en sede weberiana– tiene el sentido y la misión de despojar al mundo de los encantos mágicos que ha padecido a lo largo de la historia. Así, v. gr., dice en uno de sus textos: “La intelectualización y racionalización crecientes no significan, pues, un creciente conocimiento general de las condiciones generales de nuestra vida. Su significado es muy distinto; significan que se sabe o se cree que en cualquier momento en que se quiera se puede llegar a saber que, por tanto, no existen en torno a nuestra vida poderes ocultos e imprevisibles, sino que, por el contrario, todo puede ser dominado mediante el cálculo y la previsión. Esto quiere decir simplemente que se ha excluido lo mágico del mundo”. Weber, Max, El político y el científico, 3ª reimp., trad. F. Rubio, Madrid, Alianza, 2001, p. 201. 12 Cfr. Grossi, Paolo, Mitología jurídica de la Modernidad, trad. M. Martínez, Madrid, Trotta, 2003, p. 21. 7

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Frente a esta forma típicamente moderna de mirar lo jurídico, Rafael Preciado Hernández siempre sostuvo una postura divergente que hunde sus raíces en el pensamiento clásico. El presente trabajo desea explicitar el contraste que presentan ambas posiciones, a través de tres puntos que, sin pretender agotar el tema, se desarrollan a continuación. 1. De la justicia como legalidad a la justicia como bien exigible A pesar de que Hans Kelsen afirmó, por un lado, que la justicia es una constante aspiración humana, la cual puede ser definida como la felicidad que el orden social garantiza,13 por otro lado sostuvo que dicha justicia solamente puede ingresar al mundo jurídico en forma de legalidad. Textualmente dice Kelsen: “Justicia (…) significa legalidad. (…) Justicia, en el sentido de legalidad, es una cualidad que no se refiere al contenido de un orden positivo, sino a su aplicación. (…) Sólo en el sentido de legalidad puede el concepto de la justicia entrar en el ámbito de la ciencia jurídica”.14 En esta tesitura, el positivismo jurídico más influyente en nuestro país y que sirvió de doctrina para la formación de generaciones enteras de juristas en el pasado siglo, ofreció un paradigma según el cual el derecho carece de la aptitud para abordar y resolver los problemas de justicia que plantea la convivencia humana. El derecho ha de conformarse, por tanto, con hacer tratamiento de la legalidad. Por ello ha señalado Berkowitz,15 que la justicia ha huido del mundo, de lo cual el hombre moderno no ha tenido la suficiente y clara conciencia debido a la substitución legal realizada.16

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13 Cfr. Kelsen, Hans, ¿Qué es la justicia?, 2ª ed., trad. E. Garzón, México, Fontamara, 1992, p. 10. 14 Kelsen, Hans, Teoría general del derecho y del Estado, 2ª ed., 4ª reimp., trad. E. GarcíaMáynez, México, UNAM, 1988, pp. 16-17. 15 Berkowitz, Roger, The gift of science. Leibniz and the Modern Legal Tradition, Harvard University Press, 2005, p. IX. 16 Es así como esta suplencia produjo en el hombre moderno la sensación generalizada de que lo bueno y lo malo se identifican con lo legal y lo ilegal, siendo una muestra del giro copernicano, señalado por Arendt, entre theoría y poiesis. En efecto, en el pensamiento clásico, la praxis y la poiesis se encuentran subordinadas a la theoría. A partir del modo de pensar moderno, desaparece la praxis y la teoría queda subordinada a la poiesis. Cfr. Arendt, Hannah, La condición humana, trad. R. Gil, Barcelona, Paidós, 1993, pp. 314-330.

