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Cruz de la Casa, Juana “Juanita Cruz”

cruz de lA cAsA, Juana

“JUANITA CRUZ”

Natural de Madrid, nació en la calle Jorge Juan el 17 de febrero de 1917, aunque desde que tuvo dos años de edad sus padres se mudaron de casa y se instalaron en la Avda. de la Plaza de Toros, número 24 (hoy Avenida de Felipe II), casi enfrente de la plaza de toros, no más de 60 metros de distancia. Como es de suponer, sus juegos de infancia y adolescencia se desarrollaron en ese barrio de Pardiñas con el escenario de la plaza de toros como elemento principal, ya que sus amigas eran las hijas del carpintero de la plaza, en la que tenía su domicilio. Así pues, la joven Juanita frecuentaba con muchísima frecuencia la plaza de toros y cuando había corridas se quedaba y las veía gratuitamente. De esta forma llegó a adquirir un gran conocimiento del comportamiento de los toros y de las distintas suertes del toreo. A finales de 1931 conoció por casualidad al que después sería su marido: Rafael García Antón, que iba entrenar con un antiguo compañero de capeas, Luis Díaz “Madrileñito” a la esquina de la calle de Alcalá haciendo esquina con la avenida de la Plaza de Toros. Generalmente iban por la mañana pero algunos días también entrenaban por la tarde y como era de esperar se formaban corrillos de jóvenes del barrio para ver torear de salón y luego hablar de toros. En ese corrillo siempre estaba Juanita, que hablaba con desenvoltura demostrando gran conocimiento con sus acertados comentarios y puntos de vista sobre el comportamiento de los toros y de los toreros que habían alternado. Un día, medio en broma, medio en serio, Rafael García Antón que se había fijado en la muchacha le propuso que toreara de salón si quería practicar. Ella contestó afirmativamente y desde entonces se sumó a Madrileñito y a él haciendo progresos tan rápidos como sorprendentes, y tanto entusiasmo ponía la joven que un día manifestó que le gustaría torear algunos becerros solo por haber sentido la satisfacción de torear. Rafael, que conocía al Director de la revista “Madrid Taurino” le propuso que le hicieran un reportaje fotográfico toreando de salón pero tomando la precaución de que tuviese puesto un antifaz para que no la conocieran familiares ni amigos. El reportaje se publicó en las dos páginas centrales de la revista y causó sensación. Juanita era bellísima y su figura aún resaltaba más toreando. El reportaje se tituló “LA SEÑORITA X QUIERE SER TORERA”. Pocos días después, Rafael obtuvo la autorización paterna y llevó a Juanita a la finca salmantina de Nemesio Villarroel donde toreó cuatro vacas muy astifinas sin que sufriera revolcón

alguno. Corría el año 1932 y Rafael, emocionadísimo por el valor de la jovencita y sobre todo por su determinación, habló con el empresario de la plaza de toros de León con quien le unía cierta amistad para que con motivos de las fiestas de San Juan que se celebran el 24 de junio, anunciara con motivo del desencajonamiento de los toros un festejo con lidia y muerte de dos novillotes por un novillero que él apoderaba y al mismo tiempo anunciara de forma ambigua que la señorita Juanita Cruz haría una “exhibición de toreo moderno”, ya que por entonces el Reglamento Taurino prohibía a las mujeres torear en espectáculos taurinos. Llegado el momento tan esperado, salió por delante el becerro de menos trapío para que el respetable no protestara la intervención de la joven torera, tras haberlo toreado el novillero. Sin embargo la sorpresa fue que sucedió todo lo contrario. Cuando Juanita lanceó por verónicas y se adornó por chicuelinas, la plaza era un hervidero y el publico solo pedía que toreara ella olvidándose totalmente del muchacho a quien correspondía la lidia del novillo. Aún fue más sorprendente que el Gobernador Civil de León, gran aficionado, por cierto, que presidía el palco, autorizase a Juanita a continuar la lidia y hasta estoquear al eral. Al final de su faena consiguió las dos orejas del primer novillo que mataba en el que sería el inicio de su larga profesión taurina. Todo un éxito. Al final, el Presidente mandó notificación al callejón para que Juanita subiera al palco. Como era de esperar la desazón cundió en el ánimo de Rafael y de la torera que pensaban que posiblemente fuese para ser detenidos por incumplir el reglamento, pero sin embargo, fue para todo lo contrario. El Presidente quería estrechar la mano de la señorita torera y felicitarla por su predisposición natural para el toreo. Como es lógico, este acontecimiento tuvo amplio eco en los medios periodísticos de toda España por lo extraordinario del caso, y tanta publicidad tuvo un efecto no deseado: pocos días después el Ministro de la Gobernación mandó un telegrama circular a todos los Gobernadores Civiles de España conminándolos a cumplir el Reglamento con la orden expresa de no dejarla torear en ninguna plaza de España. Por tal motivo Juanita pasó sin torear tolo lo que restaba de la temporada de 1932, aunque no por eso se desmoralizó y continuó practicando el toreo de salón y haciendo ejercicio físico. Por fin, casi al final de temporada un empresario cordobés consiguió del Gobernador Civil de su provincia que la dejaran participar en un festival benéfico a celebrar en Córdoba, el 25 de diciembre. El cartel estaba formado por varios novilleros, entre otros Florentino Ballesteros (Hijo), y como era de esperar la expectación era grandísima pues hacía más de cuarenta años que no se había

