solo él es capaz de « querer » sinceramente que sea. Que él recuerda entonces la divisa inscrita, en las Iniciaciones antiguas, sobre el zócalo de granito que tenía la Esfinge tetramórfica1 con garras de León, con alas de Águila, con cuerpo de Toro y con cara de Hombre, divisa que debe ser - como ella era entes para estos perfectos Iniciados que eran los verdaderos alquimistas y los grandes Rosa-Cruz del siglo XVIIº la divisa del perfecto Masón: SABER, QUERER, OSAR, CALLAR Saber con inteligencia (Hombre); Querer con ardor (León); Osar con audacia (Águila); Callarse con fuerza (Toro). Sólo es por un acto absoluto y ferviente de su voluntad que el profano de ayer será el « dos veces nacido », es decir el Espíritu por el cual una nueva Vida va a desplegar los fastuosos ciclos de sus esplendores espirituales. Es necesario entonces una gran simplicidad. Se acordará de las palabras de Jesus, citadas por san Mateo (XVIII, 1 à 6): « En verdad os digo, si no cambiáis y sois como niños, no entrareis en el reino de los cielos. El que será humilde como este niño pequeño será el más grande en el reino de los cielos. » Oswald Wirth dice, muy justamente, con motivo de la Iniciación masónica: « Las pruebas masónicas, sean las que sean puestas en práctica en el seno de las Logias, pueden parecer ridículas a los profanos, como todos los actos simbólicos vistos externamente. Por pobre que pueda ser su dramatización material, ellas hacen alusión, en su esoterismo, a los misterios más formidables de la tradición iniciática. Quien los soporta en espíritu y en verdad acaba siendo un Iniciado real. En cuando a el que los evita, se mantiene profano, 1. Ver nota más adelante sobre « el Tetramorfo ».
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