Al respecto, el maestro Preciado enseñó que el conocimiento de la legalidad no es suficiente para responder a la necesidad fundamental y alcanzable de la justicia. Dice de manera textual: “No basta ni interesa fundamentalmente la solución legal de un caso, sino la solución justa; y es claro que quien se satisface con la primera, frecuentemente ni siquiera acierta con el verdadero punto legal. En cambio, quien trata de que la solución legal coincida con la solución justa, insistiendo y prolongando el estudio de un asunto, casi siempre alcanza el objetivo propuesto y, de paso, descubre que el primer punto de vista legal considerado, ni siquiera representaba una estricta solución legal”.17 En consecuencia la justicia, para Preciado, no sólo es una realidad alcanzable sino exigible, en la medida en que se trata de un bien argumentable que coadyuva directamente al perfeccionamiento de lo social, e indirectamente al perfeccionamiento de la persona, tal como lo expresa en la siguiente cita: “…la justicia es una especie del bien, como el propio bien común es igualmente una especie del bien racional. Por eso podemos afirmar que todo lo justo es bueno, pero no todo lo bueno es justo. La justicia y el bien común temporal están ordenados inmediatamente al perfeccionamiento de lo social; pero en último término se proponen también el perfeccionamiento moral de la persona”.18 Puede comprobarse que Preciado tiene como punto de partida al spoudaios aristotélico,19 para quien la vida se ha de encontrar gobernada por la razón, vale decir el modelo antropológico cuyos perfiles corresponden al hombre maduro dotado de razonabilidad práctica, porque es capaz de juzgar los asuntos prácticos de manera correcta.20 Esto equivale a decir que el derecho dirige sus mensajes a seres dotados de inteligencia, pues son capaces de entender las razones que asisten al derecho. Por ello dice el maestro: “…todo mandato supone no sólo una Preciado, Rafael, Lecciones de filosofía del derecho, México, UNAM, 1982, p. 29. Ibidem, p. 100. 19 Para una exposición sobre el spoudaios, puede consultarse a Finnis, John, Derecho natural y derechos naturales, trad. C. Orrego, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 2000, passim. 20 Cfr. Aristóteles, Ética nicomáquea, Libro III, 1113a 25-30. 17 18


voluntad inteligente en el destinatario a quien se dirige, sino también una voluntad inteligente en el sujeto de quien procede”.21 Lo anterior no significa que toda persona tenga las mismas capacidades para conocer el derecho, o que se trate de un conocimiento que se obtenga de una vez por todas. Significa, más bien, que se trata de un conocimiento práctico que, por lo mismo, ha de ser desarrollado a través del ejercicio de la prudencia –en este caso de la iuris prudentia–, pues de otro modo no podría lograrse el perfeccionamiento individual y social que señala Preciado. En efecto, ha dicho Robert P. George22 que las puras disposiciones jurídicas son incapaces de hacer morales a los hombres, pues sólo ellos pueden hacerlo al realizar de manera libre lo moralmente correcto por las razones correctas. No basta conocer lo que el derecho exige, sino que es necesaria su puesta en práctica para lograr, o al menos tender, a la plenitud jurídica. En definitiva, el maestro no duda en afirmar que el fin específico del derecho es el bien de la justicia,23 más que la seguridad o el bien común, porque la seguridad, para ser tal, implica como dato o elemento esencial su referencia a la justicia. Tampoco el bien común, toda vez que éste comprende cosas que estrictamente no caen en el ámbito de lo jurídico.24 2. Del no cognitivismo ético al conocimiento de lo que es justo La Modernidad se caracterizó, entre otras cosas, por asumir una postura ética conocida como “emotivismo ético”, según la cual los juicios de valor son el resultado caprichoso de emociones o actitudes basadas en preferencias personales que, procurando influir en las preferencias de otros, están impregnadas inevitable y fuertemente de subjetividad sentimental y, por tanto, no pueden ser catalogadas como verdaPreciado, Rafael, Lecciones…, op. cit., p. 79. Cfr. George, Robert, Para hacer mejores a los hombres. Libertades civiles y libertad pública, trad. C. Ruiz, Madrid, EIUNSA, 2002, p. 17. 23 Cfr. Preciado, Rafael, Lecciones…, op. cit., p. 133. 24 Cfr. Preciado, Rafael, Lecciones…, op. cit., pp. 236-237. 21 22