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anunciado en una plaza de toros a una señorita torera. Sin embargo, y a pesar de la expectación, se volvió a repetir este dicho tan famoso del mundillo del toreo: que el hombre propone y Dios dispone...y el toro descompone. En este caso el toro no descompuso nada, sino un enfriamiento que Juanita cogió el día 24 en la sierra de Córdoba, ya que tanto los días 24 y 25 hizo un tiempo muy desapacible y frio. Juanita amaneció el día del festejo muy enferma y avisado el médico apreció que tenía un gran estado febril de más de 40º que le impedía torear muy a pesar de la torera que estaba empeñada en hacer el paseíllo ante la negativa de su apoderado Rafael que decidió emprender el regreso a Madrid ante los comentarios para todos los gustos de la afición cordobesa y la humillación de Juanita. A principios de la temporada de 1933 un empresario también cordobés, D. Julián Reyes, basándose en el precedente del permiso concedido por el Gobernador Civil de Córdoba para que toreara Juanita el festival del 25 de diciembre, pensó sacarle provecho a los ríos de tinta que habían corrido con motivo del hecho de no haber toreado, achacándolo unos al miedo de la torera que se “rajó” en última instancia, y otros defendiendo su mal estado de salud. El caso es que fue contratada para torear en Cabra (Córdoba), el domingo de carnaval, en el mes de febrero, alternado en la lidia de cuatro novillos de la ganadería de Sotomayor con Ramón Lacruz. De sobresaliente figuraba un chico que se había empeñado en ser torero: Manuel Rodriguez Sánchez y que se apodaba “Manolete”. Llegada la fecha de la novillada de nuevo los hados parecieron ponerse de acuerdo para que no se celebrara porque amaneció lloviendo a cantaros pero como durante toda la semana era festivo el empresario decidió aplazarla para cualquier día de la semana que hiciera bueno, que fue el domingo siguiente. Un día esplendido de sol que no solo aglutinó en los escaños del coso egabrense a los aficionados locales sino a muchos de los pueblos limítrofes y hasta de la propia capital, que no quisieron perderse el espectáculo, unos por el morbo de ver fracasar a la señorita torera y otros hasta haciendo apuestas sobre si se “rajaría” a última hora. Al final del espectáculo todos contentos, porque Juanita Cruz obtuvo un éxito apoteósico y cortó nada menos que cuatro oreja y un rabo. El diario “La Voz de Córdoba” en su crónica del día siguiente decía en su titular: “La Señorita Juanita Cruz obtiene un éxito jamás igualado en esta plaza”. El éxito artístico y económico de esta novillada animó al empresario a contratarla para el inminente Domingo de Resurrección para lidiar novillos de la ganadería de Gamero Cívico alternando con “Bebe Chico” y “Manolete”. El orden de lidia establecido seria este: los dos primeros novi-

