MICROCUENTOS

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Portada Luis Alfonso MartĂ­n


MICROCUENTOS


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“Lo breve, si breve, dos veces breve.� Lu Mar

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CONSIGNA DEL DOMINGO 14 DE DICIEMBRE DE 2014 Tema

MICROCUENTO

Ponente

CARMEN NAVAJAS RODRÍGUEZ DE MONDELO

Se trata de escribir un microcuento o relato corto, dejando la mente fluir. La escritura automática. Lo primero que se nos venga a la cabeza, adentrarnos de alguna manera al inconsciente haciéndolo consciente con la palabra. Pueden aparecer relatos surrealistas, mágicos, absurdos, neuróticos y compulsivos, fantasías inverosímiles, miedos irracionales. En dos palabras: liberarse escribiendo. Mi objetivo con esta consigna es darle importancia a los comentarios, que enriquezcan y completen el relato. Un comentario trae otro comentario, igual que una palabra trae otra palabra. Los pensamientos se enlazan con la emoción, mirar desde diversos ángulos, el interrogante, la comparación, la metáfora. Todo en un máximo cien palabras. Buena semana para todas/os.

Carmen Navajas

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Eduardo Mizrahi

OTRO QUE ESCRIBE CON BUENA ONDA

Cómo escribir un microrrelato sin pensar, pretendiendo que somos surtidores de ideas, manantiales inverosímiles de fantasías concatenadas, creadores iluminados por vaya a saber qué musa prodigiosa. Me instan a que lo haga y yo contesto, enojado como nunca, que me rehúso firmemente a hacerlo. O sea, que ya lo he hecho. Y al que no le guste que no lo lea.

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Mariángeles Soules

MICROCUENTO

Era una noche sin luna. Cuando desperté estaba por amanecer, pero todavía estaba oscuro y se había cortado la luz. La linterna se había caído debajo de la cama. Sentí que mi abuela me llamaba desde su habitación. Ella era única, paciente y cariñosa. Al levantarme me di cuenta que agonizaba, llamé el médico pero fue demasiado tarde. Cuánto la extraño, ahora sé que no volveremos a vernos nunca.

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Y AQUÍ VA OTRO DE YAPA

Me desperté sobresaltada con la tormenta, la habitación se iluminaba con cada relámpago, el ruido de los truenos era ensordecedor. Me levanté de prisa y al bajar de la cama el agua me llegaba al tobillo. Corrí hacia la puerta y la calle estaba totalmente anegada, alcancé a subir la escalera hacia la habitación de mis hijos cuando de repente un torbellino de agua, barro y quién sabe cuántas cosas más invadió el comedor destruyendo todo a su paso. Dos días tardó en bajar el agua, a partir de entonces me altero cada vez que escucho llover.

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Carmen Navajas Rodríguez de Mondelo

MICRORRELATO 1

Pinchó la carne fría y seca con el tenedor. Se enfadó, se entristeció. No comió, necesitaba gritar e insultar. El tenedor se rompió, se le cayeron los dientes y se transformó en un bello colgante de plata. Después nada supo igual.

MICRORRELATO 2

Cuatro patas sostenían el tablero de metal, no quedaba nada en su superficie. El metal brillaba; como un espejo desdibujaba el pequeño arcón chino y la estantería de pino. Todo era polvo y sábanas mugrientas cubriendo muebles. Soledad y tristeza. Luego llegaron las risas y los recuerdos, una paz infinita nos inundaba. Llegó la noche, una luna plateada se asomó por el cristal y nos guiñó.

MICRORRELATO 3

El cielo estaba oscuro y tenebroso, un aire turbulento se apoderó del lugar. Me colé en el torbellino y salí como un niño viejo. Aquel lugar había cambiado. Me encontré con una multitud de seres todos uniformados, en filas ordenadas y paralelas. Estaban entregando sus libros en silencio, nadie sabía su destino. Cogí mi escopeta de juguete y me fui sin más.

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MICROTEXTO AUTOMÁTICO

Salí de la sala. Respecto al tema de la ciudad, no sé si es posible hacer clic en este momento, no debemos olvidar que nuestro sistema educativo es muy precario y puede contener información confidencial con gran efecto invernadero. Con lo que se recomienda en estas navidades evitar eventos de clase A.