deras o falsas.25 Este “emotivismo ético”, por tanto, no le reconoce capacidad cognitiva al ámbito práctico, pues éste ha demostrado pertenecer al campo de la voluntad que quiere, no al campo de la razón que conoce.26 Por ello, todo juicio práctico no comunica otra cosa que una emoción o actitud de aprobación o desaprobación que, en todo caso, es aprovechada como una sugerencia que, dicha de modo imperativo, se dirige al interlocutor para tratar de influir en sus emociones o actitudes. Como señala Stevenson,27 decir “esto es malo” significa “desapruebo esto, desapruébalo tú también”; decir “debes hacer esto” significa “desapruebo que dejes esto sin hacer; desapruébalo tú también”; decir “esto es bueno” significa “apruebo esto, apruébalo tú también”. Los términos “bueno” o “malo”, por tanto, serían indefinibles debido al contenido emotivo que poseen y, por lo mismo, no tienen un equivalente emotivo exacto.28 En consecuencia, puede decirse que, para esta postura emotivista cuyo sustento es el escepticismo moral que ha moldeado las modernas concepciones de la razón práctica,29 los juicios éticos solamente expresan emociones o actitudes con el ánimo de influenciar en los demás,30 pero nunca expresan conocimientos que se puedan adquirir sobre lo práctico, porque las posiciones morales no pueden ser argumentadas,31 en tanto no son objeto de la razón y, en todo caso, son manifestaciones de las preferencias subjetivas del individuo, o sea, de esas preferencias de quien solamente quiere aquello que le beneficia a él solo,32 aun cuando para ello recurra a la instrumentalización de los demás. En contraste con lo anterior, Preciado sostiene que el derecho –es decir, lo que es justo– “… es una relación objetiva entre personas, accio25 Cfr. MacIntyre, Alasdair, Tras la virtud, 2ª ed., trad. A. Valcárcel, Barcelona, Crítica, p. 26. 26 Cfr. Alexy, Robert, El concepto y la validez del derecho, trad. J. Seña, Barcelona, Gedisa, 1994, p. 131. 27 Cfr. Stevenson, Charles, Ética y lenguaje, trad. E. Rabossi, Buenos Aires, Paidós, 1971, pp. 32-33. 28 Cfr. Ibidem, p. 84. 29 Cfr. Taylor, Charles, Argumentos filosóficos. Ensayos sobre el conocimiento, el lenguaje y la modernidad, trad. F. Birulés, Barcelona, Paidós, 1997, p. 59. 30 Cfr. Alexy, Robert, El concepto y la validez del derecho, op. cit., p. 132. 31 Cfr. Camps, Victoria, Paradojas del individualismo, Barcelona, Crítica, 1999, p. 30. 32 Cfr. Idem.

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nes y bienes, un ajustamiento o coordinación de las acciones humanas al bien común”.33 Por ello define la justicia como “…el criterio ético que nos obliga a dar al prójimo lo que se le debe conforme a las exigencias ontológicas de su naturaleza, en orden a su subsistencia y perfeccionamiento individual y social”.34 No se trata, en consecuencia, de imponer subjetivas emociones soberanas a través de la fuerza, sino de obligar al cumplimiento de reclamos objetivos, que encuentran apoyatura en los datos constitutivos de la dignidad personal, esenciales al ser humano. Bajo este prisma, Preciado enseña que la justicia es un criterio racional de la conducta humana, más allá de que pueda hacerse de ella una virtud. En efecto, el maestro explica con acierto que la justicia del jurista no se identifica con la justicia como virtud, aunque se trate de una distinción y no de una oposición.35 Esta distinción se comprende bien si se considera que, a diferencia de la moral –ámbito en el que se prioriza al hombre bueno sobre el acto bueno,36 aunque la bondad se revele a través de los actos– podría decirse que el derecho se “conforma” con los actos justos, sin exigir de ellos su realización virtuosa. Dicho en otros términos, la perfección solicitada por el derecho es la realización de actos justos, a pesar de que sean cumplidos involuntariamente,37 pues aunque sean moralmente inacabados, gozan de una innegable completitud jurídica. De igual forma es innegable que, de alguna manera, el acto justo se sitúa como un punto intermedio entre lo injusto y la virtud de la justicia, perfeccionando38 al hombre que lo lleva a cabo al apartarlo de la injusticia y colocarlo ante las puertas de la virtud.

Preciado, Rafael, Lecciones…, op. cit., pp. 113-114. Preciado, Rafael, Lecciones…, op. cit., p. 209. 35 Preciado, Rafael, Lecciones…, op. cit., p. 210. 36 Cfr. Aranguren, José, Ética, 9ª reimp., Madrid, Alianza, 2001, p. 29. 37 La doctrina aristotélica enseña que realizar actos justos no constituye necesariamente en justos a los hombres, pues se podrían llevar a cabo por ignorancia, involuntariamente o por alguna otra causa que no sea la virtud de la justicia. Cfr. Aristóteles, Ética nicomáquea, Libro VI, 1144a 15. 38 Si la justicia puede ser considerada como un bien humano básico, puesto que pertenece a los hombres en virtud de formar parte de su naturaleza, del acto justo se puede predicar lo mismo. Cfr. George, Robert, “Ley natural y naturaleza humana”, en Boletín Mexicano de Derecho Comparado, UNAM, nº 110, mayo-agosto de 2004, p. 603. 33 34