llos serian lidiados por Juanita Cruz, el tercero por El Bebe y el cuarto, por Manuel Rodriguez “Manolete”. Como era de esperar, el lleno fue total y absoluto en la plaza según el Diario “El Sur” de quien transcribo parte de la crónica:”...nuevamente ha conseguido esta singular torera agradar y hacerse aplaudir del publico egabrense, con el arte y el valor que ha derrochado en sus dos actuaciones en esta plaza; salió al ruedo dispuesta a corresponder a las simpatías con que aquí cuenta, y a fe que lo consiguió completamente. Toreó sus dos novillos de capa maravillosamente, coreada por continuas ovaciones; hizo un quite de frente por detrás tan torero y tan valiente, que levantó al público de los asientos; con la muleta realizó dos faenas asombrosas pletóricas de valor y arte amenizadas por la música; mató con mucho valor y le fueron concedidas las orejas y los rabos de sus novillos en medio de una expectación grandísima, viéndose obligada finalmente a saludar desde el balcón del hotel al numeroso público que se estacionó en la puerta aplaudiéndola...”. Como es lógico imaginar, este éxito rotundo y este despliegue de información en la prensa española hizo que los empresarios de toda España pensasen en sacar tajada de la jovencísima Juanita Cruz. Hasta el propio Domingo González “Dominguín” desplegó sus influencias y consiguió por medio del Presidente de la Diputación de Murcia el permiso del Gobernador Civil y la contrató para torear en sus plazas, y luego, el efecto dominó empresarial al completo: los empresarios de Málaga, Antequera, Albacete, etc..de tal forma que Juanita a mediados de agosto ya llevaba toreados 33 festejos sin picadores, a pesar de que la presión de ciertos sectores sobre los Gobiernos Civiles a efecto de que se respetara llevara lo estipulado por el Reglamento vigente, y se consiguió, porque de nuevo, el Ministro envió un telegrama a todos los Gobernadores prohibiendo que torease en ninguna plaza de la geografía española, y otra vez, la carrera de Juanita Cruz se vio interrumpida cuando estaba tomando fuerza. Sin embargo, este escollo se pudo solventar amparándose en el Art. 2 de la Constitución de la República, que decía: “Todos los españoles son iguales ante la Ley”, y en su Art. 25: “No podrá ser fundamento de privilegio jurídico, la naturaleza, la filiación, el sexo...”, y en su Art. 33: “Toda persona es libre de elegir profesión”. Tras esta campaña empezó otra de recogida de firmas en la que participaron algunas de las grandes figuras de la época dándoles su apoyo, y el público en general que tuvo un final feliz, porque en 1934 cambió el Ministerio de Gobernación y el nuevo Ministro “hizo la vista gorda” ante las actuaciones de la torera que empezó a torear desde el comienzo de la temporada de dicho año que fue muy prove-

