Lo supe en cuanto te vi

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Título original: Lo supe en cuanto te vi. Http//:losupeencuantotevi.blogspot.com Diseño de cubierta: Rubén García Aguilar Imagen de portada: Rubén García Aguilar Primera edición: julio de 2010. Depósito legal: M-004697/2010 ISBN: 978-84-614-2508-2 Esta obra está protegida bajo licencia Creative Commons Reconocimiento 3.0 España.

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LO SUPE EN CUANTO TE VI

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PRÓLOGO Acabo de llegar a mi nuevo piso en Madrid. Allí estoy yo, solo, entrando con las maletas. La puerta continua a la de mi habitación se abre y de ella emerge una figura alargada y estrecha, coronada por una mata de pelos rizados: “Hola, soy Fran”. Ese fue mi primer contacto con lo que yo aún no sabía, uno de los mejores poetas que haya conocido y, además, uno de mis mejores amigos. Así que ahí estábamos los dos, compartiendo nuestras primeras volutas de humo juntos en una ciudad despiadada y peligrosa como la jungla, oscura por el día y sumida en las tinieblas por la noche. Dos almas abandonadas a voluntad propia en el corazón de la Babilonia que tenían mucho más en común de lo que a mera vista ellos podrían creer. Los días pasaban a medida que Madrid se convertía en el lienzo de nuestros versos. Era el panorama perfecto para la inspiración más apocalíptica de dos jóvenes poetas que venían de lugares muy distantes con una concepción muy distinta de lo que era vivir el día a día. Nos sentíamos como una hormiga enana en medio de un campo de fútbol, como un pez en una enana urna de cristal, solitario y consciente de todo lo que hay a su alrededor y no llega a alcanzar.

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Estoy seguro de que los primeros días, es más, hasta los primeros meses o incluso el primer año; nos sentíamos extrañamente desubicados, desorientados y solos. Así que un día, sin más, no mucho después de habernos conocido, Fran me lo dijo. No me acuerdo muy bien a cuento de qué, pero me dijo sin más “yo...es que...escribo poesía”; “¡No jodas! ¿En serio?... yo también escribo poesía”. Y así empezó todo. Muchas fueron las noches en las que nos dedicamos a conocernos a través de nuestros escritos en habitaciones saturadas de humo. La verdad es que me sentía, y siempre me sentiré, afortunado por ello. Posiblemente sería de las pocas personas (por no decir de las primeras) en escuchar los suculentos y abstractos versos que salían de su pluma. Recitaba las líneas con entusiasmo y corazón, aunque con una voz que titubeaba y un tono a veces difícil de entender. Pero de eso ya hace mucho y cuánto me gusta ver a mi amigo, en medio de una reunión nocturna con los colegas y el humo, decirnos que nos va a recitar su último poema. Y cuánto me alegra, mucho más, escuchar que los recita con el mismo entusiasmo y corazón que aquel chico novato, pero con una voz firme y un tono que a todos nos llega al corazón.

Miguel Pérez Mínguez

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PRESENTACIÓN

“Desde los trabajos de Max Scheler en este aspecto, sabemos que la vergüenza cumple una función claramente protectiva en el amor. Su tarea es la de impedir que algo se convierta en un simple objeto, un objeto para curiosos. En este sentido, podríamos decir que el amor se alimenta a base de no observarlo. El amor huye de la publicidad, ya que el hombre tiene miedo de que lo que hay sagrado en él se vea profanado al hacerse público” Viktor Frankl, de El hombre en busca del sentido último.

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No sé qué hago aquí, no sé qué haces ahí, qué buscas en mis palabras que no hayas encontrado aún en tus pensamientos. Quizás estés agotado de ser tú mismo, o de seguir engañándote y actuando como un deseo. Quizás necesites descansar, dedicarte tiempo, dedicarle tiempo a este espantapájaros que miente tanto. Quizás ni aún sepas por qué sigues; por qué dedicas tu tiempo a estos versos anteriores y posteriores a tu tiempo. Quizás tan sólo es ocio dentro de tu programación de los días que aún no ha devorado tu jefe, quizás siempre sientes curiosidad después de tomarte un yogur con trozos de fruta y este cuaderno ha llegado hasta tu biblioteca con la fragilidad de un catálogo de muebles. Quizás necesitabas escuchar a alguien para saber que no es imposible hablar y escuchar, que no es imposible la comunicación dentro de este espacio, este mundo de márgenes blancos y bordes afilados. Quizás necesitabas hablar y estás buscando un tema, una excusa, un amigo; quizás aún no sepas qué demonios haces ahí,... pero lo único que puedo decir a estas alturas es gracias por estar al otro lado.

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A todas aquellas personas que me han hecho ser como soy, especialmente a mi familia, que me ha enseĂąado a quererme asĂ­.

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REFLEJOS

Lo Ăşnico que le pido a la vida es que la muerte me alcance a mitad de camino.

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Un actor a la búsqueda de su encuentro Habiendo conocido lo sabido me hallo en un lugar privilegiado, en un entredicho de peligro, con una marioneta en las entrañas penitente en el entreacto del destino. Ensayando conocí los misterios del escenario, caminando, los del telón y sus bordados; besando, la mentira, al adúltero y al pagano y sin quererlo ni beberlo aquí me hallo, colgado de un árbol pactando con los grillos la próxima melodía que cantaran los llanos. No me preguntéis cómo, pues bien lo sabéis, así es la vida del actor que aprende de su público: aplaudiendo conocí el secreto del respeto y el rencor; gritando, desenterré la llave maestra que eleva los púlpitos; llorando, el pulsador del pecho, el misto del movimiento. Discúlpeme si no soy claro, no es lo que pretendo. Ojalá pudiera ver mis gestos, ojalá los esté imaginando, ahora salto, con una sonrisa y vestido de negro, en la mano una flor de almendro recién cortada, aún oliendo, girando de un extremo a otro de su intelecto. Lo siento si danzo demasiado rápido pero no hay tiempo, hoy su posadera desea volar para evitar terremotos pero más tarde aprenderá a ser terreno montañoso y seco y me tocará otro escenario, otro pueblo joven y dispuesto a buscar sus vergüenzas en el papel vitela de este viejo pergamino que intenta mantenerle despierto, o más bien, invitarle a soñar con los ojos abiertos.

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Prosigo pues con la revolución de mi pretérito, con la afrenta tubular de mis ancestros en sus túmulos, y es que no sé si este actor es un túnel del tiempo, una luz o humo proveniente de otro período o universo, sólo sé que gracias a su señoría, que me presta sus miedos, hoy estoy aquí, dibujando los míos en picos de gorriones sedientos, asustados, modelando el aire desde sus nidos de sueños, enclíticos a su presidio, hasta morir siendo una cadena de huesos. Y es que gracias a usted, que no es consciente de todos los traseros que pusieron sus cenas sobre ese mullido cojín, encopetado y terco, sólo gracias a usted, que no admite ni acepta el mundo como jaulas dentro de jaulas; sólo gracias a usted, su excelencia, existo.

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El resto de la división del tiempo siempre es cero El aburrimiento es algo exclusivo de los sordos. Se aburre aquel que no sabe escuchar. Algunos días el cerebro se encapricha efervescente, el resto, mi reflejo es un humano increíble. Me planto delante de mi obra de arte y la fama es sólo una firma ajena en una esquina del cuadro, es sólo el apellido de un recién nacido. Por suerte, eso no me preocupa, sólo me ocurre cuando observo, nunca mientras escribo.

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La danza de letras El ejercicio de la escritura se ha convertido en una danza de teclas improvisada, las palabras saltan de mis manos al ritmo que los tipos descienden bajo la amenaza de mis huellas. Es un ejercicio de coordinación hacia dentro e ilusoria predestinación hacia fuera. Soy un actor solo en un teatro que no sabe que el escenario memoriza sus pasos y las paredes sus monólogos. Salta, ríe, conversa con las butacas y el eco le aclama en silencio. Soy un pintor que pinta con agua, que no sabe si su arte traspasará el interior de la tela, si la belleza abrirá algún día las ventanas de su casa. Un músico sordo, un escultor ciego. Soy una cadena de palabras, la triste y solitaria ilusión de ver mi esencia en la trastienda de esta silente danza de letras.

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El espejo Un día despierto, tranquilo, pausado, miro al espejo directamente a los ojos, le susurro unas cuantas mentiras, hago muecas con los labios para que sonría; otro día lo miro con desdicha, con miedo de que no sea mi cara, con miedo de que sea precisamente la mía. En más de una ocasión ha llorado, conmigo, los dos juntos, solos los dos; y nos hemos mirado, y ha intentado ser consuelo. Esa cara nunca supo convencerme de que mis lágrimas tienen algún sentido, es por eso que siempre las acabo tirando a la misma papelera, con el vidrio y los sueños. No reciclo. Intento sacarle información arqueando las cejas, le doy un beso de esquimal y una huella de vaho queda semitransparente en su boca, pero deja que desaparezca antes de contarme su secreto; aunque sepa que sé que cuando me retiro él sigue buscándose a sí mismo, aunque yo ya esté demasiado lejos...

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Cantinela de un marino borracho arrastrándose por las escaleras de un burdel Susurro con voz acantilada sacada de las profundidades de la nada, bajo el diapasón cancerígeno del alma naufragan mis cuerdas vocales hasta caer tras la cala plomada. En ruina, en tierra, en cárcel. Ni yo sé a quién ni adónde me dirijo, ni quién maneja mi caprichosa veleta, ni quién revuelve el estómago de hilos a cada cambio de rumbo, hasta vomitar sirenas con matrices y ambos ojos compungidos por el dolor a sal y el peso coralino de sus piernas. Así es el paisaje: frívolo y asertivo. Las arrugas del mar denuncian cada batalla, cada palmo perdido es un delito contra la orilla, esa lápida mecida por la que será mi tumba. Pero nada aún está perdido, sólo mi mirada, mi susurro, mi locura.

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Amor de preso Me retiro a estas paredes de blanco, me resigno a seguir soñando. Convierto la clausura en mi forma de vida y me acorralo. Dejo que la página lo absorba todo, todo lo que sólo yo puedo darle. La contento. Me contenta. Es la relación perfecta. sin gritos, sólo abrazos y lágrimas. Y hombros y bordes mojados. No la dejo descansar cuando intento descansar. Estiro sus bordes matemáticos, intento hacerlos circulares como la mesa que tapaba el babero, y luego no crece, y no crece, y no mengua, y no muere. La engaño. Esta página agrieta mis manos, hurga las heridas y me recuerda siempre grande. Me engaña.