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Ahora bien, afirmar que el mundo jurídico queda satisfecho con los actos justos sin reclamar la virtud de la justicia, de ninguna manera significa que la persona deba observar lo debido sin considerar las razones que avalan el comportamiento apegado a derecho, pues sin la reflexión de dichas razones, quien realiza lo debido jurídicamente sería incapaz de distinguir si su conducta obedece a razones morales o a razones estrictamente jurídicas, siendo entonces una conducta irreflexiva que no coadyuva a que la persona, teniendo a la vista la distinción entre el acto justo y la virtud de la justicia, esté en la tesitura de valorar y sopesar adecuadamente su propia conducta para mejor decidir. Vale decir que enfrentar la distinción señalada permite al hombre ser espoleado por la mejor razón para realizar el acto justo, aun cuando sepa que, para los efectos jurídicos, basta que observe la conducta reclamada y avalada por razones estrictamente jurídicas para dar al derecho plena satisfacción. Tomando en consideración la recomendación aristotélica,39 casi podría decirse que las razones morales toman provecho de las razones jurídicas como plataforma propedéutica: mediante la repetición razonada de los actos justos, se facilita el conocimiento de los argumentos morales que avalan el cumplimiento de la conducta exigida por el derecho, invitando a la persona a cumplir sus obligaciones jurídicas por razones de virtud, mejorando el estatus antropológicamente argumentado de su obrar ciudadano, al situarlo frente a su vocación humana primaria.40 3. Del derecho como imposición al derecho como revelación Una vez expuestos los dos primeros puntos, es fácil percatarse que la Modernidad tiene como punto de partida lo que Truyol41 y Camps42 deAfirma Aristóteles que es necesario empezar por las cosas más fáciles de conocer. Por eso, quien ha sido bien guiado por sus costumbres, tiene la capacidad de ser un discípulo competente para aprender las cosas buenas y justas. Es decir, quien tiene buenas costumbres, adquiere más fácilmente los principios de su obrar. Cfr. Aristóteles, `, Libro I, 1095b 5-10. 40 Hildebrand enseña que la vocación primaria del hombre es vivir de cara a los bienes morales. Bajo esta óptica, bien podría decirse que dichos bienes exigen que el acto justo, suficiente para el mundo jurídico, sea vivido como virtud para que el mundo moral también quede satisfecho. Cfr. Hildebrand, Dietrich von, Ética, 1ª reimp., trad. J. García, Madrid, Encuentro, 1997, pp. 173-174. 41 Cfr. Truyol, Antonio, Historia de la Filosofía del Derecho y del Estado. Del Renacimiento a Kant, 3ª ed., Madrid, Alianza, 1988, tomo II, p. 4. 42 Cfr. Camps, Victoria, Paradojas del individualismo, op. cit., p. 27. 39


nominan, respectivamente, “pesimismo antropológico” y “prejuicio egoísta”, atento a que la versión moderna del derecho le habla al hombre concebido como un mecanismo gobernado por el placer y el dolor,43 es decir, aquel hombre que responde fielmente a sus impulsos pasionales y no racionales, a través de los cuales pretende dar satisfacción a sus intereses44 individuales, que no pueden ser sino exclusivos y excluyentes. Desde la ilustración alemana y confirmando este pesimismo antropológico, Kant sostiene que jurídica es aquella legislación en la que se encuentra ausente el deber como el móvil de la acción.45 Lo anterior se puede expresar en otros términos: el cumplimiento de las reglas jurídicas obedece a motivos que se encuentran al margen del deber, como acontece a quien paga los impuestos por el temor a las sanciones o penas que trae aparejada la desobediencia tributaria, motivo que, en efecto, se encuentra muy alejado de las exigencias o requerimientos éticos. Para que no quepa duda alguna sobre el particular, Kant afirma de manera categórica: “[Los móviles para cumplir el derecho]…tienen que extraerse de los fundamentos patológicos de la determinación del arbitrio, de las inclinaciones y aversiones y, entre éstas, de las últimas, porque tiene que ser una legislación que coaccione, no un reclamo que atraiga”.46 De igual modo, Kelsen47 –siguiendo a BenCfr. Bentham, Jeremy, An introduction to the principles of morals and legislation, Oxford, Clarendon Press, 1996, p. 11. 44 “Interés” es todo motivo dominante que mueve a un individuo a realizar o a evitar una acción. Cfr. Cruz, Luis, Derecho y expectativa. Una interpretación de la teoría jurídica de Jeremy Bentham, Pamplona, EUNSA, 2000, p. 72. 45 Cfr. Kant, Immanuel, La metafísica de las costumbres, 4ª ed., trad. A. Cortina y J. Conill, Madrid, Tecnos, 2005, pp. 23-24. 46 Ibidem, p. 24. 47 Cfr. Kelsen, Hans, Teoría general del derecho y del Estado, op. cit., p. 20. 43

