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Calle Hernández, Álvaro José de la “Alvaro de la Calle”

siguiente –1912– en Tafalla, el 16 de mayo. Muchas cogidas y muy pocos contratos lo decidieron a tomar la única decisión que podía tomar ante tal tesitura: o retirarse del toreo o renunciar a la alternativa y volver a torear novilladas para ver si lograba alcanzar la fama y éxitos que antaño tuvo. Así pues, en 1914 renunció a la alternativa y volvió a torear novilladas sin conseguir sus sueños de triunfo y sin que posteriormente se volviera a doctorar. Falleció en Zaragoza, el 18 de diciembre de 1942, ciudad en la que residía desde 1931. No me resisto a transcribir el juicio crítico que de él hizo D. José María de Cossío: “Joaquín Calero Verdejo ha sido un matador valiente y aceptable, pero poco afortunado. Hubo pocos toreros iguales a él poniendo banderillas en silla, suerte que ejecutaba con una serenidad, perfección y precisión ejemplares. El 8 de agosto de 1905 puso un soberbio par al quiebro en la plaza de Madrid, que los críticos calificaron de único y formidable, hablándose largo tiempo del caso”. (No confundir este torero con el otro “Calerito”, matador de toros cordobés llamado Manuel Calero Cantero, fallecido en Córdoba, el 13 de noviembre de 1960, a los 33 años de edad y con quien no tenia parentesco alguno).

cAlle hernÁndez, álvaro José De la

“ALVARO DE LA CALLE”

Matador de toros nacido en Salamanca, el 28 de septiembre de 1997, hijo de Vicente de la Calle, quien fuera chofer de toreros, entre otros de Pedro Gutiérrez Moya “El Niño de la Capea”, durante la década de los 70 y también de los hermanos José Antonio y Javier Chopera, prestigiosos empresarios conocidos como los “Choperitas”. Luego fue mozo de espadas de diversos toreros, entre otros, el desgraciado José Falcón, más que jefe, su amigo intimo, que murió en sus brazos tras sufrir una tremenda cornada en la plaza de Barcelona por el toro “Cuchareto”, de “Hoyo de la Gitana”. Este ambiente familiar determinó al joven Álvaro a querer ser torero, y para ello se inscribió durante un tiempo en la Escuela Taurina de Salamanca, de donde salió preparado para vestir su primer terno de luces en público, de caña y oro, el 26 de agosto de 1990, en Fermoselle (Zamora), con erales de la ganadería de Justo Nieto, alternando con José Rubén y Juan Luis Fraile. Tres años permaneció toreando novilladas sin picadores, hasta que debutó con las plazas montadas, en Candelario (Salamanca), el 25 de julio de 1993, de azul y oro, en un festejo de los denominados “seis para