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El resto del tiempo se ha perdido en el blanco, se ha colado por el agujero de mi estómago; huyó en busca de los besos, la mayoría aún no han regresado. Este encuentro es sólo un homenaje a su reino perdido, a la eterna frontera con esta mesa plagada de astillas. Somos irremediablemente débiles, retazos de papel mojado.

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Todo por mi vida Me despierto cada mañana, cansado, con los ojos recién cerrados. Abro la ventana como el frigorífico, y me quedo mirando: ¿Qué hay hoy que quiera comerme? Arrastro los pies por el pasillo, en esta luna las suelas de las zapatillas dejan su firma definitiva, me disfrazo de producto manufacturado y tiro al suelo la camisa; así invento una nueva cordillera para las hormigas. Salgo a la calle, soy un distinguido bufón moderno; sonrío a la dependienta del metro sin disimular, permito el paso a una anciana, me da las gracias, “no hay de qué señora”, lo que sea por buscar mi lugar. Todo por una sonrisa. Esquivo el tráfico con pánico, vivo en Grand Theft Auto pero soy de los pocos que no quieren ser protagonistas, así que me toca lidiar cada día con el virus de turno que consuma el sentido común a costa de ideologías. Llego al trabajo y me envaso al vacío en mi plástico, aprieto los dientes para conservar la frescura. Los restos de comida rezan por mí en la boca del jefe, del amor, de la amistad, de la ilusión, de la locura.

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Lo que sea por alargar mi fecha de caducidad. Soy un pútrido espectro que se alimenta de sonrisas, un solitario vagabundo de la utopía, encerrado en mí, atrapado en mi soledad, alimentándome de fantasías. Todo por ser fantasía. Llego a casa a la hora prevista, despejado por fin del rugir estomacal de esta ciudad, incapaz de saciar su hambre aunque se coma las uñas, me desato los grilletes y los zapatos comienzan a vomitar. La ducha se encarga de refrescarme la conciencia, la tribu de hormigas comienza su danza alrededor de la cena, intento, antes de llorar, ahogar mi corazón en una poesía pero siempre se renueva el vaso sin querer darme cuenta. Desnudo, en posición fetal, abrazo la almohada, el tiempo comienza a inventar mi auténtico mundo, el único real dentro de tantas mentiras, el reino sin fronteras, sin pomos, sin muros. Todo por vivir poesía.

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Fuegos de artificio (y otros cohetes) No sé cómo lo hace el cielo para no desquebrajarse. Las lanzas fugaces quiebran su paz, hieren superficialmente el silencio y sangra luces de color sobre el mar, fugaz sangre que se hace ceniza y vuelve a diluirse en la tersura de la oscuridad. No queda herida sin cicatrizar. No sé cómo lo hace el cielo. Las lanzas llegan desde todas partes: desde la errónea altitud y el egocentrismo hasta la base, raíz y apoyo, mis ganas de ser, mi sentido. Capeo elocuentemente los mares y me ahogo en un charco de confidencias. No sé cómo lo hace el cielo. Mis heridas no cicatrizan, son la huella misma en mis adentros. Duelen más las dagas de abrazo cálido que las lenguas afiladas como espadas; limpio es su corte, sin opción de fracaso. Si fuera cielo, el mar sería rojo. No sé cómo lo hace el cielo, pero me desmorono si miro hacia abajo.

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Caras Anverso (I) El anverso del amor son cuatro pupilas suicidas, cagadas de miedo, escondidas bajo una cama siempre deshecha, que juegan a limar a besos sus patas, hasta dejarse morir aplastadas por la felicidad. Un jardín recostado en los brazos de una primavera, un aire que viene de otro sitio que no existe, que no es aire, que es aliento de lluvia, tientos de la locura escondida detrás de las cortinas. Temblores de guerra en la orilla del mar. Ritmos delicados. Retales de angustias cosidos por unos nuevos labios encubren los aullidos de la luna las noches de lobos satisfechos. Las horas anteriores y posteriores al mundo están invitadas, sólo es preciso encontrar una sonrisa cómoda para jugar a reordenar las estrellas.

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Reverso (II) El reverso del amor es un lugar oscuro, es el sitio de los golpes directos, el lugar donde los besos no dejan adivinar sus trayectorias. Es oscuro sin embargo, es negro, es ceniza, el rincón donde duerme el fénix, detenida su hazaña para descansar lo que dura un reloj, a la espera de la curiosidad. Las pesadillas se delimitan por los campos vírgenes en los que un día hubo caricias, y nada más. No ha vuelto a pisar otro latido una hoja caída de otro otoño que no sea el suyo. Este año no han quedado centímetros ni segundos que no hayas tocado ya con tus sábanas limpias.

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Puzzle Arranco las letras de mis vidas en verso y las reconstruyo en mi memoria como si de un puzzle se tratara pero el resultado no es el mismo al de la tapa. Su cubierta es más opaca que la oscuridad y el desorden de las piezas, con los bordes pulidos por el tiempo, ha dado lugar a otras estampas. Siempre es una habitación repleta de cajas, una eterna mudanza, un lugar que se hace cada vez más pequeño, más recóndito, inaccesible. Pero no has de preocuparte, ya sé qué muestra la imagen, es el negro de tus ojos, todo cuanto necesito para sentirme en casa.

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Ancianita No me canso de narrar fábulas sin final a la ancianita de la ventana con la vana esperanza de que su sonotone aún tenga pilas. Observo sus pestañas en pie, sus pupilas rasgadas por la edad, las lágrimas dando brillo a una soledad o su impotencia bajo la cama de un asilo. Nunca dice nada, no sé si tiene dientes, no sé nada de su vida, si está casada, si tiene hijos, cuál es su verdadera cara, si sigue su piel bajo el oscuro abrigo. En realidad, creo que no es sorda; siempre baila su mirada al final de mis historias, como baila su labio inferior cada vez que los protagonistas se besan; como en busca de recordar viejos sabores que aún se aquejan de haber sido enterrados vivos en un ataúd teñido por el frío y las medicinas. Sé que algún día se levantará con la misma parsimonia de su pestañeo, alineará sus débiles rodillas y se irá con sus respuestas. Y buscaré sin descanso su compañía, revolveré tierra y mar hasta volver a encontrarla, hasta poder respirar de su presencia: contarle todas mis aventuras a esta página que todo lo cura.

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Corazón del mundo Mis diez almohadas se enredan en el pelo, la hierba aletea intentando despegar sus raíces para risas de los dientes de león y sus hélices, nadando hacia las nubes, nudos de suspiros navegando en un mar tendido sobre el universo. Indago en mi memoria como el niño en busca de los guisantes en la comida, como la gamba el polvo en el fondo del acuario; y no encuentro más que olas y acantilados, letras flotando, cayendo dulces de los árboles hacia mi cabeza; mi premio es dejarme jugar con las leyes de la gravedad. En mi cabeza los sonidos son música, siempre y cuando los oídos sean sinfonía armónica del silencio. Las palabras, a lo lejos, estiran el velamen y siguen la dirección del viento que les acerque a una sonrisa familiar. Todo es descanso en este cuerpo, el pulso, mi pulso, es el mismo que oxigena el mundo.

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Color de los ojos de un actor detrás del telón a pocos segundos de la inauguración de una posible obra maestra Me incomoda especialmente la rima asonante y su intachable mérito similar a la simiente nativa de una voz de tono afable. Así como mi espíritu secundario, mi rechazo al encuentro con la meta para abrir los ojos bajo el sudario y encontrar de vida vacía mi maleta. El miedo al cambio ya entró a escena, la carabela de la tierra prometida ya está varada en la sombra terrena oculta tras la piel de la edad perdida. Me incomoda la búsqueda de palabras, delatoras de mi insulsa tradición lectora, rehenes secuestradas a base de abracadabras para desgracia de una musa olvidada que llora. Así como mi incapacidad de reconocimiento: ignorante aquel que invoque a mi tibia ufanía con insinuaciones indicadoras de un talento, inexistente en los dedos de un idiota, sin alegoría. El miedo al cambio ya entró a escena, la carabela de la tierra prometida ya está varada en la sombra terrena oculta tras la piel de la edad perdida.

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Deletérea ucronía ¡Cuán perjudicial es para mi locura la deletérea ucronía de verte aquella noche! ¿Te vi realmente? O es real esta sensación vericueta de barra de bar repleta de copas vacías y superficie gelatinosa.... Esta miríada de vomitivas sensaciones a modo de epítome de lo que pudo concluir en beso. No lo recuerdo. No lo recordaré jamás mientras este sueño adlátere no me abandone... no lo sabré jamás hasta que pueda volver a verte, hasta que compruebe si la cicatriz de mis labios ha emigrado a los tuyos. Relámpago No sé lo que siento, de un vistazo todo ha cambiado, ahora pertenezco al viento, ya no sé qué andaba buscando y eso es lo más hermoso, porque encuentre lo que encuentre, para mí, será demasiado.

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Libres los niños y sus danzas A los párpados que sueñan con enamorar pupilas Descansan borrachas las ideas, sordas, recostadas sobre mis orejas, maquillándose todas puras y tiernas en los espejos de mis ojeras. Se atolondran al mirar a un lado y otro, como vehementes al cruzar el asfalto de la dulce pupila desvelada por los saltos de los párpados, ¡libres los niños y sus danzas cuando sus corazones se dilatan! Vagan a rastras por la conciencia en busca de bebidas esotéricas tras las puertas de la sensual bodega, su aroma de rojo y afrenta. Se cuestionan de ventana en ventana de dónde cuelgan esas estrellas, de la dulce pupila desvelada por los saltos de los párpados, ¡libres los niños y sus danzas cuando sus corazones se dilatan!

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Luchan las ideas con la mano en alza, todos en aras de reclamo de territorios en esa mirada de la que sólo dioses pudieron beber el agua. Se reflejan por siempre en ella, de arriba a abajo los sueños de la infancia añorada, de la dulce pupila desvelada por los saltos de los párpados, ¡libres los niños y sus danzas cuando sus corazones se dilatan!

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Leo Cabalgo a lomos de las letras por el inhóspito paraje blanco, carcomido por el polvo, amasado durante siglos entre celulosa y algún pétalo infinito, enamorado. Me retuerzo entre amasijos de semánticas ahogadizas y horcas hechas con líneas de espinas ocultas, deseando dejar la yugular a merced de las golondrinas para merodear, desangrarme entre los símbolos de roca. Me ahogo en los versos de los grandes y despierto en las playas del sentimiento con los ojos cargados de sal, la garganta colapsada por la marea, con más ansias de vivir, de aprender a respirar. Viajo a la deriva sobre el camino, recorro los sinuosos límites que me llevan hacia el gran océano blanco, blanco como los dientes del sicario, como el blanco de los ojos al mirar hacia uno y otro lado, como la mirada perdida. Blanco, como el infinito y su oscuridad, tan blanca.