tham–48 afirma que el hombre responde antes a las amenazas legales que a los premios o ventajas que se le puedan ofrecer por el cumplimiento de las exigencias del mundo jurídico. Hart,49 por su lado, resalta la importancia de que el destinatario jurídico sea consciente de las probables consecuencias que se derivan de la desobediencia a lo mandado por el derecho. Por su parte, el célebre juez Holmes50 ha sostenido que, quien no ordena su conducta en consonancia con las exigencias de naturaleza moral, podrá dar cumplimiento a los reclamos del derecho, pero únicamente como un medio para evitar la cárcel. Finalmente, Ross51 ha señalado que el derecho es un sistema de compulsión y, en Cfr. Bentham, Jeremy, Of laws in general, Hart, H.L.A. (ed.), London, Athlone Press, 1995, pp. 134-135. 49 Cfr. Hart, H.L.A., El concepto de derecho, op. cit., p. 142. 50 Cfr. Holmes, Oliver W., La senda del derecho, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1975, p. 18. 51 Cfr. Ross, Alf, Hacia una ciencia realista del derecho. Crítica del dualismo en el derecho, 1ª reimp., trad. J. Barboza, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1997, pp. 121-122. 48

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consecuencia, una norma no podría ser considerada jurídica si no pudiera ser impuesta mediante el uso de la fuerza. Frente a estas posturas que brindan protagonismo a la función coercitiva del derecho, el maestro Preciado defiende que “…no es exacto que lo fundamental en el derecho sea la coacción. Es fácil distinguir en la norma jurídica su función directiva y su función coercitiva. La norma prescribe, ante todo, lo que es preciso hacer para alcanzar un determinado fin (no se olvide que toda norma es una regla y que la esencia de la regla estriba en una ordenación de medios a fines); así podemos decir que la norma jurídica es fundamentalmente dirección, orientación”.52 No niega Preciado el uso de la fuerza en el mundo jurídico, pues a continuación señala que, dada la importancia de la finalidad que es propia del derecho, es indispensable imponerlo –en caso necesario– por medio de la fuerza, aclarando sabiamente que la función coercitiva es consecuencia de la función directiva.53 Ratifica esto mediante una pregunta que contesta de manera puntual: “¿Qué es lo que fundamentalmente interesa al derecho: regular el ejercicio de la coacción, o coordinar las acciones con miras a la pacífica convivencia humana? Para nosotros esto último, pues consideramos que la función coercitiva del derecho sólo se justifica por su función directiva, por el fin propio, valioso, del ordenamiento jurídico”.54 Para Preciado, en consecuencia, es inconcebible una autoridad jurídica con la exclusiva función coercitiva, sin la capacidad de dirección y servicio.55 Esa es la razón por la que, siguiendo la doctrina de Gastón Sortais, define la sanción como “el conjunto de recompensas y penas referidas respectivamente a la observancia y violación de la ley”.56 Más que identificar a la sanción con las penas o castigos en general, el maestro enseña que la palabra sanción significa la consecuencia que tiene para el hombre su actividad, considerada en relación con las Preciado, Rafael, Lecciones…, op. cit., p. 117. Idem. Ibidem, p. 119. 55 Preciado, Rafael, Lecciones…, op. cit., p. 130. 56 Preciado, Rafael, Lecciones…, op. cit., pp. 80-81. 52 53 54

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leyes,57 más allá de que dichas consecuencias sean buenas o malas. En consonancia con lo anterior, la doctrina del maestro siempre postuló que la dirección es la función básica e imprescindible del jurista, sea como postulante, legislador o juez,58 pues la definición de lo que es justo nunca ha sido de fácil acceso. Dice sobre el particular: “…los caminos y posibilidades del bien y de la justicia son finitos, limitados, difíciles; en tanto que las posibilidades y caminos del mal y de la injusticia son infinitos, ilimitados y fáciles. La posibilidad de pegar en el centro del blanco es única frente a un número infinito de posibilidades negativas: por eso es tan difícil acertar, y tan fácil errar”.59 Con esta afirmación, recuerda las enseñanzas aristotélicas que advierten de la dificultad para encontrar el punto medio60 y evitar los extremos,61 lo cual no se logra sin la experiencia debida. Por ello, es más fácil encontrar un joven sabio en geometría y matemáticas, que un joven sabio en prudencia, atento a que para ser prudente se necesita de suficiente cúmulo de tiempo para formar la experiencia, algo que evidentemente se encuentra ausente en la juventud.62 A la luz de lo expuesto, puede afirmarse que la doctrina de Rafael Preciado Hernández recupera una parte fundamental del pensamiento clásico, a saber, la auténtica dimensión antropológica del derecho, haciendo patente que se trata de una realidad que ha de estar al servicio del ser humano para revelarle o ayudarle a revelar lo que es justo. Con ello el maestro enriquece la mirada jurídica y deja en claro que el derecho encuentra su locus más natural en el ámbito de la auctoritas –el saber socialmente reconocido– y no en el de la potestas –el poder socialmente reconocido–, sin que ello implique exclusión del último extremo.63 Ibidem, p. 80. Cfr. Preciado, Rafael, Lecciones…, op. cit., p. 129. 59 Ibidem, p. 256. 60 Por eso afirma el de Estagira que ser bueno es una tarea difícil, pues hallar el punto medio es algo que, siempre y en todas las cosas, resulta trabajoso. Cfr. Aristóteles, Ética nicomáquea, Libro II, 1109a 25. 61 Es necesario superar la tendencia a los extremos, así como el rechazo de éstos en contra del punto medio. Cfr. Ibidem, 1108b 25. 62 Cfr. Ibidem, 1142a 10-15. 63 Para una exposición de la distinción orsiana entre auctoritas y potestas, puede consultarse a Domingo, Rafael, Teoría de la “auctoritas”, Pamplona, EUNSA, 1987. 57 58