seis”, en este caso, fueron cinco para cinco los novillos que se corrieron, pertenecientes a la vacada de los Herederos de Vicente García Tabernero Orive, alternando con Juan Luis Fraile, Julián Guerra, Manolo Gimeno, y Javier Olmedo, también debutante con picadores. Alvaro de la Calle fue ovacionado en el novillo que le tocó en suerte, y aún se vestiría en dicha temporada en una ocasión más, el 28 de agosto en Baños de Montemayor (Cáceres), para torear una novillada de similares características que la anterior, es decir, en la que cuatro novilleros lidiaron cada uno un novillo de diferentes ganaderías. El correspondiente a Alvaro de la Calle fue de Justo Nieto, al que desorejó por partida doble. Sus compañeros fueron Pérez Vitoria, Manolo Gimeno y Martín Blanco. En 1994 ascendieron sus contratos a 9 festejos, uno de ellos el de su debut en Francia, en la plaza de Parentis de Born, alternando en la lidia de novillos de “El Sierro” con Pérez Vitoria y Álvaro Oliver. Alvaro de la Calle cortó una oreja al segundo novillo de su lote. Mucho mejor fue la temporada de 1995 en la que dobló el número de actuaciones, sumando al final de la campaña 19 novilladas. Similar fue la temporada de 1996, y en la de 1997 se presentó en la plaza de Las Ventas, en Madrid, el 14 de septiembre, de verde y oro, con novillos de Martín Peñato, acartelado con Gregorio Bravo, también debutante en Madrid, y Raúl Blázquez, que lució un crespón negro por la muerte de su padre. Alvaro de la Calle que abrió cartel fue ovacionado en sus dos novillos, en los que escuchó un recado presidencial en cada uno. El toro de su presentación ante la afición madrileña atendía por el nombre de “Guasón”, negro, número 56 y 415 kilos de peso. Aún continuó toreando novilladas picadas dos años más, generalmente cortó número de festejos, hasta que en 1999 decidió dar el salto al escalafón superior, y tras participar en 15 novilladas con corte de veinticinco orejas, y el indultó de dos novillos en las plazas de Sepúlveda (Segovia), y Mensalba (Avila), recibió la alternativa ya casi finalizada la temporada, el 15 de octubre en Avila, de gris plomo y oro, de manos de Manolo Sánchez, que en presencia de Canales Rivera, le cedió el toro “Afectado”, negro, número 29, de 500 kilos, de la ganadería de Fernando Peña, que lidió cinco, y 1, el sexto, de Eugenio Frias. Alvaro de la Calle cortó las orejas a su primer toro y una al que cerró plaza, saliendo triunfalmente a hombros por la puerta grande en solitario como triunfador absoluto. También intervino en esta corrida el rejoneador Raúl M. Burgos, que consiguió un apéndice. Terminó la temporada con 2 corridas de toros y 3 orejas, y a partir de ahí sus campañas tendrían el denominador común de ser muy escasas en contratos, no llegando ninguna a la media docena de

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corridas. En 2000, por ejemplo, su primera temporada completa como matador de toros, se vistió de luces en 3 ocasiones, una de ellas en la feria de Salamanca, en la que cortó una oreja la tarde del 21 de septiembre. En 2001, incomprensiblemente no toreó ningún festejo, y en 2002, toreó 2 corridas, el 15 de septiembre en la Feria de Salamanca, y el 2 de noviembre en Cuenca. Ese año debutó en América en la plaza de Cuenca (Ecuador), el 2 de noviembre, con toros de “Huagrahuasi”, alternando con Juan Pablo Díaz, mano a mano, y el rejoneador Borja Baena. Alvaro de la Calle dio una vuelta al ruedo en el toro de su presentación y fue ovacionado en el otro. En la temporada de 2003 volvió a torear en Salamanca la tarde del 13 de septiembre y terminó la temporada con 4 corridas en las que cortó once trofeos. En 2004 toreó 3 corridas, una de ellas con un gran triunfo, en Ciudad Rodrigo (Salamanca), el 24 de febrero, donde indultó un toro. La segunda fue el 14 de agosto en Burgo de Osma (Soria), y la tercera, en Salamanca, el 19 de septiembre. En 2005 toreó 2 corridas con cinco trofeos conseguidos, y en 2006, toreó 5 corridas con corte de tres trofeos. Una de ellas fue la de su confirmación de alternativa en Madrid, en corrida nocturna, el 27 de julio, de rosa palo y oro, con toros de “La Palmosilla”, con Javier Castaño de padrino e Iván Vicente de testigo de la ceremonia. Se silencio su faena al toro de la reválida, “Cacharrillo”, negro, número 16 y 559 kilos, y fue ovacionado en el otro. Las otras cuatro fueron en plazas de menor entidad, como Alcalá la Real (Jaén), Cebreros (Avila), y Villanueva del Arzobispo (Jaén), el 9 de septiembre. La temporada de 2007 fue parca en festejos, pues solamente se vistió de luces en una ocasión en la que no hubo trofeos. No se vistió de luces en las temporadas de 2008 ni 2009 y lo hizo en una ocasión en la de 2010 con corte de un trofeo. No se vistió de luces en las siguientes temporadas de 2011, 2012 y 2013, aunque es imprescindible hacer constar que aunque en las temporadas más arriba señaladas no se vistiese de luces para torear en corridas de toros si lo hizo como sobresaliente de espadas. Este es el caso de la corrida en la que torearon mano a mano Antonio Ferrera y Javier Castaño lidiando toros de “La Quinta”, en Gijón (Asturias), el 12 d agosto de 2013, en la que Alvaro de la Calle figuró como sobresaliente y tuvo que dar cuenta del 4º toro de la tarde tras las cogidas de los dos matadores. “Y dio la altura porque aunque fue una dura papeleta para un torero que no se anuncia en un cartel desde hace tres años, la solventó con nota. De la Calle estuvo a la altura de un toro noble, con calidad y recorrido y humillación. El inicio para sacarse al toro a los medios tuvo torería, y la faena temple y reposo. Impensable para un torero en su