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Profe Ballán

MONEDAS

Abrió la puerta dispuesto a fumar un cigarrillo. Llevaba la gatita -todavía cachorra- en la mano izquierda. A sus pies, una escalera unía la casa con el camino de piedras serpenteante que se abría paso por el jardín hasta llegar a la vereda. Tenía una marca en la nariz, perfectamente horizontal, de sangre seca, como si hubiese chocado de frente con algo, pero no recordaba con qué. Un brillo llamó su atención, los escalones tenían monedas amuradas, no podían tomarse. Estaban ahí, pero inalcanzables. Sonrió, se levantó y encendió el cigarrillo. Mientras fumaba pensaba en todo lo que no necesitaba que hubiese comprado de poder tomar todo el dinero a sus pies. Pero no, sólo estaba fumando y sonriendo en la puerta de su casa, acompañado por su mascota.

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Fer Iñarra Iraegui

MICRORRELATO 1

Enjuagó sus manos manchadas en la bacha de la cocina. Arrojó los deshechos en una gran bolsa y limpió concienzudamente el cuchillo mientras miraba, con una sonrisa sarcástica, correr ese río rojo sangre hacia aguas más abiertas. Sin prisa, con la satisfacción de la tarea cumplida, se sentó en el sillón del living a disfrutar de su meticuloso trabajo. Era su primera vez, pero seguramente no sería la última. Mirando una serie, engulló con placer cada una de las láminas finamente cortadas de su ensalada de remolacha…

MICRORRELATO 2

Sentada en el último asiento del colectivo, Paula se perdió en sus pensamientos. Comenzó a tirar de un hilo que salía por debajo de su saquito amarillo y tiró y tiró, mientras enrollaba un ovillo que fue creciendo poco a poco, hasta ser lo único que encontraron al final del viaje…

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Antonio Lendínez Milla

MICRORRELATO 1

No dejaba de mirar, contemplaba relajado, se dejaba llevar por la mirada. Su corazón se abría a lo que veía. Había aprendido a estar sólo, a gozar de lo que sentía. El trajín de la calle, el bullicio de la gente. Se sentó en una terraza. Pidió un café, y encendió el tabaco. Infinidad de mundos pasaron por su lado. Se los quedó mirando. Buscaba sin buscar, deseando. No quería pensar más. Recordar le hacía daño. Había dejado partir. Sabía que algo mejor se estaba acercado.

MICRORRELATO 2

Su mirada quedaba perdida, el sol poniente se reflejaba en su cara. Quise saber qué pensaba. Su amor ya conmigo no estaba.

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María Gabriela Failletaz

EL ZAPATO

Por reflejo corrí mi sandalia a un lado, para esquivar el embate del enorme zapato marrón oscuro talla cuarenta y cinco. Un olor a pomada fresca ascendió hasta mi nariz. Amarrada al extremo fibroso de su cordón de hilo, me deslicé por los sinuosos caminos pespunteados. Viajé y escalé desde la suela hasta el peñasco de la puntera. A medio camino la lengüeta afelpada abría una blanda pradera. Sobre la media té con leche vibraba, sin gracia, una pelusa blanca. Nuevamente, el vaivén del gentío trajo al monstruo hasta mi pie delicado. Pero esta vez, decidido, sobre él.

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Daniel Goldenberg

EL FISCAL

Una desalineada corona de dientes punzantes circunscribía, sobre la frente palpitante, los límites inciertos de una boca de pescado. La cola, escamosa, sacudía el blanco inquieto de un ojo rematado en su extremo, registrando cada movimiento en la sala con un espasmódico giro de periscopio. Un coro de apéndices cartilaginosos rotaba de cara al origen de cada palabra, mientras tres lenguas negras y afiladas como el espanto se debatían entre explorar la fisura mugrienta de una baldosa y hurgar los infinitos folios de un expediente sobre la mesa del tribunal.

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Diego Albé

LAS MENTIRAS

Viven lastimándose haciendo equilibrio, descalzas en el borde de un cuchillo infectado de miradas. Como pájaros hinchados de parásitos, sobrevuelan los huecos que van dejando las más viejas al caer. Y así, envejeciendo y agotando sus pretextos en duelos predecibles, sucumben ante el brillo de las verdades, esas que huelen igual que el cabello de los niños.

