En el horno de Doha
Francisco Clavijo Viรณzquez
En nuestro viaje a Japón, realizado en 2016, hicimos escala en Doha, capital del Emirato árabe de Qatar. A nuestro regreso nos encontramos con que faltaban once horas hasta embarcar para Madrid, y Reyes nos convence para apuntarnos a un tour que la compañía Qatar organiza para conocer Doha. El tour comienza a las ocho de la mañana, pero tiene un inconveniente, sus plazas son limitadas.
Después de recorrer los despachos de medio aeropuerto, a las 4 de la madrugada (hora de Doha) ya estamos haciendo cola (somos los primeros) en el stand que la compañía aérea tiene en el aeropuerto. Pero para salir del aeropuerto tienen que concedernos el visado y pasar por seguridad. Y aquí echo de menos la eficiencia japonesa. La dejadez, desgana y trato despectivo de la policía de Qatar hacen la cola exasperante y casi nos hacen renunciar al tour.
Salir del aeropuerto, quedarnos sin respiración, empañársenos las gafas y comenzar a sudar todo fue uno. Cuarenta y seis grados a la sombra y son las 8 de la mañana. Menos mal que el autobús lleva aire acondicionado.
La carretera que lleva del aeropuerto a Doha estรก bordeada de รกrboles y zonas ajardinadas que sabe Dios lo que costarรก mantener. El resto es un puro desierto.
Me sorprende y no comprendo la cantidad de rascacielos que se han hecho y se siguen construyendo. Nos dicen que tras el petróleo y el gas natural, la mayor fuente de ingresos es el negocio inmobiliario. ¿Pero quién va a querer comprarse un piso aquí?
No se ve un alma por las calles. O la ciudad se anima al llegar la noche o la animaciĂłn estĂĄ en el interior de esas moles que por lo que veo disponen de piscinas, centros comerciales y por supuesto, aire acondicionado. Claro, si bajarse del autobĂşs es como entrar en un horno.
Una de las paradas es en el centro de la ciudad y veo tiendas de firmas comerciales carísimas.. Doha es un despliegue de rascacielos, centros comerciales y automóviles de lujo.
¿Pero dónde está la gente?
Bajamos en el mercado y esto si cuadra con la idea que yo tengo de estos países: un zoco laberíntico, en su mayoría cubierto, con infinidad de productos y tíos con chilaba que te cansosean e intentan meterte sus mercancías por los ojos.
En las partes cubiertas no se estรก mal, la sombra y el paso del aire hacen la temperatura soportable.
Pero en cuanto sales a la calle te cueces. Llevo la camisa como si acabase de ducharme con ella puesta.
Cuando llegamos de nuevo al aeropuerto y tras pasar la seguridad otra vez, busco un aseo, me quito la camisa y me refresco como puedo. ยกMenos mal que llevaba una camiseta en la mochila!
Matamos el tiempo curioseando en las tiendas del aeropuerto donde todo es carísimo. Todo está lleno de prestigiosas marcas y dependientes trajeados, pero no veo compradores. Y es curioso, en las joyerías veo mujeres vestidas con gurkhas negros. ¿Para qué querrán las joyas si no se las ven? A estas no me atrevo a sacarles fotos.
Y mientras tanto, no paro de preguntarme: ¿Cómo uno de los lugares más pobres de la Tierra se ha convertido en sólo unos años en uno de los países más ricos del mundo? Tan rico que sus ciudadanos no pagan impuestos. Claro que, de sus más de dos millones de habitantes sólo 250.000 son ciudadanos cataríes, el resto son extranjeros que trabajan allí..
El milagro de tamaña transformación lo ha hecho el petróleo y, sobre todo, el gas natural licuado del que posee el mayor yacimiento del mundo. Pero su emir Hamad Al Thani, ha demostrado ser un hombre previsor y “no ha metido todos los huevos en el mismo cesto”. Sabiendo que esos yacimientos algún día se agotarán, sus beneficios los está invirtiendo dentro y fuera del país., sobre todo en negocios inmobiliarios. Qatar posee inmensos edificios de oficinas, apartamentos, hoteles… en Manhatan (una parte del Empire State es suyo) y en la City londinense, por poner un ejemplo. Además de ser accionista de grandes multinacionales como la Wollswagen, Shell, Barclays, Rosneneft, Iberdrola...
A las 14:45 h. embarcamos con destino a Madrid. Ha sido una breve visita a este horno que es Doha, al menos en esta ĂŠpoca del aĂąo. Breve pero instructiva.
Agosto 2016