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Blanco es el curso del río. Son meandros blancos los que me arrastran hacia el abismo de lo eterno, a la inmensidad de la palabra, a los bordes de la concepción humana, allí donde disfrutamos ahogándonos en un remolino final para abrir los ojos con un poco más de brillo.

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Y tú duermes A mi hijo (que lo tendré) Dibuja caracolas con la lluvia el viento mientras las cabezas descansan a ras de suelo, las flores besan tan fuerte a las abejas que quedan sus rayas adornadas con su carmín de estrellas. El gusano de seda sale de su cárcel disfrazado de mariposa para despistar a las aves, el verde extiende un día más su paso milimétrico hacia arriba, hacia abajo, hacia el centro. Y tú duermes. El temblor de la puerta del garaje espanta los gatos, adormecidos en los cubos de basura mojados; el ronquido del motor augura un nuevo resfriado de los primeros viandantes, animales de asfalto. Abren los supermercados y cierran los burdeles, bajan el precio del dinero y suben las tapas de los retretes; por un momento todo se prepara para permanecer impávido mientras es tocado por el fantasma de las horas, que nadie ha invitado. Y tú duermes. Qué más puedo pedirle al mundo en esta fría mañana de invierno.

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Sueño en presente El futuro se ha detenido ante mí, ha reducido su ritmo y se ha dejado alcanzar por el pasado. Eso debe ser el presente, el sueño que conecta nuestra historia a cada paso. Nos pasamos la vida añorando y previniendo. Como si el presente sólo fuese un engarce de un tiempo con otro tiempo, de un destino con otro destino y yo no decido, sólo sueño... Pues bien, mi sueño es mi presente, mi presente mi utopía, mi utopía es hacer de mi presente un sueño capaz de superar la soledad de la noche y el bullicio del hoy y del mañana y de la duda. Un sueño es algo más que una salida de incendios, algo más que un rayo que incendia y cesa; un sueño, un presente, es una forma de vida. Un sueño es aquello que si dura demasiado nos eleva o nos condena. Nos vive y nos arranca. Fuerza de inercia de la infancia.

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Contar estrellas se hace pesado si no cesa el parpadeo La vida es una suma de habitaciones Las habitaciones, sin dueño, son de paredes secas, limpias de recuerdos o miradas, de tactos, de instrumentos. Son cepos sin reflejos ni recorridos, ventanas sin estrellas, el paisaje nocturno son sólo puntos con retraso. Lo dije. Contar estrellas se haría pesado. Son espacios sin fragilidad, burbujas sin aire, pompas sin hidróxido de sodio, restos de tierra bien adiestrados sin raíces, desconocidos, vértices. Te lo advertí, nunca cesará el parpadeo. Las habitaciones, libres, son de paredes secas, sin siervos, ajenas a los segundos, a las curiosidades de la lascivia, a los cielos redondos, a los barcos de sueños que soporten los números de esta irreductible tempestad de ausencias.

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COLORES

Es como si quedaran tan distantes que apenas tengo la certeza de haber estado, haber sentido, haber llorado en aquellos extremos de mi existencia que son el lĂ­mite de mis recuerdos.

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Amor, cómo quieres que te escriba Amor, cómo quieres que te escriba si no dejas de escribir sobre mí. Si respondes todas mis preguntas, si incendias mi duda con la facilidad de una caricia. Déjame en blanco, desnudo sobre la cama y huye. Te lo suplico. Déjame sin el color de tus labios, déjame morir un instante. Prometo volver de Nunca Jamás. Es sólo para visitar a los parches sin ojo, regar las plantas, quitarme un par de años, un par de sonrisas que no llegaste a conocer para cuando vuelva poder resucitarlas, compartirlas y escurrirlas sobre tus primaveras. Vete, necesito que te vayas, quiero estar solo, sin ti ya sé que no puedo. Amor, cómo quieres que te escriba si tu sonrisa es la alegría de la poesía, mis flores de cada día, maravillas, son tus mejillas en risa de niña bonita.

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Cómo quieres que la hogaza del incordio y la usurpadora conciencia habiten, una noche más, este insano cerebro si tu tacto es el antídoto a todos mis deseos. Amor, cómo quieres que te escriba si cada noche dinamitas mi pecho a besos, si cada día sueñas conmigo. Cómo quieres que te escriba, amor, si secuestras todas las palabras en el negro de tus ojos.

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El vuelo de la princesa Una princesa se oculta bajo la mesa, juguetona y risueña juega a ser princesa. "Encuéntrame", grita el hule de flores primaverales, y mamá la busca corriendo de aquí a allá mientras se pone los pendientes. Los dorados. Los grandes. Que salga, le grita a la princesa. Desterrada de su reino de felicidad, es obligada a ir a la ducha, donde su madre la reduce a un oxidado automóvil paseando por un lavadero tedioso. Que se arregle, le grita a la princesa. Limpia, la niña se peina y se peina, estira sus dorados rizos y los muerde, y absorbe los restos de agua de las puntas. Pero mamá tiene prisa. Coge el peine y ara los pelos de su cabeza. Que tienen prisa, le grita a la princesa. Atraviesa el pasillo como un duende cruza el bosque, coge su vestido nuevo, con mariposas azules, y lo acaricia con la sensación de mousse de chocolate. Pero mamá tiene mucha prisa, coge el vestido y tira de él hacia los avernos con la misma brusquedad con la que mamá le colocaba el preservativo a su ex marido, y así queda la niña atrapada en un cazamariposas.

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Que a qué juega, le pregunta a la princesa. Distraída de nuevo con el botón marfil de su vestido, y caminando entre elefantes abrochados por el ombligo deja que mamá agarre su mano y la arrastre hasta la puerta sin demasiado esfuerzo. La princesa va volando. ¿Adónde? Nadie lo sabe. Para ella, al lugar más maravilloso del mundo.

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La mujer de cera Érase que se era una mujer de cera, dícese, enamorada hasta la mecha. Tanto era que lloraba, que lloraba como lloran los enamorados: con los ojos tapados. ¡Oh vela! ¡Pobre vela en llanto por un amor de candelabro! El calor irritaba sus ojos y los encendía, y eran lenguas, emulando mensajes en una botella. Su cabello rubio se derretía, ¡ay su pelo! ¡Mares de oro se escapaban entre sus piernas! ¡Oh vela! ¡Pobre vela incendiada por un joven amor que la convierte en llamarada! Su falsa memoria desleída, flotando entre lágrimas de apagados bucles, quemando el fuego. Luz era su alma en llamas, coronada por su propia aureola, elevándose sobre su espalda, sola.

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¡Oh vela! ¡Pobre vela a pie de muerte que aún se mantiene silente! Dícese que se agotó su llama en casa de ciegos y, dícese también, que la vela entonces debía ser anciana; por aquello que las malas lenguas hablan: "al igual que de las ancianas princesas, nadie habla de aquél por el que suspiran las abuelas".

Llueve El tiempo vuela y escarba en las nubes y caen las astillas de sus pezuñas cuando el algodón se endurece.

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La enfermedad del olvido Sabía que llegaría tarde, por eso su maldición rompió los relojes de la casa y los enterró en el jardín, así el perro no olería los segundos muertos, así todos sospecharían de ella. Ella se detuvo a descansar en un banco del parque, no era condena el peso de los segundos besando su nuca de porcelana; nada se movía, todo se desplazaba, no se entrecortaban las remadas de los patos ni las ondas del lago se extinguían en las líneas del fondo, no había veinticuatro fotogramas para todo, era todo flujo. No pestañeaba. Recuperó la infinidad robada por la muerte sentada en ese banco, en ese mismo parque, dejando que el crujir de las hojas convirtiera en oxígeno su sensación de desgracia, su pasado que ya no era, su futuro que ya no sería, su historia que se diluía gota a gota en un océano de ignorancias. No se hacía tarde, el cielo palidecía; el sol bajaba su temperatura y su sombra se hacía grande, arrugada. Un gran ojo de fuego penetrando en la tierra, devorado por las enormes fauces de dientes montañosos que debía de ser el horizonte. Nunca más llegaría tarde.

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El amenazante sigilo nocturno se encargó de invitarla a volver a casa; cansada, somnolienta, arrastró la verja entre ladridos. Su Toby, un perro cualquiera, aún con caricias atrapadas en la memoria recorría nervioso el jardín de un lado a otro, aleatorio; fue entonces cuando, retozando entre sus piernas, descubrió la extinción de la mirada de su compañera. Un girasol sobresalía de entre los rosales y geranios cabizbajos, enorme sobre tierra revuelta, como un huracán de famélicos sonidos de palabras a medias, tendiendo su fortaleza impenetrable a la luna extraña, armado con agujas de reloj como dientes de plata. Pronto comenzaría a comerse a soledades los árboles, la casa, las caras,... los nombres, los significados de su vida, ella. La suya era la enfermedad de los recuerdos. Nunca más vería el presente vivo ante el espejo, no importaba ya la dirección de sus pasos, las salidas quedaron huérfanas de destinos... Nunca más llegaría pronto. Nunca más volvería a sentirse esperada.

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El hospital "Bienvenida a mi mirada, siéntese que pronto vendrán los latidos". Esperas en la sala de espera al doctor, vuelve la enfermera con su bandeja de cristalino y adelante, ya tiene su permiso. Aburrida has leído todas las revistas que había sobre la mesita, todo pestañas, todo cejas, pero no había ninguna idea de visita, de nada ha servido estudiarse todas las portadas. La puerta se atranca, es un truco de magia, susurrándole un poco se abre sin tocarla. Pasas, no hay diplomas, sólo una pared blanca, sólo una mesa vacía y una estantería desbordada. Tiembla la consulta y sale del sueño una risa; "siéntese en ella", gritan las paredes a la señorita; nada más tocarla te vistes de caleidoscopio y bata y se despliegan tus ideas sobre la mesa agrandada. Entra por la puerta la mente despierta y descansada, "dígame señorita, el corazón está de vacaciones, ¿puedo ayudarle en algo?" Y quién sabe la respuesta, las ideas están sobre la mesa y la risa se hace incómoda. Te levantas, miras en la estantería los títulos en vertical, ninguno famoso, unos polvorientos, otros empapados, sólo pilas de folios; imaginas los más interesantes, toda tuya la intención de ordenar los manuscritos en primer lugar.

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Adelante, haga lo que le plazca en esta sala, probablemente el corazón llegue mañana, o pasado, o tal vez descubra o jamás lo haga, que el hospital empezó a latir desde su entrada.