El ahorro privado y público como solución a la crisis financiera mundial Felipe Carlos Betancourt Higareda

El primer principio y la última causa de la crisis financiera mundial, consiste en priorizar el financiamiento de actividades que no conducen a la multiplicación de bienes y servicios y por tanto al ahorro privado y público. El sistema bancario internacional y los nacionales en cada Estado han preferido el financiamiento de actividades que imposibilitan el ahorro de los gobiernos y los particulares sobre el financiamiento de las actividades de los sectores productivos de las naciones. En efecto, las deudas públicas externa e interna de cada uno de los estados del mundo

han desviado absurda y radicalmente los recursos públicos de su destino original: su distribución entre los sectores más vulnerables de la sociedad y su inversión en la infraestructura pública que potencie la multiplicación de bienes y servicios y por tanto la riqueza de las naciones. A nivel de los particulares, el crédito no mesurado al consumo ha conducido a la bancarrota a muchas personas quienes por la misma razón generan un efecto sistémico en el sistema financiero nacional e internacional, como precisamente sucedió en los Estados 69


generación de la riqueza en el país. Por esta razón es urgente que tanto el secretario de Hacienda como el gobernador del Banco de México trabajen en un plan a corto, mediano y largo plazo para reducir el capital y los intereses de la deuda pública externa e interna del país así como para aumentar el ahorro público del Estado mexicano. Este plan es lo único que nos puede librar de la recesión económica ocasionada por el círculo vicioso antes descrito que la presente crisis financiera mundial potencia debido a que los estados recurren a la deuda pública para solucionar la “falta de liquidez” en la economía nacional. Unidos de América y Europa con la presente crisis financiera mundial.

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En el caso de México, el crecimiento exponencial de su deuda pública interna a través de la emisión de Cetes y otros títulos por parte del Banco de México está imposibilitando al Estado mexicano de la capacidad de generar ahorro interno, tanto privado (por cobrar más impuestos a los agentes productivos para cubrir sus pasivos) como público (por desviar los recursos públicos de su destino original: su distribución para promover el desarrollo tanto de las personas como del Estado), al tener que pagar cada vez mayores intereses y capital por esta clase de deuda pública.

De esta forma, la falta de liquidez del Estado mexicano y de las instituciones bancarias privadas no se soluciona con su mayor deuda sino a través de implementar medidas que alienten el ahorro público y privado y permitan el financiamiento de actividades que promuevan la multiplicación de bienes y servicios en el país. La deuda pública genera un círculo vicioso para el desarrollo del país ya que afecta su capacidad productiva debido a la falta de ahorro público (al desviar mayores recursos públicos para pagar a los acreedores del gobierno), lo cual a su vez genera menos ahorro público por la falta de productividad del país, y así sucesivamente hasta que se destruye totalmente la

El aumento del ahorro público permitirá destinar recursos públicos para la mayor producción de bienes y servicios a través de la inversión en la infraestructura pública y la expansión de la banca de desarrollo que financie la actividad productiva de las pequeñas y medianas empresas. A su vez este ahorro público permitirá el aumento del ahorro privado, debido a la reducción de las tasas interés y de las tasas impositivas del Estado mexicano que a su vez alentarán a las empresas invertir sus activos en la mayor producción de bienes y servicios. El Congreso de la Unión debe forzar tanto al Banco de México como a la Secretaría de Hacienda a formular este plan. En el caso de la Secretaría de


En este trueque las empresas podrían utilizar “vales” que respaldaran los bienes o servicios que prestaran y los cuales podrían coexistir con el “dinero” (respaldado con un metal precioso) para efectuar el intercambio de bienes y servicios entre ellas mismas y en la sociedad general.