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Cecilia Mosto

MICRORRELATO

Cuando Alfredo decidió bañarse ya era tarde. Estela se había cansado. Hacía un año que había atravesado sus temores y rogado a su compañero que se echara agua más seguido. Con el calor del verano el vapor del cuerpo de Alfredo hacía irrespirable el ambiente que compartían y Estela llevaba noches sin dormir. Ya limpio, se quedó solo.

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Nuria Navajas

MICROCUENTO

Despierta, pero aún dormida, la mente ordena al cuerpo obediencia. El cuerpo a la vez ordena a los miembros agilidad y armonía. Los miembros ordenan a los músculos fuerza y movimiento y los músculos se encogen y relajan burlándose de tanta orden y disciplina. Entra la respiración como una ola gigante a todos los huecos malolientes del pulmón, los ventila con aire fresco, el mismo que ventila las habitaciones al comenzar un nuevo día. El café pone a punto el cerebro y después la ropa se encarga de dar apariencia al cuerpo. ¡¡Uf!!, otro día que llego tarde, no me gusta madrugar.

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Cristian del Rosario

CASI PLAGIO

− Me estás consumiendo; − dijo María, mirando a Gabriel − me estás malgastando; − se le humedecían los ojos − me estás desesperando y me arrodillo por vos.

− Me estás confundiendo, me estás caminando − era Gabriel el que le gritaba a Maria.

− Y estás resecando... Ay, Señor, mi corazón − rompió en llanto María. ....................................................................................................................... − Cielo bonito, devuelve mi alma; cielito, yo te pido otra oportunidad; cielo no me hundas, no me desmorones; cielito no me dejes sin saber la verdad − rezaba Maria casi en forma inaudible, mientras Gabriel sacaba el cuchillo. − Escapé de mi casa, escapé de mi amor, pero nadie se escapa de tu mano, Señor. − fue lo último que se le escuchó decir a Maria.

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CASI PLAGIO 2: UN JARDIN

En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras; en la del casi inextricable Ts'ui Pên, opta —simultáneamente— por todas. Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también proliferan y se bifurcan. De ahí las contradicciones de la novela. Fang, digamos, tiene un secreto; un desconocido llama a su puerta; Fang resuelve matarlo. Naturalmente, hay varios desenlaces posibles: Fang puede matar al intruso, el intruso puede matar a Fang, ambos pueden salvarse, ambos pueden morir, etcétera. En la obra de Ts'ui Pên, todos los desenlaces ocurren; cada uno es el punto de partida de otras bifurcaciones. Alguna vez, los senderos de ese laberinto convergen; por ejemplo, usted está leyendo este relato de LIPE, pero en uno de esos pasados posibles, piense usted, ahora, se ha convertido en uno de los personajes de este relato.

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Julio Fernando Affif

EL ROCE

Con mucha delicadeza y como quien mira hacia otro lado le rozó los senos en un gesto imperceptible. Sólo ellos supieron de ese instante en que las sensaciones se expanden al infinito y las emociones se contraen infinitesimalmente. Todo hacía augurar un desenlace apasionadamente violento y brutal. El abordaje era inminente pero los nudillos sobre la ventanilla del auto les recordaron dónde estaban y quiénes eran. Luego, nada fue igual. Sintieron la vergüenza apoderándose de la situación y la turbación los dejó compungidos e inermes. Minutos después, con cara de inocencia, el padrino entregó a la novia en el altar.

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Cecilia Pérez

MICROCUENTO 1

... y calló sobre él como la lluvia... rápida, profunda y certera. Lo atravesó como el agua, entró por su cabeza y se fue por los pies

MICROCUENTO 2

Un muchaniño borracho abre ojo y medio, me pregunta si

− ¿Cantan rápido los gallos, señora? − mmm... La verdad que no sé. ¿Por qué? − Porque ella me dijo "en menos de lo que… te olvidás de mi. Subí al bondi que viene tormenta" Tenía ganas de acariciarlo, pero sólo me salió un

− Tiene razón, está muy oscuro para ser muy de día. − Pero yo me la quiero acordar siempre, ¡¡¡siempre!!! − ¿Seguro? ¿Sí? Bueno, esperame que le digo al chofer que cambie el recorrido.

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Federico Cahn Costa

MICROCUENTO

Don Artemio era un viejo pícaro. Prendía el fuego para empezar a cocinar cuando llegaba el último de los invitados. Hasta entonces los tenía a todos sin convidarlos con nada. Tenía fama de ser el mejor asador de la provincia de Córdoba.

