TEATRO LIPE PRESENTA...

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TEATRO LIPE PRESENTA…


Portada L. Alfonso MartĂ­n Delgado


TEATRO LIPE presenta…


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CONSIGNA DEL DOMINGO 21 DE SEPTIEMBRE DE 2014 Tema

TEATRO

Ponente

JORGE PAILHÉ

Volvamos un poco a las fuentes y si es necesario a releer a Casona, Gorostiza, Jardiel o Calderón de la Barca. Recordaremos aquello de "mutis por el foro" y "telón lento", por no avanzar con el más particular "primero derecha", etc. Vamos a escribir UNA ESCENA de teatro: drama o comedia, lo que quieran. Deberá entenderse de qué viene la narración en la escena en cuestión. Tengamos en cuenta que la historia se juega en un solo lugar, y que las acciones y avances de la narración se cuentan entre paréntesis, tanto entre parlamento y parlamento o incluso de un mismo parlamento. Ejemplo: ILUSIONISTA Le diré a usted: a mí los idealismos... (Aplasta contra el suelo su bastón y se lo guarda en el bolsillo). PASTOR

¿Mucho trabajo?

ILUSIONISTA Nada; viejos, niños, criadas... ¡Matinée! (Buscando algo saca una flauta en la que sopla un acorde y la pasa al otro bolsillo.) Y usted ¿contento? PASTOR Desarraigado. Yo he nacido para la Universidad. (Nostálgico.) La Sorbona, Oxford, Bolonia... ILUSIONISTA Yo para el circo: Hamburgo, Marsella, Barcelona... (Repite el juego con unos pañuelos que al deslizarse entre sus manos cambian de color.) PASTOR

La biblioteca hasta el techo, la campana, el claustro gótico…

Buena semana para todos. Horacio Tort

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Jorge Pailhé

TEATRO

(Un ambiente cálido y familiar, con cuadros modernos sobre la pared tono pastel. Efraín entra en escena desde una puerta lateral porque alguien está golpeando la puerta, que está sobre la derecha. Abre la puerta y entra Elena, joven y bonita, veloz y desesperada.) ELENA: ¡Efraín! Qué suerte que te encuentro; ¡volvimos a tener un desencuentro muy fuerte con Alberto! EFRAÍN: (forzadamente sorprendido) -¿Qué pasó ahora? ELENA: -Discutimos, como siempre… Él me aclara todo el tiempo que no es celoso, como dice que yo creo. ¡Y yo no digo eso! ¿De dónde saca que yo le digo que es muy celoso? Y yo o le reclamé que sale mucho con sus amigos… es más, hasta vos caíste en la historia porque me dijo que arreglaron para ir a la cancha el domingo… EFRAÍN: -¿Eso dijo? ¡Pero qué boludo! Hablamos de una po-si-bi-li-dad, nada más… pero si esto jode no vamos nada ¿eh? ELENA: -¿Así era? No sabés cómo te lo agradezco… (Empiezan a llamar insistentemente a la puerta. Efraín se acerca.) EFRAÍN: -¿Quién es? (Desde fuera de escena se escucha un grito.) ALBERTO: -¡ALBERTOOOOO! (Elena y Efraín se sorprenden) EFRAÍN: (Acercándose a Elena y casi inaudible. Señala la puerta de la izquierda.) – Andá para la cocina; dejá que lo manejo yo… ELENA: (Le da un beso fraternal) -¡Gracias! (Efraín le da otro beso y un abrazo un poco más pasional y cuya conclusión demora. Elena, ahora muy confundida, sale por izquierda. Se siguen escuchando los golpes a la puerta. Efraín abre. Alberto entra desencajado y angustiado.)

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ALBERTO: -¡Hola Efraín! Qué suerte que te encuentro; volvimos a tener un desencuentro muy fuerte con Elena… EFRAÍN: (ahora más asombrado que antes) -¡Otra vez! ¿Qué pasó ahora? ALBERTO: -Ella se cree que yo la celo, ¡pero no es para tanto! Apenas le pregunté si iba a ir a la reunión de ex compañeros del colegio… EFRAÍN: -Disculpame Alberto que me meta, pero vos no la celás porque sos demasiado bueno… Elena es una buena piba, es verdad, pero nunca está para salir con vos… ¿o me equivoco? Si me equivoco, decime… (Alberto duda la respuesta pero no tiene tiempo de reflexionar sobre ella porque Efraín mete la mano en el bolsillo interno del saco y saca unas entradas para el fútbol.) EFRAÍN: -¡Mirá! Entra tanta pálida, una buena: las dos mejores plateas para nosotros ¡y compradas por internet! (Alberto mira los tickets y no lo puede creer. Sonríe por primera vez en la escena.) ALBERTO: -¡Buenísimo! (De pronto mira todo el ambiente) Che, al final no me dijiste si Elena vino… EFRAÍN: -¿Acá? ¡Ni en pedo! Elena jamás vendría aquí porque sabe que la tengo junada… Disculpame otra vez, pero la mina está medio insoportable… por ahí ustedes están necesitando una pausa, ¿no hablaron de eso? ALBERTO: (perplejo) -No, la verdad que no… bueno, voy a seguir buscándola… (abraza a Efraín) ¡Chau amigazo! ¡Gracias por todo! (Efraín parece escuchar ruidos en la puerta de la izquierda y apura el acompañamiento de Alberto hacia la salida de la derecha, pero cuando está a punto de abrir la puerta, Elena entra en escena.) ELENA: -¡Alberto, mi amor! ¿Viniste a buscarme? ALBERTO: (sorprendido, mira a Elena y a Efraín, alternativamente) ¿Vos aquí? (vuelve a mirar ahora con más insistencia a su amigo) ¡¿Vos acá?! EFRAÍN: (al principio evasivo, pero de a poco vuelve a la serenidad y dominio de la situación) -Sí, ella aquí… pero no podía decírtelo porque estabas fuera de vos. (mira a Elena) Es verdad, Elena, los celos a mi amigo no le permiten ver más allá de su nariz. (Elena empieza a llorar a gritos. Alberto, en cambio, mira asombrado a Efraín. Efraín le hace un gesto de complicidad, como dándole a 6


entender que está diciendo algo sólo para evitar algo peor. Efraín se acerca a Alberto.) EFRAÍN: -Alberto, seguime la corriente que Elena está con un ataque de nervios con pronóstico reservado. ALBERTO: (también se acerca y baja la voz. De todos modos, Elena no puede escucharlos porque sigue llorando) -¿Te parece? Yo creo que es mejor aclarar las cosas… EFRAÍN: -¡No es el momento, amigo mío! Esperame aquí. (Va hacia donde está Elena. Alberto se queda solo al lado de la puerta de la derecha, sin saber qué hacer). ELENA: -¡¡¡Buahhhh!!! EFRAÍN: (Se acerca a Elena y le muestra los tickets de la cancha. Con su cuerpo tapa los tickets y habla muy bajo) -Mirá, además de estar super celoso por tu reunión con los compañeros del colegio, ¡me trajo las entradas para la cancha! ¿A vos te parece? ELENA: -¡¡¡Buahhhhh!!! (Alberto, perdido en sus propios desalientos, parece escuchar algo de lo que dijo su amigo. Se acerca, tímido). ALBERTO: -¿Qué le dijiste de la cancha? ELENA: (interrumpe su llanto) -¿Qué pasa con la cancha? EFRAÍN: (vuelve a confundirse) -¡Y a mí me preguntan, manga de lunáticos! Má sí, ¡toménsela de mi casa! (Elena y Alberto se miran y se dan un abrazo y un prolongado beso). ALBERTO: -Vení, amor… no puede ser que nos peleemos todo el tiempo… ELENA: (lo acaricia y le ordena el pelo) -Dale, vamos a la plaza y hablemos… ¡tenemos tanto para charlar! (Elena y Alberto salen por la puerta de la derecha. Efraín se queda solo en el ambiente. Mete la mano en el bolsillo y saca las entradas para la cancha. Empieza a romperlas).

TELÓN LENTO

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Cristian del Rosario

ESCENA UNICA

Personajes: Ana y Fernando, ambos desnudos del torso para arriba; el resto del cuerpo los tapa un remolino de sabanas blancas, una cama con respaldar de cuero rojo hace resaltar los personajes. Ana está montada sobre Fernando, desnuda, de espalda al público. A los costados de la cama, mesas de luz moderna; una tiene una botella grande de agua mineral; sobre la cama una gran tela de un pintor que imita a Polack; el resto de la habitación se completa con muebles modernos propios de una habitación de un matrimonio. Ana se mueve sobre Fernando y lanza un gran suspiro-gemido, dando a entender que ha tenido un orgasmo; él masculla un insulto inentendible con igual significado. Durante unos segundos, Ana queda recostada sobre Fernando, quieta como recuperando la respiración, y se desliza suavemente a un costado, quedando los dos mirando finalmente hacia arriba, respirando en forma agitada; los brazos a los costados de ambos -a media que recuperan el ritmo de la respiración- van a ir moviéndose, hasta colocarlos cada personaje sobre ellos, apenas con las manos entrelazadas. Aunque están boca arriba, por la inclinación que da el estar recostados sobre las almohadas y el respaldo se pueden ver los gestos de los rostros de ambos.

ANA: Ufff... qué buenooo... (vuelve a largar un suspiro, queda unos segundos callada) Fer, ¿quedó agua?... Tengo sed. FERNANDO: Quedó... ¿Querés? ANA: Sí, dale, dame un poco, mi amor. (Fernando se estira, agarra el agua y se la pasa a Ana; le da un beso pequeño al hacerlo) ANA: (Mientras Fernando hace ese movimiento, antes del beso, sin dejar de mirar el techo, pregunta) ¿Te gustó? (Ana le devuelve el beso a Fernando, se incorpora un poco, y toma un poco de agua de la botella) FERNANDO: Me encantó, linda. (Ana le pasa nuevamente la botella a Fernando, quien también bebe un trago y la pone de vuelta en su mesa de luz) 8


ANA: (De vuelta en su posición original pregunta) Pero... ¿cómo te gustó? FERNANDO: Mucho. ANA: Qué bueno, Fer... pero no me refería a cantidad. FERNANDO: No entiendo... ANA: Sí, ¿cómo es que te gustó?... ¿Cómo que sentís amor? ¿Cómo que sentís placer? FERNADO (Levanta las cejas un segundo antes de responder) Sí, así... ANA: ¿Así cómo? FERNANDO: Con amor, con placer, con los dos... (Toma el celular y lo mira un segundo). ANA: Ah... (Quedan los dos diez segundos callados, mirando el techo. Fernando cierra un poco los ojos pero Ana no) ANA: Pero si cogieras con otra mina… una amante... FERNANDO: (Abre los ojos) No tengo amantes... ANA: Bueno, ponele que tuvieras... ¿cogerías igual con ella?. FERNANDO. (Levanta las cejas otra vez) No entiendo... ANA: ¿No sentirías más placer que amor? FERNANDO: Supongo que sí (vuelve a cerrar los ojos). ANA: Entonces, porque soy tu mujer, ¿sentís menos placer? FERNANDO: (Con los ojos cerrados) No, siento también placer... me gustó mucho, ya te dije. ANA: Ah… (Unos segundo callada) Pero ¿igual o más o menos que amor...? FERNANDO: (con una voz casi dormitando) Más o menos lo mismo... ANA. Ah.... Pero recién me dijiste que con un amante tendrías más placer que amor… FERNANDO: No tengo amantes, no sé… supongo que sí... ANA: ¿Supones o sabes?... ¿Tuviste amantes?

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FERNANDO: (Abre los ojos) Mi amor, me perdí... ¿qué es lo que me querés preguntar? ANA: Eso... lo que te vengo preguntado. FERNANDO: Se especifica ¿qué? ANA: Si conmigo sentís más amor que placer cuando cogemos o menos placer, comparado con "imaginemos" (hace las comillas con los dedos) si tuvieras un amante. FERNANDO: Mi amor, estoy enamorado de vos... y me encanta cómo coges... seguro que con un amante, no sentiría ni la mitad que siento con vos… en ningún sentido. (Ana se da vuelta y le de una beso apasionado. Se estira un poco y toma un poco más de agua y vuelve a recostarse mirando al techo. Fernando vuelve a cerrar los ojos.) ANA: ¿Qué pensás? FERNANDO: (Sin abrir los ojos) Nada. ANA: Ah... bueno... Nada, nada no se puede pensar... FERNANDO: Yo sí, en especial después de coger… te juro. ANA: Dale, decime que pensás… (Fernando se queda unos segundos e silencio con los ojos cerrados) ANA: Dale, contame… FERNANDO: En lo linda que sos... ANA: ¿Sí?... ¿cómo de linda? FERNANDO: (abre los ojos) Así... linda… como sos… ANA: Ah... (Se queda unos segundos callada) ...que poco descriptivo tu pensamiento... si yo no fuera tu mujer... FERNANDO: (Sin abrir los ojos) pero lo sos... ANA: Pero ponele que no lo fuera... ¿yo, te gustaría...? FERNANDO: (Con los ojos cerrados) No sé... ANA: ¿Cómo que no sabés?

