Sin embargo, sobre el ataúd, precisamente, la rama más larga está orientada en el sentido este-oeste que es el de la marcha del Sol, símbolo del Espíritu. El Tau (fig. 111) es un símbolo todavía más expresivo porque une el mundo material, el mundo de la materia, con el invisible, al igual que, en el Cuadrado largo, se encuentra un Pilar invisible, de la misma manera que el brazo de la cruz correspondiente al mundo transcendental no aparece a los ojos físicos. Así se encuentran marcados, de una manera bien clara, para aquellos que no han sido objeto de la influencia total de la « materia », la « realidad » y la objetividad misma de la espiritualidad. La cruz latina indica la evolución con la ayuda de lo « mental » - la cabeza del hombre - mientras que el « Tau » indica una elevación puramente espiritual. Las lágrimas de plata simbolizan excelentemente los rayos « lunares » que van a ayudar al impetrante à abstraerse de la influencia « solar » física, de la actividad fáctica. Es en la noche, en la « negritud más negra » de los hermetistas, es decir en el silencio y la meditación que el alma se blanquea. Después la fase llamada caput corvi, « cabeza de cuervo », viene la fase de la blancura resplandeciente.
En cuanto a los « cráneos », que simbolizan efectivamente la muerte física, ellos son sustentados por dos tibias cruzadas que reproducen una « cruz de San Andrés », emblema de vida y de perfección. El signo « X » (el Khi griego), en los Romanos, representaba la década tan querida por los Pitagóricos. El famoso « crismón » (fig. 112) podría bien en definitiva sólo ser una esquematización del cráneo y las tibias. Este signo se
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