Valencia Esport Magazine (VEM 09)

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ninguna pega, aceptó de buen agrado con una naturalidad tan abrumadora como la superioridad que demostraba contra el crono frente a sus rivales. A la hora pactada, el de Villava llegó conduciendo su propio vehículo hasta la puerta del Complejo de Petxina. Vicente Miranda y quien les escribe nos acercamos a recibirle. Ajustándose la chaqueta sobre una impecable camisa blanca nos sonrió y nos tendió la mano. Lejos de sentirse fuera de su hábitat natural, preguntó por el Velódromo Lluis Puig. Recordaba días de entrenamiento en la pista de Benimámet y pidió que le ubicáramos dónde quedaba exactamente desde el punto en el que nos encontrábamos. Su mirada recorría de arriba abajo los espacios de Petxina, como intentando adivinar lo que escondían los vetustos muros de piedra del característico complejo de naves que antiguamente acogieron un matadero. Le sorprendió conocer la función original de dichas estructuras y la transformación que ha sufrido para acoger en la actualidad multitud de usos deportivos y culturales para uso y disfrute de los ciudadanos. Llegamos caminando hasta uno de los pasillos del Complejo. Allí ya se encontraba nuestro equipo de cámaras, tanto fotográficas como de vídeo, así como el atrezzo preparado para la sesión que habíamos pensado para él. Teníamos 90 años de historia recogida en ocho bicicletas de distintas épocas, y contábamos con el mejor ciclista de la historia. Nada podía salir mal.

Miró con agrado y simpatía la bicicleta de los años 40 que le pusimos entre las piernas. Su enorme envergadura contrastaba con la talla del vehículo sin motor. Claramente le quedaba pequeña. Sonriendo preguntó dónde y cómo colocarse. Agachó la espalda y miró a cámara. No hacía falta nada más. Ciclismo, historia y un auténtico mito. El mejor encuadre posible. La sesión discurrió en un ambiente agradable y distendido. Poco a poco, Petxina comenzó a poblarse de los primeros invitados a la inauguración de la exposición y el rumor de la presencia del campeón navarro ya circulaba por los pasillos del complejo. Refugiados en la cafetería, se acercaba la hora de caminar hasta el hall del salón de actos, un recorrido de apenas 30 segundos en condiciones normales pero que, en este caso, le iba a costar al navarro algo más de 20 minutos. Campeón dentro y fuera de la pista Alrededor de 300 personas aguardaban la llegada del bueno de Miguel. He conocido a muchos deportistas debido a mi profesión. Nunca, repito, nunca, había visto a un personaje tan querido, aplaudido y, sobre todo, admirado. La gente lo observaba con auténtica admiración. Como si no fuera de este planeta. Su aura sigue intacta. Firmó decenas de autógrafos y posó para cientos de fotos. No estoy exagerando. Otra cosa que me llamó profundamente la atención fue la edad de algunos de los solicitantes. Que un treintañero como yo se rinda a los éxitos que ha cosechado Induráin dentro y fuera de la pista es normal, he crecido

Miguelón, un Dios en la Tierra Recuerdo esas magníficas tardes del Tour de Francia pegado al televisor o escuchando al gran Javier Ares poniéndole emoción como ningún otro en cada Tour, en cada etapa, en cada pedalada. Antes que los niños de hoy se emocionaran viendo a Gasol, Nadal o Alonso, varias genera ciones gritamos con cada victoria de Induráin. Nos enfadamos con cada vez que dejó ganar a sus rivales en los últimos metros antes de meta porque Miguel solo pensaba en grande. En las grandes victorias. Fue el primer gran deportista reciente en arrebatarle con mérito portadas de los periódicos al absorbente fútbol. Fue un Dios del ciclismo que pisaba la tierra. Y así, años después, llegó a Petxina. Imperial, pero cercano. Grande, aunque cariñoso. Como en cada crono, como en cada subida al Alpe d’Huez Miguel Induráin, Miguelón para mi generación, sigue despertando pasiones. Hay deportistas que son campeones. Pero hay campeones que se convierten en dioses y, por suerte, y a pesar de estar ya bajo la bicicleta, sigue recibiendo tanto cariño como despertando animación. Valencia siempre ha sido tierra de grandes ciclistas. Pero, sobre todo, de enormes amantes del ciclismo. Por eso, siempre se ha valorado cada pedalada, cada sonrisa que Miguel ha

regalado en la Comunitat Valenciana. Ahora que el ciclismo lleva años golpeado por ese látigo del dopaje, ahora que las portadas casi nunca son para nuestro triunfos en los Campos Eliseos o para los ‘maillots’ amarillos o ‘maglias’ rosa enfundados en deportistas españoles, es Álex Heras cuando la leyenda de Miguel, sigue creciendo. Periodista Próxima como siempre a los aficionados a este @alexheras precioso deporte, ahora tan denostado. Miguel estuvo en Valencia para disfrutar de la magnífica exposición de fotos y bicicletas de la Peña Ciclista de Valencia en sus 90 años de vida. Se detuvo a conocer cada historia que representaban esas imágenes y dio protagonismo a los demás. Como hacía sobre la bicicleta en esos últimos metros de cada etapa. Protagonismo para los miembros de una Peña que han hecho mucho por el ciclismo valenciano. Que siguen haciéndolo. Y que igual, en años o décadas, nos permiten ver a otro valenciano triunfar a lo grande en el ciclismo nacional o internacional. Mientras tanto, su leyenda, sigue agrandándose. Porque Miguelón es un Dios en la Tierra. vem  11


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