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FERNANDO: Preguntás muchas boludeces para no ser mi mujer. ANA: ¿Por qué me decís eso?... Saber si te quiero, si te doy placer ¿te molesta?... No sabía que si uno le pregunta al otro, si lo quiere o si lo desea… ¡¡molesta!! FERNANDO: (Abre los ojos, medio fastidiado) No, Ana, si fueras un levante, una minita más y me pregunta todo esto, me rompería las bolas... pero como sos mi mujer... me encanta. ANA: (Medio disgustada) No importa si soy una amante o tu mujer, si cualquiera se preocupara por vos, porque no somos "divisibles"... las mujeres no siempre dividimos como hacen ustedes, así si yo soy tu mujer y tu amante... sabelo, no debería romperte las bolas. FERNANDO: Pero si la que hace divisiones de amante o mujer sos vos… ANA: No importa eso. FERNANDO: (Se da medio vuelta en la cama, se sienta, se le nota ofuscado, enojado, la mira y le dice) Preguntame de vuelta. ANA: ¿Qué? FERNANDO: En qué pienso... Ya tengo la respuesta. ANA: No, ahora no vale. No quiero saber. FERNANDO: Te lo digo igual. En que estoy muerto de sueño, que cogimos bárbaro, que como dormiste una siesta no tenés sueño... y que no paras de preguntarme boludeces para que no me duerma hasta que te agarre sueño a vos. Igual, aunque a veces hacés estas pelotudeces... te amo. ANA: (Lo mira un segundo... lo abraza... lo llena a besos) Tenés razón perdoname. Vamos a dormir. (Apagan las luces, se oscurece todo el escenario en forma abrupta) (Luego de varios segundos se escucha la voz de Ana) ANA: Fer, ¿quedó agua?

FIN (Telón rápido)

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Fer Iñarra Iraegui

LA SIRENITA

(El padre y su niña están en el baño. Hace calor, el espejo está empañado. El padre, con su camisa arremangada, está de rodillas al lado de la bañera. La niña, desnuda dentro del agua juega con vasos, patos, la sirenita nueva, una regadera, un embudo. La mamá, en la cocina, está haciendo la comida y cada tanto pasa por la puerta del baño y saluda como si fuera un juego de calesita. El padre toma las antiparras y se las ofrece a la pequeña; le dice:) PADRE: Vení, te pongo las antiparras, te lavo el pelo y ya podés volver a jugar. (Le pone los anteojitos, toma el champú y se coloca una buena cantidad en sus manos, lava el pelito de la nena. Ella se deja acicalar, segura de que no le entrará jabón en los ojos, sonríe plácidamente.) PADRE: Para atrás… a ver… sí, así, una vez, (tira agua sobre la cabeza de la niña) otra vez (repite la acción) y otra vez… ¡ya está! Ahora “el producto” y listo. (Le pasa acondicionador lenta y suavemente). Dejamos actuaaaaaaaaaaaaaaar y un último enjuague. (Comienza nuevamente a verter agua sobre el cabello de la nena que espera dócilmente que termine el proceso de los tres pasos) PADRE: Muy bien, ahora sí, a jugar hasta que nos llame mami. (La niña zambulle a su sirenita y la lleva hasta la otra punta de la bañadera, haciéndola nadar. La hace volver, la vuelve a zambullir… El padre, viendo en este juego una oportunidad para iniciar a su hija en la natación y quitarle el miedo al agua para el verano que se acercaba, le dice:) PADRE: ¡Qué bien que nada esta sirenita! ¡Y no le molesta meter la cara en el agua! ¡Qué bien! ¡¡¡Qué sirena tan valiente!!! (Su tono tan entusiasta hace reflexionar a la nena, que, deseando complacer a su papá, toma coraje y una enorme bocanada de aire e imitando la zambullida de su muñeca, se tira de cabeza debajo del agua para nadar hasta la otra punta. El papá se tira hacia atrás para evitar que lo salpique y justo en ese momento pasa la mamá caminando y al mirar para adentro del baño ve a la nena sola y debajo del agua.

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Con desesperación entra corriendo y gritando y se zambulle a sacar a su hija del agua de los pelos. El padre, atónito, recluido en un rincón, se queda sin habla, mientras la mamá, frenética, para en la alfombra a la confundida niña, que la mira sin comprender qué estaba pasando. La mamá, aún gritando, le dice:) MADRE: ¡¡NUNCA MÁS EN TU VIDA TE VOLVÉS A BAÑAR!! ¡¡Casi me muero del susto!!

(Cae el telón… ¿toallón?) FIN

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Diego Ramón Peralta

EL AMOR, CONDENA Y SALVACIÓN En memoria de Victoria Logreen

PREFACIO: Leontini dijo: "La palabra es una gran dominadora, que, con un cuerpo pequeñísimo y casi invisible, realiza obras por demás divinas". PROTAGONISTA: Winston Samuelson, afamado filósofo, escritor y periodista. Nació en Londres, en la segunda década del siglo XIX, en el vientre de una familia de clase alta venida a menos. Autodidacta innato, enfermizo inquisidor de la gnosis, so dueño de un apetito voraz e insaciable por el estudio. El egoísmo supremo y la soberbia, no eran algo teórico en él. Pero estaba dotado de una sensibilidad e inteligencia emocional poco común, que lo llevaron a explorar desde el más apasionado romance, hasta el más espartano mercantilismo. Como masón, pregonaba ascetismo y sincretismo; mientras que como hombre de su tiempo, respondía con lujuria, hedonismo y elitismo. Ningún vicio fue declarado inasible por su experiencia. Sus mejores amigos, el cualunquismo y el libertinaje. Juntos hicieron el más formidable ariete, aquel que rompería con su prestigio y el buen nombre de su familia INTRODUCCIÓN: Hasta que llegó ese día. Luego de nueve años, recibe noticias de ella. Él nunca le había escrito una carta, nada. La epifanía golpeaba la puerta de Winston. Había un pensamiento muy profundo entre los intelectuales más avanzados del nuevo iluminismo siglo XIX (que aún perdura en el círculo rojo) que sostiene que existe un error en nuestras vidas tan gravitatorio, que provoca y explica la aparición de todos nuestros demás problemas y uróburos padecimientos. ¿Por qué en pos de degradar al cliché y los estereotipos de los comunes, los intelectuales se inventan subterfugios en la cosmética superioridad y trascendencia en el dolor? Winston fue abordado repentinamente por una angustia, tan especial como desgarradora (...), por primera vez tomó debida conciencia; estaba sufriendo.

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PRIMER Y ÚNICO ACTO MONÓLOGO

(Comienza a telón abierto. Parado ante una vieja ventana de madera, Winston proyecta su melancólica mirada rumbo a la nada..., luego de un instante, que en algún punto supo a eternidad, finalmente Winston comienza a redactar en voz alta (oratoria), su imaginaria carta, como si alguien lo escuchara o tomara nota. Winston, al mejor estilo shakespeareano, le hablaría a la posteridad, a través de su ese mágico escaparate con vista al universo...)

− ¡Ay, amor mío! Hoy podría escribir cualquier cosa. Versos, ensayos, sonetos, prosa, novelas, cuentos..., mi testamento; eso, seréis mi mejor canción. Me finjo escritor y me finjo espectador. No me animo a escribir ¡te amo!, ante tan asaz amor. ¿Cómo hacerlo si te tengo, te siento, te respiro, os vivo?, ¿por qué habría de escribir sobre el amor, si nunca necesité literarlo? Jamás supe lo que es la desilusión, los celos, ni el temor. Mi amada, siempre ha sido mi primer amor, mi mejor lección. (Breve pausa con silencio, no más de 5 segundos.)

− ¿Mi culpa? Son todas, lo ideal, atenderlas de a una. Asediador de formalidades, sicario de la no solemnidad y la rebeldía, nada me impidió enamorarme de mi primera esposa. He blasfemado contra toda moralidad social, divorciado, desterrado, perdonado, vagabundo averno. He maldecido en vano mi poco atino, y he depredado lo real hasta calarle los huesos. He mordido todas las manzanas del paraíso, haciendo caso omiso a la saciedad. − Miro de soslayo mi pretérita otredad, corroído por el vaticinio de la novedad, siempre esperando poder olvidar. Mi comunión con la nada, puso cielo al revés. Clavé los dientes en mis remordimientos, en los entresijos de la carne. Hice girar mis peores ideas en danzas paganas, sometiendo los misterios que moran en mi boca y en una mente tan prolífica en sinsentido. ¿Dónde habré de hallar el elixir del devenir que indulte el pulso del espíritu y de esta alma flagelaria? Tras de mí, sólo hay difuntas penurias de anhelos, expurgados en el cautiverio de mi propio ego. (Segunda pausa. Winston baja la mirada. La sube lentamente mientras acaricia su prominente barba... y continúa.)

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− Nada puede inseminar ya un pasado que nació estéril. Esta confesión es un desbarajuste. Por lo visto, busco sin encontrar, argumentos inmaculados que expliquen los restos de mis ardores, intactos pecados, so excusarme ante mis sacrílegas fatigas. Ojalá pudiera añadir a la insidia que embriaga a este reto de conciencia, la ausencia de gravedad ante la alerta, mantenerla despierta ante el sufrimiento y el desconsuelo, tembloroso sonido del alma, que sólo reclama silencio en la calma. − Destrozar esos recuerdos, torbellino de emoción, escurrir el desastre de mi música, por los espacios indultados de mi musa. Hoy, disfruto de ella nuevamente, apasionado aquelarre de paradojas, la amo, la adoro, mujer hermosa. Ojalá fuera del alma el vacío y del corazón la nada; no pude, ella es todo y hada, primorosa. (Tercera pausa, con la impronta de un ritual, Winston enciende su pipa curva con lentitud....y luego de un par de buenas bocanadas, continúa.)

− El amor eleva y condena, el amor llena los años. Son sus ojos, por donde miro los destellos de un nuevo día, melodía, amiga mía. La indecorosa curiosidad condensa el tiempo por el que nos comprometemos, como si en ese gran salto hacia el vacío, nos fuera toda cuanta vivencia intuimos. Los instantes se diluyen; el tiempo se aliviana en su rumbo a la muerte. Indiferentes a la experiencia, a la mente, sorteamos día por día, invertimos cada céntimo de dicha, lo echamos en suerte. A veces te añoro, lobreguez, los calveros del amor hoy ocupan tu lugar.

− Fue curioso el principio y el final; el alienado enamoramiento oculta un equívoco kantiano que transforma la pasión en procesión de temblores. El pensador enamorado renuncia a la eternidad para consagrar cada instante en un festival de ingenuidad. El amor no nos puede hacer escapar de lo otro, pero nos puede curar la resignación. Y ese retiro, es religión de hombres. − Si tuviera que volver a sufrir lo negado, por recuperar lo recuperado, lo haría sin pensarlo, estoy enamorado. Sin el presentimiento del amor, de la muerte en el dolor y del maldito contraste, la vida sería asfixiante, aburrida, absurda. El hombre moderno aguarda sigiloso sus tentaciones, urdiendo desde la cuna ficciones de una existencia prosaica, hasta que reconoce al amor, cuando lo enfrenta con valor y gallardía. Conocer el amor es un milagro, no reconocerlo, una calamidad. (Cuarta pausa, un par de bocanadas más con la pipa, silencio de no más de 5 segundos.)

