Ética Ecomunitarista

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Ética Ecomunitaria

propia del científico en tanto que actividad indirectamente propiciadora de la transformación con fines de apropiación de la naturaleza por el hombre); d) Está alienado de sus facultades humanas porque por un lado en tanto que ejecutor de la actividad que es la suya ( o sea la de “científico”) en el contexto de una división social del trabajo donde los individuos se ven obligados a utilizar sus capacidades (reducidas a simple medio de subsistencia) en el ejercicio de una única función, se ve privado de desarrollar otras facetas de sus aptitudes (como por ejemplo las requeridas por la actividad directamente productiva o por la creación artística); por otro lado porque los límites de su capacidad de argumentar (ejerciendo así otra facultad exclusiva de los seres humanos) están definidos para el científico, como lo estaban para el trabajador manual, por su condición de asalariado, condición que, como vimos, aconseja y en la práctica obliga al cumplimiento de órdenes (para el científico pudiendo ser ablandadas bajo el disfraz de “indicaciones”, en especial en lo referente a “áreas preferenciales” y plazos razonables” relativos a su actividad) si se quiere evitar el fantasma del desempleo; e) Está alienado del otro hombre porque, como el trabajador manual, encuéntrase en situación de permanente relación conflictiva con su patrón y en situación de competencia permanente con sus semejantes, en este caso los otros científicos capaces de disputarle “su” empleo y “sus” financiaciones.28 2.5.3.- El Funcionario Administrativo y el Trabajo Alienado Doy por un hecho evidente el que el funcionario administrativo de bajo rango (el llamado “cuello blanco”) no por la circunstancia de trabajar en un escritorio, escapa de la alienación característica del trabajador manual.29 En efecto ese asalariado: a) Está alienado del producto para cuya producción contribuye30; b) Está alienado del objeto e instrumento de su “trabajo” (en la medida en que no es propietario del material y de las máquinas existentes en la oficina en que actúa, en resumen no es dueño de esa misma oficina); 28 Esta situación de competencia, vale la pena decirlo, lleva a la violación del auto-obligativo “Debo decir lo que creo ser verdadero”, base del a-priori consensual de la argumentación que fundamenta la busca consensual de la verdad por la que se pauta la comunidad científica y que define a la propia ciencia contemporánea; aunque la propia comunidad científica guarda mucha discreción sobre este hecho, por evidentes intereses corporativistas, sabemos que el mismísimo MIT (Instituto de Tecnología de Massachussets) fue palco de ese fraude por lo menos una vez, a saber, cuando el Premio Nóbel de Medicina en 1975 David Baltimore firmó en carácter de co-autor un trabajo dando cuenta de una investigación del área de inmunología cuyo andamiento no había acompañado y cuyos resultados habían sido falsificados a los efectos de la correspondiente publicación en la revista científica CELL (Ver Jorge Dómine, “Ciencia y Fraude”, en Revista Relaciones No. 100, Montevideo, Setiembre 1992). 29 Aquí otra vez utilizo el término “trabajo” según el uso amplio empleado para referirme a la labor del científico. 30 Nótese que también la actividad desarrollada en el área del transporte y comercialización contribuye a la producción del producto de que se trate en la medida en que sin la realización del valor contenido en él mediante su venta no recomenzará la producción del mismo, por lo menos por la empresa considerada; esto último es lo que sucede en los casos de falencia acontecidos en situación de crisis de superproducción.


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