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Guillermina Silva D’Herbil

MICROCUENTO

Camino mirando hacia adelante, jamás bajo la mirada, la frente en alto, los hombros hacia atrás. La espalda erguida, paso a paso, la brisa fresca acaricia mis mejillas y el pelo forma remolinos alrededor de mi cara. Avanzo dejando una estela tras de mí, soy la mejor, lo sé, y todo lo que quiera es mío. No hay nada que yo me proponga y no pueda lograr. Los tobillos se torcieron al unísono y después de lanzar en vano manotazos en el aire, las piernas se enredaron descontroladamente... caí desparramada sobre los adoquines... Plataformas de mierda.

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Claudia Castañeda

MICRORRELATO

Desbastado por la tristeza, se sentó en su sillón preferido y comenzó a recordar. Después de todo, la vida no había sido tan mala con él: una casa en un barrio exclusivo, dos niños hermosos, dos autos de alta gama, uno para él y otro para su bella esposa. Su auto estaba estacionado frente al enorme parque. En la cochera, dormía el otro auto, que su mujer jamás volvería a conducir.

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Horacio Petre

VIAJE A LAS ESTRELLAS

Estanislao, El Chiqui, apareó junto al poste a su petiso tordillo, sólo para atisbar de lejos y por las rejas de la pulpería cómo su china se entregaba con atragantada lujuria a las más rudimentarios demandas del Ñato Bustos. Dejó caer dócil el rebenque y enfiló para el otro lado, claro... enfrentando la noche de verano, un gigantesco domo estrellado sobre la pampa trasnochada. Solito nomás el gaucho, su almita y su facón de faena, sale a pelearle al cosmos, en otra versión sureña. Claro que no pudo contarlo.

ESTRELLA MORDAZ

Sumido en sus habituales pensamientos, Frank Magri sale a dar su paseo cotidiano luego de cenar. Al cruzar bajo el puente pasa frente a un cartel que dice en grandes tipos: ¡AHORA O NUNCA DESHAZTE DE LO QUE TIENES EN ESTE MOMENTO EN TU MENTE! Frank lo lee, obsecuentemente desvía la mirada como si nada y se olvida enseguida del asunto, como si tal cosa, volviendo a sus precisas cavilaciones, rumbo a casa.

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Luis Alfonso Martín Delgado

CIEN PALABRAS (SIN PALABRAS)

Un niño. Un niño decías que era. Que no maduraría nunca. Tus ojos me dispararon un vete y no vuelvas jamás. ¿Y ahora qué, eh? No esperabas que volviera tan pronto ¿verdad? Ahora no dices nada, con esa cara de imbécil que se te ha quedado, ahí, despatarrada en el suelo, como una puta cualquiera, que eso es lo que has sido siempre, nada más que una puta. Como tu madre. Ahora que tus ojos ya no podrán insultarme nunca ¿no tienes nada que decirme, eh? Ahora que me he comportado como un hombre, callas. Pues ahí te quedas, puta.

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Gustavo Pedace

MICRORRELATO

Todos bailaban y Onorato no podía levantarse de la silla. Estaba clavado mirando el frenesí de la cumbia desde una altura infrecuente. No eran sacudones y transpiraciones, no; eran pies, pantorrillas, muslos y zapatos, muchos zapatos. Miró los suyos. No se reconoció en esos lustres esmerados, en esos brillos nuevos obtenidos a pura química por el lustrador de Florida y Paraguay, al que llaman el muerto. Por un instante volvió a verse en sus Flecha de los 16. Y sintió el calor que bajaba por su espalda, ése que tanto necesitaba. Hasta sonrió, estiró las piernas para verlas mejor. Estaban ahí, listas para salir corriendo por las vías. Se irguió, tomó un sorbito de copa y buscó con la mirada a su hija, que peleaba la cumbia maniobrando la cola de su traje de novia. Onorato saltó a buscarla.

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Elena Herrero Navamuel

MICROCUENTO

Poco a poco, el cotorreo incesante de sus amigas se convirtió en un fondo parecido a un bajo continuo... Las fotos, las quejas, los trapos, los datos, las comparaciones, fueron cayendo en una línea neutra que coexistía con su interior, sin atraparla nunca, sin alcanzarla siquiera. Su mundo, por dentro, era infinitamente más romántico, más dulce, más profundo que lo que ellas presumían. Jamás dejaría que se dieran cuenta de ello...