¡Qué rápido se vuelan las cortinas! Hay un día detrás de la ventana y otro detrás del horizonte, ¡qué rápido le he puesto cortinas! Tan pronto como se ha hecho de noche. Dios sólo es un sumiller de cortinas, aquí el que manda es el gigante con tetas de pezones blancos que sirven al cielo de pescantes. Hay un día detrás de la ventana y otro detrás del horizonte, ¡qué rápido se vuelan las cortinas! Tan pronto como el sol alumbra las coles. El gigante no es más que la moqueta, aquí el que manda ve tras la ventana, ¡despierta! Ya es de día, ¡arriba! La peor trinchera es la cama.

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Inquietudes de sobremesa Estrello el pan para mojar en el cristal, sé que es un líquido o al menos se comporta como tal... pero se resiste a ser marea. Mientras, a medida que se escurre mi esperanza, imagino a una anciana bailando danza, que desempolvó su ritmo tras el temblor, al subirse a unas escaleras mecánicas, con los restos de saliva (incompatibles con la página sesenta y dos) de sus dedos tirando al unísono en busca de la precavida verticalidad. ¿Pero qué estoy haciendo? La salsa se ha acabado. Las migajas intentan subir por las paredes del plato, hacia el mantel de flores, limpias, en su primavera infinita, y el reloj me mira, muestra a su bailarina posicionada en attitude en pointe, cada vez con la sonrisa más forzada. Se hace tarde, y tienes cosas que hacer.

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Música Sólo cinco peldaños tiene la fantástica escalera, su desafiante mirada, infinita por abajo y por arriba. Su alma se divide en esencias sin sobrantes ni ausencias; tendidos sus pálpitos en las sonrisas escarban su sentido en los aires y vaivenes de las caricias. Se asoma al revés del horizonte, por una red de túneles de colores rodea el ritmo que le marca la llave de la puerta mágica. Vuelven las habitaciones de los abismos en los susurros de los mimos: percusión, viento y cuerda, van haciéndose saltar del pentagrama. Salta, llora, ríe, grita; el ritmo las va meciendo en la inocencia de la alegría hasta diluirse en un remolino de fantasías. Al acabar la orquesta queda hueca, muda, deseosa de volver a ser liberada. Sólo si acompaña la fortuna dos puntos reiniciarán la revuelta.

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Besos y mentiras Es agua lo que mata, es aire lo que arde, es fuego el encierro, es tu sangre un enredo de llaves, una huida tardía hacia ninguna parte. Son pasos los que persiguen, son libros los que no aburren, es llamarada la inmensidad del beso, son besos las espinas de mi sangre cuando la primavera huye hacia la tarde. Mira a los ojos cuando mientas. Miente de vez en cuando o no habrás conocido a nadie antes de que el agua te mate, el aire te incendie, el fuego te asfixie, tu sangre sea una frontera infranqueable. Nunca mientas cuando beses. No beses una flor después de desarraigarla, no descifres tu destino en base a infinitos pétalos; después del primer beso, apaga todas las luces y observa si florece su voz en otoños o silencios. Sabrás que es ella cuando una cristalina sonrisa te revele el gran misterio, tu inconmensurable amor por cada uno de sus defectos.

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Baila Acúnate en tus volantes gitana, recoge del aire la magia, llora más que baila, llora que ya hará el cuerpo por ser lágrima. Pisa el mundo con fuerza, tu patria se limita a esa losa profunda y no estás sola, estás con la amargura derrumbando las fronteras del rojo de tus zapatos. Gira para que sienta envidia la tristeza de la sonrisa que tienes en tus manos, mécela sobre tu muñeca, expulsa el frío con el castañeo de tus latidos. Baila, baila hasta no poder amar más, hasta que los lunares de tu vestido se llenen de besos perdidos y razones para llorar, entonces quémalo, y será tu alma la última bailaora.

Te amo Te amo, te amo mucho, ¿qué más quiere que diga?, si ya está todo dicho.

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Fase previa y proceso del eterno enamoramiento Pronto, el amanecer, pronto. Tú, y tu pelo, tu pelo, y tú. Lágrimas sobre tus ojos, tarde los cuerdos y la luz. Mejillas mojadas, sin mí, tú; agua turbia y desordenada; mis ojos, agua y sal, detrás, tú... mar sin sal, rojiza piel mojada. (vórtice de tiempo) Residuos, salitre en las pestañas, lágrimas kamikazes en tu barbilla, tirantez de saladas pecas negras mientras, el sol, el sol... no es sol. Mis ojos, tu sal sin agua, detrás, tú... mis ojos sin reacción, y de pronto, agua; mi agua, sal y más de tu agua, yo contigo, y tú, mis ojos, lágrimas cómplices, y tu cara. Juntos, por fin juntos, tú y yo, sobre nuestras lágrimas.

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Eres tú Eres tú ese fuego que se extiende entre los arbustos secos de mis entrañas, eres tú ese agua que hidrata los silencios en los huecos de mis palabras. La piedra que se esconde bajo el polvo, la porción quemada a fuego lento de los dientes de un viejo sabueso. La autovía que desemboca en el metro, la jornada libre del perezoso que desea morir sentado en el inodoro. Eres tú las escamas de debajo de mi piel, las heridas que nunca sanan en este cuerpo. Eres tú la mirada invisible que pervive en el vacío, eres tú el fin de mi mundo, la rentista de mi sueño.

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Reflexiones para dejar de ser adicto Ojalá mi adicción a ti fuera voluntaria, pero ya dejaría de ser adicto; la elección es complicada... no podría disfrutar de tus efectos: - La continua y encantadora dilatación debido al cambio de luminosidad ambiental en mis pupilas cuando no y cuando estás. - El consecuente aumento de la salivación y pulsaciones por minuto durante un tiempo hermoso en mi cuello y corazón cuando me miras con tus ojos. - La falta de capacidad de captación de oxígeno por parte de las hemoglobinas que recorren sin descanso mi sangre cada vez que noto tu tacto. - La extraña fluorescencia de mi reloj una noche de tormenta cargada de rayos y relámpagos reflejada en tu ventana aquella vez sobre tu cama. …

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Y miles y miles de millones más, porque cada instante aumentan, hasta acabar demasiado mal, tirado en el suelo sin fuerzas, hasta tocar el cielo sin volar con cada caricia que me dedicas, tirado casi sin poder respirar pero con tu cuerpo encima, con tus labios, que al presionar sobre mí: ¡reanimación cardiorrespiratoria! La elección es complicada...

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Entre mis besos y el recuerdo de los tuyos Como un ángel sentado en manos de un barbero Arthur Rimbaud Como un ángel sentado en manos de un barbero, zurciendo las hendiduras, tristes en el aire tras el rumbo de la flecha nacida del holocausto de besos, en renuncia, granizando junto al cabello hirsuto. Como el polvo bufón de una mente despierta en el cajón de buhonerías de bohemios envanecidos, recostadas en la conciencia de cenicientas yacen las angustias, junto al amor por lo perdido. Previo, cuando el abanico ancestral cesó su rito y el cielo se halló fosco y el océano vistió de luto los tejos y cipreses restituyeron su protagonismo. Mas el dulce carmín de unos labios sin más plenilunios y la acidez del orto eterno de tus ojos, dormirán juntos en la aureola de tu sonrisa, entre mis besos y el recuerdo de los tuyos.

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Dormida A Tamara Díaz Abro los ojos y estás delante; tan dormida y mimosa. No sé cómo lo haces, la luz nunca te despierta, no se atreve a golpearte. El colchón conserva los pesos de tu figura, siguen cálidas las sábanas, sigue oliendo el sol al perfume desprendido en la madrugada; parece que no necesitas respirar, parece que estás elevada. Tú en tu mundo de sueños y yo un mero espectador de tu belleza intento, sólo intento no ser esclavo de las pesadillas, sólo contigo a mi lado creo, ya creo que no es imposible vencerlas.

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Ella es la víctima Te miro, sigues sin mirarme, mis ojos se clavan pero no te hacen daño, comienzan a impacientarse. Sigues cabizbaja, mirando el cenicero, con la ceniza de dos cigarros, en silencio, aún se puede leer el fondo: "Recuerdo de un beso", nunca quisiste venir conmigo. Dejo de mirarte, bajo la mirada hacia tus manos, una firme coge el cigarro como si fueses a firmar un certificado de divorcio, la derecha te tiembla, para fumar siempre fuiste zurda. Dices algo, no llego a entenderlo, no se calla el silencio, tal vez sólo un suspiro. Apoyo la espalda sobre el respaldo y cruzo los brazos y vuelvo a mirarte.

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Se acaba tu cigarro, sólo lo has besado dos veces. La primera para encenderlo, la última era sólo el filtro, te has quemado. No pienso pedirte nada ni siquiera una razón, no quiero que suene a excusa barata, no abras la boca, no tienes saliva. Bebes del vaso y el carmín mancha el borde, no es el que te regalé. Bailas el tercer cigarro entre tus dedos antes de encenderlo. Lo enciendes. Vuelves a dejar que se consuma. Te apartas el pelo, pero no me miras, levantas la cabeza y me encuentras, tus ojos ya no son lo que eran.

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Quiero que lo digas, no sé si no puedes, no sé si no quieres; te mojas los labios, tomas aire, suspiras, cierras los ojos y comienzas a hablar. Yo escucho, intento comprender aunque sé que no puedo. Terminas y agachas la cabeza. Empiezan a sudar tus ojos, sé que no estás llorando. Me levanto de la silla, no eres capaz de mirarme, pago el café y la coca cola en la barra, ando unos pasos más y sin mirar atrás me arrojo a la calle, la puerta ya estaba abierta.

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Preguntas Seguro sería graciosa la respuesta de unos pies descalzos a si andar mucho es sano. Seguramente sonreirían sus callos y llorarían los talones alquitrán acumulado. Seguro sería graciosa la respuesta de un muro derrumbado a si la pintura protege de mazos. Seguramente sonreirían sus garabatos y llorarían los ladrillos el hormigón desarmado. Seguro sería graciosa la respuesta de una pareja de recién casados a si existe el amor después del noviazgo. Seguramente sonreirían los invitados y llorarían los anillos en unas temblorosas manos. Seguro serían graciosas otras tantas preguntas sin respuesta; típicas a la hora del café o justo antes de que el gallo cante su opereta. Peguntas que nadie sabe responder, tal vez por eso tienen tinte de universales… Tal vez por eso no podamos ser felices, porque andar descalzo es depender del asfalto, porque estar derrumbado es el castigo por no haber golpeado, porque el matrimonio no es sinónimo de amor eterno;

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o tal vez por eso mismo podamos serlo, porque siempre quedará la duda de si ser perfecto significa no sentir el peso del suelo, recibirlo todo antes del primer golpe, seguir amando mientras todo sea un sueño.