estado. El público, sensibilizado con lo que veía, alentó y hasta se puso en pie para ovacionar al salmantino, que extrajo series sobre todo con la mano derecha de gran consistencia. Se tiró a matar con todo y al tercer intento logro una estocada de libro. La oreja le debe valer para algo más que para acaparar los titulares de mañana” escribió José Miguel Arruego en mundotoro.com Esto fue lo que sucedió en El Bibio según la COPE, que tituló la crónica con el significativo titular de: “Ferrera, Castaño, de la Calle, triunfan en Gijón. Dos “tíos” y un sobresaliente de altura”. “Antonio Ferrera y Javier Castaño se sobrepusieron a sendas cornadas para acabar triunfando a lo grande en Gijón, donde además el sobresaliente Álvaro de la Calle, que tuvo que hacerse cargo de la lidia de un toro de La Quinta premiado con la vuelta al ruedo, cortó una oreja” (...)”Gijón, martes 13 de agosto de 2013. 5ª de Feria. Media entrada. Toros de La Quinta, muy bien presentados y, salvo el mansurrón primero, en general de buen comportamiento. Los mejores, el cuarto, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre, y el quinto, aplaudido. Segundo, tercero y sexto también “se dejaron” mucho. Antonio Ferrera, ovación, dos orejas y oreja. Javier Castaño, oreja y dos orejas. El sobresaliente Álvaro de la Calle, oreja en el cuarto. Ferrera se mostró muy dispuesto con su primero, toro de preciosa lámina pero de escaso empuje, con el que el extremeño tuvo que hacer el esfuerzo para extraer muletazos por uno y otro pitón, que le valió para recibir una merecida ovación. En la lidia del tercero comenzó el caos, pues aquí Ferrera resultó herido en la suerte suprema después de cuajar una gran faena en la que, tras dos largas de rodillas, sorprendió a todos al subirse a caballo y ejecutar él mismo la suerte de varas. En banderillas fue un clamor, calentando así el ambiente para un último tercio en el que hizo las delicias del aficionado con una labor de mucha entrega y torería. Tras un primer pinchazo, dejó una gran estocada de la que salió trompicado y herido en el muslo. Cortó las dos orejas, y, tras pasearlas por el anillo de El Bibio, pasó por su propio pie a la enfermería. Pero no acabó aquí la tarde de Ferrera, pues tras cerca de 30 minutos metido en la enfermería y, cuando todo el mundo casi descartaba volverle a ver, salió el extremeño como si nada a dar cuenta del quinto, en el que volvió a formar un lío, especialmente al compartir tercio de banderillas con la “infantería” de Castaño. Tras un sentido y emotivo brindis a los galenos de la plaza instrumentó una faena de muleta vibrante y emocionante, con pasajes de muy buen aire sobre todo al natural. Cortó otra oreja. Castaño consiguió una oreja de su primer toro gracias a una faena de capacidad y poderío, basada principalmente por el pitón derecho, por donde

