Plan Estratégico FEMP - Siglo XXI

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burocrático se muestra insuficiente para analizar la administración pública, y surge una nueva corriente de pensamiento que alienta otra forma de gobernación, desde una perspectiva neoliberal, que es la Nueva Gestión Pública. Ésta pretendió constituirse en única respuesta, en una suerte de pensamiento único en relación a una variedad de problemas y situaciones del momento. La Nueva Gestión Pública ha tenido un éxito desigual en su implantación en los países, ya que la eficiencia, que es uno de los principios básicos en los que se basaba, no resuelve por sí sola, como se ha comprobado, todos los problemas de gestión en las administraciones. De esta manera, la OCDE, que acaso fue el organismo que más impulsó la Nueva Gestión Pública en su versión eficientista de la gobernación, al estudiar las reformas administrativas de las décadas de los 80 y 90, surgidas al calor de la misma, señalaban en 2003 que, aunque es ciertamente más deseable un gobierno más eficiente, la sola eficiencia no es garantía del mejor gobierno. Cómo sintetizaba espléndidamente Joan Prats, se pretendió una transposición estricta de las ideas de la nueva gestión del sistema de medición, del sector privado al sector público; que ciertamente ha de tratar temas más complejos que no tienen una solución tan fácilmente medible. Vamos a centrarnos en la gobernanza como forma de gobernación. Desde la década de los 90 del pasado siglo, y teniendo en cuenta las insuficiencias de la nueva gestión pública, se ha ido consagrando, especialmente en Europa, la necesidad de un nuevo modelo de gobernación. Por cuanto la diversidad, complejidad e interdependencia de actores públicos y privados, y que se haya fragmentado el conocimiento entre distintos actores, así lo exige. Ese sistema de gobernación, que es la gobernanza, postula un gobierno relacional o en red, no asentado en la jerarquía, con distintos poderes públicos en juego, consecuencia de la descentralización, contando con la sociedad civil e incluyendo también al sector empresarial. En este contexto la gobernanza viene a exponer que los gobiernos no son los únicos actores que han de afrontar las cuestiones que afectan a la sociedad y que han de atender al desafío de los intereses generales. Así, puede decirse que la gobernanza viene a quebrar el dogma del monopolio estatal para la gestión de los intereses generales. Cuestión en la que intervienen, obviamente, los poderes públicos, pero también las distintas organizaciones que constituyen la sociedad civil. Se trata pues de un enfoque general, global, que pretende contemplar la totalidad y complejidad de lo público, en muchas ocasiones, de transversalidad. Pero conviene aclarar que en la gobernanza, o modo de gobernación en red, para que sea democrática, los distintos intereses concernidos por el proceso de decisión han de estar simétricamente representados en el proceso de decisión público. Esto es, los diferentes intereses sociales involucrados, han de tener oportunidad de organizarse, de informar y de participar en las decisiones. Por ello, puede decirse que la participación es imprescindible para la gobernanza, pero que la gobernanza es más que una mera participación por su carácter esencialmente interactivo. 99


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