El paraíso en tu vientre Agua, agua el mar lleva bajo las faldas. Quejío y lucero libera el amor en su destierro. Esa piel, tu piel guarda el cielo bajo un botón de miel.

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Una gota y un suspiro A Reyes Rodríguez La gota y un suspiro van a cruzar la calle cogidos de la mano, el suspiro húmedo y la gota de un leve sentimiento van disfrutando de su suavidad; se posan en mitad. El orvallo y una brisa se abrazan y caen juntos, la llovizna balanceándose de lado a lado y la brisa medio mojada aterrizan leves con una caricia que les protege, junto. La lluvia y el viento bailan sobre la atmósfera, la lluvia taconea las nubes y el viento la coge por la cintura para, en medio de un beso apasionado, caer de bruces sobre. La tromba y el huracán arañan el cielo que sangra negro, la tromba se pierde en el huracán y el huracán se pierde en la tromba, hacen el amor para que nazca de su vientre un trueno capaz de destruir los destinos para siempre.

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Adiós Me dices adiós mientras mantienes tu mano cerrada alrededor de mi corazón. Y te alejas, y no abres tu mano. Crees que te sigo y pides las explicaciones en torno a mi persecución, y yo sólo te pido que me sueltes para poder descubrir si es tu mano o mi destino. Me dices adiós y te alejas, y no abres ni aprietas esa mano invasora. Y yo no digo nada. Adiós es una palabra fea.

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Y me atrevo a llamarme poeta Leo, leo para darme cuenta de que no recuerdo qué escribí. He olvidado, me he suicidado. Todo por un presente en el que he perdido toda vía que me enlazara al pasado. Llevo demasiado tiempo sin sufrir, sin escribir con lágrimas y borrarlas con carmín, porque ya tengo unos labios delgados y un corazón abierto como refugio. Así es la vida de los poetas desterrados de la infelicidad. Así es un artista frustrado que se ha cansado de buscar excusas, de hallar razones, se ha cansado de quejarse y dejar su rastro de ilusiones rotas en otros corazones. Ahora me toca a mí, ahora me toca a mí sufrir y dejar de patentar el dolor bajo el seudónimo de poeta. Sólo escribo, recuerda, sólo escribo, la putada es tener que pasar página y hacerlo sólo cuando ya no se puede leer nada, porque aunque lo niegue me da miedo el paso de las hojas, me da miedo porque quiero que tú seas mi final.

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Primavera Dime tu nombre. Lo escribiré en un viejo sauce con la corteza repleta de arrugas. El más sabio que encuentre. Si me amas, te entregaré un mapa con el sitio de tu significado. Esa será la única forma de descubrir cómo el amor florece entre tus labios. Me dirás mi nombre.

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GEOMETRÍAS

La verdad es una prostituta de la que es justo enamorarse: la única cuya compañía nos hace sentir realmente vulnerables, cuya ausencia nos demuestra que realmente lo somos.

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Carne y hueso Tócate los bordes de las cuencas de los ojos. Adelante. Tienes todo el tiempo del mundo. ... ... ... ¿Lo notas? ¿Notas el hueco? Es la forma de tu calavera. Tus huesos, lo que eres más allá de lo que piensas. Tus cadenas a la realidad, la silueta de tu muerte, al tiempo, al espacio, al mundo inconexo. Eres reacciones químicas ante todo. Animal. Depredador y presa. Tócate, ¿tienes todo el tiempo del mundo? Eres carne y hueso. El resto, los sueños que te mantienen con vida.

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Cartas y medallas (1936-1939) La mañana tuvo que madrugar, la noche estuvo febril y sudorosa en la antesala de las horas de sal. Los paños fríos en la luna hermosa no consiguieron relajar su codicia. Amanece y la voz de un general sustituye al gallo, asesinado. Da los buenos días con un saco en cada mano. ¡Amigos míos, ya hemos vencido al enemigo rebelde! A su izquierda se agitan las cartas asfixiadas, con un destino desplazado por el miedo y una voz inerte. A su derecha se amontonan las medallas en honor a los valientes que en batalla ofrecieron su muerte por esta patria, esta bandera, manchada de víctimas sin nombre.

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Pastillas para la resaca Pero las calles conducen los coches, los que ladran a sus mejores amigos son unos perros, los cobardes intentan sufragar su necesidad de amor a golpes y talonario, el dolor asoma por las heridas y regala tarta de manzana a las hijas de las viejas cicatrices. Un poco antes, Dios ha bostezado los vientos alisios para invocar al frío y se ha tomado un par de pastillas para la resaca. Ha paseado por el parque. Un paseo ocre, delicado, triste, aburrido. Volátil, se ha sentado en un banco. Mientras se informaba sobre la solvencia de su plan de pensiones, con voz rutinaria, ha alimentado a un puñado de vagabundos, ha apuntado directamente, con su índice, a la cara, a las víctimas de la guerra; y ha construido un puente para que Mary pueda recibir el correo y, de paso, ha decidido buscarle un amor en su sopa de letras, y lo ha encontrado a miles de kilómetros. Allí, Carolina enumera desconsolada sus tachones y se introduce en el sobre con la ayuda de un poema; con cuidado, relame la pega como una tapa de yogur de fresa y se queda dormida durante el viaje. En sueños, modela la cara de su Diosa. Pero los fantasmas han adquirido algunos cuerpos low cost, los fósiles son lanzados al espacio con sumo rigor y el polvo oxida los significados de las figuritas de las estanterías.

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Desoído y olvidado, con demasiada sal en las venas, el mar calla su metrónomo. Se ha cansado de vomitar cada una de las madrugadas. Y no le caben más pastillas para la resaca.

Lágrimas de estrella Las nubes tamizan las lágrimas de estrella y llueve. Nadie sabe cómo, pero lloran. Acumulan su nostalgia y esperan la tormenta que las acompañe con su juego eléctrico de luces y percusión axiomática. Hace relativamente poco que lo hacen. Hace millones de años nadie las veía llorar. Apenas tenían razones. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué lloran? Han visto cómo un planeta se hacía estrella y desde lejos auguran la pérdida de su hermana bastarda.

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Es lógico Es lógico, no se preocupe, el conocimiento contrae el músculo y suaviza la garganta, y mucho más en su caso... la desigualdad es el más común de los pecados y, en la mayoría de casos, el más difícil de ocultar. Por suerte ha llegado a tiempo, un poco más y estaríamos ante una pandemia y ya sabe usted lo que eso afecta al estrés de los de arriba: los problemas de tráfico, huelgas en las grandes empresas,... ¡Podría paralizarse el país entero! Y nosotros no queremos eso ¿verdad? Así que no se preocupe, véase un par de telediarios, deje un tiempo internet y los medios alternativos, en especial, ese periódico que se hace llamar "independiente". Haga tiempo, lea el best-seller más popular para distraerse. Deje de ir a reuniones y a conferencias durante un tiempo, ya verá como en un par de días lo peor habrá pasado. No recordará las manifestaciones de los últimos meses, ni la dictadura en Guinea Bissau, ni los misiles de Corea del Norte,... Lo de su alcalde es un poco más complicado, pero comprenda su postura, un nuevo Corte Inglés dará el dinero suficiente al ayuntamiento para reintegrar a los yonkis y a las prostitutas... ya verá como para cuando quiera darse cuenta no ha recibido información de su nuevo chalet con piscina y la recogida de cadáveres de las cunetas, No se alarme si (curiosamente) aumentan los suicidios... es lógico.

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Pero sobre todo, reposo. Nosotros nos encargaremos de todo, mucha gente trabaja por y para nosotros. Tómese unas vacaciones con su familia ¿está casado? En serio, no se preocupe, ya verá como todo va bien. Y por favor, recuerde, es muy importante, intente no abrir los ojos. (O le dejaremos ciego)

Descripción de una madre amamantando a su cría muerta de frío a lo largo de todo el siglo XX Las horas perdidas llegaban tarde a casa, la esperanza sin bastón se aquejaba de su izquierda, el frío exhalaba humo a través del bozal de viento, el verbo se trastabillaba subiendo las escaleras al cielo, las malas conciencias quemaban las cartas con retraso, las buenas palabras guiñaban el ojo a los ciegos del barrio, y todo seguía su curso. Hasta que llegó el verano.

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Hijo pródigo de la desgracia No he vivido una guerra, no he notado en mis manos el peso de la carne y nada más. No he respirado la ceniza, ni los gritos me asaltan por las noches; no he sentido la vulnerabilidad de la trinchera ni el temblor del rifle ante mi enemigo. Sin embargo, eso no impide que me sienta como un ángel con el culo lleno de metralla. Los libros me han susurrado la desgracia de ser esclavo de esta historia, de la Historia de España, de la Gran Historia Universal. No he sentido el frío del exilio ni la orfandad de la infancia robada. No merezco cartas ni medallas. Sin embargo, no creo que mi lucha no tenga sentido por estar lejos de las balas, por ser mi espejo el campo de batalla. La guerra a la que me enfrento cada día es controlar al animal que habita mi estómago, y prepararme para, llegado el momento, impedir que la Historia se repita.

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Realidades Una historia falsa, una verdad obscena, una mentira modificada, una leyenda real, una cantidad exacta, un algo perfecto, el sentimiento relativo, la perfección entera, una caída sin cuerda a un pozo sin fondo. Las historias confunden, la verdad miente, la mentira imagina, la leyenda es increíble, la cantidad es relativa, la perfección es perfecta, el sentimiento es personal, la perfección, perfecta, en una caída sin cuerda, seguro que hay fondo.

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Pétreo El vacío lo ha llenado todo de su nada, de silencios no correspondidos, de ecos mudos y montañas calvas. Ha hecho caer los cristales del espejo opaco en el que los hombres habían olvidado mirarse, preguntarse, concebirse, como nada enteramente vacío. Luz, agua, sujetos anónimos, errantes siluetas de sombra de susurro traidor y llaga infectada. La luz es la gota que resbala en el hielo de lo que nadie toca, de la necedad del ser humano en su afán por convertirse en roca.

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Viaje hacia la nada Vuelvo a salir a la calle, cabizbajo, dándole patadas a una lata oxidada aplastada; su ritmo se me clava en las entrañas. La capucha no me protege de las disimuladas miradas, con las manos en los bolsillos y sin ganas de sacarlas. Fuera hace frío, la sudadera es mi escudo contra la nada, se escuchan en toda la calle los gritos de las persianas. Voy a ninguna parte, dando vueltas a la manzana, salí solo para tomar el aire y aquí también me falta. Las señales me obligan, los coches no se paran, ya cruzo las calles viendo la sangre de la semana pasada. Los cordones están destrozados, mis suelas están desgastadas, ir descalzo, ser animal, seguro que es más cómodo, pero ya son mi piel, y no puedo quitármelas.