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− Llevado a su máxima expresión, el amor que se vive en pareja, es sacrificio, es estigma, es renunciamiento a todo en cuanto he de idealizarte, curiosidad. Sólo un corazón suicida, puede vencer las estigias de la razón, quizás por ello; la razón cuando pierde se rinde, de ninguna manera se inmolan juntos. Sólo el amor verdadero puede vencer al tedio de la monotonía. El matrimonio joven es antinatural, porque cercena la sed del saber inmanente al hombre, erigiéndose como un dique arbitrario del crecimiento intelectual. − La búsqueda perenne del límite, exaspera por lo distópico; la muerte de la libertad, hace honor a perpetuidad mayúscula a nuestra natural ansia de certeza. Pues ella es la invención en la que depositamos todo, banalidad insoportable del tiempo. Para el espíritu humano, el hedonismo existe en tan exigua medida como cualquier otra cosa. Cuando el amor os aplaza, las viejas verdades sucumben ante la antifilosofía, una tradición en el lenguaje del romanticismo, ¿qué sería de éste mundo sin los fetiches líricos del idilio? Sólo siento que te necesito, no quiero vivir sin ti. Y por sobre todas las dudas, necesito con premura que exista un Dios (...) de ninguna otra manera podría explicar semejante locura. Te amo, no quiero volver a escribirlo.

(Esa misma noche Winston partió rumbo a Madrid a verla. Su exesposa, eterna amante, había muerto.)

FIN

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Mariangeles Soules

BREVE HISTORIA DE UN SOLO ACTO

(Al fondo del escenario una gran Cruz; a la derecha una estatua de la Virgen María y a la izquierda una de San Cayetano. Delante de la Cruz un sacerdote y un pequeño altar con un hermoso mantel blanco bordado con hilos dorados. Parados a un costado del altar una señora mayor muy elegante con un vestido azul sin mangas, guantes y sombrero al tono, a su lado el supuesto novio, hijo de esta señora, un muchacho morocho, alto, delgado con traje de levita. En los asientos que se suponen forman parte de la Iglesia, gente sentada, muy bien vestida. Todos murmurando en voz baja y mirando hacia atrás a cada momento. El novio y la madre comienzan a mirarse nerviosos y por momentos se hablan al oído; así por más de 10 minutos. De pronto empieza a sonar la marcha nupcial y por un costado aparece la novia y grita:) IRINA: ¡Basta! Paren la música ésa. (Todos con cara de asombro miran a la novia; luego al novio que está más asombrado que todo el resto de la gente) JUAN: ¿Qué pasa mi amor? ¿Por qué haces detener la música? ¿Y por qué has tardado tanto en llegar hasta aquí si vives apenas a dos casas de la Iglesia? IRINA: Es que no sabía qué hacer, no me decidía si casarme o no. CORO: ¿Cómoooo? JUAN: Pero, ¿qué estás diciendo? ¿Cómo que no te decidías? ¿De qué hablas? IRINA: Perdón, Juan, pero… no puedo casarme con alguien a quien no amo, no es que no te quiera, sí te quiero y mucho, pero estoy enamorada de otra persona.

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(A Juan se le aflojan las piernas, y cae de rodillas, la madre se desmaya. Otra mujer, Susana, que está sentada en la primera fila y que es la madre de Irina, se pone de pie y grita) SUSANA: ¿Qué estás diciendo? Por Dios, si ustedes son novios desde el último grado de la primaria. ¿Cómo que estás enamorada de otro hombre? ¿De quién? ¿Cuándo sucedió? Si nunca sales de casa si no es conmigo o con Juan. (La mujer corre hasta Irina y comienza a sacudirla y a gritarle) SUSANA: No me hagas esto, no me hagas esto, ¿cómo pudiste llegar hasta este momento para decir semejante barbaridad? ¿Por qué no lo dijiste antes? ¿Dónde está tu padre? Ese inútil nunca aparece cuando se lo necesita a ver si te hace entrar en razón. IRINA: Papá está en casa y dijo que si amo a otro es mejor que no me case, que el casamiento es para toda la vida y para formar una familia entre dos seres que realmente se amen, él me apoya en mi decisión; y además, mamá, yo en ningún momento dije otro hombre. JUAN: Pero Irina, acabas de decir que amas a alguien más, ¿Acaso amas a otra mujer? ¿Es eso? ¿Eres gay? No, no, no… esto es una de tus bromas pesadas como sueles hacerme siempre, pero esta vez te extralimitaste. No es nada gracioso parar así la ceremonia por uno de tus chistes. IRINA: No es un chiste, no quería llegar a esto. Traté, te juro que traté de amarte a ti como lo he hecho todos estos años, pero es más fuerte que yo. Hace un rato se lo conté a papá llorando y le pedí me aconseje, le dije que no quería lastimarte y que no sabía qué tenía que hacer y me dijo que lo mejor era decir la verdad ahora, antes de hacerte infeliz por el resto de tu vida que esto te iba a lastimar, pero que lo mejor era que no me case contigo y ahora que lo pienso, él tiene razón. JUAN: (Corre hasta Irina y la toma del cuello a la vez que le grita) Te voy a matar, te voy a matar. (Varias personas corren y lo apartan, mientras que Susana dice:) SUSANA: Si no la matas tú la mato yo, descarada, hacerme pasar tanta vergüenza a mí que la crié en un buen hogar, que la preparé toda la vida para que sea una buena esposa. (Otras personas la sostienen) JUAN: (grita) ¿Quién es? ¿Por quién me estás abandonando?

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(Irina mira hacia los asientos y allí está la hermana de Juan mirándola, también vestida de blanco, sonriente y sin mediar palabra.) IRINA: Es Valeria. JUAN: ¿Valeria?... ¿Mi hermana?... ¿MI HERMANA? (Valeria corre hasta donde está Irina y las dos se abrazan y se besan durante largo tiempo. Los murmullos se hacen más fuertes, Juan y Susana lloran a gritos y cae el

TELÓN

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Daniel Goldenberg

LA INSPIRACIÓN (OBRA EN UN INÚTIL Y ÚNICO ACTO)

ESCENA ÚNICA

(Padre de mediana edad se encuentra solo y en silencio, paralizado frente a la pantalla de su computadora. La expresión boquiabierta de su rostro, hace dudar de la superioridad intelectual de su especie respecto al resto del ecosistema. Con las muñecas apoyadas sobre el borde del escritorio, mantiene ambas manos inmóviles e inclinadas hacia arriba unos 45 grados. Los diez dedos ligeramente flexionados y separados entre sí. Sus índices tiemblan ligeramente. Permanece en la misma posición durante diez minutos.) (Pausa) (La puerta que está a la derecha del hombre, se abre bruscamente, dándole entrada a la escena a su hijo, un mozalbete de unos doce años, escoltado por sus dos hermanas menores, de unos nueve y diez años respectivamente.) HIJO: Paaaa… ¿nos hacés una chocolatada? (con tono infantil, inferior a su edad; el padre permanece inmóvil en su posición expectante, sin responderle) ¡¡¡¡Paaaaaaaa!!!… ¿¿¿nos hacés una chocolatada??? (levantado el volumen de su voz) HIJAS: (a coro) ¡¡¡Daaale, Paaa!!! (sonríen) PADRE: ¿Pero son mancos? ¡Bajen y hágansela ustedes! (denota fastidio) HIJO: No, ni en pedo, ni ahí nos dan ganas de bajar… (con expresión de obviedad) PADRE: Pero que los parió, che… tengo que escribir una obra de teatro para la consigna de LIPE y no se me cae una puta idea, y ustedes entran a interrumpirme con su poronga de chocolatada, justo cuando ya casi la tenía… ¡Cuando ya la tenía! (con furia intelectual)

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HIJO: Dale, Pa, dejá de jugar al escritor famoso y bajá a hacernos una chocolatada de una vez (con firmeza, mientras se retira de la escena detrás de sus hermanas, dejando la puerta a medio cerrar) PADRE: No se me ocurre un carajo para esta consigna… (susurrando y negando con la cabeza, se toma la frente con la mano izquierda al tiempo que golpea el teclado de la computadora con el puño derecho en posición vertical) Me parece que se terminó la mierda del Chocolino… voy a tener que ir al chino a comprar... (Piensa en voz alta, y tras una breve pausa se levanta de la silla con aire de derrota, abre la puerta y desaparece de la escena con un marcado portazo)

FIN

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Pablo Miguel

CONVERSACIONES COTIDIANAS (UN MINI-ACTO)

(X e Y sentados a una mesita plegable con sombrilla, compartiendo una cerveza. Entre ambos una tercera silla vacía.) X: –El primer gol ellos lo hicieron con la mano. Y: –Con mano dura, porque ahora nadie nos defiende. X: –Es que los defensores suben y después no bajan. Y: –No bajan línea los funcionarios, es eso, no bajan línea. X: –Bueno, pero línea de cuatro, lo demás no existe. Y: –Ajá, no existe una propuesta ni un proyecto. X: –Proyectarse más, claro, y con más gente. Y: –Sí, más gente, en política hacen falta caras nuevas. X: –¿Caras nuevas? ¿Y el pibe ese de la cuarta? Z: (sentándose) –No... ¡Caja de quinta tiene éste!

BRUSCO APAGÓN

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Eduardo Mizrahi

ESPERANDO A GORDOT

PRIMERA ESCENA

(Telón abierto, fondo de cartón corrugado, techo con nubes pintadas, dos vacas que bajan y suben del techo a media distancia entre los actores y el fondo. Las vacas son reales, ataviadas con estola real y corona, mugen en castellano a volumen moderado, con auriculares en las que suena música de Los Redondos, la canción que se le ocurra al director de la obra.) (A los espectadores se los obliga a ponerse auriculares también, y se les pone la misma música que a las vacas, cuando se callan los actores.) (Aparece Gordot. Look de Sancho Panza afeminado, con gorrito de Boca, cara de culo permanente, gran signo pesos abrochado en el orto, blanco, de papel.) GORDOT: (Da unos pasos, se frena, escupe al piso, se rasca un huevo, levanta la mirada, pone las manos en jarra, hace una pausa de diez segundos. Se dirige al público:) ¿Y ustedes qué mierda están haciendo acá? (Pausa de diez segundos) ¿No me escucharon? (ahora grita) ¡LES PREGUNTÉ QUE MIERDA ESTABAN HACIENDO ACÁ! (Aparece Flacot. Zapatos negros superbrillantes pero clásicos, ambo azul cruzado, anteojos culo de botella, pelo engominado, cara de miedo, con una carpeta abrazada como si le fuera la vida en eso, actitud apocada y temerosa.) FLACOT: (Mirando a Gordot) Perdón, señor... me parece que me perdí. G: ¿Y vos quién carajo sos? F: Bueno... me llamo Flacot. G. ¿Flacot? F: Flacot.

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G: ¿Flacot? F: Flacot. G: ¿Flacot me decís? F: Eso, Flacot. (Gordot se pone las manos tras la espalda, deambula pensativo mirando las vacas que bajan y suben, prende un pucho, inhala, exhala, vuelve hasta donde Flacot lo observa en silencio.) G: Así que te llamás Flacot. (Flacot lo mira, se encoge como esperando un golpe, no contesta.) G: Así que te llamás Flacot.

(Luces fundiendo a negro, música, salen los actores con linternas por los pasillos de la sala, se encienden las luces.)

SEGUNDA ESCENA

(Entran por el lado contrario al escenario tres enanos por cada pasillo, al trotecito, disfrazados de Robin Hood, con picas terminadas en pinchos que pinchen pero no corten, como la vida misma, reforzados con minipicanas portátiles adosadas a los pinchos, que deben ser activadas sólo en caso de que algún espectador bostece o insulte al guía que está escribiendo esto, o cualquiera que proclame su adhesión a la Gorda Descarrió a voz en cuello, sin apelación posible a la misericordia o derecho al pataleo. Las picas deben ser de color naranja fluo, fosforescentes, intergalácticas, sinceras, amigables. Es condición sine qua non que dichos artefactos conozcan de manera fehaciente el reglamento internacional de Badminton bajo techo.) (Bueno, seguimos.) (Cuando los enanos se ubican a distancia prudencial de los espectadores/víctimas/financistas de todo este delirio, se apagan las luces para demostrar que las picas son fosforescentes y se encienden las picanas para asustar un poco.)

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(Luego de aguardar treinta segundos se encienden las luces de manera gradual iluminando desde el techo con focos a los enanos que deben poner cara de sádico y de loco y de hincha de San Lorenzo. Al enano que no le sale poner todo eso junto en su rostro se lo echa inmediatamente a patadas en el orto con ayuda de los espectadores. Se permite una sola patada en el orto por espectador y debe ser despacio, para no lastimar al enano, porque si no entro yo y los cago a gritos a todos. Y yo grito fuerte, aviso por las dudas.) (Luego de cagar o no a patadas a los enanos que se zarpen, y ubicarse el público en sus taburetes, porque no pienso poner butacas, entran por cada pasillo los protagonistas. Gordot sigue vestido de Sancho Panza afeminado y lleva una ristra de ajos agarrada con los dientes y sostenida desde abajo con las dos manos; Flacot entra vestido de Papa Francisco con esa especie de kipá que usa y todo. Porta una bandeja metálica de bar con una pizza encima de jamón y morrones, mitad anchoa, mitad fugazzetta, mitad roquefort, mitad aceituna. La pizza debe ser de verdad y debe estar caliente, pero no demasiado; total, después la metemos en el microondas. Quiero un chocolate en mi camerino, de pasas pero sin almendras.) (Entonces, los chaboncitos que hacen de actores entran corriendo onda Buster Keaton en "El deportista", subiendo bien las rodillas cuando pegan la zancada para adelante. Está terminantemente prohibido tirarse pedos mientras dure la obra, también tener mal aliento.) GORDOT, FLACOT, LOS ENANOS: ¡Viva Perón, carajo! (Y pasame un pañuelo, que no puedo más de la risa.)

