qwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwerty uiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasd fghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzx Tres visiones sobre la Última Cena cvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmq wertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyui opasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfg hjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxc vbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmq wertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyui opasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfg hjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxc vbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmq wertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyui opasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfg hjklzxcvbnmrtyuiopasdfghjklzxcvbn mqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwert yuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopas dfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklz xcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnm qwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwerty Del Primer Renacimiento al Manierismo.
Fernando Bentué Martínez
Uno de los temas más recurrentes en la Historia del Arte ha sido el de la Última Cena de Jesucristo con los doce apóstoles. Según el pasaje del Evangelio de San Juan, Jesús, conocedor del fatal destino que le deparaba, decidió reunirse la noche de Jueves Santo con sus discípulos para cenar, y transmitirles sus últimos mensajes. Entre éstos, les comunicó que uno de ellos le traicionaría, comentario ante el que todos reaccionaron con estupefacción, puesto que ninguno podía imaginarse alguien pudiera hacer tal cosa.
Andrea del Castagno, h-1450
Leonardo (1495-1497)
Tintoretto (1592-1594)
Otro episodio famoso y muy representado de esta velada es el momento cuando Jesús lava los pies a sus discípulos, v. gr: El lavatorio de los pies de Tintoretto de 1547.
Este acto sirve depurificación previa a la comunión, que es, sin embargo, donde se reside el verdadero valor y significado que se le da tradicionalmente a la Última Cena. Cristo, después de la cena, bendice el pan y el vino, lo reparte entre los apóstoles, y lo toman como si fuera su cuerpo y sangre. Tras haber hecho esto, les dijo que hicieran eso en memoria suya cuando él ya no estuviera, de ahí la importancia que recibe el Sacramento de la Eucaristía. En estos tres ejemplos de la Última Cena de Andrea del Castagno (1445-1450), de Leonardo Da Vinci (1494) y de Tintoretto (1594) podemos ver, en primer lugar, que el momento escogido
en cada caso es diferente. Castagno y Da Vinci nos muestran cuando Jesús comunica que uno de ellos le va a traicionar. Ello lo podemos deducir a partir de la actitud y que expresión que adquieren los personajes. Los de Castagno expresan una reflexión más individual, cada uno medita, separan a pensar sobre el tema sin haber apenas comunicación entre ellos. En cambio, en Da Vinci, además de plasmar las emociones de éstos, los apóstoles hablan entre ellos y comentan la situación. Esto lo consigue entre otras cosas por la agrupación de las figuras en grupos de tres, lo que trasmite la interacción entre éstos. Por el contrario, en la obra de Tintoretto no parece que haya representado un momento concreto de la cena, sino que pinta un instante cualquiera de la cena, lo que parece restarle importancia a la situación.
En cuanto a la composición, en el fresco de Castagno de Santa Apolonia en Florencia podríamos decir que, aunque, realmente, establece una pirámide visual con un punto de fuga y con líneas que convergen en él, es una representación bastante plana, en la que apenas se puede percibir cierta profundidad. En verdad, podríamos señalar que ésta la consigue estableciendo diferentes planos, uno sería la pared con una decoración a modo de taracea del fondo, el otro, donde se encuentra la primera fila de personajes, un tercero que se correspondería con la mesa y las dos figuras que quedan de perfil, y el último delante de la mesa donde se supone que se encuentra Judas. También, podemos apuntar que otro elemento con el que transmite la idea de profundidad son las ventanas abiertas en el muro de la derecha.
Como podemos observar en el fresco del Cenáculo de Santa María de las Gracias de Milán, Da Vinci constituye un esquema perspectivo lineal mucho más profundo que el de Castagno, cuyo punto de fuga se sitúa justo en el centro de la composición, donde se encuentra la cabeza de Cristo. Al igual que en el fresco de Santa Apolonia, la sensación de profundidad se acentúa con la incorporación del paisaje visto a través de las ventanas. Otra técnica que introduce Da Vinci para conseguir mayor realidad, y de la que era gran conocedor, es la perspectiva aérea. A través del “sfumato”, que consiste en difuminar los colores de lo que está más alejado como en la realidad, introduce el aire, la atmósfera. Esta técnica también se emplea para crear tonos medios, lo que permite plasmar zonas de oscuridad, penumbra, sombra, el llamado claroscuro. En el caso del cuadro de Tintoretto, podemos apuntar que el esquema compositivo varía notablemente con respecto a los anteriores. También se establece una pirámide visual, pero el punto de fuga ya no está en el centro de la obra, sino desplazado ligeramente a la derecha, lo que produce que todas las líneas de fuga se dispongan de forma diagonal, lo que conlleva un mayor movimiento en la acción. Esta línea es claramente visible en la mesa. También, cabe destacar el empleo que hace Tintoretto de la luz, con el que marca zonas de mayor o menor oscuridad, transmitiendo así la sensación de profundidad. Otra característica de Tintoretto, con respecto a la composición, y del Manierismo en general es la de dar mayor importancia a los temas secundarios, y desplazar a un segundo plano el tema principal. Como podemos ver sitúa en primer plano la imagen de dos figuras ajenas a la cena fregando los cacharros, restando importancia a la cena en general. Esto como veremos es una práctica que utilizó la Contrarreforma para acercar la religión a los fieles.