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Andy Pecas

VISIONES

Sentado sobre la valla que lo alejaba de la ignominia y la pobreza. La ropa raída por los alambres de púa, las manos sangrantes por las cuchillas. Miraba el horizonte prometedor de Melilla. Cerraba los ojos para no ver, de un lado, a sus compatriotas heridos o muertos en las concertinas. Cerraba también los ojos para no ver, del lado de la esperanza, las armas de la Guardia Civil y la desfachatez de aquel grupo de personas que, indiferentes, jugaban al golf. Cerraba tanto los ojos que olvidó, finalmente, como se abrían. Y lo perdimos.

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Foto de Jos茅 Palaz贸n

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Diego Pascual

MICROCUENTO

Me quedĂŠ en sus ojos. Sus ojos color tristeza, profundos, lejanos. Acurrucado en la distancia. Suelo asomarme a veces para recordar el resto. No demasiado. Ya soy un pedazo mĂĄs de todo.

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Pablo Miguel

MICRORRELATO

Soñé que me despertaba en mi habitación, me levantaba y ponía música. Enseguida me desperté en mi habitación, me levanté y puse música. Eso creo, al menos.

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Mauricio Castello

MICROCUENTO

Hacía un tiempo que había conseguido un ejemplar de “Der Spiegel im Spiegel” de Michael Ende en su idioma original. Lo acompañaba a todos lados. A las interminables colas de los bancos, en sus viajes en colectivos y trenes, a la hora del almuerzo, en todos sus descansos y paseos, inclusive hasta en el supermercado. Fueron inseparables, a pesar que no sabía ni una sola palabra en alemán, porque nunca ningún objeto le dio tantos pies como ese libro.

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M Pilar López O

MICROCUENTO

Paco mira pasar el agua, tan revuelta bajo el puente. Se sonríe, huele el frío que sube del pretil y se arrebuja allá donde su abuelo le retaba a correr para avisar a madre la llegada. Oye los pasos de Luisito y dice sin volverse. "¿Qué, llegasteis bien? Corre a avisar a tu abuela que te tengo tu regalo de Navidad aquí en el bolso." Y le envolvió en un abrazo bien fuerte. El tiempo vuelve a veces y te pone de buen humor, "No te me enfríes , rapaz, ve rapido", tan socarrona como siempre la voz del abuelo Artemio.

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Mirta Linda Saiegh

PALABRAS QUE DANZAN

Palabras plenas, vacías, vivas, agónicas, descastadas, temerosas, vacuas, tristes, solitarias, insolentes, temerosas, cándidas, elocuentes, tiernas, petisas, publicas, caóticas, impúdicas, huérfanas, solemnes, tirantes. Palabras que se suicidan en el borde de un renglón. Palabras traicioneras que desaparecen con un botón. Palabras rotas, ajadas, transpiradas, usadas y tiradas. Palabras cortas, tímidas, robadas al interior de un cuerpo que grita. Palabras solitarias, chiquitas y sencillas en los haikus, palabras–metáforas de los poemas. Pedazos de palabras, quebradas, amputadas, dispersas, sueltas, sin abrochar, descuartizamiento de letras que juegan, medias palabras, primeras palabras, vetustas palabras, agujeros de polillas hincados en todas ellas. Silencios que gritan, que aúllan, que suben por las paredes sin permiso, que reptan por el piso como culebras cerca de los pies, que se hunden como raíces por debajo de la tierra, que tironean desde la axila, que tiñen los lagos de colores inciertos, que se hunden bajo la montaña. Palabras valientes que danzan, corren, se tiran en vuelo sobre su compañera, irreverentes, que no piden permiso, palabras cómplices. Palabras que se elevan en punta de pie. Pasos de coreografía sutiles, en el escenario de la vida dicen más que lo que hacen, aluden a imágenes sobre las que se transparentan como el agua, que sobre una mesa de vidrio se reflejan, las que se fueron marchitando en cascada. Palabras objeto, con olor, con perfume, con textura, maleables, acomodables, sin miedo a despeinarse. Palabras para jugar, para intercambiar, para guardar, para tirar, para dejarlas olvidadas en el banco de una plaza, para taconear con ellas hasta gastarlas y volverlas a usar en un día cualquiera cuando el aburrimiento nos gasta todas las cosas que cotidianamente nos vuelven desangelados.