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Abrazado al destino Atraviesas la puerta y la casa se te cae encima, sudas aunque el aire acondicionado no sea más que una excusa para acallar al silencio. Su frío te congela la duda y te sientas con ella en el sillón biplaza reservado a la visita, dispuesto a ver la televisión a oscuras. Hablas un poco a la estantería colonizada por libros de autoayuda y decides descansar de la realidad. Reconócelo, algunas noches rompes a llorar en una esquina, encogido con las palmas bajo la cara soportando el peso de las retinas, aunque sé que a menudo desearías deshojarlas. Después, empapado, vuelves a la cama y borracho de recuerdos y desdichas te abrazas a la almohada mientras tu mente dibuja una caricia. ¿Estás ya dormido o aún sigues abrazado a tu destino? Hasta mañana.

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Secuestro ¿y es que seguir en este círculo cerrado no puede dar sensación de secuestrado? Una luz me dice que sigo vivo, creer en la existencia del sol es la única esperanza pero esta no es mi cama, este hace tiempo que dejó de ser mi sitio. Las ratas salen de sus mansiones de fachada demacrada y emiten sus noticias por la televisión, que ha invadido y ocupado ese minúsculo habitáculo en el que abría los ojos y no veía mis manos atadas. La gota imita al reloj con su ritmo de muerte, que poco a poco se apaga en una mirada sin horizonte, colgada del techo, seca tras el golpe de estado dado por mi mala suerte. La humedad empapa mis pulmones, intento escurrir mis huesos frotando mi cuerpo contra mi cuerpo, pero mi alma ya no es mía, es de esos cabrones.

El metro Bienvenidos al metro, transporte subterráneo en el que todo el mundo es sospechoso. Espera a que la puerta se abra, o a unas malas utiliza la palanca.

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Tan vacío o tan lleno como la respiración, fugaz y tembloroso como exhalación; cruce de caminos de cientos de muertos, del trabajo, de la casa, del entierro. Todos los abrazos dedicados a los bolsos, todas las miradas al mismo cristal tras el que hierros y hierros no dejan de quedarse quietos. Todos los oídos pendientes de la misma cantinela: una mujer con voz mecánica, tibia, insípida, sin melodía, rutinaria. “Esta es su estación, bienvenido, siga las flechas hasta llegar al viento, traspase la puerta, sienta el frío tras su viaje por el inframundo, donde las almas vagan en busca de un lugar, se sujeta en una barra de acero sin pensar en la cantidad de huellas, de personas que jamás conocerá; de destinos que quién sabe si se volverán a entrelazar...” Ves la luz y todo es blanco, y se expande la gama cromática al mismo ritmo que la gente corre, corre y corre a todas partes, con bolsas, con ganas de bolsas. Todo el mundo corre siguiendo el ritmo que marca el exterior de esta ratonera en la que no todos vemos la salida; y es que aquí el que va despacio, no se sabe por qué, pero molesta.

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Vivo en un mundo Vivo en un mundo que no comprende sus lenguas, no comparte sus ideas, no lucha sus batallas, no crea esperanzas si no benefician a su propio veneno. Mundo constipado con un insulso termómetro pitando en el sobaco, que espera sentado en un sillón de piel de leones de Sudáfrica a que le bajen las décimas de su codicia. No sanará porque no lleva en sí mismo el cambio: la sed de un mundo hermano, el sueño de un lugar donde el mercado no sea un edificio de cinco plantas rebosante todo el año; el cansancio en la noche tras un día construyendo vida, el descanso en la mañana de una opción libre, la convicción de no ser contrarios, el engaño de recorrer el insomnio con la falsa certeza de que los humanos duermen en un colchón Made in China de la tienda de la esquina con sueños sin etiquetas.

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Mi dios El suelo que me pisa es mi suelo, el aire que me respira es mi aire, el sueño que me despierta es mi amor, el vacío que me llena es mi nadie. Son mi mundo todas las cosas de mi alrededor, las que son sólo mías son las de mi dios que es mi búsqueda de la felicidad a solas acompañado por otros pasos en la misma dirección. Mi dios es mi hoy, las manos que me abrazan, los ojos que me tocan el alma y la derraman sobre un colchón de clavos. Ser creador es ser faquir de retratos. El amigo que es espejo de mi amistad, el amor que es mi corazón libre, sin cadenas, el tiempo que me guía sobre mis pasos cansados, el pensamiento que me acerca a todo cuanto amo.

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No hay nada más que lo que no ves No hay nada más que lo que no ves, deja de intentar tocar una realidad donde los colores son ondas de luz, tú eres mucho más. Nunca vomites tus penas sobre el papel para después tirar de la cadena, enmarca tu estómago y cuélgalo en la pared para, con los años, descubrir qué esconde el espacio en blanco. No oprimas tu cuerpo bajo tu mente, tu mente es la fuerte y tu cuerpo el esclavo, nadie quiere lanzarse al vacío, así sea por miedo a sentirse aislado, sin seguir las directrices de una sociedad suicida. No seas un suicida, sabes que tienes cosas que no ves, que no te recuerdan, que olvidas que necesitas recordar, un te quiero no es una fiambrera, no te encierres en él, no protege, es el hielo que ha de mantener tu calidez. No hay nada más que lo que no ves, deja de intentar tocar, y sólo toca, inventa una realidad donde lo recuerdes, tú eres mucho más.

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La existencia de la arruga En una colección de retratos se resume la existencia de la arruga, sólo en la pintura existe la vejez intocable, el tiempo se para a descansar a tomar aire. En una colección de palabras se resume la existencia de la arruga, sólo en la literatura existe la razón inexplicable, el sentimiento se detiene a excavar en la sangre. En una colección de notas musicales se resume la existencia de la arruga, sólo en la música existe el sonido de la carne, la fantasía recorre el vello hasta decidir dónde pasar la noche. En una colección de vidas se resume la existencia de la arruga, sólo en el pálpito existe la lluvia de ideales, el mundo se para a descansar, a ver qué camino elige el hombre.

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Sol y Luna Sol, dime por qué no me haces caso, evades mis intempestivas intenciones; fluctúa mi sonrisa y no dejas de irte, de llegar, no dejas de quedarte para nunca. Luna, son los volcanes de tus labios los que hacen temblar o bailar los planetas cuando no puedo mover mi espacio o no me quedan fuerzas; sólo tiempo, espero la explosión de tus cadenas. Sol, libérame de estos imbéciles, de su imagen, de su vacío significado, de quienes intentan robarme mi marea, llévame contigo y hagamos desaparecer a esos monos que no saben trepar a los árboles. Luna, salta a mis rayos, salta, salta hacia mí; mi luz no puede moverte y un paso en falso es otro fin; arrancaría el vacío a puñados hasta besar tu plata de cenizas, pero antes, prométeme que serás tú quien llore mi pérdida.

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La cúpula es del hombre No hay paisajes en la mente de los descerebrados. No hay prados limpios, lisos como papel higiénico. Tampoco hay ríos frescos y serpenteantes que no cobren paso a las aves. Si no, ¿por qué vienen cada vez menos? ¿Por qué viven tanto tiempo en las ciudades? En la cúpula fabricada por el hombre. Esta manta que abriga en invierno, sacude el polvo en verano y marca frontera con el horizonte. Y con el horizonte mueren los prados anchos, los ríos sin guardaespaldas de cemento armado; mueren las alas de los pájaros, sordas ante los motores de los halcones con nidos de asfalto. Las nubes escapan, saltan por entre los edificios y saludan. Son las huérfanas secuestradas por las fábricas, que lloran con óxido el olvido de sus hermanas. Las nubes de verdad, las de Velázquez ya no existen. Vomitan su alma antes de poder atravesar la gran ciudad. La mayoría ya ni se atreven, la cúpula es demasiado grande, tan grande que ya ha empezado a extenderse por la mente de sus habitantes.

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La vacuidad de la esfera La vacuidad de la esfera es el tiempo inagotable, la ausencia. La razón por la que estoy hoy aquí, custodiado por las musas con la mosca detrás de la oreja. El sinsentido es pues la excusa que ha dado fundamento al nihilismo, a la falsedad del canto de los grillos sobre la nocturna tierra húmeda. La vacuidad de la esfera seguirá siendo vasta e imperiosa, pues el pesimismo lo llena todo de polígonos y geometrías, hechos, pruebas. Evidencias de que algo ha merecido la pena. Resultados. Vacíos resultados si el falso vacío no estalla en la conciencia. Los grillos lloran por su belleza perdida a los ojos de la especie mejor adaptada. La especie vacía, agotada, cansada de buscarse a sí misma.

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Podría probar a sonreír Podría probar a sonreír... A ver si así volaran las aves, tan lejos, a velocidad de crucero, las perdiera de vista y no fuera capaz de seguirlas. Podría probar que pruebo a sonreír, abrir el cajón donde guardo los dientes y volver a lucirlos con el permiso de telarañas y demás restos de polvo y piel humana. Podría sonreír, así, sin pestañear siquiera, para no dar oportunidad a la espera ni a ninguna otra fémina a interceptar mis intenciones de ninguna manera. Podría, si quisiera todo lo podría, si quisiesen mis piernas, todo lo andaría, si quisiesen mis ojos, todo lo vería, si quisiese mi sueño, todo lo viviría. Si quisiese, si quisiera sería siempre el protagonista, así fuese de una comedia ebria en una solitaria cantina... No me quedan excusas, ya he gastado todas las balas: que si podría, que si pudiera podría, que si quisiera.... Qué le hago yo si las orejas no me estiran la cara, qué le hago si el mundo me está cubriendo con su sábana blanca.

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El día que muera El hombre bien pronto se convierte en manada por creer que sus aullidos no son escuchados por la luna llena, por la sencillez de las cosas, el vacío de las palabras. Ansía leer escrito su destino para que sus miedos sean descanso, paz... aunque ello signifique evadir el único y definitivo, el último paso, el guiño último a la vida. El día que muera, yo, amante de la soledad del erudito y pisoteador de tierra, muera... como moriréis vosotros, seres que evadís vuestra responsabilidad como futuros no vivos, no quiero sentir la fuga de ningún alma, quiero ser animal. Quiero palpar el agotamiento del calor en la punta de mis dedos, la decadencia del oxígeno, veneno causante de mi vida y mis cadenas a la búsqueda. Quiero notar la caída de los párpados sucumbiendo al tiempo, despacio, como una persiana que hila los sueños. Quiero ser un lobo solitario que lo ha dado todo únicamente por su memoria, ha vivido para devolver el tiempo, el amor, que me dio alas cuando aún me quedaban fuerzas. Cerrar los ojos y no ver nada. Y que no recen. Y que continúen mi búsqueda: la conquista de sí mismos.

