El Simbolismo Masónico JB

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El Ojo divino y el Tetragrama, cuya presencia recuerda mucho, a nuestro parecer, a la religión cristiana, podrían, desde el primer grado, ser reemplazados por la Estrella flamígera. La Masonería, ya lo hemos dicho, debiendo situarse más allá y fuera de las religiones. 4. EL CUADRADO LARGO El Cuadrado largo se encuentra situado en los Templos masónicos cerca del emplazamiento que ocupan los « laberintos »1 en las iglesias. Está pavimentado con losas cuadradas, negras y blancas, alternadas, constituyendo el « Pavimento mosaico » y del cual hablaremos más adelante. Nos limitaremos aquí solamente a definir las proporciones del Cuadrado largo. La expresión « Cuadrado largo » era antiguamente sinónimo de « rectángulo »; pero, al igual que esta última palabra no indica la relación de los lados de esta figura, igualmente nada indica en el vocablo « Cuadrado largo » las longitudes relativas. I. A finales del siglo XIIº los laberintos aparecían en las iglesias. El diccionario Larousse dice, con su parcialidad acostumbrada: « Se ha visto en estos laberintos un concesión a los paganos, un emblema del Templo de Jerusalén, etc. En realidad, sólo hay en ello que un juego de artista, a menos que se quiera ver un recuerdo de la fabulosa antigüedad y de Dédalo. » El redactor de este artículo añade, como una añoranza: « Teseo y el Minotauro se veían antiguamente en el centro del laberinto de Chartres. » En efecto, el laberinto indica de forma muy clara las dificultades de la Obra iniciática y la necesidad del « hilo de Ariadna » a quien quiere llegar al final. Diremos que los laberintos, que tienen a menudo tres entradas donde una conduce directamente al centro, otra que necesita un largo periplo antes de llegar, y enfin una tercera que no lo consigue, simbolizando : 1º la Vía real: la de lo Místico que alcanza inmediatamente la plenitud de la Iniciación ; 2º la Vía iniciática, activa, larga y laboriosa ; 3º la Vía equivocada que no lleva a ninguna parte. II. LECLERCQ (Dicc. de Arqueología crist. y de Liturgia, art. Laberinto) reconoce que las explicaciones cristianas de los laberintos de las iglesias son « tan ingeniosas como tardías ». Estos monumentos, dice él, han suscitado las explicaciones más variadas y la fantasía los ha tomado, con ellas, gustosamente. Se ignora la etimología de la palabra « laberinto »; el griego laburinthos tiene el mismo significado que hoy. PLUCHE (Histoire du Ciel, 1767) ve en la palabra Biranta, torre, y con el afijo: Labiranta, la torre, el palacio. La mayor parte de los laberintos de las catedrales han sido destruidos, pero algunos subsisten aún. Podemos citar entre los más famosos el de Orléansville (Argelia) que es cuadrado y que posee, en su centro, un juego de letras sobre trece filas y trece columnas donde puede leerse en todos los sentidos: Santa Iglesia; el de Chartres que tiene nueve metros de diámetro; el de Amiens, octogonal; el de Reims, igualmente octogonal; el de Bayeux, circular. Es en la Edad Media que los laberintos se han multiplicado; esta época no sólo está hecha de oscuridad y de ignorancia como se cree normalmente.

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