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Palabras que tiemblan como una hoja, que viven desnudas, descalzas, silenciosas. Palabras que dejan poca sombra al pasar. Palabras que tintinean para avisar que están llegando. Divertidas palabras, en corso, formando una comparsa, sorprenden con sus caretas, se enganchan en la cola y dan vueltas carnero fusionándose, inventándose, se convierten en seres mixtos desconocidos, palabras que dan risa. Palabras –huellas, frías como el mármol− que duelen, cortan y lastiman, se temen, se evitan, agazapadas, dispuestas a saltar al menor descuido. Palabras escritas por otros, con lágrimas de otros. Vagabundas palabras que no tienen tierra ni dueño, que deambulan como zombis que buscan, que esperan las adopten, las lleven, las escuchen, que rezan por ser nombradas en alguna boca digna. Palabras extraviadas que corren por las calles, débiles, fáciles, fatales, que bajo un farol deslizan su sombra acobardada, en soledad, con miedo. Palidecen a la luz del sol y tiemblan amenazadas al compás de un tambor que anuncia la próxima sentencia. Palabras, tan sólo palabras...

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Jorge Pailhé

MICROCUENTO

Calor. Ciudad. Cemento. Alegría. Tristeza. Esperanza. Fe. Soledad. Sensaciones. Miradas. Fuego. Sombras. Expectativa: Navidad.

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María Ester Arnejo

MICROCUENTO

Ella se bajó de la combi que la trajo a Buenos Aires. Había tenido una jornada de trabajo fuera de la ciudad. Estaba cerca, podía ir caminando. Sacó de su cartera un rosario de madera de diez cuentas y un crucifijo. No estaba segura si eran diez Avemarías o diez Padrenuestros. Entonces rezaba una vuelta de cada uno; casi como un mantra. Trataba de no pensar, pero no era fácil lograrlo. ¿Cómo podía ser que eso le estuviera pasando a ella? No, no, tenía que ser una pesadilla y ya se iba a despertar. Aceleraba su marcha a medida que se acercaba a destino. Ya en la ventanilla le entregan los resultados. Las manos le tiemblan, busca un lugar donde sentarse y donde no la miren, abre el sobre: No reactivo. No reactivo. No reactivo. Justo lo que deseaba leer. ¡Qué magia había en esas dos palabras! Una brisa refrescante le acarició cada centímetro de su cuerpo y cada una de sus vísceras. El alma le volvió al cuerpo. Eso.

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Gisela Krapf

ESCRITURA AUTOMÁTICA (MICRO RELATO MUY SURREALISTA)

Cuando fui a comprar el alcohol en gel que me pidieron en la casa, porque el amor de tía se estaba intoxicando y nos envenenaba cuando nos cebaba el tereré con hierbas y escamas de anaconda, no había más; la gente lo compraba para las verrugas de la nariz que le salían por el estudio de la metafísica cuántica combinada con el tema Zoom de Soda Stereo. Decidí hacerme un implante capilar con la promo 2x1 con tirón de oreja. El problema es que el veneno del coiffeur era rugiente como un tigre enojadísimo, como el del más allá de los confines del Olimpo, como el de la Metro de Hollywood, como Marilyn y sus pechos grandes. Al final utilicé tu filosofía de trapo de rejilla y me puse a arrancar arbolitos del bosque a ver si podía encontrar a Luciana Salazar bajo la tierra en las raíces de la felicidad de la lluvia de los presagios Dionisíacos del monte de Delfos, del monte de Venus de Graciela Borges, histérica bailando Iron Maiden. No pude encontrar más que pelotones de ejecución fusilando abuelos teñidos de ocre oscuro, pero bien centrados en los orgasmos sangrientos de las putas de Grecia, de las ninfas del bosque y su mecánica amorosa de huir en navidad para no dejar ni rastros, al compás de una sonata para piano en plena danza contra las hemorroides de año nuevo, con un vaso de gin frío, mucho hielo para la culminación del dolor, al no poder siquiera sentarnos en la pata de mono del sofá, en la cara de la nieta de 15 años que espera ansiosa al mendigo que la robe de su aburrimiento colosal de los ravioles con estofado del domingo en casa de mamá, cuando en América dicen que finalmente terminó en Independiente 3, River 1.

