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Lo observamos, nos fijamos en su paralelogramo superior, ahí es donde está la realidad espiritual del tema en el que queremos profundizar o meditar.
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En el paralelogramo inferior está la realidad material, donde está el tema que nos preocupa, nos limita o nos causa dolor.
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Nos situamos exactamente en la zona del medio, donde se forma una estructura que parece que está en el aire, en las dos mitades.
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Ahí nos visualizamos meditando, fuera del tiempo y el espacio, sin pensar en nada, sólo OBSERVAREMOS durante un tiempo lineal de 11 a 15 minutos. Para ello dirigiremos nuestra atención a la respiración únicamente. Esta meditación repetida nos introducirá después de unos días o sesiones diarias en hallazgos muy valiosos, pero tenemos que tener paciencia puesto que toda iluminación necesita una integración para obtener resultados o respuestas. Pasadas unas meditaciones que pueden ser una o diez más, iremos siendo conscientes de que empezamos a entender las circunstancias desde otras perspectivas. También puede ocurrir que la integración se produzca rápidamente y que la iluminación o comprensión de un proceso se lleve a cabo como un relámpago. A través de estas meditaciones empiezan a pasarnos circunstancias sincrónicas y empezamos a relacionar los hechos externos y aparentemente no relacionados como piezas de un puzzle que encaja de forma armoniosa y perfecta. Para que estas meditaciones funcionen solo hace falta dedicación, fe, confianza y estar consciente, estar alerta, saber observar. El despertar para cada persona será diferente, ya que cada uno de nosotros sigue su propio proceso evolutivo. La meditación para conectar con el conocimiento espiritual desarrollado en otras vidas se hace de igual manera:
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Nos situamos en el centro del paralelogramo y en lugar de fijar nuestra atención en la respiración, fijemos la atención en un lugar o civilización de poder que llame poderosamente nuestra atención o intuición; nunca por curiosidad.
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Tendremos además de la Calcita, una lámina o fotografía del lugar con el que queremos conectar porque estos lugares están impregnados de su historia.
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Miraremos la lámina o fotografía el tiempo suficiente con nuestros ojos físicos para que cuando los cerremos seamos capaces de seguir “viendo” con la visión interior. Para hacer esta meditación deberemos haber experimentado bastante con el primer ejercicio, ya que se necesita mucha práctica para dejar libre la mente de preocupaciones y condicionantes de la vida diaria y de la personalidad. Se trata de conectar con la esencia de nuestro ser y no con la personalidad actual de nuestro ser. En esta segunda meditación necesitamos 3 Calcitas romboides. Una en la corona, una en el entrecejo y una en el corazón. También podemos poner otras 3 de menor tamaño una en cada ojo y la otra a unos 15 centímetros de la cabeza.
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