FIN

ACTORES/RECITADORES SUGERIDOS GORDOT

Alfredo Casero

FLACOT

Diego Capusotto

ENANOS

Enanos surtidos

(Las indicaciones entre parlamento y parlamento se recitan alternativamente entre los dos actores, según el criterio del director.)

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Antonio Lendínez Milla

CONSCIENCIA Y REALIDAD (ESCENA DIÁLOGO)

ACTO ÚNICO

(Escenario con fondo oscuro, un foco blanco, cenital, ilumina la escena. Dos figuras visten túnicas blanca y azul respectivamente. Entre la penumbra desde el fondo, aparecen conversando, hasta pararse bajo la luz que ilumina el centro de la escena.) B -¿En qué estás, qué piensas? A –Estaba dándole vueltas a lo que hablábamos el otro día. Al concepto de realidad. ¿Qué era lo real? Para mí no es más que lo que estoy viendo. Lo que percibo con los sentidos al unísono. Lo que está fuera de mí, lo que es externo. Mi cuerpo. Con lo que me relaciono. Pero tú me indicabas que era así, sin embargo, faltaba algo. No sé a qué te referías. B –Fíjate que te he dicho, en qué estabas pensando, y… (enfatizando) en qué estás ahora tú. Ese tú al que me refiero es alguien que observa, que está presente, que no se altera…, o al menos tiene esa capacidad de estar ecuánime, sin que sus emociones empañen su visión, su observación. Como si se tratara de una cámara que capta lo que hay. No se altera. Está imperturbable, sereno, observa el movimiento. Alguien que está detrás, como atendiendo con distancia a lo que está sucediendo. Está quieto, pero tampoco se distrae, se ausenta o desaparece. Está presente. Atiende, pero no interviene. Deja hacer, mas no está pasivo. Sólo actúa cuando nota que la situación lo demanda o pueda ser un peligro para su integridad. Deja libertad creativa sin intervenir en el proceso de significación de lo que se está gestando. A –Entonces me dices que está pasivo sin hacer nada. B –No estoy diciendo eso, lo que afirmo es que está consciente y atento sin intervenir. Porque nota y ve que se resolverá por sí mismo sin su intervención. Espera que los que intervienen se den cuenta, les da libertad creativa para que lo resuelvan por sí mismos. No hay prisa, el tiempo tampoco importa. Qué es si no el tiempo, más que el espacio

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dónde se resuelven las situaciones de la vida. Tiempo y espacio son una misma dimensión. Disociamos ambas dimensiones, pero en nuestro cerebro no es más que una unidad, que él, perfectamente ordenado, sabe cierta. Fíjate cómo en física, la velocidad -es decir el movimiento- es igual a la división espacio/tiempo. A –Me hablas, entonces, de que la atención despierta la consciencia. B –Sí, te diré que la atención es la condición dinámica de esa misma consciencia. Sin atención no hay consciencia. La vida es pura atención, sin atención no hay vida, sino consecución de movimientos automáticos. Y no creo que sea esa a la vida que aspiremos. ¿No te parece? (La figura de azul se queda pensativa por un momento y responde:) A -Así pues, por lo que me dices, la atención despierta la consciencia y saca a la luz una forma nueva de ver y observar la vida. B –En esencia, así es. La consciencia presente, atenta y observante, va a determinar cómo se desenvuelva la realidad. Nuestra intención será decisiva para determinar el rumbo que tome. De las múltiples posibilidades elegiremos -y ahí está la libertad- la que nos interese. Ese interés marcará el signo y la dirección que tomen los acontecimientos. A –¿No estamos entonces predestinados, carentes de libertad? B –Podría parecer así, ser esa la consecuencia; pero si uno se equivoca de camino, todas y cada una de las aportaciones siguientes se nos presentan como salidas nuevas, para llegar al objetivo vital de cada uno, hasta saciar las ansiedades que nos movilizan dando vida a nuestra esencia. A –Entonces, no hay que preocuparse, hagamos lo que hagamos siempre tendremos la posibilidad de salir airosos, nos salvaremos de nuestras miserias. B –Sí, es así, pero ten cuidado, la consciencia de todo lo que te rodea te hace adquirir una responsabilidad coherente que tú no puedes soslayar. Eres responsable de actuar en consecuencia; entonces, cuando hagas trampas en el juego, vas a tener que hacer frente a las consecuencias de tu deshonestidad. Conocer, no lo olvides, es hacerse responsable de lo que su conocimiento representa.

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Claudia Castañeda

(En el banco de una plaza)

JAZMÍN: (se rasca la cabeza, se acomoda la chalina fucsia) −¡Tengo ganas de viajar! ¡Tengo ganas de irme a la mierda! EZEQUIEL: (la mira indiferente) −¡La mierda no es un lugar, chabona! En todo caso, aclarame qué querés! JAZMÍN: (dejando la mochila en el piso) −Necesito ir al tiempo en el que me sentía escuchada. Ese tiempo en que parecía que existía. El tiempo en que lo urgente no era lo importante y en que lo que salía de golpe era lo inmediato. EZEQUIEL: (mirando a un perro que mea en un árbol) −¡Vos hablás de esa otredad que ya nos chupa un huevo! JAZMÍN: −¡Te hablo de pensarNOS, boludo! EZEQUIEL: (mirando al piso) −¡Vos no estás bien! No necesitás un amigo, necesitás un psicólogo, boluda!

(Jazmín se queda mirando al perro, al árbol, a la plaza. Después no siente sus brazos ni su torso. Su chaleco de fuerza se lo impide).

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Horacio Petre

DESCONCIERTO

ACTO ÚNICO

Dos personajes en escena. El de la derecha tiene una guitarra eléctrica conectada a una pedalera de efectos y de ahí a un amplificador. El otro personaje está en la otra punta del escenario, sentado frente a su teclado. En el medio, contra el fondo, hay un televisor encendido, pasa una grabación de un canal de noticias (como si fuera en vivo el cable), sin sonido. Ambos personajes concentrados en sus instrumentos, afinando, probando efectos, haciendo pequeños sonidos, ruiditos, sin hablar mientras el público entra en la sala. Una vez que el público ya se acomodó, se apagan las luces generales y sólo quedan iluminados en forma cenital, ambos personajes, cada uno con su propia luz. OCTAVIO: Me gusta esta intro en fade in, fijate… ARNALDO: ¿A ver? ¿Ya la tenés? OCTAVIO: Ahí va… ARNALDO: Le estás mandando flanger,¿no? OCTAVIO: Un poco, (corta el arpegiado) estoy tratando de emular lo que hicieron los Emmerson Starship en el tema “Camel” de su disco “Strawberry Cream” del 69… ARNALDO: “Strawberry Cream” es del 68… Disculpame que te corrija… OCTAVIO: Error. En el 68 sacaron un doble, con un disco en vivo, y el otro de estudio. En la parte en vivo hay una versión rudimentaria de “Camel”, pero no tiene la intro que le pusieron al año siguiente en la versión de estudio. (retoma el arpegiado) ARNALDO: Es cierto… y sigue así tu intro, todo igual… ¿O vas a hacer ambient ahora?

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(Octavio para nuevamente de arpegiar, pone cara de súbito entusiasmo, pisa en la pedalera que tiene a sus pies, para cambiar el efecto de la guitarra. Arnaldo se sobresalta.) ARNALDO: ¡Epa! Riff nitroglicerínico… distort a full... Muy en la onda “Permanent Ways” de Push… ¿Te acordás de Axel Lifestone, con la Strato 67 directo al Marshall? OCTAVIO: (corta el riff que había empezado) Bueno, sí, pero no era una Strato, sino una Telecaster. Axel venía muy influenciado por la mano del space-rock californiano post Summer of Love. Había tomado después clases en Londres con Johnny Cage, y él le recomendó esa guitarra, aunque con pick ups diMarzio, ahora fijate esto. (Retoma el riff que había empezado) ARNALDO: Cambió la mano ahí… Sí, se nota el space-rock que comentás, aunque no sé si ponerlo más dentro de la escena de Canterbury, muy en el estilo de Soul Machine, antes de que Hyatt dejara la banda…. OCTAVIO: (Vuelve a parar el riff) Cuando Hyatt dejó Soul Machine, Ryan Merry, de Poxy Music lo tentó, pero no estaba interesado en el glam, ni siquiera en el rock, y se dedicó a la biotecnología… Ahora fijate en el arreglito que viene acá (arranca nuevamente) ARNALDO: ¿Mothers of Convention? OCTAVIO: (Corta el arreglo que venía tocando) Sí, de su último disco del 76… “A pig of the tail”, ese que en la tapa tenía una foto de una familia standard sentada en torno a una mesa de un restaurant… muy retro. El de la foto era el ingeniero de sonido del disco, Allen Pearsons, que no tuvo problema en posar… Después el tipo armó su propio grupo y dejó a todo el mundo boquiabierto con su primer disco “Heil to the seed” ARNALDO: A ver, dejame que te tire algo… (Apoyando su izquierda en el teclado manda un acorde símil orquestal) ¿te va? OCTAVIO: Sí es interesante, me recuerda la parte del medio de “Dreamless & Bible back”… o si no, pará… (Octavio se para, la guitarra colgando, una mano en la frente y la otra con el brazo extendida mostrándole la palma a Arnaldo que lo mira y deja también de tocar.) OCTAVIO: Se me hizo una laguna… ¿Quién tocaba los teclados en ese disco de Nemesis? ¿Phil Townstend? ¿Mick Weakman?

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ARNALDO: ¡No! Ninguno de los dos, era Robert Pritt… que había entrado justo en el 74 en reemplazo de Mike Youngfield que se había ido a armar su propio proyecto: Miss. Un supergrupo descomunal… Su primer disco fue “Male from topologic oceans”. La parte que vos decís que se le parecía la hicieron con un VCS3 que les había pasado Rick Wrong de los Pink Void. OCTAVIO: Nunca soporté el psy-rock de esos nenes de mamá... (Retoma su guitarra.) Bueno, peor era Stewart Winters, y su manija de postpunk industrial, insufrible. Fijate si sobre este acorde puede entrar lo que venías tocando... ARNALDO: (Levanta sus manos sobre el teclado y en el momento de pegarle, se detiene) Aunque… no estoy seguro de acoplar así este colchón de teclados sobre tu arpegiado… ¿No es muy art-rock? OCTAVIO: (Para de tocar) Si querés hacemos covers de Jeanette Ferguson... ARNALDO: ¡No! Esa melosidad hipercomercial no es música… ¡dejame de hinchar! (El televisor que pasaba una grabación de canal de noticias sin audio, repentinamente irrumpe con sonido. Se apagan todas las luces, sólo ilumina la pantalla del monitor. Se ve la grabación de tomas en la naturaleza, bosques, playas, un sonido muy fuerte de pájaros, viento, cascadas. Ambos personajes se quedan mirando absortos. Transcurren 30 segundos de sonido e imágenes.) OCTAVIO: ¡Apagá eso! ¡No lo soporto! (Se cortan la imagen y sonido del televisor. Vuelven las luces cenitales.) OCTAVIO: ¡Uf! otra cosa…. (Arnaldo se para y va hacia el costado izquierdo, abre una ventana, entra la luz de la mañana. Se escucha el canto de las aves.) ARNALDO: ¿En qué estabamos? OCTAVIO: Haciendo música, ¿no? Creo que le perdí el hilo... (Arnaldo se sienta al teclado, con sus manos sobre las rodillas mira para abajo y sacude los hombros. Por la ventana se escucha también un ladrido lejano, y repentinamente la melodía típica de la armónica de un afilador. Apagón final.)