Hacienda, el Congreso de la Unión debe exigirle evitar contratar créditos frívolos y superficiales de las instituciones financieras internacionales. Es triste leer en los periódicos nacionales que la Secretaría de Hacienda contrata innecesariamente deuda pública para los fines más absurdos que uno se pueda imaginar, dañando el ahorro nacional a corto, mediano y largo plazo, presionando el déficit de la cuenta corriente nacional y por tanto llevando al país a la eventual bancarrota. Por otra parte, otra medida que puede ayudar a aumentar el ahorro en México es respaldar nuestro sistema monetario con la mercancía más líquida que puede existir: un metal

precioso, y aquí la propuesta de Hugo Salinas Price de utilizar la plata en nuestro sistema monetario nacional adquiere especial relevancia para reducir sustancialmente las tasas de interés en los créditos de la banca de inversión y comercial, y así alentar el ahorro de los particulares en estas instituciones. Este respaldo de nuestro sistema monetario nacional con un metal precioso debe ser complementado con la promoción de un trueque moderno de bienes de capital entre el sector productivo para aumentar el ahorro de las empresas. Esta “asociación estratégica entre empresas” promoverá la producción nacional.

La utilización de estos ‘vales’ para el intercambio de bienes y servicios podría ayudar a aumentar la plantilla laboral de las empresas y de esta forma aumentar también la producción y el mercado interno en México que tanta falta hacen para promover el desarrollo económico nacional. Por otra parte, las reservas nacionales se podrían respaldar tanto con un “metal precioso” como con “vales” de bienes de capital, los cuales representarían con mayor fidelidad el nivel de ahorro interno del país. A nivel de los particulares, el Estado mexicano debe promover la educación financiera de los mexicanos para alentar el ahorro individual y aumentar así la capacidad de cada individuo para crear su propia riqueza. Las tarjetas de crédito deben desalentarse sustancialmente para ser utilizadas sólo en casos de urgencia o emergencia, en casos fortuitos o de fuerza mayor que impidan al individuo liquidar su deuda inmediatamente, para así diferir su pago en el tiempo y permitir al individuo cubrir su adeudo sin sufrir un daño irreversible en su patrimonio.

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Planeta azul con grilletes verdes Francisco R. Calderón Quintero

Nunca se me hubiera ocurrido comprar un libro que contradice verdades universalmente aceptadas por los expertos y por los gobiernos de los principales países del mundo sobre el calentamiento global si no fuera porque su autor es Václav Klaus, distinguido economista, ex Primer Ministro de Checoeslovaquia, actual Presidente de la República Checa y denodado luchador por la libertad y los derechos humanos desde tiempo de la dictadura totalitaria del comunismo. El libro Blue Planet in Green Shackles, editado en Washington D.C. en mayo de 2008 por Competitive Enterprise Institute se atreve a plantearse las siguientes preguntas ¿Hay un calentamiento global? ¿Si esto es así son los seres humanos los que lo han causado? En caso afirmativo ¿qué podemos hacer al respecto? ¿Real72

mente importa un moderado aumento de la temperatura? ¿Un clima más caliente sería mejor o peor que el actual? Klaus responde a la primera pregunta que no es posible sacar conclusiones de los datos proporcionados por unos cuantos años excepcionales; si se toma una serie más larga, por ejemplo de 1880 a 2000 se observa que en el primero de estos años la temperatura global promedio fue de prácticamente 15°C y en el segundo de 15.8°C lo que ciertamente es un calentamiento no relevante; igualmente escogió los datos del Instituto Hidrometeorológico Checo en Opava por estar situado en las montañas fuera de la influencia de las zonas urbanas y encontró un aumento de la temperatura promedio de 0.028°C por década entre 1921 y 2006, esto es, a lo largo de 86 años.


R ESEÑA En resumen Klaus dice que “en contra de la percepción generalizada, artificial e injustificadamente creada, el aumento de la temperatura en el mundo en las últimas décadas y siglos ha sido muy pequeño en su perspectiva histórica y prácticamente nulo en su impacto real sobre los seres humanos y sus actividades”.

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Por lo que respecta a la intervención humana en el cambio climático el autor contesta que en el curso de la historia de nuestro planeta la configuración de los continentes y océanos, la estructura de las especies animales y vegetales y la evolución de la atmósfera han estado sujetos a procesos permanentes de cambio causados tanto por complejos mecanismos naturales endógenos como por factores exógenos incontrolables como lo es la actividad del sol. En lo que toca a qué debemos hacer ante el supuesto calentamiento global Klaus empieza por burlarse de Al Gore y sus frases “mi pasión por la tierra” “emergencia planetaria” “terrible catástrofe” “extinción de las especies vivientes” y “se acerca la peor catástrofe potencial en la historia de la civilización humana”, para después rebatir las medidas radicales indispensables propuestas por los ambientalistas para evitar la tragedia apocalíptica que se prepara. Entre las más radicales propuestas se encuentran las de Ehrlich y Harriman que piden: 1) Control de la población tanto en los países desarrollados como en los subdesarrollados 2) Reducción del nivel de desarrollo de los países desarrollados 3) Los países subdesarrollados deben conservarse semidesarrollados 4) Establecer un sistema mundial para mantener un balance óptimo entre la población, los recursos y el ambiente. Obviamente para alcanzar estas utópicas metas se necesitan “medidas autoritarias” como lo declara Janet Biehl, otra ecologista; por esta razón Klaus considera al ecologismo como la ideología populista más decididamente antiliberal de la era presente y una amenaza real. Klaus considera que los ecologistas parten del supuesto de que el progreso de la civiliza-

