EN LA PLAYA DE LAS CHINAS BLANCAS Y NEGRAS

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HISTORIAS EN UNA ACUARELA

CARMEN NAVAJAS RODRÍGUEZ DE MONDELO

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I

DECORADO

Los personajes del cuadro están inmersos en un fondo de color turquesa que nos recuerda a las olas del mar. Sus colores van pasando de los beiges a los crema tostada, del rosa al rojo, pasando por el naranja, todos los colores y matices de la piel desnuda antes, durante y después de estar en contacto con el sol directo. Todo está lleno de piedras blancas y negras de la playa cubriendo todo el cuadro.

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PERSONAJES

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Paula Mascota, juguete de peluche Antonio Mirón, trabajador de la caña de azúcar Feliciano, genio de lámpara Ana Sara, madre de Paula Vieja Alfonsa María Luisa, madre de Ana Mariano, mirador de culos

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Paula, caperucita celeste

Paula es una niña muy dulce y su madre le suele comprar macetas de merengue. Fue el pasado mes de noviembre cuando su amiga Ana le regaló por su cumpleaños la capita celeste con capucha y los zapatitos blancos. Desde entonces, Paula no se quita su ropita nueva y la lleva a todas partes repartiendo dulzura y amor.

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Mascota, juguete de peluche

Acompa単a a las dos familias cuando van a la playa. Es una perrita de peluche con nariz de pajarito. Es tierna y suave al tocarla, lo que da tranquilidad las ni単as.

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Antonio Mirón, trabajador de la caña de azúcar

Antonio es de origen cubano. Su abuela paterna nació en Cuba. Él trabaja en el campo desde hace tiempo, sobre todo cuando llega la época de la recolección de la caña. La plantación está cerca de la playa. Es primavera y las hormonas están a punto de estallar, lo que produce en él una neurosis difícil de curar. El jueves santo no pudo más. Estaba sometido a un continuo desasosiego que achacaba a la luna llena. Estaba irritable y angustiado y se fue al campo a trabajar, a dar machetazos, a ver si eso le tranquilizaba. Pero fue cuando vio a las dos mujeres en la playa cuando se curó de toda su inestabilidad. Desde entonces ha cambiado su mono de trabajo gris plomo por otro de color rosa, lo que le ha curado de su enfermedad.

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Feliciano, genio de lámpara

Feliciano es un hombrecito feliz. Vive en una casa – lámpara. O quizás sea una lámpara – casa. Un día, paseando por la playa de las chinas blancas y negras, encontró una vieja lámpara abollada por las olas del mar. Le pareció que tenía una forma muy bonita y la recogió para una instalación que formaría parte de su próxima exposición de materiales reciclados. Al tocarla, como por arte de magia, la lámpara lo transformó en un hombrecillo con gorro árabe. Feliciano, al verse tan pequeño y la lámpara tan grande, pensó que no estaría mal vivir dentro de ella, así aprovechaba totalmente ese material de desecho. Su afán por limpiar el planeta lo transformó en un genio de lámpara. Su vida cambió al trasladarse a vivir a la playa de las chinas blancas y negras. Ahora lo inunda todo con una lluvia de piedras preciosas que hacen que los bañistas sean más naturales en cuerpo y alma.

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Ana

Anita llevaba puesto el vestido que su amiga Paula le había regalado por su cumpleaños. Es un vestido mágico que cambia de color según el lugar en el que se encuentre. Era la primera vez que pisaba la arena de la playa de las chinas blancas y negras. A lo lejos vio al genio de la lámpara y le pidió un deseo: que su vestido de color arena se llenara de piedrecitas blancas y negras. Con su nuevo vestido de lunares Anita disfrutó de los colores del cuadro, inundando a todos de naturalidad.

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Sara, madre de Paula

Sara es una mujer marroquí. Cuando su hija Paula nació, se inundó de dulzura y sintió la necesidad de trabajar en una pastelería haciendo merengue. Cuando Paula cumplió cinco años emigró a un país más desarrollado. Fue allí donde sintió la necesidad de quitarse el pañuelo color blanco merengue que siempre había llevado en la cabeza. Al poco tiempo, animada por su hija, se dejó su larga melena al viento y sintió por todo su cuerpo una sensación nunca antes sentida. Fue en primavera cuando su amiga María Luisa la invitó a ir a la playa y fue allí donde descubrió su desnudez.

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Vieja Alfonsa

Alfonsa estaba regando sus plantas cuando oyó cantar a Feliciano, el genio de la lámpara. Salió rápida a ver qué pasaba y vió a Sara. Le regañó por estar desnuda. En ese momento el genio dejó de cantar y Sara se puso tensa y rígida.

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María Luisa, madre de Ana

María Luisa llevaba una época que no dormía. Sufría una crisis de alergia que le cubría todo el cuerpo. Sus picores eran de tal magnitud que se rascaba con tanta fuerza que se llevaba la piel en las uñas. Pasaba los días encerrada en su casa porque no quería que nadie la viera así. Un día, descubrió que jugando a las damas se curaba su alergia. Posiblemente, pensar en el juego la centraba y hacía que su sistema inmunológico volviera a funcionar de forma normal. Lo malo de este remedio es que jugaba siempre sola, consigo misma, y cada vez que perdía tenía que quitarse una prenda, por lo que en pocas partidas estaba ya desnuda. Por eso decidió dejar la ciudad e irse a vivir a una playa nudista. Actualmente vive en una ola acompañada de las piedras blancas y negras.

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Mariano, mirador de culos

Mariano es un turista de origen nórdico. Pasa largas temporadas en esta playa porque en su país no podía tomar mucho el sol, lo que le produjo fuertes dolores de huesos. Un día, cuando iba paseando por la orilla del mar se encontró a María Luisa recostada en una ola. Su gozo fue tan sublime que entró en un estado de plenitud como nunca antes había sentido. De pronto, su piel clara fue cambiando y recuperando la melanina perdida, y su camiseta parda cambió a color rosa.

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III

CONCLUSIÓN

El color emite una radiación que cambia la vida de las personas: Caperucita celeste transmite dulzura a su madre y ésta recoge el dulce de su hija y descubre una vida más libre. Antonio cambia su mono de trabajo por uno rosa y recupera su equilibrio emocional. Feliciano transforma las chinas blancas y negras en piedras preciosas con poderes mágicos. Ana proyecta todos los colores de la naturaleza a los demás con su vestidito. La Vieja Alfonsa no aporta nada a nuestro cuadro. María Luisa se libera de sus picores y duerme plácidamente en una ola. Mariano cambia su camiseta parda por una de color rosa y esto le hace ser más feliz.

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Carmen Navajas 2010

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