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Gustavo Pedace

GRAN HOTEL EXCELSIOR

La escena se desarrolla en la habitación de un hotel céntrico. No lujoso. Un típico hotel de viajantes de comercio, personal de empresas del interior que visitan la casa matriz, de intendentes y funcionarios de paso por la ciudad. La escena está oscura. Sólo una luz poderosa, azul oscuro, intermitente, nos deja adivinar la disposición de los muebles cada vez que brilla. Hay silencio. Por la derecha se escucha un ruido electrónico, el de la puerta que acciona su mecanismo de apertura y se abre la puerta; en el mismo acto se enciende la luz del cuarto y entra Ferrer. Entra apurado, viste traje oscuro y en un movimiento coreográfico se saca los zapatos haciendo palanca con la punta del pie en el talón del otro pie y corre al baño que está al otro lado de la habitación. Sin emitir sonido alguno cruza todo el frente del escenario con apuro hasta desaparecer. La escena vuelve a quedar quieta. Sólo se escucha el ruido de la descarga del inodoro. Ferrer sale. Al salir, queda inmóvil frente a la cama. En ella se adivina un cuerpo bajo las sábanas. Quieto. FERRER - ¿Quién está ahí? (Dirigiéndose rápido a la mesa de luz para alcanzar el teléfono) CECILIA - ¿Eh? ¿Qué pasa? ¡No estuve nada! FERRER - ¿Qué hacés ahí? Es mi cuarto. ¿Cómo entraste? CECILIA - ¿Cómo tu cuarto? Me dijo el moreno que podía quedarme. Disculpá. No sabía que había gente, estaba todo tan como si no hubiera nadie.

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FERRER - Es que tomé la habitación, pero estuve todo el día afuera. ¿Cómo te dejan entrar así? ¿Quién es el moreno? (Cecilia se incorpora un poco, está dormida todavía, se nota en la cara y en el pelo revuelto que recién estaba conciliando el sueño. Balbucea. Tiene unos 38 años, es alta -al menos eso parece a pesar de estar acostada- y tiene la piel muy blanca. El pelo negro negro, medio revuelto, es lacio, como acortinado, y se empeña en caer fuerte. Está desnuda, cubierta con las sábanas. Parece no importarle) CECILIA - No llames, por favor (le implora). FERRER - Pero si vengo siempre a este hotel y esto nunca me sucedió, que me den otro cuarto. CECILIA - Está lleno, si le pedís eso tengo que irme. FERRER - Bueno, no es mi problema. CECILIA - No, es cierto, es sólo mío, pero si me dejás puedo acomodarme en el sillón, es un rato nomas. FERRER - ¿Eh? ¿Qué decís? De ninguna manera, tenés que irte. CECILIA - ¿Viene tu esposa? FERRER – No. CECILIA - ¿Y entonces? FERRER - Tenés que irte, tuve un día largo y necesito descansar, y esto es muy raro. CECILIA – Largo, pero ¿te fue mal? FERRER - Largo. CECILIA - ¿Qué hacés? FERRER - Vine a una entrevista, se va un jefe, quizá me den el puesto. CECILIA - ¡Ah! FERRER - Por favor, dejáme llamar. CECILIA - ¿Y te interesa el puesto?

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FERRER - Mucho… No sé. CECILIA - ¿Te interesa o no? (Cecilia se ríe fuerte. Parece habituada a situaciones inesperadas. Se sienta con las piernas cruzadas haciendo equilibrio con sus brazos también cruzados para que no se deslice la sábana, que apenas deja ver su piel) FERRER - No sé si puedo. (Ferrer se va hasta el sillón y se desmorona ahí. Parece querer habituarse a esa presencia) CECILIA - ¿Vivís lejos? Digo, ¿en qué provincia? FERRER - Hace años me mudé a Chubut, y ya no volví, era de San Isidro. CECILIA - Yo soy de acá. (Suena el teléfono. Por un momento Ferrer se para rápido, como si se hubiese sobresaltado, como si sintiera que alguien descubrió algo que no quería que se descubra, mira cómplice a Cecilia) FERRER - ¿Atiendo? CECILIA - Sí, claro. FERRER - Sí, sí, está todo bien, sí, ¡ah! Claro, sí, por favor, súbanlo, me olvidé de avisar. CECILIA - ¿Qué pasó? FERRER - Había pedido algo para comer, no tuve tiempo y, como me conocen, me lo prepararon. CECILIA - Me muero de hambre yo. FERRER - Pido más. CECILIA - Pero no, se supone que estás solo. FERRER - ¿Cómo te dejan entrar? CECILIA - El moreno es amigo. Cuando necesito quedarme unas horas paso y le pregunto, si hay lugar me deja. A veces comparto cosas con él, es un buen chico. FERRER - Cosas como ¿qué? Vos ¿a qué te dedicás? (Pregunta Ferrer, suponiendo que sabe la respuesta)

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CECILIA - No a lo que te estás imaginando. FERRER - No me imaginé nada. CECILIA - No te creo, me llamo Cecilia. FERRER – Ferrer. CECILIA - ¿Ferrer? Ferrer es el apellido, yo te dije mi nombre. FERRER - No, Ferrer es mi nombre. CECILIA - ¿Quién le pone Ferrer a un chico? FERRER - Mis viejos eran anarquistas. Soy Ferrer Aragón, es largo para explicar. CECILIA - Ferrer… nunca había escuchado un nombre así… Te queda bien. (Se recostó sobre el respaldo de la cama dejando asomar por el costado el contorno de sus pechos) FERRER - Gracias, no me dijiste por qué pediste un lugar esta noche, ¿no tenés a dónde ir? CECILIA - Si tengo, pero no quiero. FERRER - ¿Por? ¿Tu familia? CECILIA – No. FERRER - ¿Estás en…peligro, o algo así? (Los golpes a la puerta de la habitación interrumpen el diálogo. Es la comida. Ferrer prepara la propina haciendo malabares para no dejar que de afuera se vea nada de la habitación. Es casi torpe en sus movimientos. Está nervioso) CECILIA - La comida… (dice Cecilia, sin sacarle los ojos al Club Sandwich) FERRER - ¿Querés? Ya no tengo hambre. CECILIA – Si, claro. (Cecilia come con ganas, casi con desesperación de quién no lo viene haciendo seguido. No es una actitud que guarde coherencia con su refinamiento, con su lenguaje, con su ropa elegante colgada

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prolijamente de una silla al costado de la cama, Ferrer está más desorientado) FERRER - ¿Por qué estás acá? CECILIA - ¡Mirá como estoy comiendo! ¡Con los codos pegados al costado! ¿Me pasarías esa camisa para que me la pueda poner y comer bien? (Le señala una camisa doblada que Ferrer había dejado para estrenar en su entrevista.) FERRER – Tomá. (Se la alcanza, se da vuelta mientras Cecilia se la pone sin pararse, cuando se estaba dando vuelta alcanza a ver sus hermosos pechos y el pelo negro que le cae sobre ellos) CECILIA - Gracias, ahora sí. No es nada, necesitaba dormir, comer algo, hace días que no puedo hacerlo. Vivo acá en la Ciudad, pero no puedo ir a mi casa, es por unos días, tengo que sacar a un inquilino molesto. (Se ríe.) FERRER - Estás en problemas. CECILIA - Ya van a pasar, qué rico está esto. FERRER - Se nota que te gusta, ¿querés que pida otro? CECILIA - No, se van a dar cuenta que no estás solo, te va a traer problemas. FERRER - Si, tenés razón, pero me importa poco. CECILIA - ¿Esa es tu familia? (Señalando un portarretratos chiquito, de viaje, que Ferrer había puesto en la mesa de luz como única acción a la mañana, cuando solo dejó en el cuarto al que iba a regresar tarde ese recuerdo y las cosas para afeitarse y el cepillo de dientes) FERRER - Sí, ahí estamos los 5, toda mi familia. CECILIA - ¿Tu mujer es mayor que vos? ¡Qué bruta soy! Perdoname. FERRER - Está bien, si es mayor, unos 5 años. (Ferrer volvió a sentarse desmoronado en el sillón. Se desabrochó el cuello y aflojó la corbata. Está cansado) CECILIA - ¡Qué rico estaba! Gracias. Voy al sillón y vos vení acá, así podés descansar para mañana. Yo con un par de horas tengo suficiente. Me voy antes que te despiertes, si no te molesta.

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FERRER - No, no me molesta, pero quedate, parece que vos necesitás más que yo ese descanso. CECILIA - No te creas, tu cara dice otra cosa. FERRER - ¿Qué dice mi cara? CECILIA - Que estás preocupado más de lo que admitís. Si no te sale el trabajo, ¿te tenés que ir? FERRER - No. Si no me lo dan, el tema es con mi suegro. Me voy a tener que soportar… CECILIA - ¡Esperá! ¿Escuchaste eso? (Cecilia salta de la cama y va a la ventana. En el camino apagó la luz. Entonces ahora vemos cada 10, 15 segundos la escena en azul. Cecilia se va acercando a la ventana y se asoma sigilosa. Tiene piernas largas, la camisa le cubre parte del cuerpo pero deja ver su bombacha blanca, inmaculada, era mucho más alta afuera de la cama de lo que Ferrer creía) Shhhhhh, no hagás ruido. FERRER - ¿Qué pasa? CECILIA - Nada, creí oír algo.

(Son las 4 de la mañana ya, los ruidos de la calle se atenuaron. Quedan gritos de borrachines, alguna sirena, el camión recolector de basura.) FERRER - Andá a la cama. (Cecilia se para frente a Ferrer que sigue en el sillón. Frente a el con sus piernas levemente separadas como si en cualquier momento se dejara caer en su falda. Lo toma de la mano con naturalidad y Ferrer se deja llevar. Se sienta en el borde, comienza a sacarle la corbata, la camisa, lo recuesta, le desabrocha el cinturón, le saca las medias, tira suavemente de la botamanga del pantalón hasta dejarlo en calzoncillos. Ferrer no dice una palabra. Tampoco intenta ningún movimiento que disimule su excitación. Cecilia corre las sábanas, lo ayuda a incorporarse y antes de arroparlo saca su calzoncillo con un solo movimiento. Lo tapa. Ferrer se queda entonces de costado, en posición casi aniñada, pone sus dos manos juntas bajo la almohada y se deja vencer por el sueño. No teme. La luz se apaga del todo.)

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(Un estruendo de gritos que llegan de la calle lo despiertan sobresaltado. Es de día, por la ventana entra una luz furiosa. Hay ruido de avenida. Sirenas muy cercanas. Suena el teléfono, que por la insistencia parece que hubiera estado sonando hace rato.) RECEPCIONISTA- ¡¡Señor Aragón, son las 09:40!! FERRER - ¿Qué hora es? RECEPCIONISTA – Las 09:40, hace casi dos horas que lo estamos llamando. FERRER - ¿Qué? ¿Dos horas? RECEPCIONISTA - Si, nos pidió temprano, pero no respondió nunca. Pensamos que se había ido más temprano, antes del cambio de turno. Fuimos a su cuarto y golpeamos fuerte. Nos asustamos bastante, temimos lo peor, pero cuando quisimos entrar a su cuarto para comprobar que no estaba no pudimos, está trabado por dentro. FERRER - ¿Qué dice? RECEPCIONISTA – Sí, señor Aragón, lo trabó por dentro.

(Ferrer repasó en segundos la noche anterior, efectivamente, una silla estaba estratégicamente puesta trabando la puerta. Con el corazón cabalgando rápido se levantó de la cama, la ventana estaba abierta con las cortinas moviéndose al compás del viento frío que ni siquiera había notado, se fue acercando despacio, las sirenas estaban en la cuadra. El cuerpo sin vida de Cecilia se veía hermoso desde la ventana, armónico, sutil. No lo habían cubierto todavía, estaba rodeado de un biombo de la Policía Federal, pero el veía todo desde la ventana, una toma cenital perfecta. Cecilia tenía una sonrisa en su cara. Nunca Ferrer había visto una sonrisa tan hermosa.)

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M Pilar López O

BREVE ESCENA.

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Salón señorial; allí, Lucinda y su nodriza departen.

LUCINDA - ¿Viste a Leandro? NODRIZA - No tal, que allegósele una dama y no le pude alcanzar por más que intentélo. LUCINDA - ¡Calla! ¿no será la tal Fenisa que me dijeron le ronda? NODRIZA - Pues que tal vez lo sería, no lo negaré, señora. LUCINDA - ¡Maldita sea mi suerte nodriza, que amor me abrasa y si no tengo a Leandro no sé qué haré! NODRIZA - ¡Calma, mi ama!