Si nos detenemos más tiempo en contemplar cada obra individualmente, podremos distinguir las características particulares del movimiento artístico al que pertenecen. Si seguimos un orden cronológico, empezaremos hablando de la obra de Castagno, ésta se corresponde con el Quattrocento o siglo XV. De este período destaca el intento de experimentación en las artes plásticas por parte de algunos pintores como Masaccio, Piero della Francesca y Mantegna, quienes serían continuadores de Giotto, ya que pretenden crear espacios basados en la perspectiva; y pintar figuras con una mayor corporeidad y mayor volumen, todo ello por el afán de acercarse cada vez más a la realidad a la naturaleza. Otra característica de esta etapa sería la evocación o el interés por el mundo clásico, puesto que sitúa la acción en un salón romano, con pilastras corintias, decorado con combinaciones de mármoles y con esfinges que recuerdan la mitología clásica. Sin embargo, a pesar de estos intentos de renovación, todavía es bastante notable la tradición tardo gótica, debido a que hay una claro predominio de la línea, de los colores planos, y las figuras son bastante hieráticas, sin casi movimiento. Y por último, en cuanto al empleo de la luz, éste es inexistente, parece como si los mismos objetos emitieran luz propia, no se establece ningún foco de luz.
Por otro lado, la obra de Da Vinci pertenecería al período siguiente, el Cinquecento, primer tercio del siglo XVI. En ocasiones, esta etapa también es denominada Clasicismo. En este momento, los pintores superan los modelos imitativos de la antigüedad, y aportan y desarrollan cosas nuevas. Entre estas cabe citar, por ejemplo, la introducción de la luz, parece como si hubiera un foco de luz en el lado izquierdo del cenáculo, lo que hace que se ilumine la parte derecha y quede en semipenumbra la izquierda. Otro lugar donde destaca el uso de la luz sería debajo de la mesa, que a diferencia con la de Castagno este espacio queda más oscuro. También diríamos que aquí hay un mayor conocimiento del tratamiento del color, puesto que ya no predomina tanto la línea, y en algunos puntos los contornos de las figuras se funden con el fondo, esto lo podemos ver en las figuras de la izquierda. Si nos fijamos en la ambientación, comprobamos que es bastante clásica, ya que en el espacio que se representa hay un claro predominio de la línea recta. En parte recuerda a la arquitectura de Renacimineto, con escasa decoración y una cubierta plana con casetones. Finalmente, con relación a los personajes, podemos decir que Da Vinci logra que éstos expresen a través de gestos estados diferentes del alma, pero todavía transmiten cierta rigidez. Hay comunicación entre ellos pero sin mucho movimiento.
Por último, de la obra de Tintoretto tenemos que decir que pertenece al Manierismo. En este período, cada artista adquiere su propia forma o “maniera” de pintar, ello está relacionado con la insatisfacción producida por la situación social y política del momento, lo que lleva a la búsqueda de la superación del modelo clásico renacentista. Para ello rompen con el esquema de perspectiva, como podemos ver en el cuadro, ya no se transmite la idea de equilibrio que imperaba anteriormente, sino que se plasma la idea de tensión, de desequilibrio. También se escinden estos artistas de los códigos del uso del color, de la luz y la composición. Como podemos ver aquí el pintor introduce la perspectiva aérea, que funde los personajes con el fondo y crea el efecto de que surgen del mismo; juega con la luz y la oscuridad, para producir el efecto de una mayor profundidad; y constituye sorprendentes composiciones estableciendo una síntesis entre lo terrenal y lo divino, cenáculo y ángeles que descienden del cielo, y dando mayor importancia a temas secundarios que al principal. También, podemos destacar con respecto a lo
anterior el cuidado tratamiento que le da a las naturalezas muertas, elemento característico de la pintura veneciana. En cuanto a la representación de los personajes, podemos advertir un mayor conocimiento anatómico de las figuras, lo que se traduce en un mayor movimiento de éstas, y mayor transmisión de emociones. Ello es propio del Manierismo, dotar a los temas que se pintan de teatralidad para producir el efecto de sorpresa. Finalmente, debemos comentar que este tipo de arte tan diferente a los anteriores está relacionado con la mentalidad de la Contrarreforma, ya que uno de los objetivos de ésta para luchar contra la Reforma protestante era acercar la religión a los fieles, y ello lo hace situando la Última Cena en lo que aparentemente parece una taberna. De tal modo que los espectadores que en aquel momento vieran el cuadro pudieran reconocerse y comprender mejor en el tema que se trata. Para concluir, cabe señalar que este recorrido artístico de apenas unos doscientos años no sólo es el testimonio físico de cómo han ido evolucionando las técnicas artísticas, sino que es una pequeña muestra de cómo el pensamiento y las ideas del ser humano han ido cambiando y transmitiéndose de unos a otros. Ese es uno de los objetivos de la Historia del Arte, no únicamente el de ser conocedor y continuador del los saberes del arte, sino conservar y perpetuar la mentalidad y las concepciones que hace siglos tuvieron personas que fueron capaces de plasmarlas en forma de obra artística.