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chosa por cierto, ya que empezó la temporada el 11 de febrero en Cabra (Córdoba), toreando un festival benéfico y la terminó el 18 de noviembre en Casablanca (Marruecos). En total, toreó 53 novilladas de los 64 contratos que firmó, ya que perdió once por lesiones o suspensiones por inclemencia del tiempo y cortó 60 orejas, 13 rabos y hasta una pata, con actuaciones relevantes como la presentación en el coso maestrante de Sevilla el 18 de agosto con la plaza llena hasta la bandera, lidiando novillos de la ganadería de Juan Belmonte y de Fernando Villalón. También toreó esa temporada en las plazas de Almería, Bilbao y Valencia entre otros cosos importantes, siempre novilladas sin picadores, aunque en algunos casos lidio utreros. En la temporada de 1935 subieron sus contratos a 45 novilladas siendo una de las más importantes la celebrada en Granada el 5 de mayo, porque era la primera vez en la historia del toreo femenino que una mujer actuaría en novillada picada lidiando novillos-toros, es decir, utreros, que en dicha ocasión fueron de la vacada de Augusto Perogordo, de El Escorial (Madrid). Alternó con Joselito de la Cal y Antoñete Iglesias. El éxito fue apoteosis para Juanita que cortó dos orejas al segundo novillo de su lote. El Diario “Ideal” de Granada mostraba la fotografía de Juanita en primera página con este pie: “LA MUJER TORERA EN GRANADA. El acontecimiento taurino del año, una mujer vestida de luces para dar muerte a un toro, se presentó el domingo ante los granadinos. Fue Juanita Cruz, cuyo arte y valor merecieron el elogio y aplausos de las personas que llenaban el coso del Triunfo”. El titular de la crónica decía así: “JUANITA CRUZ Y LA CAL TRIUNFAN EN LA NOVILLADA DEL DOMINGO. JUANITA CORTÓ DOS OREJAS Y JOSELITO DE LA CAL DOS Y RABO. UNA NOVILLADA BRAVA”. Y continuaba: “El domingo había expectación en la plaza del Triunfo. Estaba en el aire templado de la tarde y en la cara de los aficionados. ¿Por qué era la expectación? Yo no lo sé. Lo cierto es, que estaba en la tarde luminosa y perfumada, y en el rostro de los espectadores. Después, mediada la corrida, vimos la expectación hecha arte, elegancia, valor, genio... ¿Desde cuándo no se sentía el crujir de la emoción en esta plaza vieja, tan llena de recuerdos y sugerencias? Por desgracia, desde hace mucho tiempo. Ya hace años que el coso de El Triunfo no había oído esta ovación clamorosa, rabiosa y fuerte, que obliga a levantarse de los asientos a los públicos, y que pone exclamaciones de asombro y júbilo en la boca e los aficionados”. Tras la exitosa corrida de presentación con picadores en Granada, continuo sumando festejos picados y sin picar indistintamente por todas las plazas de la geografía española hasta terminar la temporada con

un total de 45 festejos entre España, Francia y Orán, habiendo cumplido también un sueño muy importante: presentarse en la plaza de Vistalegre de Madrid, en la que toreó dos festejos, los días 14 y 21 de junio, por cierto con la plaza llena hasta la bandera y el ansiado cartelito colgado en taquilla de “No hay billetes”. Sin embargo, para poder presentarse ante sus paisanos Juanita tuvo que sufrir otro calvario burocrático, ya que como recordarán, Juanita estaba toreando sin que se hubiera reformado el artículo del Reglamento que impedía torear a las mujeres, y fue precisamente en junio de 1935, cuando iba a debutar en Vistalegre cuando la Dirección General de Seguridad le negó el permiso para torear, y ahí empezó una nueva odisea para ella hasta poder conseguir mediante mil influencias de personas y organismos en el que intervino hasta el Ministerio de Justicia. Llevaba toreadas entonces 12 novilladas. Tras el éxito obtenido en Carabanchel a las mismas puertas de Madrid, y con el gran despliegue mediático que supuso la campaña de recogida de firmas y luego su exitosa presentación, lo lógico era presentarse en Madrid cuanto antes para revalidar esa fama que le precedía y cuanto se decía de ella. Su apoderado, Rafael García Antón, consiguió de la empresa algo que hoy no se concebiría sin tacharlo de majadería: que se presentase en novillada con picadores en día laborable, jueves, 2 de abril de 1936 y que repitiera el domingo siguiente. El día de su presentación se corrieron ocho novillos, seis de la ganadería de Carmen de Federico y dos de otra ganadería menos fácil por propia decisión de Juanita Cruz, para que el público de Madrid fuese Juez de sus aptitudes como torera. Juanita lidió y mato los dos primeros novillos, ya que a estas alturas, los toreros aún se negaban a alternar con ella en la lidia normal de los toros. Así pues, tras hacer el paseíllo con El Niño de la Estrella, Pascual Marquez y Miguel Cirujeda, Juanita despachó sus dos toros, con trapío y bien armados, circunvalando el ruedo tras la faena del primero, y silenciándose su labor en el otro. El balance de sus compañeros fue silencio en sus lotes. Respecto a su actuación, el “Mas grande”, Marcial Lalanda dijo al salir de la plaza a una pregunta del cronista taurino de “Mundo Gráfico”, Juan Ferragut: “El mejor torero que ha habido en la plaza ha sido Juanita Cruz”. Y de la crónica de Ferragut entresaco esté párrafo: “Juanita Cruz fue la revelación de una corrida memorable: pues con ser esto mucho, con ser la revelación ante el público de la primera plaza del mundo de una excepcional figura artística, a mi me gustó más que la hazaña torera en sí, el gesto y el concepto de la responsabilidad de la mujer que lo realizó”. Por su parte, el crítico “Chavito” de La Nación, dijo: “Metamor-