ción se ha logrado al precio de extinguir los recursos no renovables y de degradar el ambiente; para posponer su extinción proponen la introducción de impuestos ecológicos que incrementen el precio de estos recursos y por tanto que se reduzca su consumo. Para rebatir este supuesto y la solución propuesta nuestro autor contesta con varios argumentos: el primero que no tienen nada que ver los recursos actuales con los potenciales que la humanidad ha ido convirtiendo en actuales conforme se desarrolla, por ejemplo para los faraones de Egipto el petróleo no era un recurso útil. El único recurso inagotable es el recurso humano cuya habilidad es la de transformar los recursos potenciales en reales y lo único que requiere para hacerlo es libertad; esta habilidad es la que ha venido permitiendo sustituir el vapor, por la electricidad, ésta por el petróleo y probablemente después por la energía nuclear. Un segundo argumento es que hasta ahora los recursos naturales no están en vías de agotamiento como lo prueba el hecho de que a pe73


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R ESEÑA 700 y los 8 mil 400 dólares per cápita; esto significa que a partir de este nivel de ingreso los países progresivamente mejoran sus condiciones ambientales lo que cualquier viajero puede comprobar al recorrer países con diferente grado de riqueza. Como prueba Klaus afirma que las emisiones per cápita de CO2 crecieron de 1950 a 1979, fecha en la que llegaron a 1.23 toneladas; pero a partir de entonces han decrecido hasta 1.14 toneladas en 2003 última fecha de la que se conocen datos.

sar de las naturales fluctuaciones los precios de las materias primas han mantenido una tendencia constante a la baja en los dos últimos siglos, no sólo en términos reales sino también en términos del esfuerzo humano necesario para obtenerlas. Quizá el argumento más importante es el tercero: así como Kuznets probó que existe una interrelación entre el nivel de ingresos per cápita de un país y la inequidad en la distribución del ingreso (a medida que crece el ingreso aumenta la desigualdad hasta llegar a cierto punto en que la desigualdad empieza a decrecer formando en una gráfica una U invertida) así también existe una relación entre el nivel de ingreso per cápita y y la calidad del medio ambiente formando también una U invertida.

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En efecto, los investigadores Gene M. Grossman y Alan B. Krueger en 1991 publicaron su análisis de los datos de 42 países que demuestran que también en materia ambiental se presenta la U invertida en la que el punto de flexión se sitúa aproximadamente entre los 6 mil

La conclusión inmediata y necesaria que se saca de este estudio es que la aplicación del Protocolo de Tokio en los países menos desarrollados al imponer un costo adicional a sus inversiones está encareciendo y retrasando su desarrollo y por tanto alejando su posibilidad real de mejorar la calidad de su ambiente, lo que hace concluir a Klaus apoyándose en otros autores que “los países en vías desarrollo no deben hacer sacrificios porque su mejor defensa contra el cambio de clima será su propio desarrollo” y que la respuesta a la pregunta ¿Qué hay que hacer? es “NADA” o si se quiere “nada en especial”. Klaus aclara que de ninguna manera su libro implica que rechaza la sustancia de de las propuestas de los ecologistas o que no alienta la atención a la ecología o que rechaza la multitud de acciones que puede realizar la gente para mejorar el ambiente; a lo que se opone son a las medidas coercitivas del Estado: a las prohibiciones, a los aumentos de impuestos y de precios disuasivos de la actividad humana y sobre todo a poner freno al crecimiento económico. En síntesis, Klaus concluye, “El mejor ambiente para el hombre es el ambiente de libertad”. El autor de esta reseña no se siente capacitado para juzgar si Klaus tiene razón o en su caso Al Gore, pero cree que es indispensable que los países en vías de desarrollo maticen el absolutismo de las propuestas ecológicas que ahora se tienen como dogma de fe y que sometan a un escrupuloso análisis de costo beneficio a las propuestas legislativas para la defensa del medio ambiente.




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