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Homenaje a Lope...o a Muñoz Seca, no sé muy bien. A todas esas mujeres que no se rendían al destino que les tocaba y urdían mil enredos para salirse con la suya. Al menos en las obras de teatro.

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que yo os mostraré la vía para que incendiéis su alma, para que amor os sonría y Fenisa sea olvidada. LUCINDA - Pronto habrá de ser, Fenisa pudiera acaso con trampas llevarle hasta el matrimonio y quedárame yo en ascuas y sin doncel. NODRIZA - No pasara si yo me aplico a la causa, que yo en esto soy experta y a poco que mi arte valga de aquí a nada vos tendréis a vuestro Leandro. LUCINDA - ¡Vaya vuesa merced y tráigame a mi doncel a mi casa que yo sabré enamorarle y lograré que me ame, y olvidará de Fenisa cualquier prenda que hoy le agrade! (Quédase a solas Lucinda, saca papel y pluma y dispónese a escribir.)

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LUCINDA - Escribiréle una carta que le sorprenda y le halague, que como a hombre le incline a conocerme y tratarme. Para que olvide a Fenisa, para que a mí se tornare. Para que con estas letras su curiosidad viniere retárale su amor propio y su afición se despierte. "Si al fin tu altivo corazón pudiese, Leandro hermoso, conmoverse un punto, como un Apolo tú, gentil trasunto de su nobleza acaso, no perdiese honor alguno concediendo amores a ésta que escribe tan audaz misiva arrebatada por tu rostro, fuese ya muerta si la niegas como amiga" Y basta con lo ya escrito, que para ser una dama ya he arriesgado en demasía para este fin que persigo. (Cierra la carta, séllala y llama a un criado que la envíe.)

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Viviana Goldman

ESCENA INTERNA TOMADA DE UNA OBRA MAYOR, TITULADA “VICISITUDES DE UNA FAMILIA ARGENTINA CON UN INTEGRANTE DISCAPACITADO”

Dos personajes en escena: Elsa, la cuidadora; Vero, la madre. La escena transcurre en la cocina, temprano a la mañana, a la llegada de Elsa a la casa.

ELSA: ¿Leíste el cuaderno? VERO: No, anoche llegué tarde. Pero vi el asiento de la silla de ruedas secándose en el patio. ELSA: Se cagó. (Silencio) VERO: Ayer llamé a la Doctora, pero ya se había ido. Desde la escuela quieren que sigamos apuntando a que controle esfínteres. ELSA (protestando): Sí, pero se cagó, no es que se hizo pis. Me dijo que pidió ir al baño y la maestra le decía “vos andá yendo, Pili, que ya voy.” Yo lo he visto, ella hace todo el esfuerzo de llegar con la silla, pero llega a la puerta del baño y tiene que hacer cola, están cambiando a otros chicos… y la pobre se hizo encima… (Indignada) Era obvio que no iba a llegar, cuando es así la tienen que ayudar… VERO: Espero que ahora se convenzan de que si ella pide usar pañal es porque lo necesita. A los 21 años, por más discapacitada que sea, tiene derecho a elegir, ¿no? (Vero escribe el cuaderno y recita en voz alta lo que apunta) VERO: “Hola, Seños, Por años, hemos hecho todos los esfuerzos posibles y logramos que Pili controle esfínteres. Parece ya no estar funcionando. Este año, después de haber consultado médicos por mala circulación, por riesgo de escara en las plantas de los pies, hacer radiografías por luxación de caderas, laboratorios por infección urinaria y extracción de

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muela, creo irrelevante consultar un neurólogo, como solicita la Doctora Susana, para que sentencie que Pili tiene dificultad para controlar esfínteres y me sugiera el uso de pañales. Lamentablemente, no tengo tiempo, tengo que ocuparme de reunir documentación para la renovación del certificado de discapacidad, que, como si se tratara de una condición reversible, vence dentro de una semana y les tenemos que ir a mostrar que Pili casualmente sigue discapacitada. Además, el domingo nos gustaría ir al teatro. Que tengan un buen día. Mamá.”

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Cecilia Gómez Nale

EL CASO SEBASTIÁN GLOECK

(Teatro a oscuras. Telón cerrado. En el proscenio, a la izquierda, una silla y un hombre de aproximadamente treinta años, sentado, de traje, la corbata floja y en una postura relajada. Comienza hablar en tono pausado. En simultáneo, una luz ilumina su figura desde abajo, dándole una apariencia fantasmagórica.) SEBASTIÁN: Todo empezó el día en que el contador y el escribano de mi padre me convocaron para hablar de su legado, en lo que entendía sería una de las tantas asambleas a las que ya había concurrido; en este caso, cargada de la dolorosa emoción de que mi padre ya no estuviera presente y trasladando sobre mis hombros toda la responsabilidad de la conducción de su imperio ya extendido a todos los puntos cardinales y hasta aun fuera de la atmósfera, considerando el satélite que colocara en órbita unos años atrás. Hasta entonces, todo lo que conocía de él era su severidad y a la vez su singular benevolencia. Católico ferviente, asistía a misa diariamente si los tiempos se lo permitían. Rotario reconocido y admirado. Filántropo. Benefactor de todas las causas, incluso, aquellas que se contrapusieran. Cultor de un bajo perfil que los medios se empeñaban en levantar y llevar a la luz. Tengo casi la certeza de que era masón. Mi padre supo construir una familia que intentó fuera numerosa; pero por alguna extraña condición hereditaria, mis siete hermanas mujeres mayores- fallecieron siendo niñas, habiendo nacido algunas de ellas con severas discapacidades. Yo soy el menor de esa progenie. Y el único hijo varón. Mi madre se suicidó sin dar explicaciones cuando yo tenía 10 años. Mi nombre es Sebastián Gloeck. (Se corre el telón y se ve una sala de reuniones, con una mesa enorme, apta como para que participen entre veinticinco y treinta personas. Ocho jarras de agua y vasos recorren la mesa. Grandes floreros con imponentes arreglos florales. En el ventanal de fondo se divisa la ciudad de Buenos Aires desde Puerto Madero. Dos hombres circunspectos, vestidos de traje, con unos papeles que se adivinan importantes parecen ser los encargados de conducir la asamblea. Sebastián entra por la izquierda.)

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SEBASTIÁN: Buenasss… Eh, qué cara de velorio (mirando a los hombres). Chiste malo, ¿no? Y en todo caso, en el velorio y el entierro se los veía más alegres. Dr. VALBUENA: Hola, Sebas, ¿cómo estás? Qué bueno que fuiste el primero. Esc. PIERUTTI: Sebas… (haciendo un breve movimiento de cabeza) SEBASTIÁN: ¿El primero…? ¿El primero de qué? ¿Tenemos asamblea de accionistas hoy? Creí que tratábamos el tema sucesorio… Esc. PIERUTTI: Y… un poco de ambas cosas. Resulta que tu papá nos dejó un documento a abrir el día de su muerte. Es un testamento… Lo que encontramos en su última voluntad… Dr. VALBUENA: (interrumpiendo) Ológrafo. El testamento. O sea, escrito de puño y letra. Pero no es el mismo que Pierutti vio y… bueno, toda esa cuestión de certificar firmas y eso. Y lo que hicimos fue analizarlo con un perito calígrafo y la letra es de tu padre. En definitiva… Esc. PIERUTTI: (interrumpiendo a Valbuena) Jorge, dejame a mí que este es mi tema. No hay nada raro en ese testamento, te aclaro, Sebas… Dr. VALBUENA: (volviendo a interrumpir) Bueh… (Silencio. Sebastián que mira a ambos desconcertado y menciona en voz baja) SEBASTIÁN: ¿Algún quilombito….? (Hace silencio unos segundos) Flor de quilombo, parece. ¿Algo trucho? ¿Quiebra…? ¿Un negociado…? Esc. PIERUTTI: Sentate, Sebas. Vos también, Jorge. Y dejame hablar a mí, por favor. El documento en sí no es problemático ni dice nada raro. Lo que surge de ahí, sí. Te confieso que sí, Sebas. SEBASTIÁN: Bueno. OK, pero ¿qué mierda dice el documento ese? Esc. PIERUTTI: Que nos contactáramos con personas que según tu viejo tenían relación con las sucursales; me refiero a las del exterior. Ahora, bien; ninguna de esas personas… Dr. VALBUENA: (vuelve a interrumpir) Ninguna de esas personas figuran en nómina, Sebas. No son empleados de las empresas de tu papá. Pero sí eran los enlaces a otras personas… (Alguien golpea la puerta) ASISTENTE: Pase por acá, Sr. eeeehhh… Pase nomás… (mirando a los presentes) ¿Cafecito? ¿O… algo más fuerte…? 47


PERSONAJE 1: Gracias (con marcado acento francés). Buenos días, emmm… pardon, pero no hablo español. Primera vez en Argentina… Soy de Québec y me llamo Sébastien Gloeck. SEBASTIÁN: ¡¡¡¿¿¿Qué…???!!! (con los ojos desorbitados) ¿De dónde sacaron a este payaso…? Dice que se llama como yo… y… no vendrá a reclamar nada, ¿no? ¿No será un actor? PERSONAJE 1: Physicien; pas acteur. Comprendo español, mas non lo hablo. Esc. PIERUTTI: Bueno, eso te quería advertir, Sebas. Se ve que llegó un poco antes de que te pusiéramos en autos del asunto… SEBASTIÁN: ¿¿¿Qué asunto…??? El hijo de puta, sorete ese de mi padre tuvo un hijo canadiense extramatrimonial y le puso el mismo nombre que a mí. ¿A eso lo llamás “poner en autos”? ¿Qué significa esto, me querés explicar? ¿Qué carajo significa…? Esc. PIERUTTI: Es un poco más complejo que eso… (Sebastián mira alternadamente a Valbuena y Pierutti cuando vuelven a golpear la puerta. PERSONAJE 2: Bon dia. SEBASTIÁN: “Bon dia”, las pelotas. ¿Y este quién carajo es…? El brazuca este, ¿quién es? Yo fui varias veces a San Pablo con el viejo y a este chabón nunca lo vi… (El personaje 2, estupefacto, no sabe qué responder.) PERSONAJE 2: Disculpas, equivoquéi oficina… Me chamo Sebastião Gloeck. SEBASTIÁN: ¿Es una joda, esto? ¿Están todos confabulados para cagarme…? (Vuelven a golpear la puerta y aparece otro hombre de aspecto sajón.) SEBASTIÁN: Pasá, pibe… ¿Vos también te llamás Sebastián Gloeck? PERSONAJE 3: Buenos días (con acento inglés). Yes, digo, sí, sí. Sebastian Gloeck es mi nombre… ¿Me esperaban, right? SEBASTIÁN: Y sí… bueno, no. En realidad, yo, por lo menos, no. Aunque calculo que todo aquel que traspase el umbral a esta sala, de ahora en más se llama Sebastián Gloeck. ¿No…? (mirando a Valbuena) ¿No? (buscando confirmación en Pierutti)… Ah. ¿Hay más…? (silencio) O sea que hay más… ¿Cuántos más? 48


VALBUENA y PIERUTTI (al unísono): Seis. PERSONAJE 1: Excusez-moi… SEBASTIÁN: ¡CALLATE, FRANCHUTE! PERSONAJE 1: Canadien… SEBASTIÁN (ignorándolo): ¿Seis más o seis en total? Dr. VALBUENA: Más… (Se congela la imagen y los focos se oscurecen. Solo Sebastián se mueve y se acerca a la silla donde estaba al principio. Se cierra el telón. Se sienta y en el mismo tono con el que comenzó a hablar, prosigue.)