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fosis de Juanita Cruz desde su última creación en Madrid –Vista Alegre–, ha sufrido un cambio radical, absoluto, completo; se ha colocado muy alto”. Y Palacios, en ABC: “Juanita Cruz en las plazas de toros vence, y vencerá siempre el arte a toda suerte de prejuicios.” Estos prejuicios eran sin duda los que los toreros sentían hacia ella simplemente por el hecho de ser mujer. “Corinto y Oro” lo dijo claramente sin pelos en la lengua:”...Sería una indignidad que los novilleros pusieran el veto a Juanita Cruz. Y como lo sería, no habría quien se prestara a adoptar determinación de esta naturaleza. Por una razón; porque no conocemos ningún novillero capaz de realizar acto semejante. La única forma de “quitarse” de en medio a Juanita Cruz es la de vencerla en los ruedos con las armas nobles del valor y del arte. ¡Ahí, ahí es donde se pueden ver los hombrecitos! Pretender aislarla por el procedimiento del veto, es dar pruebas de una cobardía y de una falta de virilidad que aseguramos no existe en ninguno de los novilleros actuales. Demostración de lo que decimos está en que Juanita Cruz toreará las plazas principales de España y le acompañarán toreros de postín. Y no uno solo, sino todos. Va a haber más que palabras para alternar con ella. Poco falta para verlo”. Y así fue en efecto aunque con sus más y sus menos. Tras su presentación con los del castoreño en Madrid, toreó en las plazas más importantes de España: Valencia, Barcelona, Zaragoza, Salamanca, Palencia, Valladolid, el domingo anterior al 18 de julio); Medina de Rio Seco y otras muchas hasta sumar 18 festejos cuando estalló la Guerra Civil española y paró en seco su carrera. Estaba anunciada para torear de nuevo en Valencia el domingo siguiente del día del alzamiento. Las tres últimas actuaciones de Juanita Cruz en España fueron tres festivales benéficos organizados por las Milicias en la Monumental de Las Ventas el 27 de agosto; en Cartagena (Murcia), el 20 de septiembre, y el 21 del mismo mes en la plaza de Vista Alegre de Carabanchel (Madrid). Viendo el cariz que estaba tomando la guerra y dado que ya estaba contratada para torear en Caracas (Venezuela) en la feria de diciembre y estaban muy adelantadas las negociaciones de su participación en Bogotá (Colombia) y Lima (Perú), decidieron adelantar el viaje y pasaron a Francia donde se reunieron con los demás toreros que participarían en la feria de Caracas, que empezaría el 1 de noviembre. Juanita Cruz estaba contratada en Caracas los días 20 y 27 de diciembre en sendas corridas mixtas. El domingo 20 de diciembre toreó con los matadores de toros Pepe Gallardo y Chiquito de la Audiencia, que lidiaron cuatro toros de Manuel Angoso. La del domingo 27 la toreó con los matadores Bernardo Muñoz “Carnicerito de Málaga” (suegro de Rafael

