Esta vez el Mundo

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Yo imaginé otra vez que podría casarme con la Srta. Aultman en cuanto yo llegara y pasaría un mes entero aún mejor que la semana en Nueva York, pero una vez más, no conté con mi obstinada suegra futura. ¡Fue decretado que yo no podría casarme con Judy hasta dos días antes del FIN de mi licencia lo que me dio un día para la luna de miel y luego un día para llegar a Pensacola! No había ninguna apelación, como había descubierto, de estas órdenes imperiales, por lo que yo tenía que malgastar los días - y noches - hasta el 24 de abril, cuando el evento fue programado. Unos días antes de la boda prevista, fui asignado para ayudar a Judy a enviar las invitaciones y estábamos trabajando juntos en esta tarea cuando obtuve mi primera mirada real de cómo operaba su madre. A mi pluma se le agotó la tinta y Judy saltó y dijo, "yo iré arriba y conseguiré un poco de tinta." ¡Su madre irrumpió del solario y gritó, "Deténte! ¡espera un minuto! ÉL irá para arriba y traerá la tinta. Tú no haces los mandados para él!" El 24 de abril de 1943, Yo estaba casado en la Iglesia episcopal de Barrington, con todos los adornos que yo detesté enormemente. Pero estas recreaciones son el precio que uno debe pagar a las señoras, que parecen deleitarse en tales formalidades penosas, públicas que deberían ser tan santas, privadas y reservadas para las jóvenes personas cuyas vidas son tan enormemente afectadas. Finalmente, nos libramos de todos los apretones de manos, risas tontas, recortes de pastel, bromas astutas e inquietudes generales y estábamos saliendo en un taxi a la estación del ferrocarril. Yo estaba extasiado y flotando en el romance de todo esto, pero no mi flamante esposa. Cuando nos habíamos instalado en el tren, ella se volvió enérgicamente hacia mí y, con lo que me enteré eran sus órdenes finales del 'cuartel general', anunció: "Desde este momento no debe haber ningún jefe en este matrimonio, y ningún bebé, por lo menos no ahora!" Esto casi me heló por dentro, aunque la parte sobre los bebés era algo sensato. Pero hacer 'lo sensato' no siempre es la manera de hacer un buen matrimonio y tales anuncios severos en tal momento no ayudan a hacer una luna de miel como debería ser. Cuando llegamos al Hotel de Statler en Boston, yo conseguí un susto aun peor. Su maleta estaba abierta y ella guardó su ropa. ¡Entonces ella puso en la cama lo que yo después llamé "la farmacia", un surtido completo de equipo que no dejaba nada al azar o la imaginación! ¡La madre había pensado en todo! El resultado inevitable de tal frío glacial de lo que debe ser algo tan espontáneo y caliente como sea posible era que ella terminó llorando y yo también. Fui sacado a empujones y gasté horas recargándome con cerveza en el Bar Silver Dollar, intentando entender que rayos estaba mal en el mundo. Con la boda de último-minuto, nosotros no teníamos ninguna oportunidad para enderezar las cosas antes de que yo tuviera que salir. ¡La madre realmente había pensado en todo! En el tren rumbo a Pensacola, yo tuve mi primer roce personal con uno de esos tipos molestos que incluso los judíos llaman "kikes". Yo tenía mis reservaciones para un coche-cama hace más de un mes y cuando me tambaleé a la estación con todo mi pesado equipaje de servicio y uniformes, y mis pensamientos aun más pesados de mi 'matrimonio', yo estaba agradecido al menos pues podría descansar en el largo viaje.


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