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Que no es fácil Que no es fácil es una evidencia, tanto como que lo que es frágil ha de fijar su mirada siempre hacia arriba. Hacia un edén de bohemia. Pero ¿quién pone la meta? La llegada, sino la vida. La mitad de las preguntas no están para contestarlas. Sólo sirven para descubrir que existen cientos de respuestas encerradas en una mirada. Y casi todas las respuestas son inexactas, la hora nunca incluye las unidades de tiempo que harían de sí misma una eterna falsedad. Porque siempre corre agua por el río cuando las margaritas reconquistan las alturas y la primavera felicita su ascenso. Porque siempre hay tiempo, aún cuando el verano desnuda los guijarros del manantial y los convierte en camino.

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Un día en la humanidad ...no fue por estos campos del bíblico jardín. Antonio Machado Por la mañana, Adán amaneció rodeado de placeres en un melódico bosque y un transparente río. O eso dice la Leyenda, anterior a la Historia. Al mediodía, expulsados de la fantasía, los hombres amenazados por las pupilas brillantes de los monjes fuimos tribu asentada alrededor de la otra vida. Con el río, fue el trigo, con el trigo, la guerra, con la guerra, la selva. Al atardecer, desapareció el río. La cueva, la choza, la casa,... todas se quedaron pequeñas. El agua se trasladó a tuberías nutriendo avisperos, el frescor del bosque y la calidez del sol de mediodía firmaron un pacto por consenso en aparatos eléctricos, las especias pasaron a ser sólo la guindilla del alimento, siguen al borde de la extinción, por cierto; el pregonero fiel es transmitido a millones de oídos en una cápsula de fácil digestión, el ágora ha sido infectado por la propaganda, la confianza es imagen, ya pocos quedan que hayan sentido el sabor de un tomate recién cogido, sin haber tocado antes un plástico.

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La noche se acerca y las familias se reúnen a verlo desde sus cárceles de ciudad. Cae la tarde y nadie conoce ni la Leyenda, ni la Historia. Nadie sale de casa cuando la ciudad es una casa con miles de habitantes, los pasillos son de asfalto, el ocio es previo pago y los frigoríficos están junto a los armarios de los centros comerciales. El hombre moderno nunca ha salido de casa... El mar es una atracción veraniega es sólo una piscina olímpica con sal. La naturaleza se reduce a césped y bichos inmunes al pesticida. Los campos... ¿qué es eso? ¿Excursiones? ¡Qué pobres las ballenas! ¡Nuestros hijos no podrán verlas! (Dicen protestar) Nunca las verán. Conocerán todo acerca de su comportamiento, escucharán grabaciones perfectas de sus cantos y casi podrán bailar con ellas bajo el mar,

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pero nunca las verán, nunca las oirán, fuera de la pantalla. Todas hace tiempo que han muerto... Las del zoo son hologramas (sin hambre). Como nunca verán las raíces bajo la tierra, fuera de un libro de naturaleza, ni el nacimiento en los nidos ocupados por golondrinas que anteriormente apostaban en balcones blancos de cortijos inmaculados; antes de ser adoptadas por el hombre. Enjauladas.

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Anochecerรก y nadie saldrรก de casa... y las familias rezarรกn frente a las pantallas por que no haya que cambiar las bombillas.

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NAUFRAGIOS

Anoche el destino decidió mecanografiar su sentencia sobre el toldo de la terraza. Un preludio del diluvio universal. O eso parecía. Porque estaba solo. Las horas aprovecharon para modelar la cara de dios y no pudieron más que girar sobre su propio eje, declarando culpable de su encierro a cada una de las direcciones. No quise entrometerme en sus asuntos. Preferí poner la almohada sobre mi brazo. No sé si para impedir que un dios cualquiera durmiese conmigo o para recordar las noches de tormenta que pasamos juntos.

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Y no haces nada para impedirlo Me has atrapado. Es cierto. Esta noche he paseado un poco más despistado de la cuenta y no he podido predecirte. ¿Qué debo hacer ahora para que me dejes libre? ¿Quieres que llene el almohadón de nubes o prefieres que exilie por el retrete los relojes? Mi piel está empezando a cambiar de cuerpo y no haces nada para que sea al tuyo; se diluye en el arcoiris de los charcos que rondan venenosamente las alcantarillas, ajena a tu arco de fuego, que apaga las flechas, y no haces nada para impedirlo. Es del todo cierto. Soy estúpido, a veces prefiero pensar que no estoy solo para engañarme, para creerme que estoy loco y me deje estarlo en paz, y no haces nada para impedirme. Especialmente solo en estas noches de verdad cegadora, de luz que no se apaga, de aire de ventanas al mar, de manteles tendidos y texturas de seda, de ojos que no quieren cerrarse, de eso a lo que llaman esperanza... y no haces nada para impedirlo.

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El fotógrafo idiota Intento sacarte de las fotografías, rozar tus labios de papel en busca de caricias, arrancarle el alma al color de la sonrisa sin más logro que escurrir las pupilas. Tiro y tiro del cian hacia las esquinas y el amarillo y el magenta se estriñen de envidia, así dejo tu cuerpo vestido de amanecer con un mar envolviéndote en fantasías. Te levanto, delgada, cuadriculada, mantienes tu mueca de niña encantada; busco tras el revés tu espalda descubierta pero era tan perfecta que no pudo ser dibujada. Te hablo casi tanto como a la almohada, pero tú no dices nada, sólo sonríes en blanco y negro, da igual que esté nublado o el cielo sea cielo, tú sigues siendo la princesa atrapada en el cuento. Intento sacarte de las fotografías, rozar tus labios de papel en busca de caricias, ahora es cuando el torbellino de desdichas me grita: ¡idiota! Tú deberías haber estado frente a la cámara.

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Ayer soy yo Ayer es una cortina cerrada, con cadenas y esposas sin cerraduras, sin llaves, sin ventana. Ayer es una pared envuelta en una sábana, en un trozo de tela blanca, arrugada, sin ladrillos. Ayer es un cristal transparente con una bandera sin ánimo para dejarse ondear, cabizbaja, sin colores, sin patria. Ayer es un escaparate sin tienda, sin maniquíes ni máscaras conocidas, sólo siluetas, sombras desnudas de ojos brillantes. Ayer es una farsa, una reconstrucción ficticia, una fantasía del alma para dibujar un lugar dentro de ese escaparate de peces, libres sólo dentro de una frontera autoimpuesta. Ayer es un espejo, una mentira repleta de sombras sin precio. Ayer no es nada, porque ya no estás tú para sacarme.

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Y no verte He soñado estar cuerdo, y me has enamorado al despertar con sólo verte. He despertado y te he visto marcharte, y he soñado abrazado a la locura con tus caricias dibujándome la mente. Te he soñado dormido, he bordeado la silueta de tu simiente, tu nariz, tus labios, y he enloquecido. Los sueños me han desterrado de la realidad y ahora es imposible que despierte, tengo miedo a abrir los ojos y no verte.

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Porque te has ido Porque te has ido no sé si yo he quedado, ni dónde vive el ruido, todos los sonidos que te has llevado. La primavera huye a través de las ventanas a tus brazos escondidos detrás de las esquinas y no me atrevo a atravesar las persianas por si la trampa no es el paraíso de tu sonrisa. Porque te has ido no sé si yo he quedado, ni dónde vive el sabor, todos los besos que te has dejado. Te has dejado en estos labios de velcro las horas dormidas entre los cortes del invierno y no hay quien le robe el mapa de los sueños al silencio que duerme conmigo, que ocupa tus huecos. Porque te has ido no sé si yo he quedado, ni dónde vive la tristeza, las calles que no tienen la huella de tus zapatos. Porque te has ido no me queda más que seguir buscándome, hasta encontrarte desnuda sobre algún otro infinito universo.

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Tus dedos quedan lejos Tus dedos quedan lejos, lejos de mis palabras, ésas que nunca llegué a enviarte, que he enterrado en el cajón con llave y clavan sus uñas y se revuelven dentro de mí, dentro como una sombra sin esmalte. Aún no me he atrevido a expropiarlas con mi firma, no me atrevo con el tacto de tus dedos, la ilusión de verlos desplegar el papel; no me atrevo a poner en juego la caducidad del amor, los sellos de correos de precios obsoletos y centenarios efímeros. Tus dedos quedan lejos. Y está lloviendo sequía. Me dirijo hacia direcciones que no existen. No sé siquiera qué sentido tienen los remites de un nómada cuyo mundo es tu oasis. A estas horas tu corazón debe ser una frontera que no admite invitados sin paraguas, sin excusas. Empapados por la sequía.

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La herida Ya no tiene cura esta herida que escuece, que no entiende de puntos ni algodones, ni bebidas; no tiene cura esta brecha que crece sin preguntar, sin duda ni cuesti贸n alguna que hacer a este vagabundo que duerme sobre cristales y no se corta nunca. Pero esta herida no es profunda, s贸lo es herida en s铆 misma, no es larga, ni peque帽a, ni necesita puntos de sutura, no se deja curar con alcohol, ni humo, ni hielo, ni pastillas; esta herida no cura, simplemente, porque no hay quien pueda curarla.

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Qué dolor el morir Qué dolor el morir, llegar a ti, besarte, desesperadamente y sentir que el espejo no refleja mi rostro ni sientes tú, a quien tanto he amado, mi anhelante impresencia. José Ángel Valente No sólo han desaparecido mis huellas dactilares de la textura de tu felicidad. No sólo me han traicionado los acordes de mi voz y han pasado a ser los quejíos del parque en el eco del mar,... ese extraño que miro, que intento alzar como una alfombra para saber qué fue de nuestros paseos por su orilla... saber si existieron algún día. No sólo mis dedos han quedado ganchos sin tu tacto, sin el resto de piezas del puzzle de mi amor. No sólo el olvido ha impuesto su barrera en el camino, ha colocado ahí el horizonte. Qué dolor el morir, qué dolor el morir,

sin ti, para siempre.