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Horacio Tort

MICROCUENTO

Eran las siete y media de la tarde del último viernes del 2014. Había salido a caminar para hacer el balance de lo sucedido en el año. No había sido un año sencillo, por decirlo de alguna manera. Primero fue la separación después de 20 años de casado, a lo que se sumó la pelea con su hija que no podía aceptar que sus padres ya no se amaban, lo culpaba por ello y no contestaba sus llamados desde hacía ya varios meses. En julio su jefe le comunicó que con motivo de la fusión de su empresa con otra del ramo, iban a prescindir de sus servicios. Desde entonces seguía desempleado. El departamento donde se había mudado estaba en un barrio de mierda y le parecía demasiado pequeño, pero era lo que podía costear. Para peor le habían robado el auto y la compañía de seguro le estaba ofreciendo menos de lo que le costaba recomprarlo. Casi no encontraba que poner en el platillo positivo de la balanza. Fue entonces cuando recordó que el Racing Club de sus amores, salió campeón después de 14 años de espera. Pensándolo bien, no fue un año tan malo, se dijo a sí mismo.

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Roberta Garibotti

APARTE (CASI UN RELATO)

Aparte de ti, tu boca, tus labios color de rosa… me gusta cómo movés los dedos cuando hablás. Aparte de ti, tu boca… me gusta cómo te reís y me mirás. Aparte de ti, tu boca, tu nariz bien en el medio de la cara… me gusta tu forma de caminar, como bailando una música interior. Me gustan tus hombros de hombre que fue mi niño. Muchacho, ¡qué bueno estás! Cha, cha, muchacho… Para mi Matu querido, de su mamá, Roberta.

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Alejandra Vitale

ACADÉMICAMENTE IMBÉCIL

Le dice haber estado pensando en ella, arrepentido de la decisión, la ve en todas partes, la extraña, no puede soportar la ruptura, ¿querés reintentarlo? Ella sorprendida, pero feliz. Tomando cervecita y entre conversaciones amorosas de las que parecen proyectarse a mil años, no, mejor dicho, a la eternidad, su amigo le manda un mensaje, se sonríe, frunce el ceño, complicidad, emoción, picardía. Desconcierta, pero ella era demasiado feliz para preguntarse. Tenemos una cábala, dice él. Ella pregunta si se puede saber, rotundamente no, dice él. A ella qué le importa. A los dos días, estoy mal, dice ¡otra vez!, tengo que ordenar mi cabeza, no me pasa. Ella no lo puede creer, se indigna. Pero cuando le cayeron las fichas no pudo sentirse peor. Por la noche, Racing salió campeón. La confusión amorosa que antecedió fue unas horas antes de que jugara con Rosario Central, cree, ella no entendía nada de fútbol.

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Amelia Molina Burgos

MICRO TEXTO AUTOMÁTICO

No recuerdo cómo llegué hasta allí, pero el caso es que era feliz. O casi. O eso me dijeron. Tenía los ojos grandes y la cintura pequeña. Y la cabeza despierta. Y amigos. Y pecas. Y dos trenzas pelirrojas como de hilos de seda ardiendo. Entonces ¿qué fallaba? Sentirlo a ratos estaba bien, flotar, ahuecar la cabeza, vaciarla, dejar pasar el rato mirando sin ver lo que pasaba. Acorchar los minutos, las horas, detener el tiempo. Y cuando entraba el hambre, pedir la comida por Teleuniverso, ricas recetas a Good Food International. Comerse el mundo, chupetear la cuna, darle mordisquitos, hacerle una hendidura, una media luna bajo el sonajero de plata demasiado duro. Abrir la ventana y la boca a la vez, inhalar para zamparse la mañana. Ahora el sol empieza a despuntar y el amanecer se me atraganta sobre las montañas llenas de piedras.

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Viviana Goldman

MICROCUENTO

Las notas siguen sonando en mi cabeza. Esa niña que llena mi mundo comienza su carrera, piano de cola, audiencia selecta. Con cada acorde final, no se levantaba a saludar como quería el maestro, apenas asomaba la cabeza de costado, encorvada de vergüenza, imposible esconder la felicidad de su sonrisa. Paseo musical por la Francia de Ravel, la Polonia de Chopin, la Argentina de Ramírez, los EEUU de Chilly González y el mismísimo País de las Maravillas, con la impro de Alice in Wonderland. Ovación ante esta pequeña y bella personita.

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EDICIONES LIPE DOMINGO 21 DE DICIEMBRE DE 2014


LIPE


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