SEBASTIÁN: Y así fue como me enteré de que mi padre, en cada una de las ciudades en las que estableció filiales (vaya coincidencia…) de sus empresas había armado pareja y con esas mujeres “repuso” cada hija tarada o mórbida que concibió con mi madre y que muriera prematuramente. Mi madre (supe más tarde) se enteró de un filipinito que llevaba el apellido de mi padre (y mi nombre, claro está) y no lo soportó. El viejo no podía admitir que su fortuna y su imperio quedaran acéfalos y ante la imposibilidad de que mi madre le diera un heredero que lo sobreviviese, se ocupó de dejar su simiente. Una vez terminada la sucesión, supe que hasta en Mozambique tenía una hermana: Sebastiana, cómo si no… y que el gran Gloeck, el ilustre Gloeck, el respetuoso y admirado Gloeck terminó con su raid gestacional una vez que hube nacido y los médicos le aseguraran que era sano y medianamente inteligente. Aun así, queda la duda que haya algún Sebastián no recuperado todavía, así que me veo en la obligación de hacerles la más temida de las preguntas: ¿Entre ustedes hay algún Sebastián Gloeck? (Se apaga de golpe la luz)

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David Haskel

EN FAMILIA

Los hermanos Sergio y Mariel entran a la casa charlando sobre cómo le fue a ella en la facultad. Ven a la madre ocultando algo entre sus ropas. Tras algunas negativas y suaves forcejeos encuentran una botella. SERGIO: ¿¿¿Otra vez, mamá??? MARIEL: ¿Ya te olvidaste todo lo que te dijo el doctor? MADRE: ¡Ese médico no sabe nada! Lo único que le interesa es facturar. Nunca le interesó escucharme. Ya les dije que a ese idiota no quiero verlo más. Además, es mi vida. Y no le hago mal a nadie. MARIEL: ¡Eso ya dijiste del otro médico, mamá! SERGIO: Y del de antes, el Dr. Aguilar… Aguilera… Ese era recapo y tampoco te gustaba. MADRE: Si no te escuchan. Si ni siquiera te miran. Vas y mientras les hablás se quedan mirando la ficha y escribiendo recetas. Lo que les decís les entra por un oído y les sale por el otro. Después te dicen, "Tómese una de estas por las mañanas y dos de estas antes de acostarse y venga a verme dentro de tres semanas". MARIEL: Pero no son sólo los médicos, mamá. Además están los estudios. Vos viste que los estudios te dieron mal. Vos sabés que tomar te hace mal, que con tu presión y los problemas de hígado, y la artrosis y todo eso, es muy peligroso. MADRE: ¡Es mi vida, déjenme tranquila! LOS TRES A LA VEZ: Que no es sólo tu vida. Que cuidar la salud. Que déjenme en paz. Que el problema puede ir creciendo. Que no le hago mal a nadie. MARIEL: (A Sergio) ¿Y vos? ¿Vos no eras el hermano mayor, el hombre responsable de la casa? Menos mal que ibas a revisar todo y tirar todas las botellas, ¿no?

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SERGIO: ¡Oia! ¡Claro que las tiré! Pero ella siempre tiene alguna más escondida. O sale y compra, o pide delivery, ¡qué sé yo! Además, ya tengo bastante con ese laburo de mierda para poder mantener la casa y... MADRE: ¡Basta! ¡Cállense! Cómo no quieren que tome si esta casa es un infierno. Ustedes dos viven discutiendo y lo que menos les importa es qué me pasa a mí. Nunca preguntan qué le pasa a una. SERGIO: ¡Ah, bueno! Vos le das al chupi y la culpa la tenemos nosotros, ¿no? Así es fácil la cosa. (A Mariel) Y vos, podrías ocuparte aunque sea un cachito de vez en cuando de la vieja ¿no? Pero no, ella está muy ocupada con la facultad. Claro, la señorita es universitaria, no tiene tiempo para los quehaceres domésticos. ¡Guarda! A ver si se le arruinan las manos, todavía. Más fácil es que todos me echen la culpa a mí, que soy el único que actúa responsablemente en esta casa, laburando para mantener a todos. MARIEL: ¡Para mantener a tus putitas! Lo único que falta es que me pidas que me quede a limpiar ese cuarto inmundo cuando se van los yiros esos que traes los sábados. Y esa baranda que dejan a pachuli. ¡Por favor…! SERGIO: ¡Son mis amigas! Y vienen a… a… a practicar salsa vienen. Aparte, ¿qué te metés con ellas? ¿Ellas se metieron con vos? Vos no te metás con ellas. Ahora resulta que además de tener que romperme el lomo en ese laburo de mierda para mantener a todos, después ni siquiera tengo derecho a mi vida privada. ¡Mirá vos! MADRE: ¡Baaasta! ¡Me tienen harta con sus peleas! ¡Esto no es vida! Por lo menos cuando tomo puedo olvidarme por un rato de que tengo hijos egoístas a los que nunca les importó nada de mí. ¡Nunca a nadie le interesó lo que me pasa! Yo no existo, es como si fuera de vidrio. (Sale) SERGIO: Pero mirá lo que... (Suena el celular) ¡Hola! ¡Hola! Ah, qué hacés, Silvia. Eeeh, digo, Silvina, ¿no? ¡Silvana! Silvana. Perdoná, lo que pasa es que estaba en medio de un balurdo, pero ya está, ya está, ya pasó. ¿Eh? Sí, claro que sé quién sos, sonsita. La mina más linda del mundo, eso sos. Mirá, la primera vez que te vi me dije... (Sale) MARIEL: (Toma sus carpetas. Suspira.) Este quilombo no me lo banco más. Y encima, con todo lo que tengo que estudiar para el parcial. (Llama) Hola ¿Clau? ¿Que hacés boluda? ¿Estudiaste? Sí, ¿viste que despelote? Oíme, ¿querés que vaya para allá y lo vemos juntas? ¿Eh? ¡Dale! Después nos pedimos una pizza. (Sale)

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Federico Cahn Costa

LA REVISTA Casi un unipersonal. Cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia. Escenario, living de una casa pequeña, sencilla pero de buen gusto. Hay una señora mayor sentada en un taburete y un hombre que puede ser el hijo de la señora al teléfono.

GRABACIÓN EN OFF: Usted habla con la empresa de TV por cable. Por motivos de seguridad esta conversación puede estar siendo grabada. TELEFONISTA (se oye la voz en off): Hola, soy Ramiro, usted llama por la cuenta de la señora Ana María Scarpa. HOMBRE AL TELÉFONO: Si joven. Buenos días. Mi nombre es Raúl Chalía Scarpa y quiero avisarle que esta conversación está siendo grabada por mí. T: Eh… (con tono de duda en la voz)… ¿en qué puedo ayudarlo? H: Mi madre recibió la factura del servicio de televisión por cable junto con una revista que le han facturado. Ella pidió hace un año que no le mandaran más la revista y le ofrecieron enviársela por un año más sin cargo. Ahora le llegó facturada y quería que le devuelvan el importe de la misma ya que ella pidió, como le dije, hace un año que no se la enviaran más. T: Ah, ella debió haber hecho el pedido. H: Lo hizo hace un año. T: No, lo debería haber hecho de nuevo. H: Creo que usted no me comprende, ella ya lo hizo y ustedes le ofrecieron la revista gratis por un año más. No le dijeron que pasado el año se la iban a volver a facturar. T: Pero no le puedo acreditar el importe.

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H: OK, no hay problema. ¿A dónde le envío el cargamento de calamares y la factura? T: ¿¿¿EL QUÉ??? H: El cargamento de calamares frescos y la factura. T: No sé de qué me habla. H: De algo que les voy a vender y a cobrar aunque ustedes no lo hayan pedido. Aplico la misma política comercial que su empresa. ¿Me da la dirección por favor? (La señora se cae del taburete doblada por la risa) T: No, no puedo decirle a dónde porque no se de que me habla. H: Ok, si no sabe de qué le hablo deme con un supervisor o con su jefe. T: En este momento no puedo comunicarlo con un supervisor. H: Ok, no se haga problemas. Le voy a pedir algo sencillo que seguramente si podrá hacer. De de baja el servicio de este abonado y listo. T: Bueno señor, haremos una excepción y le acreditaremos en la próxima factura el importe de la revista. H: Muchas gracias, ¿vio que sencillo que era? Además dé de baja la suscripción a la revista y por favor deme el número de trámite. Le recuerdo que estoy grabando la conversación. T: El número de trámite es el 519842168452165141. H: Muchas gracias. T: Gracias por llamar, que tenga buen día. H: Buenos días. (El hombre cuelga el teléfono y dirigiéndose a su madre le dice) H: Vieja, desde el mes que viene no te mandan más la revista. Y te descontarán los veinte mangos de la factura que viene. TELÓN

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María Ester Arnejo

REGLA MNEMOTÉCNICA

I ACTO (Suena el teléfono) LA MADRE: - Hola. Sí, Tincho, ¿qué tal? ¿Cómo están? MARTÍN: - Hola, mamá. ¿Cómo estás? Nosotros muy bien. Che, te venís a casa esta noche a cenar. Pido unas empanadas. Decile a Nicolás y se viene temprano. Tipo 9. LA MADRE: - ¡¡¡Sí, qué lindo!!! Recordame la dirección. (Recién se habían mudado y era la primera vez que iba a la casa de su hijo) MARTÍN: - Corrientes 3978, es Corrientes y Medrano, justo a la salida del subte. LA MADRE: - Y el piso, decime el piso. MARTÍN: - 6° F. LA MADRE: - Sí, ya me acuerdo 39 /78, 39 x 2 = 78. Es fácil. Multiplico 39 por dos y ya estoy. MARTÍN: - Bueno, mamá, hacé como quieras. Acordate como quieras, no es tan complicado. Acordate, piso 6, departamento F. LA MADRE: - ¡Sí, sí, clarísimo! espero que llegue Nico y nos vamos para allá. (Se oye el ruido de las llaves. Entra Nicolás.) NICOLÁS: - Hola, ma, ¿qué tal? LA MADRE: - Llamó Martín; nos invitó a comer unas empanadas, dijo que vayamos temprano, así conocemos el departamento. NICOLÁS: - Bueno, vamos, ya es casi la hora. ¿Tenés bien la dirección?

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LA MADRE: - Sí. Corrientes 3978. Me acuerdo porque 78 es el doble de 39. Es el 6º F. NICOLÁS: - Para qué hacés ese lío. Es más facil de memoria: 3 9 7 8 y listo. (Salen de la casa para tomar el subte B hasta estación Medrano)

II ACTO (Los dos a la entrada del edificio parados frente al portero eléctrico) LA MADRE: - ¡¡Ay!! ¿cuál era el piso? Es el 3 o el 6. Me vino la duda. 6 el doble de 3. Uy ¿dónde toco? NICOLÁS: - pero si me dijiste que era el 6 (Tocan el 6º F y del otro lado) MARTÍN: - Hola, te abren. ¿Está el encargado? LA MADRE: - Sí, sí, me abren. (Toman el ascensor, marcan 6 F llegan abre la puerta Martín, se saludan abrazos, besos. Laura está acomodando algunas cosas) MARTÍN: - Qué suerte que vinieron temprano. LAURA: - ¡¡Hola!! ¡¡Bienvenidos!! Perdonen que está todo un poco desordenado todavía. LA MADRE: - Todo bien, está lindísimo. LAURA - Ya pido las empanadas. Tomá el teléfono inalámbrico, marcá el número. LAURA: - Hola, ¿El noble? Sí, te hago un encargo. ¿Cuánto demoran? 30 minutos. OK, mandame 4 de carne suave, 3 de pollo, 3 jamón y queso y 2 cebolla y queso. Ah, y mandame una Coca-Cola y una Sprite de un litro y medio. ¿Cuánto es? OK. (Martín y Laura estaban acomodando cosas, mientras Nicolás y La madre ayudaban poniendo los vasos, las servilletas en la mesa. Pasaron 30 minutos y suena el portero)

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LAURA: - Sí, sí, ya bajo. LA MADRE: - Bajo yo, vos quedate. MARTÍN: - Dale, mejor, que baje mamá. Tomá la plata y llevá la llave por las dudas que no esté el tipo de la entrada. (La madre se negaba, quería pagar ella, pero Martín y Laura no aceptaron de ninguna manera. Ella y Nico eran sus invitados. La madre sale al palier para toma el ascensor)

III ACTO (La madre llega a la planta baja. Atiende, recibe las empanadas y las gaseosas. Le paga. El señor de la entrada estaba, pero no era el mismo que estaba cuando llegaron con Nicolás. Se ve que había hecho el cambio de turno. La madre va apurada al ascensor cierra la puerta y marca el 3. Se baja en el tercer piso, va hasta el F. Nota algo distinto. Además escucha la televisión, en lo de Martín no estaba el televisor encendido. De adentro una voz de alguien muy mayor dice) VECINO DEL 3F: - ¿¿Quién?? ¿¿Quién?? LA MADRE: -No, nada. Perdone. (Piensa) ¿Dónde estoy? ¿Cómo era? Multiplico por 2… divido… ¿qué piso era? Si multiplico por 2 voy al 6, pero si no es… (Vuelve a planta baja y le pregunta al encargado de turno) LA MADRE: - Señor, ¿en qué piso está el departamento del matrimonio Polo-Guerrero? (El encargado saca una lista larguísima y la estudia de arriba abajo. Ella está re nerviosa, las empanadas se enfrían y las gaseosas se calientan) LA MADRE: - Pero ¿cómo usted no sabe quiénes viven en los departamentos? ¿Cómo es encargado, entonces? ENCARGADO: - Primero, que son muchos departamentos y acá no veo ninguno con ese apellido. Peor es usted, señora, que no sabe de qué departamento viene.