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más se prestó el animal y por donde brotaron los mejores muletazos, que gustaron a los tendidos gijoneses. El cuarto le sorprendió al apretarle hacia los adentros con el capote, resultando también herido justo antes de llegar al burladero. Gestos de dolor y el torero directo a la enfermería. Sin los dos espadas anunciados en el ruedo, tuvo que hacerse cargo de la papeleta el sobresaliente Álvaro de la Calle, que, tras mucho tiempo sin torear, demostró que no se le ha olvidado y cuajó una faena de mucho mérito y corazón, arropado en todo momento por los tendidos, que le premiaron con una oreja de un gran toro premiado con la vuelta en el arrastre. En el sexto volvió a salir Castaño para tratar de redondear su tarde, y vaya si lo hizo, pues se encontró con otro buen toro de La Quinta al que el salmantino “dio fiesta” en una faena de mucho calado en los tendidos, que le pidieron las dos orejas, finalmente concedidas. Al término del festejo tanto Ferrera como Castaño salieron a pie por la Puerta Grande, y con ellos, Álvaro de la Calle, sobresaliente de altura”. Sin embargo, de poco le sirvió el gesto de Gijón porque los empresarios, incluidos los del Bibio, no se acordaron de él en 2014, y en la temporada de 2015 fue contratado para torear en la plaza de Muro (Baleares), todo un sueño para él, en una corrida en la que cortó tres orejas con Leandro y Eduardo Gallo, y que podría ser su relanzamiento: “... una tremenda ilusión. Iba a una plaza que me apetecía muchísimo para hacer el paseíllo en una preciosa plaza hecha por la gente del pueblo en una cantería. He estado siempre vinculado a la isla y su defensa de la tauromaquia con lo que aumentaba mi deseo por torear. Además en un gran cartel. Para mí era la oportunidad de poder demostrar lo que llevo dentro, mi valía. Una tarde muy especial, muy bonita en la que todo acompañó para que fuera especial: público, tiempo, toros… La actuación fue importante y supuso para mí el poder reivindicarme cuajando los dos toros y cortando tres orejas. Eso supuso que todo el mundo hablara de mí y más al ser ante mi gente y en un pueblo que siempre me ha apoyado y querido como el caso de Muro. Fue difícil tras llevar desde 2010 sin vestirme de luces para matar una corrida. Aquella tarde fue con Leandro y Eduardo Gallo. Aunque no he estado parado, he entrenado y he sido constante. No dudas pero en Muro se me vio preparado y con la ilusión intacta y curtido por el banquillo para compromisos mayores”. Sin embargo la decepción fue grandísima porque el empresario, su amigo, casi un hermano, que fue incluso su mozo de espadas durante un tiempo según palabras del propio diestro, lo traicionó y dejó sin pagar sus honorarios y otro gastos que dejó a deber. “Para nosotros fue un jarro de agua fría y, ante no responder a nuestros avisos, nos ha to-

cado poner la denuncia en la Unión de Toreros. Esperamos que esa denuncia derive en el pago y evitemos el juicio. Si no paga, tendremos que ir a juicio y pagará lo que debe. Para nosotros fue una traición muy grande (cuadrilla y yo) por la amistad que nos teníamos. Jamás pensábamos que nos haría eso. El empresario de Muro nos ha traicionado como persona, como toreros y como amigos. Le hemos dado confianza para que pagara y llevamos un año y no ha habido forma. Al ver que no hacía el pago entre la cuadrilla y yo decidimos denunciar para que todos cobrásemos lo debido de ese día en Muro. He tenido la valentía de denunciarlo, ir para adelante. Quiero agradecer a mis compañeros de cartel su apoyo prestado y darles las gracias como se portaron conmigo en la corrida y tras la denuncia. He tenido su apoyo y del sector de matadores, banderilleros, picadores… Una respuesta grandiosa”. Una gran injusticia, pero Alvaro de la Calle continuó luchando y aunque no toreó en España en 2016, si lo hizo en Lima (Perú), en la plaza de Las Arenas, el 3 de diciembre, con toros de “Santa Rosa de Lima”, alternando con Santiago Múgica “El Sargento” y David Galán, que tomó la alternativa. Se silenció su labor en su primer toro y dio una vuelta al ruedo en el segundo. El día siguiente toreó en Lomas de Villa, también en Perú, con toros de la misma ganadería y compañeros que el día anterior. Esta fue su última actuación como matador que le tengo contabilizada. Había actuado hasta ese momento en 81 novilladas picadas y 27 corridas de toros en Europa, además de las que contratara en América. Ese mismo año, el prestigioso periodista y escritor taurino Paco Cañamero escribió un bellísimo artículo que tituló “Alvaro de la Calle merece dignidad”, que por su interés reproduzco casi en su totalidad:”Se apagaban los ecos el domingo y aún clareaba el crepúsculo casi a las veintitrés horas gracias a una luna llena que era un primor cuando recibo la llamada de un aficionado de Palma que acaba de presenciar la corrida celebrada en Muro para referirse a la completísima actuación del salmantino Álvaro de la Calle en el que puede ser uno de los últimos festejos taurinos que acoja la isla bermellona. Si es que antes no llega alguna mente lúcida para frenar tantos atropellos de los enemigos de España a la libertad. Álvaro de la Calle, torero maduro y abandonado por las empresas, ha cuajado una tarde memorable para poner el sello de su reivindicación mucho tiempo después de que su nombre no apareciera como ‘titular’ en un cartel –si lo ha hecho en infinidad de ocasiones de sobresaliente–. Y ahí está de triunfador de una corrida a la que llegó en silencio para marcharse en hombros con todas las bendiciones y la sorpresa generalizada de quienes no lo conocía y no dejaban de pregun-