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Experimento Apago todas las luces hasta verme sólo a mí, suprimo todos los sonidos hasta escucharme sólo a mí; abro la boca y dejo que se ventile hasta saborear la sequedad de la desidia, extiendo todo mi cuerpo hasta tocar la cama sólo con los huesos. Pienso: deja de pensar. La oscuridad avanza y despliega su ofensiva. El paladar se agrieta y pide auxilio, las sábanas reavivan el suspense en los nervios, el palpitar retumba en su cárcel de rejas pantanosas, el sudor resucita las mentiras. Y de un vuelco, dejo de pensar. Los temblores y el jadeo apoyan la tregua. No ha servido de nada el experimento, giro el torso y a mi derecha sigue reinando la inmensidad más inmensa tras la ausencia de tu cuerpo, origen de un reguero de bellos recuerdos que atraviesa el horizonte.

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Si la luna no quiere Extiende el día sus yermos párpados para dormir cuando la sombra se arrastra, se derrite como una avalancha de grises, de miedo, cae y exhala humo por la boca el horizonte. La noche sueña con la luna y los cipreses, la luna tiene fantasías pecaminosas con las farolas ciegas, los relámpagos verdes afilados por las almas al desangrarse caen a los abismos del hálito sin carne por las raíces. Tierra. Quedan tristes y largas las noches de doncellas cobardes, de prostitutas con corbata prestamista y vaginas gulosas, tristes y eternas las horas sin princesa ni disfraces venenosos, tristes y errabundos labios los que no recorren líneas de serpiente. Sólo quedan largos y tristes sueños congelados a la intemperie, cubiertos por sábanas de distancias y aire se atrincheran los gorriones, la irreductible afrenta entre el tic tac y los sigilos de los corazones cuando tus huellas y mi tristeza han devorado los amaneceres. Y no amanece si la luna no quiere.

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Excusas para tomar justo antes de dormir sabiendo que será solo ¿Qué quieres que te diga? Si no soy capaz de mirarte a los ojos, si portas un acantilado ataviado con puñales y sinestesias y tu soga verbal comienza su conquista, gráfico tras gráfico en este cuello, sin descanso, tú, alma de cuerda. Si la inocencia ya no deja marcas visibles en la tapa del ataúd. Los cuervos han cazado a todos los gusanos y estarán anidando en mis entrañas, como hiciste tú antaño, con tus garras de águila y tu sonrisa acabada en lanza, la proa de la carabela donde siempre apostarán mis besos en busca de los víveres perdidos tras cada naufragio. Si nada tiene sentido cuando no hay vientos ni timón. Si tan grande el vencedor como el vencido cuando apenas queda una astilla de luz tapando el tejado de este náufrago sin mar mientras tú, reina salada, habitas bajo la lámpara, dentro de un marco seco, insípido, desacorde al contexto, huidizo, como mirando a otro lado, con la oreja taponada por la inercia. Si tan grande el vencedor como el vencido, si tan pequeño el perdedor y tan grande lo perdido.

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Los silencios Toco los polvorientos tiradores del tiempo y extraigo de su piel retazos de blanco, segundos mudos, incapaces de mentir. Las voces de agua suenan lejanas, ajenas, conscientes de la transparencia de sus arrugas. Se elevan sobre los prisioneros, los silencios. Grita y grita el angulado monotema. No callan las voces de los muertos.

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Llámame nadie Llámame nadie, las olas bien saben lo que digo. El mar es una madre sin hijos, huérfana. Como tú. Llámame nadie, ¿aún sigues ahí? Recostada en la orilla delicada, mirando a lo profundo de la nada. Mi nada, mi nadie, buscas en mis ojos tu camino, dentro de una oscuridad dentro de la negrura de la luz. Dime, ¿sigues ahí? Te amo, recostada en la orilla delicada, inaccesible, de mi nada.

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Nota a la vida (Epitafio) A un asqueroso lugar, donde el hedor me entumece el corazón, mi alma, huyen; donde mis huesos se retuercen, la gente llora y los niños permanecen ausentes. Allí he ido a parar, rodeado por una linde inerte donde madera bien pulida y suave almohadón me protegen; ahí, donde nadie habla, donde ni los gritos se sienten; donde no brillan las luciérnagas. Ahí, donde yaceré dormido, donde me has convertido en Blancaníveo, a la espera de una princesa que con su beso me despierte. ¡Ay princesa mía! ¿Cuándo me dejaste? ¿En que momento se apagó mi mente? ¿Estuvo acaso alguna vez encendida? ¡Qué iluso!, ¿Por qué me mentiste? Por qué me hiciste inmortal y ahora me vacías en mi lecho de muerte... ¿Te cansaste de cuidarme?... ¿O fui yo el que no supo quererte? Al menos, podrías haberme dejado despedirme...

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La noche La noche hace de mi boca un sumidero, sale por ella toda la mierda que llevo dentro. Me agita tanto como mi infancia al despertarme para ir un instante más al colegio. El tiempo me ha enseñado a guardar las lecciones para el invierno, para las noches de trueno, en las que quema el bolígrafo hasta quedar seco. Y peleo y batallo sobre un corcel contra los recuerdos. Los vomito. Soy un bulímico de sueños. Así es como el insomnio me observa desde el espejo y la sombra me aprieta contra su pecho... Así es como expulso mis desiertos y recibo a cambio ademanes inciertos de creer, durante un segundo, que probablemente el tacto de tus besos no provenía del cielo, que ahora mismo soy algo más que una nube extraviada lloviendo, llorando, escribiendo, echándote de menos.

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Sólo por una noche Sé mi princesa por una noche, sólo hasta mañana por la mañana. Podrás irte tan lejos como quieras, yo me quedaré aquí sentado, esperando a que vuelvas; no tienes por qué volver, coge las maletas, no dudes si ves lágrimas, no dudes si ves mi soledad, duda sólo cuando veas en mí el refugio a la tuya, cuando veas en mis ojos aquel mar donde aprendimos a nadar, sólo cuando creas que soy tu príncipe, sólo cuando necesites ser mi princesa. Yo te esperaré, aquí sentado junto a la ventana, veré cómo preparas tus cosas, coges el jarrón de la estantería, sales por la puerta, el sonido del ascensor, salir del portal, en la acera levantas una mano al primer taxi que ves mientras con la otra estás sujetándome, y quede a solas con la esperanza de que algún día me devuelvas el jarrón donde colocaba las flores que nunca te regalé.

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Sin título Me besan tus pestañas para envidia de los cortes huéspedes de la sequedad de mis labios. Pasividad en mi aliento y nervio, descontrol hormonal en el ombligo y escape sin control de intentos. Intentos de un te quiero. Tiritan mis dientes y su blanco oculto bajo la falta de esfuerzo, impotencia, miedo, vergüenza, respeto. Locura y desconsuelo armónicos preparados para salir cuando el telón se suba y la iris reproduzca la película. Película de un náufrago.

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HAZME TUYO Escribe, no pienses ni leas, s贸lo escribe.

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FIN

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ÍNDICE PRÓLOGO.................................................................................5 INTRODUCCIÓN.....................................................................7 REFLEJOS Un actor a la búsqueda de su encuentro...................................12 El resto de la división del tiempo siempre es cero...................14 La danza de letras.....................................................................15 El espejo...................................................................................16 Cantinela de un marino borracho arrastrándose por las escaleras de un burdel..............................................................17 Amor de preso..........................................................................18 Todo por mi vida......................................................................20 Fuegos de artificio (y otros cohetes)........................................22 Caras........................................................................................23 Puzzle.......................................................................................25 Ancianita..................................................................................26 Corazón del mundo..................................................................27 Color de los ojos de un actor detrás del telón a pocos segundos de la inauguración de una posible obra maestra......................28 Deletérea ucronía.....................................................................29 Relámpago...............................................................................29 Libres los niños y sus danzas...................................................30 Leo...........................................................................................32 Y tú duermes............................................................................34 Sueño en presente....................................................................35 Contar estrellas se hace pesado si no cesa el parpadeo............36

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COLORES Amor, cómo quieres que te escriba..........................................38 El vuelo de la princesa.............................................................40 La mujer de cera.......................................................................42 Llueve......................................................................................43 La enfermedad del olvido........................................................44 El hospital................................................................................46 ¡Qué rápido se vuelan las cortinas!..........................................47 Inquietudes de sobremesa........................................................48 Música......................................................................................49 Besos y mentiras......................................................................50 Baila.........................................................................................51 Te amo.....................................................................................51 Fase previa y proceso del eterno enamoramiento....................52 Eres tú......................................................................................53 Reflexiones para dejar de ser adicto .......................................54 Entre mis besos y el recuerdo de los tuyos..............................56 Dormida...................................................................................57 Ella es la víctima......................................................................58 Preguntas..................................................................................61 El paraíso en tu vientre............................................................62 Una gota y un suspiro..............................................................63 Adiós........................................................................................64 Y me atrevo a llamarme poeta.................................................65 Primavera.................................................................................66 GEOMETRÍAS Carne y hueso...........................................................................68 Cartas y medallas.....................................................................69 Pastillas para la resaca.............................................................70 119


Lágrimas de estrella.................................................................71 Es lógico...................................................................................72 Descripción de una madre amamantando a su cría muerta de frío a lo largo de todo el siglo XX...........................................73 Hijo pródigo de la desgracia....................................................74 Realidades................................................................................75 Pétreo.......................................................................................76 Viaje hacia la nada...................................................................77 Abrazado al destino..................................................................78 Secuestro..................................................................................79 El metro....................................................................................79 Vivo en un mundo....................................................................81 Mi dios.....................................................................................82 No hay nada más que lo que no ves.........................................83 La existencia de la arruga........................................................84 Sol y Luna................................................................................85 La cúpula es del hombre..........................................................86 La vacuidad de la esfera...........................................................87 Podría probar a sonreír.............................................................88 El día que muera......................................................................89 Que no es fácil.........................................................................90 Un día en la humanidad...........................................................91 NAUFRAGIOS Y no haces nada para impedirlo...............................................96 El fotógrafo idiota....................................................................97 Ayer soy yo..............................................................................98 Y no verte.................................................................................99 Porque te has ido....................................................................100 Tus dedos quedan lejos..........................................................101 La herida................................................................................102 120


Qué dolor el morir..................................................................103 Experimento...........................................................................104 Si la luna no quiere................................................................105 Excusas para tomar justo antes de dormir sabiendo que será solo.........................................................................................106 Los silencios...........................................................................107 Llámame nadie.......................................................................108 Nota a la vida (Epitafio).........................................................109 La noche.................................................................................110 Sólo por una noche.................................................................111 Sin título.................................................................................112 HAZME TUYO......................................................................113

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Autor:

ffernandezj

Pรกgina personal: http://f.fernandezj.bubok.com Pรกgina del libro: http://www.bubok.com/libros/175178/Lo-supe-en-cuanto-te-vi



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