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(La madre se fue indignada al ascensor, marca el 6 tal vez le servía la regla mnemotécnica fue al 3 y tenía que ser el 6; mientras tanto, Martín, Laura y Nico, que observaban todo por la camarita, se morían de risa. Suena el timbre del 6F) MARTÍN: - ¿Por qué tardaste tanto, mamá? ¿Dónde te habías metido? LA MADRE: - Es que no me acordaba el piso. Y eso que tenía una buena regla mnemotécnica. Para la dirección 3978. 39 por 2 es 78, me queda 3978; y para el piso al menos fui a 3, que por 2 es 6. MARTÍN Y NICOLÁS: - Mamá, ¿¿no podés hacer todo un poquito más simple?? (Se acomodan alrededor de la mesa y se disponen a comer las empanadas, ya un poco frías).

TELÓN

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Horacio Tort

Época actual. Los empleados administrativos de la Real Academia Española desafían a un partido de fútbol a los lingüistas y demás académicos que velan por el buen empleo de la lengua española. El desafío es aceptado, pero a último momento dos de ellos se acobardan y fallan. En la emergencia, al Profesor Venancio Lara y Asturias se le ocurre proponer invitar a los dos mozos del bar de enfrente bajo el argumento de “siendo argentinos, seguramente tienen los conocimientos y habilidades requeridos para la práctica de este deporte”. Se los aborda y Cholo y Rulo aceptan la invitación ya que todos son clientes que dejan a diario una considerable propina. Cholo es oriundo de la mediterránea ciudad de Córdoba, ronda los 35 años, hombre trabajador y de cierta instrucción, ya que tiene secundario incompleto. Rulo, bastante más joven, también cordobés, algo más vago y brutazo, dado que la situación familiar le impidió terminar la primaria. Por esta razón, Cholo lo ha adoptado casi como un hermano menor y está constantemente intercediendo para que la brutalidad de Rulo no lo meta en problemas. La escena transcurre en un bar de tapas al regreso del partido, donde Cholo, Rulo y algunos del equipo acudieron en busca de un tentempié. Están sentados en ronda, los académicos vestidos de traje, algunos incluso portan un tres piezas (con chaleco) para poder ostentar la cadena de un reloj de bolsillo. Cholo está sentado en medio de la ronda vestido con la camiseta de Talleres de Córdoba, pantalones carpinteros hasta debajo de la rodilla, alpargatas de yute. Rulo, pegadito a su lado, con la camiseta de Argentina, bermuda y ojotas. Se acerca el mozo, los académicos piden algunos un fino, otros un rioja, y tres o cuatro tapas para compartir, cuando les llega el turno a Cholo y Rulo… RULO: (dirigiéndose al mozo) -¿Por causalidad no tendrai un ferné por ahí, colega varonazo? CHOLO: (ante la mirada incrédula del mozo y los académicos) Rulo, ya sabés que no hay ferné en estos bares, pedite una cerveza como siempre y dejate de joder. RULO: No pierdo la esperanza de un día verme sorprendido y caerme de tuje cuando haiga. CHOLO: (mirando al mozo) Dos cervezas, por favor.

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RULO: Y a las dos birras agregale dos patatas bravas, dos de chorizo, dos banderillas y algunos montaditos que estén buenos, elegilos vos nomás. (Y ante la mirada de todos agrega) ¡Ando con un ragú! CHOLO: A Rulo el deporte le abre el apetito. (traduce Cholo ante la mirada atónita del resto) PROF. LARA: Caballeros, si me permiten tomar la palabra, quiero compartir con ustedes que el cansancio que experimento en este momento se compensa largamente con la satisfacción de haber interactuado con el personal subalterno en el marco de la práctica de este viril deporte. (Rulo gira la cabeza hacia Cholo y lo mira sin decir nada) CHOLO: (casi en un susurro, le dice al oído) Don Lara quedó con la lengua afuera, pero está contento como perro con dos colas por haber hecho migas con los empleados. DR. OROZCO: Estimado profesor Lara, coincido con usted, mi agotamiento es supino, pero creo que debemos sentirnos satisfechos por el desarrollo del encuentro y nuestra performance como equipo. (Rulo se queda duro mirando a Cholo de reojo) CHOLO: (acostumbrado a este lenguaje de señas ya instalado entre ellos, se arrima y le dice) El doctorazo dice que el también está hecho pelota, pero que cree que hicimos buen partido. (Rulo está por decir algo en respuesta, pero Cholo, sabiendo la barbaridad que está por decir, le tapa la boca mientras mueve la cabeza negándole la posibilidad de hablar) PROF. LARA: También creo importante destacar que la diferencia en el marcador no nos hace justicia y no se condice con el desempeño de ambos equipos en el field. CHOLO: (sin esperar el gesto de Rulo) Dice el profe que jugamos bien y que la diferencia de 6 goles es exagerada. (Y agrega) Me parece que se puso en pedo con dos finos. DR. OROZCO: Yo quisiera expresar nuestro agradecimiento a los señores Cholo y Rulo en nombre de todo el sector académico, por haber aceptado nuestra intempestiva invitación, sin mediar la necesaria anticipación y formalidad que esta requiere, y felicitarlos por su desempeño dentro del campo de juego. Por favor, un aplauso para ellos.

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(Todos comienzan a aplaudir y Rulo, que no había entendido nada, los acompaña) CHOLO: Pará negro, que te estás aplaudiendo a vos mismo. Nos dicen gracias por venir y por jugar bien. RULO: (mientras agradece con un movimiento de cabeza y una sonrisa) Al lado de estos muertos, hasta el rengo Sofovich juega bien. PROF LARA: (dirigiéndose a ellos) Yo quisiera saber qué opinión se han llevado nuestros coequíperos argentinos del trámite del partido, la performance del team y el resultado adverso que nos ha tocado enfrentar. CHOLO: (con toda diplomacia) Creo yo que hicimos lo que pudimos… RULO: (que ya se había tomado tres cervezas y se estaba empezando a entonar, agrega en voz alta) Poder, lo que se dice poder… pudimos poco… por no decir nada. CHOLO: (continuando con su speech) …en vista de que nunca jugamos juntos y la falta de entrenamiento de todos… RULO: Teníamos menos movilidá que una foca y nos comimos un peludo de órdago. CHOLO: (levantando un poco el tono de voz tratando de llamar la atención de Rulo, que sin mirarlo siquiera, en ese momento estaba tratando de entenderse por señas con el mozo, con un chop vacío en una mano en alto mientras que con la otra lo señalaba con el dedo) Así y todo logramos por momentos que el partido sea parejo... RULO: Sí, es cierto… los dos primeros minutos de cada tiempo fueron parejos. CHOLO: …y el resultado es un poco exagerado, creo yo, cuatro goles de diferencia era más que suficiente. RULO: Sí, las cuatro pepas que teníamos adentro al terminar el primer tiempo. DR OROZCO: Yo tengo una sugerencia. Qué les parece si dentro de un par de meses les pedimos la revancha, así mantenemos vigente esta línea de comunicación informal con el personal subalterno. ¿Qué opinan? PROF LARA: Me parece una espléndida idea. Estoy seguro que en el próximo encuentro haremos un mejor papel.

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RULO: (forcejeando y evitando los esfuerzos de Cholo por taparle la boca) Si Cholo se deja de joder un poco, tengo un consejo para esa revancha. (Cholo, al quedar en evidencia, deja de forcejear y se persigna) TODOS: Sí, sí, por supuesto. Sí, claro, cualquier consejo táctico es bien recibido. Seguro, su experiencia es importante. RULO: Si quieren ganar… si realmente quieren ganar… la revancha juéguenla al escrabel…

BAJA EL TELÓN

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Luis Alfonso Martín Delgado

MEDIOS DE IN-COMUNICACIÓN El amor en los tiempos de Internet C. G.Niale

Decorado: dormitorio de matrimonio de clase media, con muebles de estilo funcional, a base de líneas rectas y ausencia de elementos decorativos; el fondo del escenario es la pared sobre la que se sitúa el cabecero de la cama; sendas mesitas de noche a ambos lados, ambas con lamparitas de mesa apagadas; sobre el cabecero, un gran cuadro de formalismo orgánico abstracto muy colorista ocupa toda la anchura de la cama. Personajes: dentro de la cama, vestida con sábanas de color gris oscuro, se encuentran los dos personajes de la escena, en adelante ELLA y ÉL, ambos en posición sedente, recostados sobre almohadones de color gris claro; ella tiene entre sus manos una tableta electrónica y él un ordenador portátil de pequeño tamaño; ambos tienen la mirada fija en sus respectivas pantallas, estando iluminados únicamente por la luz que emana de ellas; el resto de la habitación se encuentra a oscuras.

ESCENA ÚNICA

ELLA: Acabo de ver en la agenda de actividades culturales que esta tarde era la presentación del libro de nuestra vecina Josefina sobre Cocina y Psicoanálisis… menos mal que se nos ha olvidado ir… con lo pelma que es… te envío un enlace a la crónica del acto que ha publicado la agenda en su web… ÉL: Luego la miro… Ahora estoy leyendo un artículo muy interesante que ha salido en el periódico sobre el uso y abuso de las redes sociales por los adolescentes… ahora te paso el enlace… ELLA: Interesante… es que se pasan todo el día conectados, parece que no saben vivir de otra manera… ÉL: Lee también el comentario que acabo de escribir al pie del artículo…

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ELLA: Ya… Sí, llevas razón en lo que comentas… Espera, que te voy a añadir una puntualización aclaratoria… ÉL: Bueno, tampoco es para ponerse así… yo no pensaba ser tan duro. Te lo matizo… ELLA: Siempre tienes que decir tú la última palabra… Vaya, me acaba de entrar un mensaje de Pocholina. Parece que ha vuelto a discutir con su ex por los niños… Te lo reenvío… ÉL: Espera, que estoy revisando el Facebook, a ver qué tal está hoy el grupo de los colegas del paddle… vaya, ya están otra vez con el cachondeo del pobre Matías, que lo ha dejado su mujer por otra… jajajaja… qué cabrones son… espera, que les escribo algo… jajajaja… qué montaje tan gracioso han hecho sobre una foto suya… la voy a compartir en tu muro para que te partas de la risa… ELLA: Qué mala leche tenéis… pobre Matías… Total, tampoco es una cosa tan grave hoy día… ÉL: Ya, pero no me dirás que no resulta patético… aunque en realidad las cosas ya no iban bien entre ellos, hacía tiempo que no existía comunicación en ese matrimonio… ELLA: Es que sin hablar no hay forma de resolver los problemas de pareja… Anda, mira qué foto ha colgado mi sobrina Felicia de su bebé… ÉL:

A ver… envíamela al correo, que si no, pierde mucha resolución…

ELLA: Está monísima… Y qué comentarios tan simpáticos le hacen sus primas… ÉL: Ea, ya ha subido uno de mis amigotes un video porno para animar la noche… ELLA: ¿Qué le pasa, que su mujer no le hace caso? ÉL: Pues parece que en su casa no come igual que en los restaurantes… ELLA: Pásame el enlace, que lo vea yo también… ÉL:

Ahí va… Vaya, vaya, vaya… qué morenaza… cómo se lo monta…

ELLA: Huy… vaya pedazo de cosa… quién pudiera… ÉL:

No, si me estoy poniendo cachondo… y ésta también…

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ELLA: Y éste… éste también… ÉL:

Pero… fíjate en eso…

ELLA: Eso, eso digo yo… ÉL:

Ufff…

ELLA: Ayyy… ÉL:

Uuuuuuuuuffffffff…

ELLA: Aaaaaaayyyyyyy… ÉL:

Uf… qué bueno que hemos terminado a la vez…

ELLA: Ay, sí, ha estado muy bien… ÉL:

Pero que mu-y-bi-en…

ELLA: Hijo, yo no sé cómo la gente puede caer en problemas tan gordos por falta de comunicación… ÉL: Eso pienso yo, no hay nada que no se pueda arreglar con una conversación y una buena sesión de sexo… ELLA: Aunque sean virtual y digital… ÉL:

Incluso mejor…

ELLA: Sí, mi amor… ÉL:

Sí, cariño…

Exhaustos y felices se quedan dormidos con los aparatos encendidos mientras cae virtualmente el TELÓN

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EDICIONES LIPE DOMINGO 5 DE OCTUBRE DE 2014



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