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tar por él. Por quien fue capaz de protagonizar tanto entusiasmo sobre el albero. Álvaro, que es un chaval educado y vive lejos siempre de fanfarronadas, nunca abandonó su sueño y vivió con el lema de estar preparado para aprovechar el momento y que no te sorprendiera. De hecho las veces que tuvo oportunidad lo hizo con categoría para solventar la situación. Sin embargo al día siguiente era volver a empezar de nuevo, porque injustamente no acababan de echarle cuentas. De hecho la última vez que toreó en Madrid completó una interesante actuación y sin embargo nunca más volvió; ni tampoco a Salamanca en la que estuvo tan brillante con una corrida de Miura que mató con mucho oficio y dignidad. Lo mismo que le pasó en otros lugares, en los que ni fue respetado y tantas veces tuvo que tragar las bilis de la injusticia. Con su nombre borrado, las grandes empresas únicamente se acordaban de él para ir de sobresaliente en corrida de un único torero o en manos a mano. Y a ellas se aferró porque tenía una casa que mantener en la que siempre le esperaba su pequeña hija, que es la ilusión de su vida. De sobresaliente estuvo hace dos años a Gijón a un mano a mano entre Ferrera y Castaño frente a una corrida de La Quinta y le tocó matar un toro porque los dos matadores del cartel habían sido cogidos y a ambos los estaban operando en la enfermería. Y frente a ese toro Álvaro, sabedor de que era su momento, dio una enorme dimensión de capacidad y también de torería dejando abierta la puerta de la esperanza, porque se había reivindicado en una feria ganándose de sobra una oportunidad para el siguiente ciclo. Sin embargo, fiel a su destino, la empresa también se acordó de él, pero de nuevo en labores de sobresaliente. Y es que en la hermética Fiesta de ahora ya no sabe ver y lanzar a estos toreros con veteranía y poso que tanto podrían aportar. Incluso ser incapaces de confiar en alguien que ha roto una tarde de sobresaliente. Porque el actual ‘sistema’ desconoce una historia en la que, incluso, uno de los más grandes de siempre, el toledano Domingo Ortega, salió disparado tras un quite que hizo una tarde, anunciado de sobresaliente, en un mano a mano celebrado en Aranjuez entre Manolo Bienvenida y Marcial Lalanda. Sin embargo a Álvaro de la Calle nunca acabaron de dale el sitio que merecido de varias corridas continuadas y de regresar a Madrid para tener un margen de confianza que han dado a otros muchos toreros. Lo merece, prueba de ello es que ayer estuvo a un alto nivel junto a dos toreros de ferias. Porque aunque fuera la mallorquina de Muro no podemos olvidar que la historia del toreo tiene páginas escrita por toreros que salieron del bache o se reencontraron tras una faena en una plaza menor. Le ocurrió a Ortega Cano que llegó

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