El Simbolismo Masónico JB

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es, según algunos autores, el sentimiento que los metales son hasta cierto punto impuros y esta opinión se remonta probablemente al final de la edad de piedra donde sólo estaba permitido emplear un cuchillo de piedra para ofrecer sacrificios o cumplir el rito de la circuncisión. » Se puede, es verdad, considerar de dos formas la Iniciación masónica: sea desde el punto de vista hermético, sea el punto de vista mágico. En el primer caso, el « profano » debe ser puro porque él representa la materia prima, la « materia primera de los Sabios »; en el segundo caso el « profano » debe ser puro mágicamente, es decir que nada no debe poder estorbar los influjos en los cuales él se va a encontrar colocado. En la tradición oculta, alquímica y astrológica, cada uno de los siete metales 1 correspondía a un planeta y, a cada una de ellos, se puede hacer corresponder uno de los siete pecados capitales: Oro . . . . . . . . . . . Plata. . . . . . . . . . Hierro. . . . . . . . . . Mercurio. . . . . . . . Estaño . . . . . . . . . Cobre. . . . . . . . . . Plomo. . . . . . . . . .

Sol. . . . . . . . . . . . Luna . . . . . . . . . . Marte. . . . . . . . . . Mercurio . . . . . . . Júpiter . . . . . . . . . Venus. . . . . . . . . . Saturno. . . . . . . . .

Orgullo. Pereza. Cólera. Envidia. Gula. Lujuria. Avaricia.

Tal es pues la perfección « simbólica » que se le solicita al Recipiendario 2, en el momento donde va a recibir la Iniciación. Se le invita a maestrizar todas sus pasiones, en particular aquellas de la posesión, del poder, de la vanidad, etc., pasiones que son inherentes, a grados diversos, al hombre común. 1. La antiguedad sólo ha reservado siete metales, no por ignorancia de la existencia de los otros, sino en referencias con los influjos planetarios. 2. Ragon ha sabido precisar el empleo de los términos: aspirante, postulante, neófito, etc. Él dice (Cours philosophiques, p. 80): « El aspirante o postulante es el que solicita ser iniciado. Desde que la Logia ha consentido su admisión, él es candidato. El que, en tiempo de los Romanos, aspiraba a un cargo, a una dignidad, se revestía de una ropa blanca (candida) de donde candidatus. Por extensión, y en Masonería, se llama candidato al que aspira a una dignidad o a una función. Admitido a las pruebas, el candidato se convierte en Recipiendario; una vez recibido, es un Neófito (nuevo-nacido) o Iniciado al grado conferido. » 34


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