de Paula), y Pepe Gallardo, también con toros de Angoso, excepto Juanita Cruz que en ambos festejos lidió y estoqueó dos novillos-toros de la ganadería de “Guayabita”, nombre de la finca donde pastaban las reses y que se había formado años antes con reses españolas de Pallarés Delsors, de Córdoba, después, Benítez Cubero. Aclaremos que la presentación real de Juanita se llevo a cabo – o mejor dicho, debería de haberse llevado a cabo en Bogotá (Colombia), el 15 de noviembre de 1936 pero por falta de seriedad del empresario la corrida se suspendió con la plaza llena, hecho que hizo correr ríos de tinta, y frecuentar abogados, juzgados, etc. Por supuesto, la otra corrida que tenían contratada con el mismo empresario para el inminente día 22 tampoco se celebró. Así pues, debemos considerar su presentación en América el 6 de diciembre de 1936 en Bogotá (Colombia), una vez solventado el incidente y con otra empresa, esta seria, regentando la plaza de Santamaría. Alternó con El Tato y el novillero español Juan Ramos con novillos-toros de la ganadería de Ignacio Sáez de Santamaría. Juanita obtuvo un clamoroso éxito en sus dos toros que le valía la repetición el 13, tras la cual, fue cuando toreó las dos corridas mixtas en Caracas (Venezuela). Tras la campaña americana, los toreros españoles participantes decidieron regresar a España, pero Juanita Cruz, de acuerdo con sus padres decidieron quedarse en América y continuar toreando en los años siguiente. Empezó la temporada de 1937 presentándose en Cartagena de Indias (Colombia), los días 10 y 17 de enero, ambos saldados con éxito según se deduce de los titulares de diferentes periódicos como “Fulano de Sol”:”Ayer nos convencimos de que en Juanita Cruz tanta belleza es verdad. Toreando de capa y muleta muy pegada al bicho, mariposeando entre sus cachos (cuernos), estilizando el capote, divinizando la torería, es “el mejor torero del mundo”. Entrando a matar es guapa y perfecta. El segundo de sus toros redondo quedó de media en la cruz. Ya dirán los sabedores del tecnicismo como fue de grande la faena de Juanita Cruz en la plaza”. En Lima (Perú) se presentó el 29 de julio de ese mismo año y repitió el 15 de agosto. El día de su presentación alternó con los novilleros Adolfo Rojas “El Nene” y Alejandro Montani con ganado peruano de Lampian, manso de solemnidad. El 12 de septiembre siguiente se presentó en Quito y la repitieron el 19 de dicho mes y aún repetiría una tercera vez. El debut en Quito lo realizó acartelada con Adolfo Rojas “El Nene”, mano a mano, con seis novillos toros de la ganadería ecuatoriana de “El Pedregal”. El 19 toreó con el mejicano Juan Silveti y El Nene, que repetía, lidiando toros de la ganadería ecuatoriana de “Altisona”, y la tercera vez, alternó Juanita Cruz con José

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Pulido y Ginés Hernández “Ginesillo”, que en realidad iba de banderillero en la cuadrilla de Juanita y debutó como matador en América. En 1938 regresó a Venezuela donde tenía un grandísimo cartel desde que se presentara en Caracas para torrear el 1 de enero de 1938 en Maracay nada menos que en un mano a mano con Cayetano Ordoñez “Niño de la Palma”, aunque se anunció como corrida mixta, lidiando ganado criollo. El titular de la crítica de “La Esfera” a cargo de “Curro Puya” nos da idea del gran éxito obtenido por la señorita torera: “Juanita Cruz dicta cátedra de buen torero y de gran estoqueadora en la Maestranza de Aragua. Fugaces destellos de arte del “Niño de la Palma”, quien tuvo mala suerte en el reparto”. Ese año se había presentado Domingo Ortega en Caracas y en ninguna de sus corridas había estado lucido, mientras que por el contrario, Juanita Cruz estaba triunfando en cuántas plazas toreaba. Fue por ese motivo por el que le propusieron al apoderado del “Paleto de Borox” torear con Juanita. Ortega, cuando escuchó la oferta se levanto murmurando “¿pero es que esa señorita se ha tomado el toreo en serio? y abandonó la reunión. Su apoderado, el empresario Eduardo Pagés, que estaba acompañado por el banderillero Alfredo David, intervino entonces: “Yo conozco bien a Juanita Cruz y como mujer y como artista merece todos mis respetos; precisamente el año 1934 yo la contraté en 18 novilladas en mis plazas en España, pero usted comprenderá, una figura del toreo como Domingo Ortega, no puede ni debe actuar con una señorita torera”. Ante la negativa, el empresario de la plaza decidió aprovechar el “tirón” de Juanita y montar una corrida mixta con Carnicerito de Málaga y Chiquito de la Audiencia para el 13 de marzo a celebrar en el Nuevo Circo de Caracas, fecha que por cierto marcó un gran acontecimiento en los anales de la historia taurina de aquella tierra. Al día siguiente el crítico “Don Sincero” tituló su crónica de “El Heraldo” con el siguiente titular: “Un toro extraordinario de Guayabita y una faena de gran torero de Juanita Cruz”. Y continuaba el inicio de su crónica:”Nos lo hubieran contado y no lo hubiéramos creído de no haberlo visto. Juanita Cruz, la señorita torera toda ella delicada feminidad, se enfrentó ayer con dos toros hechos, con arrobas y con pitones, como los que lidian todos los días los toreros y se arrimó tanto como no se arriman muchos y realizó una faena cumbre haciendo el torero con un arte, una majestad, un ritmo y una gracia torera como no está al alcance realizarla más que a las grandes figuras del toreo...”. En “El País” el titular no dejaba lugar a dudas: “Éxito redondo de la lidiadora matritense. Orejas y rabo merecidos: cuatro naturales y uno de pecho. Condolencia a los que no fueron”. La crónica, de

