La fatal ignorancia

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Axel Kaiser

La Iglesia Católica como objetivo del igualitarismo progresista La moral tradicional de un país debe ser desprovista de toda influencia pública para permitir el avance de un proyecto progresista. Más allá del ateismo nihilista que caracteriza al progresismo en el mundo, es preciso recordar que la religión y en general toda moral convencional y especialmente el catolicismo es para la izquierda, desde Marx en adelante, una forma más de dominación de las clases que cuentan con los medios de producción. Cuando Marx dijo que la religión era un opio para el pueblo –frase que tomó del poeta alemán Heinrich Heine– quería decir que esta era un invento para calmar a las masas explotadas dando sentido a sus padecimientos, impidiéndoles así tomar conciencia de su miserable condición de explotados. En Chile, este enfoque sobre la religión católica ha resurgido con virulencia en el progresismo. Digo resurgido porque no debemos olvidar que, en las décadas del sesenta, setenta y ochenta, la izquierda chilena y latinoamericana tuvo bastante sintonía con sectores de la Iglesia Católica que apoyaron directa o indirectamente los proyectos revolucionarios marxistas en la región. Así por ejemplo en 1971, coincidiendo con el inicio del gobierno de Allende, un grupo de ochenta sacerdotes chilenos fundó el movimiento “Católicos por el socialismo”, que promovía la idea según la cual las injusticias del sistema capitalista no podían resolverse sino por la vía de revoluciones comunistas al estilo cubano. Un año después este movimiento tenía más de 400 miembros en toda América Latina, quienes en 1973, reunidos en España, aprobaron la tesis de que los buenos cristianos debían luchar por el socialismo, no como simpatizantes, sino como militantes disciplinados de esos partidos.105 105 Carlos Rangel, Op., Cit., p.232.

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