UNIV Forum 2013 "Reality Check. Discovering human identity in a digital world"

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LA COMUNICACIÓN HUMANA EN LA ERA DIGITAL El desarrollo de la imagen y la inhibición del concepto Procede finalmente que juzguemos, a la luz de lo hasta acá visto, algunos efectos negativos que han tenido estas nuevas tecnologías en la comunicación humana. Comencemos por lo que viene siendo ya evidente: el problema derivado de la absolutización de la imagen. Se suele decir, con cierto orgullo, que en la era digital se privilegia muchísimo la comunicación no verbal: ¿para qué expresar algo con palabras cuando lo puedes decir con una foto, un video o sencillamente un “emoticón”? Pero tras esta afirmación se esconde algo oscuro y peligroso: ¿es bueno que el hombre renuncie al lenguaje? ¿Es bueno que los seres humanos decidan abandonar este conocimiento superior del que han sido dotados y, en rechazo de su propia identidad (sí, identidad, pues Aristóteles llegó incluso a definir al hombre en base a esta forma especial de conocimiento, diciendo que era un “animal racional”), en rechazo de nuestra identidad, decíamos, decidamos empezar a conocer de un modo más cercano al que tienen los demás animales...? Desde luego que no se ha de ignorar que el conocimiento no verbal es también valiosísimo, e incluso necesario. De partida, como ya habíamos mencionado antes, el conocimiento sensible es un supuesto necesario para el conocimiento intelectual: sin imagen no puede haber concepto, y una imagen más nítida y desarrollada sin duda nos puede ayudar a conceptualizar mejor. Además, hay ciertas dimensiones de la realidad que sencillamente exceden a nuestra razón: no pueden ser definidas con palabras, y deben ser expresadas sensiblemente a través de las obras de arte. Pero hay realidades, quizá la inmensa mayoría de las realidades que cotidianamente nos toca expresar, que se definen con mucha mayor precisión a través de las palabras. El conocimiento intelectual es sustancialmente superior al sensible, pues apunta no a la mera apariencia de la cosa sino a su ser auténtico. A través de él, nos aproximamos a la esencia de un ser, lo que lo hace ser lo que es, lo que está oculto tras la capa meramente sensible de los colores, olores, texturas, sabores y sonidos. Así, se multiplican día a día las realidades que pudiendo perfectamente describir con palabras, expresamos apelando, por pura y simple pereza mental, a las imágenes. A fin de cuentas, ¿no son iguales o superiores las satisfacciones que me reporta esta otra forma de comunicarme? ¿Qué importa si mi conocimiento es más superficial? ¿Qué importa si soy una persona real o tan sólo un perfil de facebook? ¿Qué importa qué es de mentira y qué es de verdad? ¿No es acaso fabuloso esto de que podamos tomar una foto cualquiera, modificarla a través de instagram y ponerla como nuestra imagen de portada? ¿No es acaso fabuloso, en definitiva, que podamos valernos de estas imágenes para mostrarnos no tanto como somos sino como nos gustaría que los demás nos perciban? Entonces, ¿quien soy yo en verdad? ¿Existe un “yo de verdad”, o existen solamente un sinfín de avatares que circulan por la web? Lo instantáneo y lo permanente ¿Cuánto tiempo, a lo largo de toda nuestra vida hemos pasado mirando la imagen de un elefante? Seguramente es relativamente muy poco si lo comparamos con todo el tiempo que podríamos pasar considerando el concepto de elefante si así lo deseáramos. La imagen es pasajera: sólo la podemos tener frente a nosotros por un tiempo limitado, y 106


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