la que solo cojo el primer párrafo empezaba así: “Como para indemnizarnos de la incolora monotonía de la media docena de novilladas de Ortega, una empresa anónima nos ofreció la tarde del domingo, 13 una vespertina excelente: seis astados de “La Providencia” (hoy Guayabita) para Carnicerito de Málaga, Chiquito de la Audiencia y Juanita Cruz en el Nuevo Circo”. Continuó Juanita Cruz toreando en América contándose sus corridas por éxitos por todos los países taurinos de Hispanoamérica. El primer domingo, 5 de enero de 1939 se presentó en Guadalajara (Jalisco), nada menos que con Alfonso Ramírez “El Calesero” y Carlos Arruza, con seis utreros de la ganadería de San Diego de los Padres, y aunque sus toros entraron en el sorteo con los otros dos novilleros, aún no le permitían alternar con hombres, por lo que a ella le correspondió lidiar su lote en primero y segundo lugar. Juanita obtuvo un triunfo rotundo con su amplísimo repertorio, según informaba “El Eco Taurino”: “...Las chicuelinas, las orticinas que dibujó en sus quites inolvidables, la han dejado grabada en la mente de la afición tapatía. Y con la muleta, se impuso majestuosamente, insuperablemente, con dominio, y haciendo gala de su inteligencia, de su valor y de su arte, levantó a los tendidos, y consagró sus faenas con estocadas certeras y de gran efecto, que fueron premiadas con alegres dianas y ovaciones estruendosas. Juanita Cruz ha dejado en Guadalajara un recuerdo inmarcesible. Porque ella vino a engarzar toda una gama de suertes taurinas admirablemente realizadas, a un milímetro de los astados, y con gran seguridad, un conocimiento y valor, dignos de ser esculpidos por la f ama”. Ese éxito le abrió las puertas de plazas tan importantes como las de Monterrey en febrero o Tlaxcala, en noviembre, por citar algunas, donde obtuvo unos triunfos que no recordaban en aquellos cosos, y siempre toreando con los diestros más famosos de la tierra, entre los que se contaban Rodolfo Gaona o José González “Carnicerito”. Mientras tanto, la guerra civil española había tocado a su fin y en 1940 era precisamente el momento de mayor madurez de Juanita, y cuando se disponía a regresar a España para continuar su carrera, el Presidente y la Junta Directiva del nuevo Sindicato Vertical Nacional del Espectáculo decidió prohibir en España torear a las mujeres a pie, quedando reducido el toreo femenino en España a las rejoneadoras exclusivamente. Y de nuevo, Juanita Cruz quedó injustamente discriminada en su patria. No se amilanó y continuó su lucha en los ruedos americanos consciente de la injusticia que se estaba cometiendo con ella simplemente porque había abrazado una profesión que tradicionalmente había sido de hombres. Ese mismo año 1940 el matador de toros

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